Los impulsos de la motivación 1 Prof. Bartolomé Yankovic N., 2014 Tenemos dos objetivos básicos en la vida, dos grandes estímulos que nos hacen vivir, de forma tal que los impulsos que nos gobiernan tienden a conseguirlos: o La perpetuación: dejar descendencia o La satisfacción de nuestros deseos de placer. La perpetuación abarca tanto la necesidad de sobrevivir como la de reproducirse. Para algunos psicólogos es el “instinto de vida”. La obtención de placer incluye evitar el dolor. • Los impulsos o tendencias que tenemos para conseguir estos dos objetivos básicos se agrupan en tres grandes grupos: o Tendencias a crecer, desarrollarnos, nutrirnos, aprende, investigar, generar riqueza: son tendencias que nos orientan hacia la madurez y la seguridad en nosotros mismos, como paso imprescindible hacia la reproducción. o Tendencias para sobrevivir en un medio difícil: tendencias a defendernos, protegernos, encontrar refugio (protección), atacar y vivir en comunidad. Todas ellas están relacionadas con la estructura cerebral de la amígdala, con la capacidad para el afecto, y también con la capacidad para la agresión. Sin afecto no podríamos ser cooperativos ni solidarios; no habríamos construido sociedades amplias y complejas. La seguridad colectiva es posible gracias a nuestra capacidad para el afecto y la cooperación. Cuando no podemos desarrollar bien estas tendencias caemos en el victimismo, la inferioridad, la autodestrucción y el riesgo innecesario. Esto último, o vivir peligrosamente es un sistema utilizado con frecuencia, cuando cuesta demasiado conseguir placer en la vida normal. El riesgo puede adoptar la forma de consumo de drogas, el desorden, conducir a velocidad excesiva… o tirarse desde un puente de altura sujeto a un elástico… La capacidad para la agresión nos ha hecho aptos para enfrentar al medio y a los competidores: cultivar, sacrificar un animal, enfrentar a los enemigos naturales, pelear para asegurarnos el alimento, el cobijo, defender a nuestra prole, etc. o La capacidad para la agresión nos mueve a la conquista, a conseguir bienes para desarrollar nuestra vida… e incluso a asaltar los bienes de otros para satisfacer nuestras necesidades. Así surgieron las guerras, las invasiones, conquistas de territorio, tan frecuentes en la historia humana. Cuando hay dificultades para conducir la agresividad de manera positiva pueden aparecer las actitudes perversas, criminales, sádicas o autodestructivas. La necesidad de vivir en comunidad está relacionada con el apego y el vincularse con otras personas y cosas. 2 [Todos necesitamos estar vinculados… lo que se inicia al nacer: el bebé necesita está vinculado con su madre… a veces se aferra al “tuto”, un pañal con el que mantiene contacto, probablemente sustitutivo de la madre, con quien quisieran seguir vinculado, pero debe ir a dormir… Pensemos, además, por qué a los adultos nos cuesta desprendernos de cosas, de objetos que vamos acumulando durante la vida. Solemos decir que “tienen un interés afectivo”. En términos algo despectivos decimos que las personas que guardan cosas son “cachureras”]. La tendencia al apego es una buena base para construir una vida en comunidad; coincide con la experiencia precoz del placer, cuando el bebé succiona el seno materno. La necesidad de apego se relaciona con la necesidad de protegernos, vincularnos encontrar con alimento, otras personas cuidar las para crías o construir proyectos comunes. o El tercer grupo incluye las tendencias directamente encaminadas a la reproducción o a la perpetuación. Una vez consumada la reproducción y la protección de nuestras crías hasta su independencia, la supervivencia de los humanos deja de tener el sentido que la vida nos ha impuesto. [Tal vez Ud. ha oído a personas mayores de su familia, por ejemplo, a sus abuelos, expresiones como las siguientes: yo he cumplido en mi vida; crie a mis hijos y les di educación…] El impulso a perpetuarnos no es un impulso generoso hacia la especie: es fruto de la necesidad individual a no morir y desaparecer… 3 nos prolongamos, a través de la reproducción, en nuestros hijos. En ausencia de hijos (o incluso con ellos) se puede sustituir la reproducción biológica con la creación de otros productos destinados a sobrevivirnos… aportando riqueza, cosas nuevas, aportes culturales… [Más de algún escritor, pintor, músico habla de sus obras como “hijas”; consciente o inconscientemente espera perpetuarse a través de ellas]. o Los seres humanos podemos perpetuarnos si llevamos una vida fecunda en ideas y trabajo, con la conciencia de haber contribuido a la marcha de la especie. Muchas veces en la historia, la procreación, en sentido estricto, cede el puesto a la creatividad científica, artística, social, económica, cuando hay personas capaces y con recursos suficientes para dedicarse fructíferamente – con mayor o menor ambición – a estas actividades, que sustituyen o subliman la necesidad básica de tener hijos. o ¿Y qué pasa con nuestra vida si ya tuvimos hijos; ya están grandes, se han independizado, tienen sus propias familias, etc.? ¿En qué pie queda la gente que “ya ha cumplido”? El desarrollo cerebral humano permite alcanzar satisfacciones más allá del ciclo reproductor, de tal forma que a partir de los 50 años, con la prole asegurada, podemos seguir trabajando, creando y gozando de la vida sin que esta supervivencia se justifique como necesidad en el conjunto de la naturaleza. El cerebro humano, en generando placer por la vida. estas circunstancias sigue 4 [A nadie la gusta… ‘ni quiere’ morirse… Quienes aceptan con cierta serenidad la aproximación de la muerte son las personas que tienen la sensación de haber cumplido con la vida: “yo ya hice lo mío”, dicen. Morimos pero dejamos hijos, creación o patrimonio, que nos da la sensación que algo de nosotros va a quedar; de esta forma exorcizamos el miedo a la muerte. También sabemos que nuestro genoma es parte de nuestros hijos, de nuestros nietos… y nos agrada reconocer en sus rasgos físicos, en gestos, en actitudes… que nuestros descendientes tienen “cosas nuestras”] o Surge una pregunta interesante, ¿cómo se explica que sigamos la orientación de impulsos y tendencias, cuando la mayoría de la población desconoce su existencia? Explicación: los seres humanos obedecen a los mismos impulsos y tendencias; las leyes universales de la naturaleza son obedecidas por todos, sin necesidad de conocerlas. Por ejemplo, todos obedecemos a la ley de la gravedad, aun no conociéndola. Todos tenemos la tendencia natural a defendernos de la agresión, sin necesidad de pensarlo… y sin necesidad de que alguien nos lo haya enseñado. Cuando tenemos más recursos y hemos aprendido más, si podemos discriminar… ¿qué forma de defensa será la más apropiada para defendernos en la situación X o Y? Pero la defensa de carácter reflejo… como cruzar los brazos si algún objeto se nos viene encima… no requiere de mayor análisis. 5