El paisaje de la “raya” de Portugal en Castilla y León: un espacio de frontera contrastado y singular F. Molinero Hernando M. Alario Trigueros C. Cascos Maraña Dpto. de Geografía. Facultad de F. y Letras. Universidad de Valladolid molinero@fyl.uva.es, alario@fyl.uva.es, Cayetano@fyl.uva.es RESUMEN: La “raya” entre Portugal y Castilla y León discurre a lo largo del tramo internacional del Duero, una profunda garganta encajada más de 600 m en las penillanuras. La singularidad de estas tierras fronterizas radica en su histórico aislamiento, favorecido por su posición interior y su alejamiento de los ejes fundamentales de comunicación. Todo ello, unido a sus enormes potencialidades para el emplazamiento de embalses, favoreció la explotación hidroeléctrica mediante cuatro centrales –dos portuguesas y dos españolas-, a las que se sumaron otras posteriormente. Los caracteres socioeconómicos de esta comarca no difieren de las próximas, aunque algunas iniciativas de INTERREG y la creación del Parque Natural de los Arribes han pretendido cambiarlos. Se estudia su situación y su valor paisajístico en el siglo XXI. The landscape of "stripe" of Portugal in Castile and León: a unique and contrasting border space ABSTRACT The "stripe" between Portugal and Castile and León runs along the international fringe of the Duero, a deep gorge embedded more than 600 m in the peneplains. The uniqueness of these borderlands lies in its historical isolation, favored by its inner position and away from the main axes of communication. All this facts, coupled with their enormous potential for the placement of dams, allowed the hydroelectric exploitation by means of four stations -two Portuguese and two Spanish-, to which were added others later. The socio-economic characteristics of this region do not differ from the next ones, although some INTERREG initiatives and the creation of the Natural Park of Los Arribes have tried to change them. We review the situation and landscape in the 21st century. Palabras clave: Frontera internacional del Duero, paisajes de frontera, fronteras de desarrollo rural Key words: International Douro border, border landscapes, Rural development borders Los paisajes de las franjas fronterizas suelen obedecer a la lógica general de la región en que se sitúan, aunque cuentan con algunas características propias, merced a su condición de lugares de separación de comunidades y, a veces, de formas de vida. La frontera hispano-portuguesa ha acentuado esos caracteres, debido a su situación en un área poco poblada y explotada, alejada de grandes centros económicos y ciudades, lo que la ha convertido en una tierra típica del rural profundo, poco poblada, envejecida y marginal. A todo ello se suman unas condiciones ecológicas singulares, pues las extensas penillanuras berroqueñas de Salamanca y Zamora quedan cortadas, hacia el oeste, por los arribes o riberas del Duero y su red de afluentes, de modo que las comarcas llanas de Zamora y Salamanca desembocan bruscamente en las profundas gargantas y terrenos quebrados de los ríos. Estas tierras estuvieron explotadas por agricultores y ganaderos que crearon un paisaje artificial a partir de costosos bancales construidos sobre fuertes pendientes, que permitieron sobrevivir a más gente merced al aumento del terrazgo. De este modo, se forjó una sociedad rural ganadera en las llanuras y otra rural agrícola en las vertientes y rellanos de las riberas, con la particularidad de que el gran desnivel permitía poner cultivos termófilos al abrigo de las gargantas y al amparo de la baja altitud. Se cultivaron no solo la vid y el almendro, sino también el olivo y hasta los cítricos. Pero toda esta situación tradicional, de cierta densidad demográfica, con 30 o más hb/km2, y denso aprovechamiento económico, fue perdiendo fuerza con la modernización del campo español durante los años 1960 y 1970. El éxodo rural vació estos campos, tanto los agrícolas como lo ganaderos, de manera que la densidad actual no llega ni a los 10 hb/km2. En efecto, el éxodo rural vació de pastores las dehesas y de agricultores los campos abancalados, incapaces de adaptarse a la mecanización y de competir en una economía abierta e integrada en un mercado mundial. La salida de agricultores y ganaderos motivó que muchas dehesas se llenaran de maleza, de retamas, de escobas, de retoños de rebollo, de estepas y de otros muchos arbustos y árboles que hoy invaden numerosos pastaderos de las dehesas. Al mismo tiempo, los rellanos agrícolas fueron abandonándose, sobre todo los de mayores pendientes, hasta el punto de que hoy apena se distinguen las antiguas paredes. El resultado final ha sido campo nuevo, en parte “naturalizado” por el abandono de sus antiguos explotadores, si bien, ese abandono ha sido solo parcial, ya que el proceso de globalización también ha traído la empresarialización de los agricultores y ganaderos que permanecen, los cuales conviven con jubilados y ATPs (a tiempo parcial), que imbrican sus explotaciones y parcelas y dan un paisaje nuevo. Éste surge también de un factor superpuesto: la explotación hidroeléctrica, que, merced a las condiciones excepcionales de esta comarca, atrajo las inversiones de las eléctricas vascas y del Banco de Bilbao, que se repartieron los 400 m de desnivel del Duero en el tramo internacional entre España y Portugal, construyendo en esas tierras un complejo y denso aprovechamiento hidroeléctrico, cuyas huellas en el paisaje son incuestionables. Partiendo de la idea de que el paisaje es un totalizador histórico, ecológico, económico y social, en estas tierras podemos confirmarlo de una manera espectacular. 1. LA FRONTERA ECOLÓGICA DEL DUERO: EL RÍO, LA GARGANTA Y EL CLIMA ATEMPERADO. A lo largo de112 km desde el pie de la presa de Castro en Zamora hasta la confluencia con el río Águeda al entrar en Portugal, la altitud del lecho del Duero Internacional desciende más de cuatro hectómetros, entre las cotas de 516 y 112 m. Su perfil longitudinal es muy enérgico y anómalo, pues la pendiente media del 3,6‰ supera el séxtuplo de la de tramos río arriba, en contra de la habitual progresividad hacia la cabecera. En el segmento aledaño superior, dentro del área estudiada y hasta la confluencia con el Esla, la pendiente aún es elevada, pero va remitiendo. La estrechez y el tipo de incisión del lecho junto con el módulo estimado al ingreso en Portugal y en régimen natural de 500-600 m3/seg, que encubre una irregularidad fuerte y máximos hasta de 15.000 m3/seg, acaban pergeñando un río rápido y peligroso; una barrera difícil de franquear y una frontera fácil de sostener. Los afluentes concuerdan con el Duero en un tramo final enérgico de rápidos y cascadas, aunque con entidad dispar; el Esla iguala y dobla el caudal del Duero a partir de la confluencia, mientras que el Tormes, que viene desde Gredos, supone un refuerzo menor pero a tener en cuenta, frente al Huebra, Uces y otros ramales autóctonos de las llanuras con escasa entidad. Caso aparte es el del Águeda que avena desde la Sª de Gata el SO de Salamanca, pero se une al Duero en la misma frontera. Los tramos rectilíneos alternan con los codos y los trenes de meandros encajados en el Duero fronterizo, dentro de la variedad propia de un trazado de más de cien km, dificultando aún más el tráfico por las márgenes fluviales y el vadeo. Pero el mayor obstáculo a la travesía lo constituye el relieve del valle, encajado entre 350 y 600 m en las penillanuras cristalinas hispanoportuguesas aledañas, particularmente llanas y rígidas, en torno al nivel de 750 m. Se trata de un valle muy angosto, con fondo encallejado de garganta y vertientes graníticas de roca dura y homogénea, siempre poco evolucionadas y hasta subverticales. Las más espectaculares son las semiojivales en llambrias graníticas, cuya leve convexidad en torno a la vertical responde al proceso de exfoliación, que explota las diaclasas de descompresión lateral del encajamiento del Duero. Aledañas a la presa actual de Aldeadávila de la Ribera las paredes exfoliadas caen en más de cuatro hectómetros de liso granítico hasta el lecho rocoso, en un paisaje con parangón en los fiordos noruegos. Otras vertientes o “arribes”, como las llaman en la comarca, no son tan verticales, aunque siempre muy enérgicas (>40º) y en ellas se suceden tramos diferenciados, desde berrocales y bolas graníticas en la coronación, o tor y piedras caballeras a nivel medio, para caer al granito más sano y exfoliado hasta el nivel del lecho; en las corneanas encajantes y en algunos tramos de esquistos menos duros no falta a veces una tenue concavidad basal de derrubios. Sin embargo, lo propio de las arribes son los paredones compactos y continuos de vertiente, sin portillos; los únicos que responden a las ralas entalladuras de las confluencias, con caída brusca de los lechos de los afluentes desde los 600 m de las penillanuras hasta el nivel del Duero. La garganta en su angostura, su continuidad y su semejanza con los valles afluentes refleja la uniformidad lítica del granito, que es roca isótropa y uniformemente dura, en un gran batolito mucho más extenso que las Arribes, por el SO de Zamora (S de Aliste y Sayago) y el NO de Salamanca (Vitigudino y Ledesma). En general, al granito estabilizado lo cubre un manto de alteritas fino, arenoso, claro (ortosa y cuarzo) y muy continuo, sobre el que no destacan asomos de bolas, lanchones, tors u otras formas de criptogénesis, del tapiz de suelos ácidos, minerales y pobres, pero generalizados. Para Garcia Fernandez, se trata de una “penillanura granítica sin modelado granítico”, frente al sector occidental de las Arribes, donde la disección de cercanía al Duero y sus afluentes ha descubierto los berruecos, nubbins, tors, piedras caballeras, dorsos de ballena espectaculares, lanchones convexos y llambrias. Esas formas rocosas presentes en los niveles bajos y alternantes con enclaves de alteritas y suelo laborable son clave distintiva de las Arribes frente a las comarcas orientales. El clima, vinculado a la baja altitud del fondo de la garganta, al abrigo acusado por la angostura y energía de las vertientes, o al trazo NE-SO, perpendicular al rumbo de la circulación dominante en la Península Ibérica, es de tipo mediterráneo húmedo y cálido; se modera en los tramos medios de vertiente y deviene fresco al nivel superior de la penillanura (650-750 m). Si la precipitación anual, entre 600 y 800 mm, duplica ampliamente la de áreas más orientales del centro de Zamora y Salamanca, el alza de la temperatura supera con creces el ritmo de la adiabática hacia el fondo del valle. El promedio anual de la Presa de Saucelle, superior en 5,2ºC al del sierro de Barruecopardo, para poco más de 500 m de desnivel es significativo, pero insuficiente. En la primera el umbral ecológico de 10ºC se alcanza desde mediado febrero hasta comienzos de diciembre, las heladas son escasas, poco intensas y se polarizan en el trimestre diciembre-febrero, mientras que en Barruecopardo se extienden a 6 meses. Este topoclima singular es clave de la variedad de cultivos y paisajes agrarios tradicionales escalonados por productos, emplazamientos y formas parcelarias; sobre el naranjo, abancalado y viable hasta 250 m, monta el olivar en bancales estrechos hasta 600, entreverándose y dando paso a partir de ahí al almendro en bancales anchos en rampa, sucedidos por el viñedo en parcelas llanas, mayores y más regulares en torno a 700 m, que antaño alternaban con las de cereal de subsistencia y ahora se hallan en abandono. En la percepción, el paisaje natural de las Arribes no solo destaca por multifacético, sino por espectacular y grandioso, acorde la Figura 1. Climogramas significativos: Saucelle y Barruecopardo panorámica del cinerama, que en lo visible y admirable no comprometen las grandes infraestructuras hidroeléctricas añadidas, mientras un ingente patrimonio etnográfico lo multiplica, enriquece y magnifica aún más. 2. LA ESCASA OCUPACIÓN Y EL NUEVO PAISAJE HUMANIZADO Si el paisaje natural viene en gran medida configurado por los factores ecológicos, está en la misma medida relacionado con el proceso de abandono comentado, pues al descender la presión humana sobre el medio, se agranda el papel de la naturaleza y, aunque los incendios forestales persisten, la cobertera vegetal se acerca –más que se aleja- al estado natural. La forma más sencilla de comprobarlo es la comparación de los Arribes de 1956 –antes del éxodo rural- con los actuales. Las imágenes (figura 1 y 2) recogen la situación en las proximidades del núcleo de Aldeadávila. No hacen falta grandes análisis, porque las fotos aéreas y las fotografías ilustran nítidamente los cambios. Cambios que se configuran como auténticas mutaciones demográficas, agrarias, económicas y sociales. Figura 2 y 3. Comparación de los Arribes del Duero en Aldeadávila de la Ribera en 1956 y 2013 (Fotos aéreas del Vuelo Americano y del CNIG. Obsérvese la desaparición de los bancales y la gran reducción del terrazgo. En la primera fecha no existía el embalse de Aldeadávila 2.1. La caída de la presión demográfica, el vaciamiento y el abandono La evolución de la población sigue la tendencia general del interior de España, con las singularidades propias de cada circunstancia particular, pero ni la densidad general, baja, ni el grado de envejecimiento ni la dinámica demográfica permiten atisbar rasgos de progresión. La población de hace un siglo, como en casi todos los pueblos de Castilla y León, era mucho más numerosa; en los 31 municipios alcanzó casi los 40.000 hb, que se redujeron un poco a mediados del siglo XX, que resistieron apenas en los años 1960, con la construcción de las grandes presas, pero que, cuando se terminaron, y dado la escasa empleabilidad de las centrales hidroeléctrcias, la tendencia continuó con el mismo ritmo que en el resto del rural profundo, con unos índices que pueden verse en la tablas 1 y 2, sobre evolución y valores significativos, que confirman una situación de abandono general, bien visible incluso no solo en el abandono de los antiguos bancales, sino en el cierre de los montes y en la invasión de muchas dehesas por el matorral. Tabla 1. Valores de población de los municipios de Los Arribes, 2011 Índices significativos Hombres Mujeres Ambos Índice de envejecimiento (>65 / <15 años) Tasa de sobre-envejecimiento (% >80/>65) Edad media (años) Proporción de activos (15-64 / total) Índice de reemplazo de la población activa (15-19 / 60-64) Índice de masculinización Grandes grupos de edad <15 años 15 a 64 De 15 a 39 De 40 a 64 65 y más De 65 a 79 De 80 y más TOTAL 5,0 7,0 6,0 30,0 46,0 36,0 48,0 33,0 47,0 60,0 50,0 64,0 0,51 0,55 Hombres 413 4.113 1.609 2.504 2.286 1.591 695 6.812 Mujeres 367 3.214 1.305 1.909 2.793 1.780 1.013 6.374 0,53 106,9 Ambos 780 7.327 2.914 4.413 5.079 3.371 1.708 13.186 % 5,0 55,0 22,0 33,0 38,0 25,0 12,0 100,0 Fuente: INE: Padrón de Habitantes 2011 La evolución de la población, representada en la figura 4, nos muestra un desplome total desde los años 1960, que no cesa, puesto que todavía aún en el último periodo intercensal, los 31 municipios perdieron un 5,4% de sus habitantes. Y es que cualquiera de los índices que se tomen como referencia muestra una regresión demográfica imposible de corregir con el tipo de economía actual. Tanto la figura de evolución como la pirámide que refleja las estructuras demográficas actuales (figura 5) impiden plantear perspectivas favorables. En efecto, la población es el agente y el motor de la organización del territorio y, por ende, también de sus manifestaciones externas, de su paisaje. El paisaje que se deriva del poblamiento cada vez deja menos huellas, por más que en esta comarca se acumulen excelentes ejemplos de una ocupación armónica, sabia y equilibrada, pero que obedecía a otros formas de vida y de explotación del territorio. 2.2. Un poblamiento y paisaje agrario heredados Ni los pueblos, escasos en número y pequeños en tamaño, ni el labradío, venido a menos, ni la organización tradicional de las cercas para defender los sembrados del ganado y para delimitar la propiedad de la tierra, han sido capaces de mantenerse funcionales, por más que todavía se conservan los elementos de la antigua organización; en gran medida, porque es más fácil conservar las piedras en las paredes que en otras formas desordenadas. Tal como se deduce de las imágenes, la fortísima ocupación del sue- Figura 6. lo de antaño se ha diezmado hogaño, por cuanto los bancales se abandonan a medida que se van cayendo y solo las tierras más llanas son asiento de explotación agrícola, mientras el monte progresa imparable. Todos estos aspectos están comprobados y cuantificados en las imágenes y datos recientes del CLC 2006 (figura 6 y tabla 2) Es quizás uno de los aspectos más llamativos, por cuanto la entidad que alcanza el monte no obedece a la función tradicional que cumplía, sino al abandono generalizado de antiguos terrazgos y pastaderos difíciles que hoy aparecen matorra- Tabla 2. Ocupaciones del suelo en 2006, por importancia de aprovechamientos Principales ocupaciones Hectáreas % del total Áreas quemadas 77,0 0,04 Minas 108,0 0,05 Superficies artificiales 239,5 0,11 Olivar 768,0 0,36 Frutales 927,0 0,44 Playas, arenales y roquedales 1590,0 0,75 Viñedo 4004,0 1,90 Bosque de coníferas y mixto 5235,0 2,48 Superficies de agua 8978,0 4,25 Tierras de labor en secano 10374,0 4,91 Terrenos adehesados 18374,0 8,70 Bosque de frondosas 24529,0 11,62 Terrenos agrícolas heterogén. 56104,0 26,57 Monte bajo y pastizal 79814,0 37,80 TOTAL 211126,0 100,00 Fte.: CLC 2006. Elaboración propia lizados. Representan el 38% de la superficie total, seguido, no obstante, por los terrenos agrícolas heterogéneos, faltos de especialización, producto en cierta medida de la permanencia de la ganadería y agricultura a tiempo parcial y complementaria, gestionada fundamentalmente por jubilados. El 26,5% corresponde a este tipo de aprovechamiento, al que se suma otro 5% de tierras de labor, frente al 70% de superficie cultivada a mediados del siglo pasado (Crespo Redondo, J., 1968: 113), y otro 9% de dehesas. El matorral y este conjunto de tierras aportan casi los 4/5 de la superficie total, a la que se añade otro 12% de bosque de encinas y rebollos, que prestan a estas tierras un paisaje en cierto modo naturalizado. Forman la base del paisaje agrario, observable en las grandes manchas de la figura 6 y cuantificado en la tabla 2. En ella podemos ver la escasa entidad de un cultivo tradicional, el viñedo, que, a pesar de su merma, no deja de ofrecer potencialidades inexplotadas, como uno de los pocos grandes y singulares cultivos comarcales, basado en una cepa autóctona, la “Juan García”, que, sobre todo en la vertiente portuguesa, está dando buenos resultados. Tampoco podemos olvidar otro de los grandes cultivos creadores de estructuras territoriales como es el olivar, que, a pesar de su nimiedad –no llega a las 1.000 ha- da personalidad a numerosos rincones y pagos, especialmente en los sectores más abiertos y amables para la mecanización y el cultivo. Tanto el olivar como el viñedo y el almendro constituyen los cultivos estructurantes o fijadores, que se mantienen en parte merced a los jubilados y, en otra medida, merced a la especialización productiva y a la impronta de la agricultura empresarial, presente en la comarca, aunque no muy extendida. Tabla 3. Perceptores de pagos PAC en 2009, en municipios seleccionados Municipio Nº percepto- Pagos directos res PAC (€) Aldeadávila de la Ribera Almendra Barruecopardo Fermoselle Hinojosa de Duero Pereña de la Ribera Villarino de los Aires Total general 163 12 39 180 80 30 44 548 127.793 182.744 441.044 197.960 494.974 89.402 266.177 1.800.093 Total Pagos (€) 157.527 212.827 482.490 253.099 672.517 120.193 298.917 2.197.570 Media por explotación (€) 966 17.736 12.372 1.406 8.406 4.006 6.794 4.010 Fuente: FEGA, Pagos PAC 2009 De hecho, si atendemos a los perceptores de pagos PAC, que en 2009 fueron publicados con nombres y apellidos, tan solo había un 13% que percibía por encima de los 10.000 €, los cuales cobraban el 72% de los pagos y solo un 5% superaba los 20.000 € para un conjunto de 7 municipios seleccionados (véase tabla 3), lo que habla poco de los niveles de profesionalización y empresarialización agrícola o ganadera, tal como, por otro lado, manifiestan los reducidos rebaños de vacas o de ovejas que pastan en las dehesas y campos, cuya fragmentación en la propiedad y el parcelario ha dificultado su explotación tradicional. Y es que, ante una comarca de escasas cualidades agrícolas, de malos suelos y de fuertes pendientes, ni la agricultura ni la ganadería pueden suponer aprovechamientos de gran alcance. Así, la baja carga ganadera de estas tierras ha sido destacada como un hecho histórico (Crespo Redondo, 1968) y se ha mantenido recientemente (Llorente Pinto, 1990). Ha sido precisamente esta circunstancia la que ha motivado la orientación hacia otras actividades. 2.3. El significado de las actividades alternativas a la agricultura y ganadería De entrada, se puede destacar que la actividad agraria continúa estando a la cabeza del empleo, como reflejo del carácter eminentemente rural de la comarca, con gran peso de pequeños municipios con escasa diversificación productiva, aunque ha reducido su importancia con respecto a lo que ocurría en los años 1980, donde todavía ocupaba casi a un 40% de los activos (Llorente Pinto, 1990: 199). Frente a lo que ocurría en el último tercio del siglo XX, la industria, especialmente la vinculada con las actividades energéticas, ha perdido entidad. La producción de energía ocupa espacio y genera paisaje, pero no tiene ningún impacto social en generación de empleo. Llama la atención el escaso papel de la industria alimentaria a pesar de la importancia de producciones agrarias susceptibles de ser transformadas in situ, como viñedo, olivar, ganado porcino y vacuno de carne. Contrariamente, es significativa la entidad del empleo en la construcción, cuya tasa duplica la media nacional, vinculado al mantenimiento de las obras de grandes infraestructura energéticas y al reciente desarrollo turístico. Continuando el modelo general del país, los servicios aportan la mayor proporción del empleo, con un 45% del total, aunque todavía por debajo de la media regional y nacional. Destacan los clásicos: los servicios públicos, especialmente municipales, y los de atención a las personas residentes, sobre todo mayores, que se ha convertido en uno de los nuevos “yacimientos” de empleo, derivados del estado del bienestar y la atención al envejecimiento del que tanto se habló en los años 1990. Ambos se rigen básicamente por criterios de rentabilidad social y no estrictamente económica, lo que permite su dispersión en espacios con baja densidad, como los Arribes. Sin embargo es llamativo el menor peso de las actividades comerciales, así como de los servicios a la producción y financieros, lo que constituye un indicador de la atonía económica de la comarca en actividades productivas industriales y de servicios especializados, ya que las actividades agrarias utilizan pocos servicios a la producción. Es destacable el peso relativo de los servicios de alojamiento y restauración, bastante por encima de lo que supone en el conjunto regional y nacional; hecho directamente relacionado con las condiciones objetivas de la comarca, debido a sus espectaculares paisajes naturales y culturales, y con los incentivos derivados de los programas de desarrollo rural financiados por la UE, reforzados por la declaración del Parque Natural. 3. EL PARQUE NATURAL ARRIBES DEL DUERO: SU ORIENTACIÓN AMBIGUA ENTRE LA PROTEC CIÓN Y LA PROMOCIÓN. El 11 de abril de 2002 se produjo la declaración de Parque Natural para 106.500 has reales de 37 municipios y 58 pueblos, tras una década de protección preventiva y grandes dilaciones. De este modo se procedió a la protección total de los valores abióticos, bióticos y patrimoniales de este parque, el más extenso de la Red de Castilla y León. El carácter biprovincial, en Zamora y Salamanca, es positivo y se suma como signo de valoración por la comunidad autónoma que lo ha declarado, administra y dota de recursos, aunque su categoría está por debajo de los parques nacionales y regionales. En patrimonio restaurado se han abierto las casas del parque de Fermoselle y Sobradillo (convento y torreón), dentro de la asignación tripartita de recursos a uso público, población rural y protección, e incorporando superpuesta a la Red Natura 2000 europea. Para dar renombre se propuso como Patrimonio de la Humanidad, dentro de un sinfín de vitolas, que incluyen congresos, exposiciones y otras. El Parque Natural do Douro Internacional, portugués y colindante, añade fama y facilita la protección de éste. Pero la farfolla de menciones sugiere valores inexistentes y omite lo mejor del Parque, que, lejos de ser un medio virgen tiene poco de natural. Los 7 embalses que lo jalonan, con centrales y estaciones transformadoras, además de los “mares” aledaños de Ricobayo y Almendra, no dejan duda; lo mismo que el terrazgo tradicional de cercas y bancales hasta el último rincón. Los rebollos y encinas de monte hueco no forman bosque y, si la flora es rica por el clima singular, predomina el aspecto asilvestrado de matorrales de escobas blancas y amarillas (Cytisus), estepas, jaras y otras cistáceas, o bien enebros, colonizando con fuerza los bancales. La fauna de mayor interés es la ornítica, que aprovecha los roquedales empinados. Lo genuino del parque, como atractivo y recurso económico, científico o didáctico; lo perceptible y admirable es la combinación de un relieve de escarpes y riscos, muy rico en formas y procesos, con el añadido humano; y no sólo el del patrimonio etnográfico, sino los saltos e infraestructuras eléctricas ligadas a los abismos. Es un paisaje panorámico y, ante todo, espectacular y sobrecogedor (véanse fotos-figuras 7 a 11) El turismo rural y las figuras de calidad alimentaria, aprovechando la gama de cultivos, se proponen junto con casi todos los tópicos restantes del desarrollo local o sostenible. Los paseos en barco por los embalses, la conversión de los poblados de obra en colonias turísticas y la asunción como recurso destacado del ingente acervo etnográfico (cercas, chozos, corrales,….) esbozan una meta clara a la conservación de los paisajes rurales habitados, que es lo que hay, frente a la recuperación de entelequias naturales ignotas. Lo didáctico y científico, desarrollado en cursos, estaciones u observatorios, aulas de la naturaleza o residencias para estudiosos, atrae y aporta. La polarización de recursos y dotaciones hacia los pueblos más grandes y dinámicos, como Fermoselle o Aldeadávila, en detrimento de los pequeños, genera desequilibrios, a los que se unen los riesgos por recortes o congelaciones. Se trata de vicios comunes a los espacios naturales, que son especialmente nítidos en este caso. 4. LA ESPECTACULARIDAD DE LOS PAISAJES Y DE LAS GRANDES INFRAESTRUCTURAS Aunque las centrales hidroeléctricas pueden ser vistas como un elemento artificial y desagradable, y los tendidos eléctricos como las telarañas del cielo, tienen también su contemplación positiva como los gigantes de los barrancos y gargantas, dominadores del vacío y del aire. Ya se insistió que se instalaron aquí para aprovechar los fuertes desniveles. Su construcción costó inmenso trabajo y vidas humanas; su utilización y contemplación tienen algo de grandioso, porque, además, a ellas se suman indudables valores patrimoniales que hacen de esta comarca un territorio de gran atractivo turístico. Las cercas, las chiviteras, los bancales, las casetas y chozos aún permanecen vivos y pueden contemplarse paisajes agrarios subtropicales cálidos mientras se pasea por los embalses del Duero (véanse fotos, figuras 7 a 11), que, entre España y Portugal totalizan 9, con 4.402 hm3 de capacidad de almacenamiento y 3.991 MW de potencia instalada, y una capacidad de producción en lleno total de 4.500 GWh (solo en España) Figura 7 (arriba izda.) Presa de Aldeadávila. Figura 8 (arriba dcha.) Poblado de la central de Saucelle. Figura 9 (abajo izda.) Muelle de la presa de Miranda (Portugal). Figura 10 (centro dcha.). Chiviteros de Torregamones. Figura 11 (abajo dcha). Pao de La Peña. BILIOGRAFÍA CABERO, V. y SÁNCHEZ, F. (1994): La frontera hispano-portuguesa en el marco de la nueva Europa: La región fronteriza de Salamanca. Salamanca, CSIC-USAL, 274 pp. LLORENTE, J.M., en CABO, A. y MANERO, F. (1990): Las Comarcas Tradicionales. Geografía de Castilla y León. Valladolid, Ámbito Ediciones, pp. 177-211. CRESPO, J.(1968): El paisaje agrario en las Arribes del Duero. Madrid, CSIC, 148 pp GARCÍA, J. (1982): El relieve de la Cuenca de Castilla la Vieja. Valladolid, Dpto. de Geografía. Multicopiado, 82 pp. UNIVERSIDAD DE SALAMANCA (2009): Historia y Patrimonio geológico del Parque Natural de las Arribes del Duero. USAL, 2009