La importancia del apoyo altruista a la ciencia El crecimiento económico y la independencia intelectual de una nación dependen en gran medida de contar con una población educada que promueva y desarrolle la ciencia como uno de sus principales motores. Negarse a construir una comunidad científica es el mejor camino al estancamiento y a la mediocridad. Para el desarrollo de una comunidad científica sólida e independiente se requiere de un impulso decidido por parte del Estado, y en no menor medida del apoyo de la comunidad de empresarios y de los particulares. Se ha considerado que la mejor manera de impulsar los logros en las actividades científicas son incrementar las oportunidades para que los jóvenes talentos motivados busquen aplicaciones al conocimiento e identifiquen problemas prácticos que estimulen la investigación. Desde mediados del siglo XIX, el conocimiento se especializó, se profesionalizó y se institucionalizó. La especialización fue fundamental para algunos de los más grandes avances de la ciencia moderna, pero también exigió un grado tan alto de competencia que excluyó al aficionado y profesionalizó la práctica de la actividad científica. La especialización y la profesionalización llevaron a la ciencia a institucionalizarse; es decir, la investigación se hizo tan costosa que ningún individuo pudo comprarse su propio ciclotrón o secuenciador de DNA, Estas características de la actividad científica, contribuyeron a los grandes logros científicos del siglo pasado, si bien tendieron a separar cada vez mas a los científicos del ciudadano común. Los problemas de financiamiento relativos a la investigación científica no son nuevos ni son particulares a México. Cuando la Royal Society fue fundada en Londres en 1662, pasó por altibajos financieros durante las décadas posteriores a su fundación. Durante la presidencia de Newton, utilizó los escasos fondos que tenía disponibles para financiar la publicación del libro "History of Fishes" de Francis Willughby, sin embargo, el libro no se vendió y dejó a la Royal Society tan arruinada que en 1686, tuvo que pagar el salario de 50 libras esterlinas de Edmund Halley, el descubridor del cometa que lleva su nombre, con 50 ejemplares de dicho libro. El mismo Newton, al llegar a Cambridge en 1661 y dadas las restricciones económicas de la época, tuvo que trabajar como sirviente. La asignación por parte de su madre era de tan solo 10 libras al año y debió desempeñarse como el criado (en aquel entonces se le llamaba subbecario) de Humphrey Babington, uno de los directores del Trinity College, realizando tareas entre las que se incluía vaciar los orinales del amo. Esta situación no era excepcional, Robert Hooke tuvo que 1 desempeñarse en la misma posición antes de llegar a ser uno de los Secretarios de la Royal Society. John Ray considerado por muchos como el equivalente de Newton en el campo de la Biología, debido a que puso en orden el mundo natural, de la misma forma en que lo hizo Newton con el mundo físico, fue admitido en el Trinity College como becario pobre o subbecario, con un subsidio otorgado a cambio de trabajar como criado, el cual se otorgaba a "becarios prometedores y pobres que estudiaran en la Universidad de Cambridge". Gregor Mendel, que en realidad se llamaba Johann, cambió su nombre al entrar a una orden religiosa. Era un niño extraordinariamente inteligente, pero procedía de una familia de granjeros pobres que agotaron todos sus recursos económicos para enviar al joven brillante al Gymnasium (centro de enseñanza secundaria). La Universidad estaba más allá de sus posibilidades económicas, por lo que en 1843 se hizo sacerdote como su única alternativa para poder continuar con sus estudios. Fue en este punto decisivo cuando contó con el apoyo altruista e incondicional del abad Franz Napp, quien había emprendido la tarea de convertir el monasterio en un centro intelectual de primer orden, en el que convivían un botánico, un astrónomo, un filósofo y un compositor. Las becas han sido decisivas en el desarrollo de las actividades científicas; por ejemplo, Freud en 1885 recibe una beca para acudir por seis meses al Servicio de Neurología del Profesor Charcot, en París. Esta estancia fue decisiva para su futuro. Alexander Fleming logra estudiar medicina, gracias a una beca en el Hospital de St. Mary, dependiente de la Universidad de Londres. Es significativo para mostrar la importancia de los apoyos altruistas, el hecho de que la sección del Hospital donde se descubrió la penicilina un día de septiembre de 1928, el "Clarence Memorial Wing", se había construido unos pocos años antes, gracias a una donación del Príncipe de Gales en honor de su hijo, el Duque de Clarence, que había fallecido en ese Hospital. Siguiéndole el rastro a la penicilina, encontramos al australiano Howard Florey, quien pudo continuar sus estudios de fisiología y patología en la Universidad de Pennsylvania, gracias a una beca Rockefeller. Fue con un subsidio de la misma Fundación que Florey y Chain iniciaron un programa de investigación que los llevó al aislamiento y purificación de la penicilina en la Universidad de Oxford, cuyos resultados fueron publicados en The Lancet el 24 de agosto de 1940. Estas tres trayectorias, coincidieron en la recepción del premio Nobel de Medicina en 1945 a Fleming, Florey y Chain. El aporte de gran importancia que han tenido los hombres que han conseguido prosperar en el terreno económico y cuya estatura moral los impulsa en un afán altruista; es claramente visible cuando se canalizan al campo de la investigación 2 científica, donde tienen la posibilidad de generar conocimientos que multiplican los recursos utilizados. Un ejemplo lo constituye el Instituto Rockefeller para la Investigación Médica, el cual abrió sus puertas en 1904. Alexis Carrel se desempeñó en dicho Instituto desde 1906 hasta su retiro en 1938. Fue en el Instituto, a partir de una observación de Ross Harrison de la Universidad de Yale y que se relacionaba con el crecimiento de las células nerviosas de pollo, que Carrell y Burrows desarrollaron métodos para mantener vivas líneas de células de tejido conectivo. En 1912, Carrel recibía el premio Nobel por sus trabajos sobre cirugía vascular y cultivo de tejidos, convirtiéndose en el primer investigador que recibió el Nobel de Medicina en los Estados Unidos. El apoyo en materia de fondos y becas a las actividades científicas, por parte del Estado, Universidades y particulares ha sido crucial para el avance de la ciencia. Sin dichos apoyos, el talento, la imaginación y la empresa científica se hubieran truncado con frecuencia, obstaculizando el progreso y la búsqueda de mejores condiciones de vida. El día de hoy, reconocemos en la persona del Lic. Aarón Sáenz Muñoz a la Asociación Gral. y Lic. Aarón Sáenz Garza, A. C., por el continuado apoyo que ha dado al HIMFG (desde 1988) para la investigación científica, proporcionando un reconocimiento económico anual a los mejores trabajos de investigación biomédica y clínico-epidemiológica, así como financiamiento para un proyecto de investigación y un complemento de beca para tres residentes de Pediatría que desarrollen un trabajo de investigación como tesis para su curso de especialización. Agradecemos también el riguroso trabajo “pro bono“ del Jurado Externo constituido por los investigadores: Fabio Salamanca, David Kershenobich Alejandro Mohar y Samuel Ponce de León. Felicidades a los ganadores de esta distinción. Muchas Gracias 3