NUEVO ENFOQUE EN LA PREVENCIÓN DEL C.C.: CRIBADO PRIMARIO Dr. Juan Carlos Martínez Escoriza. Jefe del Servicio de Ginecología. Hospital General de Alicante. Introducción Hay una realidad, entre otras, que está presente todos los días en los centros asistenciales y que está relacionada con la enfermedad del tracto genital femenino VPH dependiente: seguimos diagnosticando cánceres de cuello uterino y sus lesiones precursoras en mujeres que presumiblemente podrían haber acudido a los servicios sanitarios de nuestro entorno con más antelación. Precisan, obviamente, de una atención directa e inmediata. Y eso nos preocupa. Y nos preocupa porque son procesos que consumen cada vez más recursos y porque, estamos convencidos, tienen forma de ser prevenidos. Los cánceres clínicos de cuello uterino significan, de algún modo, un fracaso ya que éstos se consideran la consecuencia extraña de una infección por el VPH que, Dr. J.C. Martínez Escoriza sabemos, es muy frecuente. Algo se ha hecho mal cuando en 2012 todavía encontramos casos de cáncer invasor de difícil solución en mujeres con relativa fácil accesibilidad a los sistemas sanitarios de nuestro entorno. La mayoría de las infecciones por el virus VPH tienen consecuencias benignas, o no las tienen, ya que la inmunidad del individuo es suficiente como para vencer esta agresión. Sólo el 3 % de las infectadas pueden llegar a tener lesión precancerosa o cáncer y eso dependerá de su estado inmunitario y de que esa mujer reciba, o no, estrategias preventivas que aborten el proceso de progresión de la lesión inicial. Creemos saber la historia natural del cáncer de cuello uterino. Ciertamente conocemos los factores de riesgo de adquisición de una infección que se sabe es muy frecuente pero que se elimina con suma facilidad por el sistema inmune del individuo infectado. Hay, no obstante, un elemento bien definido que caracteriza a la historia natural de la enfermedad: la persistencia de la infección es clave para que se desarrolle la lesión histológica. No se conocen todos los mecanismos que determinan esa persistencia pero lo cierto es que cuando la infección del VPH persiste, aparecen las lesiones histológicas precursoras de la neoplasia (CIN 2-3) Desgraciadamente los factores de riesgo para persistencia se conocen sólo parcialmente (largo uso de AHO, tabaco, multiparidad y, lo más importante, el genotipo viral que se concreta en el 16, 18, 31, 33, 45 y poco más; con gran diferencia entre el 16 y el resto de los citados). Es decir, que tener una infección por virus 16 sobre todo (o 18 o 45) es muy distinto a tenerla por otros tipos llamados de bajo o intermedio riesgo. Además, en la historia natural de la infección se conocen unos factores llamados de invasión, conocidos de forma incompleta (antígeno HLA, etc.) que pudieran explicar, de conocerlos bien, los comportamientos tan sorprendentes que vemos en algunas pacientes. En ese sentido, por poner un ejemplo, Marck Schiffman en 2013 (1) definió precisamente la prevalencia observada en su material de los distintos tipos virales. Encontró que en los CIN 3, más del 80 % de tienen su origen en el VPH 16, 18 y 31. Cuando busquemos pruebas de prevención tendremos que elegir aquellas que detecten marcadores de enfermedad y no otros. Experiencia local en materia de carga de enfermedad En el HGU de Alicante hemos atendido 252 cánceres de cuello uterino, 68 de vulva y 17 de vagina en los últimos 20 años. Ciertamente poca cosa si se considera que en el mismo tiempo se han atendido 2.954 casos de cáncer de mama; sin embargo, ese argumento no minimiza ni reduce la importancia de las lesiones VPH-dependientes por dos razones primordiales: actualmente la enfermedad VPH-dependiente consume muchos recursos sanitarios y, además, es, de alguna manera, un fracaso ya que son entidades que son prevenibles. Tener la posibilidad de evitar un cáncer en una mujer y no poner en marcha los mecanismos para hacerlo, es un fracaso de todos los que nos dedicamos a la salud de las mismas. Se dijo que se trata de una patología que consume recursos. Efectivamente, además de la atención al cáncer ya instaurado, realizar más de 700 colposcopias por año, con entre 60-70 conizaciones anuales, son suficientes indicadores de un consumo de recursos que se resumen en la necesidad de disponer de una consulta para la patología del TGI de lunes a viernes todas las semanas. Se hacen alrededor de 10.000 citologías, siendo un 3,32 % de ellas anómalas (0,80 % ASCUS, 2,52 % L-SIL y H-SIL, etc.) y se solicitan, entre otras, más de mil pruebas VPH. Creo que son suficientes argumentos como para poder confirmar que no es baladí la cuestión de la patología del TGI. > 10.000 citologías por año – 3,32% >/= ASCUS > 1.000 pruebas VPH CH2 768 colposcopias 60-70 conizaciones 11-15 biopsias vulva Cirugía ambulatoria Instrumental adecuado 252 cánceres de cuello en 20 años 68 cánceres de vulva 17 cánceres de vejiga Consulta diaria Médicos Enfermeras Quirófanos Por otro lado, también se dijo, se trata de una enfermedad en principio prevenible. Desde 1925 con Hinssellman y desde 1943 con Papanicolaou se ha hecho mucho por establecer estrategias preventivas de esta enfermedad. En muchos países como Finlandia o la Columbia Británica con programas de cribado poblacional basados en la citología se ha conseguido reducir altamente la tasa de incidencia del cáncer cervical y su mortalidad. Naturalmente que en España, donde el cribado no ha sido poblacional, también hemos presenciado una reducción clara de la tasa de incidencia de este cáncer probablemente por el cribado oportunista que aquí se realiza pero, más que por ello, ha sido por la mejora de las condiciones socioeconómicas de la población española. En cualquier caso la citología, allí donde se ha utilizado como método de prevención secundaria, se ha mostrado como un método eficaz y llega a excelente cuando se ha usado en programas de cribados poblaciones; sin embargo, en los últimos 15 años, cuando se ha podido analizar su papel de forma más detallada, se ha podido comprobar que como método tiene unas importantes limitaciones: los resultados dependen de la toma, su interpretación es subjetiva, la lectura es monótona, principalmente la sensibilidad reducida genera falsos negativos, la variabilidad entre observadores, detecta mal las lesiones glandulares y en el contexto del cribado oportunista muestra serias dificultades para una buena cobertura que, por otra parte, no es equitativa porque repite pruebas a quienes se hacen cribado y deja a subpoblaciones sin cribado, amén de los costes a que da lugar con exploraciones que en los últimos años se han disparado tal y como acredita el documento oficial del Ministerio de Sanidad de 2013 (2). La aparición del VPH y su transcendencia en los planes de prevención Apenas hace 35 años de la confirmación de la relación entre la infección por VPH y el desarrollo del cáncer de cérvix y sus lesiones precursoras. Dicha confirmación científica ha dado lugar a una serie de hitos como la entrega del Premio Nóbel en 2008 a su principal mentor, el Prof. Zur Haüsen y el desarrollo de nuevos métodos diagnósticos (técnicas de detección del VPH), la vacunación frente al VPH y la imparable tendencia a modificar los planes de cribado. Como citaba la Dra. Carozzi (3), ya en 2.005 el manual para la prevención del IARC afirmaba que los programas de cribado bien organizados y utilizando la citología como método podrían reducir hasta el 80 % de los cánceres de cuello uterino. En 2012 se puede afirmar que hay pruebas científicas suficientes como para poder decir que con Test Validados y en el contexto de Protocolos y Programas adecuados de cribado, los test VPH son más efectivos que la citología para reducir la tasa de incidencia del cáncer cervical. Y esta afirmación nace de las múltiples publicaciones que en este sentido han ido surgiendo a partir de las iniciales de Cuzick de 1.995 (4) y Ronco (5) donde demostraban que en un alto tanto por ciento de citologías podría descubrirse infección por VPH altamente de riesgo y, lo que es peor, hasta un 44 % de CIN 2 no detectados por la citología sí se detectaban con el test VPH en cuanto que éste definía la presencia de virus tales como el 16, 18, 31 y 33. En 1.999 se publicó (4) una serie de más de 3.000 mujeres cribadas con doble test (citología y test VPH) concluyendo que la sensibilidad para CIN 2+ era del 95 % y que cuando ambos eran negativos el riesgo de CIN 2+ era menos de 1/1000 lo que le confiere a esta estrategia un alto valor predictivo negativo (VPN). El Test VPH de Hc2, que es con el que se realizó el estudio, se mostraba con rangos de sensibilidad entre el 84,9-100 % y un VPN muy alto del 97 % mientras que la citología le superaba en especificidad siendo del 93,5 % frente al 89,3 % del Test VPH. Esa relativa baja especificidad se mejora conforme el test es aplicado a mujeres más mayores, desde luego mayores de 30 años. Tan es así que desde 2002 fueron muchas las sociedades científicas que incluyeron en sus protocolos la realización del test VPH al cribado, asociándolo, eso sí, al la citología, comenzándolo a los 30 o 35 años y aprovechándose de su alto VPN para establecer intervalos de entre 3-5 años para los controles. Como confirmación de ese papel selectivo del test VPH sirva el artículo de Arbyn et al (2012) (6) donde tras recoger series de mujeres con citología negativa y test VPH negativo, se repitió al tiempo un test VPH y a otro grupo una citología. El Grupo del Test VPH detectó una mayor tasa de CIN 3 y cáncer cervical que el grupo de la citología. En definitiva, los datos de J Cuzick presentados en el Eurogin de 2007 (7) mostraron contundentemente esa mayor sensibilidad que de la citología para detección de CIN 2+ y, sin embargo, una menor especificidad que la citología. Test HPV Citología Sensibilidad 96% 53% Especificidad 92% 97% Esa baja especificidad, que mejora con la edad de la paciente, debe ser compensada mediante test de triage (selección) como pueden ser la citología, el genotipado o el test Dual de p16/Ki67. De ahí el concepto de cribado primario con test VPH y secundario con citología. Como corolario de toda esta reflexión sobre el rol del test VPH frente a la citología se presenta el artículo publicado en Lancet en 2013 relativo al seguimiento de cuatro ensayos aleatorizados en Europa y firmado por G. Ronco (8) y que concluye que el cribado basado en el Test VPH aporta entre un 60-70 % de más protección frente al cáncer cervical que los programas basados en la citología. Así que todo lo escrito hasta ahora se puede resumir en lo siguiente: 1. La patología del tracto genital inferior no es una entelequia y aunque la tasa de cáncer cervical sea baja, son muchos los recursos sanitarios implicados en el control y tratamiento de las lesiones precursoras. 2. Además, se trata de una enfermedad con una gran implicación y afectación psicológica. 3. Las consecuencias del tratamiento no están exentas de repercusiones a medio plazo en las mujeres. 4. Es muy importante la organización de estructuras para afrontar un buen esquema preventivo. 5. Es una enfermedad muy prevenible, con prevención primaria y secundaria. Esta prevención secundaria es la que debe tener en consideración la inclusión o no del test VPH. PREVENCIÓN ORGANIZADA PREVENCIÓN 1ª F .RIESGO Familia Educadores Valores VACUNACIÓN PREVENCIÓN 2ª CRIBADO CITOLOGICO LO HECHO LO DESEABLE CRIBADO CITOLOGICO ¿VPH? LO HECHO LO DESEABLE ¿Qué hemos estado haciendo hasta ahora en España? Aunque en 2002 se publicó un Documento de Consenso por parte de nuestra SEGO, no fue hasta 2006 en que se publica en Progresos lo que ha venido a ser el principal documento sobre la conducta en materia de prevención del cáncer cervical en nuestro País (Puig-Tintoré, 2006) (9). Entonces ya se incluyó en el algoritmo de prevención la inclusión de la Prueba VPH en mayores de 35 años siempre que hubiese disponibilidad. Se trataba de un acuerdo de mínimos dejando abierta la puerta a aquellos centros o regiones donde la Prueba no era accesible. Nosotros utilizábamos ya desde años atrás la Captura de Híbridos (CH2 Qiagen) que nos permitía adaptarnos perfectamente a esos algoritmos. En 2010, J.Cortés et al., (10) publicó otro documento en Progresos donde el llamado Co-Test se proponía sistemático pero a partir de los 30 años de edad. El razonamiento es que, ciertamente, por debajo de los 30 años, 9 de cada 10 infecciones (o contaminaciones?) serán resueltas por la propia inmunidad, espontáneamente. Es después de los 30 años cuando nos encontramos con los casos de riesgo de persistencia y por eso es bueno incluir test que tengan una alta sensibilidad como lo fue el Test Hc2 de Qiagen, con un 95,7 % de sensibilidad y un VPN cercano al 100 % en 5 años. Además, Cortés et al (10) rebaja la edad para hacer selección en los ASCUS (de 25 a 21 años) y resuelve el dilema de qué hacer con una Citología negativa y Prueba VPH AR + proponiendo en segunda línea el genotipado para si éste muestra 16 y/o 18, remitir directamente a colposcopia. En nuestro Servicio, tras la CH2, si la citología era negativa (o si la discordancia se perpetuaba en varios controles) se recurría a la petición de un genotipado por técnicas basadas en ácidos nucleícos de Genómica que nos resolvía el tema. En la Comunidad Valenciana ya se dispuso de planes oficiales para organizar la prevención desde 1995 pasando por 2004 y modificándoles en 2007 donde apareció, por primera vez, la inclusión de la toma de prueba de VPH en cribado, junto a la citología, en mujeres mayores de 35 años y “si existe disponibilidad”. La prueba VPH (CH2) se ha utilizado en nuestro entorno desde un punto de vista teórico en los siguientes supuestos: - Análisis de los ASCUS en mujeres mayores de 25 años (21 desde 2010) Análisis de los L-SIL en mujeres mayores de 50 años Seguimiento de los CIN 1 seleccionados, en general con seguimiento y sin tratar (muy propio de nuestra forma de actuar que es muy conservadora). En seguimiento de casos tratados (conizaciones,..) y En cribado, si disponible, por encima de los 35 años. Pero lo real ha sido que en estos años, fuera ya del entorno de nuestro Servicio, ha habido una verdadera anarquía: con la misma frivolidad se hacía una prueba VPH a una joven de 19 años por un ASCUS que se le tomaba una muestra a otra en la que se acababa de diagnosticar un cáncer clínico. No ha sido raro, en años pasados, atender en urgencias jóvenes con informes de tipado viral alarmadas por el riesgo a padecer un cáncer. Esta situación demuestra una cierta ligereza de muchos médicos que demuestra el desconocimiento de unos protocolos básicos y perfectamente accesibles, la desinformación que generan las redes sociales e internet y también, porqué no decirlo, el afán de la industria porque el uso de estas pruebas fuese indiscriminado y generalizado. Además, fueron surgiendo cada vez más métodos, cada uno con su sensibilidad y especificidad que colaboraban en esta ceremonia de la confusión. Desde las Sociedades Científicas teníamos tanta preocupación por esta situación caótica que, liderados por el Dr. Cortés (11), se planteó una encuesta para saber algo más sobre esa sospecha de un uso poco ortodoxo de la prueba VPH, y así poner en números lo que para todos era una evidencia. Los resultados de la encuesta no son muy rotundos dado que no hubo una cantidad significativa de médicos que respondieran pero, de los que respondieron (141 ginecólogos), se pudo constatar la gran dispersión sospechada en la estrategia de uso ante, por ejemplo, una citología negativa y una prueba VPH +AR. Por cierto que el único aspecto que la encuesta mostró como más sólido fue la importante unanimidad en el uso de la CH2 Qiagen (único método avalado por la FDA en aquellos momentos) situado en el 44,6 % de los encuestados, habiendo luego una gran diáspora en el resto de métodos. La conclusión de este apartado es que durante estos años atrás ha habido una gran dispersión en la gestión de la enfermedad cervical por no recurrir a protocolos sencillos como los publicados en Progresos de Obstetricia y Ginecología, y una verdadera ceremonia de la confusión en las indicaciones de uso de las Pruebas VPH que, una de cada 2, era la CH2 Qiagen. Futuro inmediato Hay muchísimos artículos publicados que definen perfectamente cuál debe ser el camino en estos próximos años. No caben ya excusas. Los protocolos están al alcance de todos y hay multitud de estudios que confieren a la prueba VPH una mayor eficiencia para detectar lesión cervical que a la citología, la mayoría realizados con el Hc2 de Qiagen (12) (estudio FOCAL) o bien PCR como el POBASCAM (13) Anttila y colaboradores (14), publicaron el 2010 un demoledor artículo sobre el papel de la Prueba VPH como cribado primario. Se trató de un ensayo con 58.076 mujeres donde claramente se demuestra una mayor detección de CIN 3 que con la citología sola. El mismo tema fue abordado en un artículo del BMJ en 2012 por Leionen MK et al (2012) (15) donde reconoce que aunque se detectan más lesiones CIN 2+ con prueba VPH (Hc2 Qiagen) que con citología en los grupos de más de 35 años, los resultados deben ser tomados con cuidado puesto que el cribado en el que se basan los resultados es un cribado oportunista (en Finlandia). En ese sentido, la Dra. Carozzi (3) presentó recientemente en La Coruña un algoritmo de trabajo con cribado primario con VPH donde ya nos llama la atención del tema crucial: Un Cribado con Prueba VPH primaria es totalmente dependiente de aspectos como, primero, ser un cribado organizado, perfectamente diseñado y, segundo, de que se disponga de un Test para VPH AR perfectamente validado en la clínica (con validación clínica que no analítica como luego explicaré). Y como botón de muestra nos expuso la distribución de los Test usados en Italia en el nuevo proyecto que para cribado están proponiendo. Y si nos vamos a Holanda vemos que, partiendo del conocido supuesto de que por encima de los 30 años sólo el 10-15 % de las mujeres son VPH AR+ y dados el resto de argumentos hasta ahora expuestos, han propuesto un programa de cribado poblacional con Test VPH primario y triage con citología, con controles a los 30-35-40-50 y 60 años. Antes de los 30 años se realizarían controles convencionales cada 3 años desde los 21 años. Franco publicó en 2011 el protocolo base que se propuso en Holanda (16). Se dispone de varios estudios que confirman que la citología es el método más eficiente para hacer selección de los casos en que el Test resulte positivo ya que para CIN 3+ presenta un 95,1 % de VPN derivando a colposcopia 1,09 % de los casos. Con fecha octubre de 2013 en Holanda no se ha llegado todavía al consenso de cuándo iniciar el programa y, ni siquiera, qué método de prueba VPH se utilizará. En 2012 (22) las distintas sociedades científicas (17) (18) de USA acordaron actualizar el programa de cribado a la vista de las novedades que sobre el test VPH se estaban publicando. Se han modificado varios criterios pero lo más destacable es que el cribado no consideran debe iniciarse antes de los 21 años. Que entre los 21 y 30 se realice mediante citologías y que a partir de los 30 años se realice cada 5 años con doble test (VPH y citología). Y el protocolo, además, ayuda a resolver la disyuntiva de los casos con citología negativa y prueba VPh + AR (o control al año, o genotipado 16-18-45 o prueba Dual o de mRNAm E6-E7 (18). Si reunimos todas estas experiencias obtenemos un mensaje claro que es que todas las iniciativas actuales han optado por introducir la prueba VPH como prueba primaria en el cribado, con o sin citología. El segundo mensaje que nos deja este cambio de estrategia es el debate no resuelto de qué test VPH elegir: El estudio preliminar que en Holanda se ha realizado para establecer un nuevo programa de prevención parte de unos supuestos que todos debemos tener presentes: - - - - - Los métodos de prevención que sean utilizados en un programa de prevención de cáncer de cuello deben ser aquellos que nos detecten la lesión preinvasora, es decir, CIN 2+. Por lo tanto, si se propone, como así parece, la prueba VPH como test primario, a ésta se le debe pedir que detecte precozmente y fiablemente el CIN 2-3. En efecto, hay demostración de que una prueba positiva VPH es más predictiva de un CIN 2+ en un seguimiento posterior de la mujer que una citología anormal. Del mismo modo, se ha vito que una prueba VPH negativa es una prueba que nos dice que será extremadamente bajo el riesgo de tener o desarrollar CIN 2+ (elevado VPN). La principal desventaja de las pruebas VPH, en cribado, es su baja especificidad especialmente en mujeres menores de 30 años. Por eso está desaconsejado por debajo de este grupo de edad ya que aparece un serio riesgo de sobre-estudio en las VPH positivas, sobre-diagnóstico y sobre-tratamiento. Ante todo ello es preciso establecer nuevos protocolos para las mujeres VPH positivas de cara a evitar el exceso de colposcopias y el sobre-tratamiento de lesiones regresivas (como lo son la mayoría) (19). En julio de 2013 el Consejo Interterritorial de Sanidad de nuestro país aceptó proponer estrategias comunes para todas las comunidades en materia de prevención del cáncer colorrectal, el de mama y el de cérvix. Encargó a las Sociedades Científicas que elaborasen propuestas para que el modelo fuese lo más actual y consensuado posible. El 28 de febrero de 2.014 la comisión mixta SEGO-AEPCC, junto a otras sociedades científicas como la SAP, entregó al Ministerio su proyecto de nuevo programa de cribado para toda España. Aunque en este momento no es posible detallarlo ya que no está publicado, sí se puede decir que, como en los anteriores del resto de Europa, el cribado gira en torno a la prueba VPH y, siguiendo la normativa de la OMS de 1968, exigiendo a ésta que sea barata, sencilla de usar, que tenga sensibilidad y especificidad adecuadas y que detecte, como se ha dicho, CIN 2-3 (no infecciones). PERO, ¿QUÉ TEST VPH ELEGIR? Antes hay que recordar que estamos ante una estrategia preventiva y que por lo tanto no deben ser mayores los efectos de perjuicio que los beneficios que se obtengan. Además, nuestro interés no es detectar infección sino lesión. Decir a una mujer que tiene una infección por un Virus VPH puede tener, y tiene, un impacto emocional importante con connotaciones de ITS o cáncer. Y, si nos fijamos bien, el test VPH no es precisamente perfecto ya que como se ha dicho tiene menor especificidad que la citología y no distingue entre infección real y la transitoria. Así que el dilema está servido y no será fácil elegir un método u otro. En estos momentos hay más de 140 pruebas de VPH distintas en el mercado y es necesario sentar bien las bases de cuál de ellas elegir. En el documento Holandés al que antes hacía referencia (19), se dice que es de crucial importancia que la prueba VPH sea clínicamente válida y fiable. No interesa una prueba capaz de detectar todas las presencias de DNA viral sino aquellas que sabemos se asocian a lesión de alto grado. Esto es lo importante. En realidad el test VPH se convierte en un marcador de lesión y no un detector de infección. Se pide que sean sensibles, específicos, con alto VPP y alto VPN. Pero además, que sean reproducibles y tengan una cierta concordancia entre ellos. Sin embargo, curiosamente, hay algunos trabajos que han dejado al descubierto que la concordancia entre test aparentemente adecuados es más que limitada. De hecho, el artículo de Rebojlj M de enero de 2014 (20) deja en mal sitio la creencia de que cualquier test es válido. Por un lado la reproducibilidad la deja en mal lugar puesto que con la misma muestra, pasado un tiempo, sólo Hc2 reedita los resultados. Además, el artículo demuestra una baja concordancia que obligará a ser muy cautos a la hora de elegir uno u otro test. Ciertamente las pruebas analizadas detectan un porcentaje parecido de presencia de virus VPH en las muestras pero resulta que cuando se mira la concordancia entre los 4 métodos comparados (HC2, CLART, COBAS y APTIMA) apenas si coinciden en un 29 % de los VPH que se informan. Esta desagradable noticia hace que debamos ser muy cautos. De hecho, en Holanda, la polémica suscitada no es si introducir o no el nuevo modelo de cribado sino qué prueba adoptan como más idónea para el cribado primario (Hc2, PCR, etc.) Por eso se hace hincapié en que antes de definirse por un test hay que distinguir entre el test “clínicamente válido” y el “analíticamente válido”. A nosotros nos interesa el clínicamente válido. Ser analíticamente válido significa tener capacidad de detección o exclusión de infección VPH AR, incluyendo infecciones transitorias que clínicamente son irrelevantes. La validez clínica en cambio significa que el test es capaz de detectar infecciones VPH AR que han tenido, o tendrán, relación con un CIN 2+. El objetivo del cribado no es detectar cualquier simple infección VPH AR sino detectar anormalidades relevantes como CIN 2+. Son requisitos planteados por la comisión holandesa (19): - Sensibilidad para CIN 2+ en mujeres mayores de 30 años no menor al 90 % demostrado ya previamente por Hc2 - Especificidad no menor al 98 % demostrada por Hc2 para evitar falsos positivos. - Que la reproducibilidad inter e intralaboratorios sea al menos del 87 %. En la actualidad, siguiendo estos criterios, se puede decir que están validadas las siguientes pruebas VPH: - Hc2 Qiagen (13 AR y permite en un segundo tiempo definir 16-18-45) Cervista (14 AR y permite genotipado de 16 y 18) Cobas de Roche (14 AR y simultáneamente informa de + 16 ó 18) Abbott (14 AR y simultáneamente informa de + 16 ó 18) Aptima (RNA) En realidad, como aparece en el trabajo ATHENA (21), estos test detectan los tipos más frecuentes encontrados en las lesiones CIN 2+ que, como se ha dicho, son los end points de estos test. En el estudio ATHENA se compara la sensibilidad y especificidad del Cobas con el Hc2 y los resultados demuestran similares cifras de alta sensibilidad y también especificidad, que les confiere el grado de validación clínica pues la referencia es CIN 2+ en mujeres con ASCUS. Así es como pueden establecer el Riesgo Absoluto y Relativo para CIN 2 ó para CIN 3 de la detección de uno u otro virus. Así, en mujeres mayores de 21 años y con ASCUS, quien tiene un mayor riesgo absoluto para CIN 2 y CIN 3 es el VPH 16 seguido de la secuencia VPH 16/18 de igual modo ocurre para el RR que se sitúa en el 42 y 70,9 para CIN 2 ó CIN 3 respectivamente cuando se define el VPH 16 (16). La concordancia entre ambos test es muy buena y de ahí que pueda decirse que Cobas está validado ya que se ha comparado con el estándar hasta ahora, el Hc2. Y es de este modo como deben ir mostrando resultados aquellos métodos que pretendan introducirse en la práctica clínica o en programas organizados de cribado. No vale con decir que en su entorno han dado “buenos resultados”. Si la prueba Hc2, usada durante más de 15 años en la mayoría de los trabajos publicados fuese capaz de dirimir si, en caso de discordancia test-Citología lo que existe es un VPH 16, 18 o 45, tendríamos la herramienta casi perfecta. En este momento esa posibilidad existe y eso le confiere un gran valor como prueba, no ya de cribado, sino también para el triage y seguimiento de lesiones tratadas. No se necesita, en realidad, nada más. O,..¿es que vamos a cambiar la actitud ante una mujer con una conización por CIN 3 realizada hace 10 meses porque se nos diga tiene un VPH 52 o un VPH 16 …siendo la colposcopia negativa y la citología también?. No se necesita un dato explícito del subtipo sino un test que agrupe y simplifique el trato con este grupo de pacientes. Efectivamente, en el artículo de las sociedades científicas americanas publicado en Am J clin Pathol de 2012 (18) el test Hc2 es aceptado como el gold estándar para cribado primario para US (17) (18). Meijer, en 2009 (22) en la European Guidelines for HPV testing ya insistió en que cualquier test que quisiera ser validado debiera tener similar sensibilidad, especificidad y reproducibilidad que el Hc2. Ante estas afirmaciones cabe preguntarse, ¿por qué usar un test agrupado como Hc2 que no distingue tipos VPH?. Y la respuesta es clara: porque se busca un test barato, sencillo, fácil de manejar, reproducible y que seleccione, no que diagnostique. Permite rendimiento y automatización y cuando el test es reclamado para usarlo fuera del cribado también nos sirve porque ahí sólo buscamos que nos informe sobre si está el 16, 18 o 45 como mucho. Ciertamente podría plantearse la duda con el 31, 33, pero para casos con persistencias recalcitrantes en los controles donde mientras la citología o la colposcopia nos resultan normales, los test agrupados nos insisten en AR +. En esos contados casos siempre es posible solicitar una prueba basada en ácidos nucleicos pero, en la experiencia de nuestro entorno son muy pocos casos. Si observamos los gráficos de Schiffman (1), del estudio ATHENA (21) u otros autores (23, 24) tenemos la clave: en estrategias preventivas nos interesan test que detecten aquellos virus que más frecuentemente están implicados en las lesiones histológicas que pretendemos detectar y tratar para evitar progresen a cáncer. Al margen de lo dicho para el cribado, donde sólo nos interesa nos digan si está AR o no o, en su caso, 16-18-45, en el terreno del uso práctico del Test VPH podemos comprobar: - Si se usa para selección de ASCUS en mujeres mayores de 25 años, realmente sólo nos interesa si informa de la presencia, o no de 16, 18 o 45. Si lo utilizamos en L-SIL en mayores de 50 años, realmente sólo nos interesa 1618-45 Si es para seguimiento de CIN 1 no tratados, en control, ocurre lo mismo: necesitamos que se descarte si está persistente el 16-18-45 Y lo mismo para el seguimiento de lesiones ya CIN 2-3 tratadas. Por lo tanto, en resumen, necesitamos pruebas de detección precoz, o selección, que detecten futuras lesiones CIN 2-3, con gran sensibilidad clínica y no analítica para no perder en especificidad y así evitar los FP y con ellos los sobre-tratamientos y preocupaciones. Pruebas en definitiva validadas en el contexto de estrategias bien definidas. No hay diagnóstico en esta materia sino actuaciones en el contexto de estrategias protocolizadas de prevención del cáncer cervical. CONCLUSIONES 1. Es muy necesario un consenso nacional de todas las sociedades científicas implicadas para definir el modelo de cribado de cáncer de cuello uterino para los próximos años. Modelo donde la prueba de VPH primaria es claramente el método de un futuro inmediato. Estamos a la espera del Documento firmado por las Sociedades Científicas que pronto se publicará. 2. Asumiendo el papel ya reconocido de incluir una prueba de detección de VPH como método primario de cribado, es preciso tener muy claro y consensuar los requisitos que se le deben suponer a una prueba VPH utilizada en el cribado (sensible, específica, reproducible, con validación clínica y que sirva para detectar mujeres con alto riesgo de sufrir CIN 2-3) como puede ser la Hc2 de Qiagen o COBAS de Roche. BIBLIOGRAFIA 1. Schiffman M, et al. Human papillomavirus infection and the multistage carcinogenesis of cervical cancer. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev 2013; 22: 553-560. 2. Revisión del Programa de Vacunación frente al Virus de Papiloma Humano en España. Ministerio de Sanidad, 2013. 3. Carozzi E. Nuevos métodos de cribado primario. XIVº Congreso Nacional de la AEPCC, La Coruña, 22-24 de noviembre de 2.013. 4. Cuzick J, et al. Overview of the European and North American studies on HPV testing in primary cervical cancer screening. Int J Cancer 2006; 119: 1095-1101. 5. Ronco G, et al. 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