Unidad 6 • Socialización, el proceso de convertirse en ser humano “...debido a la necesidad de aprender cómo interactuar de manera efectiva con otras personas mientras se ocupa un papel, también se aprenden la conducta, los sentimientos y las orientaciones de quienes lo comparten.” (Secord et al., 1974) 131 John L. M. Binnie Dawson Universidad de Hong Kong TAL como la definen Secord y Backman (1964), la socialización consiste en "un proceso de interacción por el que se modifica la conducta de las personas, para conformarla a lo que esperan los miembros del grupo al que pertenecen esas personas. Por ello, no sólo incluye el proceso por el que el niño adquiere gradualmente las maneras de ser de los adultos que lo rodean, sino también el proceso por el que el adulto adopta conductas asociadas con lo que se espera de una posición nueva Fig. 6.1. La socialización consiste en un proceso de interacción por el que se modifica la conducta de la persona, para conformarla a lo que esperan los miembros del grupo al que dicha persona pertenece. Por ello, entre otras cosas, incluye el proceso por el cual el niño adquiere gradualmente los modos de ser de los adultos que lo rodean. (Auckland Star.) en un grupo, una organización o una sociedad en general" (pág. 523). Esta definición reconoce que la socialización no se detiene en determinada edad, sino que continúa por toda la vida. Brim y Wheeler (1966) han dicho que las experiencias ocurridas en la infancia no preparan de manera adecuada a las personas para que puedan satisfacer las demandas de la vida adulta. Por consiguiente, en años ulteriores es necesario aprender nuevos modos de conducta según los individuos van asumiendo nuevos papeles al casarse, al trabajar y en la sociedad. Así, incluso a nivel adulto, cuando el cambio social y tecnológico es rápido, pudiera ser necesario reemplazar patrones de conducta anteriormente funcionales por nuevas habilidades, adecuadas a las circunstancias en cambio. Este capítulo tiene una orientación teórica "biosocial" y se afirma que toda conducta humana está influida por los efectos de la interacción entre el ambiente biológico y el sociocultural en que el individuo vive (Dawson, 1969 y 1975a y b). Más aún, tal como Weiss (1930) lo ha indicado, somos a la vez organismos "biológicos" y "sociales"; es decir, "biosociales". Se cree también que esos ambientes biológicos y socioculturales (biosociales) interactuantes ejercen ciertos efectos adaptativos sobre la adquisición de aquellas habilidades conductuales con valor de supervivencia en los distintos ambientes. Como el aprendizaje social y el aprendizaje del papel son importantes para la socialización, examinamos aquí teorías del aprendizaje social. De este modo, gran parte de lo que el niño aprende lo aprende inconsciente pero efectivamente. Más aún, se estudian los efectos sutiles de provenir de diferentes clases o casta sociales en función de los motivos sociales: dependencia, agresión y logro. También se hace hincapié en los procesos de desocialización y resocialización porque la socialización es un proceso que dura toda la vida. Se incluyen aquí las "etapas de la vida" llamadas "ritos de tránsito" (Van Gennue, 1960). También se presenta un modelo transcultural de modernidad y logro en función de las presiones de socialización que se predice que gravitarán sobre los motivos sociales en las sociedades de subsistencia (Dawson, 1973). Se relacionan éstos, a su vez, con los niveles individuales de impulso agresivo, a los que se supone desplazados en función de una motivación de logro socialmente aprobada, lo que en ciertas sociedades lleva a un desarrollo ocupacional, educativo y económico más elevado. SISTEMAS SOCIOCULTURALES Y LINGÜISTICOS La sociedad que está compuesta por dos sistemas entrelazados, el social y el cultural, compone un sistema "sociocultural". El "sistema social" se encuentra formado de sistemas formales e informales, clases, papeles, oposiciones, grupos primarios y secundarios; el "sistema cultural" incluye aspectos materiales y no materiales, que abarcan las leyes, la política, la religión, el lenguaje y las creencias culturales. Froeber y Kluckhohn (1952) afirman que "la cultura se compone de patrones explícitos e implícitos de una conducta adquirida y trasmitida a través de símbolos, que constituyen el logro distintivo de los grupos humanos, incluyendo su incorporación en artefactos" (pág. 180). Triandis (1964) divide la cultura en a) material, que incluye los aspectos del ambiente creados por el hombre, y b) la cultura no material o conceptual. Osgood (1967) diferencia entre a) cultura objetiva, compuesta de cosas materiales, y b) cultura subjetiva, formada por los aspectos conceptuales no materiales de la cultura. Clase social y diferencias de casta Un buen acopio de evidencia indica qué tan importante es estudiar dentro de una sociedad los efectos sutiles de la socialización en diferentes clases y castas, que da como resultado diferencias predecibles en la conducta social, como contrastar conductas entre distintas sociedades, con el propósito de realizar una comparación transcultural. Toda sociedad tiene un sistema de estatus, siendo el más universal de ellos, la clase social, aunque en muchas sociedades, como la india, ésta surge del sistema de castas. Los fulani de África occidental tienen también un sistema de castas, mientras que los agricultores temne y los mende de Sierra Leona viven en sociedades estratificadas compuestas de jefes supremos, clanes gobernantes, una clase media compuesta de granjeros Fig. 6.2. Toda sociedad presenta un sistema de clase social, aunque en muchas sociedades, como la india, aquél surge del sistema de castas. (Naciones Unidas.) y antiguos esclavos y un estatus de pertenencia a la sociedad secreta; por ejemplo, los mende tienen la sociedad masculina de los poro y la sociedad femenina de los bundu, en las que la iniciación en la pubertad conlleva un adiestramiento amplio en la "selva" como preparación para el papel de adulto; sin embargo, el sistema de estatus temne está más estratificado que el mende, ya que el jefe supremo temne también es un rey-sacerdote; los mende presentan una sociedad menos estratificada, en que el jefe supremo tiene un papel más secular, pues el poder ritual pertenece entre los mende a las sociedades secretas (Dawson, 1975a). Es decir, que la clase social y el sistema de estatus determinan de un modo notable el ambiente social y el poder socioeconómico de un individuo. Además, en gran parte de- las sociedades modernas los individuos tienden también a quedar ordenadas por rango de acuerdo con el prestigio o el estatus social. La clase social es el más complejo y penetrante de esos sistemas de estatus. Se evalúa a las clases sociales de distintas maneras, entre ellas a) por el "método objetivo", basado en las características objetivas que permitan una discriminación más nítida; b) el "método subjetivo", basado en la manera en que una comunidad se ve a sí misma dentro de una jerarquía de estatus; c) el "método de la reputación", basado en cómo se sitúen en el sistema de estatus de una comunidad quienes a ella pertenecen, y d) el método de la "clase socioeconómica", basado en clasificaciones. Una de las cosas de mayor interés en la clase social es que ésta determina el ambiente social y éste, a su vez, tiende a influir muchísimo sobre las actitudes, los valores, las motivaciones, las cogniciones y los rasgos de la personalidad del individuo. Movilidad social A los individuos sumamente motivados les es posible ascender por la jerarquía socioeconómica de estatus gracias a la movilidad socioeconómica, mientras que los menos motivados van descendiendo por la misma jerarquía de estatus. Además, la flexibilidad del sistema de estatus parece encontrarse determinado por las exigencias funcionales que impone la sociedad, aunque en una sociedad cerrada como la de la India los individuos y las castas pueden ascender por la jerarquía de estatus al adoptar los valores y las características de quien esté por encima (Pocock, 1959). Lipsett y Bendix (1959) han descubierto que la sociedad estadounidense no es la única completamente abierta si se compara con las europeas, a las que se tomaba como relativamente cerradas. Más aún, Lipsett y otros (1959) sacaron en conclusión que en gran parte de los países modernos existe una movilidad social igual y ampliamente difundida, como lo confirman los siguientes datos: Movilidad social total Estados Unidos 30% Francia 27% Alemania 31 % Suiza 23 % Suecia 29% Inglaterra Japón 27% (Dawson, 1961) 30.8% Además, del siglo XIX al XX, en Estados Unidos poco han cambiado las oportunidades de obtener trabajo; no obstante, esta movilidad suele ser más característica de las sociedades industriales modernas que de los países en desarrollo, los que también responden con mayor lentitud a los cambios modernos. Más adelante, en este mismo capítulo, se examinará un modelo de logro de modernidad para los países en desarrollo (Dawson, 1973 y 1975a). Tal como los padres se diferencian en sus prácticas de crianza de acuerdo con la clase social, según ésta varía el desarrollo de los motivos, las actitudes y los valores sociales. Kohn (1963) encontró que los valores clase media y trabajadora se encuentran muy relacionados con los procesos de crianza infantil, pues mientras que los valores parentales de la clase trabajadora giran en la conformidad a normas externas, los de la clase media tienen como centro el dirigirse a sí mismo. Bronfenbrenner (1958) descubrió también que los padres de clase media se muestran más afectuosos que los de clase trabajadora y que emplean con frecuencia, como castigo, el no dar amor. Y mientras el padre de clase trabajadora se preocupa más por la conducta pública del niño, el padre de clase media se interesa en saber por qué un niño se condujo del modo que lo hizo. Sistemas lingüísticos Krech, Crutchfield y Ballachey (1962) han hecho hincapié en que "el lenguaje ha permitido el crecimiento y trasmisión de culturas, la continuidad de las sociedades y el funcionamiento y control efectivos de los grupos sociales" (pág. 303), mientras que gracias "al lenguaje los miembros de una sociedad pueden cooperar en la resolución de problemas del vivir comunal. Ninguna sociedad compleja podría crecer sin un lenguaje simbólico" (pág. 303). El lenguaje permite la comunicación y ésta, a su vez, el crecimiento de la cultura como respuesta adaptativa al ambiente. Al parecer, los sistemas de lenguaje también se encuentran influidos por la socialización: los árabes tienen 6 000 palabras para "camello" (Thomas, 1937), los esquimales muchas para "nieve" (Boas, 1938). Krech y otros (1962) han informado también que "en la vida de los esquimales, nieve significa algo por completo diferente a nevar, a tener nieve suave sobre la tierra, a ventisca de nieve y a nevisca (pág. 293). Además, el esquimal tiene un sistema de "localizadores lingüísticos" para resolver los problemas de orientación espacial en su reducido ambiente nieve-hielo. De este modo, la independencia y la suma habilidad espacial del cazador esquimal están reforzadas por el uso de esos localizadores para resolver problemas de orientación espacial. Agrega Berry (1966) que "el esquimal posee un sistema de palabras intrincado; se llama a tales palabras «localizadores» y ayudan a ubicar objetos en el espacio. Se relacionan esos «localizadores» con dimensiones espaciales como «arriba-abajo», «aquí-allá» y «dentro-fuera» y forman parte integral de la palabra" (pág. 36); por tanto, es posible que el esquimal posea un sistema de palabras "geométrico-espacial" casi tan complejo como el del hombre técnico occidental. Fig. 6.3. Los esquimales dan nombre diferente a tres variedades de nieve. El inglés y el español sólo cuentan con una palabra para ellas (de Hayakawa, 1941.) Munroe y Munroe (1975) han subrayado también la importancia de esos sistemas lingüísticos al indicar que "el lenguaje es, de modo único, parte de la cultura del hombre y la principal herramienta para trasmitir la cultura a cada generación sucesiva. El surgimiento de un sistema de comunicación elaborado en cierto momento de la evolución humana le dio al hombre una ventaja inmediata sobre los otros animales y medios para conservarla, de manera que el valor del lenguaje en la supervivencia fue probablemente muy grande" (pág. 50). Medioambientes conductuales Muchos contactos sociales y ambientales influyen sobre el desarrollo de las actitudes, valores y rasgos de la personalidad de un niño. Barker y Wright (1954) y Barker (1968) han analizado esas influencias formativas en función de tipo y el número de "medioambientes conductuales" que hay en la vida de un niño. Manejaron los medioambientes conductuales públicos como unidades y compararon un pueblo estadounidense con uno inglés. Si el primero tenía 579 ambientes para 715 personas, el inglés tenía 494 para 1300. Otro dato fue que el niño promedio ocupaba 8.4 posiciones en el pueblo estadounidense y el inglés 2.7 en el suyo; el niño estadounidense se encontraba menos segregado con 77% de ambientes, en comparación con el 52 % del niño inglés. Pero Barker y Wright no controlaron en las diferencias entre los sistemas socioculturales estadounidenses e inglés, aspectos tan importantes como las variaciones en esos medioambientes conductuales y esenciales para comprender esas diferencias culturales. Aunque el concepto de "ambientes culturales" es muy útil, los investigadores no subrayaron suficientemente las relaciones adaptativas que existen entre ambientes conductuales y ambientes sociales con ellos relacionados y el análisis de esos efectos biosociales interactuantes sobre la conducta de esos individuos en cada sociedad. Territorialidad A fin de comprender los procesos de socialización biosociales es importante hacer participar el concepto de "territorio". Se considera que la "territorialidad" está formada de influencias ambientales, jerarquías dominantes y defensa del territorio. Johnson (1972) ha indicado que "el ambiente terrestre se caracteriza por su heterogeneidad y, por lo mismo, hay gran variedad de climas, de vegetación, de altitudes, de refugios naturales y de abastecimiento de alimento. Claro, todo esto es de gran importancia biológica, pues gran parte de los animales han ido creando una adaptación que les permite sobrevivir en zonas limitadas de esos habitantes heterogéneos. El tener un medio circundante favorable es elemento importante en la supervivencia, lo que de manera natural ha llevado a competir por la utilización del espacio" (pág. 42). La conducta territorial ha influido sobre la evolución, pues el aislamiento espacial contribuye a que se desarrollen mutaciones mínimas y al azar, que con el tiempo crean divisiones en las poblaciones (Klopfer, 1969). La distribución de genes en la población humana indica que donde existen discontinuidades notables, es causa de ellas alguna barrera geográfica. Young (1971) informa que por lo común la distribución de genes cambia con la distancia y que "esta graduación de la distribución permite dividir a la humanidad en cualquier clase de «razas» nítidamente diferenciadas" (pág. 590). Mann (1969) afirma que "entre los determinantes ambientales de la conducta social tienen gran importancia el clima, la región y las zonas. También es de importancia en la conducta social el espacio físico, pues constituye el territorio o la zona que se conserva como posesión exclusiva y a la que se defiende contra otros miembros de la especie" (pág. 15). Además, el ambiente define el tipo de experiencias de las que el individuo aprende hábitos y valores. Aunque Johnson (1972) rechaza el "imperativo territorial" propuesto por Ardrey (1966), según el cual los seres humanos se Fig. 6.4. El “lado oeste” de Chicago, en alguna época territorio de Al Capone, se encuentra dividido en varios territorios menores o “parcelas”, ocupados por pandillas callejeras rivales. Ahora bien, esto no significa que la agresión humana tenga como base la cuestión territorial. No todos los animales son “territoriales” y se sabe de algunas culturas humanas que incluso rechazan la propiedad y la posesión de bienes. encuentran motivados por instintos primitivos y territoriales, sí examina el uso que los humanos dan al espacio, pero sin hacer suposiciones con los mecanismos fundamentales. En las ciudades de Estados Unidos se tienen ejemplos de lucha territoriales; se estructura en ellas el crimen con base en divisiones por todos reconocidas, que dividen los "derechos" en secciones claras. Se tiene un patrón similar en Hong Kong, donde el crimen organizado -los sindicatos de distribución de droga y los de juego- incluye grupos más complicados. Ciertos clanes chinos tienen el monopolio del tráfico de drogas y, en el nivel más bajo, las "tríadas" organizan la prostitución, el contrabando y la protección sobre la base de agrupamientos territoriales y por calle. Dichos agrupamientos ejercen un efecto profundo sobre la estructura de la sociedad, que mediante el surgimiento de procesos de socialización adaptativos, determina cómo se desarrollarán las formas más convenientes de adaptación, tanto en lo que corresponde a las habilidades como a la conducta, tanto para defender el territorio como para utilizarlo con efectividad, sea en una sociedad moderna o en una de subsistencia. INVESTIGACIÓN TRANSCULTURAL Y SOCIALIZACIÓN Con su libro Child Training and Personality: a cross-cultural study, Whiting y Child (1953) nos proporcionan una excelente introducción a importantes diferencias en los procesos de socialización de distintas culturas. Después de esto, Harrington y Whiting (1972) analizaron esas relaciones en los "procesos de socialización y la personalidad". Asimismo, existen muchas secciones importantes en el Handbook of Social Psychology, como el capítulo "Socialización", de Zigler y Child (1969) y el de Whiting (1969) sobre el análisis de "Métodos y problemas en la investigación en distintas culturas". La sección escrita por Le Vine (1969) tiene un enfoque biosocial y es en particular interesante por abordar un análisis de "Cultura, personalidad y socialización: un punto de vista evolutivo". El capítulo de Watkin (1969) está dedicado a sus teorías de diferenciación psicológica y a las "Influencias sociales en el desarrollo del estilo cognoscitivo". Munroe y otros (1975) nos han proporcionado un excelente análisis del desarrollo humano desde el punto de vista transcultural. Estos autores han examinado los distintos efectos ejercidos por las diferencias en los procesos de socialización, al tomar sus datos de la sociedad aina, la trobiandesa, la gusi y muchas otras, relacionándose sus hallazgos con el crecimiento físico, las habilidades motoras, el efecto, el lenguaje, la percepción, la cognición, la dependencia, la agresión, el papel del sexo y los motivos sociales. Barry, Child y Bacon (1959) han demostrado que existe una relación importante entre el tipo de economía de subsistencia y el surgimiento de presiones hacia la socialización adaptativa, que a su vez fomenta las actitudes y las habilidades necesarias para la supervivencia. Piensan que las sociedades con economías basadas en la caza y en la pesca tuvieron poca posibilidad de acumular comida y que en ellas los "adultos debieron ser individualistas, seguros y emprendedores" (pág. 53). Y al revés, las sociedades basadas en economías agrícolas o de pastoreo pudieron acumular alimentos y en ellas los adultos debieron tender a ser concienzudos, dóciles y conservadores" (pág. 53). Afirman en seguida que en esas sociedades caracterizará a la socialización una crianza de niños adecuada para que éstos desarrollen las características que necesitarán como adultos para utilizar con éxito los recursos de comida necesarios para la supervivencia. También es hipótesis de esos autores "que el volumen de acumulación de recursos alimenticios es una variable fundamental de importancia tal vez muy especial para comprender los resultados a que llegamos" (pág. 3). Cuadro 6.1. Relación de la economía de subsistencia con la presión general a la docilidad en oposición a la seguridad en sí mismo en el adiestramiento del niño (Barry y otros, 1959). En el cuadro 6.1 se muestran los hallazgos hechos por Barry y otros (1959); se presenta allí, bajo cada tipo de economía, la puntuación de predominio relativo de la aceptación en oposición a la asertividad en las presiones a que se ve sujeto el adiestramiento del niño. Los resultados tienen como base la suma de los rangos de logro y confianza en sí mismo en niños y en niñas. Demuestran esos datos que las sociedades donde se acumula mucho aplican, como se suponía, grandes presiones para que los niños sean dóciles. Lo inverso ocurre en las sociedades donde la acumulación de alimento es baja, pues aplican presiones para que el niño sea individualista. Los cazadores esquimales, con una baja tasa de acumulación caza/pesca (-11), gozan de una socialización muy permisiva, que fomenta una elevada seguridad e independencia individuales. Los cazadores arunta del centro de Australia, con una tasa de -12, están justo por debajo de los esquimales, confirmándose en ellos una insistencia aún mayor en la independencia individual en la socialización. Todos estos hallazgos vienen a confirmar la relación predicha entre una economía de subsistencia y las presiones de la socialización, al ocurrir que el adaptarse a ecologías de caza extremas por la nieve o el desierto hace surgir presiones de socialización adaptativas y permisivas, que fomentan el desarrollo de aquellas habilidades conductuales necesarias para la supervivencia. Al revés, los azande, considerados por Mitchell (1959) orgullosos, conservadores y autoritarios, aparecen en la categoría agrícola con una tasa de + 8, confirmándose así la socialización firme requerida para asegurar que haya docilidad en esos pueblos agrícolas estáticos. Barry y otros (1959) han proporcionado pruebas, además, de que existe una relación entre centralización, estratificación y el surgimiento de presiones de socialización que fomentan en sociedades agrícolas como la azande las actitudes sumamente dóciles y conformistas necesarias para la supervivencia en pueblos agrícolas estáticos. Dichos hallazgos son muy interesantes y proporcionan a la teoría biosocial presentada en la siguiente sección un firme apoyo (Dawson, 1969 y 1975a, b), pues confirman la presencia de una relación importante entre las economías de subsistencia, según las refleja el ambiente biológico, y el desarrollo de aquellos procesos de socialización adaptativos que mejor permitirán el crecimiento de las actitudes, valores y habilidades conductuales necesarias para la supervivencia. EL ENFOQUE BIOSOCIAL En la figura 6.5 aparece el enfoque psicológico biosocial propuesto por Dawson (1969 y 1975a, b). Se creó dicho sistema biosocial para facilitar el estudio de los efectos interactuantes de los ambientes biológico y social sobre las respuestas conductuales de adaptación. Según Marx y Hillix (1973) un sistema es "totalizador y organiza a las teorías, que en sí poseen generalidad" (pág. 86). El enfoque biosocial no genera por sí mismo hipótesis específicas; se derivan éstas de teorías psicológicas adecuadas, puestas a prueba en un contexto biosocial. El enfoque biosocial estudia los efectos ejercidos por las variables independientes -estímulos biológicos y socioculturales- sobre las variables dependientes -los procesos psicológicos y fisiológicos (biosociales). La flecha que en la figura 6.5 va del ambiente biológico al sociocultural indica que la naturaleza del primero determina el tipo pie sistema cultural surgido en respuesta a las necesidades del ambiente biológico; es decir, para que los individuos puedan sobrevivir en un ambiente biológico específico, necesita crearse un sistema sociocultural de adaptación que, mediante una socialización adecuada, fomente el desarrollo de aquellas habilidades conductuales específicas requeridas para la supervivencia. La flecha punteada de la figura 6.J, que va de lo sociocultural a lo biológico, indica que según va dominando el hombre a su ambiente, llega a adaptaciones culturales más complejas y crea tecnologías modernas. El primer influjo del ambiente biológico sobre el organismo humano Son los efectos ejercidos sobre el físico, por el clima y por una alimentación selectiva. Dicho en función de las reglas de Bergmann y Allen, al aumentar la temperatura anual media el cuerpo se reduce en estatura y el largo de los miembros aumenta en los físico-s lineales (Harrison y otros (1964), lo que se ve reforzado por una alimentación selectiva; por ejemplo, los cazadores esquimales tienen una dieta rica en grasas y proteínas y los pueblos agrícolas tropicales, como los temne y los mende, la tienen rica en carbohidratos, pero deficiente en proteínas y grasas. Se afirma, que los sistemas socioculturales dé adaptación enumerados a la derecha surgieron de la adaptación a ambientes biológicos específicos, por ejemplo agrícolas, de pastoreo, de caza y pesca, montañosos, rurales o modernos. Esos sistemas socioculturales, mediante presiones educativas y de socialización adecuadas, harán surgir las actitudes, los valores, los sistemas perceptivos de inferencia, los rasgos de la personalidad y otras habilidades conductuales necesarias para mantener un grado adecuado de control adaptativo sobre ecologías específicas. Además, en ambientes tipo desierto, tundra, montaña o selva, más extremos, surgen relaciones sumamente adaptativas entre esas ecologías extremas y las habilidades conductuales adaptativas necesarias para la supervivencia; por ejemplo, la socialización permisiva de los esquimales interactúa con los procesos de selección naturales -y se crean así las habilidades de orientación espacial necesarias para la supervivencia, habilidades reforzadas por los localizadores lingüísticos espaciales que utiliza el esquimal (Berry, 1966; Dawson, 1975x). En la figura 6.5 se ve cuán complejos son los efectos del hacinamiento y el aislamiento y se muestran en ella muchas interacciones entre os efectos fisiológicos directos y las adaptaciones culturales. Hamburgo (1965) ha informado que una elevada densidad de población va asociada con incremento en la función suprarrenal y en la conducta agresiva y un decremento en la función gonadal; sin embargo, en los chinos de Hong Kong ocurre que los efectos del hacinamiento físico se encuentran mediados por valores chinos más orientados al grupo. Períodos críticos Algunos datos indican que el aislamiento temprano contribuye negativamente al desarrollo ulterior. Davis (1947) y Harlow (1960) descubrieron que si falta la madre o un sustituto adecuado, no se presenta la oportunidad de formar un nexo íntimo con un adulto, lo que impide crear relaciones en etapas ulteriores. Agrega Davis (1947) que una estimulación sensorial limitada interfiere con la formación de categorías perceptivas, símbolos y conceptos. Dennis y Najarian (1957) encontraron que un medio ambiente limitado le impide al organismo aprender a aprovechar la experiencia, siendo la infancia también un período crítico durante el cual es necesario disponer de ciertas estimulaciones y experiencias para que la maduración sea normal. Riesen (1961) descubrió que en un chimpancé criado en oscuridad total había deterioro de las células retinianas. Sin embargo, Pinneau (1955) cita pruebas en apoyo de que en los primeros estudios se tendía a exagerar el grado en que esos efectos eran irreversibles, habiendo mostrado Riesen (1961) que era posible cierto grado de recuperación. Krech y otros (1966) descubrieron que si bien la ceguera provocaba cambios en la química cerebral, en las ratas podían superarse las consecuencias mediante la estimulación y el adiestramiento. Demuestran esos resultados que cuanto más restringido es el ambiente, mayores son los cambios en la química del cerebro y en la anatomía, afectándose también las suprarrenales; el apareamiento social no impedía los efectos que la privación ejercía sobre la química cerebral. En un estudio acerca de los efectos interactuantes de distintos grados de estimulación ambiental e insumo de proteínas en las siete primeras semanas de vida, con una vuelta a condiciones normales, se obtuvieron diferencias importantes en las tasas de crecimiento, en las suprarrenales, la pituitaria, las gónadas y el cerebro, así corno en medidas conductuales en los niveles de actividad espacial (Dawson, 1976a). Los primeros tratamientos consistían en una estimulación ambiental y proteínica rica (RR), una estimulación proteínica rica y ambiental normal (RN), una estimulación ambiental y proteínica normal (NN), una estimulación ambiental normal y proteínica deficiente (NP) y una estimulación ambiental y proteínica deficiente (PP). Los datos vinieron a confirmar la superioridad de las muestras RR, a las que se manejaba diariamente y tenían grupos de juego, en contraste con las muestras PP, por completo aisladas durante la infancia, respecto a crecimiento, suprarrenales, pituitaria, gónadas, cerebro y habilidades de actividad espacial. También hubo pruebas de masculinización en los varones RR y de feminización en los varones PP. Chang (1967) midió muestras de varones y hembras de Hong Kong procedentes de distintos niveles socioeconómicos, encontrándose alturas y pesos significativamente mayores en los niveles socioeconómicos elevados cuando se compararon con estados de reasentamiento. Tiempo después, Field y Baber (1973), en un proyecto de 0-7 años, confirmaron que los niños chinos pasan durante el destete por un período de mala alimentación, presentándose retardo en el crecimiento y en el desarrollo desde la edad de cinco o seis meses hasta la del primero o segundo años. Los chinos estatales también sufrieron de hacinamiento, habiendo infecciones frecuentes, falta de ejercicio, de sol o de aire y no existiendo muchos contactos sociales; sin embargo, pruebas recientes indican un período de recuperación parcial tanto física como intelectual entre los cuatro y los cinco años. Diferencias sexuales biosociales A partir de los hallazgos de que los varones enfermos de kwashiorkor feminizados mediante estrógeno tienen un estilo cognoscitivo más femenino (Dawson, 1966), Lawson ha estado investigando las bases biosociales del estilo cognoscitivo, tanto en seres humanos como en animales. Estos experimentos con hormonas gonadales han confirmado que el estilo cognoscitivo del varón normal queda diferenciado en el cerebro, neonatalmente, por hormonas masculinas y reforzado por una socialización basada en tipos sexuales (Witkin, 1967), aunque dicho estilo es vulnerable a las hormonas femeninas y a los procesos de socialización maternos. Las ventajas biológicas para la evolución de que el varón humano tenga una mayor habilidad espacial ayuda a explicar el desarrollo evolutivo bidireccional de una relación con las hormonas sexuales, dándose mayor habilidad espacial en el varón y un estilo cognoscitivo masculino y, paralelamente, el desarrollo en la mujer de habilidades perceptivomotoras y verbales adecuadas junto con los procesos reproductores, también controlados por las hormonas femeninas en una relación bidireccional similar (Dawson, 1972b, pág. 39). Un experimento más reciente vino a confirmar la superioridad de la habilidad espacial del hombre después de los ocho años (Dawson y otros, 1974), de la que primero informó Broverman y otros (1972), quienes afirmaron que tal superioridad proviene de la mayor producción de testosterona en el hombre de los siete a los ocho años, que desarrolla en el varón los procesos perceptivos inhibitorios colinérgicos, afirmándose también que interactúan con la socialización proveniente de los tipos sociales; es decir, los hallazgos de Broverman explican la falta de diferencias en las habilidades espaciales debidas al sexo que existen antes de los siete u ocho años de edad, después de la cual aparece la superioridad masculina normal en las habilidades espaciales, debida al incremento en la producción de testosterona ocurrida de los siete a los ocho años, que alcanza su cima en la pubertad, cuando también llegan a su cima las habilidades espaciales del varón. También se relaciona esto con el incremento en la agresión ocurrida durante la adolescencia del carón, aunque por lo general dicha agresión queda canalizada por vías socialmente aprobadas. Buffery y Gray (1972), mediante otro hallazgo importante, demostraron que en la hembra humana se presenta antes que en el varón la lateralización de la zona cerebral encargada de la función del lenguaje, lo que explica por qué las niñas aprenden a hablar y leer antes que los hombres. Estos investigadores confirmaron que en el cerebro femenino se acelera la lateralización de un dominio cerebral del lenguaje por lo común ocurrido en la parte izquierda, agregando que esta topografía funcional facilita el desarrollo de las habilidades lingüísticas en la mujer. Otro hallazgo hecho por los mismos investigadores fue que en el cerebro masculino se establece una representación cerebral más bilateral (aunque por lo general predomine el lado derecho) para la función no verbal que en el cerebro femenino y que esta topografía funcional facilita en el hombre el desarrollo de las habilidades espaciales. TEORÍAS DEL APRENDIZAJE SOCIAL Las teorías del aprendizaje social propuestas para explicar esos distintos procesos del aprendizaje social incluyen: aprendizaje operante y contingencias del reforzamiento, tutoría directa, aprendizaje incidental, los efectos ejercidos por el castigo y el aprendizaje del papel. Secord y otros (1974) han comentado que "sólo parcialmente se sabe cómo ocurre el aprendizaje social. Se han propuesto varias explicaciones del mismo, algunas incompatibles entre sí... comprender más a fondo el aprendizaje social ayudará a explicar, por lo menos en parte, por qué se vuelven delincuentes o neuróticos ciertos niños y por qué fracasan en la escuela, así como por qué algunos niños rinden a un elevado nivel en la escuela o se convierten en ciudadanos honrados y dignos de confianza" (pág. 463). Aprendizaje operante y contingencias del reforzamiento Esta teoría incluye el concepto de condicionamiento operante (Skinner, 1953). El principio central del aprendizaje operante es que si un reforzamiento viene enseguida de un operante, aumenta la posibilidad de que éste vuelva a presentarse a continuación de un estímulo de recompensa o de castigo. Se toma al condicionamiento operante como aprendizaje social cuando los padres recompensan o castigan las respuestas del niño, volviéndose habituales los actos reforzados de esta manera. Aunque existen muchas teorías antagónicas del aprendizaje, el conductismo radical de Skinner ha sido una de las más populares (1969), pues se trata de una teoría aplicada como "modificación de la conducta" a una amplia variedad de problemas del aprendizaje. Este conductismo radical se inicia con una respuesta fácil de identificar: que una rata presione una palanca, que un pichón picotee un lugar preciso de la pared de su jaula. Se asocian con esta respuesta tres elementos importantes: el momento en que se presenta la respuesta, la respuesta en sí y la acción ejercida por el ambiente sobre el organismo una vez dada la respuesta; se llama "contingencias del reforzamiento" a la relación existente entre esos tres elementos. Secord y otros (1974), indican que "para gran parte de los psicólogos sociales este punto de vista resulta demasiado extremo pues aunque probablemente sea cierto que se aprenden de este modo algunas conductas sociales, muchas otras parecen requerir de una teoría del aprendizaje más compleja. Algunos psicólogos sociales han respondido al problema ampliando y haciendo más complejo ese conductismo extremo, obviamente sin darse cuenta de que sus complicadas modalidades han transformado al conductismo radical en una versión totalmente ajena a sus principios fundamentales (por ejemplo, Bandura, 1969, pág. 464). Tutoría directa y aprendizaje incidental La tutoría directa consiste en guiar la conducta y manejar los reforzamientos intencionalmente, utilizándose además el lenguaje, lo que no es necesario en el condicionamiento operante. Bandura (1972) ha indicado que "cuando los niños han adquirido ya habilidades lingüísticas, mediante instrucciones verbales se les puede enseñar modos ventajosos de conducirse, así como reglas y prohibiciones sociales. El control instruccional y las sanciones reforzantes son más efectivas cuando se las combina. A menudo se hace resaltar el poder de las sanciones cuando se especifican verbalmente las contingencias de reforzamiento (Aronfeed, 1968); y al revés, las instrucciones no ejercen efectos perdurables o se las pasa por alto cuando no se las apoya en sanciones adecuadas" (pág. 232); sin embargo, el condicionamiento operante tiene limitaciones en el aprendizaje social porque el proceso es en gran medida accidental, excepto cuando participa un agente social. Suele ocurrir el proceso de aprendizaje incidental cuando el niño tiende a repetir algo porque la acción original tuvo para él consecuencias favorables; por ejemplo, si el niño dice algo que provoca risa en el adulto, ese algo puede volverse reforzante. Efectos del castigo sobre el aprendizaje social Con frecuencia el castigo es causa de aprendizaje no intencional: si el niño miente para protegerse y tiene éxito, tal vez continuará diciendo mentiras. Hay indicios de que un programa óptimo de recompensas y castigos lleva a formas de aprendizaje social más cercanas a lo ideal, pero si se aplica demasiado castigo, se provocarán actos de agresión directa o desplazada. Se han creado contingencias de reforzamiento sobre la base del castigo, con las que se logra suprimir conductas durante largos períodos. Las consecuencias del castigo varían de acuerdo con las condiciones y el ritmo de aplicación, pero las intensidades de castigo elevadas suprimen más actos que las intensidades bajas. Aunque el castigo puede producir una suspensión temporal, resulta más efectivo para suprimir respuestas si se lo combina con una recompensa. Aprendizaje de modelos Uno de los aspectos importantes del aprendizaje social tiene que ver con la manera en que los niños se dedican a conductas parecidas a las actividades realizadas por padres, hermanos o modelos ideales. Por ello, mucho del aprendizaje social ocurre porque los niños imitan a sus modelos, aunque se han elaborado ciertas teorías para comprender y predecir los Fig. 6.6. Uno de los aspectos importante del aprendizaje social tiene que ver con la manera en que los niños se dedican a conductas parecidas a las actividades realizadas por padres, hermanos o modelos ideales. Por ello mucho aprendizaje social, como vemos aquí, ocurre porque los niños imitan a sus modelos. (New Zealand Herald.) procesos que permiten el aprendizaje. Además, Bandura (1969) y Flanders (1968) han demostrado que se presentan fenómenos de aprendizaje resultantes de la experiencia directa, de base vicaria proveniente de observar la conducta de otras personas y las consecuencias que para ellas tiene dicha conducta. De esta manera, se adquieren complejos patrones de respuesta observando la ejecución ofrecida por modelos simbólicos. Más aún, se adquieren respuestas emocionales y actitudinales observando las reacciones afectivas de otras personas que pasan por experiencias dolorosas o placenteras. En las explicaciones teóricas proporcionadas al aprendizaje por modelo se emplea la "identificación" para explicar por qué los individuos eligen a una persona en lo particular como modelo para el papel. Entre las teorías que tratan de explicar por qué una persona elige como modelo a otra tenemos la del reforzamiento secundario, principio en el que se enuncia, basándose en la "teoría bifactorial de la imitación", de Mowrer (1950), que se vuelven reforzantes los estímulos repetidamente asociados con un estímulo tras el que se presenta reforzamiento. Agreguemos que cuando un niño copia la conducta de un modelo, experimenta un reforzamiento autoadministrado, además de que las conductas en un principio mantenidas gracias al reforzamiento secundario más tarde siguen presentes porque educen recompensas de otras personas. Reforzamiento vicario: Bandura (1972) ha citado pruebas en apoyo de que cuando se observa cómo se recompensa a los modelos mediante algunas conductas realizadas, hay más probabilidades de que el observador imite dichas conductas; por ejemplo, en la vida cotidiana la gente observa ciertas acciones y las consecuencias que conllevan, además de que las recompensas y los castigos observados regulan la conducta de modo muy parecido a los resultados, al ocurrir también que las consecuencias directamente observadas constituyen una norma de referencia para saber si un resultado particular tendrá valor positivo o negativo. Negar amor: La teoría de la dependencia afirma que se presenta la identificación cuando el observador depende del modelo (Sears, 1957). Así, debido a que la madre es la primera en satisfacer las necesidades del niño, sus actos se vuelven reforzantes por derecho propio y hacen que el niño dependa de ellas, con lo que adopta muchos de sus modos de conducirse al encontrarlos reforzantes. Envidia del estatus: Se trata de una teoría de la identificación en que se toma a la motivación fundamental como envidia de estatus (Whiting, 1960); es decir, el niño se ve motivado a identificarse con sus padres u otras personas porque les envidia el control que tienen sobre las recompensas y los castigos. Ahora bien, el niño sólo se motivará si la persona que controla los recursos impide que él los obtenga. Similitud con quien aprende: Esta teoría de la identificación tiene como base un proceso perceptivocognoscitivo, a diferencia de un proceso de aprendizaje con base en la motivación (Stotland, 1961). Se afirma que la identificación basada en la similitud ocurre cuando una persona considera tener un rasgo en común con otro individuo, pero percibiendo en éste, además, otro rasgo adicional. Entonces dicha persona cree poseerlo ella misma y se conduce a menudo como si así ocurriera. Aprendizaje de papeles El aprendizaje del papel es una variedad del aprendizaje social que abarca el aprender, el conducirse, el sentir y el ver el mundo de modo similar a otras personas que ocupan las mismas posiciones sociales. Secord y otros (1974) indican que "debido a la necesidad de aprender cómo interactuar de manera efectiva con otras personas mientras se ocupa un papel, también se aprenden la conducta, los sentimientos y las orientaciones de quienes lo comparten” (pág. 477). El aprendiz de un papel tiende a adquirir las actitudes y los valores de otras personas con mayor experiencia que ocupan la misma posición, lo que implica una combinación de modelado y, en algunos casos, de instrucciones que provienen de personas que ocupan el mismo papel, pero que tienen más experiencia. Los patrones "doctor-paciente" y "doctor-enfermera" son buenos ejemplos de cómo cada intérprete aprende papeles definidos, aplicables dentro de la cultura propia. Aun cuando el niño va al médico, algo aprende acerca del papel de éste, aunque está ocurriendo que en la práctica médica especializada de nuestro mundo moderno el papel de médico de familia va siendo reemplazado por grupos de especialistas muy adiestrados, que no tienen la misma relación amistosa con sus pacientes. Por ello, en esta edad de especializaciones, están desapareciendo las relaciones interpersonales íntimas, presentándose cada vez mayor efecto debido al papel y otros conflictos. Existen, además, otros factores que facilitan el aprendizaje del papel o interfieren con él. La claridad de las expectativas fijadas a una posición afectará a la facilidad con que se la aprenda. Y, por lo común, a la mujer le presenta más dificultades aprender su papel en las actividades sexuales que al hombre, pues se encuentra definido con menos claridad que el de éste. Además de que, en nuestro mundo moderno, cada vez se confunden más los papeles sexuales, pues hombres y mujeres llevan prendas "unisex" y las mujeres se dedican a lo que alguna vez fueron ocupaciones para hombres; por tanto, los signos descriptivos de los papeles sexuales no resultan ya tan obvios como antes; piénsese en los hombres, que actualmente llevan el cabello largo. El que no se logre compatibilidad entré socios del papel nuevo, respecto a lo que se espera de cada uno de los papeles producirá conflicto. Ahora bien, practicar un papel antes de ocuparlo facilitará aprenderlo, como sucede con los niños cuando juegan, aprendiendo también los papeles las personas que se encuentran en posiciones opuestas. También presentan dificultades papeles más complejos, como los de médico y sacerdote, que suelen resultar difíciles de aprender. DESAPRENDIZAJE DE PAPELES, DESOCIALIZACIÓN Y ETAPAS DE LA VIDA Resulta importante comprender los procesos que permiten desaprender papeles. Esto último sucede cuando se nombra a una persona para una posición nueva, lo que le hace necesario desaprender el papel anterior antes de que pueda adquirir el nuevo. Algunos grupos funcionan en condiciones especiales como ocurre en el ejército, en la policía, en los campos de prisioneros de guerra y en las prisiones- que les permiten un máximo de efectividad al aplicar presiones a sus grupos respecto a la desocialización y a la resocialización. En aquellas condiciones que intensifican la desocialización se aplican presiones para que el neófito abandone sus papeles y sus lealtades anteriores, mientras que en algunos casos el líder puede encontrarse aislado físicamente. Lambert y Lambert (1964) afirman que un buen ejemplo es el intento de los comunistas de Corea del Norte por "desocializar" a los prisioneros de guerra y eliminar en ellos los efectos de su socialización anterior. Este intento de "lavado de cerebro" fue de sumo interés para los psicólogos sociales. Schien (1957) entrevistó a muchos prisioneros después de su liberación y encontró que los comunistas no sólo habían intentado borrar el proceso de socialización anterior, sino también resocializar a los prisioneros, para volverlos parecidos a los comunistas. Aunque fracasaron en sus propósitos más importantes, en algunos aspectos sí tuvieron éxito. Los norcoreanos apartaron de sus hombres a los oficiales de rango alto y bajo, a la vez que también descomponían compañías y secciones, dejando a cada hombre en aislamiento. Se pusieron juntos a miembros de grupos raciales y religiosos minoritarios, de modo que el maltrato no se viera aliviado por las relaciones que suelen desarrollarse de manera normal entre prisioneros con distintos antecedentes. Con todo esto sólo quedó en pie la organización social informal, aunque es necesario tener en cuenta que también se intentó desbaratar cualquier amistad que fuera surgiendo. Se prestó atención especial a los individuos inmaduros, para obtener de ellos información acerca de sus amigos, mientras que el tratamiento a que se los sujetaba tendía a causar un mal efecto entre los otros. Ocurría, además, que los prisioneros no tenían manera de saber si entre ellos se encontraba o no un soplón, con lo que se intentaba romper la confianza y el control social. Los prisioneros así separados tuvieron que escuchar propaganda contra los males del capitalismo y en favor de las delicias del comunismo. El análisis hecho de esos procesos permite comprender los peligros de las técnicas empleadas para acabar con la resistencia. Se descubrió que algunos prisioneros se derrumbaron debido a fallas existentes en su pasado y que otros, afectados, lograron readaptarse al volver a su país. Algunos se rebelaron y a menudo sufrieron privaciones, aunque, en su mayoría, los prisioneros recurrieron al sentido común y sobrevivieron. También se presentaron diferencias debidas a la cultura en las tasas de ruptura logradas por los norcoreanos, siendo la más elevada la de Estados Unidos, con 40%; enseguida la inglesa, con 18 %; siendo la turca de únicamente el 1%. Tal vez se deban esas diferencias al mayor número de estadounidenses participantes, aunque parece dudoso. Además, como resultado de la guerra de Corea, los servicios militares de Estados Unidos han iniciado programas para inocular a su personal contra los lavados de cerebro, dichos programas consisten en sesiones intensas de adoctrinamiento e interrogatorios realizados en situaciones realistas. Parece haberse logrado cierto buen éxito con tales programas, pues en la guerra de Vietnam, donde las condiciones fueron más duras para los prisioneros, la tasa de descomposición fue considerablemente menor. Condiciones adicionales que intensifican la socialización Si bien las condiciones imperantes en los campos de prisioneros de guerra tienden a elevar al máximo los efectos de la socialización y la desocialización, se tienen otros excelentes ejemplos en los ritos de iniciación, se efectúan en escuelas secundarias, en universidades o como adiestramiento para el papel de adulto en las sociedades tribales. Las sociedades tribales grandes -como los kpelle, los temne y los mende de África occidental- tienen ritos de iniciación social muy complejos, los que estudiaremos más adelante, identificados por primera vez por Van Gennup (1960) y que abarcan una secuencia importante de "ritos de iniciación" ocurridos en cada una de las "etapas de la vida" representadas por el nacimiento, la pubertad, el matrimonio y la muerte. Esas ceremonias tribales de iniciación están compuestas por tres etapas: a) de separación; b) de transición, y c) de incorporación. Entre los kpelle la etapa de la separación, en la pubertad, consiste para el varón en el apuñalamiento ceremonial de un recipiente lleno con sangre de chivo, que simboliza el abandono del papel de niño. Se arrastra entonces al muchacho hasta la "selva", mientras que sus familiares femeninos gritan como creyéndolo muerto. La etapa de "transición" consiste en un intenso programa de adiestramiento para que se ocupe el papel de adulto, preparando tal adiestramiento a los muchachos para que sean granjeros, soldados, artesanos o dirigentes de la tribu. Una vez completado este adiestramiento, se realiza la etapa final, de "incorporación", compuesta por una ceremonia en la que se hace hincapié en el renacimiento, cuando el niño queda listo para el papel de adulto. Fig. 6.7. Muchas tribus africanas tienen ritos de iniciación social muy complejos Los mende y los temne de Sierra Leona tienen, en la sociedad masculina poro y en la femenina bundu, ceremonias de iniciación similares cuando la persona entra en la pubertad, al existir otras más tarde, llegando el momento de admitir a la persona en los círculos superiores de esa sociedad. Se cree, además, que cuando un miembro de la tribu se ha desviado psicológicamente de la personalidad mende normal, ha transgredido las leyes de la sociedad n’jayei, por lo que se le exige que pase por un tratamiento de tres etapas, consistiendo la primera en apartarse de manera simbólica de su insatisfactorio estado psicológico anterior. En la segunda etapa de transición, y de acuerdo con la naturaleza de la enfermedad del iniciado, éste pasa por uno entre muchos tratamientos, que incluyen la terapia mediante vapor de agua aplicado a la cabeza, una especie de "pirexia inducida". En 1917, en el Occidente, Wagner Jaurregg empleó, dicha técnica para tratar una enfermedad sifilítica cerebral. Cuando es necesario, los mende recurren a medicinas herbarias e incluso a una forma de terapia de grupo. Ocurre la tercera etapa cuando el paciente se ha curado y se simboliza su renacimiento psicológico como mende normal. Entre los mende tenemos también la sociedad humii, especializada en el tratamiento de todos los mende que se enfermen físicamente; es decir, que esos ritos tribales de iniciación tienden a intensificar los procesos de aprendizaje social y simbolizan la eliminación a través de la desocialización del papel de niño (o con los njayei, un estado psicológico insatisfactorio) y hacen hincapié en la resocialización presente en el aprendizaje del nuevo papel de adulto (o el tratamiento psicológico entre los njayei), tras lo cual el iniciado renace a su sociedad. Los ritos de iniciación poro y bundu relacionados con la pubertad tienden a depreciar el papel de niño que se ocupaba y a incrementar el valor dado al futuro papel de adulto. LOS MOTIVOS SOCIALES A fin de entender adecuadamente los procesos de socialización es también de importancia considerable estudiar los motivos sociales. Secord y otros (1974) los definen como "un conjunto de conductas que tienen una meta común en esa naturaleza" (pág. 501). La agresión y el logro son los motivos sociales más importantes, aunque existen algunos problemas para incluir en este campo la dependencia; no obstante, se la acepta dada la relación íntima entre los efectos que la dependencia ejerce sobre la agresión y el logro. En el capítulo que dedican a los motivos sociales, Munroe y otros (1975) examinan en tal contexto los constructos de la competencia, del logro y de la orientación del yo, aunque han excluido numerosos motivos sociales, lo que impide realizar amplias comparaciones. El motivo de la dependencia Munroe y otros (1975) informan que "el depender de otros para la alimentación o cuando se necesita ayuda, persiste durante todo el período de la socialización del niño, aunque decrece con rapidez después de la infancia. Esta dependencia -junto con el aprendizaje social necesario para que haya un desarrollo normal del efecto, del lenguaje y de la cognición- hace pensar que no puede evitarse el motivo de la dependencia o que no es fácil extinguirlo" (pág. 101). Sears, Fig. 6.8. El depender de otros para la alimentación o cuando se necesita ayuda persiste durante todo el período de la socialización del niño, aunque disminuye con rapidez después de la lactancia. (N. Z. Weekly News.) MacCoby y Bevin (1957) afirman que es un primer paso necesario en el proceso de socialización que el niño dependa de otra persona (por lo general, la madre), quien actúa como medio de socialización. Por consiguiente, es necesario que el niño tenga un contacto íntimo con otras personas y que éstas lo acepten. Ahora bien, cuando falta dicha relación, pueden presentarse los efectos adversos del aislamiento, si bien después se logra cierto grado de recuperación. Mowrer (1950) piensa que la conducta de dependencia deriva de un proceso de reforzamiento secundario. Se supone que la conducta de ciertas personas adquiere para el niño valor de recompensa debido a una asociación constante con la satisfacción de las necesidades primarias o corporales del infante. El niño requiere de atención constante por parte de la persona que le proporciona esas recompensas y aprende a actuar de tal modo que logra la aprobación de la madre. Además, cuando el niño no actúa de esa manera, suelen quitársele las recompensas y la ansiedad que esto provoca hace que el niño vuelva a la conducta aprobada, permitiéndole eso recibir nuevamente las recompensas. Por ello, la madre se convierte en un "agente reforzante general", transfiriéndole el valor reforzante a todos los aspectos de la conducta de esa persona (la madre). El niño aprende a darle un valor positivo a su presencia (Schmidt-Mummendey, 1974). La fuerza del motivo de dependencia varía, pues en algunas familias los niños presentan motivos fuertes de dependencia y en otras débiles. Se ha afirmado que un programa óptimo de recompensas y castigos eleva al máximo la fuerza de la dependencia y permite controles internos más fuertes; es decir, en los niños normales una combinación de recompensas y castigos que provoque una frustración intermitente de las acciones dependientes da fuerza máxima a la dependencia. En otras palabras, el mezclar castigos y recompensas produce una dependencia más sólida que el solo dar recompensas; sin embargo, cuando falta la recompensa, el miedo al castigo no es suficiente para crear nexos fuertes de dependencia. Por otra parte, se dice que la disciplina basada en el amor es más efectiva que el castigo físico. Sears y otros (1957) afirman que la conciencia se fortalece al máximo cuando se alternan aceptación y rechazo, elementos casi paralelos a las recompensas y castigos que participan en el desarrollo del motivo de la dependencia. Schmidt-Mummendey (1974) afirma que se intensifica la dependencia mediante una crianza y una educación orientadas hacia el amor. En un estudio que hicieron de trece sociedades, Whiting y otros (1953) encontraron que para desarrollar una dependencia sólida, la disciplina orientada hacia el amor resultaba más efectiva que el castigo físico. A menudo sucede que la disciplina orientada hacia el amor no es lo bastante firme como para fomentar el desarrollo de la dependencia, le la identificación y de la formación de conciencia. Levy (1943) ha informado, además, que cuando la madre protege en exceso, el quitar amor es necesario para que se desarrollen controles internos fuertes, cosa que no ocurre con la frecuencia necesaria. Agreguemos que Goldfarb (1943) ha descrito padres psicópatas que no sienten afecto por sus hijos y los castigan severamente, con lo que reducen la dependencia y la formación de conciencia. Además, informa que tales niños resultan más agresivos y violentos y caen en la delincuencia. Bowlby (1952) ha observado que los niños institucionalizados que reciben poco calor emocional terminan teniendo controles internos débiles; es decir, que la formación de conciencia está en función de que haya una relación cordial con los padres y una disciplina orientada hacia el amor. Munroe y otros (1975) indican que parece existir cierta congruencia general entre la investigación occidental y la transcultural respecto a castigar la dependencia y el desarrollo ulterior de la ansiedad por culpa de esto. Afirman, al mismo tiempo, que la bibliografía proveniente de la investigación transcultural no resuelve el problema de saber si el reforzamiento positivo y la privación fortalecen o no las respuestas de dependencia, como tienden a demostrar las investigaciones realizadas en el Occidente. El motivo de la agresión Sears y otros (1957) definen agresión como aquella conducta cuyo propósito es herir o lesionar a otra persona; es decir, que gran parte de os adultos muestra una variedad de actos que se adapta a tal definición, unos temerarios y violentos, otros tímidos y moderados, otros más unidos al enojo y al disgusto y otros más aún llevados a cabo con toda frialdad y sin ninguna emoción. La complejidad de la agresión adulta es producto de un largo período de socialización por parte de los padres y los amigos y poco se parece a los patrones de acción infantil de los que han partido. Berkowitz (1974) ha señalado que la controversia reina en los estudios sobre agresión humana, definida por él como toda conducta que tiende a lastimar. Por ello, existen posiciones antagónicas respecto a la naturaleza fundamental del hombre, al papel del aprendizaje y la experiencia en el desarrollo dé la agresión, al mejor modo de controlarla, a la relación entre la investigación de la agresión y otros tipos de motivación e incluso respecto a qué tipos de pruebas se necesitan para llegar a proposiciones teóricas. También existe una interacción compleja entre distintos patrones de socialización y las hormonas sexuales que contribuyen a provocar esas diferencias en la agresión. Las gónadas, los andrógenos y los estrógenos componen esos factores biológicos hormonales que influyen primero sobre la diferenciación sexual neonatal y, después, sobre la conducta social. Suelen asociarse los andrógenos del hombre con niveles de agresión más elevados y los estrógenos de la mujer con niveles más bajos. Se ve también la importancia que las hormonas sexuales tienen para el hombre y los animales en el dramático incremento de la conducta de competencia que viene con la madurez sexual y en la manera en que la agresividad suele acompañar a los ciclos sexuales. Además, los machos de ciertas especies se muestran más agresivos durante la temporada de celo; las hembras se muestran relativamente dóciles y receptivas únicamente durante el celo. Johnson (1972) informa que cuando hay un intercambio agresivo con otra persona, el cerebro suele ordenar a las glándulas suprarrenales que liberen epinefrina (también llamada adrenalina) en la corriente sanguínea, tras lo cual de inmediato se nota un incremento en el estado de alerta fisiológico y en el nivel de excitación, así como incremento en la presión arterial y en la tasa cardiaca. Hamburg (1965) descubrió que una densidad de población elevada está asociada con incrementos en la función suprarrenal y en la conducta agresiva, aunque esto puede encontrarse atemperado por valores de grupo culturalmente determinados, como ocurre entre los chinos de Hong Kong. El mismo Johnson (1972) informa que existe cierta relación entre las enfermedades del cerebro y la violencia humana. Ervin, Mark y Stevens (1969) calculan que unos diez millones de estadounidenses sufren lesiones cerebrales obvias y se cree que otros cinco millones son víctimas de daño cerebral menos evidente: En estudios genéticos más recientes se ha visto que si bien la agresión en sí no es un rasgo heredado, sí pueden trasmitirse genéticamente factores que influyen sobre ella. No se ha confirmado debidamente la relación postulada entre desórdenes en los cromosomas sexuales del patrón XYY ("síndrome del supermacho") y tendencias criminales de nivel más agresivo, con lo que las primeras -y prematuras-especulaciones han quedado sujetas a dudas y críticas. De acuerdo a Sears y otros (1957) se inicia el aprendizaje de la agresión cuando un niño experimenta incomodidades y, al llorar, molesta a otras personas. Suele recompensarse tal conducta aliviándole al niño las molestias, con lo que éste aprende que el expresar agresión provocará en los otros una conducta recompensante. Dollard y otros (1939) trabajaron en un modelo de investigación conocido como la "hipótesis frustración-agresión"; sin embargo, investigaciones ulteriores han demostrado que la agresión es mucho más compleja de lo que se creyó en un principio. Bandura y Walters (1959 ) encontraron que cuando los padres aprobaban la agresión, ésta se manifestaba; es decir, la agresión provenía de la aprobación, no de la frustración. También se relaciona con niveles de agresión elevados la agresión ejercida por los padres cuando castigan al hijo, en especial si lo hacen físicamente. El motivo de logro Se ha definido al motivo de logro como un constructo hipotético ideado para explicar las diferencias interindividuales e intraindividuales que existen en la orientación, la intensidad y la consistencia de la conducta de logro. Por su contenido puede caracterizarse a la motivación de logro como la tendencia a mantener e incrementar el rendimiento individual en todos los campos donde se acepta como obligatoria una norma de calidad (Heckhausen, 1963 ). También existen en el logro diferencias individuales, ya que algunos individuos pueden tener un impulso de logro elevado porque les gusta trabajar mucho y el fracaso los hace infelices; al otro extremo hay individuos con impulso de logro bajo, que apenas se esfuerzan y nunca se preocupan de los resultados. Suele estudiarse la conducta de logro con base en un logro superior o inferior (Strodtbeck, 1958) o mediante pruebas proyectivas, del tipo TAT, cuyo propósito es educir anécdotas, a las que se interpreta en función de la necesidad de logro. McLelland y otros (1953) formularon esta orientación teórica. Después, McLelland y Winter (1969) se interesaron por estudiar en la India el problema de motivar el logro económico, pero se presentan ciertos problemas cuando se emplea este tipo de prueba proyectiva en distintas culturas, así que la prueba objetiva Gough California Personality Inventory (CPI) es probablemente una alternativa útil en los estudios realizados en distintas culturas, además de que permite diferenciar entre dos escalas secundarias: la de logro-conformidad y la de logro-independencia. Rosen (1961) informa que los determinantes de un logro elevado incluyen a) enseñanza e identificación directas, relacionadas con una elevada motivación de logro, pues gracias a la conducta mostrada por personas de importancia para el niño, a éste se le recompensa cuando tiene buen éxito; b) suelen recompensarse los triunfos del niño y castigarse sus fracasos y los padres enseñan a triunfar mediante consejos, fomentándose en el niño el interés por conseguir una norma elevada; c) producen un logro elevado las condiciones que elevan al máximo la identificación con los logros paternos y la interiorización de los mismos, mientras que d) los padres de niños que tienen una motivación de logro elevada combinan la cordialidad con la aprobación o desaprobación de una ejecución, según sea ésta buena o mala. Atkinson y Feather (1966) han formulado también una teoría sobre la motivación de logro, con base en la conducta de aceptar riesgos. En su razonamiento suponen que las puntuaciones en necesidad de logro de las pruebas proyectivas TAT representan el motivo del éxito, mientras que las puntuaciones en "ansiedad respecto a la prueba" sirven para medir el motivo "evitar el fracaso". Algunas pruebas dan apoyo a este modelo, pues los varones calificaron sus posibilidades de buen éxito antes de comenzar a trabajar en un ejercicio de anagramas con puntuaciones nL (logro-n) que se correlacionaron positivamente con las estimaciones de probabilidad habiendo resultado negativamente relacionadas con las puntuaciones en ansiedad con la dificultad que se atribuía a la tarea. En nL la correlación era más elevada cuando se decía que la tarea presentaba "dificultades moderadas" que cuando se la calificaba de "fácil". La aceptación de riesgos variaba también de acuerdo con las puntuaciones obtenidas en las medidas de personalidad (Atkinson y Litwin, 1960). Los varones calificados alto en logro y bajo en ansiedad aceptaban más fácilmente disparar a un blanco desde una distancia intermedia que hombres muy ansiosos con nL bajo. Asimismo, sólo se presentarán las preferencias de riesgo predichas cuando se cree que la ejecución depende de la habilidad (Atkinson, 1964). Puede presentar otras complicaciones la asociación existente entre preferencias en la aceptación de riesgos y la motivación de logro; por ejemplo, se descubrió que los israelíes con puntuaciones elevadas en motivación de logro tendían, en principio, a aceptar más riesgos que los sujetos con puntuaciones bajas. Ahora bien, pudiera ser que el grupo de logro bajo no fuera muy realista y se mostrara más inmoderado o más cauto de lo necesario. Mahone (1960) empleó distintos criterios -los juicios de un psicólogo clínico basados en el rendimiento escolar y en otros datos- para clasificar a estudiantes universitarios, todos varones, como "realistas" o "poco realistas" en sus aspiraciones de trabajo. Con base en este criterio descubrió que quienes presentaban una motivación de logro baja y una ansiedad de logro elevada resultaban menos realistas que quienes mostraban patrones de motivación y ansiedad opuestos a eso. Como en una sociedad el estatus social concedido a distintas ocupaciones está correlacionado directamente con las dificultades atribuidas a los trabajos (Atkinson, 1964), la motivación de logro influye también sobre el tipo de trabajo que se elija; es decir, los jóvenes con motivación de logro sólida buscarán ocupaciones de estatus relativamente elevado por considerarlas más difíciles de obtener y, por lo mismo, más atractivas. En una muestra japonesa de personas de clase media se controló la elección de ocupación al nivel de logro individual y al nivel de estatus del trabajo. Una persona orientada hacia logro que haya nacido en una familia de estatus social bajo puede luchar por ir subiendo socialmente, suposición confirmada en hombres estadounidenses de clase baja, cuyas ocupaciones eran de mayor nivel que las de sus padres y que presentaban una nL mayor que quienes no tenían ese impulso de ascenso social. También se descubrió que en aquellas culturas donde jóvenes muchachos aspiran a trabajos de mayor nivel social que el de sus padres, obtenían puntuaciones mejores en el índice de nL social; es decir, que las culturas donde existe un fuerte impulso hacia el logro parecen fomentar en la siguiente generación el afán de superar a la anterior; sin embargo, el individuo también necesita de valores que lo guíen hacia el buen éxito (Rosen y DAntrade, 1959), así como de la inteligencia suficiente para lograr una movilidad social elevada. Clase social y logro Las investigaciones realizadas respecto a la relación entre clase social y logro han demostrado que las clases sociales se diferencian notablemente en la motivación de logro. Más aún, cuando se emplean láminas proyectivas TAT o medidas objetivas del logro, resulta que los niños de la clase alta estadounidense presentan una motivación de logro superior a la de los niños de clase baja. Además, las diferencias de clase en las prácticas de socialización demuestran que los padres de clase media a) subrayan la necesidad de sacrificarse ahora para obtener recompensas en lo futuro; b) hacen hincapié en que se manipule el ambiente; c) asimismo en las recompensas individuales antes que el valor y las recompensas de grupo, y d) tienen aspiraciones de orden superior respecto a sus hijos. También ocurre que los procesos de identificación de la clase media permiten que los niños de clase media interioricen esas presiones con mayor efectividad. Strodtbeck (1958) ha demostrado que las diferencias debidas a los valores de clase se relacionan también con el logro, puesto que los niños de clase media experimentan el logro más a menudo que los de clase baja. Asimismo, se ha confirmado una relación entre los valores de clase y el logro, empleándose para ello muestras de alumnos de preparatoria y tarjetas TAT (Rosen, 1956). Clase social Elevado Valores de logro Bajo I y II III IV V (%) (%) (%) (%) Por debajo de la mediana 17 57 70 77 Por encima de la mediana 83 43 30 23 Enseguida Rosen procedió a analizar los valores de logro por clase social mediante los valores de Kluckhohn, al utilizar para ello tres escalas secundarias tomadas de la escala Kluckhohn: a) activos y pasivos; b) presente y futuro, y c) familiar y grupos. Clase social Elevado Valores de logro Bajo I y II III IV V (%) (%) (%) (%) Por debajo de la mediana 23 30 67 83 Por encima de la mediana 77 70 33 17 Vino a confirmar dichos resultados que las diferencias en los valores de logro debidas a la clase social eran a la vez congruentes e importantes. Sacó en conclusión que es más fácil enseñar a los niños clase media a creer en el buen éxito y hacerlos dar los pasos necesarios para posibilitar el logro, es decir, aceptar los valores de logro de un trabajo difícil, planeamiento, hacer sacrificios, etc., de modo que el individuo pueda manipular su ambiente ara asegurarse el triunfo. Rosen (1961) encontró también que el tamaño de la familia, el orden de nacimiento y la edad de la madre, en conjunto, se relacionan con la motivación de logro, aunque estos no resultan, en sí, buenos elementos de predicción, pues el efecto ejercido por cada uno de ellos depende de los efectos de las otras variables y de la clase social. Además, es correcta la hipótesis de que los hijos de madres jóvenes tendrán mayor nivel de logro que los hijos de madres maduras, pero sólo en familias pequeñas; al ir creciendo el tamaño de la familia en la clase baja las puntuaciones de los hijos de madres jóvenes descienden rápidamente y pronto las sobrepasan las obtenidas por hijos de madres maduras o mayores. Motivación de logro: investigaciones transculturales Dedicamos esta sección al análisis de las diferencias en la motivación de logro existentes en distintas culturas. Strodtback (1968) encontró que los griegos y los judíos mostraban una motivación de logro superior a la de los italianos, los negros o los francocanadienses. Tal como se predijo, el esquimal, cuya socialización es muy permisiva, mostró una motivación de logro menor y actitudes más tradicionales que el japonés, firmemente socializado, quien tiene una motivación de logro más elevada y actitudes más modernas (Dawson, 1973). Munroe y otros (1975) han informado que los isleños de Manus han sufrido un cambio cultural profundo y rápido sin que se presentara un quebrantamiento social o una ruptura psicológica (Mead, 1956). Informan; además, que de todas las sociedades clasificadas por Barry y otros (1959) en seguridad en oposición a obediencia, los niños rnanus recibieron la puntuación más alta en logro y confianza en sí mismos. También puede observarse el desarrollo de la competencia y el logro en el sistema "potlatch" de los kwakiutl y el sistema de "intercambio kula" de las islas melanesias. Beattie (1964) hace ver que "mejorará mucho nuestra comprensión de instituciones aparentemente variadas como la kula (consistente en que los nativos de algunas islas melanesias intercambian ciertos ornamentos de un modo ceremonial), la potlatch (consistente en que los miembros de algunas tribus estadounidenses abiertamente destruyen bienes útiles) y el pago de la novia (común en África y otros lugares y que consiste en que en el momento del matrimonio el novio paga a los familiares de la novia cierta cantidad por ésta) si vemos que todas esas instituciones son tipos especiales de la clase general «dar o intercambiar regalos»" (pág. 44). Por lo mismo, cabe analizar a las instituciones kula y potlatch en función de la presentación y la contrapresentación de regalos, que permite a esas sociedades lograr un nivel más elevado de motivación y logro económicos (Mauss, 1950). Levine (1966) ha estado explorando con detalle el patrón de motivación de logro existente en Nigeria, encontrando que el logro no se halla distribuido uniformemente entre los principales grupos tribales de aquella zona, los ibo, los yoruba y los hausa. Existen diferencias regionales muy nítidas en el desarrollo económico, donde la motivación de logro está asociada con el interés en la mejora de sí mismo, con una ideología no autoritaria, con la obediencia y con la docilidad social, así como con una actitud favorable hacia las innovaciones técnicas, un rápido progreso en la educación occidental y la aceptación de un tipo occidental de jerarquía de puestos en el trabajo. Los ibo y, en menor medida, los yoruba muestran en estas características niveles muy elevados o elevados, siendo bajos los de los hausa. Presentan éstos una ideología más autoritaria, reforzada por la ortodoxia islámica, y son más conservadores en lo educativo y en lo económico. He aquí el patrón bipolar existente: Conservadurismo hausa Autoritarismo hausa Obediencia islámica hausa en oposición a en oposición a modernismo ibo/yoruba en oposición a ideología democrática ibo/yoruba. individualismo cristiano ibo/yoruba Ahora bien, Levine encontró también que, en su posición intermedia, los yoruba se ven atraídos por las dos direcciones y que aunque tienen actitudes occidentales, también existen muchos poblados orientados a lo tradicional, donde gobiernan jefes supremos. Levine saca en conclusión que este patrón de conducta es resultado de diferencias culturalmente determinadas que existen en la incidencia de características de la personalidad, como la necesidad de logro y el autoritarismo en los tres grupos. Sin embargo, se agrega que esas diferencias en la motivación de logro, en la modernidad y en el desarrollo económico potencial vistas en Nigeria pueden tener como causa la modernidad-tradicional-actual y el modelo de logro postulados por Lawson (1973 y 1975a) y que veremos en la siguiente sección. EL MODELO TRADICIONAL-MODERNO (T-M) PARA PREDECIR EL POTENCIAL DE LOGRO Y EL CAMBIO MODERNO Se ha afirmado que en aquellas sociedades en las que puede emplearse la técnica de Barry y otros (1959) para identificar la economía de subsistencia y la socialización relacionada con ella, se puede hacer un análisis del potencial existente para lograr un cambio hacia lo moderno y conseguir el logro, contrastándose, para esto, las ecologías agrícolas, pastoril y de caza. Este modelo incluye las siguientes variables independientes: a) tipo de ecología y economía de subsistencia relacionada; b) naturaleza de los procesos de socialización; c) grado de estratificación de los sistemas de autoridad, y d) naturaleza y extensión de los contactos que se tengan con lo moderno. Enseguida se relacionan los efectos de esas variables independientes interactuantes y complejas con las siguientes variables dependientes: a) cambio de actitud tradicional-moderno; b) tolerancia hacia la incongruencia cognoscitiva, y c) motivación de logro. Además, se considera que todas estas variables se relacionan, en una sociedad, con un potencial de cambio y de desarrollo económico a largo plazo. Se da el modelo en la figura 6.10. 1. Naturaleza de la ecología de subsistencia agrícola, pastoril, de caza y pesca y pastoril-agrícola. Se analizan estas diferencias ecológicas de acuerdo con los hallazgos de Barry y otros (1969): allí donde puede identificarse una economía de subsistencia, los procesos de socialización adaptativa que en ellas se creen para la supervivencia determinan, subsecuentemente, que actitudes, valores y habilidades son necesarias para sobrevivir por ejemplo, agrícola (firme-dócil), pastoril (conservador-independiente) y de caza y pesca (permisivo y muy independiente) y también el potencial de cambio moderno. 2. Diferencias ecológicas en los sistemas de autoridad. Se afirma que esta variable independiente, que "surge de la naturaleza de los distintos sistemas ecológicos, varía de acuerdo con el tipo de sistema de autoridad indígena formal a que se encuentra expuesto el individuo en su sociedad. En las sociedades agrícolas, estratificadas, similares a los sistemas de autoridad estratificados modernos, los individuos tienden a tener menos dificultades cuando adoptan actitudes modernas hacia la autoridad. Además, en sociedades agrícolas estratificadas como las temne, yoruba e ibo, tradicionalmente con sistemas de autoridad centralizados formales, a los individuos parece resultarles más fácil interiorizar los valores de la autoridad moderna y las actitudes relacionadas con éstos, es decir, los individuos de esas sociedades son más susceptibles a aceptar un cambio en dirección a lo moderno. Al revés, cuando por tradición faltan sistemas de autoridad formales, como ocurre en las sociedades de caza de los esquimales y los aborígenes de Australia, que no tienen jefes, los individuos sujetos a las presiones, de lo moderno encuentran mayores dificultades para interiorizar los valores de los sistemas de autoridad modernos que les son poco familiares y las actitudes se relacionan con éstos. Fig. 6.10. Ecología y potencial previsto de actitudes T-M, para el cambio. 3. Diferencias ecológicas en las presiones de socialización. Esta variable independiente también procede de ecosistemas diferentes y se la explora de acuerdo con las variaciones en las presiones de socialización. Barry y otros (1959) encontraron que las presiones de socialización diferentes entre las sociedades agrícolas-pastoril de caza tienen valor de supervivencia en esas ecologías diferentes. Dichas variaciones en las presiones de socialización adaptativas causan diferencias en los impulsos agresivos individuales y en la diferenciación psicológica (Witkin, 1967; Dawson, 1975a). Los individuos de sociedades agrícolas estratificadas como la hakka, de China, la temne, la ibo y la yoruba, con clasificaciones en socialización más firmes, se desarrollan de acuerdo con los niveles de agresión más elevados encontrados en ellas por Mowrer (1939), aunque, como lo indican Whiting y otros (1953), no se trata de una sencilla situación de estímulo-respuesta, sino que en ella participa el desplazamiento de la agresión por canales socialmente aprobados. Así, por ejemplo, entre los temne se desplaza tradicionalmente el impulso agresivo a través de sanciones sociales basadas en acusaciones de brujería contra desviados y extranjeros. De aquí que el proceso asegure en los poblados agrícolas estáticos la conformidad necesaria para la supervivencia (Dawson, 1975a); sin embargo, al ocurrir el cambio moderno los niveles elevados de agresión temne individuales van siendo desplazados por una motivación socialmente aprobada para que se llegue al logro educativo y económico; sin embargo, entre esos temne urbanos existe una incidencia de psicosis mayor que entre los mende urbanos socializados de un modo menos severo (Dawson, 1975a); empero, se afirma que un impulso agresivo más elevado y el logro relacionado con éste permiten una aceptación e interiorización mayores de los valores modernos. A la inversa, los individuos de sociedades de caza permisivas, como la esquimal y la arunta, son tan permisivos que, si bien desarrollan habilidades espaciales más independientes del campo (Barry, 1966; Dawson, 1969), también parecen desarrollar niveles de motivación mucho más bajos en el contexto del cambio social, con lo que fracasan en la interiorización de las actitudes y los valores modernos. Además, Parker (1962) descubrió que los esquimales tienen una motivación de logro más baja, teniéndola también los aborígenes de Australia (Gough y otros 197 V). 4. Naturaleza y grados del contacto coro lo moderno. Se refiere esta variable independiente al grado y naturaleza en que los contactos con lo moderno, sean predominantemente económicos, religiosos, educativos o médicos; sin embargo, sucede que el contacto con lo moderno lo penetra todo y un contacto "económico" inicial afecta pronto a otros sistemas conceptuales, aunque se afirma que a pesar de un contacto con lo moderno muy amplio, las actitudes tradicionales más apreciadas cambian con menor rapidez que las actitudes más apreciadas; por tanto, el proceso presenta cierto grado de selectividad en este proceso de cambio de actitud T-M, pues las actitudes culturalmente más importantes resultan menos vulnerables al cambio que las actitudes no importantes. 5. Grado de tolerancia a la inconsistencia cognoscitiva culturalmente determinado. Se sostiene que los individuos expuestos en las sociedades agrícolas a una socialización más severa tendrán un grado de tolerancia menor al del enfrentamiento entre cogniciones tradicionales y modernas antagónicas, lo que también vendrá a constituir una fuente de presiones para que haya cambio. Los individuos expuestos a una socialización severa tienden a desarrollar valores conformistas más rígidos y, como lo señalan Adorno y otros (1950) respecto a la personalidad autoritaria, tales individuos pueden mostrarse intolerantes respecto a la ambigüedad y menos capaces de soportar las inconsistencias entre las cogniciones tradicionales y modernas antagónicas; por consiguiente, es probable que a tales individuos los motive el reducir la ambigüedad aceptando actitudes de compromiso semitradicionales o semimodernas o formas alternas de reducir la inconsistencia como es el recibir apoyo cultural por estar defendiendo actitudes tradicionales más apreciadas. Ahora bien, se afirma que los individuos socializados en sociedades de caza más permisivas y donde se fomenta la independencia, se mostrarán más tolerantes con las incongruencias inmediatas entre cogniciones tradicionales-modernas antagónicas y, por consiguiente, no serán tan vulnerables a las presiones para que cambien y acepten lo moderno. Hallazgos hechos en las investigaciones T-M Pruebas que provienen de la investigación dan apoyo al modelo de cambio T-M ofrecido con anterioridad en lo que se refiere a los temne, los mende, los hakka y otros pueblos agrícolas, en comparación con las sociedades de caza y pesca de los esquimales y los arunta. Se proporcionan estos datos en la figura 6.10, donde las muestras apareadas de sociedades agrícolas muestran actitudes significativamente más modernas que las sociedades de caza y pesca más tradicionales. Se ha encontrado, así, que los individuos de las sociedades agrícolas se muestran mucho más susceptibles al cambio hacia actitudes más modernas, tienen una motivación de logro más elevada y un mayor potencial para el desarrollo económico que los individuos pertenecientes a sociedades de caza y pesca (Dawson, 1973). Se tienen también abundantes datos antropológicos, citados por Dawson (1975a), que dan apoyo al modelo en relación con pueblos pastoriles, más conservadores. Así, aunque Ottenberg (1959) ha informado que los ibo agrícolas de Nigeria se muestran abiertos a los valores occidentales, Schnieder (1959) ha observado también la resistencia al cambio de los pakot, pueblo pastoril. Huntinford y Bell (1950) afirman que los pueblos pastoriles son los más resistentes al cambio y las tribus agrícolas las menos. Herskovits (1928) ha informado que los "complejos ganaderos" producen conservadurismo debido a la devoción por el ganado y que ese calor penetra en el resto de los aspectos de la cultura. La teoría acerca de la congruencia del cambio en las actitudes T-M afirma que los individuos expuestos a cogniciones tradicionales y modernas antagónicas tienden a resolver la incongruencia al desarrollar actitudes de compromiso semitradicionales o semimodernas o por métodos alternos de reducir la incongruencia, como ocurre con actitudes culturalmente más importantes cuando los miembros de la propia cultura dan apoyo (Dawson, 1973 y 1975a). Biesheuvel (1968) ha indicado la manera en que la adaptación humana al cambio social "crea tensiones propias que afectan la efectividad del hombre, su salud física y mental e, indirectamente y a largo plazo, su capacidad de supervivencia" (pág. 200). Además, se ha confirmado que resolver el conflicto de actitudes T-M (actitudes T-M antagónicas) es parte también de la necesidad continua de adaptarse al cambio biosocial. Se ha visto así, que el no lograr actitudes de compromiso T-M se relaciona con un ajuste más deficiente cuando se recibe el golpe del cambio hacia lo moderno. Se ha confirmado esto en los experimentos RGP de Hong Kong, donde se obtuvo una relación sustancial entre el alertamiento RGP elevado y un conflicto de actitudes sin resolver; es decir, esos estudios no sólo vienen a corroborar la necesidad de un ajuste continuo debido a las presiones de lo moderno, sino también la necesidad de desarrollar estilos cognoscitivos más adaptativos (Dawson y otros, 1972 y 1976c). Además, en experimentos más recientes realizados en Hong Kong se ha demostrado que hay menos probabilidades de que se presenten actitudes exitosas de compromiso T-M cuando existen actitudes tradicionales muy apreciadas y que éstas, a su vez, están relacionadas con un conflicto de actitudes T-M más agudo. Además, se demostró que esas actitudes chinas más apreciadas, relacionadas con valores confucianos, eran menos susceptibles al cambio hacia lo moderno cuando había presiones de grupos venidas de los compañeros, siendo más susceptibles las actitudes menos importantes (Dawson y otros, 1972 y 1976c). RESUMEN 1. La socialización es un eslabón importante cuando se quiere comprender la conducta humana. Sólo estudiando los procesos de socialización descritos en este capítulo podemos unir adecuadamente la socialización" con la conducta humana. Además, al estudiar la conducta humana debemos comprender primero los procesos de socialización de los que procede. Las investigaciones hechas por Barry y otros (1959) nos proporcionan importantes hallazgos relacionados con los procesos de socialización de subsistencia, más tarde unidos a la conducta humana en función del estilo cognoscitivo propuesto por Dawson (1969 y 1975a), de las presiones de conformidad y la rivalidad binocular (Berry, 1969), el cambio de actitud, la motivación de logro y el potencial para el cambio hacia lo moderno (Dawson, 1973 y 1975a). 2. Tiempo después se vio claramente que si bien el estudiar la socialización es un aspecto clave para comprender la conducta humana, sólo estudiando a la vez esos efectos de la interacción es posible lograr una comprensión y un control totales de las bases biosociales de la conducta. Dawson (1969 y 1975a) ha aportado pruebas de que la adaptación a diferentes ecologías ha dado como resultado el surgimiento de procesos de socialización que han fomentado, a su vez, aquellas características conductuales y psicológicas que tienen valor de supervivencia. Además, se demostró que las bases biosociales del estilo cognoscitivo (Dawson, 1966, 1972, 1975) surgen de una interacción entre las hormonas gonádicas y la socialización. La agresión misma está íntimamente relacionada con las gónadas y con las presiones ambientales (Johnson, 1972). 3. Como en este libro participan autores de muchas sociedades, aporta datos representativos de todo el mundo y no tan sólo una concentración de los hallazgos euroestadounidenses, que, dicha sea la verdad, poca importancia tienen para la gran mayoría de la población mundial. Este enfoque internacional significa además que se han incluido hallazgos provenientes de muchas culturas, asegurándose con ello que el libro sea de interés para todas las sociedades, aparte de que contribuye al estudio de la validez universal de las teorías psicológicas, lo que sólo puede lograrse aplicándolas en todas las culturas; por ejemplo, las investigaciones realizadas hasta, la fecha respecto a la diferenciación psicológica propuesta por Witkin (1967) y otras teorías ha permitido demostrar que deben volverse a formular muchas de esas teorías psicológicas, dados esos nuevos hallazgos. 4. Por muy efectivas que sean las investigaciones de la socialización en muchas culturas, deben permitir comprender, además, ciertos problemas metodológicos especiales, lo que ha llevado a desarrollar todo un conjunto de técnicas metodológicas nuevas (Dawson, 1975a); es decir, la metodología producida para los estudios del tipo euroestadounidense, dedicados a culturas únicas, resultaba desesperantemente inadecuadas para esas investigaciones nuevas. Por ello, es necesario interpretar esos estudios en varias culturas, orientados a lo internacional, aplicando un marco conceptual cultural más amplio y a la vez un punto de vista metodológico nuevo.