1 April 2001 To appear in : Concepcion Company (ed) Sintaxis historica del español. Vol. 1 La frase verbal. Mexico.Unam. EL OBJETO DIRECTO Brenda Laca Departamento de Estudios Ibéricos Universidad de Paris 8 Indice 1. Introducción 2. Orígenes y funciones del acusativo preposicional 2.1. Tres hipótesis sobre los orígenes del acusativo preposicional 2.2. Factores locales y factores globales en el español moderno 3. Hacia un análisis de la evolución del marcado diferencial del objeto directo 3.1 El corpus 3.2. El análisis 3.2.1. Identificación de las categorías pertinentes 3.2.2. Las categorías de la escala de animación y definitud 4. La evolución diacrónica del marcado diferencial del objeto 4.1. Evolución global con los nombres propios y con los sintagmas nominales humanos o animados 4.2. Las construcciones de relativo 4.3. La presencia de la marca con objetos inanimados 4.4. Factores globales y zonas de variabilidad 4. 4. 1. Los objetos [Hum Def -Pro] 4.4.2. Los objetos [Hum Ind -Pro] 4.4.3. Los objetos [Anim Def -Pro] 4. 5. ¿Propiedades inherentes o propiedades contextuales? 4.5.1. Divergencias entre propiedades léxicas y contextuales 4.5.2. Definitud y especificidad 5. Conclusiones 1. Introducción El objeto directo es un argumento estructuralmente adyacente a una forma verbal 2 activa que lo rige, como el ejemplificado en (1a-b): (1) (a) Yo adobare con ducho pora mi & pora mis vassallos (Cid, 249) (b) Vino posar sobre Alcoçer , en vn tan fuerte logar / Sacolos a çelada , el castiello ganado a (Cid, 630-631) Este argumento puede caracterizarse por una serie de propiedades formales, entre las cuales destacan su asociación con el caso acusativo y su correspondencia con el sujeto de una forma verbal pasiva. En español, desde los orígenes, la asociación con el caso acusativo se detecta mediante la posibilidad de sustituirlo o reduplicarlo por un clítico de la serie acusativa (lo/ la/ los/ las): (2) (a) de (b) Quando estas dueñas adobadas las han , / El bueno de Minaya penssar quiere caualgar (Cid 1429-1430) Tornauas a Muruiedro , ca el se la a ganada (Cid, 1196) Su correspondencia con el sujeto de una forma verbal pasiva se evidencia en las pasivas perifrásticas y en las medio-pasivas marcadas por se: (3) (a) (b) los Vayamos posar , ca la çena es adobada (Cid, 1531) En estas tierras agenas veran las moradas commo se fazen, / Afarto veran por oios commo se gana el pan (Cid 1642-1643) Desde el punto de vista semántico, el objeto directo se asocia tradicionalmente con el rol de PACIENTE, precisamente en virtud de su correspondencia con los sujetos de pasivas. Sin embargo, el tipo de participación en el evento de los objetos directos varía notoriamente según el verbo del que se trate, y a lo sumo puede constatarse una correlación negativa con el rol de AGENTE o CAUSA, que difícilmente podrá asociarse a un objeto directo. En lo que concierne a la forma, el objeto directo puede ser, como lo muestran los ejemplos (1) y (2), un sintagma nominal o un clítico. Ahora bien, desde los orígenes, el español presenta una tercera posibilidad, la de introducir el objeto directo mediante la preposición a: (4) (a) Minaya a doña Ximina & a sus fijas que ha, / E alas otras dueñas que las siruen delant , / El bueno de Minaya pensolas de adobar / Delos meiores guarimientos que en Burgos pudo falar (Cid, 1424-1427) (b) Con afan gane a Valençia , & ela por heredad / A menos de muert no la puedo dexar (Cid, 1635-1636) La alternancia de dos formas para los objetos directos sintagmáticos (no clíticos) muestra que el español es una de las numerosas lenguas que presentan el fenómeno de marcado diferencial del objeto directo (Aissen 2000, Bossong 1982, 1985, Comrie 1979). En términos 3 generales, éste consiste en distinguir dos clases de objetos directos, de las cuales una se presenta invariablemente acompañada de una marca casual particular, en tanto que la otra carece de marca. Sea cual sea el tipo de marca, el marcado diferencial parece ser siempre de tipo privativo (contraste entre presencia y ausencia de marca) y orientarse total o parcialmente por ciertas características del objeto directo que tienen que ver con el lugar que éste ocupa en una escala de animación, en una escala de definitud o en una combinación de ambas: cuanto más elevada sea la animación y/o la definitud de un objeto directo, más susceptible será éste de recibir la marca diferencial. En el caso del español, la marca diferencial del objeto directo es una preposición (de ahí que el fenómeno reciba la denominación de complemento directo o acusativo preposicional), que es además la misma que introduce los objetos indirectos o dativos (->Company). Este hecho - marca de dativo en un acusativo - está indudablemente relacionado con los fenómenos de variabilidad casual en el dominio de los clíticos (leísmo, etc.) (-->Flores, -->Alfonso). El acusativo preposicional resulta superficialmente idéntico a un dativo: (5) (a) La muchacha vio la caja (b) La muchacha vio a María (c) La muchacha (le) habló a María Este capítulo está dedicado a las características y a la evolución del marcado diferencial del objeto directo en español, un problema cuya complejidad justifica un tratamiento exclusivo. En la Sección 2 presentaré brevemente algunas de las hipótesis existentes con respecto a los orígenes del marcado diferencial del objeto directo, así como los factores que condicionan la presencia de la marca en la lengua contemporánea. En las Secciones 3 y 4 presentaré un análisis de la evolución del marcado diferencial del objeto a través de 10 textos comprendidos entre los siglos XII y XIX, en el que trataré de comprobar si las predicciones derivables de la jerarquía de animación/definitud propuesta por Aissen (2000) se verifican diacrónicamente y de mostrar qué otros factores pueden interferir con ella. 1 2. Orígenes y funciones del acusativo preposicional El acusativo preposicional ha recibido una atención constante desde los inicios mismos de la lingüística románica, dando origen a una abundantísima literatura en la que las perspectivas explicativas varían según si el fenómeno es considerado exclusivamente con respecto al español o bien como fenómeno panrománico.2 En efecto, el español y el rumano son las dos lenguas en las que el acusativo preposicional se ha extendido y consolidado más ampliamente, pero el fenómeno aparece también en forma más limitada en otras variedades 4 romances, sea a nivel de la lengua estándar (en catalán y portugués), sea a nivel de variedades dialectales o populares (en el caso del ítalo- y del galorromance) (véase Lapesa 1964, Pensado 1995, Rohlfs 1971). 2.1. Tres hipótesis sobre los orígenes del acusativo preposicional A menudo, la cuestión de los orígenes del acusativo preposicional se mezcla con la cuestión de los factores que determinan o favorecen su utilización en las lenguas modernas. Así, hay tres hipótesis principales que pueden reconocerse en la literatura, que asocian la aparición del acusativo preposicional español respectivamente a una analogía con el sujeto (Müller 1971 y muchos otros), a una analogía con el dativo (Meyer-Lübke 1899) y al estatus de tópico o a la prominencia pragmático-referencial (Rohlfs 1971). Estas tres hipótesis se utilizan a la vez como motivación del origen y del uso del acusativo preposicional. Por lo que hace a la analogía con el sujeto, es tradicional considerar que el acusativo preposicional es un procedimiento para impedir confusiones entre sujeto y objeto, un resultado indirecto de la ruina del sistema casual latino y de la generalización de un único caso, que se encuentra precisamente en aquellas regiones de la Romania que pierden más temprana y completamente la oposición nominativo / acusativo (Müller 1971). En efecto, existe una indudable correlación entre el hecho de que el acusativo se convierta muy precozmente en caso universal en el latín de la Península Ibérica y el hecho de que los primeros ejemplos de acusativo preposicional aparezcan en documentos latinos de la misma región, como el ejemplo siguiente, datado por Bastardes Parera (apud Müller 1971: 502) a comienzos del siglo X: (6) uenerunt Gundessaluo et alio bassalo et prendiderunt ad Sancio et a Nunnu Gomiz Hemos señalado más arriba que la comparación tipológica muestra que el marcado diferencial del objeto se rige por las propiedades de animación y/o definitud. Ahora bien, dado que animación y definitud son características universalmente asociadas a los sujetos (Aissen 2000, Keenan 1975), puede suponerse que el marcado diferencial afecta en general a aquellos objetos directos que son “atípicos”, precisamente por presentar características típicas de los sujetos (Comrie 1979, Roegiest 1989). La analogía con el sujeto como base funcional para el fenómeno puede ser defendida, por lo tanto, desde la perspectiva comparativa románica y desde la perspectiva tipológica. Sin embargo, hay un hecho que no encuentra una explicación satisfactoria dentro de este marco. El núcleo inicial de expansión del acusativo preposicional, que en español no conoce excepciones desde los orígenes y que es general en todas las lenguas románicas que lo presentan, está constituido por los pronombres personales tónicos (Rohlfs 1971). Como lo señala Pensado (1995), se trata 5 precisamente del único dominio en el que la distinción entre nominativo y acusativo (o entre caso sujeto y caso oblicuo) se mantiene. La hipótesis de la analogía con el dativo fue esbozada por Meyer-Lübke (1899) en términos funcionales. Según su interpretación, el español distinguiría entre objetos inanimados, afectados por la acción, y objetos animados, interesados por la acción. Así expresada, esta formulación no hace más que constatar que los objetos directos animados llevan una marca que coincide con la de los dativos. Pero la identidad formal parece ir aparejada a una parcial convergencia de función. Por ejemplo, en algunos casos de coordinación de verbos, un mismo sintagma introducido por a puede ser objeto acusativo con respecto a uno y dativo con respecto al otro: (7) (a) No tenían ningún respeto por las mujeres, muchísimo menos por las jovencitas, a las que levantaban las polleras y maltrataban con las injurias más ofensivas (García 1975:93) (b) que tú volverás, como dices, a buscar, a ver y hablar a mi señora, de cuya discreción y cortesía espero más que milagrosos favores (Quijote, 731) Tal convergencia de función no llega, sin embargo, a borrar la diferencia entre objetos directos animados y objetos indirectos, ni siquiera en las variedades del español que presentan inestabilidad casual de los pronombres átonos (véase Folgar 1993, García 1975, Laca 1995). Desde el punto de vista de los orígenes formales del acusativo preposicional iberorománico, es indudable que los casos de neutralización de la oposición entre acusativo y dativo y los casos de vacilación o cambio de régimen de algunos verbos han jugado un papel importante en el surgimiento y desarrollo del fenómeno. La neutralización de acusativo y dativo se da en los pronombres átonos de primera y segunda persona, que tienen una sola forma (me, te). Para algunos autores (en particular H. Meier y G. Reichenkron, apud Lapesa 1964), esta neutralización se extiende a las formas tónicas de los pronombres. La generalización del tipo AD MIHI, que reemplaza al dativo latino sin preposición en las lenguas ibero-románicas y es general en los documentos latinos ibéricos de los siglos VIII a XI (Folgar 1993, Müller 1971, Pensado 1995), para la función de objeto directo sería un reflejo de la indistinción casual de las formas átonas correspondientes. Paralelamente a esta neutralización, que da lugar a las formas que constituyen el primer foco de expansión del acusativo preposicional, encontramos casos de verbos que en latín tardío y medieval presentan un doble régimen, oscilando entre una construcción con acusativo y una construcción con dativo (o con el giro introducido por AD que lo sustituye) . Se trata en particular de las construcciones de AcI dependientes de un verbo causativo o de percepción, como las siguientes: 6 (8) (a) ecclesias...quod nos consecrare iussimus uel restaurare ad pontifice (Müller 1971:499) (b) testificat Duran Raimo de Castro Mero de illo directum quod Durandus uidit prehendere ad Regimundo comite in Valle Senguiz (Müller 1971:500) Conjuntamente con el pasaje de las construcciones de doble acusativo latinas a construcciones con acusativo de cosa y dativo (o AD + acusativo) de persona (Lapesa 1964), y al hecho de que algunos verbos que en latín regían dativo pasan a regir acusativo en el latín tardío, como p. ej. auxiliari, servire (Müller 1971), las antiguas construcciones de AcI constituyen una fuente de alternancias entre objetos con y sin preposición y entre formas dativas y acusativas de los pronombres átonos de tercera persona. Tales alternancias siguen actuando aún hoy en español moderno, y pueden explicar parte de la casuística del acusativo preposicional (véase más abajo §4.3., §4.4.). 3 La hipótesis según la cual el uso del acusativo preposicional está relacionado con una función estilística y es sensible al estatus pragmático-discursivo de la entidad designada por el objeto directo hace desde temprano apariciones esporádicas en la bibliografía. Tanto Niculescu (1959) como Rohlfs (1971) suponen que la construcción sirve en origen para poner de relieve el referente del objeto directo, como una marca de énfasis o insistencia. Uno de los argumentos más importantes que se esgrimen en favor de esta hipótesis es el hecho de que el acusativo preposicional alcance una generalidad máxima - al aparecer en todas las lenguas románicas que lo presentan - en los casos en los que aparece asociado a una dislocación del objeto directo con reduplicación pronominal mediante un clítico, como en los ejemplos siguientes: (9) (a) (b) Assi las escarniremos alas fijas del Campeador (Cid, 2555) A las sus fijas enbraço las prendia (Cid, 275) En estas construcciones, el referente del objeto directo constituye un tópico marcado (tópico tardío en (9a), tópico antepuesto en (9b)): se trata de una entidad conocida, prominente en el discurso, con respecto a la cual se enuncia una proposición. Pensado (1995) infiere de la generalidad panrománica del uso del acusativo preposicional en este tipo de contextos, del hecho de que los pronombres personales tónicos (que, como se ha visto más arriba, constituyen el primer foco de expansión del fenómeno) aparezcan fundamentalmente en función de tópicos, y de los usos de AD en expresiones topicalizadoras atestiguados en latín, que el origen del acusativo preposicional ha de verse en el uso de AD con los pronombres para expresar su topicalización: el acusativo preposicional sería en origen una marca de topicalización. No es fácil ver en qué medida las tres hipótesis mencionadas son mutuamente excluyentes. Es perfectamente posible que el acusativo preposicional haya surgido a la vez en 7 casos en que una marca casual era necesaria para la desambiguación con respecto al sujeto, en casos de vacilación de régimen acusativo/dativo y en casos de topicalización, para gramaticalizarse luego como marca de un tipo particular de objeto directo, cuyo núcleo es la categoría de la persona individualizada. Lo que resulta indudable es (1) que el español presenta marcado diferencial del objeto desde sus orígenes, (2) que este marcado diferencial se presenta bajo la forma especial de marca de dativo en un acusativo, (3) que, como lo veremos a lo largo de este capítulo, la marca diferencial ha sufrido globalmente un proceso de expansión que corresponde a las predicciones de una jerarquía que tiene en cuenta la propiedades de animación y definitud del referente del objeto directo. 2.2. Factores locales y factores globales en el español moderno Para trazar la evolución del marcado diferencial del objeto en español es necesario identificar los factores pertinentes en la distribución de la marca. Sobre la base de lo que sabemos acerca del fenómeno en la lengua contemporánea, la dificultad del problema reside en la gran cantidad de variables potencialmente pertinentes en la distribución, cuya interacción da lugar a clasificaciones cruzadas extremadamente complejas. Por otra parte, ningún análisis, por fino que sea, es capaz de organizar la distribución en forma binaria, en términos de presencia o exclusión obligatoria de la marca: todas las descripciones dejan como resto una zona de variabilidad importante, en la que la marca es opcional, aunque su distribución no sea necesariamente aleatoria y pueda manifestar preferencias cuantitativas más o menos claras. 4 Es aconsejable distinguir dos tipos de factores pertinentes, los que atañen a las propiedades del sintagma que ocupa la posición de objeto, a los que llamaremos factores locales, y los que atañen al contexto en el que aparece, a los que llamaremos factores globales. Las descripciones del marcado diferencial del objeto en términos de las escalas de animación y de definitud (véase más abajo) privilegian los factores locales. La pertinencia de estos factores queda demostrada por la constitución de la zona de obligatoriedad de la marca en la lengua actual; en efecto, el acusativo preposicional introduce necesariamente los pronombres personales, los pronombres interrogativos, relativos e indefinidos marcados léxicamente como humanos y los nombres propios de personas y animales, como se ve en (10) : (10) (a) Te vio a ti /*Te vio ti (b) ¿A quién vio María?/*¿Quién vio María? (c) aquella mujer, a quien nunca había visto antes/ *aquella mujer, quien nunca había visto antes (d) Vio a alguien /*Vio alguien (e) No vio a nadie /*No vio nadie (f) Vio a María /*Vio María 8 Sin embargo, los factores locales pueden ser inherentes (léxicos) o contextuales (referenciales), lo que introduce ya en este nivel una posibilidad de variación. En efecto, una pieza léxica clasificada como nombre propio de persona puede no ir introducida por la marca cuando contextualmente, por metonimia, denota una entidad inanimada (11a) o bien cuando no funciona como nombre propio, sino como nombre común (11b): (11) (a) (b) Dejó Kant para más adelante y siguió leyendo a Schopenhauer Veían en cada hombre abatido (a) un Hércules La variabilidad está generada en estos casos por el contraste entre las propiedades inherentes de una expresión y las propiedades referenciales asociadas a su uso e interpretación en un contexto dado. En lo que concierne a los factores globales, sabemos que en la lengua actual el dominio de la imposibilidad de la marca, que abarca en principio los objetos no animados, puede resultar restringido por toda una serie de factores contextuales. Los factores locales que en principio excluyen la marca en (12a-d) pueden ser dominados por factores globales que la hacen opcional, 5 entre ellos la naturaleza léxica del verbo (13a), la presencia de una predicación secundaria referida al objeto (13b), la posición preverbal del objeto (13c) y la reduplicación clítica, extendida en algunas variedades hispanoamericanas (13d): (12) (a) (b) (c) (d) Cosechó (*a) la cebada Fotografió (?*a) los árboles El sol iluminaba (?*a) la sacristía Abandonaron (*a) los barquitos de papel (13) (a) (b) (c) (d) El girasol supera ?(a) la cebada en rendimiento La tormenta dejó ?(a) los árboles sin hojas A la sacristía la traspasaba un buen sablazo de sol (Roegiest 1980:146) Los dejaban abandonados ?(a) los barquitos de papel A estos factores globales oracionales se añaden factores supra-oracionales que tienen que ver con la organización textual. En efecto, la alta topicidad de un referente y/o la correferencia con menciones previas parece justificar esporádicamente la aparición de la marca ante objetos inanimados: (14) (a) Una vez, atravesando el Pont Neuf, vi al barquito en cuestión (Laca 1995:83) (b) La NASA sigue haciendo esfuerzos por localizar la nave perdida el mes pasado. Ojalá y se recupere a esta nave -sostuvo el vocero de este organismo (Company en prensa) Tanto los estudios tradicionales como los estudios más recientes sobre el marcado diferencial 9 del objeto directo coinciden en considerar que los factores de mayor pertinencia en la distribución son los factores locales, en particular la animación y la definitud del objeto (Bello 1847 : §889, Fernández Ramírez 1986, Folgar 1993). En la lengua contemporánea, los objetos directos humanos y definidos son introducidos por la preposición en la abrumadora mayoría de los casos, los objetos directos no animados sólo lo son excepcionalmente, y existe una variabilidad considerable en lo que concierne al tratamiento de los objetos directos humanos indefinidos y de los objetos directos animados no humanos. La variabilidad en el caso de los objetos directos humanos indefinidos parece estar asociada a factores de índole referencial, que se subsumen a menudo bajo el término por lo demás polivalente de “especificidad”. A partir de los contrastes intuitivos percibidos entre pares mínimos como (15a-b) y (16a-b), puede suponerse que hay dos factores principales en juego, el ámbito de la expresión objeto con respecto a otros operadores presentes en el contexto oracional y la anaforicidad de la expresión objeto con respecto a un referente de discurso introducido previamente (Brugè y Brugger 1994, Laca 1995). (15) (a) (b) Juan busca *(a) un estudiante que habla francés Juan busca (a) un estudiante que hable francés (16) (a) En la fiesta había estudiantes y gente de más edad. Juan conocía a muchos estudiantes (b) En la fiesta había estudiantes y gente de más edad. Juan conocía muchos estudiantes La presencia obligatoria de a en correlación con el modo indicativo de la relativa en (15a) muestra que la marca es necesaria cuando la expresión objeto escapa al contexto intensional creado por el verbo buscar y está asociada por lo tanto a una implicación de existencia que es independiente del universo epistémico de Juan. El modo subjuntivo de la relativa en (15b), que expresa la dependencia de la expresión con respecto al contexto intensional, es compatible con la presencia o ausencia de la marca.6 En (16b), la ausencia de a bloquea la interpretación anafórica según la cual los estudiantes que conoce Juan son un subconjunto de los que están presentes en la fiesta (equivalente a muchos de los estudiantes), mientras que en (16a) ambas interpretaciones (anafórica y no anafórica) son posibles. Este tipo de contraste muestra que, en la lengua contemporánea, la ausencia de la marca ante un objeto humano e indefinido excluye las interpretaciones específicas, tanto en el sentido de independencia de ámbito como en el sentido de anaforicidad de la expresión, mientras que su presencia constituye el caso neutro, compatible con interpretaciones específicas o inespecíficas en cualquiera de los dos sentidos. 3. Hacia un análisis de la evolución del marcado diferencial del objeto directo Ya de una comparación superficial de los primeros textos castellanos con la situación en la 10 lengua actual se desprende que el marcado diferencial del objeto directo ha sufrido globalmente un proceso de expansión, y se ha generalizado a toda una serie de contextos nuevos. En este sentido puede hablarse de un fenómeno de gramaticalización del acusativo preposicional. 7 Para la determinación de un proceso de expansión linear, la distinción de una zona de obligatoriedad, de una zona de opcionalidad y de una zona de exclusión resulta indispensable: puede suponerse que la expansión linear llevará a un aumento de la zona de obligatoriedad y a una disminución de la zona de exclusión, mientras que la zona de variabilidad perderá terreno en un sentido (por el aumento de la zona de obligatoriedad) y lo ganará en otro (por la disminución de la zona de exclusión). Esto corresponde a una concepción del cambio sintáctico que se produce en ondas, “donde la alta frecuencia o casi saturación de un contexto precede a la extensión a un segundo contexto...; la alta frecuencia en el segundo contexto...hace posible...la extensión a un tercer contexto, etc. “ (García y van Putte 1995: 119-120). El resto de este capítulo está dedicado a trazar el proceso de expansión a través de 10 textos castellanos comprendidos entre los siglos XII y XIX. En la Sección 3.1 presentamos el corpus estudiado, en la Sección 3.2. presentaremos la hipótesis que se trata de evaluar en nuestro análisis, así como algunas de las decisiones que hemos adoptado en el tratamiento del material. La Sección 4 está dedicada a la exposición y al comentario de los resultados obtenidos. 3.1 El corpus El corpus examinado está constituido por los textos que enumeramos a continuación, indicando los fragmentos que se han tenido en cuenta para cada texto. Estos se han seleccionado tratando de garantizar extensiones comparables y la consideración de muestras representativas del texto en cuestión. Siglo XII • Poema de mio Cid (Cid), versos 8-453, 1085-1487, 2278-2752 Siglo XIV • Don Juan Manuel, El Conde Lucanor (Lucanor), pp. 45-169 Siglo XV • Fernando de Rojas, La Celestina (Celestina) pp. 85-120, 138-148, 171-186, 211-221, 238-248, 255-265, 283-294, 301-313. Siglo XVI • Lazarillo de Tormes (LT) • Documentos lingüísticos de la Nueva España (DLNE XVI), documentos 1, 3, 5, 7, 9, 11, 13, 15, 17, 19, 21, 23, 25, 27 Siglo XVII • Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (Quijote) Primera parte, 11 Cap. 1-12, Segunda parte, Cap. 1-20 Siglo XVIII • Leandro Fernández de Moratín, La comedia nueva y El sí de las niñas (CN/Sí) pp. 62-255 • Documentos lingüísticos de la Nueva España (DLNE XVIII), documentos 177, 179, 181, 183, 185, 187, 189, 191, 193, 197, 199, 201, 203, 205, 207, 209, 211, 213, 215, 217, 219, 221, 223, 225, 230, 232, 234, 236, 238, 240, 242, 244, 246, 248, 250, 252, 254, 256, 258 Siglo XIX • J.J. Fernández de Lizardi, El periquillo sarniento (Periquillo) pp. 103-206 • Juan de Valera, Pepita Jiménez (Pepita) pp. 135-223 Se trata de un corpus mínimo, establecido sobre la base del corpus común adoptado para los diferentes capítulos que integran este volumen. No me ha parecido necesario ampliarlo, en virtud de (1) la alta densidad de aparición de la categoría estudiada, (2) el hecho de que los resultados obtenidos sean coherentes con lo que sabemos a partir de estudios anteriores. Sin embargo, hay que insistir en el carácter limitado de la visión que nos proporciona este corpus y en la necesidad de estudios ulteriores que puedan completar y precisar los resultados que presentamos. 3.2. El análisis Partiendo de la distinción establecida más arriba entre factores locales y factores globales en el uso del acusativo preposicional, el análisis se efectúa en dos etapas. En una primera etapa se han tenido en cuenta los factores locales, es decir las propiedades del objeto directo en cuestión, para las que se ha desarrollado una taxonomía lo más fina posible, que presento a continuación. Esta taxonomía proporciona la base para el estudio cuantitativo de la expansión. En una segunda etapa se estudia la influencia de los factores globales, mediante un análisis cualitativo de la presencia de la marca en casos particulares. 3.2.1. Identificación de las categorías pertinentes El problema taxonómico que plantea la coincidencia formal de acusativos preposicionales y dativos y su asociación con la variabilidad casual de los clíticos ha sido resuelto de modo uniforme. Considero que un verbo que rige un sintagma introducido por a rige un objeto acusativo (y clasificado por lo tanto el sintagma en cuestión como acusativo preposicional) si dentro del mismo texto el verbo en cuestión: (i) rige también sintagmas no introducidos por a, (ii) rige clíticos acusativos, (iii) aparece en forma participial con el argumento en cuestión como sujeto, sea en construcciones pasivas o absolutas, 12 (iv) aparece en forma reflexiva con el argumento en cuestión como sujeto. Así, por ejemplo, considero que servir en el Cid rige un objeto acusativo en razón de la existencia de las construcciones ejemplificadas en (17): (17) (b) (c) (a) Mando uos los cuerpos ondrada mientre seruir & vestir (Cid, 1871) E seruir lo he sienpre mientra que ouisse el alma (Cid, 1820) Deuos bien so seruido , & tengom por pagado (Cid, 2152) Desde los orígenes, la correlación dominante es, sin duda, la que se da entre la presencia de la marca y la animación. Esto me ha llevado a tratar sistemáticamente: a) los casos de presencia de la marca, y b) los casos de ausencia ante objetos humanos o animados. Los casos de ausencia de la marca ante objetos inanimados sólo resultan pertinentes cuando se registran dentro del mismo texto casos paralelos de objetos inanimados introducidos por la marca. Una segunda correlación que se entrecruza con la primera tiene que ver con la clase léxica a la que pertenece el objeto: los pronombres personales tónicos y los nombres propios aparecen o pueden aparecer precedidos por la marca, sean o no animados. En cuanto a los pronombres personales tónicos, no he constatado ningún caso de ausencia de la marca: desde el Cid, éstos aparecen en el 100% de los casos introducidos por la preposición. 8 La correlación con los nombres propios hace necesario tratar sistemáticamente los nombres propios inanimados, en particular los nombres propios geográficos. En la clasificación me he guiado por las propiedades léxicas inherentes de los sintagmas nominales. Así, por ejemplo, he clasificado como nombre propio todo sintagma nominal que contiene un nombre propio como núcleo o como aposición, 9 y como humano todo sintagma nominal cuyo núcleo es un sustantivo clasificado léxicamente como humano. Sólo en una segunda etapa del análisis he tenido en cuenta las propiedades referenciales de las expresiones en contexto, precisamente cuando éstas divergen de las propiedades léxicas, como en los ejemplos (18a), en el que el nombre propio es utilizado como denotación de una clase, y (18b), en el que el sintagma refiere por metonimia a una entidad no animada (las obras o escritos del filósofo): (18) (a) A otro Berrio, primo hermanode Delgadillo, embiaron con el mesmo cargo a la provjncia de los Çapotecas (DLNE XVI, 7, +++) (b) ¿No as leydo el filósofo do dize: ansí como la materia apetece a la forma, ansí la mujer al varón? (Celestina, 102) 3.2.2. Las categorías de la escala de animación/definitud Recientemente, Aissen (2000) ha propuesto dos escalas para dar cuenta del marcado diferencial del objeto, una escala de animación y una escala de definitud, que en lenguas como 13 el español, en las que el marcado está determinado por ambas escalas, interactúan en un modo que puede ser formalizado como un orden parcial resultante del producto de ambas escalas. 10 (19) (a) Animación : Humano > Animado > Inanimado (b) Definitud : Pronombre > Nombre propio > Definido > Indefinido específico > No-específico (c) Animación x Definitud : (i) Pronombre Humano > (ii) Nombre propio Humano || Pronombre Animado > (iii) Definido Humano || Nombre propio Animado || Pronombre Inanimado >(iv) Humano Indefinido específico || Animado Definido || Nombre propio Inanimado > (v) Humano no-específico || Animado Indefinido específico || Inanimado Def > (vi) Animado no-específico || Inanimado Indefinido específico > (vii) Inanimado no-específico El orden parcial en (19c) es una jerarquía de niveles que va del más susceptible a ser introducido por la marca (i) al menos susceptible (vii). Un nivel puede comprender más de un elemento, en cuyo caso los elementos no están ordenados entre sí. La jerarquía obtenida permite formular predicciones de tipo implicativo con respecto a la obligatoriedad, opcionalidad o imposibilidad de la marca en un estado de lengua dado. Para dos tipos de objeto x e y, tales que x es superior a y en la jerarquía, si la marca es posible para un objeto de tipo y, lo será también para todos los objetos de tipo x; si la marca es obligatoria para un objeto de tipo y, lo será también para todos los objetos de tipo x; y si la marca es imposible con todos los objetos de tipo x, lo será también con todos los objetos de tipo y. Lo más importante para nuestros fines es que la jerarquía permite además formular predicciones con respecto a la evolución diacrónica del marcado diferencial: idealmente, la expansión del empleo de la marca debería poder correlacionarse con los niveles allí definidos, que corresponderían a etapas sucesivas del proceso de generalización. Esta es la hipótesis principal que nos interesa examinar en el presente estudio. Para el análisis del corpus, he adoptado sin modificaciones la escala de animación (19a). Sin embargo, la escala de definitud (19b) hace necesarias algunas precisiones con respecto a la definición de las categorías empleadas. En lo que concierne a los pronombres, hay que tener en cuenta que más allá de la categoría central de los pronombres personales, hay toda una serie de sintagmas nominales que comparten con ellos la propiedad de carecer de núcleo léxico nominal. Se trata esencialmente de los elementos qu- interrogativos o relativos (qué, quién, que, quien, el cual, etc.), de los cuantificadores escuetos (alguien, nadie, algo, etc.) y de los así llamados “usos pronominales” de los determinantes en sintagmas nominales sin núcleo léxico, como los ilustrados en (20): (20) (a) con tal pausa que molestan a los que los atienden (Periquillo, 118) (b) mas si escucháis a uno que lee con sonsonete o mascando las palabras (Periquillo, 119) (c) que el joven ocioso, vicioso y pobre ande estafando a éste, petardeando a aquél, y haciendo a todos las trácalas que puede (Periquillo, 141) 14 (d) 154) o hacerlos que tengan buenos amigos o que no tengan ninguno (Periquillo, Ahora bien, de mis materiales se desprende que la carencia de núcleo léxico sustantivo es potencialmente una variable pertinente en la distribución de la marca (véase más abajo §4.1). Se hace necesario distinguir aquí los sintagmas constituidos por un elemento inherentemente pronominal (que no admite la construcción con un núcleo léxico sustantivo), el cual a su vez puede estar léxicamente especificado como [Hum], alguien, nadie o [Inan] algo, nada . Además hay que tener en cuenta el hecho de que la interpretación “por defecto” (no anafórica) de los usos pronominales de los determinantes les asocia el rasgo [Hum] (véase 20a-c) y el hecho de que la oposición definido/indefinido es perpendicular al dominio, es decir que tenemos usos pronominales tanto de los definidos (20a-c) y como de los indefinidos (20b-d). Con respecto a las categorías [Def] e [Indef], no cabe duda de que una definición extensional de los definidos debe comprender los sintagmas nominales introducidos por el artículo definido, por los demostrativos y por los posesivos, y que una definición extensional de los indefinidos debe comprender los sintagmas nominales introducidos por el artículo indefinido, por los numerales y por otros cuantificadores de fuerza existencial, como algunos, muchos, pocos, etc. Sin embargo, los cuantificadores de fuerza universal, todos, cada, ambos, que las gramáticas clasifican tradicionalmente como “indefinidos”, plantean un problema particular. En efecto, si la escala de definitud pertinente, como lo sugiere Aissen (2000), tiene que ver con la medida en la que el valor asignado al referente de discurso introducido por el sintagma nominal es fijo, es claro que los cuantificadores de fuerza universal deben ocupar un lugar más alto en la escala de definitud que los indefinidos existenciales. En cualquier modelo sólo puede haber un conjunto que verifique una proposición que contiene una expresión del tipo todo/cada N, precisamente el conjunto de todos los N, y en ese sentido el valor de la expresión es más fijo que el de los cuantificadores existenciales, que pueden ser verificados por diferentes conjuntos de N de la cardinalidad indicada. Por otra parte, es bien sabido que los universales se comportan como los definidos con respecto a los “efectos de indefinitud”, en particular con respecto a su imposibilidad de figurar como argumentos de la construcción existencial: (21) (b) (a) Había un/tres/algunos/muchos estudiante(s) en la reunión *Había los/esos/mis/ambos/todo(s) (los) estudiante(s) en la reunión Por esas razones he excluido a los universales ([Univ]) del dominio de los indefinidos, consagrándoles en este estudio un tratamiento particular. 11 Por fin, el comportamiento de los sintagmas nominales sin determinantes diverge de modo crucial del de los indefinidos existenciales, tanto en lo que hace a sus propiedades de ámbito y de anaforicidad, con respecto a las cuales se revelan siempre como no-específicos, como en su distribución sintáctica (véase Laca 1989, 1999, Dobrovie-Sorin y Laca 2000), lo que hace aconsejable tratarlos como una categoría aparte (que indicaremos por [0]). 15 En cambio, he preferido en una primera etapa del análisis no aplicar la distinción específico/no-específico a los sintagmas introducidos por determinantes. No es claro que esta distinción no deba aplicarse igualmente a los definidos, 12 y su aplicación a los existenciales, al exigir una dosis importante de interpretación textual, no se presta al tratamiento cuantitativo de un corpus considerable. De estas consideraciones resulta la siguiente versión modificada de la escala de definitud: (22) Definitud : Pronombre personal> Nombre propio > Definido || Universal > Indefinido existencial ([Indef]) > Sin determinantes [0] Dentro de las categorías [Def], [Univ] e [Indef] distinguiré los sintagmas que presentan un núcleo léxico nominal, que indicaremos como [-PRO] (23a-c), los que no tienen ni pueden tener un núcleo léxico nominal [+PRO] (24a-b) y los que no presentan un núcleo léxico nominal, que puede sin embargo ser recuperado del contexto, a saber, los “usos pronominales” de los determinantes [±PRO] (25a-e). (23) (a) Reçiba a myos yernos commo el pudier meior (Cid, 2637) (b) Commo sirua a doña Ximena & ala[s] fijas que ha E a todas sus duenas que con ellas estan (Cid, 384-385) (c) Et en apartándose de la otra gente, llamó a una manceba de su casa (Lucanor, 97) (24) (a) (b) (25) (a) ¿Y a éstas llamas señales de salud? (Celestina, 178) (b) Tú eres público delinquente y mataste a los que son privados (Celestina, 289) (c) Cinco escuderos tiene don martino, atodos los cargaua (Cid, 187) (d) y antes recibir a mí con esta saya rota que a otra con seda y brocado (Celestina, 177) (e) Abatio a vij & a iiij mataua (Cid, 2397) -Elicia, Elicia, cátale aquí - ¿A quién, madre? (Celestina, 105) que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie (Quijote, 767) Por último, las particularidades de la distribución con los pronombres relativos justifican que se los trate separadamente. Nótese que la escala de definitud adoptada, en particular por la decisión de distinguir los universales y los sintagmas nominales sin determinantes y de tener en cuenta la presencia o ausencia de un núcleo léxico, trae consigo una multiplicación considerable de las categorías en juego. No me ha parecido aconsejable refinar aún más la taxonomía añadiendo las variables de referencia singular o plural, que algunos estudios sugieren como variables pertinentes en la distribución (Calderón 1994, García y van Putte 1995, Kliffer 1995 entre otros). 4. La evolución del marcado diferencial 16 4.1 Evolución global con los nombres propios y con los sintagmas nominales humanos y animados Los datos cuantitativos globales presentados en las Tablas 1, 2 y 3 tienen en cuenta la distribución con respecto a los nombres propios y a los objetos humanos y animados, que han sido computados en su totalidad. La Tabla 1 presenta los porcentajes de ocurrencia de la marca en cada una de las categorías distinguidas. En ella se señala con § el hecho de que la categoría no aparece documentada como objeto directo sintagmático en el texto en cuestión (así, por ejemplo, no hay ninguna ocurrencia de objetos directos constituidos por un nombre propio animado no humano en Lucanor, etc.). La Tabla 2 da las frecuencias absolutas correspondientes de aparición de la marca, indicando entre paréntesis el total de ocurrencias de la categoría en cuestión. La Tabla 3 presenta los porcentajes por siglo, eliminando las categorías representadas en menos de la mitad de los textos y dando entre paréntesis el total de ocurrencias de la categoría (n=100%). Recordemos que no se han recogido en las tablas los pronombres personales tónicos, que desde el Cid aparecen precedidos por la marca en el 100% de los casos (INTEGRAR AQUI TABLAS 1, 2 y 3) Dado el elevado número de variables en juego, junto con el hecho de que los totales para una misma categoría de objetos varía enormemente de un texto a otro (por ejemplo, frente a 65 ocurrencias de [Nom Prop Hum] en el Quijote tenemos apenas 4 en CN/Sí y una en LT, frente a 16 ocurrencias de [Anim Def -PRO] en DLNE XVIII tenemos apenas 3 en DLNE XVI, etc.) y que las categorías no están uniformemente distribuidas en un mismo texto (por ejemplo, las 87 ocurrencias de [Hum Def -PRO] en DLNE XVI contrastan con sólo 3 ocurrencias de [Anim Def -PRO] en el mismo texto, etc.), los porcentajes no siempre son muy reveladores. Por ello hay que atribuir gran importancia al análisis cualitativo (véase más abajo §4.4. y §4.5), en el que presto particular atención a los factores globales y que desarrollo para cada texto en particular. Lo primero que permiten ver las tablas es un aumento prácticamente constante de la presencia de la marca ante los objetos [Hum Def -PRO]. De un 36% (13/36) en el Cid, la marca llega casi al 60% (38/65) en la Celestina, alrededor del 70% en los textos del XVI y se mantiene entre el 80 y el 100% a partir del XVII. Es decir que los ejemplos del tipo (27) son decididamente mayoritarios con respecto a los del tipo (26) desde el siglo XV. (26) (a) (b) (c) Esperad la vieja y yd por buenas albricias (Celestina, 221) Véis aquí su mozo y la llave de la puerta (LT, 179) mis padres habían citado los padrinos, y no pobres (Periquillo, 107) (27) (a) ¿Fuese la moça que esperava al ministro? (Celestina, 146) 17 (b) (c) en una huerta vi a mi amo en gran recuesta con dos rebozadas mujeres (LT, 159) procuraban entretener al niño con cuentos (Periquillo, 114) Sólo hay un retroceso aparente en CN/Sí, que disminuye si eliminamos dos ocurrencias de ausencia de la marca ante objetos de esta categoría, que puede ser justificada por el contexto sintáctico en el que aparecen, lo que deja un 81% de aparición de la marca: (28) cata el coche de colleras y el mayoral Gasparet con sus medias azules y la madre y el novio que vienen por ella (CN/Sí, 193) 13 Con los objetos [Hum Indef -PRO], la ocurrencia de la marca es prácticamente inexistente hasta los documentos del XVI, en los que aparece en un promedio de 13% de los casos (16% (1/6) en Lazarillo y 11% (6/53) en DLNE XVI). En los siglos anteriores, oscila entre el 0 y el 6%. Experimenta un brusco aumento en los textos del XVII y del XVIII, en el que los porcentajes de aparición se vuelven entre tres y cuatro veces más altos, para volver en apariencia a retroceder en el XIX. En términos generales, los ejemplos del tipo (30) son decididamente minoritarios con respecto a los del tipo (29) hasta el siglo XVII, en el que alcanzan una frecuencia comparable, sin llegar a superarlos claramente (salvo en un texto particular del XVIII): (29) (a) (b) no dudo que hallará muy presto un hombre de bien que la quiera (CN/Sí, 131) no sabía yo que tenía por condiscípulo un tan buen físico como tú (Periquillo, 193) (30) (a) y no es justo insultarle porque quiere bien a una mujer tan digna de ser querida (CN/Sí, 220) no podía menos que conmoverme al ver a un pobre que se levantaba rengueando (Periquillo, 188) (b) Nótese que las frecuencias alcanzadas en el XVII (39%) y XVIII (un promedio del 60%) son comparables a las alcanzadas por la categoría [Hum Def -PRO] en los siglos XIII y XV. Con los objetos [Anim Def -PRO] puede constatarse un aumento, sin llegar a porcentajes comparables a los de la categoría [Hum Indef -PRO], salvo en el XIX. Sin embargo, los totales son muy bajos (una única ocurrencia justifica el 50% en CN/Sí) y el aumento no es constante. Con los objetos [Anim Indef -PRO], la marca está prácticamente excluida (una única ocurrencia justifica el 33% en CN/Sí). 14 Con animados no-humanos, los ejemplos del tipo (32) son minoritarios con respecto a los del tipo (31) en la totalidad del corpus examinado: (31) (a) (b) con esa misma invención le sacó el caballo de entre las piernas aquel famoso ladrón llamado Brunelo (Quijote, 685) voy a ensillar mi caballo (Periquillo, 175) 18 (32) (a) (b) de manera que me dejó a caballo sobre ella, y me saco debajo de mí al rucio (Quijote, 685) no manifestaban tanta complacencia cuando señalaban a los animales con el fuego (Periquillo, 188) Con los objetos [Hum 0], la marca aparece esporádicamente desde el XV, sin alcanzar nunca porcentajes comparables a los de la categoría [Hum Indef -PRO]. No puede hablarse de un aumento en la aparición de la marca, ya que el 20% (1/5) alcanzado en el XIX no es sensiblemente superior al 16% (2/12) alcanzado cuatro siglos antes. 15 Con los objetos [Anim 0], la marca es inexistente. La regla son, por lo tanto, ejemplos como los ilustrados en (33): (33) (a) (b) (c) (d) y no quieren ver en sus casas hombres virtuosos (LT, 178) y allí llamaron gente de los amigos de don Hernando (DLNE XVI, 7.+++) y al desfacer agravios, socorrer viudas, amparar doncellas, de aquellas que andaban con sus azotes y palafrenes (Quijote, 141) ¿trae consigo criados, amigos o deudos que le quiten la primera zambullida que le amenaza? (Cn/Sí, 194) Aunque la categoría no está representada en todos los textos, la decisión de separar los objetos [Univ] de los [Indef] se ve justificada por el hecho de que los porcentajes de presencia de la marca en el Cid superan con mucho al de los [Indef] y se acercan o superan incluso a los de los [Def] en el caso de objetos con núcleo léxico (-PRO). Más aún, en el caso de objetos [Univ] sin núcleo léxico, la presencia de la marca es prácticamente categórica desde el Cid. Con los [Univ], los ejemplos del tipo (34) son minoritarios con respecto a los del tipo (35) prácticamente desde los orígenes, salvo la excepción de Lucanor: (34) (a) mandó llamar quantos buenos omnes eran con él, para judgar quál dellos lo fiziera mejor (Lucanor, 113) (b) que estavan determinado de dar en los que quedasen y morir, o acabar todos los españoles para quedar libres en su tierra (DLNE XVI, 7.+++) (c) y del mismo modo...pudiera pintar y describir todos cuantos caballeros andantes andan en las historias del orbe (Quijote, 50) (35) (a) Cinco escuderos tiene don Martino, a todos los cargaua (Cid, 187) (b) buscavan maneras de prender a los dichos tesorero y contador para justiçiallos a todos quatro (DLNE XVI, 3. +++) (c) se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquiera calidad y condición que fuesen (Quijote, 89) 19 La ausencia de núcleo léxico favorece claramente la presencia de la marca con objetos [Hum Def]. Con una única excepción, LT, los porcentajes de presencia de la marca, que se mantienen prácticamente constantes, son más altos que con los objetos correspondientes con núcleo léxico. Los casos más típicos son los ejemplificados en (36): (36) (a) (b) (c) Los de myo Çid a los de Bucar de las tiendas los sacan (Cid, 2402) y honrran tanto a los que tenian por saçerdotes, que entre ellos llaman papas (DLNE XVI, 1+++) no venga alguno y nos halle a los tres llorando como chiquillos (Cn/Sí, 217) La diferencia entre los porcentajes, considerable en los primeros tres textos, se va reduciendo como resultado del aumento de la frecuencia con la categoría [Hum Def -PRO]. La misma situación se repite para los objetos [Hum Indef], en la que la preposición empieza a aparecer en casos de ausencia de núcleo léxico: (37) (a) (b) 177) (c) Abatio a vij & a iiij mataua (Cid, 2397) y antes recibir a mí con esta saya rota que a otra con seda y brocado (Celestina, y no es buena manera de saludar un hombre a otro (LT, 173) Con los pronombres en sentido estricto, la presencia de la marca es prácticamente categórica: (38) (a) -Elicia, Elicia, cátale aquí - ¿A quién, madre? (Celestina, 105) (b) que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie (Quijote, 767) Con la categoría [Nom Prop Hum] la presencia de la marca es constante desde los primeros textos: (39) (a) Matastes a Bucar & arrancamos el canpo (Cid, 2458) (b) Et fue veer a don Pero Meléndez, et contol la falsedat que dél le dixieron (Lucanor, 123) (c) halló y a Melibea, de cuyo amor preso, començabale de hablar (Celestina, 85) Los porcentajes inferiores al 100% corresponden a un único ejemplo excepcional en el Cid (comentado en García y van Putte 1995: 125) y a un único ejemplo, citado más arriba, en CN/Sí. En el Periquillo, corresponden a dos ejemplos coordinados en el que los nombres propios en cuestión funcionan como sustantivos comunes: (40) y ya tenéis en cada una de éstas una Omphale y en cada hombre abatido un Hércules (Periquillo, 151) En DLNE XVI y en DLNE XVIII la falta de la marca en esta categoría corresponde respectivamente a un nombre propio introducido por el artículo indefinido que indica en este 20 caso la no familiaridad de su referente (41a), a la referencia metonímica a inanimados, en las que los nombres propios funcionan como comunes (41b-c) y a un caso de objeto directo que sigue a un dativo (41d). 16 Otras dos excepciones se encuentran ante nombres que empiezan por a. 17 (41) (a) (b) (c) (d) entre los quales embió un Christoval dOlit con un armada de navios (DLNE XVI, 7, +++) mirando un Santo Christo que estaba en dicha sala dixo (DLNE XVIII, 201, +++) Y que en el braso derecho tiene pintada una figura que él dise ser aguila i a ella le parese el diablo con sus pies de gallo, i en el pecho un christo de Chalma i una santa Gertrudis (DLNE XVIII, 242, +++) pidio a la casera Estefana, cuyo apellido ignora, su hijo Ygnacio para que le acompañara (DLNE XVIII, 242, +++) La expansión del uso de la marca con los objetos humanos y animados parece por lo tanto seguir la jerarquía siguiente: [Pronombre Personal] > [Nombre Propio Humano/Animado] > [Humano Universal PRO] || [Humano Definido PRO] > [Humano Universal -PRO] || [Humano Definido -PRO] > [Humano Indefinido PRO] > [Humano Indefinido -PRO] > [Animado Definido -PRO] > [Animado Indefinido] || [Hum 0] > [Anim 0] Nótese que en el corpus examinado no hay diferencias entre los nombres propios de seres humanos y los de animados no humanos (éstos últimos, empero, aparecen sólo en 2 textos). Dos hechos requieren una explicación: el hecho general de que la ausencia de núcleo léxico favorece la presencia de la marca y el retroceso aparente de la presencia de la marca con objetos de la categoría [Hum Indef -PRO] en los textos del XIX. En lo que concierne al primero, suponemos que la explicación debe buscarse en la alta anaforicidad de los sintagmas nominales sin núcleo léxico. El retroceso aparente de la categoría [Hum Indef -PRO], como veremos, no es más que una ilusión provocada por la incidencia de un factor global especial en la muestra del siglo XVIII que alcanza un porcentaje particularmente elevado (DLNE XVIII con un 75%). 2.2. Las construcciones de relativo Las construcciones de relativo con antecedente explícito se caracterizan por el hecho de que la distribución de la marca se orienta claramente por el tipo de pronombre relativo en cuestión. En efecto, el relativo que no aparece nunca precedido por la marca, aunque se refiera a antecedentes humanos.18 Por el contrario, los pronombres relativos el/la/los/las cual(es) y quien aparecen desde los primeros textos mayoritariamente introducidos por la marca, como en los ejemplos siguientes: (42) (a) tenía a otro consigo llamado CRITO, al qual escondieron (Celestina, 85) 21 (b) (c) (d) (e) (f) Dezíme si os hallastes presentes en la desconsolada respuesta de aquella a quien vosotros servís y yo adoro (Celestina, 186) y vinjeron sobrel fator con mano armada, al qual combatyeron y prendieron, (DLNE XVI, 3, +++) embió a esta Nueva Spaña por juez de residençia, al qual resçibio por vuestra majestad haviendo visto las provisiones reales que traya (DLNE XVI, 7, +++) no pensaba dejar persona viva en el castillo, eceto aquellas que él le mandase, a quien por su respeto dejaría (Quijote, 62) y, acomodándole en la caballeriza, volvió a ver lo que su huésped mandaba, al cual estaban desarmando las doncellas, que ya se habían reconciliado con él (Quijote, 53) La marca aparece ante estos pronombres aunque no haya referencia a humanos o animados. En efecto, los pronombres relativos en cuestión son una fuente importante de aparición de la marca ante inanimados: (43) (a) (c) (d) (e) Bien me agradan tus palabras , si tales toviesses las obras, a las quales spero para averte de creer (Celestina, 215) (b) que tenía entre dos rebanadas apretado el nabo, al cual aún no había conocido (LT, 124) y no eran sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedra entretejidase (Quijote, 130) Delante de todos venía un castillo de madera, a quien tiraban cuatro salvajes (Quijote, 834) estos mismos tres ejemplares, relativamente a uno, componen una triplicada cantidad, a la cual podemos llamar mucho (CN/Sí, 109) Sin embargo, la presencia de la marca, aunque mayoritaria, no es obligatoria incluso cuando hay referencia a humanos: (44) (a) (b) syno que heran amjgos del fator y veedor, los quales agora han mandado soltar syn pena. (DLNE XVI, 3, +++ y los frayles pidieronle al veedor, el qual antes no les avia querido dar DLNE XVI, 3, +++) Estos datos corresponden en líneas generales a los que presenta Fernández Ramírez (1986: 161) para la lengua contemporánea, en particular en lo que toca a la exclusión de la preposición ante que. De hecho, se sabe que esta forma presenta resistencia no sólo a la marca de acusativo preposicional, sino a toda otra preposición (véase Real Academia Española 1983: 529). La explicación debe buscarse, como lo sugiere Aissen (comunicación personal), en el estatus de que como complementante (conjunción) y no como auténtico pronombre relativo. 2.3. La presencia de la marca con objetos inanimados Desde los primeros textos, la marca aparece opcionalmente con nombres proprios 22 referidos a inanimados, en particular con los topónimos (45a-b): (45) (a) (b) Assiniestro dexan a Griza que Alamos poblo (Cid 2694) Myo Çid gaño a Xerica & a Onda & Al menar (Cid 1092) En el Cid, la presencia de la marca llega en estos casos a un 38%, porcentaje que es muy inferior al de los Nombres propios referidos a humanos y animados y que se acerca al de los objetos de la categoría [Hum Def -PRO] en el mismo texto. Este porcentaje llega al 100% en Lucanor y Quijote, pero los totales de ocurrencias son muy bajos (respectivamente 3 y 1, frente a las 39 ocurrencias en el Cid). Lamentablemente, los otros textos no presentan ninguna ocurrencia de la categoría. Monedero Carrillo (1978) y Folgar (1993) presentan hipótesis opuestas sobre los factores que determinan la presencia de la marca ante topónimos en la lengua medieval. Para la primera, la presencia de la marca iría ligada a la personificación del topónimo, a la naturaleza de la acción del verbo y a la puesta en relieve del objeto. Para el segundo, se trata en cambio de motivos rítmicos, en los que la marca alternaría con la presencia de un determinante para obtener un mismo patrón rítmico y acentual. Los materiales examinados no nos permiten ninguna conclusión con respecto al retroceso de la marca con topónimos que ha sido constatado por diversos autores (Coste y Redondo 1976: 327, Fernández Ramírez 1986: 185, Lapesa 1964, Real Academia Española 1983: 373, Roegiest 1968: 145). La ocurrencia de la marca ante otros objetos inanimados es particularmente importante en dos textos, la Celestina con 17 ocurrencias y el Quijote con 27, siendo sólo esporádica (entre una y cuatro ocurrencias) en los restantes. Partiendo del corpus examinado, no puede hablarse de un aumento de las ocurrencias ante inanimados, antes bien, la aparición de la marca en estos casos es siempre marginal. 19 El interés que reviste el estudio de estos casos reside en que nos permite explorar la acción de los factores globales. Tales factores globales se mantienen constantes desde los primeros textos. Se trata en primer lugar de determinados lexemas verbales, como el verbo llamar (46), los verbos transitivos estativos que expresan relaciones espaciales, temporales o de grado entre sujeto y objeto (47) y aquellos que expresan actitudes afectivas (48), así como los que seleccionan normalmente objetos animados (49): (46) (a) (b) (d) (47) (a) (b) (c) ¿Y a éstas llamas señales de salud ? (Celestina, 178) ¿ Cómo dizes que llaman a este mi dolor (Celestina, 244) (c) ¡Llamar detestable a la comedia! (CN/Sí, 92) Llamar disparates a una especie de coro entre el emperador, el visir y el senescal (CN/Sí, 84) como lo spiritual sepa yo que precede a lo corporal (Celestina, 114) el qual en grado inconparablemente a la penosa y desastrada muerte que spero traspassa (Celestina, 88) A a los alegres serenos y claros soles , nublados scuros y pluvias vemos suceder (Celestina, 215) 23 (e) (g) (h) (i) (48) (a) (b) (c) (d) (49) (a) (c) (d) (e) (d) La noche que siguió al día del rencuentro de la Muerte la pasaron (Quijote, 752) que exceden a la capacidad de Sancho (Quijote, 698) (f) la prótasis debe preceder a la catástrofe necesariamente (CN/Sí, 89) en los días que precedieron a la boda (Pepita, 149) la noche que siguió a mi hazaña ecuestre (Pepita, 220) a mis yerros seguían los azotes, a los azotes más miedo, y a más miedo más torpeza en mi mano y en mi lengua (Periquillo, 128) ¿ No as leydo el filósofo do dize : ansí como la materia apetece a la forma , ansí la mujer al varón ? (Celestina, 102) quien bien quiere a Beltrán a todas sus cosas ama (Celestina, 310) No hay dolor ni tormento más insufrible que el que siente quien ama a un imposible. (DLNE XVIII, 258, +++) A un imposible adoro, que es de discretos. Pues las facilidades aman los necios (DLNE XVIII, 258, +++) aquel en quien la voluntad a la razón no obedece (Celestina, 9 (b) A las duras peñas promever· y provocar· a luxuria, si quiere (Celestina, 103) Perdona , señora , a mis desvergonçadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa (Celestina, 285) Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo (Quijote, 723) porque es una cosa que escandaliza a la naturaleza (Periquillo, 110) Nótese que la idea de personificación, aducida tradicionalmente para explicar la presencia de la marca ante inanimados, sólo es aplicable sin circularidad a este último tipo de ejemplos, en los cuales el verbo impone sus rasgos seleccionales al objeto. Más allá de los lexemas verbales, hay ciertos tipos de construcciones sintácticas que parecen favorecer desde los primeros textos la aparición de la marca ante inanimados. Este es el caso, en especial, de las comparaciones elípticas introducidas por como (50), de las construcciones comparativas, coordinadas o yuxtapuestas con verbo elíptico (51) y de la coordinación con un objeto humano o animado (52): (50) (a) Commo ala mi alma yo tanto uos queria (Cid, 279). (b) y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga (Quijote,765) (c) Esa oliva se haga luego rajas y se queme, que aun no queden della las cenizas; y esa palma de Ingalaterra se guarde y se conserve como a cosa única (Quijote, 86) (d) mande enbiar aquj a esta çibdad un arçobispo, como a cabeça de la tierra (DLNE XVI, 1, +++) (51) (a) a las risas y deleytes , llantos y lloros y passiones mortales los siguen . Finalmente, a 24 (b) (c) mucho descanso y sossiego , mucho pesar y tristeza (Celestina, 215) Hacíales el son una gaita zamorana, y ellas, llevando en los rostros y en los ojos a la honestidad y en los pies a la ligereza, se mostraban las mejores bailadoras del mundo (Quijote, 834) Deso es lo que yo reniego, señor Sansón -dijo a este punto Sancho-, que así acomete mi señor a cien hombres armados como un muchacho goloso a media docena de badeas (Quijote, 689) (52) (a) (b) (c) (d) (e) et cómmo el rey entendiera que quería él tomar en poder a su fijo et al regno, entendió que era caído en grant yerro (Lucanor, 57) Agora no sólo aquello , mas a ti y a tu ley desamparan , como agora Calisto (Celestina, 94) tenía en poco a los encantos y a los encantadores (Quijote, 785) 'Voy a buscar, como quien no dice nada, a una princesa, y en ella al sol de la hermosura y a todo el cielo junto'' (Quijote, 734) cómo no podrán dañar a las tiernas semillas y a las débiles criaturas del mundo? (Periquillo, 194) Dado que el marcado diferencial en español se caracteriza por la coincidencia entre la marca de objeto directo y la preposición que introduce los dativos, puede suponerse que las construcciones que dan lugar a alternancias acusativo/dativo tanto en español como en otras lenguas románicas son una fuente de la marca ante inanimados. Se trata, como es sabido, de las construcciones causativas con hacer y de otras construcciones que se les pueden asimilar (en particular las construcciones con verbos permisivos y de mandato y con verbos de percepción), que se caracterizan por el hecho de que un argumento del verbo principal, que puede ser realizado como un acusativo o como un dativo, es obligatoriamente correferencial con el sujeto implícito de un infinitivo subordinado (53a), o, en una concepción más amplia de la construcción, con el sujeto implícito de una completiva con verbo conjugado en forma personal (53b): 20 (53) (a) (b) Lo dejaron traer sus notas Lo dejaron que trajera sus notas De hecho, algunas de las ocurrencias de la marca ante inanimados que hemos constatado pueden estar justificadas por este tipo de estructura, pero los ejemplos son escasos: (54) (a) (c) A los cherriaderos quiçios de las puertas hazen con azeytes usar su officio sin ruido (Celestina, 144) (b) que el amor, según yo he oído decir, mira con unos antojos que hacen parecer oro al cobre, a la pobreza riqueza, y a las lagañas perlas (Quijote, 283) y lo pasaremos lo mejor que pudiéremos, buscando nuestras aventuras y dejando al tiempo que haga de las suyas, que él es el mejor médico destas y de otras mayores enfermedades (Quijote, 746) Por último, cabe señalar que no hemos encontrado en el corpus ningún ejemplo de ocurrencia de 25 la marca ante inanimados que pueda ponerse en correlación exclusivamente con la posición preverbal del objeto o con la reduplicación clítica. En los ejemplos que repetimos aquí, estos factores aparecen asociados a otros (naturaleza léxica del verbo, construcción sintáctica, etc.) que favorecen independientemente la presencia de la preposición: 21 (55) (a) (b) (c) (d) quien bien quiere a Beltrán a todas sus cosas ama (Celestina, 310) aquel en quien la voluntad a la razón no obedece ? (Celestina, 91) a las risas y deleytes , llantos y lloros y passiones mortales los siguen a (Celestina, 215) A los cherriaderos quiçios de las puertas hazen con azeytes usar su officio sin ruido (Celestina, 144) 4.4. Factores globales y zonas de variabilidad Cabe preguntarse si los factores globales que pueden justificar la presencia de la marca ante inanimados son también operantes para explicar su presencia ante objetos humanos o animados en las zonas de variabilidad que pueden irse identificando en los diferentes textos. Consideramos que estas zonas de variabilidad existen cuando la presencia de la marca alcanza entre el 5% y el 60% de las ocurrencias de una determinada categoría de las que componen la escala de definitud y animación. Estos límites, aunque estipulados algo arbitrariamente, indican que la presencia de la marca es posible, pero no resulta netamente favorecida por la categoría en cuestión. Constituyen zonas de variabilidad en este sentido: (i) los objetos [Nom Prop Inan] en Cid (ii) los objetos [Hum Def -Pro] en Cid, Lucanor y Celestina (iii) los objetos [Hum Def +Pro] en LT (iv) los objetos [Hum Univ -Pro] en DLNE XVI y Quijote (v) los objetos [Hum Ind -Pro] en Lucanor, LT, DLNE XVI, CN/Sí, Periquillo, Pepita (v) los objetos [Hum Ind ±Pro] en Cid, Lucanor, DLNE XVI, Quijote y Periquillo (vi) los objetos [Hum 0] en Celestina, DLNE XVI, DLNE XVIII y Pepita (vii) los objetos [Anim Def -Pro] en Lucanor, Celestina, Quijote, CN/Sí, Periquillo y Pepita (viii) los objetos [Anim Indef -Pro] en Quijote y CN/Sí De estas zonas, hemos seleccionado para el análisis, en razón del número más elevado de ejemplos y del hecho de que, como hemos visto más arriba, testimonian las líneas de fuerza más importantes de la expansión, las zonas (ii), (v) y (vii). 4. 4. 1. Los objetos [Hum Def -Pro] La importancia de los factores globales para la aparición de la marca en el Cid ha sido puesta en evidencia por Melis (1995: 134), quien constata que “mientras que los objetos 26 empleados solos -y generalmente colocados después del verbo- tienden a carecer de preposición, los objetos acompañados por un pronombre correferencial - y, por lo regular, antepuestos al verbo-, suelen llevar la marca prepositiva” y concluye que la marca es empleada en este texto como recurso de topicalización. En el subconjunto de ejemplos que hemos tomado en consideración (del cual excluimos en particular los sintagmas sin núcleo léxico), tales correlaciones se confirman. En efecto, en 8 de 11 ejemplos de objetos introducidos por la marca, se trata de objetos reduplicados y/o antepuestos: (56) (a) (b) (c) Assi las escarniremos alas fijas del Campeador (Cid, 2555) A mis fijas siruades que vuestras mugieres son (Cid, 2581) A las sus fijas enbraço las prendia / Legolas al coraçon (Cid, 275-276) Por el contrario, 16 de 20 ejemplos de objetos no introducidos por la marca son objetos postverbales no reduplicados: (57) (a) (b) (c) Plega aDios & a Santa Maria, que aun con mis manos case estas mis fijas (Cid, 282) En braços tenedes mis fijas tan blancas commo el sol (Cid, 2333) Escarniremos las fijas del Campeador (Cid, 2551) Estos datos indican a las claras que la reduplicación y la anteposición favorecen netamente la marca, 22 mientras que su ausencia la desfavorece. Desde este punto de vista, se presentan como excepcionales ejemplos como (58) y (59): (58) (a) (b) Reçiba a myos yernos commo el pudier meior (Cid, 2637) vere ala mugier atodo myo solaz (Cid, 228) (59) (a) (b) Que su mugier & sus fijas el Rey sueltas me las ha (Cid, 1408) Quando estas dueñas adobadas las han (Cid, 1429) En Lucanor, estos factores son enteramente inoperantes, por la escasez de objetos directos antepuestos y/o reduplicados. 23 En cambio, puede constatarse que las construcciones causativas, con infinitivo o con completiva, favorecen claramente la presencia de la marca: 12 de los 36 ejemplos de objetos humanos definidos introducidos por la preposición son construcciones de este tipo (60), mientras que sólo uno de los 30 ejemplos sin preposición corresponde a una construcción causativa (61): (60) (a) (b) (c) (d) fizieron entender al rey que aquel su privado que se trabaiava de guisar porque él muriese (Lucanor, 55) Et entonçe mandó el omne bueno a su fijo que subiese en la vestia. (Lucanor, 64) Et quando los ingleses vieron fazer esto a su señor (Lucanor, 72) que sancto Domingo faría a su padre que diesse lo que avía por su alma, (Lucanor, 109) 27 (61) et dixieron que fazía muy desaguisado dexar el moço, que era tierno et non podría sofrir lazeria, yr de pie, (Lucanor, 64) Los lexemas verbales en cuestión son también un factor operante en la distribución en Lucanor, en particular en lo que concierne a la ausencia de la preposición. En efecto, de los 30 ejemplos sin preposición, 8 están regidos por el verbo casar , 5 por el verbo dexar y 3 por el verbo dar: (62) (a) (b) (c) asmó cómmo casaría sus fijos et sus fijas, et cómmo yría (Lucanor, 85) et que se quería yr et que les dexava aquella donzella con qui él avía de casar, et el condado (Lucanor, 154) cómmo el soldán conseiara al conde quel diesse su fija ante que a ninguno de los fijos de los reyes (Lucanor, 153) Casar y dar no aparecen nunca en este texto con objetos preposicionales, y hay una única ocurrencia de dexar con objeto introducido por la preposición, en la que el objeto va acompañado de una predicación secundaria: (63) que assaz he para mi vida, et aún que dexe a mios fijos bien heredados (Lucanor, 140) Por el contrario, los objetos de los verbos llamar (4 ocurrencias) y servir (2 ocurrencias) aparecen siempre introducidos por la preposición: (64) (a) (b) llamó a la condessa et a sus parientes et díxoles en grant poridat que bien sabién que el conde (Lucanor, 153) que era çierto que serviría muy bien a la reyna, su muger (Lucanor, 57) En Celestina, de los 38 ejemplos de ocurrencia de la marca, 16 ilustran las construcciones sintácticas particulares mencionadas más arriba: 5 son objetos directos antepuestos (65a-b), 5 son construcciones de verbo elíptico (65c-d), 3 son construcciones causativas (65e-f), 2 son comparaciones elípticas introducidas por como (65g) y una es un ejemplo de coordinación con un pronombre personal tónico (65h): (65) (a) (b) (c) (d) (e) (f) (g) (h) sí, pero a mi amo no le querría doliente (Celestina, 119) hazen que desconfíe de la salud y al médico enojan y turban (Celestina, 242) tú me sacarás a mí verdadero y a mi amo loco (Celestina, 177) tornan de vieja moça y a la moça más (Celestina, 307) las mugeres y el vino hazen a los hombres renegar (Celestina, 98) Calla, bovo, dexa hazer a tu vieja (Celestina, 175) porque no querría verte morir mal logrado como a tu compañero (Celestina, 310) en que con necia lealtad pierdan a sí y a sus amos (Celestina, 117) Por el contrario, encontramos sólo un objeto no introducido por la preposición en este tipo de 28 construcciones, el ejemplificado por la siguiente anteposición: (66) tú que guías los perdidos y los reyes orientales por el estrella precedente a Bethleén truxiste y en su patria los reduxiste (Celestina, 104) Al igual que en Lucanor, algunos verbos, como llamar (3 ocurrencias), servir (2 ocurrencias) y en este caso también matar (3 ocurrencias), rigen siempre objetos directos introducidos por la preposición: (67) (a) (b) (c) permite que llame a mis criados para que las quiebren (Celestina, 262) que nueve años serví a los frayles de Guadalupe (Celestina, 264) Spada mala mate a tus enemigos y a quien mal te quiere (Celestina, 177) 4.4.2. Los objetos [Hum Ind -Pro] En Lucanor aparecen solamente dos ejemplos de este tipo introducidos por la preposición, uno de ellos regido por el verbo llamar, el otro adyacente a un sujeto postverbal: 24 (68) (a) (b) Et en apartándose de la otra gente, llamó a una manceba de su casa (Lucanor, 97) commo provó una vez un rey moro a tres fijos que avía (Lucanor, 144) En LT, tenemos un único ejemplo: (69) deshonré en mi tierra a un oficial (LT, 173) De los 6 ejemplos de objetos indefinidos introducidos por la preposición en DLNE XVI, dos ejemplifican coordinaciones con objetos más altos en la jerarquía de definitud: 25 (70) (a) (b) que dezian los yndios de la provjnçia de Xicalango, hazia otra que se llama Trapala, que le avian muerto y a todos los christianos que con él fueron y a quatro o çinco mill yndios que llevaba en su conpañja de los desta çibdad y tierra (DLNE XVI, 1, ++ no halló nada sino al cazique de Oline y a otro jndio, a los quales prendio y tiniendolos asi para jnformarse dellos dónde estavan los jndios (DLNE XVI, 17, +++) En el Quijote, ninguno de los factores globales mencionados anteriormente parece tener importancia en la distribución de la preposición. 26 Sólo puede constatarse que hay una correlación favorable a la aparición de la marca cuando el objeto va introducido por el artículo indefinido. En efecto, 15 de los 21 objetos introducidos por la preposición van introducidos por un, mientras que sólo 10 de los 32 objetos no introducidos por la preposición corresponden al artículo indefinido, siendo los restantes indicaciones de cantidad (numerales, tantos, muchos, más, etc.) o el indefinido algún : 29 (71) (a) (b) En este tiempo, solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien -si es que este título se puede dar al que es pobre-, pero de muy poca sal en la mollera. (Quijote, 97) Y dígame agora: ¿cuál es más: resucitar a un muerto, o matar a un gigante? -La respuesta está en la mano -respondió don Quijote-: más es resucitar a un muerto. (Quijote, 725) (72) (a) (b) despreció mil señores, mil valientes y mil discretos, y contentóse con un pajecillo barbilucio, sin otra hacienda ni nombre (Quijote, 665) De donde nace que, cuando vemos alguna persona bien aderezada, y con ricos vestidos compuesta, y con pompa de criados, parece que por fuerza nos mueve (Quijote, 698) Sin embargo, es posible constatar una correlación netamente desfavorable al uso de la marca ante indefinidos: se trata de los objetos de la construcción existencial impersonal y de los objetos de tener , que dan cuenta de 11 casos de ausencia de la preposición: (73) (a) (b) Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. (Quijote, 39) que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer (Quijote, 46) Idéntica correlación desfavorable se constata en CN/Sí, en el que 4 de los 8 indefinidos humanos sin preposición van introducidos por estos verbos, y en Periquillo, en el que este factor está presente en 9 de los 12 objetos sin preposición. Aunque no se encuentra dentro de los límites de la variabilidad, es necesario hacer una observación con respecto al porcentaje particularmente elevado de la ocurrencia de la marca en DLNE XVIII. En efecto, el 75% alcanzado en este texto es claramente superior al de los textos anteriores o más tardíos, y es responsable por la apariencia de un retroceso en el uso de la marca con indefinidos en el siglo siguiente. Ahora bien, esta frecuencia sorprendente se explica si tenemos en cuenta que las construcciones causativas del tipo ilustrado en (74a-c) dan cuenta de 9 de los 12 ejemplos registrados: (74) (a) (b) (c) hize comparezer ante mí a un hombre, que estando presente dijo llamar se Francisco de Hortiz y Terrazas (DLNE XVIII, 183, +++) hizo parecer ante sí a un yndio, que mediante dicho yntér /3prete dijo llamarse Pedro Martin, (DLNE XVIII, 189, +++) estando en la audiencia de la mañana, el señor ynqquisidor, licenciado don Pedro Nabarro de Ysla, mandó entrar en ella a una muger que viene llamada. (DLNE XVIII, 215, +++) 2.4.3. Los objetos [Anim Def -Pro] 30 Los dos únicos ejemplos de presencia de la marca ante objetos de esta categoría en Lucanor corresponden a una construcción causativa: (75) et entendieron que si fiziesen desabenir al león et al toro (Lucanor, 136) En el Quijote, 5 de los 16 ejemplos de presencia de la marca corresponden a construcciones sintácticas particulares, como la coordinación con un objeto más alto en la jerarquía de animación/definitud o la construcción con verbo elíptico: (76) (a) (b) (c) y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo (Quijote, 102) Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno (Quijote, 75) dio ocasión al hidalgo a que picase la yegua, y Sancho al rucio, y el carretero a sus mulas, procurando todos apartarse del carro (Quijote, 82) La alternancia en (76c) muestra la influencia del factor sintáctico en cuestión. Sin embargo, llama la atención el carácter aparentemente aleatorio de la distribución, ya que construcciones idénticas con los mismos verbos pueden llevar la marca o no llevarla: (77) (a) (b) de manera que me dejó a caballo sobre ella, y me saco debajo de mí al rucio (Quijote, 685) con esa misma invención le sacó el caballo de entre las piernas aquel famoso ladrón llamado Brunelo (Quijote, 685) (78) (a) (b) cuando llegó a ellos, el caminante los saludó cortésmente, y picando a la yegua (Quijote, 787) pique la tordilla y póngase en salvo (Quijote, 801) Lo mismo puede constatarse en los dos ejemplos de CN/Sí, uno con preposición y otro sin ella (aunque aquí puede jugar un papel el contraste entre singular y plural): (79) (a) (b) es menester que luego me saques de ahí al tordo y colgarle por aquí (CN/Sí, 207) pagar el gasto que se haya hecho, sacar los caballos y marchar (CN/Sí, 234) 4. 5. ¿Propiedades inherentes o propiedades contextuales? Como hemos señalado más arriba, un factor de variabilidad en el uso del acusativo preposicional es la posible divergencia entre las propiedades léxicas de una expresión y las propiedades que ésta adquiere en virtud de su referencia en un contexto determinado. Así, por 31 ejemplo, un sustantivo animado puede referir, por metonimia o metáfora, a inanimados, o a la inversa, y un nombre propio puede ser utilizado como nombre común. En los apartados siguientes analizaremos casos de este tipo, que hacen surgir la pregunta acerca del peso respectivo de estas propiedades en la distribución de la marca. 4.5.1. Divergencias entre propiedades léxicas y contextuales Hemos señalado más arriba un caso claro de predominio de las propiedades léxicas: los pronombres relativos quien y el cual tienden a ser introducidos por la preposición aun cuando representen un antecedente inanimado, hecho que se repite en la Celestina, LT, el Quijote y CN/Sí: (80) (a) (c) (d) Bien me agradan tus palabras , si tales toviesses las obras, a las quales spero para averte de creer (Celestina, 215) (b) que tenía entre dos rebanadas apretado el nabo, al cual aún no había conocido (Lazarillo 124) Delante de todos venía un castillo de madera, a quien tiraban cuatro salvajes (Quijote, 834) estos mismos tres ejemplares, relativamente a uno, componen una triplicada cantidad, a la cual podemos llamar mucho (CN/Sí, 109) En estos casos, la distribución de la marca se orienta por la naturaleza del pronombre y no por la referencia que éste adquiere contextualmente. Aunque los datos que hemos recabado no son suficientes para proporcionar respuestas definitivas, es interesante analizar lo que sucede en otros casos de divergencia, en los que las propiedades contextuales sitúan al objeto en cuestión en un rango más bajo o más alto de la jerarquía de animación/definitud que el rango determinado por sus propiedades léxicas. Hemos tomado en consideración los nombres propios humanos que no refieren a personas y/o que se comportan como sustantivos comunes - lo que puede detectarse a través de la presencia de determinantes indefinidos- , los sintagmas definidos humanos que no refieren a personas, y los sustantivos inanimados que refieren a personas. En el caso de los nombres propios utilizados como nombres comunes, presencia y ausencia de la marca alternan, sin que los ejemplos permitan constatar un predominio en uno u otro sentido: (81) (a) (b) (c) A un Berrio, hermano de D elgadillo, embiaron por juez de residncia y lacalde mayor a la provincia de Guaxaca, seyendo de poco reposo y muy liviano, [...]A otro Berrio, primo hermano de Delgadillo, embiaron con el mesmo cargo a la provjncia de los Çapotecas, (DLNE XVI, 7, +++) ¿Irme yo con él? -dijo el muchacho-. Mas, ¡mal año! No, señor, ni por pienso; porque, en viéndose solo, me desuelle como a un San Bartolomé (Quijote, 67) ¿Qué diablos es esto? ¿Qué descaecimiento es éste? ¿Estamos aquí, o en Francia? Mas 32 que se lleve Satanás a cuantas Dulcineas hay en el mundo (Quijote, 744) (82) (a) entre los cuales embió un Christoval de Olit (DLNE XVI, 7, +++) (b) y ya tenéis en cada una de éstas una Omphale y en cada hombre abatido un Hércules (Periquillo, 151) (c) Allí hay una doña Agustina, que es mujer del autor de la comedia (CN/Sí, 65) La misma alternancia se repite cuando hay además referencia metonímica a inanimados (como en menciones de obras, imágenes, etc.): (83) (a) (b) (c) (d) Digo, en efeto, que este libro, y todos los que se hallaren que tratan destas cosas de Francia, se echen y depositen en un pozo seco, hasta que con más acuerdo se vea lo que se ha de hacer dellos, ecetuando a un Bernardo del Carpio que anda por ahí y a otro llamado Roncesvalles (Quijote, 85) i en el mismo braso derecho tiene pintada a Nuestra Señora de los Dolores con este letrero: "Jesus me balga". (DLNE XVIII, 242, +++) un mortal bastante discreto y agradable que le haga olvidar hasta a su niño Jesús (Pepita, 163) al rezar a la Virgen Santísima y al cuidar a su lindo niño Jesús de talla (Pepita, 186) (84) (a) (b) mirando un Santo Christo que estaba en dicha sala dixo (DLNE XVIII, 201, +++) Y que en el braso derecho tiene pintada una figura que él dise ser aguila i a ella le parese el diablo con sus pies de gallo, i en el pecho un christo de Chalma i una santa Gertrudis (DLNE XVIII, 242, +++) Los escasos ejemplos de sintagmas [Def, Hum] con referencia contextual a inanimados que hemos registrado no van introducidos por la preposición. En estos casos, la distribución parece orientarse por las propiedades contextuales: (85) (a) (b) (c) (d) (e) (f) Et quando ovieron a escrivir los omnes de mal recado, escrivieron el rey (Lucanor, 131) No as leydo el filósofo do dize: ansí como la materia apetece a la forma (Celestina, 102) Lee los yestoriales, estudia los filósofos, mira los poetas (Celestina, 96) es que yo soy algún tanto aficionado a la poesía y a leer los buenos poetas (Quijote, 810) ahora compare usted nuestros autores adocenados del día con los antiguos (CN/Sí, 115) cuando no he visto ni por el forro los autores que me nombró (Periquillo, 181) Por lo que hace a los sintagmas cuyo núcleo es un sustantivo inanimado, pero que refieren contextualmente a humanos, las fórmulas fijas de tratamiento, como vuestra merced, vuestra majestad, van siempre introducidas por la preposición, lo que muestra su integración en el sistema pronominal: (86) (a) (b) (c) -Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides (Quijote, 63) -Señor Quijana [...] ¿quién ha puesto a vuestra merced desta suerte? (Quijote, 75) y veran a vuestra majestad y su grandeza (DLNE XVI, 1,+++) 33 (d) que hagan muy rezio castigo asi contra los que han deservjdo a vuestra majestad (DLNE XVI, 1, +++) En los otros casos, la presencia de la preposición, como en (87a) predomina, aunque hay excepciones (87b): (87) (a) (b) ¿Cómo vuestro magnánimo corazón no se enternece viendo arrodillado ante vuestra sublimad presencia a la coluna y sustento de la andante caballería? (Quijote, 740) Porque aturdía yo el barrio a gritos (Periquillo, 112) La tendencia que parece delinearse en estos ejemplos es que, con los nombres propios, la distribución vacila entre las propiedades léxicas y las contextuales, mientras que son las propiedades contextuales las que predominan con los sintagmas definidos. 2.5.2. Definitud y especificidad La cuestión del peso relativo de las propiedades léxicas frente a las contextuales se plantea también en el tratamiento de las categorías definido e indefinido. En efecto, los sintagmas nominales introducidos por un determinante definido pueden carecer en determinados usos de la propiedad de referir de modo autónomo (independiente del contexto proposicional) y unívoco a una entidad o a un grupo de entidades cuya existencia se presupone. Se trata de los usos genéricos, atributivos y referencialmente dependientes de los definidos, ilustrados en los ejemplos siguientes: (88) (a) (b) (c) Sabe que como la hez de la taverna despide a los borrachos, assí la adversidad o necessidad al fingido amigo (Celestina, 215) porque las lágrimas de una mujer hermosa y amada son eficacísimas para vencer al hombre más circunspecto (Periquillo, 152) el complacer a su madre, asistirla, acompañarla y ser el consuelo de sus trabajos, ésa es la primera obligación de una hija obediente (CN/Sí, 209) En todos estos usos, los sintagmas definidos carecen de referentes individualizados cuya identidad el hablante supone conocida por el oyente: en (88a) se trata de clases o de tipos, en (88b) la identidad puede variar según los contextos, y en (88c) covaría con el valor de la expresión una hija obediente. Ejemplos de este tipo podrían considerarse, en una escala de definitud, como más bajos que los definidos referenciales, y podría esperarse que sean menos favorables a la presencia de la marca que estos últimos. A partir de Lucanor, la preposición puede introducir definidos genéricos o referencialmente dependientes, sin que pueda decirse que este factor sea operante en la distribución: 27 (89) (a) et que a las vegadas firía a los omnes en tal guisa (Lucanor, 167) (b) et Nuestro Señor tiene por bien de tentar muchas vezes a los sus amigos (Lucanor, 149) 34 La situación es análoga en la Celestina: la preposición introduce objetos definidos genéricos, y el factor no parece ser operante en la distribución: (90) (a) (b) O buena fortuna, cómo ayudas a los osados y a los tímidos eres contraria (Celestina, 171) hazen que desconfíe de la salud y al médico enojan y turban (Celestina 242) En cambio, en el Quijote el factor es claramente operante: de los 117 definidos humanos introducidos por la preposición, sólo 13 son genéricos, mientras que de los 19 definidos humanos no introducidos por la preposición, sólo 3 son referenciales, frente a 13 genéricos o funcionales del tipo de los que ejemplificamos en (91): (91) (a) (b) luego la fama del que resucita muertos, da vista a los ciegos, endereza los cojos (Quijote, 725) y que no se desestimase el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno, que escribe en la suya (Quijote, 794) En textos posteriores, la ausencia excepcional de la marca frente a sintagmas definidos humanos se da en particular en los casos de definidos genéricos: (92) (a) (b) (c) no ve usted esos autores que componen para el teatro, con cuánta imperturbabilidad toleran los vaivenes de la fortuna (CN/Sí, 124) estos omniscios han admirado las generaciones por cuanto han adquirido el conocimiento (Periquillo, 146) porque son capaces de perder el mejor amigo por no perder la facetada que les viene a la boca (Periquillo, 174) En cuanto a los indefinidos, en la literatura sobre la especificidad y sobre los indefinidos referenciales 28 es recurrente la idea de que algunos sintagmas nominales introducidos por determinantes indefinidos se comportan semánticamente como definidos, en el sentido de que el hablante presupone la existencia de un referente individualizado particular y la expresión se presenta por ende como referencialmente autónoma con respecto al contexto proposicional en el que aparece. En ese sentido, indefinidos como los ilustrados en (93a-b) ocuparían un rango más elevado en la escala de animación/definitud que aquellos ilustrados en (94a-b). Puede esperarse (y de hecho es lo que prevee la formulación de la escala de definitud de Aissen (2000), véase más arriba) que tales indefinidos sean más favorables a la presencia de la marca que los demás: (93) (a) (b) consumó sus iniquidades matando a un pobre maromero (Periquillo, 141) para que la señora visite a otra tía que tiene aquí, tan arrugada y tan sorda como la que dejamos allá (CN/Sí, 193) (94) (a) (b) y mucho más cuando un torete tiraba a un muchacho de aquellos (Periquillo, 188) no podía menos que conmoverme al ver a un pobre que se levantaba rengueando 35 (Periquillo, 188) En textos en los que la presencia de la marca ante indefinidos humanos es francamente minoritaria, como en Lucanor, LT, DLNE XVI la correlación de la presencia de la marca con la especificidad es evidente: los pocos indefinidos precedidos por la marca son siempre específicos (véase más arriba, ejemplos (68), (69) y (70)). En los textos posteriores, la correlación toma otra forma: la marca puede introducir indefinidos específicos o no-específicos, pero los indefinidos no introducidos por la marca son mayoritaria o exclusivamente no-específicos. En el Quijote, la especificidad de los indefinidos se correlaciona favorablemente con la presencia de la marca, y la no-especificidad con su ausencia, como puede verse a partir de un cuasi par mínimo como el siguiente: (95) (a) (b) “Voy a buscar, como quien no dice nada, a una princesa, y en ella al sol de la hermosura y a todo el cielo junto” (Quijote, 734) se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse”(Quijote, 45) Los datos cuantitativos confirman la correlación en el siguiente sentido: dentro de los indefinidos introducidos por la marca, hay prácticamente tantos específicos como noespecíficos, mientras que dentro de los indefinidos no introducidos por la marca, los no específicos son el doble de los específicos. Aunque la preposición puede aparecer ante noespecíficos, éstos presentan mucho mayor resistencia a la generalización de la marca que los específicos. En CN/Sí, la marca aparece tanto ante específicos (96a) como ante no-específicos (96b): (96) (a) (b) Yo tengo bastantes haciendas cerca de Madrid; acabo de colocar a un mozo de mérito que entendía en el gobierno de ellas (CN/Sí, 131) un gobierno ilustrado como el nuestro [...] no dejará sin premio a cualquiera hombre de talento que sobresalga en un género tan difícil (CN/Sí, 76) Pero la correlación entre ausencia de la marca y no-especificidad en estos textos del XVIII es clara: de los 8 ejemplos de ausencia de la marca, los cuatro que no están regidos por tener o haber impersonal son no-específicos: (97) (a) (b) (c) (d) Por conseguirlo no he ido a buscar ninguna hija de familia de estas que viven en una decente libertad (CN/Sí, 212) y si usted disimula un poco las ganas que tiene de casarse no dudo que hallará muy pronto un hombre de bien que la quiera (CN/Sí, 131) tomó dos baterías, clavó los cañones, hizo algunos prisioneros (CN/Sí, 172) y para decir que se quiere casar conmigo, me cita tantos autores (CN/Sí, 101) Idéntica situación encontramos en el Periquillo y en Pepita: la marca aparece tanto ante específicos como ante no específicos, pero los objetos sin la marca no regidos por tener o haber 36 impersonal son todos no-específicos: (98) (a) (b) (c) (99) (a) (b) (c) (d) tú conociste a otro caballerito noble, y muy noble (Periquillo, 141) que con sus benéficos resplandores ha deslumbrado a muchos pueblos (Periquillo, 133) y más lógica y meritoria que el irse a la India, a la Persia o a la China, dejándose atrás a tanto compatriota, si no perdido, algo pervertido (Pepita, 158) y la bandera que recluta tantos amigos en momentos (Periquillo, 166) y esto no es común; tampoco lo es ver unos héroes como Trajano (Periquillo, 190) debo casarme y consolar la vejez de mi padre dándole media docena de hermosos y robustos hijos (Pepita, 142) procurando no hacerse ningún enemigo (Pepita, 151) La evolución sugiere aquí una inversión de marcación: mientras que en los primeros textos, la presencia de la marca implica que el indefinido es específico, a partir del XVIII la ausencia de la marca implica que el indefinido es no-específico. 3. Conclusiones El análisis de la evolución del marcado diferencial en español confirma en general las predicciones de la escala de animación/definitud introducida en la sección 3.2. (19), en primer lugar en lo que concierne a la importancia preponderante de estos factores en la distribución. La evolución toma la forma de una expansión de la marca, en la que las frecuencias aumentan en el orden previsto para cada categoría: a partir de un núcleo de obligatoriedad de la marca que se mantiene prácticamente invariable, el constituido por los pronombres personales tónicos y por los nombres propios animados, la marca se expande primero en el dominio de los definidos humanos, luego en el de los indefinidos humanos y en el de los definidos animados. El único caso de retroceso aparente, el de los indefinidos humanos (que alcanzan un 75% de ocurrencias de la marca en un texto del XVIII, para volver a situarse alrededor del 40% en siglos posteriores), se explica a partir de los factores particulares que hacen que la frecuencia en esa muestra sea particularmente elevada (ver más arriba §4.4.2). Sin embargo el comportamiento del marcado diferencial del objeto directo en la evolución del español sugiere que la escala propuesta por Aissen (2000) puede ser refinada en varios aspectos: (1) Los nombres propios humanos y los animados parecen comportarse exactamente del mismo modo, y los nombres propios inanimados pertenecen al mismo rango de frecuencia que los definidos humanos en los textos que los presentan. En la evolución del español, los nombres propios animados e inanimados se encontrarían en un rango de frecuencia superior al que les asigna la escala (19). (2) Los universales pertenecen al mismo rango que los definidos o incluso a un rango superior. 37 Este hecho es esperable, si admitimos que la propiedad de definitud se basa en el grado de univocidad de la denotación, dado que los universales son denotacionalmente unívocos (pueden ser verificados por un único conjunto en un modelo dado). (3) Los sintagmas nominales que podemos considerar como “pronominales”, en la medida en que carecen de un núcleo léxico, son más favorables a la presencia de la marca. En el caso de los indefinidos, los pronombres en sentido estricto presentan en todos los textos porcentajes mucho más elevados de ocurrencia de la marca que los sintagmas con núcleo léxico. Los usos pronominales de los determinantes indefinidos, sin llegar a la desviación de los pronombres en sentido estricto, presentan porcentajes bastante más elevados con dos únicas excepciones en las que los porcentajes son iguales: Quijote y DLNE XVIII. En el caso de los definidos, salvo una única excepción, LT, los porcentajes son claramente más altos con los sintagmas “pronominales”, y la diferencia se reduce como resultado de la expansión con los definidos a partir del Quijote. La explicación más plausible para este comportamiento diferente de los sintagmas nominales sin núcleo léxico es que presentan en general un grado de anaforicidad elevado, ya que su núcleo léxico debe recuperarse del contexto. 29 (4) Los pronombres relativos presentan un comportamiento particular, ya que parecen desde muy temprano léxicamente predestinados, sea a la ausencia de la marca (relativo que), sea a su presencia (relativos quien, el cual). Es importante señalar que la expansión a categorías de rango inferior en la escala de animación/definitud se produce antes de que haya saturación de las categorías de rangos superiores: la marca puede ingresar al dominio de la opcionalidad en una categoría mucho antes de que las categorías de rango superior hayan pasado al dominio de la obligatoriedad. Por ejemplo, la aparición de la preposición ante objetos sin determinantes, ante animados definidos e incluso ante inanimados puede constatarse ya en la Celestina, en la que los definidos humanos introducidos por la marca no llegan al 60% y en la que no hay casos de indefinidos humanos no pronominales introducidos por la marca. Pero se trata de apariciones esporádicas en categorías en las que no puede detectarse un aumento continuo de la aparición de la marca. Por otra parte, no es dado esperar la saturación sin excepciones de una categoría a partir de una etapa dada, ya que la influencia de los factores globales y de las propiedades contextuales puede llevar a omitir la marca en objetos pertenecientes a una categoría que parece definitivamente conquistada. Así, encontramos nombres propios humanos sin preposición en las muestras del XVIII y del XIX, y pronombres indefinidos sin preposición en el Quijote. La escala de animación/definitud permite dar cuenta de las tendencias generales en la evolución del marcado diferencial del objeto directo. Los factores globales que favorecen o excluyen la presencia de la marca se mantienen, en cambio, sorprendentemente constantes y actúan todo a lo largo de la evolución en el mismo sentido. En algunos de ellos pueden verse todavía los reflejos de los orígenes más remotos de la marca, en particular las vacilaciones entre un régimen dativo o preposicional y un régimen acusativo con algunos verbos y con algunas 38 construcciones. Algunos verbos favorecen desde siempre la presencia de la marca, incluso ante inanimados, entre ellos llamar, los verbos que expresan no acciones, sino relaciones, y los que seleccionan objetos animados. Otros se presentan como netamente resistentes a la introducción de la marca, en particular tener y haber impersonal. No es fácil hallar un denominador semántico común a los lexemas verbales que favorecen el empleo de la marca. En cambio, los lexemas resistentes al empleo de la marca pueden ser analizados como predicados de tipo existencial, que indican la existencia relativa a un lugar o a un poseedor. Algo análogo sucede con las construcciones sintácticas que favorecen el uso de la marca, en particular la coordinación con un objeto más alto en la escala de animación/definitud, las construcciones con verbo elíptico y las construcciones causativas. Estas construcciones dan cuenta de buena parte de las apariciones de la marca en las zonas de variabilidad y de su frecuencia excepcional en un caso (con los indefinidos humanos en DLNE XVIII). Tampoco aquí parece haber un denominador común: el papel de la coordinación se explicaría por una suerte de paralelismo en la construcción, el de las construcciones con verbo elíptico por la tendencia a asignar una marca de función sintáctica a un objeto que aparece desligado de un lexema verbal, y el de las construcciones causativas por el hecho de que el marca coincide con la marca de dativo, que se encuentra en competencia con el acusativo en estos casos. Es interesante constatar que un factor global de indudable importancia en el Cid (la reduplicación pronominal, en general concomitante a una anteposición del objeto) sólo es claramente operante en este texto. En lo que hace a la contraposición entre propiedades inherentes y propiedades contextuales, aunque los ejemplos son escasos, sugieren que en el caso de los pronombres relativos, la distribución se orienta por las propiedades léxicas (por el pronombre en cuestión), en el caso de los nombres propios oscila entre ambas, y en el caso de los definidos se orienta por las propiedades contextuales. Por último, hemos constatado que la contraposición entre (in)definitud léxica y referencial es pertinente. En el caso de los indefinidos, la marca comienza a aparecer con los específicos, y hay una asociación clara entre ausencia de la marca y no-especificidad. En el caso de los definidos, aunque la marca aparece desde temprano con definidos genéricos o referencialemente dependientes, a partir del Quijote esta propiedad contextual puede justificar casos excepcionales de ausencia de la marca. Las notorias dificultades que plantea la descripción sincrónica del uso del acusativo preposicional en español se entienden mejor a la luz de los procesos que hemos esbozado. Así, el proceso de expansión global contribuye a desdibujar sucesivamente las oposiciones que se van delineando, por ejemplo entre pronombres personales y nombres propios animados, por un lado, y nombres comunes por otro, entre definidos por un lado e indefinidos por otro, entre humanos y no humanos, e incluso tal vez entre animados e inanimados. Asimismo, la influencia 39 constante de los factores globales y de las propiedades contextuales impide que el uso se rija enteramente por las propiedades inherentes de los objetos directos. 40 REFERENCIAS AISSEN, Judith L. 2000. “Differential Object Marking: Iconicity vs. Economy”, ms University of California at Santa Cruz. ALFONSO VEGA, Milagros 1998. Construcciones causativas en el español medieval. México: UNAM/El Colegio de México. BELLO, Andrés 1847. Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, ed. de R. Trujillo, Madrid: Arco Libros 1988. BOSSONG, Georg. 1982. “Historische Sprachwissenschaft und empirische Universalienforschung”, Romanistisches Jahrbuch 33, 17-51. BOSSONG, Georg 1985. Differentielle Objektmarkierung in den neuiranischen Sprachen. Tubingen: Gunter Narr Verlag BRUGè, Laura y BRUGGER, Gerhard. 1994. “On the Accusative ‘A’ in Spanish”, University of Venice Working Papers in Linguistics 4, 1, 2-43. CALDERÓN SUÁREZ, Paulina 1994. 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Se trata de descripciones basadas en muestras reales del uso, pero que presentan materiales heterogéneos desde el punto de vista diatópico, diafásico y diastrático. Isenberg (1968) y Brugè y Brugger (1994) presentan observaciones muy atendibles, pero se basan casi exclusivamente en ejemplos construidos, lo que resulta metodológicamente problemático en el estudio de un fenómeno caracterizado por la variabilidad y la inestabilidad. Sin embargo, Company (en prensa) constata un avance considerable de la marca con objetos inanimados en el español actual de México, variedad en la cual ejemplos como (6b-c) pueden admitir la preposición en ausencia de factores globales que la favorezcan. 5 6 Los mismos efectos se producen con respecto a la negación y a la interacción con cuantificadores. Véase Brugè y Brugger (1994). 7 Es menos claro que puedan aplicarse al fenómeno otras concepciones de la gramaticalización, como la que ve en ella el pasaje de un elemento léxico a un elemento funcional/gramatical o la que insiste en el “debilitamiento semántico” del elemento gramaticalizado (véase, entre muchos otros, Lehmann (1982) y Traugott y Heine (1991)). M. Castillo y C. Company (comunicación personal) me indican que hay un proceso de este tipo en el pasaje de ad como preposición locativa o direccional a simple marca de la función sintáctica de objeto, lo que es indudable, pero este cambio es anterior al proceso de expansión que estudiamos. 8 De hecho, Calderón(1994:26) constata una excepción para el reflexivo tónico sy mesmo en el Corbacho. 9 Suponemos, en efecto, que en las estructuras de aposición como: Despues que esta batalla 45 vençieron al rey Bucar mató (Cid, 2475) o pues que tú te precias de loar a tu amiga Elicia (Celestina, 96), el nombre propio determina las propiedades del sintagma que lo contiene. 10 Esta escala es la versión hasta el momento más refinada de toda una serie de escalas multifactoriales propuestas en la bibliografía, desde las intuiciones pioneras de Pottier (1968) hasta la adaptación de la escala de individuación que hace Kliffer (1995). La concepción del producto de las escalas de animación y definitud como un orden parcial y no total se ajusta mucho más exactamente a la distribución que el orden total (en el que no hay categorías de idéntico rango) propuesto por Bossong (1982). 11 Melis (1995: 140) ha constatado el comportamiento peculiar de ambos (amos) y todos ya desde el Cid, señalando que suelen ir introducidos por la preposición en cualquier tipo de estructura. Con respecto a las propiedades semántico-formales que hacen que los universales formen una clase natural con los definidos y con los nombres propios (los cuantificadores correspondientes constituyen “filtros principales”), véase Gutiérrez Rexach (1999). 12 En efecto, hay usos de los sintagmas nominales definidos (en particular, los definidos funcionales, atributivos, referencialmente dependientes o genéricos) que no refieren de modo unívoco e independiente del contexto proposicional. Ver más abajo, §4.5.2. 13 Nótese que este contexto es el mismo que genera la aparición de la única ocurrencia de un objeto [Nom Prop Hum] sin preposición en el mismo texto (el mayoral Gasparet). Se trata de una serie de objetos directos coordinados, para los cuales se repite con cierta frecuencia la misma situación en todos los textos: la presencia o la ausencia de la marca se guía por las propiedades del primer miembro de la coordinación (en el caso citado, un objeto [Inan]), como lo muestra a las claras el contraste siguiente: que quería él tomar en poder a su fijo et al regno (Lucanor, 57) versus que quería dexar en su poder el reyno et el fijo (Lucanor, 57). 14 Calderón (1994:38-42) constata un porcentaje elevado de objetos [Anim, Def, -PRO] en Calila et Dimna, que atribuye con acierto al hecho de que los animales en cuestión son personajes principales de los exempla, constituyendo así referentes personalizados, asimilables a los humanos. 15 Calderón (1994:71-73) constata algunos casos ya en los siglos XIII y XIV, como por ejemplo: Et bien sabedes uos sennor que siempre uos consege yo como leal uasallo deue conseiar a sennor (Crónica General 512. 6b), Commo el rey don Pedro fizo matar a Pero Alvarez de Osorio e a fijos de Ferrand Sanchez de Valladolid (Crónica del rey don Pedro, 111, 28b). 16 Como es sabido, las secuencias que contienen un dativo sintagmático pueden justificar la ausencia de la preposición ante un objeto directo animado, como en los ejemplos: Le presentó (?a) su hijo al presidente, Le dio (*a) su hijo a una señora mayor. 17 Se trata de los ejemplos siguientes: (i) embió al camjno a que reçibiesen a Nuño de 46 Guzman, a un Hojeda, médico, e Antonio de Carvajal, que a la sazon eran regidores, secazes (sic) e jntimos (DLNE XVI, 7, +++), (ii) vista la declaracion antescedente por el reverendo padre ex predicador, en que se cita por contexte Andres de los Angeles para examinarle conforme a la cita, lo mandó llamar a su presencia (DLNE XVIII, 203, +++). C. Company (comunicación personal) me indica que el fenómeno es común en manuscritos coloniales y no afecta sólo la a de acusativo preposicional. 18 Una única posible excepción es el ejemplo siguiente, en el que sin embargo no es claro si el verbo rige un objeto directo o un dativo: Si la prision está mal echa por aver preso a un ladron, yo soi el de el delito. Los aconpañados a que yo notifico no pueden ser presos (DLNE XVIII, 254, +++) . 19 Para la lengua contemporánea, hay observaciones esporádicas en el sentido de un aumento de la presencia de la marca con inanimados en el español de América (Pottier 1968). Esta tendencia se confirma en el único estudio cuantitativo del que disponemos, llevado a cabo por Company (en prensa) para el español de México, en el que los inanimados alcanzan un 17% de presencia de la marca en el Siglo XX. 20 Davies (1995) y Alfonso Vega (1998) tratan la evolución de las construcciones causativas en español y ofrecen datos con respecto a la alternancia de casos. Véase también Roegiest (1980, 1989). 21 En cambio, constatamos ejemplos de anteposición y reduplicación sin presencia de la marca: (i) Los parches de alcanfor al cabo tuve que quitármelos; si no me sirvieron de nada (CN/Sí, 205), (ii) aquella carta que está sobre la mesa, dásela al mozo de la posada (CN/Sí, 205). 22 Nótese que tales correlaciones valen exclusivamente para los objetos humanos. Estructuras paralelas a las de (56) con objetos inanimados no desencadenan el empleo de la marca: (i) Non la osariemos a cometer nos esta Razon (Cid, 1375), (ii) La calçada de Quinea yua la tras passar (Cid, 400). 23 Registramos sólo un ejemplo de objeto antepuesto, y en éste falta la marca preposicional, aunque puede tratarse de un efecto de sandhi: díxoles que aquel fijo les dava por rey (Lucanor, 148). Por su parte, García Martín (1989: 717) constata para su corpus del siglo XIII que la reduplicación con objeto postverbal favorece la aparición de la marca, no así la reduplicación con anteposición del objeto. 24 Melis (1995: 160) constata que en los esquemas en que el objeto sigue directamente al sujeto en el Cid, el objeto personal nunca carece de preposición. La secuencia S-O aparece, en el corpus estudiado por la autora, sólo en posición preverbal, mientras que aquí es postverbal. 25 Otros tres casos aparecen como objetos en una enumeración paralela, encabezada por dos objetos sucesivos que contienen nombres propios: “A un Berrio, hermano de Delgadillo, embiaron por juez de residencia y alcalde mayor a la provjncia de Guaxaca,seyendo de poco 47 reposo y muy liviano, [...] A otro Berrio, primo hermano de Delgadillo, embiaron con el mesmo cargo a la provjncia de los Çapotecas, sjendo ombre no bien ynfamado, amançebado público. A la villa de los Ypilcingos embiaron con el mjsmo cargo a un criado del presidente que se dize Tapia, de ninguna auctoridad. A otro criado del licenciado Matienço embiaron por alcalde de la villa de Guaxaca. A Mechuacan embiaron con cargo de justicia a un arriero que siempre ha vibido dello, hasta oy con sus bestias (DLNE XVI +++) 26 Esta afirmación se basa en datos cuantitativos. Sin embargo, que el lexema verbal en cuestión puede influir es algo que puede deducirse de contrastes como los que aparecen en el siguiente ejemplo, en el que probablemente es el verbo engañar el que desencadena el uso de la preposición: “donde había ejercitado la ligereza de sus pies, sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos” (Quijote, 58). En efecto, en otros textos los objetos de engañar aparecen siempre con la preposición, incluso cuando se trata de sintagmas nominales sin determinantes: “no hacen otra cosa, aunque sin temor de Dios, que engañar a simples para pelarles el substento” (DLNE XVIII, 246, +++), “ponga freno a este linaje de gente que engaña a rusticos y pobres yndios con tales iniquidades” (DLNE XVIII, 246, +++). 27 En efecto, encontramos 28 objetos referenciales con la preposición frente a 25 sin ella, y 8 objetos genéricos con la preposición frente a 3 sin ella. 28 Véase en particular para el español Leonetti Jungl (1990), Laca (1999) ,Gutiérrez Rexach (1999) y la bibliografía allí citada. 29 Se trataría de la misma propiedad de anaforicidad o “discourse linking” aducida por algunos autores como un componente de la “especificidad”, cuyo rol favorable a la marca ha sido puesto en evidencia para el turco, por Enç (1991). Véase también Brugè y Brugger (1994).