EL ANALISTA Y LA REELABORACIÓN Lic. Enédes do Carmo de Aguiar Laporaes Dr. Félix Giménez Noble “Hacemos la experiencia de que el yo sigue hallando dificultades para deshacer las represiones aun después que se formó el designio de resignar sus resistencias, y llamamos ¨reelaboración¨ {¨Durcharbeiten¨} a la fase de trabajoso empeño que sigue a ese loable designio. Ahora parece indicado reconocer el factor dinámico que vuelve necesaria y comprensible esa reelaboración. Difícilmente sea otro que éste. Tras cancelar la resistencia yoica, es preciso superar todavía el poder de la compulsión de repetición, la atracción de los arquetipos inconscientes sobre el proceso pulsional reprimido; y nada habría que objetar si se quisiese designar ese factor como resistencia de lo inconsciente” Freud, S. “Inhibición, síntoma y angustia” (1926) “…el médico había olvidado que nombrar la resistencia no puede producir su cese inmediato. Es preciso dar tiempo al enfermo para enfrascarse en la resistencia, no consabida para él; para reelaborarla {durcharbeiten}, vencerla prosiguiendo el trabajo en desafío a ella y obedeciendo a la regla analítica fundamental” Freud, S. “Repetir, recordar, reelaborar” (1914) En el análisis, las dificultades del yo para deshacer las represiones se deben a la compulsión de repetición. Este poder que Freud atribuye a un componente universal de las pulsiones resulta de una hipótesis con dos vertientes: la compulsión por una parte, la repetición por otra. La ‘compulsión’ (Zwang) aparece mencionada en una temprana carta a Ferenczi (1897) para ilustrar la participación obligada del complejo de Edipo en la constitución de la psique. El complejo de Edipo “es el ejemplo mejor conocido” de los esquemas (Schema) congénitos por vía filogenética. A menudo podemos observar que el esquema triunfa sobre el vivenciar individual.” Compulsión trasluce el modo en que lo pulsional-ello se impone sobre el yo como coerción. ‘Repetición’ (Wiederhollen) designa un accionar que se encuentra en toda transferencia, cual contrainvestidura que sustituye la representabilidad. Pone de manifiesto la insistencia pulsional que no puede ‘hacerse entender’. En definitiva, la compulsión de repetición (Wiederhöllung zwang) conjetura una vicisitud en lo anímico que comprende tanto a la necesidad que siente el ello de emplazar sus investiduras para cumplir sus aspiraciones eróticas, como del fracaso de la satisfacción de esa necesidad. Los conceptos psicoanalíticos provienen del enfrentamiento de Freud para superar sus resistencias y de los que continuaron ese afàn en sintonía con él. Así, la ‘evolución’ del pensamiento analítico, resultaría efecto de un autoanálisis, y lo que, en un primer momento resulta consabido y suficiente (la teoría de lo inconciente reprimido, por ejemplo), se revela insatisfactorio sino se incorpora el papel de la herencia. La ‘compulsión de repetición’ no fue una excepción. En apariencia, el concepto sufrió una serie de mutaciones que lo llevaron, desde consignar una actitud del paciente, hasta la descripción del modo en que el ello está en el yo. En el trayecto, aludió a una forma de ahorrar gasto psíquico, al silencio como acto de resistencia y a la viscosidad de la libido. Al tiempo que es considerada un carácter de la vida orgánica, la compulsión de repetición resulta secreto protagonista en la reproducción del trauma. Develada su ubicuidad pulsional, quedó al descubierto el lazo de sangre con lo demoníaco y, para peor, su subversión a la ley del placer. Aunque… También refleja un afán por el orden y es capaz de ponerse al servicio del análisis, en tanto no se emancipe y convierta al análisis mismo en una pieza recién adquirida en función de una repetición cuyo sentido se pierde para el yo. En su madurez conceptual, vemos a la compulsión de repetición asumir un rol decisivo a favor de Eros al devenir responsable de la fijación de las pulsiones a la represión. La compulsión de repetición en el proceso pulsional reprimido El asedio pulsional representa una amenaza para la coherencia del yo, el cual se defiende fijando la pulsión al mecanismo de represión. Dicha maniobra, en que el yo le da cabida a la compulsión de repetición del ello inconciente, inactiva el esforzar pulsional poniendo fin a su insistencia interminable. La visicitud descripta involucra la fuga del yo y el daño sufrido por el ello, que resulta menoscabado. El cambio de estado sufrido por la pulsión al ser fijada hace que –en el caso de advenir a la conciencia, lo haga como representación de un objeto y adquiera la propiedad de ligarse y tramarle al yo sistemas de memoria –reconocedores, que ahorran esfuerzo al trabajo de elaboración psíquica (Green, 1996). La ligadura se solidariza a la fijación para acotar el caos y limitar la angustia al estado puro; ‘lo actual’. Paralelamente a ser desalojada de la conciencia, la moción pulsional experimenta un cambio de estado: en adelante ‘se hará entender’ como representación de ‘algo’ presente en el tiempo. La atracción de los arquetipos inconcientes En tanto, la compulsión de repetición continuaba medrando en el corazón de las neurosis, y decidiendo el destino de seres humanos asintomáticos que, inexplicablemente devienen reiteradamente víctimas de idéntica fatalidad. Y cuando parecía que no tenía más para decir, cae su última máscara. El Schema edípico es el que manda. ‘Eso’ no-yo, ancestral es concebido como las múltiples existencias de yoes de la filogenia. Constituye el decantado de una imprecisa serie de individuos antepasados quienes –en su desaparición material objetivable- han engendrado una pulsión de retorno al seno de la vida. ‘[Aqu]ellos’ -que concebimos como seres míticos (pulsiones, los llamamos)habitan en el ello. Son ‘restos’ de los yoes perdidos, que insisten con tenacidad imponiéndole al yo que reúna su sustancia viva dispersada en partículas y los devuelva así al mundo material perceptible. Lo hacen con fuerzas de las que el hombre no puede adueñarse. Dicho poder se concentra en un arquetipo impuesto al yo y en el yo. “El arquetipo, actuando como centro o núcleo, funciona como magneto, atrayendo a las experiencias relevantes hacia él, para formar un complejo. Después que ha alcanzado suficiente fuerza por la adición de experiencias, el complejo puede penetrar en la consciencia. Es solamente siendo el centro de un complejo bien desarrollado que el arquetipo puede hallar expresión en la consciencia y en la conducta.” (Hall & Worby) El padre de la historia personal deviene apenas un revestimiento del padre de la horda.; como objeto, es capaz de retener solamente una parte de las investiduras: las libidinales. Las otras, aquellas mediadoras de la destructividad son acopiadas como la envidia del muerto. Así como al nacer hemos engendrado una pulsión de regreso al seno materno (la necesidad de dormir), ‘lo perdido’ del alma insiste en procura de existencia; por haber sido desalojados del seno de la vida, los ‘muertos’ necesitan retornar. El incremento de dicha carga mortífera en torno a la Imago del padre asesinado, resulta de su repetición generación tras generación, La compulsión de repetición es la voz de esa lengua arcaica que denuncia al crimen y al incesto. Reelaboración Pareciera que lo que añora Freud bajo esa expectativa que llama Durcharbeiten es la transformación de lo pulsional en representacional, del impulso consumado en acción a la alternativa de diferirlo concibiéndole ligazones que ‘contribuyan a hablar’ de la necesidad en juego. La anciana dama no podía hablar de ‘eso’ que la endemoniaba; pero Freud pensaba que él podría haberle dicho ‘algo’ “capaz de impedirle esa repetición”. Frente a la compulsión de repetición conviene reconocer que “nombrar la resistencia” no es un análogo de ‘interpretarla’. No es el caso del desalojo de una representación. No se trata de diagnosticar una contrainvestidura para ‘aflojar’ la represión. Tampoco corresponde a un falso enlace ni una consecuencia del masoquismo. Al enfermo no hay nada que revelarle que él no sepa. Pero ¿Por qué le pasa? Ante “el abismo, la grieta, entre el individuo real y el concepto de la especie…” “…no puede hablarse, por cierto, de una herencia directa en el yo.” Pero “…el ello no puede vivenciar o experimentar ningún destino exterior si no es por medio del yo…” En la compulsión de repetición, el análisis enfrenta una fuerza ubicua capaz de afectar cualquier función psíquica: tanto a la descarga al estado puro, como al pensamiento; tanto al cumplimiento del deseo, como a su realización. Dicha fuerza se hace ostensible en la reiteración de un obstáculo que se opone a la evolución psíquica: la repetición-reproducción. Se la detecta como conjunto de elementos solidarios (parcialmente ligados) que se repiten. Dicha insistencia denuncia dos implicaciones diferentes de la compulsión de repetición. La compulsión ‘a la’ repeticiòn Si, como en las referencias a Emmy de N. y a la anciana dama, se puede apreciar un conjunto de elementos solidarios, los cuales se reiteran en manifestaciones espaciales repetidas en el tiempo, es costumbre hablar (a pesar de Freud) de una ‘compulsión ‘a la’ repetición’. En esos casos que son reconocibles (aquello que la conciencia percibe como repetición) la compulsión de repetición ha participado, facultando las fijaciones que hicieron posible su representabilidad, aunque, en una medida siempre parcial. Al cumplir su función fijadora, el factor pulsional conocido como compulsión de repetición del ello inconciente (Freud, 1926) produce que la pulsión resulte ‘capturada’ en la represión. En la fijación, la perentoriedad {Dräng} ‘desaparece’ en su papel de resorte pulsional para ‘reaparecer’ como lo que esfuerza eventuales retornos de lo reprimido. La compulsión de repetición que se pone a favor del análisis (favoreciendo la insistencia de los retornos de las imágenes representables) no es otra que el resultado de aquella, la cual, al consumarse en la fijación a la represión, perdió su identidad pulsional, para inscribirse en el repertorio figurativo. La compulsión de repetición resistencia de lo inconsciente Es el otro sector, el de la compulsión de repetición al estado ‘puro’, lo que necesita ser transformado por una fijación que produzca el analista. Sin embargo, muy habitualmente se tiene la sensación de que la palabra analítica no puede acceder a ese conjunto de elementos fuertemente intrasociados cuya condensación es refractaria a cualquier intento de movilizar desplazamientos, como se hace en el caso de la interpretación clásica. Estos ‘argumentos’ pre- figurativos, de pautas pulsionales, señalizan el enjuiciamiento, condena y ejecución infinitos de un objeto que siempre va a faltar, frustrando así, la necesidad del ello. Ese objeto ‘imposible’ se encarna en la persona del analista. En esa transferencia fatal, re- ‘peticionante’, insiste una demanda sin esperanza de satisfacción. EL ANALISTA Y LA REELABORACIÓN RESUMEN Freud designó como reelaboración a una fase del tratamiento analítico. En 1926 se refirió a ella justificando su necesariedad en vista que cancelar la resistencia yoica no es suficiente. Hace falta todavía, superar el poder de los arquetipos inconscientes latente en las represiones. Según su concejo técnico original (1914), la reelaboración había que dejarla por cuenta del paciente, sin apremiarlo. Aparte de estas menciones, no existe indicio alguno acerca de lo que Freud habrá concebido como Durcharbeiten. Este trabajo es la construcción de una conjetura acerca de esa omisión. BIBLIOGRAFIA FREUD, S. Obras Completas, Amorrortu e. (1893-95) “Estudios sobre la histeria”, Tomo II, páginas 122, 259 (1914) “Recordar, repetir, reelaborar”, XII, 152, 153, 157 (1918[14]) “De la historia de una neurosis infantil”, XVII, 108,109 (1920) “Más allá del principio de placer”, XVIII, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23 (1923) “El yo y el ello”, XIX, 24 (1923[22]) “Observaciones sobre la teoría y práctica de la interpretación de los sueños”, XIX, 119, 120 (1926) “Inhibición, síntoma y angustia”, XX, 144, 149, 150 GREEN, A. Zona Erógena (1996) “Repetición transferencia y tiempo” DESCRIPTORES ELLO-ATRACCIÓN-ARQUETIPOS-REPRESIÓN-REPETICIÓN