Manejo Anestésico del Paciente Oncológico http://www.fmca.org.mx/pacii/onco.php Índice Capitulo Página Introducción 3-4 Oncogénesis y estadificación del cáncer. 4-7 Anestesia en el paciente oncológico. 8-31 Técnicas de intubación difícil para cirugía de cabeza y cuello 32-43 Transfusiones y cáncer. 44- 48 Analgesia preventiva. 49- 57 Control de dolor postoperatorio en el paciente con cáncer 58- 64 Cuidados paliativos en el paciente oncológico. 65- 71 Estado inmunológico del paciente con cáncer 72- 82 Valoración Preanestésica del Paciente con Cáncer. 83- 90 Anestesia combinada en cirugía oncológica. 91- 96 2 Introducción Autor: Dr. José C. Álvarez Vega Publicado el 19 de julio de 2010 Dr. José C. Álvarez Vega El paciente con cáncer ha sido un reto para el anestesiólogo, debido a la variada patología con que se asocia, además de las anormalidades causadas por el mismo cáncer (alteraciones inmunes, de vías aéreas, de hemostasia, etc.), así como por los efectos provocados por el tratamiento médico, como quimioterapia o radioterapia y las complicaciones inherentes a manejos quirúrgicos radicales y sumamente mutilantes. Los anestesiólogos debemos adaptarnos y adecuarnos con las técnicas anestésicas que este grupo de pacientes requieren; así como el manejo perioperatorio el cual ha sido impulsado por anestesiólogos del Hospital Memorial Sloan Kettering Cancer Center, en Nueva York, desde 1950, cuando cirujanos y anestesiólogos de ese Hospital se reunieron tratando de determinar mortalidad y riesgos inherentes al acto anestésico-quirúrgico y dan inicio a metodologías que permitirán un mejor pronóstico de los pacientes. Por muchos años, la cirugía de cabeza y cuello fue realizada con anestesia local y fue la Dra. Olga Schweizer quien utilizó por primera ocasión pentotal y óxido nitroso, en conjunto con cocaína tópica al 5% y D - tubo curarina, para provocar relajación muscular para intubación endotraqueal. Así mismo, estableció rutinas de traqueostomía en casos quirúrgicos como disección radical bilateral de cuello, maxilectomías radicales y laringectomías parciales. En ese mismo Hospital el Dr. Paul Boyand fue el primero que utilizó anestesia hipotensiva en los Estados Unidos, disminuyendo las pérdidas hemáticas. En 1956, se concluye que los pacientes de transfusión masiva y la hasta entonces intoxicación por citrato, no ocurre; por lo que la administración de calcio en estos pacientes, no era necesaria y si riesgosa. En 1957, con este mismo grupo de pacientes oncológicos, se establecen metodologías de transfusión, ya que se determinan los factores principales que se pierden durante las transfusiones masivas. Así como estos aportes a la anestesiología, existen actualmente tendencias en el manejo anestésico encaminadas a mejorar el tratamiento perioperatorio y por ende, el pronóstico del paciente oncológico sometido a cirugía. Varias de las propuestas de este texto, están fundamentadas en la preservación de la respuesta inmunológica vital en este grupo de pacientes. Los autores participantes son médicos familiarizados y con muchos años de experiencia en los pocos hospitales oncológicos que existen en México, donde se concentran el mayor número de pacientes 3 con padecimientos oncológicos quirúrgicos o no quirúrgicos, siendo aún en nuestro medio estos padecimientos, principales causas de mortalidad tanto en hombre como mujeres. El manejo de esta entidad en el quirófano es importante se haga de acuerdo a las necesidades y requerimientos específicos, ya que se sabe que el pronóstico no sólo depende de una intervención quirúrgica en un estado clínico adecuado, sino que el manejo perianestésico de estos pacientes es fundamental para así ofrecer una buena sobrevida en el postoperatorio inmediato y tardío. Quiero dedicar la publicación de este número a la memoria del compañero y amigo anestesiólogo de la Unidad de Oncología del Hospital General de México, quien formó parte fundamental de los actuales conocimientos y experiencias que se han logrado dentro de la anestesia oncológica en nuestro Hospital General de México, O.D. Dr. José Cruz Ramírez Hernández, quien falleciera durante la elaboración de este volumen. Referencia 1. Howland W. Origin of oncologic anesthetic techniques. Sem Surg Onco 1990;6:137-40 Oncogénesis y estadificación del cáncer. Autor: Dr. Rogelio Martínez Macías Publicado el 19 de julio de 2010 Dr. Rogelio Martínez Macías El cáncer es un proceso de diversos pasos en los cuales múltiples alteraciones genéticas deben ocurrir generalmente por espacio de años. 1 El cuerpo humano está constituido de aproximadamente cincuenta trillones de células individuales, todas ellas funcionando normalmente en cercanía y de manera coordinada para que sus actividades individuales satisfagan las necesidades del cuerpo como un todo. Por lo tanto, el comportamiento de cada célula es cuidadosamente regulado para asegurar sus funciones como parte de una unidad integrada, no como una entidad independiente, en la cual el interés de cada célula es subyugado a la necesidad colectiva; el rompimiento de este sistema regulatorio crítico permite el crecimiento incontrolado de una célula, dando como resultado eventualmente el desarrollo del cáncer. El comportamiento de una célula normal es controlado por genes que regulan el crecimiento celular y la diferenciación en unísono con las necesidades corporales. Estos genes son conocidos como proto-oncogenes y sirven como un regulador de crecimiento positivo. 2 Una variedad de proto-oncogenes están involucrados en los procesos críticos de crecimiento celular y un cambio o mutación en la secuencia de ADN o en la cantidad de proteína produce interferencia con la actividad normal de toda la regulación celular. 4 La transformación neoplásica o crecimiento incontrolado de células puede finalmente resultar en la formación de un tumor canceroso. La identificación de estos proto-oncogenes mutados, también conocidos como oncogenes, representa un área de mayor progreso en la investigación del cáncer en la última década. El material genético de los oncogenes que lleva la capacidad de inducir cáncer, fue descubierto inicialmente en ciertos retrovirus y fueron identificados como agentes causales de cáncer en muchos animales. La investigación de estos oncogenes retrovirales en humanos permitió el descubrimiento de la contraparte celular de oncogenes retrovirales, los proto-oncogenes. Los oncogenes se identifican con abreviaturas de tres letras, tales como myc y ras.3 Si el oncogen se localiza en el retrovirus se otorga el prefijo "v -". Así mismo, si el oncogen se encuentra en la célula o cromosoma se da el prefijo "c -". Los prefijos, sufijos y sobrescritos permiten mayor especificidad a cada oncogen. Los científicos han identificado aproximadamente sesenta oncogenes humanos. Los dos oncogenes más estudiados son el myc y el ras, la familia de oncogenes ras puede encontrarse en el 20% de todos los cánceres humanos3. La transformación de proto-oncogenes en oncogenes puede ocurrir por varias vías: mutaciones puntuales, translocaciones, amplificaciones, así como deleciones e inversiones.4 Todos estos métodos involucran la pérdida de regulación celular. Una mutación puntual es la alteración de un solo nucleótido en las pares de bases. 4 La translocación ocurre cuando un segmento del cromosoma se separa y se une a otro cromosoma.3 Si el segmento de cromosoma separado tiene al protooncogen en su secuencia genética, cuando este segmento de cromosoma es removido el control celular disminuye. El linfoma de Burkitt es el ejemplo mejor estudiado de translocación involucrando al proto-oncogen myc.4 El tercer método involucra la amplificación en el número de copias del proto-oncogen, lo cual puede resultar en la reducción de la regulación celular. 3 El gen se amplifica y en otras palabras sobrecopiado y sobrecopiado, estando representado por muchas copias en lugar de las dos copias normales. La deleción se presenta cuando un segmento de un cromosoma se pierde como resultado de dos rompimientos y finalmente la inversión se presenta cuando ocurren dos rompimientos en el mismo cromosoma con rotación del segmento que interviene. Los oncogenes codifican para proteínas que pueden transformar celulas 5 y energizan una vía de crecimiento - estimulatorio que ocasiona que las células proliferen excesivamente. 6 La función primaria de los oncogenes es la disrupción del sistema de control del crecimiento celular. Ellos causan división continua por afección de productos del gen que participan en el control del crecimiento: factores de crecimiento, receptores de factores de crecimiento, transductores de la señal intracelular y factores de trascripción nuclear. Más adelante, las metástasis y la invasión 5 contribuyen a la letalidad de las células cancerígenas. Mientras que las metástasis exitosas ocurren, los oncogenes deben escapar a los controles que guardan las células normales: adhesión, dependencia de anclaje, membrana basal, etc. En contraparte a estos efectores positivos de transformación, existen los productos de genes supresores de tumor que son reguladores de crecimiento negativo y la pérdida de su función promueve la carcinogénesis.1 A lo largo de estos procesos se encuentran las diversas influencias etiológicas como son los virus, factores químicos, factores físicos, factores hormonales, factores epidemiológicos y el descuido inmunológico que permite la génesis y desarrollo de una neoplasia Estadificación del cáncer Una vez que se ha establecido la histopatología del tumor que permite conocer el tipo y clasificación del cáncer así como el grado histológico, se procede a determinar la extensión de la enfermedad o estadificación. Las razones para estadificar la enfermedad son: primero definir la extensión de la misma en orden de hacer decisiones de tratamiento, definir los objetivos de la terapia y determinar el pronóstico. La segunda razón es medir y tener seguimiento de los resultados de la terapia y en tercer lugar estandarizar la descripción de la extensión de la enfermedad para comparar con exactitud los resultados de la terapia de investigación o estándar de diferentes tipos de tumor entre diferentes instituciones. Existen diferentes sistemas de estadificación; el empleado para la mayoría de tipos de cáncer es el TNM ( Sistema de la American Joint Committee on Cancer: AJCC): T = Características del tumor primario tales como localización, tamaño e involucro de tejido adyacente (puede ser desde TX, TO, Tis, T1 hasta T4). N = Involucro de ganglios linfáticos locorregionales con tumor (NO = sin involucro, N1, N2, N 3 = varios grados de incremento en el involucro). M = Presencia o ausencia de metástasis y su localización. Los diferentes cánceres tienen distintas definiciones de T, N, M y una vez que éstas han sido definidas para un cáncer individual las variantes del sistema se agrupan en una Etapa Clínica que va de la I a la IV. Existen otros sistemas de estadificación como el de la UICC (Union Internationale Contre le Cancer); FIGO (International Federation of Gynecology and Obstetrics), para neoplasias de la esfera ginecológica; Ann Arbor: para linfomas y enfermedad de Hodgkin. Y algunas otras que buscan los mismos objetivos.7 Los métodos de estadificación inician con una historia clínica completa y cuidadosa y examen 6 físico que se complementa con los diversos estudios de extensión solicitados de acuerdo al comportamiento biológico de cada tumor y la localización de signos y síntomas El sistema TNM incluye el factor C, o factor de certeza, que refleja la validez de la clasificación de acuerdo con los métodos diagnósticos utilizados. Su uso es opcional y las definiciones son las siguientes: C1 - Datos obtenidos por medios diagnósticos estándar (p. ej: inspección, palpación y radiología convencional, endoscopia intraluminal para tumores de ciertos órganos). C2 - Datos obtenidos por medios diagnósticos especiales (p. Ej: radiografías en proyecciones especiales, tomografía, tomografía computada, ecografía, linfografía, angiografía; gammagrafía, resonancia magnética, endoscopia, biopsia y citología). C3 - Datos obtenidos en la exploración quirúrgica, incluyendo la biopsia y la citología. C4 - Datos sobre la extensión de la enfermedad después de la cirugía definitiva y el estudio anatomopatológico de la muestra extirpada. C5 - Datos de la autopsia. De tal manera que un caso podría quedar clasificado como T3 C2, N2 C1, M0 C2. Por lo que la clasificación clínica TNM equivale a C1, C2 y C3 en diversos grados de certeza, mientras que la clasificación anatomopatológica p TNM generalmente equivale a C4.7 REFERENCIAS 1. de Vita VT. Cancer: principles and practice of oncology. Fifth ed. 1997:79-102. 2. Weaver, RF, Hedrick PW. Genetics. WM. C. Brown Publishers, 1992: 490-509. 3. Mathews CK, Van Holde KE. Biochemistry. The Benjamin/Cummings Publishing Co, Inc., 1996: 942. 4. "Oncogenes" Encyclopedia Britannica, Inc. 1996. 5. Lodish H, et al. Molecular cell biology. 3rd ed. New York: Scientific American Books, 1995. 6. Weinberg, RA. How cancer arises. Scientific American. September 1996: 62-70. 7. Donnell JF. Oncology for the house officer. Coughlin C, le Marbre PJ, cap. 6, 1992:93. 8. Atlas TNM. UICC. Tercera edición. 2ª. Revisión.1992:2 7 Anestesia en el paciente oncológico. ...................................................................................................................................................... Autor: Dr. Jorge Silva Hernández, Dra. María Elena Renodo Arroyo Publicado el 19 de julio de 2010 Dr. Jorge Silva Hernández, Dra. María Elena Renodo Arroyo Introducción La incidencia de casos nuevos por cáncer va en aumento día con día. De los nueve millones que se registran cada año, más de la mitad corresponden a países subdesarrollados, de los cuales, en forma aproximada un 30 % serán sometidos a algún tipo de intervención quirúrgica. Se ha calculado, que la mortalidad por cáncer continuará en aumento en la mayoría de los países del mundo, debido al envejecimiento de las poblaciones y al alto aumento en el consumo de tabaco. En la actualidad, el cáncer es un problema de salud mundial originado por el alto número de casos y el impacto económico y su repercusión social. Por esto, en forma más frecuente se observa un aumento en el diagnóstico de enfermedades neoplásicas, a partir de los 25 años y alcanzando su nivel máximo entre 40 y los 49 años en mujeres (las variedades más frecuentes son el cáncer cervicouterino y el cáncer de mama), y en los varones con edades que fluctúan entre los 50 y 70 años de edad (el cáncer broncogénico y cáncer de próstata). Desde el punto de vista epidemiológico, en los Estados Unidos de América es considerado como segunda causa de muerte después de la enfermedad coronaria, la mortalidad por cáncer en México ocupa entre el segundo y el quinto lugar. Consideraciones generales Para entender en forma clara el problema que enfrenta el anestesiólogo, frente al paciente con cáncer es necesario valorarlo siempre en forma individual, ya que existen pacientes con neoplasias malignas tempranas sin alteraciones importantes y pacientes con patologías avanzadas, las cuales originan severas pérdidas electrolíticas y/o deformaciones anatómicas que repercuten en su fisiología y metabolismo. El paciente con cáncer debe ser considerado de alto riesgo por su mal estado general, desnutrición y anemia; presenta una disminución del sistema inmunológico, que lo hace más susceptible a infecciones de tipo respiratorio, esto aunado a los efectos de la terapia antineoplásica con agentes quimioterápicos, radiaciones ionizantes, antibióticos, esteroides, cirugía radical de larga duración y con grandes pérdidas sanguíneas en la mayoría de los casos, que conllevan una exposición prolongada de agentes anestésicos, alteraciones del equilibrio ácido-base y trastornos en los factores de la coagulación. 8 Todo ello, enfrentará al anestesiólogo a duras pruebas de habilidad y conocimientos, para elegir la técnica anestésica ideal para cada caso en particular y solventar las posibles complicaciones que se presenten durante la inducción, intubación, mantenimiento, emersión de la anestesia y el control del dolor postoperatorio. Para que el anestesiólogo prevenga las posibles complicaciones que ocurran en el periodo transanestésico, deberá tener un conocimiento amplio de los tratamientos antineoplásicos (quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia, cirugía paliativa o curativa), los alcances terapéuticos, la importancia que implica la interacción de los diversos tratamientos antineoplásicos con los agentes anestésicos y sus efectos tóxicos que pueden ser inmediatos (náusea, vómito, trastornos gastrointestinales), mediatos (mielosupresión, íleo paralítico) y tardíos (fibrosis pulmonar, cardiomiopatía, nefropatía, entre otros). En vista de la importancia que revisten todos estos factores y sus repercusiones en la práctica de la anestesia, se analizará en forma detallada las diferentes modalidades terapéuticas a que son sometidos los pacientes con enfermedad maligna. Radioterapia La radiación transfiere energía a las moléculas de las células de los tejidos. Como resultado de esta interacción, las funciones de las células pueden deteriorarse de forma temporal o permanente y ocasionar incluso la muerte de las mismas. La gravedad de la lesión depende del tipo de radiación, de la dosis irradiada, la velocidad de absorción y la sensibilidad del tejido frente a ésta. Los efectos de la radiación son los mismos, tanto si ésta procede del exterior, como si procede de un material radiactivo situado en el interior del cuerpo. Historia. En 1895, Roentgen descubre los rayos x y en 1896 Becquerel descubre la radiactividad. Poco tiempo después los esposos Curie utilizan el radium para tratar enfermedades. Curie, Marie y Pierre (1867 - 1934) y (1859 - 1906), matrimonio de físicos franceses, distinguidos con el Premio Nobel, descubrieron en conjunto los elementos químicos radio y polonio. El estudio del matrimonio Curie de los elementos radiactivos contribuyó a la comprensión de los átomos en los que se basa la física nuclear moderna. En un principio, la palabra inventada por Marie Curie designaba tanto la emisión espontánea de radiación por una sustancia radiactiva, como también el estudio de sus propiedades físicas y químicas. A raíz de las primeras investigaciones de Becquerel sobre el uranio en 1896 - 1897 y después del descubrimiento del radio y el polonio en 1898 por los Curie, los trabajos sobre los radioelementos se intensificaron y el número de publicaciones sobre el tema aumentó. La radiactividad llega a su cúspide en 1942, cuando Fermi logra poner en marcha la reacción nuclear en cadena y el hombre logra producir por primera vez cuerpos radiactivos artificiales. En 1950 en Canadá aparecen las primeras "bombas o unidades de cobalto". Más recientemente en las últimas tres décadas, 9 se desarrollan los llamados aceleradores, con los cuales se logra acelerar electrones, protones y neutrones. En resumen, la radiación utilizada en medicina puede dividirse en dos grandes grupos: a) Radiación ionizante electromagnética: aquella que no es materia sino que es producto de la transformación de la energía cinética de partículas aceleradas en energía ionizante o los rayos gamma producto de los cuerpos radiactivos. La radiación ionizante terapéutica es altamente eficiente en su impacto biológico. Una dosis corporal de 400 cGy a seres humanos produciría la muerte de aproximadamente la mitad de los individuos irradiados bajo esta forma de energía. b) Radiación corpuscular: todas aquellas partículas producto de un material radiactivo natural o artificial, de un reactor nuclear (neutrones) y aquellos acelerados por equipos llamados aceleradores. Biología de la radiación Cuando una radiación ionizante, ya sea electromagnética o de partículas incide en los tejidos, se inicia una serie compleja de eventos que, si tienen éxito, conducen a la destrucción de las células tumorales y a la erradicación final del tumor. El blanco celular crítico es el núcleo y su concentración de ADN. La interacción de la radiación con la materia, se denomina efecto de Compton. Se presenta el llamado efecto directo, cuando un electrón energizado producido por una reacción de Compton interactúa directamente con el núcleo del blanco y se originan cambios químicos dentro de la sustancia del ADN. Sucede el efecto indirecto, cuando el electrón de Compton reacciona con una molécula de agua dentro de los tejidos y se produce un radical libre altamente reactivo. Este radical libre, por lo general una molécula de hidroxilo, reacciona entonces con el ADN en el núcleo de una célula blanco, efectuando rotura de enlaces químicos y estableciendo una acción cuyos cambios conducirán a la muerte celular. La muerte celular por radiación, puede ser durante la etapa de interfase o muerte reproductora. La muerte celular en la interfase se produce rápidamente y suele requerir dosis muy altas de exposición a radiación. La inducción de muerte reproductora es el mecanismo principal, mediante el cual la radiación ionizante tiene un impacto terapéutico en los tumores; la muerte reproductora sucede sólo en las células que se encuentran activas durante la mitosis. Para que una célula individual tenga una muerte reproductora, debe padecer un daño en la composición del ADN de sus cromosomas, tan intenso que no pueda replicarse con éxito y no puedan generarse células hijas variables. Se dice que esas células ya no son más clonógenas. Efectos de la radiación en el organismo Celular Aun cuando una célula conserva funciones metabólicas después del impacto de la energía ionizante, desde el punto de vista de radiobiología, se considera muerta cuando cesa su capacidad reproductiva. Ciclo celular y radiosensibilidad 10 Se han descrito cinco etapas o posiciones distintas de células dentro del ciclo celular: M representa mitosis, S es la fase sintética de ADN, G1 es una fase de reposo entre M y S, G2 es otra fase de reposo aparente entre S y M, y Go es también una fase de reposo. Las células pueden volver a fases activas del ciclo celular a partir de Go. Varios investigadores han demostrado que las células son más sensibles a daño por radiación en M y G2, y más resistentes en S tardía. Las células en G1 y S temprana tienen radiosensibilidad intermedia. Tisular Se ha logrado demostrar que las células de mamíferos tienen aparentemente la misma radiosensibilidad. Sin embargo, es evidente que aquellos tejidos con una intensa actividad mitótica (médula ósea, células del intestino, gónadas), aun cuando tengan una sensibilidad similar a células que casi nunca se dividen (SNC, músculo), manifestarán el daño de radiación más rápidamente pues al no poder reproducirse mueren. Por otra parte, si la dosis es suficiente para que el daño sea irreparable, tanto en la célula neoplásica como en la célula normal, se ponen en juego de inmediato mecanismos que hacen que el tejido normal trate de reparar y "cicatrizar" aquella pérdida. El tejido neoplásico no está sujeto a estos mecanismos y por consiguiente, no posee la misma potencialidad de cicatrización. Orgánicos Depende fundamentalmente del porcentaje de cuerpo irradiado. Si el segmento irradiado comprende sólo un volumen tumoral relativamente discreto, se puede administrar una dosis cancericida sin que exista ninguna repercusión sistémica; por el contrario, si se hace necesaria la irradiación de segmentos corporales importantes, la acción de la radiación en tejidos que tienen una alta actividad mitótica (médula ósea, intestino), determinará una serie de síntomas y signos, que dependiendo de la dosis administrada serán desde náuseas, vómitos, diarrea intensa con despulimiento de la mucosa intestinal, hasta convulsiones y trastornos graves del SNC cuando las dosis son masivas, como ha ocurrido en los irradiados por las explosiones atómicas y por accidentes en laboratorio. Genético No existe explicación adecuada para las mutaciones espontáneas que ocurren en humanos y plantas. Existen agentes que pueden aumentar el número de mutaciones, como son algunas sustancias químicas, virus y radiaciones. Al parecer, la radiación al ionizar las bases nitrogenadas de las cadenas de ADN, sobre todo durante la etapa de síntesis provoca "dislocaciones" que dan origen a mutaciones. Radiosensibilidad Desde los comienzos de la radioterapia, existió la ley de Bergonie y Tribondeau, estableciendo que un tejido era más sensible a la radiación mientras más indiferenciado fuese y mayor su actividad reproductiva. Hoy sabemos que aparentemente la respuesta de los tejidos a la radiación está en función de numerosos factores, entre los cuales se señalan: 1) número de células en proliferación activa; 2) 11 porcentajes de células diferenciadas y que no están en etapas mitótica; 3) tensión de oxígeno en los tejidos; 4) capacidad del tejido u órgano de repoblar con tiempo suficiente y 5) tamaño tumoral. La radiosensibilidad y la radiocurabilidad dependen, en cierta forma del tipo de tumor (Cuadros I y II). Como regla general el ataque inicial es predominantemente quirúrgico y en la mayoría de las ocasiones se combina con radiación para producir un resultado más efectivo. En el caso de las neoplasias radio resistentes, el tratamiento quirúrgico es el de primera elección. Sólo en muy pocas y raras ocasiones la radioterapia juega algún papel (sarcoma osteogénico y condrosarcoma; fibrosarcoma y tumores de los tejidos blandos. (en esta última instancia, existe una revisión muy importante en la cual parece ser que el tratamiento quirúrgico no radical combinado con radiación, da igual resultado que la cirugía clásica); melanoma y adenocarcinoma del páncreas, del estómago y del colon. Cuadro I. Neoplasias radiosensibles Tumores sensitivos Origen embrionario Seminoma, disgerminoma, tumor de Wilms Retículo-endotelio Linfosarcoma, retículosarcoma, enfermedad de Hodgkin. Tumor de Ewing Neurogénicos Neuroblastomas, meduloblastomas, retinoblastomas Tumores moderadamente sensibles Epitelioma de la piel, ano y pene Epitelioma de la cavidad oral y orofaringe Epitelioma de la laringe intrínseca (tamaño limitado) Epitelioma del esófago cervical Epitelioma del cuello uterino y vagina Epitelioma transicional de la vagina Adenoma de la glándula pituitaria Adenocarcinoma de la próstata Tumores de la nasofaringe Cuadro II. Tumores radiotratables Cáncer de mama Cáncer del pulmón CACU Cáncer del ovario Cáncer de los senos paranasales 12 Cáncer de la glándula salival Cáncer del recto Cáncer del riñón Cáncer de la laringe y de la laringofaringe extensos Cáncer de tiroides Tumores del cuerpo carotídeo Tumores testiculares del tipo no seminoma Práctica de la radioterapia La radioterapia podría clasificarse también en dos grandes grupos: 1) Radioterapia curativa. Se trata del tipo de radioterapia radical que se usa no combinada con otros elementos terapéuticos, que es curativa en un alto porcentaje de los casos y sobre todo los que se presentan precozmente. 2) Radioterapia paliativa. El deber del médico no es sólo curar, sino realizar paliación con la radioterapia en aquellos pacientes oncológicos con dolor de difícil control. Se puede disminuir o evitar por medio de radiaciones en forma razonada: una hemorragia o secreciones fétidas o purulentas, obstrucción bronquial o de vías aerodigestivas, aumento de la presión intracraneana, ulceraciones y otras manifestaciones del cáncer. Formas de aplicar la radioterapia Radioterapia ultrasuperficial. Se trata de los llamados rayos Grenz, usados fundamentalmente en terapia dermatológica con penetración de micrones dentro del tejido (energía 10-15 kv). Radioterapia de contacto. Utiliza un kilovoltaje de 30 a 50 aproximadamente y su penetración es muy baja. Radioterapia superficial. Generalmente con kilovoltajes entre 80 y 120 con filtración de 3 a 5 mm de aluminio. Es la que se usa fundamentalmente para tratar afecciones de piel que tengan cierto espesor (0.5 a 1 cm aproximadamente). Radioterapia profunda u ortovoltaje. Es la radioterapia utilizada en oncología desde la primera hasta la quinta década de este siglo. Se trata de equipos que en su mayoría operan con 250 kv, aun cuando existan aparatos hasta de 400 kv. Supervoltaje. Se trata de equipos cuya energía está por encima de 1,000,000 de voltios (1 Mev). Aquí se incluyen los equipos de cobalto y los aceleradores lineales hasta un rango aproximado de 6 mev. Megavoltaje. 13 Son equipos de más de 10,000,000 de voltios (10 mev). Además de radiación ionizante, permiten tratamiento con partículas o electrones. Radioterapia intracavitaria. Es la que se practica colocando tubos de material radiactivo dentro de cavidades naturales afectadas por cáncer. Se puede aplicar a cualquier cavidad corporal accesible, como por ejemplo bronquios, esófago, útero o vagina. La aplicación más frecuente ha sido en el tratamiento de tumores ginecológicos, tales como el cáncer de Cuello uterino y endometrial. La braquiterapia intracavitaria se combina a menudo con radioterapia externa. Intersticial. Es cuando el material radiactivo es introducido directamente dentro de los tumores. El material más utilizado es el iridio192. Anestesia en el paciente radiado Los pacientes con radioterapia corresponden a dos grupos: los que han sufrido radiaciones de todo el organismo y los que sólo las han padecido en regiones específicas. La dosis de radiación es la cantidad de energía de radiación absorbida por unidad de masa de tejido irradiado. La unidad actual de dosis de radiación es el gray (Gy), y es equivalente a un joule por kilogramo. De ordinario las dosis se prescriben o informan en centigrays (cGy, 1/ 100 de un gray). Un centigray es matemáticamente idéntico al rad, que es la unidad antigua. Un centigray (o rad) equivale a un ergio por gramo de tejido. El Cuadro III, resume las enfermedades por radiación en el ser humano. Cuadro III. Enfermedades por radiación en el ser humano. Presentación clínica en relación con una dosis única de radiación corporal total. 200-400cGy. Insuficiencia hematopoyética e inmunológica Pródomos de letargia y vómitos Linfocitopenia inmediata Intervalo asintomático de 2-4semanas Granulocitopenia máxima en 4-6 semanas Trombocitopenia máxima en 4 semanas. Algunas muertes por infección o hemorragia 400-1000 cGy Disfunción gastrointestinal Pródomos de letargia y vómitos Linfocitopenia inmediata Aparición precoz de náuseas, vómitos y diarrea Deshidratación Desequilibrio electrolítico Anemia y trombocitopenia graves a las 4 semanas muertes tardías por infección o hemorragia 3000 cGy o más Disfunción del SNC Letargia y coma Ataxia, temblores y convulsiones Quemaduras eritematosas por radiación Muerte a las 48 horas 14 Efectos de la radiación sobre órganos específicos de importancia en la anestesia. La administración de dosis altas de radiación a pequeños volúmenes de tejido, puede producir alteraciones patológicas en órganos específicos que son importantes en la anestesia. Laringe. La radiación de los tumores laríngeos o de los ganglios paratraqueales o cervicales, puede dar lugar a edema y congestión de la mucosa de la epiglotis, glotis o cartílago cricoides y hacer vulnerable la mucosa a la ulceración y a los traumatismos. Después de la radioterapia de alto voltaje, la mucosa laríngea se vuelve eritematosa y edematosa, aparece un exudado fibrinoso en hipofaringe. Todos estos daños pueden llegar a producir parálisis de las cuerdas o edema laríngeo importante que puede llegar a la necrosis laríngea, en los cuales la mayoría de los pacientes requieren de traqueostomía permanente. La radioterapia en esta parte del cuerpo produce también tejidos fibrosos, "acartonados" y fácilmente sangrantes que en su momento pueden dificultar las maniobras para la intubación del paciente. Pulmón. Un número significativo de pacientes radiados por carcinoma de mama o enfermedad de Hodgkin presentan neumonitis por radiación y fibrosis pulmonar progresiva. También se puede observar que la neumonitis por radiación y la fibrosis de los vértices pulmonares se tolera bien y produce síntomas menores, mientras que la radiación de las bases provoca a menudo un proceso clínico más complejo. Además la inclusión del mediastino o del hilio pulmonar en el campo de tratamiento, aumenta las probabilidades de producir una neumonitis por radiación sintomática, probablemente por afección de los linfáticos pulmonares. Tal neumonitis se da también después de radioterapia por tumores esofágicos. La fase aguda de la neumonitis por radiación, aparece en el lapso de un mes; mientras que la tardía de fibrosis pulmonar crónica, puede no observarse hasta transcurridos 18 meses. Se habla de la existencia de dos mecanismos distintos que ocasionan daño pulmonar: a) Neumonitis por radiación clásica; finalmente evoluciona a fibrosis pulmonar que es debida a la producción local y liberación de citocininas proinflamatorias, inducidas por la radiación confinadas en el campo radiado. b) Neumonitis por radiación, proceso mediado inmunológicamente que resulta en una alveolitis linfocítica de linfocitos T, más tarde a medida que se desarrolla la fase de fibrosis crónica, el colágeno prolifera en los vasos pulmonares y aparece una fibrosis subendotelial y perivascular. El cuadro clínico es variable, pueden presentar tos, disnea y dolor torácico. La tos puede ser seca o convertirse en productiva de esputos sanguinolentos. En los casos graves aparecen disnea importante y fiebre, y puede producirse la muerte por insuficiencia respiratoria. Existen leucocitosis y aumento de la sedimentación eritrocitaria. Las radiografías del tórax revelan opacidades diseminadas que se condensan y luego se aclaran, también pueden verse broncogramas aéreos o un aspecto de vidrio esmerilado. A medida que se desarrolla la fibrosis crónica, las opacidades iniciales son sustituidas por una trama fibrótica con atelectasias. Naimark encontró que la alteración del surfactante pulmonar por la radioterapia causaba una 15 disminución de la compliance pulmonar estática. Gross demostró que hay un aumento del peso del pulmón radiado, indicativo de que puede haber un edema pulmonar crónico durante meses. A los dos meses de la radiación se detectó una tendencia al aumento de la permeabilidad de los capilares pulmonares, pero a los cuatro meses había aparecido un aumento significativo (p < 0.01) de la permeabilidad capilar a la albúmina marcada. El tratamiento con esteroides puede mejorar algo la neumonitis por radiación. Este tratamiento provoca el aclaramiento de los infiltrados y mejora la tolerancia a los ejercicios. Corazón y pericardio. La radiación del tórax puede provocar arritmias cardiacas, cambios del ST y de la T en el electrocardiograma, esclerosis de la arteria coronaria conducente a angina o infarto de miocardio, disminución de la función ventricular, pericarditis e insuficiencia cardiaca congestiva. Las dosis muy altas de radiación han producido en el hombre bloqueo cardiaco completo. Se ha observado hipotensión moderada en pacientes ambulatorios, durante la radioterapia en tórax o abdomen. Se han informado algunos casos de pericarditis fibrinosa con taponamiento y de fibrosis miocárdica secundaria a irradiación. La pericarditis aguda con derrame puede responder al tratamiento con esteroides. Los derrames masivos pueden requerir drenaje. La presencia de fibrosis miocárdica importante puede suponer un mal pronóstico. Suprarrenales. Se encuentran disminuidos los niveles en la producción de corticosteroides en las glándulas suprarrenales. Sommers y Carter encontraron fibrosis en la zona más interna de la corteza suprarrenal en 17 pacientes a quienes se había radiado el abdomen, la pelvis o la región lumbar, con un promedio de 5,000 cGy hasta 21 meses antes de la autopsia. Había fibrosis hialina en la zona reticular de la corteza. La radiación había lesionado el plexo vascular de la zona y las células se habían atrofiado aparentemente por isquemia. Estos autores destacan que las células de esta zona secretan principalmente andrógenos, estrógenos y progesterona. Las capas de la corteza que producen aldosterona y glucocorticoides parecían normales, y tampoco había indicios de lesión de la médula suprarrenal. Riñón. Puede producirse nefritis por radiación, con dosis superiores a 2,000 cGy aplicada a los ganglios retroperitoneales. Puede haber hipertensión en relación con niveles de renina en plasma y ser necesaria la nefrectomía. Se produce esclerosis de la arteria interlobulillar y arqueadas, y pueden necrosarse los glomérulos. El nitrógeno ureico y la creatinina pueden aumentar, aunque por lo general no hay oliguria ni anuria a menos que se desarrolle una insuficiencia cardiaca congestiva. El control anestésico de los pacientes con nefritis por radiación, es el mismo que el de cualquier paciente con hipertensión e insuficiencia renal. Hígado. Puede haber hepatitis por radiación si se somete al hígado a una radiación ionizante de 3,000 cGy. Durante la fase aguda de la hepatitis por radiación, se produce una disminución de la actividad de al menos una enzima hepática que metaboliza los fármacos. A los tres meses de radiación se puede presentar una degeneración grasa leve, acidofilia periportal y algún infiltrado inflamatorio en los 16 tabiques interlobulillares. Los pacientes presentan distensión abdominal, hepatomegalia y dolor a la palpación del hígado. Se puede elevar la fosfatasa alcalina sérica y la bilirrubina también presenta ligeras elevaciones. En el control anestésico de estos pacientes hay que tener cuidado con todos los agentes hepatotóxicos. Tiroides. El hipotiroidismo se debe con frecuencia a la acción de la radioterapia sobre las neoplasias del área de cabeza y cuello, a radiación de capa por enfermedad de Hodgkin o a tratamiento de hipertiroidismo con yodo radioactivo; por lo que hay que medir la TSH cada seis meses con fines de diagnóstico, ya que muchos pacientes que han sido tratados con yodo desarrollarán un cuadro de hipotiroidismo algunos años después. Arterias principales. Las dosis masivas de radiación producen ocasionalmente arterioesclerosis de las arterias principales, también se han descrito estenosis de los vasos subclavios, iliacos y femorales. Sistema nervioso central. La radioterapia puede producir un síndrome de anorexia, irritabilidad, letargia y somnolencia inicial que pueden progresar y llegar a producir cuadros de amnesia, cefaleas y convulsiones; en algunos pacientes informan hemiparesias y en la mayoría de ellos había demencia grave a los dos años de radioterapia. Se han señalado algunos casos de mielopatía por radiación después de grandes dosis en la columna cervical o dorsal. La aparición de esta mielopatía se produce al cabo de cinco semanas o hasta de varios años posteriores a la radiación. También se ha informado de neuropatías periféricas a consecuencia de radioterapia por cáncer de mama, la cual se produce por desmielinización y fibrosis del plexo braquial. El anestesiólogo evitará el bloqueo subaracnoideo o epidural, si cree que el paciente puede desarrollar síntomas neurológicos debido a la progresión de su enfermedad neoplásica. Enteritis por radiación. Los pacientes que reciben radiación abdominal o pélvica por CACU o del mismo útero, pueden padecer lesiones que requieran intervención quirúrgica. Estas lesiones incluyen obstrucción ureteral, cistitis o proctitis por radiación y estenosis del intestino delgado y del colon. También puede haber ulceraciones de la mucosa, fístulas y perforaciones de los intestinos. Los cambios en el intestino delgado coinciden con los de la enteritis regional, mientras que en el colon pueden semejar una diverticulitis Puede haber anemia y síndrome de malabsorción de glucosa, grasas y electrólitos. En la enteritis por radiación pueden surgir pérdidas de proteínas y diarrea sanguinolenta. En estos casos el anestesiólogo se enfrentará a pacientes desnutridos, anémicos y deshidratados, con importantes alteraciones en el equilibrio ácido-base que deben de corregirse, de ser posible, antes de ser sometidos al procedimiento anestésico. La hemoglobina debe de ser adecuada, pero no necesariamente normal. En los casos de diátesis hemorrágica, puede ser necesaria la administración de plaquetas y sangre total durante el procedimiento anestésico. En conclusión, el anestesiólogo debe de asegurarse del estado funcional de cualquier órgano o sistema 17 radiado y modificar en consecuencia la modalidad anestésica para proporcionar seguridad al paciente y obtener buenos resultados. Quimioterapia La quimioterapia incluye el uso de productos farmacéuticos antineoplásicos con actividad citotóxica o citocida. Como disciplina de la terapéutica anticancerosa, la quimioterapia desempeña una función importante junto con la cirugía y la radioterapia como una forma primaria de tratamiento. Después de más de 40 años de evolución, la quimioterapia surge como la herramienta sistémica más importante contra el cáncer. El propósito del tratamiento quimioterapéutico, es administrar la dosis más grande posible de medicamento que será eficaz para destruir el mayor número de células cancerosas, incluyendo de manera simultánea una toxicidad reversible y tolerante en el huésped. La amplitud teórica de este margen se denomina índice terapéutico de un medicamento. La forma en la que un agente antineoplásico produce la destrucción de las células tumorales sigue una cinética de primer orden, es decir, la destrucción tumoral depende de la dosis del fármaco, y una dosis del fármaco dada destruirá una proporción constante de células tumorales restantes. En consecuencia, no se producirá la erradicación del tumor sino hasta que se haya administrado suficiente fármaco para lograr la destrucción teórica de una "fracción" de la última célula restante. Farmacocinética La terapia antitumoral puede clasificarse ampliamente en dos grandes grupos: a) Específicos: fármacos que ejercen su actividad antitumoral en ciertas fases del ciclo de la célula cancerosa en división. b) No específicos, es decir fármacos que poseen actividad antitumoral en cualquier etapa de la división celular o durante el estado de reposo. Los antineoplásicos utilizados en la práctica clínica destruyen células tumorales debido a la cinética de primer orden las variaciones ligeras en la dosificación pueden tener efectos importantes sobre la eficacia de la destrucción celular. Existe un incremento o disminución lineal en la dosis del fármaco, que puede producir un incremento logarítmico en la destrucción celular. Por ejemplo, si una dosis dada de fármaco destruye 9% de las células en un tumor, la duplicación de la dosis destruirá 99% de las células. En consecuencia, la dosis y los intervalos de administración del medicamento, deben intentar alcanzar una exposición máxima del fármaco bajo un programa (frecuencia de dosis), enfocado a obtener mejor tolerancia a la toxicidad por parte del huésped. Quimioterapia combinada En la actualidad, esta reconocido el hecho de que la combinación de agentes antineoplásicos puede aumentar la potencia citotóxica de cada uno de los agentes por sí solos. Esto es particularmente evidente en el tratamiento quimioterapéutico del cáncer de mama, linfoma, cáncer testicular, cáncer de 18 vejiga, cáncer pulmonar de células pequeñas y leucemia aguda. Antineoplásicos Los usados con mayor frecuencia, caen en varios grupos cuyos fármacos integrantes comparten mecanismos similares de acción. La característica común entre la mayor parte de los antineoplásicos es la capacidad de inducir, ya sea directa o indirectamente, daño potencial y letal sobre el ADN de la célula tumoral. Estos grupos se clasifican como: Alcaloides vegetales Durante siglos, alcaloides aislados de muchas especies de vegetales han proporcionado productos naturales potentes y útiles para diversas enfermedades. Los más importantes son: alcaloides de la vinca los cuales se fijan a la tubulina (proteína que forma el huso a lo largo del cual migran los cromosomas durante la mitosis) y conducen a su disolución (Cuadro IV). La neuropatía periférica causada por alcaloides de la vinca es dolorosa, con pérdida de reflejos, parálisis nerviosas, atrofia muscular y parestesias que pueden llegar a cuadripléjia. La parálisis de los nervios craneales (facial y oculomotor) se presenta en el 10% de los pacientes. Cuadro IV. Alcaloides más comúnmente utilizados en la quimioterapia del cáncer Agente Etopósido Acción (ve-Pesid) Toxicidades comunes Inhibición de la síntesis del ADN Leucopenia, náuseas, trombocitopenia, vómito, neuropatía periférica leve Taxol Estabiliza la polimerización de Leucopenia, alopecia, anafilaxia, tubulina arritmias cardiacas, neuropatía periférica, mucositis bucal Vinblastina (Velban) Fijación de tubulina, paro mitótico Leucopenia, necrosis de estreñimiento, la piel con extravasación, alopecia, neuropatía periférica, náusea, vómito. Vincristina (Oncovín) Fijación de tubulina, paro mitótico Neuropatía periférica, leucopenia, estreñimiento, alopecia, náusea, vómito Vindesina Fijación de tubulina, paro mitótico Neuropatía periférica leucopenia, trombocitosis, alopecia, náusea, vómit Antibióticos Son un grupo de fármacos derivados del género de hongos Streptomyces. Exhiben una amplia gama de propiedades biológicas, pero parecen compartir características de intercalación de ADN y formación de 19 radicales libres que, en formas individuales o juntas, inducen daño del ADN llevando a insuficiencia de su replicación y transcripción o translación a ARN (Cuadro V). Cuadro V. Toxicidad de los antibióticos utilizados en la terapia del cáncer Agente Bleomicina (Blenoxane) Acción Toxicidades comunes Rotura de tira de DNA Neumonitis, fibrosis eritema, descamación pulmonar, hiperpigmentación hipertensión e cutánea, arterial, fiebre, hipersensibilidad, hiperbilirrubinemia Dactinomicina (Cosmegen) Intercalación del DNA; rotura deMielosupresión, tiras mucositis gastrointestinal, alopecia, toxicidad en la piel. Daunorrubicina (Cerubidine) Mielosupresión, mucositis bucal, alopecia, daño en piel con extravasación, toxicidad cardiaca (aguda y crónica) Doxorrubicina (Adriamicina) Intercalación del DNA; rotura deMielosupresión, mucositis bucal. tiras de DNA Alopecia, daño en piel, toxicidad cardiaca (aguda y crónica). Mitomicina (Mutamycin) Alquilación del ADN y enlaces Mielosupresión entrecruzados inter e intratiras (acumulativa), náuseas, vómito, necrosis cutánea, alopecia, exantema. mucositis Fibrosis insuficiencia bucal, pulmonar, renal, anemia hemolítica, cardiomiopatía Mitoxantroma (Noavantrone) Acción no clara; puede causarMielosupresión, necrosis de piel, roturas de DNA náuseas, vómito, alopecia, cariotoxicidad Plicamicina (Mitracin) Inhibe síntesis de RNA dirigidaNáuseas, vómito, trombocitopenia, por DNA tiempo de protrombina prolongado, hemorragia, toxicidad renal y hepática, fiebre, mialgias Una toxicidad específicamente notable de la bleomicina es la neumonitis. Este es un glucopéptido 20 citotóxico aislado de la fermentación de Verticillus streptomycin. Carece de efectos de supresión medular, pero provoca toxicidad pulmonar. De 5 a 10 % de los pacientes bajo tratamiento con bleomicina, desarrollan complicaciones pulmonares caracterizadas por enfermedades pulmonares restrictivas. Entre ellas se encuentra la neumonitis intersticial y fibrosis, los cuales son vistos después de cuatro a diez semanas de tratamiento. Se ha visto una proliferación alveolar de macrófagos, que tienden a producir edema pulmonar y daño difuso incapaz de ser reparado por los neumocitos tipo 2. Los pulmones son afectados por este tipo de agentes en particular, porque la bleomicina es inactivada por la hidrolasa bleomicina la cual es muy escasa en los tejidos de la piel y pulmones. Aquí también la edad (mayores de 65 años), la dosis, y radioterapia concomitante son factores de alto riesgo. Hay gran controversia en torno al uso de grandes concentraciones de oxígeno asociado con la irreversible toxicidad pulmonar que induce la bleomicina. El mecanismo se basa en la presencia de radicales libres de oxígeno y superóxidos que tienden a causar daño celular pulmonar y muerte por falla respiratoria. Es aconsejable que en estos pacientes se utilicen bajas concentraciones de oxígeno en el periodo trans y postoperatorio inmediato. La cardiomiopatía puede ser causada por agentes como la doxorrubicina (adriamicina) y se presenta en dos formas diferentes la primera de ellas se manifiesta en forma severa en 1.8% de los casos, el 59% de ellos es de consecuencias fatales aún después de tres semanas de iniciado el tratamiento; los pacientes fallecen en insuficiencia cardiaca refractaria a tratamiento. La segunda forma de cardiomiopatía no es específica y se presenta en 10 % de los casos; a menudo se observan taquiarritmias supraventriculares, QRS prematuro, contracciones supraventriculares anormales, anormalidades en la conducción, desviación del eje a la izquierda y disminución del voltaje del QRS. Los síntomas son debidos a la pérdida progresiva de células miocárdicas por aumento en el depósito de calcio, los cuales causan una profunda falla biventricular. La ecocardiografía debe ser efectuada de manera rutinaria durante el tratamiento, en donde observamos pérdida de la contractilidad cardiaca en estadios tempranos. Si esto ocurre la quimioterapia debe ser discontinuada. El tratamiento es similar a otras formas de insuficiencia cardiaca: reposo, administración de diuréticos y vasodilatadores. La digoxina debe de utilizarse con precaución por la sensibilidad de los pacientes a intoxicarse. Una buena evaluación cardiaca preoperatoria es importante en estos pacientes, incluido el estudio de ecocardiografía para determinar la función cardiaca y valorar el uso de monitorización invasiva en el transanestésico. Alquilantes Constituyen un grupo grande de fármacos con utilidad clínica importante. Los alquilantes para uso en humanos, se encuentran entre los primeros quimioterapéuticos que se estudiaron después de la segunda 21 Guerra Mundial, y son la base del tratamiento eficaz en muchos padecimientos malignos. Aunque el término alquilación, refleja el hecho de que muchos de estos medicamentos fijan ligando alquilo al ADN de las células malignas, la aparición de fármacos adicionales con actividad similar a la alquilante, ha demostrado que su capacidad citotóxica se logra por mecanismos heterogéneos (Cuadro VI). Cuadro VI. Mecanismos de acción y citotoxicidad de los agentes alquilantes Agente Busulfán (Myleran) Acción Toxicidades comunes Alquilación del ADN Mielosupresión, fibrosis pulmonar, estado Addisoniano (pigmentación de la piel), debilidad. Carboplatino (Paraplatin) Fijación del ADN Mielosupresión, náuseas, vómito Clorambucil (Leukeran) Alquilación del ADN Mielosupresión, leucemia aguda Cisplatino (platinol) Fijación del ADN Toxicidad renal, hipomagnesemia, náuseas, vómitos, mielosupresión (plaquetas y leucocitos), neuropatía periférica, hipersensibilidad, ototoxicidad Ciclofosfamida (cytoxan, Alquilación del ADN Lytoxan) Mielosupresión náuseas, vómito, alopecia, esterilidad, inmunosupresión, cistitis hemorrágica, leucemia aguda, fibrosis pulmonar, necrosis miocárdica. Inhibición de la colinesterasa plasmática Citarabina (Cytosar) Alquilación del ADN Mielosupresión náuseas, vómito, diarrea, mucositis gastrointestinal, hepatotoxicidad, convulsiones con uso intratecal Dacarbazina (DTIC-ome) Alquilación del ADN Náuseas, vómito, mielosupresión, síndrome de resfriado Hexametilmelamina Puede actuar por alquilaciónNáuseas, vómito, neurotoxicidad, (Hexastat) del ADN Ifosfamida (Ifex) neuropatía periférica Alquila el ADN produce roturaSupresión de médula ósea, cistitis de tiras hemorrágica, nefrotoxicidad, náuseas, vómito 22 alopecia, hepatotoxicidad, Mecloretamina (Mustagen) Alquilación del ADN, ARN Mielosupresión, náuseas, vómito, necrosis de la piel por extravasación, alopecia, dermatitis, esterilidad. Inhibición de la colinesterasa plasmática Melfalán (Alkerán) Alquilación del ADN Mielosupresión, náusea, vómito, alopecia Nitrosureas : Carmustina (BiCNU) Alquilantes. Lomustina entrecruzamiento de tiras de náusea, vómito, mucositis bucal, Semustina (CeeNu) Rotura (Metil CCNU deADN yMielosupresión (tardía), alopecia, dolor con inyección intravenosas, investigación aplasia de médula ósea, leucemia aguda, fibrosis pulmonar, toxicidad renal (semustina), toxicidades del sistema nervioso central y periférico Estreptozocina (Zanosar) Nitrosurea; inhibición deMielosupresión leve, toxicidad en síntesis del ADN; daño a lahígado, célula B pancreática alteración del metabolismo de glucosa, náusea, vómito, nefrotoxicidad (hipofosfatemia, defectos tubulares renales) Tiotepa Alquilación del ADN Mielosupresión, náuseas, vómito, de inhibición la colinesterasa plásmática Procarbacina (Matulane) Radiomimético con capacidad Mielosupresión (tardía), náuseas, alquilante. Alquilación ADN delvómito, síndrome similar al resfriado, letargia, mucositis bucal, diarrea, neuropatía dermatitis, periférica, sensibilizador de radiación, inhibición de MAO e interacciones medicamentos 23 con Antimetabolitos Como los alquilantes, los antimetabolitos (Cuadro VII), son antineoplásicos clásicos. De hecho, muchos de éstos han sido designados racionalmente basándose en blancos bioquímicos conocidos en las células neoplásicas. Su representante más conocido es el metotrexato, el cual ejerce su acción inhibiendo la dihidrofolato reductasa (enzima necesaria para mantener los niveles celulares de los folatos reducidos), para la contribución de carbono simple en la síntesis de ciertos aminoácidos. La inhibición de estos procesos finalmente es citotóxica para las células malignas (así como para las normales), en virtud de la interferencia con la síntesis del ADN. Altas dosis del fármaco se utilizan en el tratamiento de leucemias agudas, carcinoma de mama y sarcoma osteogénico. Bajas dosis de metotrexato, se utilizan en forma común en la terapia de diversos trastornos no malignos como: psoriasis, asma, artritis reumatoide y cirrosis biliar primaria. Dosis bajas y altas de metotrexato se han relacionado con la aparición de toxicidad pulmonar. Cuadro VII. Mecanismos de acción y citotoxicidad de los antimetabolitos Agente Acción Toxicidades comunes Azacitidina Substrato para la sintetasa de Mielosupresión, ARN, incorporado al ARN náuseas, vómito, anormalidades en la función hepática, fiebre exantema y mialgias Fluorouracilo Inhibición de la sintetasa deAtaxia cerebelosa, síndrome timilidato y de la síntesis de de ADN necrosis conjuntivitis, miocárdica, estenosis del conducto lagrimal, flebitis con la infusión prolongada dermatitis, mucositis bucal y gastrointestinal, mielosupresión (leve) Hidroxiurea (hudrea) Inhibición de la nucleótida Mielosupresión, reductasa y síntesis de ADN vómito, náuseas, mucositis bucal, exantema, convulsiones Mercaptopurina Inhibición de la síntesis deMielosupresión, (Purinethol) novo de purina, incorporaciónhepatotoxicidad, al ADN mucositis gastrointestinal, inhibición de inmunidad celular, dermatitis, 24 fiebre, síndrome de BuddChiari Metotrexato Inhibición de la formación de Mielosupresión, tetrahidrofolato por dihidrofolato reductasa la gastrointestinal, mucositis náuseas, vómito, alopecia, dermatitis, necrosis tubular, pulmonar, fibrosis cirrosis, osteoporosis, fiebre Tioguanina Inhibición de la síntesis deMielosupresión, purina de novo, incorporaciónvómito, al ADN náuseas, hepatotoxicidad, inhibición de la inmunidad celular Se menciona que existe una reacción de hipersensibilidad aguda que origina lesión pulmonar inducida por metotrexato, hay la presencia de alveolitis con linfocitos T auxiliares con formación de granuloma en el líquido de lavado bronquialveolar; en las muestras de biopsia pulmonar; existe eosinofilia periférica, que puede encontrarse hasta en 40% de pacientes con lesión pulmonar. La toxicidad pulmonar causada por este agente se puede presentar posterior a su administración por la vía oral, intravenosa, intratecal o intramuscular. Las características clínicas de la lesión pulmonar pueden presentarse en forma aguda y/o crónica. Después de la administración oral e intratecal de este fármaco se ha descrito un proceso agudo fulminante, debido en la mayoría de los casos a edema pulmonar no cardiogénico con insuficiencia respiratoria y muerte. También se ha informado la presencia de pleuritis aguda relacionada con dolor torácico y derrames pleurales. Con mayor frecuencia, los enfermos presentan síntomas subagudos como disnea, tos seca, fatiga, fiebre y cefalalgia. Las radiografías del tórax pueden ser normales, pero en una alta incidencia muestran infiltrados reticulares bilaterales difusos y derrames unilaterales o bilaterales; se han descrito sombras acinares y nodulares con linfadenopatía intratorácica. El pronóstico general de la lesión pulmonar inducida por metotrexato es bueno. Es común la remisión espontánea en caso de neumonitis, aún si se continúa el tratamiento; por lo tanto, se cuestiona la utilización de corticosteroides en la terapia de lesión pulmonar provocada por metotrexato. Se han informado tasas de mortalidad de 10 % en pacientes con enfermedad progresiva aguda. Enzimas El agente demostrativo es la L-asparaginasa (Elspar), que origina una depleción del aminoácido no esencial L-aspargina, y efectúan una inhibición en la síntesis de proteínas. Sus toxicidades comunes son: náuseas, vómito, fiebre, escalofríos, inhibición de la síntesis de proteínas (albúmina, insulina, 25 factores de coagulación), desorientación, coma, convulsiones, anormalidades en la función hepática, hipersensibilidad (urticaria, broncoespasmo, hipotensión) y pancreatitis. Es utilizado en el tratamiento de las leucemias agudas en la infancia. Terapéutica hormonal Se informó por primera vez que había una respuesta de las neoplasias a la manipulación hormonal, cuando se observó una regresión significativa del cáncer de mama después de la ooforectomía. No obstante, 40 años después se descubrió la acción de los estrógenos, y se comprendió la lógica de fondo en la regresión de las neoplasias después de dicha intervención quirúrgica. Desde entonces, el tratamiento hormonal del cáncer ha progresado de manera espectacular debido al conocimiento en cuanto a la síntesis y metabolismo endógeno de los esteroides, al desarrollo de nuevos agentes hormonales sintéticos y al descubrimiento de receptores en las hormonas esteroides. El crecimiento tumoral dependiente de hormonas, se inhibe cuando se suspende la producción de hormona endógena por medio de la extirpación quirúrgica del tumor primario (por ejemplo, ovario, testículos, suprarrenales). De manera similar, la administración de dosis farmacológicas de hormonas, o de sus antagonistas, provocará la regresión del tumor en ciertos tipos de neoplasias malignas. Estrógenos El dietilestilbestrol (DES) es el estrógeno sintético que se usa con mayor frecuencia para tratamiento paliativo del cáncer de próstata y mamario metastásico. En varones con cáncer de próstata, el DES produce alivio sintómatico del dolor a nivel óseo, y además disminuye las concentraciones de fosfatasa ácida en las metástasis óseas y en suero. Este mecanismo se piensa que es debido a una disminución en los valores séricos de testosterona por inhibición de la liberación de hormona luteinizante hipofisiaria. Los efectos adversos comunes que se relacionan con la terapéutica con DES se presentan en el cuadro VIII. La terapéutica con radiación a dosis bajas de las mamas, antes del tratamiento, puede prevenir el desarrollo de ginecomastia dolorosa. Cuadro VIII. Efectos adversos asociados con dietiletilbestrol Efectos en hombres Efectos comunes Efectos en mujeres Impotencia Náuseas y vómito Hiperplasia endometrial Atrofia testicular Retención de líquidos Ginecomastia Bochornos Anorexia Tromboembolia 26 Hemorragia vaginal Disfunción hepática Antiestrogénicos Estos fármacos antagonizan los efectos de los estrógenos en las células tumorales, al utilizarse con receptores de estrógenos que producen cambios de conformación y depleción o bien disminución en la regulación del receptor. El tamoxifén es el agente de este grupo utilizado con mayor frecuencia. Las indicaciones de tamoxifén aprobadas por la FDA, incluyen el tratamiento de la enfermedad metastásica en mujeres posmenopáusicas con tumores positivos a receptores hormonales, así como también en la terapéutica coadyuvante para mujeres menopáusicas, independientemente si tienen enfermedad ganglionar linfática positiva o negativa El tamoxifén es eficaz en el tratamiento del cáncer metastásico de la mama en mujeres premenopáusicas y posmenopáusicas. El índice de respuesta favorable es aproximadamente de 50 a 60 % en pacientes positivas a receptores de estrógenos, y con una duración media de la respuesta de 12 a 18 meses. En la actualidad la terapéutica con tamoxifén, debe continuarse por lo menos dos años y a largo plazo por cinco años. Las pacientes con metástasis óseas pueden experimentar una activación de la enfermedad (dolor óseo nociceptivo e hipercalcemia), lo que se resuelve por sí solo. Los efectos adversos más comunes se incluyen en el Cuadro IX. Cuadro IX. Efectos del tamoxifén Toxicidad Incidencia (%) Bochornos Náuseas Vómito Vaginitis Edema 10 a 30 10 a 25 10 a 25 10 5 a 10 Antiandrógenos La flutamida y la ciproterona son antiandrógenos que han demostrado ser efectivos en el tratamiento del cáncer de próstata. Estos fármacos actúan bloqueando la fijación de andrógenos a los receptores de andrógenos situados en los tejidos. Los efectos adversos comunes que producen estos fármacos incluyen ginecomastia, bochornos, disminución de la libido, disminución de espermatogénesis, atrofia testicular, engrosamiento de la voz, alopecia, hirsutismo, acné facial y del tronco. Glucocorticoides La prednisona y la dexametasona son comúnmente usados para el tratamiento de leucemias y mieloma múltiple en combinación con otros antineoplásicos. El efecto citotóxico de estos agentes se debe a su afinidad con los receptores de glucocorticoides situados en linfocitos normales y en algunas poblaciones de células tumorales. 27 Los efectos adversos asociados con glucocorticoides dependen tanto de la dosis, como de la duración en su administración. Agentes biológicos Los modificadores de la respuesta biológica (MRB), son un grupo grande de mediadores inmunitarios que tienen la capacidad de modificar la respuesta biológica del huésped al tumor. Se han clasificado históricamente como moduladores inmunitarios tanto específicos como inespecíficos. Los MRB específicos reaccionan con antígenos tumorales específicos, se incluyen en este grupo a los anticuerpos monoclonales, linfocitos estimulados in vivo y vacunas derivadas de tumores. Los MRB inespecíficos crean una respuesta inmunitaria sin interactuar con un antígeno específico; entre ellos están las citocinas, el bacilo de Calmette-Guérin (BCG) y vacunas no tumorales. Interferón Los interferones son un grupo de más de 20 proteínas y glucoproteínas producidas como respuesta a infecciones vírales u otros inductores de interferón (por ejemplo, antígenos o mitógenos). Fueron descubiertos en 1957 debido a su actividad antiviral. Pueden subdividirse en tres tipos: alfa, beta y gamma. Los tres tipos celulares son en la actualidad fácilmente reproducibles. Los interferones tienen una gama amplia de efectos biológicos que incluyen acciones antivirales, antiproliferativas, citostáticas, inmunomoduladoras y de diferenciación. Los efectos antitumorales del interferón son producidos directamente por citotoxicidad, o indirectamente por medio de modulación de células efectoras inmunitarias. Los interferones inhiben directamente la proliferación de células tanto normales como tumorales, alargando todas las etapas del ciclo celular. No obstante, las células en la fase Go (fase de reposo) del ciclo celular muestran la mayor sensibilidad a los efectos antiproliferativos del interferón. Otro mecanismo de acción sugerido para el interferón, es la interferencia con la expresión de oncogenes. Cuando actúan de manera apropiada, los oncogenes regulan la proliferación, crecimiento y desarrollo celular. La administración de interferón suprime la actividad de oncogenes y da como resultado disminución en la proliferación celular y grado de diferenciación. Un tercer mecanismo mediante el cual es posible que actúe el interferón es a través de efectos moduladores sobre el sistema inmunitario. Las toxicidades asociadas con los interferones parecen aumentar en frecuencia e intensidad, debido a los incrementos en la dosis y en la edad del paciente (Cuadro X). Cuadro X. Toxicidad asociada con interferón Agudas Crónicas Síndrome similar a la influenza Efectos 28 cardiovasculares (hipotensión, taquicardia, arritmias). Toxicidades neurológicas Elevación de transaminasas hepáticas Náusea y vómito Anorexia Pérdida de peso Malestar general Fatiga Depresión, cambios de personalidad Conclusión El paciente con cáncer que requiere anestesia, necesita cuidados especiales. Dentro de la valoración preoperatoria de estos pacientes, es de vital importancia obtener información de los antecedentes médicos actuales y pasados del enfermo, realizar una exploración física completa, solicitar las pruebas de laboratorio y estudios de gabinete apropiados para emitir un diagnóstico de riesgo anestésico, adecuado para cada paciente en particular. Al mismo tiempo, el anestesiólogo debe de estar consciente de los profundos efectos del diagnóstico de cáncer, en el estado psicológico y emocional del enfermo; por todo esto es trascendente reducir la ansiedad y temores de la persona sobre la anestesia, los cuidados perioperatorios y las opciones para controlar el dolor en el postoperatorio. El cáncer se manifiesta con signos y síntomas relacionados con su localización, metástasis, los efectos secundarios indeseables, la toxicidad de su tratamiento y por un grupo de síndromes paraneoplásicos (producción de hormonas ectópicas con efectos clínicos), degeneración de la médula espinal o cerebelo, síndrome de Eaton-Lambert (síndrome miasténico), síntomas dermatológicos (rubor, urticaria, prurito, flebitis y púrpura), enfermedades de la colágena (lupus eritematoso y sistémico), dermatomiositis, síndrome de Sjögren y reacciones policitémicas y leucemoides. El síndrome miasténico de Eaton-Lamber, se relaciona sobre todo con cáncer pulmonar y en la clínica se manifiesta con debilidad muscular secundaria a un trastorno de la transmisión neuromuscular. Estos enfermos tienen mayor sensibilidad a relajantes musculares despolarizantes y no despolarizantes. En cuanto a la toxicidad por tratamiento con agentes antineoplásicos, es conveniente puntualizar que la cardiomiopatia causada por doxorrubicina (adriamicina), puede llevar a la muerte a los pacientes por insuficiencia cardiaca. En los estudios de necropsia, se observaron pérdidas de células miocárdicas por cambios fibróticos y aumento en los depósitos de Ca++ intracelular. Existen algunos reportes que especifican que cuando se llega a utilizar altas dosis de anestésicos locales en el transoperatorio, puede resultar un arma mortal ya que es muy difícil reanimar a los pacientes con cardiomiopatia existente, por ejemplo con la bupivacaína o lidocaína. El empleo de agentes volátiles como el isofluorano y la aplicación de ketamina, pueden producir un efecto de depresión cardiaca muy intenso en los pacientes que han sido tratados con antineoplásicos cardiotóxicos. Algunos agentes antineoplásicos como la ciclofosfamida, la tiotepa y el citoxano producen inhibición de la colinesterasa plasmática; por lo que se hace necesario manejar cuidadosamente los relajantes musculares que la requieren para su metabolismo. 29 Al valorar la vía respiratoria, el anestesiólogo debe hacer una revisión de enfermedades sistémicas, antecedentes de intubaciones previas y realizar una exploración física cuidadosa de la vía respiratoria, con el fin de detectar posibles dificultades para la ventilación y la intubación del paciente. Un aspecto importante del estudio de las vías respiratorias del paciente con cáncer, es averiguar los cambios en la voz, si es áspera y rasposa sugiere tumor glótico; una voz apagada hace pensar en un tumor supraglótico. Las radiografías de tórax pueden orientar sobre posibles desviaciones de la tráquea ya sea por tumoraciones del cuello o por masas mediastinales. El anestesiólogo debe conocer la fisiopatología del cáncer y los tratamientos relacionados con el mismo. La consideración y el conocimiento de las necesidades de anestesia del enfermo con tumores malignos, darán lugar a su mejor atención y evolución. Referencias 1. Barash PG, Cullen BF. Clinical anesthesia, 3a ed. Philadelphia: Lippincott Raven, 1997. 2. De Vita JT Jr, Hellman S, Rosenberg SA. Cancer: principles and practice of oncology. 5a ed. Philadelphia: Lippincott Raven, 1997. 3. Howland WS, Rooney, SM, Goldiner PL. Manual of anesthesia in cancer care. New York: Churchill Livingstone, 1986. 4. Katz J, Benumof J, Kadis LB. Anestesia en enfermedades poco frecuentes, 3ª ed. Salvat México: Editores SA, 1991. 5. Ikezoe J, Takashima S, Morimoto S. The appearance of acute radiation-induced injury in the lung. Am J Roentgenol 1988;150:765-770, 6. Pérez CA, Brady LW. Principles and practice of radiation oncology, 2a ed. Lippincott, 1991. 7. Silva HJ. 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No es raro que estos pacientes tengan como antecedentes de importancia para el anestesiólogo, el ser fumadores o consumidores de bebidas alcohólicas en forma crónica; estos antecedentes, más la edad en que ocurren este tipo de tumores suelen dificultar el manejo anestésico debido a la presencia de enfermedad sistémica concomitante, como bronquitis crónica, enfisema, insuficiencia coronaria, hipertensión arterial, daño hepático, etc. 1-5 La característica de este tipo de cáncer suele ser la dificultad para el manejo de la vía aérea. Particularmente la ventilación con mascarilla y la intubación serán factores de riesgo a considerar. Por otra parte, que el cirujano trabaje sobre la cara y/o el cuello del paciente deberá mantener al anestesiólogo atento ante cualquier modificación de los patrones de ventilación iniciales al procedimiento anestésico. Al igual que en cualquier otro paciente, pero con más detalle en los tumores de cabeza y cuello, se deberá realizar una valoración preoperatoria muy detallada; enfocándose particularmente a la vía aérea superior (nariz, boca, faringe, laringe y tráquea) y al aparato respiratorio y cardiovascular. Si durante el interrogatorio el paciente refiere haber recibido radioterapia a cabeza y cuello, disnea o dificultad para respirar, intolerancia al ejercicio, cambios en la calidad de la voz o antecedentes de dificultad en la intubación para otros procedimientos anestésicos, se deberá ser muy cuidadoso antes de decidir una inducción anestésica. Hay que recordar que para la Sociedad Americana de Anestesiólogos (ASA), se define como vía aérea difícil, la situación clínica en que un anestesiólogo con experiencia tiene dificultad para ventilar con mascarilla, para intubar o ambas; y se define como una intubación difícil, cuando se han realizado más de tres intentos, con un laringoscopio convencional para lograr la intubación traqueal en un lapso de diez minutos.6,7 Las características de los datos clínicos obtenidos durante la historia clínica del paciente pueden orientar sobre la localización anatómica del tumor; por ejemplo: cambios en la calidad de la voz 32 indicarán alteraciones sobre la laringe; el paciente con dificultad para respirar al estar acostado puede tener una masa mediastinal o un tumor faríngeo o de cuello. Ante tal situación el enfermo debe ser evaluado sistémicamente y con gran minuciosidad. 8,9 No solo los factores propios del cáncer tendrán un significado en estos casos, las condiciones congénitas y físicas del paciente como un cuello corto, dientes prominentes, apertura bucal limitada o pequeña, lengua grande, limitación de la movilidad cervical, mandíbula retraída, etc., por si solos serán causas de dificultad en el manejo de la vía aérea. 2 Si el tumor en cabeza o cuello ha interferido con la posibilidad de alimentarse y por lo tanto tener una nutrición adecuada, se encontrará con pérdida de peso, malnutrición, deshidratación, anemia, etc. No se debe dudar, en el caso que así se requiera, el solicitar exámenes de laboratorio y gabinete que permitan decidir una conducta adecuada y segura. 10 Una vez que se ha detectado la posibilidad de una vía aérea difícil, será muy importante comentar estos hallazgos con el paciente, su familia y el cirujano responsable de la intervención quirúrgica, de tal manera que se programe en conjunto la técnica de inducción a la anestesia y la intubación, con especial énfasis en los riesgos por correr bajo las situaciones médicas del paciente. La medicación preanestésica en estos casos es preferible que no se realice antes del monitoreo básico en la sala de operaciones, debido a la posibilidad de depresión respiratoria y dificultad para controlar adecuadamente la vía aérea. Pocas veces se cumplen las recomendaciones de la ASA para mantener una vía aérea difícil en el paciente con cáncer de cabeza y cuello. Si en el enfermo no se encuentran datos que sugieran dificultad a la ventilación, se podrá realizar una inducción a la anestesia general en la forma acostumbrada, con la aplicación inmediata de bloqueadores neuromusculares para facilitar la ventilación con mascarilla y la intubación. Si la ventilación con mascarilla o la intubación es potencialmente difícil, se podrá aplicar anestesia local en la vía aérea superior del enfermo y realizar una sedación ligera (sedación consciente), con el objetivo de hacer una visualización con laringoscopio convencional de la laringe, estando el paciente con ventilación espontánea.11 Si la visualización de las cuerdas vocales es suficiente, se podrá realizar la inducción de la anestesia y el bloqueo neuromuscular;12 si las cuerdas vocales no se visualizan, lo más conveniente será intentar alguna técnica de intubación con el paciente despierto como la intubación con laringoscopio flexible de fibra óptica, 13 ya sea por vía nasal u oral de acuerdo a las condiciones del paciente y la cirugía, 14 una traqueotomía con anestesia local podrá ser una alternativa segura; técnicas como la intubación retrógrada podrán ser consideradas si se cuenta con la experiencia suficiente. Si se ha iniciado la inducción de la anestesia y se presenta una vía aérea difícil no esperada, pero se controla la ventilación con mascarilla, algunas de las técnicas ya mencionadas podrán llevarse a 33 cabo; si éste no fuera el caso, lo mejor será despertar al paciente y evaluar para una segunda oportunidad la intubación con el paciente despierto. Hay que recordar que siempre será posible en casos de extrema urgencia, colocar un catéter 14 G a través de la membrana cricotiroidea e iniciar la ventilación jet.13,15 El mantenimiento de la anestesia podrá realizarse con las técnicas y agentes que elija el anestesiólogo encargado del caso; el monitoreo se adecuará al tipo de intervención y su duración. Las pérdidas sanguíneas suelen ser por lo general escasas y fácilmente controlables por el cirujano. Uno de los aspectos más importantes a considerar después de la cirugía de cabeza y cuello en el paciente con cáncer, será la extubación. En muchos casos habrá que considerar la posibilidad de realizar una traqueotomía sobre la base de la severidad del edema y la afección anatómica que el paciente haya sufrido por la intervención quirúrgica. Si estas alteraciones no son graves, la permanencia del tubo endotraqueal con apoyo ventilatorio del paciente será lo más adecuado. Otros pacientes podrán ser extubados en la sala de operaciones una vez que se encuentren totalmente despiertos. El momento de la extubación deberá ser un paso previamente planeado por el equipo quirúrgico; hay que recordar que este momento suele tener al igual que la intubación muchos cambios fisiológicos en el paciente. Existe la posibilidad de que una vez extubado el paciente no puedan ser colocadas cánulas nasales u orales para controlar la ventilación, so pena de afectar la cirugía. Se deberá contar en todo momento del proceso de extubación, con el armamentario necesario que nos permita controlar la vía aérea del enfermo en caso de una complicación. 16-18 En resumen el paciente con cáncer podrá tener dificultad de la vía aérea por: movilidad limitada de la cabeza y/o el cuello; limitación de la apertura bucal; espacio limitado de la vía aérea en cualquier nivel por edema, tumor o cirugía previa; alteración anatómica por el tumor o cirugía previa y fijación de los tejidos de la cabeza y cuello, boca, faringe o laringe por el tumor, cirugía o radioterapia. Manejo de la vía aérea en el paciente con cáncer de cabeza y cuello La necesidad de mantener la ventilación adecuada del paciente, y por tanto el aporte de oxígeno ha permitido el desarrollo de las diversas técnicas de intubación. Se han desarrollado además revisiones extensas de qué y cómo hacer para lograr el control sobre la ventilación6. Lo más importante en estos casos será iniciar el procedimiento de intubación, con el reconocimiento de la vía aérea difícil. Se hará por lo tanto indispensable el contar con algunos minutos para valorar la vía aérea, poniendo principal cuidado en aspectos clínicos relevantes como son la longitud de los dientes, la posición de las arcadas dentales, la forma del paladar, presencia 34 de barba, obesidad o mamas grandes, estados patológicos como cáncer, infecciones, fracturas, heridas o cicatrices previas, etc. Si se logra reconocer antes de la inducción de la anestesia una vía aérea comprometida, lo obvio será garantizar y asegurar la vía aérea a través de la intubación con el paciente despierto. Preparación Antes de ser sometido a este tipo de maniobras, el paciente deberá ser informado e instruido de todos y cada uno de los procedimientos que vayan a ser realizados con él en la sala de operaciones; deberá considerarse que todo esto será nuevo y diferente para el paciente, por lo que el apoyo psicológico será fundamental. El contar en el quirófano con el monitoreo básico (ECG, oximetría de pulso, capnografia, etc.), para estos casos y todos los recursos necesarios para controlar la vía aérea del paciente (fuente de oxígeno, laringoscopios rígidos, fibrolaringoscopios, mascara laríngea, etc.), deberán estar listos y a la mano antes de iniciar cualquier procedimiento por "fácil" que éste se considere. El uso de medicamentos que disminuyan las secreciones podrán estar indicados, así como una sedación consciente que permita el contacto verbal constante con el paciente; el uso de vasoconstrictores tópicos y anestésicos locales serán de gran utilidad, incluso antes del bloqueo regional de la vía aérea.19 Las opciones técnicas que permitan un control adecuado de la vía aérea son variadas, desde los procedimientos no quirúrgicos como la intubación a ciegas, fibrolaringoscopia, estilete iluminado, mascara laríngea, técnica de intubación retrógrada, etc., a los procedimientos más sofisticados y de urgencia como los accesos percutáneos (quirúrgicos) como la traqueostomia, cricotirotomía, ventilación jet, etc.20 Estas posibilidades de manejo serán elegidas con base en tres consideraciones: 1) conocimiento anatómico; 2) entrenamiento previo y 3) experiencia con la técnica. No se deberá esperar fallas de la intubación con el paciente despierto atribuibles a falta de cooperación del paciente, falla del equipo o limitaciones técnicas del anestesiólogo. Ante la presencia de un paciente extremadamente falto de cooperación debe preservarse la ventilación espontánea, valorar estrictamente el uso y tipo de bloqueador neuromuscular, elevar previamente la saturación arterial de oxígeno y realizar los intentos repetidos de intubación sin pérdida de tiempo.21,22 En caso de falla de la intubación podrá optarse por alguna de las siguientes opciones:23,24 a) cancelación de la cirugía; b) inducción de la anestesia (si la ventilación con mascarilla es posible); c) realizar la Intubación con una técnica de anestesia regional (si es posible), o d) permeabilizar la vía aérea por un acceso quirúrgico. 35 En resumen, la ASA recomienda cuatro pasos en caso de dificultad de la vía aérea: 1. Si se sospecha la vía aérea difícil, asegure la vía aérea con el paciente despierto; 2. Si puede ventilar pero no intubar, despierte al paciente; 3. Si no puede ventilar y no puede intubar, ocupe una opción de CV CI (CV: Can Not Ventilation, CI: Can Not Intubation) y 4. Siempre tenga un plan B, C disponible, piense por adelantado. Situación CV CI: Si la posibilidad de ventilar con mascarilla se pierde y realmente no es posible intubar al paciente, debe optarse por: a) colocación de máscara laríngea; b) uso de combitubo; c) iniciar la ventilación Jet, o d) realizar el acceso quirúrgico de la vía aérea de urgencia. Por último, a estas consideraciones, deberá tenerse siempre en mente que la decisión de cambiar de una técnica de anestesia general por una técnica de anestesia regional (epidural, subdural o mixta), en el paciente con vía aérea difícil, puede no ser una buena opción, ya que el uso de anestesia regional no resuelve el problema de la vía aérea difícil. Si la anestesia regional falla, se estará en situación de desventaja. Intubación con el paciente despierto Son bien conocidas por todos los anestesiólogos las diversas técnicas de anestesia local por infiltración o tópica, así como la anestesia regional, pero en muchas ocasiones se desconocen los detalles técnicos y anatómicos para lograr inhibir la transmisión sensitiva de regiones específicas del cuerpo. Este es el caso del bloqueo nervioso de las vías aéreas superiores, y en ocasiones a falta de la experiencia y los conocimientos necesarios se corren riesgos inútiles con los pacientes, ya que en lugar de elegir una adecuada técnica de anestesia regional, se opta por sedaciones o anestesias generales que pudieran ser realmente peligrosas para ciertos pacientes y en ciertas circunstancias especiales.25 La anestesia tópica se ha mantenido como una de las técnicas anestésicas de elección para la laringoscopia directa y la broncoscopia. Esta técnica es muy simple: un anestésico local se coloca sobre la mucosa de la orofaringe y de la hipofaringe seguida de un bloqueo transmucoso de la rama interna del nervio laríngeo superior colocando un hisopo con anestésico local en el seno piriforme de la laringe a través de visualización directa o indirecta. Esta técnica es sencilla pero habitualmente consume más tiempo que si se optara por el bloqueo del nervio laríngeo superior y la anestesia transtraqueal. Aún más, en ocasiones es difícil evaluar la dosis total del agente anestésico local que se ha utilizado y así llegar a concentraciones tóxicas para el paciente, particularmente cuando se utilizan aplicaciones en "spray" de lidocaína; esto suele suceder en aras de lograr una relación entre comodidad del paciente y calidad anestésica. 26 La comodidad del paciente durante la instrumentación de la vía aérea superior, puede ser mayor si 36 se realiza un bloqueo bilateral del nervio laríngeo superior a través del abordaje subcutáneo descrito por Hoffman en 1908. El usó este bloqueo para aliviar la disfagia dolorosa de la tuberculosis laríngea antes del advenimiento del tratamiento con antibióticos. 27 En combinación con la inyección transtraqueal y la aplicación tópica de un anestésico local, esta técnica es también muy útil para lograr una intubación eficiente en fracturas mandibulares y tumores de cara y boca; facilita la intubación con el paciente despierto; se utiliza también en estudios de laringografia y broncografia, para la colocación de un transductor de ecocardiografía transesofágica, así como también en situaciones de lavados bronquiales. 28-30 El bloqueo del nervio glosofaríngeo por inyección transmuscosa permite disminuir o abatir el reflejo del vómito que no se logra inhibir al realizar la anestesia regional de la laringe y tráquea; bajo estas condiciones el paciente puede tolerar muy bien el paso de un tubo endotraqueal o de un broncoscopio a través de las cuerdas vocales, pero no tolerar el paso de estos equipos a través del paladar blando y la hipofaringe. Aunque con una adecuada técnica de anestesia tópica y una sedación endovenosa ligera el paciente pudiera tolerar adecuadamente esta instrumentación sin presentar "arqueo" que imposibilite e impida el objetivo deseado. 26 Anatomía El nervio laríngeo superior es rama del nervio vago, su ganglio desciende por detrás de la arteria carótida interna, cerca de la faringe, es ahí donde se bifurca en una rama interna y otra externa. La rama externa continúa anterior e internamente, terminando en la parte más alta del músculo cricotiroideo, al cual le proporciona inervación motora. Después de que el nervio laríngeo superior se bifurca, la rama interna pasa medialmente por debajo de las astas mayores del hueso hioides, donde atraviesa y penetra la membrana tirohioidea, justo encima de la arteria laríngea superior. El nervio se ramifica después de la membrana y emite ramas sensitivas a la epiglotis, base de la lengua y a la mucosa de la laringe; conforme se dirige hacia abajo inerva inferiormente a las cuerdas vocales. Aún más, el sitio de entrada del nervio a la laringe está limitado por dos marcas fácilmente identificables, el hueso hioides y el cartílago tiroides. La presencia del componente motor de la rama interna del nervio laríngeo superior no está claro; conforme el nervio penetra en el músculo interaritenoideo, la disección microscópica reveló que no proporciona ninguna inervación motora. De tal manera que el bloqueo de este nervio produce únicamente bloqueo sensorial, eliminando el riesgo de disfunción laríngea secundaria a parálisis de la musculatura intrínseca de la laringe. La arteria laríngea superior es el único vaso sanguíneo mayor que se encuentra en la proximidad 37 del nervio, esto disminuye el riesgo de una posible inyección intravascular. Aún así, el nervio laríngeo recurrente no se encuentra en la misma área en donde el bloqueo se realiza, por tal motivo el posible riesgo de producir conjuntamente su bloqueo no existe. La tráquea y la porción infraglótica de la laringe reciben inervación sensorial de la rama del nervio laríngeo recurrente directamente a través del nervio vago. La anestesia de la mucosa traqueal puede ser obtenida por anestesia tópica con anestésicos locales a través de la punción de la membrana cricotiroidea en su línea media. Debido a que esta es una zona avascular, el riesgo de inyección endovenosa del anestésico local no existe. 26,31,32 El reflejo del vómito no puede ser fácilmente explicado debido a la falta de conocimientos sobre la fisiología del noveno par craneal. Se sugiere que existen dos modos de estimulación periférica que produce dicho reflejo, tacto y presión. Es bien conocido que los receptores al tacto pueden ser fácilmente inhibidos con la aplicación tópica de anestésicos locales; de tal forma que el papel de los receptores a la presión en la producción del reflejo del vómito han recibido un valor muy pequeño. Aún más, ante el advenimiento del bloqueo del nervio glosofaríngeo, el arqueo producido por presión ha sido refractario al control por la administración tópica de anestésicos locales. 31,32 Técnica Después de que el paciente se encuentra en decúbito dorsal y con las líneas de monitoreo de rutina colocadas, se extiende el cuello del paciente y se realiza antisepsia de la región anterior con una torunda con antiséptico por encima de la región en donde la aguja va a ser insertada. La membrana tirohioidea se localiza anteriormente al palpar con un dedo el hueso hioides y el cartílago tiroides. Con el movimiento lateral del dedo se identifica el asta mayor del cartílago tiroides. Inmediatamente por debajo del dedo, se identifica la arteria carótida por su latido; la rama interna del nervio laríngeo superior penetra a la membrana tirohioidea justo por encima del dedo que está sobre el asta superior. Con una aguja calibre 27 de unos tres centímetros de largo y lidocaína al 1% se penetra la piel en un ángulo de 90º por encima del dedo que está sobre el asta mayor del cartílago tiroides; la aguja se avanza hasta que se encuentra resistencia de la membrana tiroidea, usualmente a 1 ó 2 centímetros de profundidad; en este momento se aplican uno a dos mililitros de lidocaína al 1%. Aún si la resistencia de la membrana tiroidea no puede ser vencida, la inyección en esta área puede ser efectiva. El contacto directo con el nervio no es estrictamente necesario, porque con la difusión del anestésico es suficiente para lograr su bloqueo, pero si el contacto ocurriera el paciente pudiera experimentar una parestesia en el oído sobre el sitio que se ha bloqueado. La aplicación del anestésico local debe repetirse de la misma forma en el otro lado. 38 La palpación de los puntos de referencia mencionados puede ser muy difícil en los pacientes obesos o en aquellos con cuellos cortos o muy robustos. En estos casos es mejor buscar otra vía de acceso alternativa. La aguja número 27 se introduce a través de la piel hasta que haga contacto con el cartílago tiroides, en este caso el cartílago actúa como un indicador de profundidad, de esta forma la aguja se desplaza en dirección al borde posterosuperior del cartílago y luego dirigida posterior y superiormente a través de la membrana tirohioidea, y la aplicación del anestésico local se realiza como ya se describió.26,32,33 Para anestesiar la mucosa por debajo de las cuerdas vocales se realiza por una inyección transtraqueal. La membrana cricotiroidea se identifica en la línea media y con una aguja calibre 22 de uno y medio centímetros se coloca a través de la membrana; en este momento, hay que realizar una aspiración suave con el émbolo de la jeringa, con la finalidad de obtener aire, lo que confirmará la colocación en la luz de la tráquea; en este momento se inyectan de 3 a 5 mililitros de lidocaína al 2% en forma rápida. El paciente con toda seguridad toserá, lo que favorecerá la dispersión del anestésico local hacia la laringe, la tráquea y el árbol bronquial, pero la inyección deberá ser rápida con la finalidad de evitar durante este momento alguna lesión con la aguja que está dentro de la tráquea. Si se opta por el bloqueo del nervio glosofaríngeo, el paciente deberá colocarse en decúbito dorsal, y con un abatelenguas se deprime a la lengua para exponer el repliegue palatofaríngeo (pilar amigdalino); con la punta de una aguja para raquia calibre 22, se introduce en la línea media y aproximadamente 0.5 centímetros por detrás del pilar amigdalino se punciona la mucosa; en este momento la aguja se encuentra entre el constrictor medio y superior de la faringe, que está junto al nervio glosofaríngeo. La aspiración de la jeringa se hace obligatoria para confirmar que la punta de la aguja no está intravascular, y se pueden inyectar 2 mililitros de lidocaína al 1%. Una vez que el bloqueo se ha realizado en forma bilateral el paciente referirá la imposibilidad de deglutir; este signo representa el hecho de un bloqueo adecuado y una completa analgesia. 33-35 En forma alternativa, la aplicación de anestesia local a la orofaringe y nasofaringe se puede realizar, aunque su efecto será rápidamente pasajero. Un atomizador que contenga lidocaína al 4% puede ser usado como parte del procedimiento. Después del que el paciente ha abierto la boca y sacado la lengua, se puede aplicar el "spray" de lidocaína a la lengua, nasofaringe, orofaringe e hipofaringe. Muchos anestesiólogos prefieren el uso de una vía nasofaríngea para la intubación, ya que la apertura glótica puede identificarse fácilmente. En estos casos la anestesia tópica de la mucosa nasal y de la nasofaringe se puede anestesiar con una combinación de lidocaína al 2% y neosinefrina al 0.01% con un hisopo. Esto proporciona una buena calidad anestésica y disminuye 39 el riesgo de sangrado debido al vasoconstrictor. El aplicador se avanza cada 30 a 40 segundos, 2 a 3 centímetros, hasta lograr llegar a la pared de la nasofaringe a través de las coanas. Uno a dos minutos después los aplicadores son removidos, y si es necesario, se puede repetir el proceso con aplicadores más grandes. Discusión Las técnicas que han sido aquí descritas son seguras ya que el riesgo de una lesión vascular o nerviosa, así como el alcanzar grandes concentraciones plasmáticas de anestésico local prácticamente no existen. Si se opta por el bloqueo bilateral del nervio laríngeo superior, del nervio glosofaringeo y además la instalación transtraqueal de lidocaína suele no rebasar los 12 mililitros de lidocaína. La dosis máxima de lidocaína para no tener efectos adversos es del orden de 4.5 mg/kg de peso por inyección o de 10 mg/kg de peso por aplicación tópica. Por otra parte, la inyección transtraqueal de un anestésico local ha demostrado ser un método seguro para anestesiar la mucosa traqueobronquial. El uso de lidocaína al 2% ha demostrado ser tan efectiva por bloqueo nervioso por infiltración o en aplicación tópica. Deberá tenerse en cuenta que el riesgo de sobredosis del anestésico local siempre existe, o bien de algunos de sus componentes; por lo que se deberán extremar precauciones en no exceder las dosis recomendadas para cada tipo de anestésico local empleado. 36,37 Complicaciones Las posibles complicaciones en estos casos suelen observarse por una diversidad de causas como: absorción; inyección intravascular; reacción alérgica; hematoma; mínimo efecto anestésico; hipotensión; bradicardia; laringoespasmo; broncoespasmo; infección, etc. Se ha pensado que algunos de estos eventos de hipotensión y bradicardia ocurren por una inyección o estimulación directa sobre la raíz nerviosa por la aguja, ocasionando una reacción vagal.38 En otras ocasiones los efectos de laringo o broncoespasmo pudieran ocurrir debido a la presencia de secreciones como saliva y sangre en la boca y/o en la hipofaringe, pudieran disminuirse estos riesgos con el uso de sustancias anticolinérgicas como atropina o escopolamina. Realmente con estas técnicas no existe una contraindicación específica, aunque tal vez contraindicaría este tipo de procedimientos la infección o la presencia de tumores en el sitio de inyección. Obviamente el paciente con estómago lleno pudiera ser candidato para estas técnicas, pero deberá ser valorado el riesgo/beneficio. 39,40 Conclusión Las técnicas de anestesia regional para lograr la instrumentación de la vía aérea superior con fines 40 diagnósticos, pronósticos o terapéuticos deberán considerarse como herramientas usuales por el anestesiólogo. Además el bloqueo de los nervios laríngeo superior y glosofaríngeo pueden ser utilizados también en casos de laringoscopia y la facilitación de la intubación con fibrolaringoscopio. Esto se logrará fácilmente con un pequeño entrenamiento de la técnica y un buen conocimiento de la anatomía del cuello. Estas técnicas proveen un método seguro, efectivo, menos traumático y que reduce el número de accesos quirúrgicos. Permite además, tener a un paciente alerta y cooperador, con ventilación espontánea, que deglute secreciones, que participa en la postura y que permite mantener la inspiración y el reflejo de la tos en forma espontánea y como un reflejo de protección importantes. Jamás deberá anteponerse la "comodidad" del paciente, cirujano o anestesiólogo en aras de la seguridad del procedimiento anestésico. Referencias 1. Spitz MR, Newell GR. Descriptive epidemiology of squamous cell carcinoma of the upper aero-digestive tract. Cancer Bull 1987;39:79-81. 2. Dougherty TB, Nguyen DT. Anesthetic management of the patient scheduled for head and neck cancer surgery. J Clin Anesth 1994;6:74-82. 3. Merletti F, Boffetta P, Ciccone G. Role of tobacco and alcohol beverages in the etiology of cancer of the oral cavity/oropharyn in Toronto, Italy. Cancer Res 1989;49:4919-4924. 4. Binnie WH. Etiology. In: Smith C, Pindborg JJ, Binnie WH. Oral cancer, epidemiology, etiology and pathology. 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Alvarez Vega, Dr. Edmundo Alvarado Sil La administración de hemoderivados ha cobrado mayor importancia en la actualidad y esto ha sido evidenciado por el esfuerzo de Asociaciones médicas como la ASA al proponer guías de tratamiento para la terapia con componentes sanguíneos(1) intentando uniformar los criterios de uso, con base en conceptos recientes como el transporte de oxígeno o la prevención de efectos adversos. Al ser el cáncer la entidad patológica que utiliza el 19 % del total de las transfusiones realizadas en EE.UU., adquiere una relevancia capital, donde del total de pacientes tratados con cirugía, reciben hasta en 65 % algún tipo de hemoderivado(2). En nuestro país, el estadio clínico con el cual se presentan por primera vez los pacientes a los centros oncológicos es más avanzado, lo cual repercute en el aumento de las cirugías radicales, obviamente con mayor extensión, sangrado y por lo tanto consumo de sangre y derivados. Si a esto se le suma que la población que requiere atención médica generalmente ostenta bajos niveles de nutrición, anemia de tipo primario, tallas y pesos bajos y volúmenes sanguíneos relativos menores con relación a la de países desarrollados, el manejo adecuado de las transfusiones se complica cada vez más. Desde 1960 se tienen registros sobre hallazgos que no se pensaban relacionados con las transfusiones: el tratar la anemia en pacientes con insuficiencia renal se volvió controversial cuando se estableció que al hacerlo se producía un rechazo hiperagudo en los pacientes que recibieron un trasplante de riñón debido a anticuerpos linfocitotóxicos provenientes de la sensibilización causada por el Antígeno Mayor de Histocompatibilidad (HLA)(2). Pero subsiguientes estudios cambiaron la forma de pensar, ya que en 1973, Opelz et al(3) demostraron que la proporción de supervivencia de los trasplantes a un año era de 71 % en quienes recibieron más transfusiones (paquetes globulares, sangre completa o sangre congelada). Esta asociación continuó y Salvatierra et al(4) llegaron a la conclusión de que el efecto transfusional óptimo se conseguía con tres o más hemoderivados antes de un trasplante, no pudiendo determinar cual es el mecanismo por el cual aumenta la supervivencia de los injertos, resultado parecido y mayor si se usaba ciclosporina A. Los mecanismos propuestos coinciden en cambios de la respuesta inmune (inmunomodulación) en 44 respuesta a tejidos alogénicos (en este caso la sangre) causando tanto alosensibilización como inmunosupresión. En la mejora de la sobrevivencia de los trasplantes renales, la inmunomodulación debida a transfusiones puede ser tanto por inhibición de los linfocitos T efectores (auxiliares y citotóxicos), como por estimulación de los linfocitos T reguladores (supresores). En el caso de supresión disminuye la producción de citocinas, disminuye la respuesta a factores de crecimiento, disminución de linfocitos auxiliares (CD4), de los asesinos naturales (NK, que aumentan su respuesta con la IL-2 y son la primera línea de defensa contra las células infectadas por virus) y del número de linfocitos(2,5). Ahora, el cómo se relaciona con la inmunomodulación de trasplantes no es claro. Se piensa que la transfusión, en el receptor, producirá respuestas inespecíficas y específicas; en las primeras, una hipótesis es la sobrecarga del sistema retículo endotelial por disminución en la producción de IL2 y el aumento de la prostaglandina E2 (PGE 2) la cual inhibe la expresión del antígeno HLA clase II del macrófago - presentador de antígeno - y los niveles de IL-2. La IL-2 es necesaria para la activación y proliferación de linfocitos B, linfocitos T y para generar células citotóxicas; en resumen, disminuye la producción de anticuerpos y se inhibe la actividad de los NK. El grado de inmunomodulación se presenta desde el primer derivado administrado y se sabe que sus efectos varían entre 30 días hasta 20 semanas, sin embargo es directamente proporcional al número de transfusiones(2). Los mecanismos específicos por antígenos fueron descubiertos por Terasaki(6) al promover su teoría que enuncia que "la función de la transfusión fue inmunizar a los pacientes y no la de inducir tolerancia"; sus estudios compararon los efectos de la transfusión (que produce aumento de la respuesta supresora) y los producidos por la azatriopina (eliminando la formación de células de defensa inducidas por el injerto) lo cual sugiere que la depleción de la respuesta por la inmunomodulación y por la inmunosupresión resultan al eliminar o incapacitar a las células que rechazan los injertos. Otro mecanismo (Jeme et al(7)), es la formación de anticuerpos antiidiotipo en respuesta al injerto, debido a las transfusiones, que generan un nuevo antígeno y tienen la función de competir con los receptores del trasplante contra los posibles anticuerpos del receptor bloqueando su acción. Al extrapolar estos conocimientos a otros grupos de pacientes se encuentra que en el paciente con cáncer, la inmunomodulación juega un papel diferente, ya que las transfusiones se han asociado con recurrencia del tumor primario. En estudios meta-analíticos, se ha demostrado que la recurrencia en pacientes quirúrgicos está asociada con transfusiones de hemoderivados y con la etapa del padecimiento al inicio del tratamiento(2). Los pocos estudios que han fallado en demostrar esta asociación fueron debido a pequeñas muestras. Los ejemplos de recurrencia 45 abundan, y se enuncian a continuación. Recurrencia en cáncer de Colon Blumberg(8) y Foster(9) informaron recurrencia del cáncer de colon en pacientes quirúrgicos potencialmente curables cuando se hemotransfundían perioperatoriamente; Blumberg(10) encontró más tarde que con cuatro o más unidades se obtenía la mayor recurrencia. Recurrencia en cáncer de mama Herman et al(11) informaron en pacientes con cáncer de mama estadio I y II, grados de supervivencia mayores a los cinco y diez años para pacientes operadas en las que no fueron transfundidas y su análisis multivariados demostraron que los factores de riesgo para recurrencia fueron las transfusiones, las metástasis a ganglios, grado histológico y el estadio. Recurrencia en cáncer de cabeza y cuello En cirugía de cabeza y cuello, Jackson(12) demostró mayor recurrencia a los 5 años en pacientes laringectomizados que fueron transfundidos, y Johnson(13) lo mismo para pacientes con cáncer oral o nasal. Recurrencia en cáncer de pulmón El análisis de multivariables demostró que el único factor de riesgo significativo para recurrencia a cinco años fue la transfusión(2). Recurrencia de cáncer en tejidos blandos Rosenberg et al(14) concluyeron lo mismo para sarcomas de tejidos blandos a cinco años y el análisis multivariado asoció la recidiva con transfusiones y tamaños del tumor primario. Recurrencia de cáncer gástrico Kampschoer et al(15) concluyeron en un estudio retrospectivo una supervivencia de 80.8% a cinco años en pacientes postoperados no transfundidos, contra 57% al transfundir. Recurrencia de cáncer prostático McClinton(16) y Heal(17) encontraron en pacientes tratados con resección prostática transureteral que la edad y las transfusiones se correlacionaban con recurrencia. Otro de los factores que complican el manejo de sangre en oncología, es que al demostrarse la inhibición de macrófagos y reducir la inmunidad celular, aumentan el número de infecciones en la herida quirúrgica (en lesiones penetrantes de abdomen, en cirugía ortopédica, en puentes coronarios y en histerectomías) y la proporción de sepsis, además que la hipovolemia y el choque por sí solos causan inmunosupresión. También puede exacerbar infecciones no bacterianas como las causadas por el VIH y el citomegalovirus, empeorando su sobrevida(2,18,19). Por todo lo anterior es que en este tipo de pacientes se promueven la mayor cantidad de alternativas en estudio para el uso de sangre, como son: a) la hemodilución con autotransfusión 46 (normovolémica aguda), la cual se usó en el Hospital General de México S.S. sin dar adecuados resultados ya que los pacientes tenían muy bajo peso ponderal y niveles muy reducidos de hemoglobina, lo que resulta en bajo volumen circulante, obteniéndose muy poca cantidad de sangre para el transoperatorio y se tenía que transfundir muy rápidamente; b) la hemodilución hipervolémica aguda, la cual tiene las cualidades de realizarse en menor tiempo, con menor costo y no tiene cambios hemodinámicos al medirse con ecocardiograma transesofágico, comparado con la normovolémica;(20) c) la recuperación celular del lecho quirúrgico aún se encuentra en estudio y tiene muchas controversias debido a la probabilidad de diseminación de células malignas;(21) d) la sangre radiada y el uso de filtros celulares para la recuperación celular aún se encuentran en estudio. Otras alternativas útiles son la aprotinina y eritropoyetina, las cuales se tendrían que estudiar más en el paciente con cáncer. Debe valorarse muy bien la necesidad de transfundir hemoderivados con el concepto de mejorar un deficiente aporte de oxígeno a las células y no sólo corregir un dato aislado; los datos a tomar en cuenta son el estado hemodinámico del paciente, el sangrado máximo permisible, la determinación rápida de microhematócritos o de hemoglobina por capilares, flujos urinarios, gasometría arterial y cuando sea posible la determinación de presiones venosas centrales o del gasto cardiao. Cuando se decida transfundir hay que preferir paquetes globulares, eritrocitos lavados y el uso de filtros antes que usar sangre total o reconstituida. Por último, debemos ser más precisos y restringir el uso de plasma fresco congelado a las patologías que de verdad lo ameriten. Referencias 1. American Society of Anesthesiologists. 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El descubrimiento de que señales sensoriales generadas por daño tisular durante la cirugía originan un prolongado y persistente estado de excitabilidad en las neuronas del sistema nervioso central ("windup"), ha alentado a los investigadores a tratar de prevenir que este fenómeno excitatorio ocurra [1] , [2] , [3] . El concepto de "analgesia preventiva" fue oficialmente descrito por Cirile a comienzos del siglo [4] . Los datos electrofisiológicos de estudios en animales durante la década de los 80, demuestran que es posible prevenir el desarrollo del dolor posquirúrgico suplementando la anestesia general con bloqueos analgésicos regionales o con opioides [5] . La idea de suprimir el dolor posquirúrgico antes de que se inicie, es decir, analgesia preventiva, tiene un gran interés actualmente. La analgesia preventiva tiene la idea de que el dolor postoperatorio puede atenuarse significativamente con el uso de anestésicos locales u opioides como un suplemento de la anestesia, previo a la incisión quirúrgica [6] . Categorías del dolor El dolor tiene tres dimensiones: sensitiva, evaluativa y afectiva [7] ; por lo tanto, puede describirse en términos de su magnitud, cualidad y componentes psicológicos. De está forma algunas escalas ej. el cuestionario de dolor de McGill evalúa las tres dimensiones, aunque posiblemente tengan substratos neurales diferentes [8] . Por consiguiente, el dolor más que nocicepción es una experiencia, donde existen numerosos factores que influencian la percepción y la experiencia del mismo, los que a su vez determinan su categoría. El dolor postoperatorio corresponde a una de las cinco categorías de dolor descritas por Peck, las otras categorías corresponden al dolor agudo, terminal, crónico y neuropático [9] , pueden distinguirse por su etiología, correlación neurofisiológica y factores psicológicos. Situaciones fundamentales para explicarnos sus diferentes modalidades terapéuticas [10] . Aspectos psicológicos del dolor postoperatorio 49 Los factores psicológicos más importantes del dolor postoperatorio son el miedo y la ansiedad, sobre todo cuando se relacionan con el temor a la muerte. La ansiedad puede desencadenar diversas respuestas neuroendocrinas hipotalámicas, como la respuesta al estrés que por sí misma puede ser de mayor intensidad que las respuestas causadas directamente por los impulsos nocivos. La persistencia del dolor cierra el círculo vicioso de dolor, miedo, ansiedad, desesperanza, a los que se agregan insomnio y depresión cuando el paciente se desmoraliza y pierde la confianza en sus médicos incapaces para calmarle su dolor [11] . Fuentes del dolor inducido quirúrgicamente Las fuentes más importantes que influencian la presencia, severidad, calidad y duración del dolor postoperatorio son: la operación, el paciente, dolor crónico persistente agudizado y algunas otras no relacionadas al procedimiento anestésico o quirúrgico [12] . La operación La severidad del dolor esta con relación al sitio, naturaleza y duración de la intervención quirúrgica; las severamente dolorosas son secundarias a cirugía intratorácica, seguidas por las de abdomen superior y área renal. La razón de este dolor se explica por los inevitables movimientos de la ventilación contribuyentes al aumento en la tensión de la incisión quirúrgica. El paciente El temor al procedimiento quirúrgico, la experiencia previa al dolor y el grado de ansiedad influencian desfavorablemente el dolor postoperatorio. Hay una relación directa entre el grado de ansiedad y el dolor postoperatorio [13] , una relación inadecuada médico - paciente se manifiesta en más ansiedad, consecuentemente disminución en el umbral del dolor [14] . Dolor Crónico agudizado La presencia de dolor preexistente puede agravarse en el postoperatorio como consecuencia de una mala posición transoperatoria o por los efectos psicológicos del procedimiento quirúrgico; en ambos casos se requieren medidas adicionales de control1, [15] . Otros problemas no quirúrgicos o anestésicos El dolor puede estar asociado a la cirugía o al procedimiento anestésico pero no directamente causado por ellos; por ej., un paciente que se recupera de una intervención quirúrgica y cursa con una herida abdominal totalmente indolora, puede estar extremadamente incomodo por la presencia de una vejiga distendida, tubos nasogástricos etc., que si no se controlan adecuadamente se vuelven intolerables1, [16] . Causas del control inadecuado del dolor postoperatorio 50 El control del dolor postoperatorio es obstaculizado por diferentes factores: la naturaleza subjetiva del mismo [17] , la falta de protocolos [18] , la dificultad para medirlo [19] , los efectos colaterales bien identificados de la mayoría de los analgésicos potentes [20] , los mitos en el entorno de su uso, la variabilidad de las respuestas del paciente a los analgésicos [21] , [22] , [23] , [24] , [25] , [26] , [27] , y finalmente la falta de una clara comprensión de la historia natural del dolor postoperatorio [28] , El manejo del dolor postoperatorio no ha reflejado los avances realizados en otras áreas de la medicina y evidentemente no ha habido cambios sustanciales en los últimos años [30] . Fisiopatología de la hipersensibilidad dolorosa postlesión El dolor que experimentamos a diario cuando nos exponemos a un estímulo nocivo, conocido como dolor fisiológico, es cuantitativamente diferente del dolor clínico experimentado después de una lesión tisular o nerviosa [31] . Dolor fisiológico El dolor fisiológico (o dolor mediado por nociceptores), tiene un umbral elevado, se presenta solamente en respuesta a estímulos nocivos de elevada intensidad, es localizado y pasajero y tiene una relación estímulo - respuesta similar a la de otras somatosensaciones [32] . Los estímulos nocivos requeridos para producir el dolor son suficientemente diferentes del estímulo que produce sensaciones inocuas por lo que podemos realmente predecir sí un estímulo dado es probable que produzca dolor. Esto se debe a la especialización de las vías sensitivas periféricas: las grandes fibras sensitivas primarias A ß promueven sensaciones inocuas, mientras que las fibras delgadas A δ y C son para estímulos nocivos. El papel fundamental del dolor fisiológico es servir como un sistema de protección que alerta el ponerse en contacto con estímulos potencialmente peligrosos. Dolor clínico El dolor clínico puede dividirse en inflamatorio y neuropático. El inflamatorio se asocia a lesión tisular periférica, como el que se observa durante la cirugía, mientras que el dolor neuropático se refiere a lesión del sistema nervioso. El dolor en estas circunstancias también es mediado por receptores pero cambios en la sensibilidad permiten que el dolor se genere por estímulos normalmente inocuos de baja intensidad. Lo más notable es que estímulos que normalmente nunca producirían dolor, lo hacen (alodinia); hay una respuesta exagerada al estímulo nocivo (hiperalgesia) y hay una expansión de la hipersensibilidad a los tejidos no lesionados (hiperalgesia secundaría)31, [33] . El dolor clínico no tiene ninguna función protectora. El primer mecanismo del dolor clínico es el fenómeno de sensibilización periférica 1. Dos mecanismos operan para producir los cambios en la sensibilidad encontrada en el dolor clínico. 51 Después de la lesión del tejido periférico, la reacción inflamatoria genera una sopa compleja de mediadores inflamatorios y otros químicos que alteran las propiedades transductoras de los nociceptores así que ahora ellos pueden ser activados por estímulos de baja intensidad. Este fenómeno contribuye a cambios en la sensibilidad térmica que se presentan en la vecindad inmediata de la lesión tisular [34] , [35] . Se presume que la acción principal de los AINEs es la prevención de la sensibilización periférica, al inhibir la producción de la enzima ciclooxigensa y por tanto la producción de prostaglandinas en el sitio de la lesión [36] . El segundo mecanismo del dolor clínico es el fenómeno de la sensibilización central. El impulso nociceptivo a la médula espinal, dependiendo de su actividad, produce alteraciones en las respuestas características de las neuronas del asta dorsal, que son de mayor duración a los diferentes impulsos nociceptivos [37] . Esto permite a las neuronas del asta dorsal responder a impulsos normales, incluyendo a los generados por mecanorreceptores A ß de umbral bajo, normalmente inocuos en una forma anormal y exagerada [38] . La sensibilización central es responsable de algunos de los cambios en la sensibilidad mecánica que se presenta en el sitio de la lesión y de todos los cambios en la zona de la hiperalgesia secundaria por fuera de la lesión. Así que la diferencia fundamental entre la sensibilización periférica y central es que la primera facilita que estímulos de baja intensidad produzcan dolor, activando los nociceptores sensibilizados A δ y C, mientras que la última es verdaderamente patológica ya que permite que impulsos normales de los mecanorreceptores A ß de bajo umbral produzcan dolor como resultado de los cambios en el proceso sensitivo de la médula espinal. El primer estado es causado por potenciales sinápticos lentos generados por fibras A δ y C en nervios del asta dorsal, los cuales duran hasta 20 segs32, estos potenciales lentos resultan de la liberación por los nociceptores de los axones terminales, en el asta dorsal medular, del aminoácido neurotransmisor glutamato y de los neuropéptidos, substancia p y neurokinin A [39] . Estos potenciales lentos de larga duración conducen a una sumación de potenciales durante los impulsos nociceptivos repetidos de baja frecuencia, generando una despolarización de larga duración que aumenta progresivamente, en las neuronas del asta dorsal. Subsecuentemente, un impulso de fibras C de pocos segundos resulta en varios minutos de despolarización postsináptica. Esta despolarización acumulativa resulta de la activación de los receptores del ácido N-metil-Daspartato (NMDA) por el glutamato [40] y posiblemente por la activación de receptores de takininas por la substancia P y neurokinina A [41] . La activación de estos receptores cambia el nivel del segundo mensajero en las neuronas espinales, como resultado de la entrada a través de los canales iónicos y la activación del trifosfato de guanosina (GTP) unido a las proteínas. Este segundo mensajero, a su vez, altera la actividad de la protein-kinasa, la cual puede alterar la 52 función de los canales iónicos y las enzimas intracelulares por fosforilación de las proteínas. El segundo mensajero también puede alterar indirectamente las proteínas cambiando el nivel de su expresión [42] . La relevancia específica de este escenario a la sensibilización central se ha demostrado por la capacidad de los antagonistas de los receptores del NMDA y las takininas para evitar su desarrollo [43] . La identificación de la hiperalgesia secundaría, la sensibilización central y los mecanismos incluidos pueden tener implicaciones importantes para el desarrollo de estrategias de analgesia preventiva. Puede ser posible oponerse a la sensibilización central en la misma forma que los AINEs se oponen a la sensibilización periférica [44] . La demostración de que el receptor NMDA es importante en sostener la hiperexcitabilidad del SNC ("windup"), dio lugar a la utilización de antagonistas de NMDA en modelos de investigación clínica de analgesia preventiva. Estos antagonistas de los receptores NMDA son particularmente efectivos en reducir la segunda fase de dolor que resulta de la sensibilización central. Desafortunadamente, los bloqueadores de los receptores NMDA típicamente usados en estudios animales no están disponibles para uso clínico [45] . Estudios con animales han confirmado que el bloqueo aferente con anestésicos locales administrados antes de la aplicación de un estímulo nocivo puede modificar la respuesta conductual y la sensibilización de las neuronas del cordón posterior [46] . Sin embargo, en los humanos varios estudios de infiltración de anestésicos locales previos a la cirugía como el bloqueo de nervios periféricos produce resultados conflictivos [47] . En otros estudios, evaluando la infiltración de las heridas previo a la cirugía, no se observan diferencias en el requerimiento de analgésicos postoperatorios o en los escores de dolor [48] . El uso de bupivacaína intra articular administrada antes de la incisión o después del cierre de la herida, no demuestra diferencia con respecto al grado de dolor, y los pacientes que reciben inyección intra articular postoperatoria requieren menos analgésicos en comparación al grupo preventivo [49] . El bloqueo caudal preventivo con anestésicos locales no tiene una diferencia significativa en el dolor o en el uso de analgésicos en comparación cuando el bloqueo se lleva a cabo al final del procedimiento quirúrgico [50] . El uso de bupivacaína espinal preoperatoria, previo a histerectomía abdominal no reduce los escores de dolor o la administración de analgésicos en el postoperatorio en comparación con un grupo control [51] . La administración de anestésicos locales epidurales antes o después de operaciones abdominales, previo a la administración de anestesia general produce resultados conflictivos, algunos autores no encuentran beneficios [52] , en cambios otros reportan una reducción significativa del dolor y de los requerimientos analgésicos cuando los 53 comparan con grupos a los que se administra la misma droga epidural al final de la cirugía [53] . La administración de 0.5 mg de morfina intratecal previa a la incisión quirúrgica de operaciones intra abdominales, reduce hasta en un 50% la cantidad total de morfina postoperatoria en las primeras 24 hs; lo que siguiere una ventaja significativa de la administración preventiva de la morfina intratecal [54] . La administración de morfina previa a la incisión intra abdominal, reduce el consumo de opioides en el postoperatorio durante las primeras 24 hs, hasta en un 27%, presumiblemente al reducir el establecimiento de la sensibilización central y la hiperalgesia secundaria [55] , sin embargo estas ventajas no se han observado con otros opioides [56] . Debido a que en la actualidad solamente la administración preventiva de opioides neuroaxiales, particularmente la morfina, parecen ofrecer una ventaja clínicamente importante sobre la administración postincisional y no así la aplicación de una sola intervención preoperatoria, por lo que nuevos analgésicos pueden ser necesarios, tales drogas deberán ser dirigidas hacia la prevención de la sensibilización periférica y a la sensibilización central. Actualmente los antagonistas NMDA parecen ser los más promisorios para bloquear la sensibilización central y de estos la ketamina es el único agente disponible clínicamente con actividad bloqueadora de los receptores NMDA. La ketamina potencia el efecto analgésico de la morfina epidural, especialmente cuando se administra como preventiva en dosis subanestésicas [57] . Otros agentes, como la adenosina y el óxido nítrico (NO), han mostrado modular el dolor y disminuir los requerimientos postoperatorios de opioides. La adenosina parece actuar en el sistema nervioso central, inhibiendo la liberación de transmisores excitatorios, de esta forma induciendo efectos fisiológicos inhibitorios. Actualmente se está investigando la administración intratecal de un análogo de la adenosina el R-phenylisopropyl adenosine (R-PIA), después del reporte de un caso en que resultó efectivo, brindando un efecto de analgesia preventiva. Algunos gases difusibles, como el óxido nítrico (NO) y CO, pueden tener funciones como neurotransmisores envueltos en la transmisión del dolor (ej., sustancia P, histamina y bradikininas). Se piensa que ellos incrementen los niveles celulares de CGMT en el SNC, activando la guanilil ciclasa. El NO tiene importantes conexiones con los receptores de NNMA. Una variedad de drogas como los opiáceos y los AINEs, además, interactúan con el NO como la morfina, incrementado su producción mientras que otros la bloquean. [58] Conclusión La anestesia preventiva ciertamente parece razonable y simple en cualquier paciente en el que se 54 espere tenga dolor postoperatorio significativo. Debido a que el impulso aferente puede provocar alteraciones prolongadas dentro del SNC, el tratamiento óptimo del dolor agudo debería enfocarse a evitar la sensibilización periférica y prevenir el establecimiento de la sensibilización central. Puede ser posible que en muchas instancias, uno puede ya estar ejecutando una técnica de analgesia preventiva sin esa clara misión. Esto puede no ser más complejo que lo anticipado en un editorial por Bridenbaugh [59] que la premedicación opioide "clásica" dada 1-2 horas antes de la operación planificada era analgesia preventiva. No obstante, muchos más estudios clínicos son necesarios y estos necesitan ser rigurosamente controlados y los pacientes seguidos por un tiempo suficiente, de manera que pueda obtenerse información confiable. Referencias [1] Woolf CJ, Chong M-S. Preemptive analgesia: Treating postoperative pain by preventing the establishment of central sensitization. Anesth Analg 1993;77:362-379. [2] Codere TJ, Katz J, Vaccarino AL, Melzack R. Contribution of central neuroplasticity to pathological pain review of clinical and experimental evidence. Pain 1993;53:279-285. [3] Dubner R, Ruda MA. Activity dependent neuronal plasticity following tissue injury and inflammation. 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En nuestro tiempo cuando los milagros médicos son rutinarios, es inaceptable que más de la mitad de los pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas presenten dolor que podría haber sido aliviado o por lo menos mitigado con el uso racional de los analgésicos. La Task Force de la Sociedad Americana de Anestesiología en el Capítulo Manejo del Dolor, Sección Dolor Agudo, no ha dado preferencia particular de definición o clasificación del dolor postoperatorio en el paciente con cáncer. Para este comité el dolor agudo en una situación postoperatoria, definido como el dolor que se presenta en el paciente quirúrgico debido a una enfermedad preexistente, al procedimiento quirúrgico o a una combinación relacionada con la enfermedad y a fuentes asociadas al procedimiento. De igual forma la Asociación para el Estudio y Tratamiento del Dolor en el capítulo respectivo, tampoco hace una distinción al paciente con dolor postoperatorio y cáncer. Los pacientes con cáncer pueden desarrollar una variedad de síndromes de dolor agudo y crónico en el curso de su tratamiento quirúrgico por cáncer. El dolor agudo postoperatorio es común, usualmente autolimitado, su manejo inadecuado puede desencadenar el dolor posquirúrgico crónico, que aunque raro, cuando ocurre presenta un problema difícil de control. La preocupación del paciente es que el dolor persistente es evidencia de enfermedad. La preocupación del médico, al menos inicialmente, es comparable. Este capítulo pretende una revisión actual de la literatura y sugerir algunas alternativas terapéuticas útiles y prácticas en el manejo del dolor postoperatorio en el paciente con cáncer. Beneficios clínicos del control del dolor postoperatorio El manejo anticipado, oportuno y agresivo del dolor postoperatorio sobre todo en estos enfermos, proporciona beneficios por demás evidentes, por Ej., confort postoperatorio, disminución de los factores desencadenantes de la respuesta psicológica y neuroendocrina al estrés, reducción de la incidencia de trombosis y complicaciones pulmonares. Estos beneficios contribuyen a una recuperación y estancia hospitalaria más corta, disminuyendo la morbilidad y posiblemente la mortalidad. 58 Evaluación del dolor postoperatorio en el paciente con cáncer El verdadero dolor postquirúrgico de una naturaleza crónica, se presenta en el momento de la cirugía o lentamente se desarrolla y aumenta en intensidad desde el momento de la cirugía. Esto contrasta al dolor agudo postoperatorio el cual es intenso inmediatamente después a la cirugía y lentamente se disipa. Los síndromes de dolor postquirúrgico están caracterizados por dolor persistente o recurrente después de que el dolor quirúrgico inicial se ha disipado. Seis síndromes principales de dolor postquirúrgico se presentan en pacientes con cáncer que se someten a cirugía: dolor postdisección radical de cuello, postmastectomía, postoracotomía, postnefrectomía, postamputación de miembro y postabdominoperineal. Estos síndromes dolorosos son resultado de cambios e imbalance en las estructuras músculo esquéleticas o lesión de plexos o nervios periféricos. Dolor postdisección radical del cuello Se debe a la lesión quirúrgica o a la interrupción de los nervios cervicales; se caracteriza por una sensación ardorosa severa en el área de la pérdida sensitiva. Las disestesias y el dolor por descarga intermitente son frecuentes, se hace evidente cuando el dolor de la herida quirúrgica se desvanece y se intensifica con el reconocimiento del área de la pérdida sensitiva. Puede estar presente también un segundo tipo de dolor como resultado del imbalance músculo esquelético y los cambios asociados en el hombro después de eliminación quirúrgica de los músculos del cuello. Este síndrome músculo-esquelético semeja al síndrome del hombro colgado, síndrome de salida de tórax, puede acompañarse de atrapamiento de nervio supraescapular. Dolor postmastectomía Es consecutivo a cualquier procedimiento quirúrgico radical de mama con disección axilar. Se debe a la interrupción traumática del nervio intercostobraquial, una rama sensitiva cutánea de T 1-T2. Puede presentarse inmediatamente consecutivo a la cirugía o hasta seis meses después y se manifiesta como un dolor ardoroso, constrictivo y severo en la parte posterior del brazo y la axila, irradiado a la pared anterior del tórax. Debe hacerse el diagnóstico diferencial de la infiltración tumoral del plexo braquial. Dolor postoracotomía Se presenta en la distribución de un nervio intercostal después de la interrupción quirúrgica o lesión. La tracción o resección costales son las causas comunes de lesión nerviosa durante un procedimiento quirúrgico torácico. Se caracteriza por dolor persistente en la distribución de la incisión con pérdida sensitiva con o sin cambios autónomos. Hay frecuentemente puntos gatillo con sitios de dolor exquisito. Dolor postnefrectomía Se debe a la incisión quirúrgica en el flanco, la técnica más común para la disección y nefrectomía 59 retroperitoneal. Se debe a lesión de L1 y se caracteriza por una sensación de entumecimiento, plenitud y pesantez en la parte anterior derecha del abdomen, a veces en la ingle. Las disestesias son comunes. Dolor postamputación Se presenta después de la amputación quirúrgica de un miembro, es diferente de la sensación del miembro fantasma que se presentan en todos los pacientes después de la amputación de un miembro. Usualmente se presenta en pacientes con dolor en el mismo sitio previo a la amputación, esta puede inicialmente magnificar el dolor disminuyendo lentamente a través del tiempo. El dolor se caracteriza como una sensación disestésica, ardorosa, exacerbada por el movimiento y bloqueada por la inyección de anestésicos locales. Dolor postabdominoperineal Se presenta como consecuencia de la amplia disección de la región abdomino perineal que involucra la lesión de los nervios inguino crurales, del plexo lumbar y sacro, con participación importante del sistema autónomo, se caracteriza por dolor ardoroso, continuo, sin respetar la línea media, con sensación de llenura, ano fantasma. Plan de tratamiento Una meta importante de la anestesia moderna es asegurar que el paciente quirúrgico recupere la conciencia con un buen control del dolor. Esto exige un plan de tratamiento que se inicia desde antes de la inducción anestésica, incluyendo no solamente el analgésico adecuado sino también de la vía de administración adecuada. Puede ser tan sencillo como unas simples medidas de prevención o tan complejo como el uso de bloqueos nerviosos centrales que requieren de una monitorización continua por personal capacitado. Una propuesta práctica de tratamiento es una escalera de opciones con las siguientes alternativas: a)Medidas terapéuticas muy simples. b) Medidas terapéuticas simples. c) Medidas terapéuticas complejas. d) Medidas Terapéuticas muy complejas. e) Medidas Terapéuticas especiales. La elección del método considerará evaluar la habilidad del médico, el conocimiento farmacológico de los analgésicos y la capacidad del personal que evalúa y monitorea al paciente. Conjuntamente con el costo beneficio del uso de cualquiera opción. Medidas terapéuticas muy simples: Analgesia preventiva farmacológica y no farmacológica; Analgesia preventiva regional La administración de substancias analgésicas antes de cualquier estimulo doloroso se conoce como analgesia preventiva, su efecto se manifiesta cuando la analgesia se extiende más allá de la duración 60 esperada de la droga administrada y se aplica con el fin de evitar el desarrollo de la hiperexcitabilidad central, aun si ésta ocurre después de la cirugía . Durante el transoperatorio el trauma quirúrgico origina impulsos nociceptivos aferentes desde el sitio quirúrgico a la médula espinal, produciendo cambios medulares, electrofisiológicos y morfológicos; se ha sugerido que estos eventos son mediados por los receptores N-Metil-DAspartato (NMDA), considerados como los receptores de la memoria del dolor, porque mantienen la neuroplasticidad y la hiperalgesia después de que el estímulo (quirúrgico) doloroso inicial ha terminado,,,. Se ha sugerido que los eventos mediados por los receptores NMDA no son inhibidos por la anestesia general o los bloqueos regionales,.. Analgesia preventiva no farmacológica Se inicia durante la visita preoperatoria estableciendo una relación de confianza médico paciente, informando la causa del dolor esperado en función del tipo de cirugía y exponiendo las alternativas de control y alivio del mismo ,. Esto se logra evaluando preoperatoriamente cada caso en particular y reevaluando el dolor durante el postoperatorio inmediato ,. Analgesia preventiva farmacológica Se basa en la hipótesis de que la administración de dosis pequeñas de analgésicos previos a la cirugía, evita o disminuye los impulsos nociceptivos aferentes, reduciendo la hiperexcitabilidad medular y consecuentemente el dolor postoperatorio ,,,,. Analgesia preventiva regional La analgesia regional de campo previa a la cirugía también evita o disminuye los impulsos nociceptivos aferentes asociados al trauma quirúrgico, por tanto, previniendo el desarrollo de la hiperexcitabilidad central inducida por la lesión,,. Medidas terapéuticas simples. Administración de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), Administración de opioides parenterales, Técnicas de analgesia regional La vía oral, aunque es la más recomendada para el manejo del dolor crónico, en el manejo del dolor postoperatorio del paciente con cáncer no ha demostrado su utilidad. , La vía subcutánea se asocia a la evidencia de ofrecer una excelente analgesia con menos efectos colaterales que la vía IM y puede ser preferida por los pacientes a la ruta IV. La vía IM se asocia a la molestia de la inyección y a la irritación tisular causada por el fármaco, además la absorción es impredecible y no uniforme. , La vía IV es la más aceptada, se usa para obtener y mantener un nivel plasmático estable del fármaco y una óptima eficacia analgésica, sin embargo, se asocia a la dificultad de predecir la dosis óptima para una analgesia efectiva sin el riesgo de sobredosificación. Administración de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) 61 A menos que estén contraindicados, el manejo del dolor postoperatorio debe iniciarse con un analgésico antiinflamatorio no esteroideo. Los AINEs constituyen un grupo heterogéneo de compuestos, que comparten ciertas acciones farmacológicas y terapéuticas al inhibir la enzima ciclooxigenasa responsable de la conversión del ácido araquidónico en prostaglandinas, suprimiendo la síntesis y liberación de prostaglandinas en el sitio del trauma o inflamación ,, confiriéndoles propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antipiréticas y antiplaquetarias,, sin embargo, sus acciones no se limitan exclusivamente a la periferia, sino que también producen analgesia por sus efectos en el SNC, inhibiendo las vías nociceptivas endógenas descendentes, mecanismo independiente de la síntesis de prostaglandinas,,,. Además tienen acciones sobre el asta dorsal que contribuyen a sus efectos analgésicos y anti inflamatorios ,. Los AINEs se diferencian de los analgésicos opioides en que no se unen a receptores opioides, por lo que no producen dependencia psicológica. Tienen un efecto máximo, dosis más allá de las convencionales no producen efectos analgésicos adicionales, si acaso, aumentan su duración de acción pero a costa de un mayor número de efectos colaterales. El uso crónico de los AINEs se asocia con numerosos efectos colaterales de origen central, hemostático, gastrointestinal, renal y cardiovascular. No obstante, los efectos colaterales son muy raros después de su administración por corto tiempo,,. Los grupos de riesgo más importantes para el uso de AINEs47 se resumen en el Cuadro I. Cuadro I. Características asociadas con el aumento del riesgo de efectos colaterales por el uso de AINEs47 Alcoholismo, condiciones alérgicas Asma, aterosclerosis, edad avanzada Trastornos de la coagulación, insuficiencia cardiaca Interacción de drogas (anticoagulantes, litio) Hipovolemia e hipotonía, enfermedad ácido-péptica Pólipos nasales, insuficiencia renal En general todos los AINEs tienen parámetros farmacocinéticos semejantes, se unen a proteínas plasmáticas, su eliminación depende del metabolismo hepático y sus metabolitos inactivos (a excepción del sulindac que se metaboliza a una forma activa) se eliminan por orina y heces (Cuadro II). Cuadro II. Parámetros farmacocinéticos de algunos AINEs usados más frecuentemente 61 AINEs mg/h C. Mx. h Vida ½ h D.Mx 24 h 62 I.A. h D. h D. Acetaminofén 0.5 - 2 1-4 0.5 4-6 600 - 975/4 4000 Aspirina 0.25 - 2 3 - 12 0.5 4-6 600 - 975/4 4000 Diclofenaco 2-3 1-2 1 6-8 50 - 75/6 200 Diflunisal 2-3 8 - 12 1 8 -12 500/12 1500 Ibuprofén 1-2 2-3 0.5 4-6 200 - 600/8 3200 Indometacina 2-4 4-6 1 8 - 12 25 - 50/8 200 Ketorolac P 0.5 - 1 3-8 0.5 6 30 - 60/6 150 Ketorolac O 0.25 - 1 4-6 0.5 6 10/6 40 Ketoprofeno 1 -1.5 12 - 24 0.5 6 -8 100 -200-12/24 200 C Mx hs = concentración máxima en horas; Vida ½ = vida media en horas; I.A. h = inicio de analgesia en horas; D. h = duración de la analgesia en horas; D. mg/h = dosis de mg en horas. Los AINEs son efectivos en el manejo del dolor de ligero a moderado, la selección de uno de ellos se basa en su perfil farmacocinético y el perfil de sus efectos colaterales. Es recomendable iniciar siempre con una dosis de carga previa a la cirugía y continuar con las dosis terapéuticas para cada fármaco en especial. Si por alguna razón se cambia un AINE por otro o se cambia la vía de administración, usar siempre dosis equianalgésicas47,55,61. Cuando el dolor postoperatorio es moderado a intenso se aconseja usar AINEs con mayor potencia y calidad analgésica que antiinflamatoria, ketoprofeno o el ketorolaco, particularmente se encuentran informes favorables en paciente con cáncer. Combinados con opioides producen una acción sinérgica, obteniéndose una analgesia de mejor calidad con dosis menores de ambos analgésicos y menos posibilidad de efectos colaterales47,. Administración de opioides parenterales Son los fármacos más importantes en el manejo del dolor postoperatorio en el paciente con cáncer (ver Cuadro III), ofrecen una buena calidad de analgesia, permiten una tos más efectiva, una ventilación más profunda y una deambulación más temprana ,,. No obstante, su administración adecuada exige seguir ciertas recomendaciones: conocer sus acciones farmacocinéticas y farmacodinámicas, con el objeto de sustituir de manera racional un opioide por otro en la presencia de efectos colaterales. Su duración de acción, desde las de duración ultra corta (alfentanil) hasta las de duración ultra larga (metadona). Identificar la droga de elección, la dosis, la vía de administración, el grado de dolor y el tipo de anestesia. Evaluar la historia del paciente tolerante, conocido o sospechado de abusador de drogas,. Administrar siempre por horario de acuerdo al perfil farmacológico del opioide elegido, evitar siempre la administración PRN; considerando siempre el beneficio adicional de la dosis de rescate. Vigilar estrechamente la aplicación de las primeras dosis del opioide y considerar la alternativa de un cambio de la vía de administración si se justifica, sin olvidar que en este caso el concepto de equianalgesia será indispensable para el paso de una ruta a 63 otra y la continuación de una analgesia sostenida. Considerar y anticipar el manejo de los efectos colaterales (depresión respiratoria, sedación, constipación, náusea, prurito, retención urinaria), incluyendo los factores predisponentes del paciente (prostatismo, enfermedad pulmonar crónica) y terapia concomitante (anticolinérgicos, benzodiacepinas), así como la forma de evaluar y tratar estos efectos,. Considerar el beneficio de las rutas alternas de los opioides, en comparación con las rutas tradicionales para procedimientos y pacientes específicos59,, ,. Creer en la queja del paciente y nunca usar placebos,. Cuadro III. Dolor postoperatorio. Opioides IV Fármaco Dosis inicial (mg/kg) Incrementos en min Morfina 0.08 - 0.12 0.03 mg/kg - 10 Meperidina 1 - 1.5 0.30 mg/kg - 10 Codeína 0.5 - 1 1/3 del total - 15 Nalbufina 0.08 -0.12 0.03 mg/kg - 10 Butorfanol 0.02 -0.04 0.01 mg/kg - 10 Buprenorfina 0.02 mcg.kg ¼ del total - 10 Tramadol 1 - 1.5 0.30 mg/kg - 10 Cuidados paliativos en el paciente oncológico. Autor: Cuidados paliativos en el paciente oncológico. Publicado el 19 de julio de 2010 64 Dra. Yuliana I. Olivero Vásquez " Curar a veces, mejorar a menudo, cuidar siempre " Aún cuando se ha logrado mucho y las perspectivas futuras son esperanzadoras, en el campo de la Oncología hay muchos pacientes que mueren a causa del cáncer y los que sobreviven demandan mayor atención en cuanto a aspectos médicos y sanitarios. La Oncología se plantea objetivos bien precisos: curar al paciente, aumentar la supervivencia, aumentar los intervalos libres de enfermedad, mejorar la calidad de vida y aliviar los síntomas. Para lograr estas metas es necesario el uso de técnicas complejas y sofisticadas, que en ocasiones trae como consecuencias el deterioro en la calidad de vida del paciente. Se calcula que en los países desarrollados el cáncer es curable en un 40 - 50%,1 no siendo así en los países latinoamericanos, en los cuales el porcentaje es mucho menor, si consideramos que la mayoría de las veces el diagnóstico de cáncer se hace en estadios avanzados lo que acorta la posibilidad de curación. Paralela a esta situación hay una tendencia demográfica de envejecimiento en nuestra población que la hace susceptible a sufrir enfermedades crónicas y degenerativas que potencialmente van a demandar de asistencia especial por parte de los servicios de salud. En México el cáncer es la segunda causa de muerte en edad productiva como postproductiva, 2 lo que nos debería hacer pensar que en los próximos años este sería un problema sanitario en el cual se tendría que enfatizar la importancia de las unidades de cuidados paliativos. En este sentido los cuidados paliativos se perfilan como una opción factible en nuestro medio que fundamentalmente ofrecen una atención de calidad, centrada en la persona como unidad bio-psicosocial-espiritual y su familia, con posibilidades de involucrar a la comunidad en la atención del paciente, optimizando los recursos institucionales, con gran impacto en la calidad de la atención, la cobertura y costos de atención de estos pacientes. Desarrollo de los cuidados paliativos La primera unidad de cuidados paliativos de la que se tienen datos históricos fue en Roma en el año 474 D.C, fundada por Fabiola, la cual atendía a peregrinos procedentes de África. Posteriormente en la edad media se crearon centros en los que se atendía a peregrinos y enfermos procedentes de las cruzadas. Los cuidados paliativos modernos inician hace 25 años con la apertura del Hospice St. Christopher's en Londres,3 que fue la base para el desarrollo mundial de los cuidados paliativos y marca un cambio fundamental en el abordaje para enfermedades incurables y pacientes moribundos. La medicina paliativa involucra el estudio y tratamiento del paciente con enfermedad muy avanzada para quién el pronóstico de vida es limitado y el foco de la atención es la calidad de vida. La medicina paliativa es una práctica exclusiva del médico y en muchas partes del mundo es 65 considerada una nueva especialidad médica. En lo que respecta al concepto de cuidados paliativos la OMS proporciona la siguiente definición: " Los cuidados paliativos son los cuidados activos totales de los pacientes con enfermedad que no responden a tratamiento curativo. Donde el control del dolor y de otros síntomas, problemas espirituales, sociales y psicológicos son lo principal". Los cuidados paliativos son de la competencia no sólo del médico sino que su abordaje es a través de un equipo interdisciplinario en el que participan médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, terapistas, guías espirituales y voluntarios. La meta de los cuidados paliativos es la realización de una mejor calidad de vida para los pacientes y sus familiares; afirman la vida y consideran la muerte como un proceso normal, no es prolongar la vida de los pacientes ni acelerar su muerte, pero sí hacer lo que les queda de vida más confortable y significativo como sea posible y ofrece un sistema de soporte para ayudar a la familia a enfrentar la enfermedad del paciente y su duelo. Los cuidados paliativos pueden ser aplicables a otras enfermedades crónicas como: SIDA, enfermedad de neurona motora, desordenes neurológicos degenerativos, EPOC, enfermedades cardiovasculares, etc, beneficiándose por este abordaje de salud pública usando los mismos métodos, principios y políticas.4 El desarrollo de los cuidados paliativos ha estado ligado en muchos lugares del mundo a las clínicas del dolor; es probable que esta relación se deba a que gran parte de la población que las clínicas del dolor atienden son pacientes con enfermedad en fase terminal, en su mayoría oncológica. Sin embargo puede ser factor de confusión en el sentido que muchas veces se habla indiscriminadamente de clínicas del dolor y cuidados paliativos; si bien es cierto que ambas actividades se complementan existen diferencias sustanciales (Cuadro I). Cuadro I. Diferencias entre las Clínicas de Dolor y las Unidades de Cuidados Paliativos Área de comparación Clínica del Dolor Cuidados Paliativos Objetivo de la intervención Diagnóstico fisiopatológico y Atención integral de pacientes tratamiento del dolor agudo o en fase terminal y su familia crónico, benigno o maligno Población Objeto Paciente con dolor de difícil Pacientes con enfermedad en control y cualquier refractario, etiología de fase terminal. y evolución Actividades Prescripción de medicamentos El ámbito de actividades es antiálgicos, realización 66 de muy amplio, incluye aspectos procedimientos invasivos para bio-psico-social-espiritual el control del dolor y desarrolla sus actividades en el hogar, hospital y otros escenarios Modalidad de trabajo Meta Trabajo individual o en equipo Trabajo en equipo multidisciplinario interdisciplinario Alivio del dolor Mantener y mejorar la calidad de vida de los pacientes en fase terminal y su familia Objetivos de los cuidados paliativos La Dra. Cecily Saunders resume en cinco objetivos básicos el que hacer de los cuidados paliativos: 1. Incrementar al máximo el potencial de cada paciente en forma individual y dentro del grupo familiar. Este objetivo plantea la necesidad de mantener un sentido de dignidad en cada paciente hasta su muerte, luchando por mantener su rol dentro del núcleo familiar. 2. Estimular la mejoría y el saneamiento de las relaciones del paciente. 3. Incrementar la comunicación en el paciente. Involucra el ser escuchado, aspecto que tal vez sea el más prioritario para el paciente, el tener la posibilidad de expresar sus temores y miedos sin ser censurado, el que se le aclaren sus dudas con respecto a su enfermedad y sus tratamientos, la posibilidad de recibir respuestas honestas, el compartir su angustia. 4. Controlar el dolor y otros síntomas que acompañen la enfermedad. 5. Brindar soporte a la familia del paciente. El principio de familia como unidad de manejo, no significa descargar en ésta la responsabilidad de su familiar; la familia es una fuente extraordinaria de recursos para la atención de pacientes en fase terminal, sin embargo es susceptible de enfermar si no se le apoya, se le acompaña en el proceso y se le educa. Equipo interdisciplinario La composición del equipo interdisciplinario de los cuidados paliativos puede variar dependiendo del estado del desarrollo del programa, los objetivos del programa y las necesidades del paciente, así como con los recursos con que se cuenten. Muchos programas pueden incluir: médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, clero, psicólogos, terapistas físicos, tanatólogos, voluntarios, etc., otras disciplinas incluyen en su programa según necesidad y pueden ser disponibles únicamente como consulta. Los escenarios de intervención son: Hospitales, Consulta externa, servicios domiciliarios y hospicios esto depende del programa con que se cuente y de los recursos disponibles. La casa es el punto focal 67 para los cuidados paliativos, el paciente oncológico siempre que se pueda debe permanecer fuera del hospital por diferentes motivos: prevención de infecciones, razones psicológicas, sociales, culturales, de confortabilidad y laborales. Hay indicaciones muy precisas para la atención hospitalaria. La mayoría de los pacientes prefieren morir en casa y no en la soledad de un hospital. El equipo de cuidados paliativos domiciliarios debe tener la experiencia y habilidad para ofrecer soporte al paciente y su familia, capaces de mejorar crisis de síntomas físicos y emocionales. Los cuidados terminales para el paciente con cáncer pueden ser dados en casa, con un sistema integrado de cuidados en coordinación con el sector de cuidado primario, el hospital y el hospicio. Los equipos de cuidados paliativos deben estar en contacto y colaboración con el centro oncológico. En la unidad de cuidados paliativos el trabajo en equipo es fundamental para conseguir el objetivo común, el confort del paciente. Criterios de ingreso a los programas de cuidados paliativos Deberá tomarse en consideración la opinión del paciente y su familia, ya que estos pueden rechazar la intervención del equipo; en tal situación deberá respetarse la decisión y mantener una posición de apertura y flexibilidad por si en el futuro se acepta. Es importante que cada equipo establezca los criterios de admisión de los pacientes a los programas de cuidado paliativo; estos criterios dependen de: tipo y ubicación del equipo, recursos con los que se cuente, capacidad de oferta de servicios y actividades definidas. El equipo de cuidados paliativos no deberá asumir estudios de estadificación de enfermedades o tratamientos curativos, esto significa que los pacientes para ser abordados por equipos de cuidados paliativos deberán venir adecuadamente referidos por su médico tratante en donde se especifique la condición de incurabilidad y el pronóstico reservado del padecimiento. Prevalencia de síntomas en pacientes con cáncer avanzado La presencia de síntomas pueden ser atribuidos al tumor, al tratamiento o a la inmovilidad 5,6. Los cuidados continuos de los pacientes con enfermedad avanzada en colaboración con los hospitales generales y equipos de cuidados domiciliarios ha llevado a disminuir el número de pacientes que necesitan ser admitidos en un hospital al final de sus vidas. En las últimas semanas de vida los pacientes y la familia tienen necesidades incrementadas, la importancia primaria es proveer información y facilitar la comunicación con referencia a la aparición de probables síntomas (Cuadro II), para reducir su impacto en la familia y el paciente. Cuadro II. Prevalencia de síntomas en el paciente con cáncer avanzado Astenia 76.7 (%) Anorexia 68 (%) 68 Dolor 51 (%) Ansiedad 50.6 (%) Constipación 49 - 23 (%) Náusea/vómito 44 (%) Pérdida de peso 39 (%) Disturbios del sueño 34.7 (%) Hay que recordar que se requiere evaluar periódicamente al paciente y siempre individualizar los tratamientos de acuerdo a la sintomatología existente, cuál es la que en el momento de la evaluación es más molesta para el paciente, si es necesario el uso de ansiolíticos, antieméticos, etc. En caso de dolor hay que clasificarlo adecuadamente, para así poder instituir el tratamiento adecuado, como sería opioides débiles o potentes de acuerdo a la intensidad o evaluar el uso de adyuvantes (antidepresivos, anticonvulsivantes, AINEs, etc). El uso de sondas nasogástricas, infusiones IV, antibióticos, resucitación cardiaca, respiración artificial u algunos procedimientos invasivos, no es apropiado en pacientes cerca de la muerte y en el cual no se espera recuperar la salud. Cuidados biopsicosociales El cuidado del paciente paliativo se extiende más allá del manejo del dolor y de los síntomas; 7 el paciente se ajusta a la disminución de su habilidad física y el duelo anticipado de la pérdida de su familia, amigos y todo lo que le es familiar. La familia así como ellos se ajustan al hecho que uno de ellos está muriendo, aunque psicológicamente es demandante para los médicos, enfermeras y otros cuidadores. La ética de los cuidados paliativos es aquella de la medicina en general, los médicos tienen una responsabilidad dual, es decir preservar la vida y aliviar el sufrimiento. Al final de la vida, el alivio del sufrimiento es de mayor importancia que preservar la vida. Esto es que el paciente tiene derechos que en ocasiones los médicos olvidamos, estos son: necesidad de ser tratado y reconocido como persona, ser honestos con respecto a su enfermedad, recibir la información debida, discutir las opciones de tratamiento con el paciente, aceptar la negativa del tratamiento, promoción de la autonomía y la dignidad, así como la creación de un ambiente de respeto, confort, soporte y comunicación que influirá de manera decisiva en el control de los síntomas. Los cuidados paliativos deben ser incluidos como parte del cuidado total al momento del diagnóstico de cáncer y no como una medida de último recurso; los médicos que esperan curar también deben de ayudar a los pacientes a no sufrir y estar libres de dolor. No existe incompatibilidad entre la medicina curativa y la medicina paliativa, si bien al inicio del diagnóstico de cáncer su participación es mínima, ésta se va incrementando según avance la enfermedad. CONCLUSIONES 69 Ya que dos terceras partes de los pacientes con cáncer en el mundo son incurables, la OMS proporciona programas y abordajes que responden a necesidades reales, estas políticas pueden ser trasladadas de acuerdo a las necesidades y programas de cada país: 8 educar a los profesionales de la salud a cerca de la necesidad para el control del dolor y los cuidados paliativos; sensibilizar a los pacientes y a sus familiares que el dolor y otros síntomas pueden ser controlados; establecer políticas claras y asegurar la disponibilidad de medicamentos, particularmente la morfina; hacer ver a las autoridades de salud pública de la necesidad de hacer a los cuidados paliativos una prioridad en sí o como parte de un programa de control de cáncer a nivel nacional, ya que la mayoría de los recursos económicos están destinados a la curación. En México hay unidades de cuidados paliativos establecidas oficialmente en la Ciudad de México, en el Instituto Nacional de Cancerología y el Nuevo Hospital Civil en Guadalajara, Jalisco. 9 La implementación de programas de cuidados paliativos es difícil y a veces complejo, considerando la diversidad de modelos de organización de servicios de salud, las limitaciones presupuestarias en nuestro medio, las prioridades de las políticas de salud, inaccesibilidad a ciertos fármacos como los opioides, falta de recursos humanos capacitados en esta área y aspectos culturales con relación al enfermo terminal y la muerte, son algunos aspectos que podríamos mencionar como barreras que se tienen que obviar para el desarrollo de los cuidados paliativos. Incluso en la última etapa de la vida, cuando la medicina nada puede hacer por curar una enfermedad irreversible, el paciente necesita sentir que no todo está perdido y que morirá acompañado y sin dolor, en un ambiente familiar y rodeado de los seres queridos y no en la frialdad de un hospital. El conocimiento de que la muerte es un proceso normal e inevitable a menudo es difícil para los médicos y los pacientes, así como los médicos oncólogos el aceptar que la enfermedad ha ganado la batalla y no caer en el encarnizamiento terapéutico sino tener la capacidad de aceptar que la enfermedad ha avanzado y enviar a los pacientes a una unidad de cuidados paliativos a bien morir. Referencias 1. González BM. Concepto de Medicina paliativa. En: Tratado de medicina paliativa 1996:65-85. 2. Dirección General de Estadística e informática, Secretaría de Salud 1997. 3. Derek D, Hanks GW, MacDonald Nl. Introduccion. In: Oxford textbook of Palliative Medicine 1998:3-67. 4. Rousseau P. Palliative care in Managed Medicare: reasons for hope and for concern. Geriatrics 1998;53:59-63. 5. Conill C, Verger E, Henríquez I, Saiz N, Espier M, Lugo F, Garrigos A. Symptom prevalence in the last week of life. J Pain Symptom Manage 1997:14:328-331. 6. Vainio A, Auvinen A. Prevalence of symptoms among patients with advanced cancer: An 70 International Collaborative Study. J Pain Symptom Manage 1996:12:3-10. 7. Twycross R. Symptom management in advanced cancer 1997:1-11. 8. Stjernsward J, Colleau SM, Ventafrida V. The World Health Organization Cancer Pain and Palliative Care Program. Past, present, and future. J Pain Symptom Manage 1996:12:65-72. 9. Allende S, Carvel CH. Mexico: Status of cancer pain and palliative care. J Pain Symptom Manage 1996:12:121-123 Estado inmunológico del paciente con cáncer Autor: Dr. Luis Padierna Olivos Publicado el 21 de julio de 2010 Aparato inmunológico 71 Antes de iniciar la descripción y mecanismos del sistema inmunológico, debemos ubicarlo en todo el contexto biológico. Es bien conocido que el papel que se le atribuye fundamentalmente al sistema inmunológico es el de protección y es de esta función de donde toma su nombre, inmune deriva del latín inmunis (esto es, exento de cargos, impuestos, pagos). Por esto cuando nos referimos a la inmunidad pensamos en la resistencia al posible ataque de agentes nocivos a nuestro organismo. Nosotros debemos considerar que la función más importante que tiene el sistema inmune no es necesariamente la de protegernos. Esto indudablemente rompe con nuestro esquema o concepto acerca de la respuesta inmunológica; sin embargo se considera que la misión más importante que cumple es contribuir a la homeostasis en el individuo. Esto significa que todos los mecanismos que se describen como fenómenos de protección meramente son elementos participantes en una homeostasis dinámica.1 Sin olvidar los conceptos antes señalados sobre la respuesta inmunológica podemos dividir los mecanismos de protección en: a) inespecíficos o innatos y b) específicos o adquiridos. a) Inespecíficos o innatos. Se considera a todos aquellos fenómenos de protección con los cuales el sujeto nace, por lo tanto no se inducen. Dentro de estos mecanismos se encuentran barreras mecánicas como la piel y la mucosa que con su sola presencia impiden la entrada a agentes patógenos; agentes químicos como el ácido undecilínico, lisozima, pH gástrico, pH vaginal, pH urinario; elementos mecánicos como el movimiento ciliar para la eliminación de bacterias por medio del moco; la población de gérmenes no patógenos que evitan la presencia de gérmenes patógenos, etc. Dentro de los mecanismos inespecíficos resalta la participación de las células fagocíticas en la eliminación y destrucción de gérmenes que ingresan a la economía de nuestro organismo. Estas células derivadas de la serie monocítica macrófago, son de diferentes tipos pero todas generadas en la medula ósea, aunque tomen diferentes nombres como por ejemplo: células de Kupffer en hígado, macrófagos alveolares en pulmón, osteoclastos en hueso, etc. En sangre periférica se encuentra a los polimorfonucleares (PMN) y monocitos (MN). Otro tipo de células de la resistencia natural son las células NK (natural killer - asesinas naturales), las cuales tienen la capacidad de identificar y destruir células tumorales sin tener un reconocimiento previo. Por lo que son consideradas como la primera línea de defensa contra tumores. De primordial importancia son las proteínas consideradas de fase aguda como el sistema del complemento, el cual está constituido por cerca de veinte diferentes proteínas, que tienen las características de activarse en cadena hasta producir la lisis de bacterias o de células. Durante esta activación se llevan a cabo diferentes actividades biológicas como la opsonización, la cual permite una fácil fagocitosis por las células encargadas para este fin, llevándose a cabo así un fenómeno 72 amplificador de la resistencia natural. Lo antes descrito se realiza por la fracción C3b del complemento. Otro fenómeno de gran importancia es la liberación de moléculas con una gran actividad biológica C3a y C5a las cuales tienen la capacidad de atraer células fagocíticas al sitio de lesión, incremento del fluido sanguíneo y aumento de la permeabilidad vascular con la consecuente salida de moléculas del plasma que participan en el fenómeno de protección. Dentro de las moléculas que se consideran de resistencia natural se encuentran los interferones (INFs), cuyo fenómeno fue descrito por Issacs y Lindenman en 1955 como protección para infecciones vírales. En la actualidad se conocen tres tipos de interferones, alfa, beta y gamma, a las que no tan solo se les ha atribuido una actividad antiviral sino una gran participación en los fenómenos de inmunoregulación, de expresión de receptores de membranas e inhibición de la replicación celular, en células normales y tumorales.2 b) Específicos o adquiridos. Para entender claramente los mecanismos específicos tendrán que citarse en primer lugar las características de la respuesta inmune: especifica, inducible, memoria y transferible. Dichas características y funciones de la respuesta inmunológica recaen en el aparato inmunológico por lo que es necesario describirlo. El aparato inmunológico es una complicada red de comunicaciones que incluye a los órganos linfoides y al tejido linfoide, el cual se encuentra en forma difusa y llega a toda la economía del organismo. Se considera que los dos sistemas con mayor penetración en la economía son el sistema nervioso y el sistema inmune, el cual aprovecha la red del aparato circulatorio para la difusión y penetración de todos sus elementos. También al ser tan importante utiliza su propia red de distribución, la circulación linfática.3 Los elementos que componen el sistema inmunológico son los órganos linfoides. En mamíferos se presentan: timo, médula ósea, el bazo, las amígdalas, los ganglios linfáticos, el apéndice ileocecal. En aves se reconoce además a la "bolsa de Fabricio". De acuerdo a su función los órganos linfoides se clasifican en dos grandes grupos: los primarios o centrales (médula ósea, timo en mamíferos y timo y bolsa de Fabricio en aves), y los secundarios o periféricos (bazo, amígdalas, ganglios linfáticos, apéndice ileocecal, placas de Peyer y tejido difuso asociado a diferentes estructuras del organismo). En los órganos linfoides primarios o centrales, las células del sistema inmunológico llevan a cabo los procesos de maduración y diferenciación, por lo que al salir de éstos emergen a la economía como células inmunocompetentes que tan sólo esperan el contacto con el antígeno (Ag), para poderse activar. Puede considerarse al Ag como toda molécula capaz de inducir una respuesta inmunológica. Esta posibilidad de entrar en contacto con el Ag en una forma amplia la proporcionan los órganos linfoides secundarios o periféricos, en donde las células del tejido linfoide hacen contacto con el antígeno, por lo que al llevarse esta interacción uno de los primeros eventos es la proliferación de las células inmunocompetentes. En forma simultánea dichas 73 células producen los efectores solubles que participan como mediadores y comunicadores intercelulares de la respuesta inmunológica. Con lo que respecta a la respuesta celular se encuentran las linfocinas e interleucinas y en cuanto a la respuesta humoral se encuentran los anticuerpos (Ac). Los elementos de la respuesta inmunológica que no se encuentran dentro de un órgano definido y localizable son conocidos como elementos del tejido linfoide poli disperso. Este tejido se encuentra asociado a piel y mucosas, principalmente en la región subepitelial. En el tejido linfoide encapsulado y en menor grado en el poli disperso, las células linfoides se encuentran suspendidas por el tejido de sostén formado por las células reticulares y fibras reticulares. Las células que participan y que están presentes tanto en circulación como en los órganos secundarios, clásicamente: linfocitos, monocitos, macrófagos y las llamadas células presentadoras de antígeno (CPA) (osteoclastos, microglia, Kupffer, macrófagos alveolares, etc.), y a las tan discutidas células K (asesinas) y NK (asesinas naturales), tienen características morfológicas de células linfoides (linfocitos), aunque su función sea distinta. Dichas células participan en los fenómenos inmunológicos ya sea como inductoras o efectoras, es claro que todas con igual importancia. Los linfocitos, las células centrales de la respuesta inmunológica, son morfológicamente y tintorialmente indistinguibles, sin embargo ahora se sabe que realmente estos son una población heterogénea (prácticamente se puede considerar que existen tantos linfocitos diferentes, como antígenos pueden ser reconocidos). Sin embargo, para fines didácticos se considera que existen dos tipos fundamentales de linfocitos mediadores de la respuesta inmunológica: los linfocitos T, los cuales se maduran y diferencian en el timo y son responsables de la respuesta inmune celular; y los linfocitos B, los cuales se diferencian y maduran en la médula ósea (o en la bolsa de Fabricio en las aves). Dentro de los linfocitos T se caracterizan dos subpoblaciones: los linfocitos T cooperadores (LcTh) y los linfocitos T citotóxicos (LcTc). Actualmente se consideran, a su vez, dos subpoblaciones importantes de los linfocitos Th los LcTh1 y LcTh2, de los cuales los primeros son responsables de la respuesta inmune celular, y a los segundos se les considera como elementos cooperadores para la respuesta inmune humoral, producción de anticuerpos (Ac).4,5 La interacciones de las células del sistema inmune son múltiples y muy complejas (Figura 1), donde participan aparte de los receptores específicos para el Ag de la CPA y un linfocito T o B se requieren moléculas de HLA (del inglés human leukocyte antigenos) clase I o II y diferentes moléculas de adhesión según sea 74 el caso. Figura 1. Presentación de Ag por la célula CPA y LcT Biología de la célula tumoral El conocimiento de los diferentes mecanismos de la génesis del proceso neoplásico nos da en forma muy importante las limitaciones y alcances de la respuesta inmunológica en el control del cáncer. El concepto de que el cáncer y las metástasis son la última expresión de la anarquía celular ya no está vigente. Las metástasis son un proceso selectivo y controlado a nivel molecular. Entender la biología celular del tumor es un requisito para el desarrollo de armas terapéuticas y diagnósticas. Las teorías actuales enfocan un desbalance y desregulación derivados del huésped y de factores tumorales que dan como resultado proliferación descontrolada, invasión y metástasis. Las metástasis fisiológicamente siguen una secuencia de pasos a desarrollar. Las células tumorales deben juntarse a las células del huésped y a la matriz extracelular, seguido de degradación enzimática de barreras como la membrana basal que permita la extravasación en el sistema linfático o el sanguíneo. El movimiento dentro del sistema hacia el órgano blanco, seguido de adhesión e inducción de factores independientes de crecimiento de células tumorales. También se sabe que los tumores contienen múltiples poblaciones celulares con heterogenicidad biológica de parámetros incluyendo su habilidad de invadir y metastatizar. Como el sistema vascular es un medio hostil para las células tumorales, las metástasis deben crecer de una subpoblación celular, que es selecta en términos de supervivencia.6-8 La distribución celular de estos receptores puede ser amplia o estar restringida a cierta estirpe celular, dependiendo del tipo y función de la célula de que se trate. Aunque en algunos casos la expresión de las moléculas de adhesión es constitutiva, en otros casos su expresión está regulada por mediadores de la inflamación como la I L-1, LPB o TNF.9 Los estudios de interacción de leucocitos con células endoteliales han mostrado que el fenómeno de adherencia involucra a una serie de moléculas de adhesión, que actúan en una forma secuencial y 75 temporal en donde cada par ligando-receptor ejerce una función única y necesaria para constituir el proceso total de adhesión y migración a través del endotelio. Un fenómeno similar ocurre en la embriogénesis, en donde la expresión diferencial de moléculas de adhesión regula la diferenciación, crecimiento celular y formación de tejidos.10 La división que se hiciera de las moléculas de adhesión, en aquellas que se requieren para la adhesión celular a moléculas de la matriz y las que se necesitan para el reconocimiento intercelular y la adhesión, es mas bien tradicional, sin embargo hay muchas moléculas que están funcionalmente asociadas principalmente con las interacciones entre células, a las cuales se les denominó moléculas de adhesión célula - célula o CAMs.11 Estas moléculas de adhesión hemofílica actúan como receptor y ligando, y se dividen con base en su estructura y requerimiento de calcio extracelular. En la actualidad se conocen cinco familias de receptores de adhesión, entre éstas se incluyen las integrinas, caderinas, familia de inmunoglobulinas supergen, selectinas y los CD44. Integrinas. Son glucoproteínas transmembranales, expresadas como heterodímeros en asociación no covalente. Estas moléculas tienen una expresión más importante en las células epiteliales que en otros tipos celulares. Están compuestas por al menos 15 diferentes cadenas alfa y nueve cadenas beta. Las integrinas se expresan en la densidad de la superficie celular, su actividad ha logrado dilucidarse a través del uso de anticuerpos monoclonales. Caderinas. Son glucoproteínas transmembranales que participan como mediadores entre la adhesión de célula a célula, por vías en las cuales se utiliza calcio como interactor homotípico. Existen diversos tipos entre las que se encuentran la E caderina epitelial, llamada LCAM, uvomorulin, arc-1 y el cellCAM 120/80, misma que ha sido mapeada en el cromosoma 16q22.1. Gran parte del trabajo implícito en los procesos malignos, se ha relacionado con la actividad de la E caderina. Se han realizado muchos estudios con relación a conocer la expresión de las caderinas en el tejido histopatológico de tumores malignos humanos con resultados confusos. Algunos investigadores han detectado incluso reducción de la E caderina en tumores y en sus metástasis, otros han detectado reducción de la correlación del grado de diferenciación y la concentración de esta molécula. Inmunoglobulinas de la familia supergene. Estas son moléculas que tienen en común una unidad estructural homóloga de inmunoglobulina, la cual consiste en una porción de 70 a 110 aa. Algunas están incluidas en familias de HLA, tales como las plaquetas derivadas de receptores de factor de crecimiento, células T y factor 1 estimulante de colonias; otras moléculas importantes en acciones de adhesión celular son de origen neural como NCAM, VCAM e ICAM1 y antígeno carcinoembrionario. El antígeno carcinoembrionario se ha relacionado en forma importante con líneas celulares de carcinoma colorrectal. La adhesión de células neurales se expresa en una variedad de 76 tipos de origen neural y mesenquimatoso. Selectinas. Son proteínas transmembranales con un N terminal y un número variable de complemento en un dominio corto citoplasmático. Para su funcionamiento es necesaria la presencia de calcio; una vez en contacto con éste el dominio de la lectina es fucosilado sialilada. Las selectinas modulan en forma interactiva entre las células sanguíneas y las endoteliales durante la adhesión leucocitaria. Otra molécula de adhesión de origen endotelial Lu ECAM-1, expresada en la vasculatura pulmonar puede estar relacionada con el melanoma maligno y el cáncer de pulmón. CD44. Son glucoproteínas importantes de la superficie celular, útiles en la activación de las células T, adhesión de la hialuronidasa a la matriz proteínica. Su isoforma es de 85Kd y está presente en fibroblastos, células hematopoiéticas, y tumores derivados de mesénquima o neuroectodermo. Recientemente se ha visto que en carcinoma pancreático y sarcomas no metastásicos, al adquirir la expresión de CD44 la enfermedad metastásica se hará evidente.12,13 La célula cancerosa expresa moléculas que actúan como antígeno en el huésped. Esto hace posible que el sistema inmune reconozca y destruya a estas células anormales antes de que puedan dar origen y crecimiento de tumores, o podría destruir los tumores una vez formado. Este importante evento inmunológico es llamado vigilancia inmunológica, el cual fue originalmente propuesto por Paul Ehrlich a principios de siglo y fue retomado y expandido por Mac Farlane Burnet y Lewis Thomas en las décadas de 1950 -1960. Antígenos tumorales Para todos nosotros es bien conocido que para iniciar una respuesta inmunológica se requiere tener como blanco un antígeno. El crecimiento tumoral es una intrincada red de procesos mutacionales, expresión de genes virales y/o expresión desregulada de genes normales. Esta es una razón para que las células tumorales expresen proteínas sobre su superficie que no se manifiestan normalmente o lo hacen en bajas cantidades, éstas pueden ser reconocidas por el huésped e iniciar una respuesta inmunológica. Estos antígenos se pueden dividir con base en su respuesta inmune en dos grupos: los primeros son aquellos que son reconocidos por LcT, por lo tanto provocan una respuesta mediada por células que darán una respuesta de rechazo al tumor, por procesamiento y presentación del Ag por la CPA a las células CD4+ y CD8+. Los segundos son los que son reconocidos por Ac.1 El estudio y búsqueda de los antígenos tumorales se remonta a los años de 1950 en tumores de roedores, utilizando como modelo el uso de agentes carcinogénicos como el metilcolantreno, el cual induce sarcomas. Tomando diferentes protocolos de inmunización se demuestra la capacidad de la respuesta inmune de rechazar tumores. Sin embargo todos estos estudios del conocimiento de los Ag tumor específico no han concluido ya que existe una gran cantidad de Ag tumorales dentro de los que 77 se encuentran antígenos tumor específico de trasplantes, de éstos fundamentalmente, desconociéndose su participación en los humanos (Figura2).15 Figura 2. Inducción de la respuesta inmune a tumores Los antígenos tumorales expresados in vitro de líneas de tumores mutados y algunos antígenos tumorales expresados en tumores experimentales son proteínas celulares mutantes con un solo aminoácido de sustitución. Dichos Ag pueden ser reconocidos por linfocitos T citotóxicos en cultivo mixto de linfocitos y células tumorales. Expresión de Ag tumorales por genes celulares normales apagados en tumores espontáneos. Muchos genes se expresan en tan solo una fase de la maduración y diferenciación de las células, por lo que al presentarse en líneas tumorales estos pueden ser expresados según su estadio. Antígenos tumorales derivados de oncogenes o genes oncosupresores que son el resultado de mutaciones puntuales, translocaciones, amplificaciones y deleciones que darán una mayor expresión de proteínas reguladoras del ciclo celular. Así también se encuentra la expresión de genomas de virus oncogénicos, ya sea de ARN y ADN. Puede considerarse que todos estos Ag tumorales son reconocidos por LcT y que generan una respuesta inmunológica adecuada con capacidad de rechazo tumoral.16 Mecanismos efectores de la respuesta antitumoral Hasta el momento se han revisado las características de la respuesta inmune y la célula tumoral. Observando que dicha célula tiene todas las propiedades para inducir una respuesta inmunológica en diferentes estadíos tanto in vivo como in vitro, se ha demostrado dicha respuesta. Así se deriva la pregunta ¿Qué mecanismos de la respuesta inmunológica son implementados contra el tumor? Si se analizan cada uno de estos se encontraría que desde los mecanismos de resistencia no específica 78 como el complemento, interferón, TNF, fagocitosis, etc., tienen una participación activa para la eliminación del tumor. Así también la respuesta específica expresada por la citotoxicidad celular dependiente de Ac se efectúa por las células K, macrófagos y leucocitos PMN, citotoxicidad por linfocitos T citotóxicos, células Nk y células LAK. Por lo anterior se considera que todos estos mecanismos tienen la capacidad para poder mantener al huésped libre de tumores. Esto es la vigilancia inmunológica, la cual es de primordial importancia a lo largo de la vida del huésped, ya que el recambio de células es tan alto en el organismo que es esperado que un número importante de éstas presenten características de células neoplásicas, que se detectan y destruyen por los mecanismos antes descritos. Sin embargo, en los procesos avanzados la participación de esta vigilancia inmunológica es rebasada por el proceso tumoral y llevan al paciente a la muerte. Esto no es tan solo por la falta de la respuesta inmunológica, sino por la participación de diferentes mecanismos de evasión de tumoral.16,17 Dichos mecanismos se resumen a continuación: 1) Baja expresión de Ag tumorales, por lo que no existirá el estímulo adecuado para inducir una respuesta inmune. 2) Baja expresión de moléculas de HLA clase I, por lo que las células tumorales no serán reconocidas por los mecanismos efectores para su destrucción. 3) Producción y liberación de productos para suprimir a células efectoras como el factor de transformación del crecimiento "beta" (TGFB) que inhibe la actividad de LcTc y macrófagos. 4) No expresión de moléculas accesorias para el reconocimiento antigénico entre moléculas del HLA, no dándose por esto la activación de las células efectoras, es ejemplo de estas moléculas B7. 5) Fenómenos de tolerancia inmunológica para la expresión de antígenos, a los cuales fue expuesto antes el huésped como la infección intrauterina por el virus de la hepatitis B. 6) Liberación al medio de antígenos tumorales que tienen la capacidad de interaccionar con los Ac o células citotóxicas específicas contra el tumor, impidiendo así el contacto directo con las células tumorales. 7) Cambio constante del patrón antigénico de las células tumorales, que dan así un pobre reconocimiento y estímulo para una respuesta inmunológica adecuada. Inmunoterapia El uso de elementos que modifican la respuesta inmunológica y productos de ésta se utilizan para el diagnóstico y tratamiento del cáncer. Los avances en biología molecular e inmunología durante las últimas décadas en cuanto al entendimiento de la fisiopatología de diversas enfermedades hace posible el uso de elementos de inmunoterapia, ésta ha sido explorada en sus diversas modalidades, desde la modificación de los mecanismos no específicos hasta los específicos, los cuales se pueden 79 resumir en: Anticuerpos. Estos desde su modalidad de anticuerpos policlonales hasta los anticuerpos monoclonales, con una alta especificidad dirigida contra antígenos celulares dando efecto citotóxico, bloqueando receptores específicos de las células, modulación de la función celular y opsonización de las células. Así también su conjugación se hace con toxinas, drogas citotóxicas, marcas radioactivas, Ac dirigidos contra receptores celulares que provocan estados de agonismo y antagonismo de sus actividades según sea el caso de la célula y receptor blando. Ac dirigidos contra citocinas promoviendo cambios en microambientes y así también modulación de la actividad celular.18 Citocinas. Éstas han sido utilizadas en diferentes neoplasias; en esta última década se ha tenido acceso a este tipo de moléculas altamente purificadas gracias a metodología de biología molecular, dando así un abastecimiento para su uso. De éstas la más utilizadas han sido IL-2, TNF, INF, factores estimuladores de colonias, etc., con resultados alentadores como elementos adyuvantes a las terapias convencionales.19 Inmunización. Inmunización con células tumorales autólogas inactivadas por irradiación, que utilizan como adyuvantes a IL-2, INF. Así también el uso de antígenos tumorales purificados a partir de células tumorales autólogas, uso de membranas de células tumorales modificadas químicamente para incrementar su antigenicidad20. Extractos bacterianos. La bacterioterapia es un recurso terapéutico que se ha utilizado desde principios de siglo como un recurso terapéutico para el cáncer; dentro de estos recursos los más utilizados han sido el BCG y Mycobacterium parvum.21 Conclusiones La expresión de tumores depende del estado inmunológico del huésped, esto antes de ser probado por estudios básicos en el laboratorio fue observado en la clínica. Es de todos conocido que la expresión de esta patología aparece en los extremos de la vida, donde la respuesta inmune en el primer caso se encuentra inmadura y en el segundo se dan efectos deletéreos biológicamente que la hacen incompetente. Si bien es cierto que en diferentes neoplasias, una vez expresadas con una gran carga tumoral, la respuesta inmune es incapaz de contenerla llegando al deceso del paciente. También se han observado remisiones espontáneas en diversos tipos de neoplasias, las más relevantes en melanomas malignos. Mantener una respuesta inmunológica íntegra contribuirá junto con los tratamientos convencionales como cirugía, radioterapia, quimioterapia, al control del proceso neoplásico, por lo que es importante la utilización de elementos de inmunoterapia como adyuvantes en el tratamiento de estos pacientes. 80 La utilización de recursos terapéuticos de inmunoterapia debe ir aunada a un conocimiento amplio y a la reflexión del médico sobre los cambios fisiológicos que generan fenómenos de inmunosupresión, durante los procedimientos habituales en el tratamiento de esta entidad, como es el caso de: las transfusiones múltiples, procedimientos anestésicos, utilización de drogas inmunosupresoras, estrés quirúrgico, dolor, etc., por lo que se debe procurar mantener una homeostasis en el sujeto.22,23 Referencias 1. Tada T. The immune system as a supersystem. Ann Rev Immunol 1997;15:1-13. 2. Rojas-Espinosa. Inmunidad y resistencia no especifica. En: Rojas-Espinosa. Inmunología. México. Ed. 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Autor: Dr. Juan Jorge Vargas Hernández¸ 82 Dr. José Cruz Ramírez Fernández Publicado el 21 de julio de 2010 El cáncer es un padecimiento complejo y multifactorial, del cual diversos estudios y registros han revelado su magnitud y gravedad, ubicándolo como uno de los principales problemas de salud mundial. En 1997 en México, ocupó el segundo lugar como causa de mortalidad, siendo responsable de 11.6% del total de muertes ocurridas en ese año (51,254). Se notificaron un total de 87,547 casos nuevos con predominio del sexo femenino: 65%. Los cinco primeros lugares según topografía fueron: cérvico uterino (22.9%); mama femenino (10.3); próstata (6%); ganglios linfáticos (4.7%); y estómago (4.2%).1 El método de tratamiento del paciente oncológico es multidisciplinario, por lo tanto, anestesiólogos, cardiólogos, cirujanos oncólogos, quimioterapeutas, radioterapeutas, oncólogos clínicos, patólogos que participan en la atención de este tipo de pacientes, deben poner especial interés en la biología, histopatología y fisiología básicas del cáncer, enfermedad que se perfila como el principal problema de salud para el próximo milenio. El anestesiólogo debe estar consciente de los efectos del diagnóstico de cáncer en el estado psicológico y emocional del paciente. Antes de la cirugía, puede tener un alto grado de ansiedad y nerviosismo, y formular diversas preguntas detalladas referentes al riesgo y pronóstico. Algunos pacientes oncológicos se encuentran más apáticos o deprimidos y solicitan mínima información sobre anestesia y cirugía. La reducción de la ansiedad y los temores del paciente mediante la explicación sobre la anestesia y cirugía planeadas, la atención preoperatoria y las opciones para el control del dolor en el postoperatorio inmediato son parte vital de la atención preanestésica. La valoración preoperatoria del estadio y naturaleza de la enfermedad oncológica se complementa en ocasiones con la valoración transoperatoria. Es posible que la cirugía mayor planeada se aborte cuando se determina, en el momento de la cirugía, que la enfermedad que se consideró curable inicialmente ha producido metástasis, haciendo que la resección sea inconveniente o imposible. A la inversa, la intervención puede prolongarse de manera inesperada cuando los hallazgos transoperatorios sugieren que la cirugía planeada presenta la posibilidad de un procedimiento curativo.2 El paciente oncológico presenta un reto para el anestesiólogo por varias razones las cuales incluyen los efectos del cáncer tales como: alteraciones de la coagulación, inmunodepresión; vías aéreas comprometidas; efectos tóxicos de quimioterapia y radioterapia; cirugía radical; pérdida sanguínea importante y anestesia prolongada entre otros En 1950, el Departamento de Anestesiología del Hospital Memorial Sloan Kettering Cancer Center, valoró la efectividad y práctica de la cirugía radical por cáncer; ésto, fue necesario para que el anestesiólogo y el cirujano diferenciaran entre la mortalidad debida a la técnica quirúrgica, y la 83 ocasionada por falla en las medidas necesarias para mantener las funciones vitales del paciente. El anestesiólogo debe de estar consciente que el manejo oncológico es complejo y que las modalidades de terapéutica cambian con frecuencia.3 Los pacientes con tumores malignos pueden acudir para anestesia o cirugía para diversos procedimientos, desde cirugía radical hasta colocación de catéteres venosos o gástricos y aparentar un buen estado de salud o presentar algunas de las siguientes afecciones en forma importante; nutricionales, neurológicas, metabólicas, endocrinológicas, electrolíticas, cardiovasculares, pulmonares, renales, hepáticas, hematológicas. Por lo tanto la valoración preanestésica del paciente con cáncer requiere la consideración de los posibles efectos colaterales de esta enfermedad y también provocados por los fármacos quimioterápicos, radioterapia y cirugía previa. Las manifestaciones fisiopatológicas (Cuadro I), que acompañan al cáncer se caracterizan como síndromes paraneoplásicos; varias de éstas se pueden manifestar como una urgencia médica en forma aguda con peligro de vida.5 Cuadro I. Manifestaciones fisiopatológicas del cáncer Fiebre Anorexia Pérdida de peso Anemia Trombocitopenia Coagulopatías Anormalidades neuromusculares Producción ectópica de hormonas Hipercalcemia Hiperuricemia Síndrome de lisis tumoral Insuficiencia adrenal Síndrome nefrótico Obstrucción ureteral Taponamiento pericárdico Obstrucción de vena cava superior Compresión de médula espinal Metástasis cerebrales Además de conocer la neoplasia en particular y su diseminación, el anestesiólogo debe comprender 84 las modalidades terapéuticas utilizadas, sus dosis acumulativas y la duración del tratamiento. No existen investigaciones específicas que estudien la interacción entre los anestésicos y las diferentes modalidades de quimioterapia, pero el conocimiento de las complicaciones de la terapéutica oncológica puede favorecer la atención anestésica de estos complejos pacientes.6 Las pruebas clínicas de utilidad para detectar algún efecto colateral relacionado al tratamiento con drogas quimioterápicas se ejemplifican en el Cuadro II. Cuadro II. Pruebas clínicas de utilidad relacionada al tratamiento con drogas quimioterápicas Hematocrito Hemoglobina Cuenta de plaquetas Cuenta de leucocitos Tiempo de protrombina Electrolitos Pruebas de función renal Pruebas de función hepática Glucemia Gasometría arterial Radiografía de tórax Electrocardiograma Pruebas de función respiratoria El uso y la utilidad de estudios de diagnóstico preoperatorios se han convertido en un tema central en la valoración de servicios de salud eficaces con relación al costo del paciente quirúrgico. Las pruebas innecesarias son ineficientes, costosas y requieren recursos técnicos adicionales. Los estudios inadecuados llevan a valorar anomalías de laboratorio limítrofes o falsas positivas. Esto puede dar lugar a retrasos innecesarios en el quirófano, cancelaciones y riesgo para el paciente por pruebas adicionales.7 La posible presencia de toxicidad pulmonar es una consideración en el paciente que ha sido tratado con bleomicina, droga quimioterapéutica, la cual ha sido asociada con esta complicación, por lo cual puede ser de utilidad la monitorización de gases arteriales, así como la saturación arterial de oxígeno y la administración de líquidos intravasculares con precaución debido a que este paciente puede ser vulnerable al edema pulmonar intersticial, presumiblemente debido al drenaje linfático dañado por causa de la toxicidad producida por la bleomicina la cual tiene una incidencia de 2 - 40%. La fibrosis pulmonar se presenta en el 10% siendo clínicamente importante en 5%.8 La ventilación pulmonar mecánica durante el periodo postoperatorio es frecuente, particularmente después de cirugía radical o 85 prolongada, o ambas, en el paciente con fibrosis pulmonar por quimioterapia. También, el efecto depresor de las drogas anestésicas sobre la contractilidad miocárdica aumenta en el paciente con toxicidad cardiaca por quimioterapia. En estos pacientes es frecuente que se presenten complicaciones cardiacas en el periodo postoperatorio; a los pacientes con cáncer se les administran varias drogas quimioterápicas que afectan al corazón, la adriamicina afecta la contractilidad miocárdica, la mitoxantrona a una dosis total de 140 mg/m2 puede ocasionar insuficiencia cardiaca congestiva, la valoración preoperatoria de pacientes que recibieron quimioterápicos cardiotóxicos o radioterapia en el mediastino requieren de ecocardiograma bidimensional o bien estudios de medicina nuclear, que permitan la medición precisa de la fracción de expulsión ventricular izquierda, y detección de disfunción miocárdica regional y global. La presencia de toxicidad pulmonar y cardiaca puede influenciar la conducta anestésica a seguir.4,9 Signos de depresión del sistema nervioso central, disfunción del sistema nervioso autónomo y neuropatías periféricas deben ser buscados en la valoración preoperatoria. La presencia de insuficiencia renal o hepática puede influenciar la elección del anestésico y relajantes musculares, la posibilidad de una respuesta prolongada a la succinilcolina debe considerarse en el paciente que ha sido tratado con drogas quimioterapéuticas alquilantes.10 Puede requerirse la corrección preoperatoria de deficiencias nutricionales, anemia, coagulopatía, y desequilibrio hidroelectrolítico. La atención a una técnica aséptica es importante, debido a que la inmunodepresión ocurre con la mayoría de las drogas quimioterapéuticas, así como la ocasionada por la anestesia, cirugía y transfusión sanguínea durante el periodo perioperatorio pueden aumentar, aún más, el efecto de ésta. La toxicidad pulmonar ocasionada por radioterapia es un síndrome clínico de disnea, tos y fiebre que se presenta en relación con infiltrado pulmonar impreciso e indistinto que puede progresar a consolidación lobar; luego de tratamiento con radiación ionizante, la probabilidad se ve influenciada por diversas condiciones, como dosis total, dosis fraccionada, volumen pulmonar radiado y antecedentes de radiación o quimioterapia. Se ha informado que 5 - 15% de pacientes sometidos a radioterapia presentan neumonitis; los síntomas pueden manifestarse uno a seis meses después de concluir la radioterapia.11 Son diversos los factores que afectan la gravedad y la toxicidad de la radioterapia para el paciente, incluido el número total de fracciones de tratamiento dadas, dosificación, y lapso entre cada administración. A menudo, los pacientes oncológicos reciben radioterapia combinada con quimioterapia, lo que genera toxicidad clínica adicional.12 La toxicidad de la terapia biológica y de la terapia inmunomoduladora está relacionada con los cambios en la función inmune que estas ocasionan.6 La cirugía oncológica de cabeza y cuello presenta dificultad en el cuidado de las vías respiratorias. Con frecuencia estos pacientes llegan al quirófano en condiciones en que la ventilación con mascarilla 86 y la intubación orotraqueal pueden ser difíciles, o lo son, después de la inducción anestésica. La valoración preoperatoria de las vías respiratorias por el anestesiólogo debe ser cuidadosa e incorporar información pertinente de la anamnesis, la exploración física, los registros anestésicos previos, el plan quirúrgico, los estudios de laboratorio y otros especiales. El clásico paciente con cáncer de cabeza y cuello, quizá con el antecedente importante de alcoholismo y tabaquismo, tendrá síntomas de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, como bronquitis, hipertensión arterial, arteriopatía crónica o síndrome de abstinencia de alcohol. Estos problemas sistémicos aumentan en forma importante la complejidad de los requerimientos anestésicos y demandan especial atención durante la exploración e intubación de la vía respiratoria, puede ser necesario proporcionar oxígeno complementario y evitar incremento en la actividad del sistema nervioso simpático.13 Los tumores del cuello o de la vía aérea modifican su anatomía y disminuye el espacio para la instrumentación y limita la movilidad; las lesiones supraglóticas causan estridor inspiratorio, mientras, las lesiones subglóticas o intratorácicas se asocian con estridor espiratorio. Como la intubación orotraqueal exige visualización de la entrada glótica de la laringe durante la laringoscopia directa mediante desplazamiento de la base de la lengua y alineación de los ejes bucal, faríngeo y laríngeo, el enfoque central de la valoración de la vía respiratoria debe consistir en identificar los trastornos que impidan la visualización. El grado de dificultad, real o esperado, varía según la extensión del problema anatómico, las variaciones anatómicas o alteraciones patológicas. La revisión del paladar blando teniendo el paciente la boca abierta, el arco en que puede extender el cuello, y la medición del espacio mandibular son métodos útiles para valorar la posibilidad de dificultad para la intubación traqueal. Como no es posible desde el punto de vista físico medir el tamaño de la parte posterior de la lengua en relación con la capacidad de la cavidad orofaríngea el método de valoración de Mallampati proporciona un medio indirecto para valorar su proporcionalidad relativa, es fácil identificar los signos clínicos de esta valoración, y así, clasificar las vías respiratorias; esto no requiere mucho esfuerzo ni tiempo; para evitar una imagen falsa positiva o falsa negativa, será importante repetir esta valoración.14 Cormack y Lehane clasificaron la visión laringoscópica en cuatro grados; en el grado I se visualiza toda la glotis y no hay dificultad en la intubación traqueal, en el grado II se visualiza solo la parte posterior de la glotis y la presión ejercida en la laringe permitirá la identificación de los cartílagos aritenoides y tal vez las cuerdas vocales, en este grado puede presentarse leve dificultad para la intubación traqueal; en la visualización del grado III se identifica sólo la epiglotis y puede acompañarse de dificultad moderadamente importante en la intubación traqueal, en el grado IV no se visualiza la epiglotis, y es imposible la intubación sin el auxilio de técnicas especiales.15 Con lo mencionado, se puede intentar clasificar el estado, pronóstico y riesgo del paciente con cáncer; ya que no existe una clasificación especifica para este fin, se deben utilizar otras clasificaciones para su complemento. La clasificación más común utilizada es la de la American Society of 87 Anesthesiologists, la cual, clasifica sólo el estado físico del paciente quirúrgico, y de ninguna forma al riesgo anestésico y quirúrgico. Goldman y colaboradores16 diseñaron el índice Multifactorial de Riesgo Cardiaco para identificar los factores preoperatorios que pueden afectar el desarrollo de complicaciones cardiacas después de cirugía mayor no cardiaca, la cual también puede ser de utilidad en el paciente quirúrgico con cáncer. La correlación entre la mortalidad en la Unidad de Cuidados Intensivos y la Simplified Acute Physiology Score, SAPS17, en la cual la mortalidad se incrementa de 0 a 80% con incremento del SAPS puede ser extrapolada al paciente quirúrgico con cáncer; en la Unidad de Oncología del Hospital General de México esta clasificación se utiliza desde 1990, la cual, se modificó agregándole la puntuación por el tipo de cirugía programada (Cuadro III). Ya que se producen émbolos tumorales en gran variedad de tamaños, de dimensión suficiente para ocluir una o ambas arterias pulmonares o pequeños que sólo afecten a la microcirculación,18 también es necesario calificar el riesgo tromboembólico en este tipo de pacientes. Cuadro III. Escala de SAPS versión PDF (10k) Se considera que la conservación de una elevada calidad de vida constituye uno de los principales objetivos en el tratamiento del paciente con cáncer, para lo cual, se emplea la valoración de la capacidad de desempeño de Karnofsky19 (Cuadro IV). Cuadro IV. Escala de Karnofsky Estado Escala Normal, sin quejas 100 Capaz de realizar actividades normales. Signos y síntomas menores de enfermedad 90 Actividad normal pero con esfuerzo 80 Capaz de cuidar de sí mismo pero incapaz de realizar actividades normales o trabajar 70 activamente Requiere asistencia ocasional, pero puede hacerse cargo de casi todas sus necesidades 60 Requiere asistencia considerable y atención 50 88 Incapacitado, requiere cuidados especiales y asistencia 40 Gravemente incapacitado, se indica hospitalización aunque la muerte no sea inminente 30 Muy enfermo, requiere hospitalización tratamiento de apoyo activo 20 Moribundo 10 Muerto 0 El tratamiento del cáncer y sus repercusiones en anestesiología han evolucionado bastante en la última década, con regímenes terapéuticos en que a menudo se combinan altas dosis de radiación, quimioterápicos, más potentes, operaciones avanzadas y nuevos tratamientos, como el trasplante de médula ósea y ensayos con agentes recombinantes humanos, con lo cual, la supervivencia del paciente con cáncer ha aumentado y es posible que éste requiera cirugía no oncológica, por lo tanto, la valoración preoperatoria del paciente oncológico quirúrgico debe ser un análisis extenso y sistemático realizado por el anestesiólogo para reducir la morbilidad y mortalidad perioperatoria y proporcionar el mejor resultado posible. 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Paulina González Navarro Publicado el 21 de julio de 2010 El paciente con cáncer es un reto para los anestesiólogos por una variedad de razones, incluyendo los 90 efectos del cáncer (respuesta inmune deprimida, alteraciones de la hemostasia y compromiso de la vía aérea), los efectos de la quimio y radioterapia (alteración al miocardio, pulmones, riñones, médula ósea, disminución de colinesterasa plasmática y disminución de hormona antidiurética); así como, efectos de la cirugía radical (pérdida hemática) y tiempo anestésico prolongado.1 Los procedimientos quirúrgicos mayores provocan una respuesta metabólica a través del trauma local, por activación de terminaciones nerviosas aferentes somáticas y simpáticas. Esta respuesta al trauma quirúrgico (RTQ) es mediada por incremento en la concentración sérica de hormonas neuroendocrinas y citocinas relacionadas directamente a la extensión y duración del trauma quirúrgico. La RTQ durante el periodo postoperatorio tiene mayores efectos sobre el sistema inmune, cardiaco y coagulación, lo que se ha asociado con incremento en la morbilidad postoperatoria.2 El trauma tisular y la sepsis producen un tipo de inflamación no específica mediada inmunológicamente donde el componente de reconocimiento es una vía patológica alterna del complemento. Los tipos de células involucradas son neutrófilos y macrófagos, siendo su mediador el complemento, el cual los activa generando liberación de mediadores citotóxicos.3 Citocinas relevantes en anestesia La inducción quirúrgica de la liberación de citocinas del sitio de la incisión a los vasos sanguíneos juegan un papel central en la respuesta inflamatoria aguda iniciada por el trauma tisular o infección. La interleucina-1 (IL-1), el factor de necrosis tumoral (FNT-), la interleucina-6 (IL-6) y el interferón(IFN-) tienen efectos locales y sistémicos, los cuales limitan el daño y la velocidad de infección y proporcionan un ambiente adecuado para aliviar y reparar el tejido. Los efectos locales incluyen migración de neutrófilos, linfocitos y monocitos en el área de inflamación, como resultado del aumento de la permeabilidad del endotelio, adhesión molecular y citocinas quimiotácticas. Los efectos sistémicos incluyen neutrofilia, producción de fiebre, liberación de ACTH en la circulación y producción de proteínas hepáticas en la fase aguda. La IL-1 es un pirógeno endógeno e incrementa la síntesis de prostaglandina E2 (PGE2) en el sitio del trauma; pero la sobreproducción de FNT- resulta dañina, produciendo caquexia y desórdenes autoinmunes. Por lo que la IL-1 y el FNT- juegan un papel importante en la estimulación de los linfocitos T y B. La interleucina-2 (IL-2) es el mayor factor estimulante autocrino (actúa sobre la misma célula) y paracrino (actúa sobre una célula cercana) para el linfocito T, a su vez, también estimula la producción de otras citocinas derivadas de linfocitos T; pero existe baja regulación de IL-2 después del daño tisular ya que la PGE2 es producida en exceso por monocitos inhibitorios.4 La inmunosupresión después de trauma quirúrgico mayor, resulta entonces de la disfunción de células 91 T y se caracteriza por síntesis desequilibrada de IL-2 y de IFN- , que parece ser consecuencia directa de la sobreproducción de PGE2 en la fase aguda. La inhabilidad para producir adecuada cantidad de IL-2 causa incompleta proliferación de linfocitos T auxiliares (Ta), en respuesta a la estimulación de un antígeno y una disminución de IFN- resultando en incapacidad de los monocitos para presentar al antígeno y una apropiada respuesta de las células asesinas (NK), así como de linfocitos auxiliares-1 (Ta1). Las células NK son grandes linfocitos que destruyen células por contacto directo. Las células NK y las células activadoras de linfocinas forman parte de la primera línea de defensa no específica. Las células NK también liberan FNT e IFN-. Los linfocitos T auxiliares-2 (Ta2) producen otras interleucinas que promueven la diferenciación de células B y secreción de IgE.3-5 Respuesta al trauma quirúrgico Se conoce que la RTQ resulta en una actividad neuroendocrina bien característica que incluye hipermetabolismo, catabolismo proteico, depresión inmunológica, y además, del eje hipotálamo hipófisis - corteza suprarrenal, que aumenta los niveles de ACTH y glucocorticoides que son conocidos como inmunomoduladores (Figura 1). Algunos mediadores endógenos que son parte de la respuesta neuroendocrina al trauma que deprime al sistema inmune incluyen al cortisol. Éste se incrementa y se libera a la circulación inmediatamente después del trauma quirúrgico y permanece secretándose por varios días a semanas. El cortisol suprime además a las células NK citotóxicas y la proliferación de linfocitos y otros factores inmunes.6 La RTQ no puede ser prevenida completamente con anestesia general, ni con bloqueo epidural por sí solos, y tampoco el alivio del dolor es el único mecanismo para inhibir la RTQ, ya que las citocinas 92 son mediadores que activan directamente la respuesta al trauma y no son afectadas por los anestésicos locales por vía epidural, además, se liberan en grandes cantidades después del trauma, principalmente cuando este es por arriba de la cicatriz umbilical.7 Según informes en la literatura, la anestesia combinada: bloqueo epidural + anestesia general (BPD + AG), ejerce una influencia importante en la recuperación postoperatoria del paciente, ya que la aplicación de una variedad de medicamentos incluyendo anestésicos locales, opioides (como la morfina) y agonistas -adrenérgicos (clonidina), en la región de la médula espinal, reduce la transmisión aferente nociceptiva que estimula la activación de la vía eferente simpática durante la cirugía y la RTQ, con la consecuente disminución de la liberación de catecolaminas, cortisol, ACTH, activación del sistema renina - angiotensina - aldosterona, hormona antidiurética, así como liberación de citocinas locales y la activación de una mayor degradación de las reservas de glucógeno y la iniciación de un catabolismo importante. Existen otros estudios que demuestran que la anestesia epidural torácica ( T4) parece ofrecer mayor beneficio sobre la anestesia epidural lumbar para disminuir la RTQ.9 Efectos de los anestésicos sobre la respuesta inmune Los medicamentos empleados para reducir la ansiedad, atenuar los reflejos autónomos e incrementar el umbral al dolor, disminuyen también la proliferación de linfocitos T.10 Los opioides endógenos y exógenos inducen inmunosupresión por sus efectos sobre las citocinas, ya que disminuyen el IFN- y FNT-. y suprimen varias respuestas inmunes incluyendo la función de células NK. La morfina administrada sistémicamente o intracerebral, suprime la citotoxicidad de las células NK con relación a su dosis; así mismo, la administración de grandes dosis de fentanyl (75 a 100 µg/kg) o sufentanil.5 Se ha demostrado que después del proceso anestésico quirúrgico el óxido nitroso, halotano o enfluorano, disminuyen la actividad de las células NK, por cambios en la circulación sanguínea de linfocitos CD4 (auxiliares) y CD8 (asesinas).10 Estudios experimentales in vitro, demuestran que agentes anestésicos inhiben la función inmune y pueden ser clínicamente importantes cuando se prolonga el tiempo de infusión. Los efectos del propofol a concentración plasmática de 6 µg/mL y de tiopental a 40 µg/mL, producen disminución de la quimiotaxis de neutrófilos en un 50 %8 pero el midazolam a dosis equipotente de 6 µg/mL no produce estos efectos.11 En suma, la inmunosupresión asociada con la RTQ resulta de la combinación de los efectos del trauma, cambios neuroendocrinos y agentes anestésicos empleados, especialmente cuando estos últimos se administran a dosis elevadas por tiempo prolongado durante el periodo perioperatorio.5 Los pacientes con cáncer que van a ser sometidos a cirugía frecuentemente requieren de opioides para 93 el control del dolor y el potencial para disminuir la inmunidad es impredecible, por lo que en estos casos las opciones farmacológicas, especialmente el uso de analgesia epidural y administración parenteral de AINES disminuyen la depresión inmune, así como la anestesia epidural seguida de analgesia epidural postoperatoria con anestésicos locales se asocian con la preservación de la función inmune celular y humoral, y paralelamente se mejora la actividad citotóxica de las células NK, especialmente cuando la incisión es por debajo de la cicatriz umbilical.6,7 Aunque no existen aparentemente estudios que evalúen la influencia de la selección de la técnica anestésica con el pronóstico del paciente con cáncer, podemos sugerir que la técnica anestésica que combine el bloqueo epidural (BED) con anestésicos locales y la anestesia general con intubación y bajas concentraciones de halogenados o hipnóticos, así como, derivados morfínicos puede ser una gran alternativa como es el caso del paciente oncológico. La asociación de anestésicos locales con opioides y agonistas -2 adrenérgicos bloquean más completamente la RTQ. La respuesta inicial al daño tisular, también involucra la activación de receptores del glutamato AMPA (-amino-3hidroxi-5-metil-4-isoxazolepropionato), en la sustancia gelatinosa de la médula espinal, antagonizando en este sitio la acción del glutamato produciendo analgesia. La acción analgésica espinal de agonistas opioides y agonistas -2 adrenérgicos en parte involucra la neurotransmisión de aminoácidos excitadores. La inhibición de la liberación de glutamato en las neuronas nociceptivas de las astas posteriores de la médula es consecuencia de ambos, opioides y agonistas -2 adrenérgicos explicando su sinergismo analgésico en modelos animales de dolor.12 La administración epidural de morfina tiene una interacción sinergista entre sus sitios supraespinales y espinales; la morfina actúa sobre todos los receptores opioides. Por esta vía se minimiza su dosis (exclusivo de la morfina por ser el único opioide hidrosoluble), además, se disminuyen sus efectos secundarios en comparación a la vía endovenosa, siendo los principales prurito, retención urinaria y náusea. Por vía epidural, su latencia es de 20 a 35 minutos, su dosis va de 5 a 10 mg y cuando se asocia a anestésicos locales es menor de 5 mg, Su duración es de 8 a 24 horas y no produce bloqueo simpático.13 La clonidina es un agonista -2 adrenérgico que produce bloqueo de conducción de las fibras nociceptivas A- y C, incrementa su conductancia al potasio, intensifica el bloqueo de conducción cuando se asocia a anestésicos locales. Además produce vasoconstricción local disminuyendo la movilización vascular de anestésico local alrededor de estructuras neurales. Los agonistas -2 adrenérgicos, potencializan la analgesia con opioides mediante la sinapsis con aferentes primarias en la médula espinal. Su dosis epidural es de 150 a 300 µg/mL, su latencia es aproximadamente de una hora y su duración es de cuatro a seis horas. Sus principales efectos secundarios son sedación, hipotensión arterial y bradicardia. Cuando se combina con anestésicos locales se potencializa su 94 efecto simpaticolítico.14 En conclusión, la anestesia combinada en el paciente con cáncer ofrece las siguientes ventajas: 1) disminuye la RTQ cuando la administración epidural de anestésicos locales se inicia antes de la incisión quirúrgica y continúa con analgesia postoperatoria sobre todo cuando el bloqueo es superior a T10 y se asocia con opioides y -2 adrenérgicos; 2) disminuye la depresión inmune celular y humoral, favoreciendo la actividad de las células NK; 3) disminuye el riesgo de infección postoperatoria y de recidivas de cáncer; 4) disminuye la dosis de opioides sistémicos, hipnóticos y relajantes musculares; 5) previene o reduce la incidencia de trombosis venosa profunda de miembros inferiores; 6) favorece la actividad gastrointestinal por predominio del sistema nervioso parasimpático; 7) disminuye la incidencia de neumonía, falla respiratoria y atelectasias en el postoperatorio y 8) acorta el tiempo de recuperación postoperatoria. 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