La derrota de Evo

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LATERCERA Domingo 6 de marzo de 2016
Mundo
COLUMNA
La derrota de Evo
Por Mario Vargas Llosa
L
a derrota de Evo Morales en
el referéndum con el que
pretendía reformar la
Constitución para hacerse
elegir por cuarta vez en el
año 2019 es una buena cosa
para Bolivia y la cultura de
la libertad. Se inscribe dentro de una cadena democratizadora que va golpeando
al populismo demagógico en América
Latina de la que son jalones importantes
la elección de Mauricio Macri en Argentina contra el candidato de la señora Fernández de Kirchner, el anuncio de Rafael
Correa de que no será candidato en las
próximas elecciones en Ecuador, la
aplastante derrota -por cerca del 70% de
los votos- del régimen de Nicolás Maduro en las elecciones para la Asamblea Nacional en Venezuela y el desprestigio
creciente de la Presidenta Dilma
Rousseff y su mentor, el ex Presidente
Lula, en Brasil, por el fracaso económico
y los escándalos de corrupción de Petrobras que presagian también un fracaso
catastrófico del Partido de los Trabajadores en las próximas elecciones.
A diferencia de los gobiernos populistas
de Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil, cuyas políticas demagógicas han desplomado sus economías, se decía de Evo
Morales que su política económica ha
sido exitosa. Pero las estadísticas no
cuentan toda la verdad, es decir, el período enormemente favorable que vivió Bolivia en buena parte de estos 10 años de
gobierno con el auge del precio de las
materias primas; desde la caída de éstas,
el país decrece y está sacudido por los escándalos y la corrupción. Esto explica en
parte el descenso en picada de la popularidad de Evo Morales. Es interesante advertir que en el referéndum casi todas las
principales ciudades bolivianas votaron
contra él, y que, si no hubiera sido por las
regiones rurales, las menos cultas del
país y también las más alejadas, donde es
más fácil para el gobierno falsear el resultado de las urnas, la derrota de Evo habría sido mucho mayor.
¿Hasta cuándo continuará el singular
mandatario echando la culpa al “imperialismo norteamericano” y a los “liberales”
de todo lo que le sale mal? El último escándalo que ha protagonizado tiene que
ver con China, no con Estados Unidos.
Una ex amante suya, Gabriela Zapata,
ahora presa, con la que tuvo un hijo en
2007, fue luego ejecutiva de una empresa
china que ha venido recibiendo jugosos y
arbitrarios contratos gubernamentales
para construir carreteras y otras obras
públicas por más de 500 millones de dólares. El favoritismo flagrante de estos contratos ilegales, denunciados por un gallardo periodista, Carlos Valverde, ha sa-
cudido al país y los desmentidos y
explicaciones del Presidente sólo han servido para comprometerlo más con el enjuague. Y para que la opinión pública boliviana recuerde que este es sólo el último
ejemplo de una corrupción que a lo largo
de este decenio ha venido manifestándose
en múltiples ocasiones aunque la popularidad de Evo sirviera para acallarla. Da la
impresión de que aquella popularidad,
que va apagándose, ya no bastará para
que la opinión pública boliviana siga engañada, aplaudiendo a un mandatario y a
un régimen que son un monumento al
populismo más desenfrenado.
Ojalá que, al igual que los bolivianos, la
opinión pública internacional deje de
mostrar esa simpatía en última instancia
discriminatoria y racista que, sobre todo
en Europa, ha rodeado al supuesto “primer indígena que llegó a ser Presidente de
Bolivia”, una de las muchas mentiras que
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