00 Proverbios

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Proverbios, capítulo 1.
Estos son Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel, para que con ellos adquieran
sabiduría y educación, y entiendan las palabras que abren la inteligencia, para darles lecciones de
buen juicio y así lleguen a ser justos, honrados y leales.
La gente sencilla aprenderá a juzgar bien, los jóvenes se instruirán, su espíritu se abrirá.
Que el sabio escuche, ganará en saber, el hombre inteligente sabrá dirigir a los demás.
Comprenderán los proverbios y refranes, las palabras de los sabios y sus enigmas.
El comienzo del saber es el temor de Yavé, únicamente los tontos desprecian la sabiduría y
la disciplina.
Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces las advertencias de tu madre, Son
para ti una hermosa corona para tu cabeza, un collar para tu cuello.
¡Hijo mío, si los pecadores quieren arrastrarte al mal, no los sigas!, Tal vez te dirán, Ven
con nosotros, aguardaremos el buen momento, ¡y es para matar!, Tenderemos una trampa - ¡una
trampa al inocente que no la merece!,
Haremos de él un buen bocado, como se hace en la Morada de los muertos, caeremos
sobre él como la muerte.
Pondremos las manos sobre montones de cosas de valor, llenaremos nuestras casas con el
botín.
Pero tú, también tendrás tu parte, porque todo lo pondremos en común.
Hijo mío, no camines con ellos, no vayas por donde ellos andan.
¡Mira como sus pies corren hacia el mal, cuán rápidamente han derramado sangre!,
Los pájaros no caen en tu trampa si la has puesto a la vista, pero ellos, ponen en juego su
propia vida, ellos mismos se ponen trampas.
Así acabará cualquier hombre que vive de rapiñas, un día cualquiera la rapiña le costará la
vida.
La Sabiduría grita por las calles, levanta su voz en las plazas.
Presenta su llamado en las encrucijadas, pronuncia su mensaje en las puertas de la ciudad,
¿Por cuánto tiempo más, gente insignificante, preferirán sus estupideces?, ¿Hasta cuándo
los burlones se entretendrán con sus mofas y la gente estúpida se negará a saber?, Oigan pues mis
advertencias, en este momento en que abro mi corazón y les doy a conocer mis pensamientos.
¿Se van a rehusar cuando los llamo, no van a poner atención cuando les tiendo la mano?
¿No quieren hacer caso de mis consejos y rechazan mis advertencias?
Yo también me reiré de su miseria, me burlaré cuando el miedo los domine,
cuando les llegue el huracán del terror y se los lleve el torbellino de las desdichas, cuando
queden bajo el peso de la miseria y de la angustia.
Entonces me llamarán pero no responderé, me buscarán pero no me hallarán.
Porque no quisieron el saber, no eligieron el temor de Yavé.
Esa gente no buscó mis consejos, despreció todas mis advertencias.
Por eso comerán los frutos de sus errores, y de sus iniciativas, hasta que no puedan más.
Porque a los tontos los perderá su porfía, y a los irresponsables su propia dejación.
Pero el que me escucha dormirá en paz, no tendrá que temer la desgracia.
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Proverbios, capítulo 2.
Acoge mis palabras, hijo mío, guarda mi enseñanza,
que tu oído se abra a la sabiduría, que tu corazón se doblegue a la verdad,
apela a la inteligencia y déjate guiar por la razón,
busca la sabiduría como el dinero, como un tesoro escondido,
entonces penetrarás en el temor de Yavé y hallarás el conocimiento de Dios.
Porque Yavé da la sabiduría, de su boca salen el saber y la verdad.
El viene en ayuda de los hombres rectos, es un escudo para los que siguen siendo
honrados.
Está alerta a lo largo del buen camino para proteger el caminar de sus fieles.
Entonces comprenderás lo que es justo y honrado, lo que es recto y conduce a la felicidad.
Entonces entrará la sabiduría en tu corazón y el saber será tu alegría.
La prudencia velará por ti, la reflexión será tu salvaguardia,
te mantendrán aparte de los caminos del mal y de los hombres de palabras engañosas,
que abandonan los rectos senderos y se van por caminos oscuros,
que ponen su alegría en hacer el mal y se complacen en sus abominaciones,
que van por caminos chuecos, por senderos que se pierden.
La Sabiduría te protegerá de la mujer de otro, de la bella desconocida de palabras suaves,
que abandona al compañero de su juventud y olvida las alianzas de su Dios.
De su casa se salta a la muerte, sus senderos llevan derecho a la tumba.
Los que allá van no volverán, no reencontrarán el camino de la vida.
Pero tú irás por el camino de la gente honrada, seguirás los senderos de los justos.
Porque los hombres buenos vivirán en el país, las personas íntegras prolongarán en él sus
días.
Los malos en cambio serán echados del país, los traidores serán expulsados.
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Proverbios, capítulo 3.
Hijo mío, no te olvides de mis advertencias, que tu corazón sepa guardar mis
mandamientos.
Ellos prolongarán tus días, te darán la prosperidad, años de vida.
¡Que no te falten ni la bondad ni la fidelidad!, Átalas a tu cuello, inscríbelas en las tablillas
de tu corazón, así conseguirás benevolencia y estima tanto de Dios como de los hombres.
Confía en el Señor con todo el corazón, y no te fíes de tu propia sabiduría.
En cualquiera cosa que hagas, tenlo presente, él aplanará tus caminos.
No te creas el más sabio, ten el temor de Yavé y mantente alejado del mal.
Eso será un remedio para tu cuerpo, y allí encontrarás el vigor.
Haz tu ofrenda a Yavé, tomando de tus bienes los primeros frutos de tus cosechas,
entonces se llenarán de trigo tus graneros y tus cubas desbordarán de vino nuevo.
Hijo mío, no desprecies las advertencias de Yavé, no te rebeles contra su reprimenda,
porque el Señor corrige al que ama, así como un padre reprende al hijo que quiere.
¡Feliz el mortal que encontró la sabiduría, el hombre que obtuvo la inteligencia!,
El estar provisto de sabiduría vale más que tener dinero en el banco, te da más utilidades
que el oro.
Es más preciosa que las perlas, nada de lo que te atrae se le puede igualar.
Con su mano derecha te ofrece larga vida, y con la otra, riqueza y gloria.
Te llevará por caminos agradables, todas sus sendas son seguras.
Es un árbol de vida para el que se acerca a ella, ¡felices los que encontraron la sabiduría!,
Yavé mediante la sabiduría puso la tierra en orden, por medio de la inteligencia estableció
el firmamento.
Debido a su ciencia brotaron las aguas de las profundidades y las nubes derramaron la
lluvia.
Actúa siempre, hijo mío, con prudencia y reflexión, es algo que no debes olvidar.
De allí te llegará la vida, la sentirás en ti, irradiará en tu rostro.
Avanzarás entonces con confianza, sin miedo a tropezarte.
Irás a acostarte sin temor y durante la noche tu sueño será apacible.
No temerás una catástrofe repentina o el ataque imprevisto de los malhechores.
Porque Yavé estará a tu lado y tu pie no quedará metido en una trampa.
No niegues un favor al que te lo pide, si tienes como hacerlo.
Si puedes hacerlo inmediatamente, no digas a tu prójimo, Ándate, vuelve mañana y te lo
daré.
No le juegues a tu prójimo una mala pasada, siendo que confió en ti.
No pelees con otro sin motivo, siendo que nada malo te ha hecho.
No tengas envidia de los violentos, no imites su comportamiento,
porque Yavé tiene horror de la gente sin conciencia, pues su amistad es para con los
justos.
Yavé maldice la casa del malvado, bendice la morada de los justos.
Se burla de los burlones, concede su favor a los humildes.
La gloria está reservada a los sabios, y los tontos sólo tendrán el desprecio.
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Proverbios, capítulo 4.
Hijos míos, escuchen la enseñanza de un padre, estén atentos para conocer la verdad.
Les doy un saber bueno, no rechacen mi enseñanza.
Yo mismo fui un hijo dócil con mi padre, el hijo regalón de mi mamá,
él me instruía entonces en estos términos, ¡Recuerda bien mis palabras, sigue mis consejos
y vivirás!,
¡Busca la Sabiduría!, ¡Hazte inteligente!, No olvides lo que te digo, no menosprecies mis
palabras.
Si no abandonas la sabiduría, ésta te protegerá, ámala y velará por ti.
El principio de la Sabiduría es correr tras ella, ¡busca la inteligencia a cambio de todo lo
que tienes!,
Elígela, te exaltará, apégate a ella, te honrará. Pondrá en tu cabeza una magnífica
diadema, te regalará una corona de gloria.
Atiéndeme, pues, hijo mío, toma en serio mis palabras, y vivirás largos años.
Cuando te haya enseñado los caminos de la sabiduría, cuando haya orientado tu ruta,
caminarás sin vacilar y podrás correr sin miedo a caerte.
Conserva mi disciplina, no la dejes, guárdala y vivirás.
¡Pero, no tomes el camino de los malvados, no vayas por el sendero de los malos!,
Evítalos, apártate de ellos, ándate por otro camino y pasa lejos.
Porque no pueden dormir si no hacen el mal, no descansan en tanto no le hayan hecho
daño a alguien.
El crimen se volvió su pan, y la violencia, el vino de que tienen sed.
El camino de los justos es como la luz de la aurora, su resplandor va aumentando hasta el
mediodía.
Pero el camino de los malvados es sólo oscuridad, no ven lo que los hará caer.
¡Hijo mío, pon atención a mis palabras, oye bien mis discursos!,
Tenlas presentes en el espíritu, guárdalas en lo más profundo de tu corazón.
Porque son vida para el que las acoge, son un remedio para el cuerpo.
Primero que nada, vigila tu corazón, por que en él está la fuente de la vida.
Rechaza cualquier lenguaje perverso, abstente de cualquier mentira.
Que tus ojos miren de frente, que tu mirada sea franca.
Tantea primero el suelo bajo tus pies, para que tu andar sea seguro.
No te vuelvas a derecha ni a izquierda, sino que aléjate del mal.
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Proverbios, capítulo 5.
Hijo mío, pon atención a mi sabiduría, oye bien mis palabras de advertencia.
Recuerda mis consejos y habla siempre a sabiendas.
Las lisonjas de la mujer infiel son dulces como la miel, sus palabras son más pegajosas que
el aceite.
Pero el fin será más amargo que el ajenjo, es una espada afilada de doble filo.
Sus pies corren derecho a la muerte, sus pasos descienden a la tumba,
más que tomar el camino de la vida, ella sigue la senda que se desvía quién sabe a dónde.
Y ahora, hijo mío, no te apartes de mis consejos.
Que tu trayecto pase lejos de esa mujer, no te arriesgues a la entrada de su casa.
Porque a lo mejor puedes perder tu honor con gente extraña, y años de tu vida pueden
pasar a gente despiadada.
¡No sea que extraños devoren tu fortuna, y tus economías acaben en la casa de otro!,
Entonces te lamentarás, viendo como se agotaron tus fuerzas y tu salud,
y dirás, ¿Cómo pude rechazar las advertencias y despreciar tantos sabios consejos?
¿Por qué no escuché la voz de mis maestros y seguí los consejos de los que me instruían?
Ahora casi he llegado al nivel más bajo, en medio del pueblo y de la asamblea!,
¡Toma el agua de tu propia cisterna, bebe el agua que brota de tu fuente!,
No permitas que tus aguas se pierdan fuera, que las vean correr por las calles.
¡Que sean sólo para ti, y no para extraños junto contigo!,
¡Bendita sea tu fuente, y sea tu alegría la mujer de tu juventud,
graciosa cierva, amable gacela!, Encuentra el placer entre sus pechos en cualquier
momento, y permanece siempre prendado de su amor!,
¿Por qué, hijo mío, te dejarías llevar por la pasión por una desconocida, por qué apretar el
vientre de una extraña?
Has de saber que Yavé observa el comportamiento de los hombres y vigila todos sus pasos.
El que hace el mal quedará atrapado en el mal que hizo, se verá atado por sus propios
pecados.
Morirá porque falta de disciplina, se perderá cuando sus errores lleguen al colmo.
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Proverbios, capítulo 6.
Hijo mío, si has servido de aval a un compañero, si te has comprometido con un
desconocido, estás amarrado por tus propias palabras, eres prisionero de tus compromisos.
Pues bien, haz esto, hijo mío, ¡libérate lo más pronto!, ¿no ves que estás a merced de
otro? ¡Anda a verlo, ponte de rodillas, suplícale!,
¡No concedas sueño a tus ojos ni descanso a tus párpados,
tienes que librarte, como el ciervo de la trampa, como el pájaro de la red!,
Flojo, anda a ver a la hormiga, mira como se mueve y se hace sabia.
En su casa no hay jefe, ni supervisor, ni mayordomo,
pero junta en verano provisiones, amontona su alimento en tiempo de cosecha.
¿Flojo, hasta cuándo vas a seguir echado?, ¿Cuándo vas a levantarte de tu cama?
Duermes un poco, después sueñas un momento, luego estiras los brazos cruzados,
y de pronto te sorprende la pobreza como un vagabundo, la miseria cae sobre ti como un
ladrón.
El pillo, el marrullero, anda con risitas, guiña un ojo, arrastra los pies, hace sonar los dedos.
Está siempre preparando alguna trampa, anda buscando peleas en todo momento.
Pero también, sin que lo advierta, caerá sobre él la desgracia, será derribado de un golpe y
no se repondrá.
Hay seis cosas que detesta el Señor, y hasta siete que le causan horror,
la mirada despreciativa, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el
corazón que medita intenciones culpables, los pies que corren impacientes a hacer el mal,
el testigo falso que habla para mentir, y el hombre que provoca la discordia entre
hermanos.
Hijo mío, observa los consejos de tu padre, no rechaces la enseñanza de tu madre.
Mantenlos bien amarrados en tu corazón, cuélgalos de tu cuello.
Ellos guiarán tus pasos, en tu sueño velarán por ti y te aconsejarán apenas despiertes.
El mandamiento es una lámpara, la Ley, una luz, las correcciones te enseñan el camino de
la vida.
Te protegerán de la mala mujer, de las palabras zalameras de la mujer de otro.
No sueñes con su belleza, ni te dejes conquistar por sus miradas.
La prostituta no busca más que un trozo de pan, pero la mujer adúltera lo que quiere es
una vida preciosa.
¿Se pueden llevar brasas en los bolsillos sin que se queme la ropa?
¿Se puede caminar por carbones encendidos sin que se quemen los pies?
Lo mismo pasa con el que va donde la mujer de su prójimo, el que la toca no quedará sin
castigo.
No se condena al ladrón hambriento que roba para llenar su estómago.
Pero si es pillado, tendrá que pagar siete veces más, y en eso se le irá toda su casa.
¡Cuánto más loco el que le levanta al prójimo su mujer!, El que lo hace, se pierde a sí
mismo.
Cosechará golpes y deshonra, dejará en ello su reputación.
Porque los celos pondrán furioso al marido, en la primera oportunidad se vengará sin
compasión.
No aceptará excusa alguna, tus regalos no lo conmoverán.
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Proverbios, capítulo 7.
¡Hijo mío, guarda mis palabras, conserva como cosa preciosa mis consejos. Observa mis
órdenes y vivirás, guarda mi enseñanza como a la niña de tus ojos. Apriétalos firmemente entre
tus dedos, inscríbelos en las tablillas de tu corazón!,
Dile a la sabiduría, Sé mi hermana, y a la inteligencia, Se mi amiga.
Entonces sabrás protegerte de la mujer de otro, de la hermosa desconocida de suaves
palabras.
Miraba desde la ventana de mi casa a través de la rejilla,
y vi pasar a un muchacho, a uno de esos jóvenes que no piensan en nada.
Se metía por la callejuela, cerca de la esquina donde vive esa mujer, para dirigirse a su
casa.
Atardecía, terminaba el día, ya estaba encima la noche y la oscuridad.
De repente, sale ella a su encuentro, vestida como prostituta y tapada con un velo.
Es la mujer descarada, que no tiene vergüenza ni puede quedarse tranquila en su casa.
Ya sea en la calle, ya sea en las plazas, por todas partes anda buscando aventuras.
Se echa sobre el joven y lo abraza, le dice con tono seguro,
Tenía que ofrecer un sacrificio, hoy mismo tuve que pagar mi manda.
Salí pues a buscarte para que estés en el banquete y te encontré.
Adorné mi cama con un cobertor de fina tela de Egipto. Perfumé mi lecho con mirra, áloe y
canela.
¡Ven, entreguémonos al placer, embriaguémonos de amor hasta el amanecer!,
Mi marido no está en casa, salió de viaje a un lugar lejos de aquí, se llevó el dinero y no
volverá a casa hasta la luna llena.
Logra convencerlo con habilidad, lo seduce y se lo lleva.
El la sigue como un buey que llevan al matadero, como un ciervo pillado en un lazo
corredizo,
al que pronto una flecha atravesará el hígado, ¡Es como un pájaro que cae en la trampa,
sin saber que eso le costará la vida!,
Pues bien, hijos míos, pongan atención en lo que les digo.
No te dejes seducir por una de esas mujeres, ni te dejes engañar por sus maniobras.
Porque ella ya ha hecho muchas víctimas, y hasta los más fuertes han caído.
De su casa se pasa al lugar de los muertos, es un camino que se hunde en el mundo de los
muertos.
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Proverbios, capítulo 8.
¿Quién llama?, ¿No es la Sabiduría?, ¿Esa voz, no es la Inteligencia?
Se detuvo en las alturas, al borde del camino, en el cruce de las carreteras.
Miren cómo llama a las puertas de la ciudad, en las entradas más frecuentadas,
¡A Ustedes, humanos, me dirijo, lanzo un llamado a los hijos de los hombres!,
¡Aprendan a juzgar, ustedes que no saben, y sean más reflexivos, ustedes que no piensan!,
Escúchenme, les diré lo esencial, nada sale de mis labios que no sea exacto.
De mi boca brota la verdad, porque aborrezco los discursos hipócritas.
Todas mis palabras son sinceras, ni una sola es dudosa o falsa.
Todas son exactas, un espíritu abierto se da cuenta, son justas, eso se ve con un poco de
saber.
Aprópiense de mi disciplina antes que del dinero, elijan la ciencia y no el oro fino.
La sabiduría es más útil que las perlas, ¿qué tesoro podría igualársele?
Yo, la Sabiduría, vivo junto con el arte de juzgar, la acción reflexiva me tiene entre sus
amigas.
Aborrecer el mal es temer a Yavé. Aborrezco el orgullo y la arrogancia, los caminos que
conducen al mal y la hipocresía.
Mío es el buen sentido, y mío el saber práctico, mía la inteligencia y también el poder.
Por mí reinan los reyes y sus ministros deciden con justicia.
Gracias a mí se mantienen los príncipes, los grandes, y los que gobiernan la tierra.
Amo a los que me aman, los que me buscan me encuentran.
Junto conmigo encuentran honor y riqueza, fortuna perdurable y prosperidad.
Mis frutos son mejores que el oro fino, lo que yo aporto vale más que la plata.
Voy por un camino de rectitud, de donde salen a todas partes senderos de justicia,
voy colmando de bienes a los que me aman, y dejando llenas sus bodegas.
Yavé me creó -fue el inicio de su obra- antes de todas las criaturas, desde siempre.
Antes de los siglos fui formada, desde el comienzo, mucho antes que la tierra.
Aún no existían los océanos cuando yo nací, no había fuente alguna de donde brotaran los
mares.
Las montañas no habían aparecido, ni tampoco había colinas cuando fui dada a luz.
Yavé no había hecho ni la tierra ni el campo, ni siquiera el primitivo polvo del mundo.
Yo ya estaba allí cuando puso los cielos en su lugar, cuando trazó en el océano el círculo de
los continentes, cuando formó las nubes en las alturas, y reguló en el fondo de los mares el caudal
de sus aguas, cuando le impuso sus fronteras al mar, un límite que no franquearían sus olas.
Cuando ponía los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado poniendo la armonía. Día tras día
encontraba en eso mis delicias y continuamente jugaba en su presencia.
Me entretengo con este mundo, con la tierra que ha hecho, y mi gusto más grande es
estar con los humanos.
Pues bien, hijos míos, óiganme. ¡Felices los que siguen mis caminos!,
¡Acepten mi enseñanza y sean sabios, no la menosprecien!,
Feliz el que me escucha, que aguarda cada día junto a mi puerta y permanece a la espera,
en el umbral.
Porque el que me encuentra ha encontrado la vida, sobre él vendrán los favores de Yavé,
pero el que me ofende atenta contra su vida, todos los que me odian eligieron la muerte.
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Proverbios, capítulo 9.
La Sabiduría construyó su casa, levantó sus siete columnas.
Mató a sus animales y preparó sus vinos, ya había puesto su mesa.
Ordenó pregonar por medio de sus sirvientes, desde las alturas de la ciudad alta,
¡Dense una vuelta por aquí, ustedes que no saben!, A los que no piensan en nada les dice,
¡Vengan a comer mi pan y a beber mi vino que he preparado!,
¡Dejen a un lado su locura y vivirán, anden por los caminos de la verdad!,
El que le llama la atención a un burlón se atrae sus insultos, el que corrige a un malvado
corre el riesgo de que lo humillen.
No reprendas al burlón, te ganarías un enemigo más, corrige al sabio, y te amará.
Dale al sabio y será más sabio, instruye a un hombre bueno y sabrá más.
El temor de Yavé es el principio de la sabiduría, conocer Al que es Santo, eso es
inteligencia.
Así es como prolongarás tus días y se te añadirán años de vida.
Si eres sabio, la sabiduría trabajará para ti, si eres un burlón, sólo tú pagarás las
consecuencias.
La señora Locura es nerviosa, tonta e ignorante.
Se sienta a la puerta de su casa, en un trono, en lo alto de la ciudad.
Desde allí interpela a los viajeros que van por su camino,
¡Dénse una vuelta por aquí, ustedes que nada saben!, A los que no piensan en nada les
dice,
¡El agua que se roba es más dulce, el pan que se come a escondidas es mucho más
sabroso!,
Pero el auditor no sabe que por allí andan rondando los muertos, los que ella invita
descienden a los infiernos.
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Proverbios, capítulo 10.
Proverbios de Salomón Un hijo sabio es la alegría de su padre, un hijo insensato es la
amargura de su madre.
Los tesoros mal adquiridos no se aprovechan, una vida honrada, en cambio, libra de la
muerte.
Yavé no quiere que el justo padezca de hambre, pero deja a los malvados insatisfechos.
La mano perezosa atrae la pobreza, la mano diligente se enriquece.
El hombre prevenido cosecha cuando es verano, pero es muy tonto el que duerme
durante la cosecha.
Las bendiciones descenderán sobre la cabeza del justo, pero los gritos de los malvados
quedarán ahogados.
La memoria del justo será bendecida, pero el nombre de los malvados se pudrirá.
El hombre de corazón sabio acepta los consejos, mientras que el pretencioso corre a su
perdición.
El que camina con integridad va seguro, pero el que toma caminos equivocados pronto
será desenmascarado.
Un guiño de ojo te acarrea problemas, un reproche restablecerá la paz.
La boca del hombre bueno es un manantial de vida, la de los malvados disimula la
violencia.
El odio suscita las peleas, el amor perdona cualquier falta.
En los labios del hombre inteligente sólo hay sabiduría, la espalda del insensato merece
palos.
Los sabios atesoran el saber, la boca del tonto derrama la desgracia.
La fortuna del rico le sirve de defensa, la pobreza del indigente provoca su desgracia.
Los trabajos del hombre honrado son sustento para su vida, las ganancias del malvado
serán su ruina.
Respetar las advertencias es caminar a la vida, no hacer caso de la corrección es perder su
camino.
El que disimula su odio es un farsante, el que difunde la calumnia es un insensato.
En el mucho hablar no faltará el pecado, el que refrena sus labios es prudente.
El justo habla, es plata fina, los pensamientos del malvado, nada valen.
Muchos se alimentan de las palabras del justo, mientras que los insensatos mueren por su
propia estupidez.
Lo que enriquece es la bendición de Yavé, tus esfuerzos no le añaden nada.
Al insensato le gusta meditar el mal, y al hombre prudente, cultivar la sabiduría.
Lo que el malvado temía le sucede, lo que el justo deseaba se le concede.
Pasada la tormenta, el malo ha desaparecido, pero el justo permanece para siempre.
Vinagre para los dientes, humo en los ojos, eso es el flojo para su patrón.
El temor de Yavé te prolongará tus días, los años del malvado serán acortados.
Después de haber esperado, el justo experimentará la alegría, pero la espera de los
malvados será en vano.
Yavé previó un refugio para el hombre íntegro, y la ruina para los que hacen el mal.
El justo puede perturbarse pero no para siempre, los malos en cambio no ocuparán la
tierra.
La sabiduría sale de la boca de los justos, la lengua mentirosa será arrancada.
La bondad se hospeda en los labios del justo, y la corrupción, en la boca de los malvados.
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Proverbios, capítulo 11.
Yavé odia la balanza falsa, le agrada el peso justo.
Hoy la arrogancia, mañana la vergüenza, la sabiduría vive con los modestos.
La integridad guía a los hombres rectos, la perversidad lleva a los impíos a su perdición.
En el día de la Cólera, la riqueza no servirá de nada, pero la honradez librará de la muerte.
La honradez les abre un camino recto a los hombres íntegros, los malvados se pierden en
el de su maldad.
Los hombres buenos se salvan debido a su justicia, pero los impíos son presa de su propia
ambición.
Cuando al malvado le llega la muerte, se acaba su esperanza, sus riquezas ya no lo
amparan.
El justo se verá libre del peligro, en su lugar caerá un malvado.
Cuando el impío habla, trata de destruir a su prójimo, la sabiduría de los justos les permite
liberarse de ello.
Cuando les va bien a los justos la ciudad se alegra, cuando los malvados pierden, hay
fiesta.
La ciudad prosperará mientras los justos la bendigan, su ruina se deberá a las intrigas de
los malvados.
El hombre sin corazón denigra a su prójimo, el hombre prudente guarda silencio.
El cuentista revela los secretos, el que merece confianza guarda el secreto.
Cuando no hay dirección, el pueblo va a la deriva, la salvación depende del número de los
consejeros.
El que sirve de aval a un extranjero se arriesga mucho, el que se abstiene de eso estará
seguro.
Una mujer amable se forma una buena reputación, los hombres enérgicos consiguen una
fortuna.
El que es generoso se hace bien a sí mismo, el que es duro hiere su propia carne.
El salario del malvado es engañoso, el que siembra el bien tiene su recompensa asegurada.
La vida honrada lleva a la vida, el que eligió el mal camina a la muerte.
Yavé aborrece al hombre corrompido, los que permanecen íntegros obtienen su favor.
El malvado nunca quedará sin castigo, pero la descendencia de los justos será salvada.
Una mujer bonita carente de buen criterio es como un anillo de oro en el hocico de un
cerdo.
Los justos no desean sino el bien, los malos también tienen sus esperanzas, pero van al
fracaso.
Uno reparte abundantemente y se enriquece, otro economiza y se empobrece.
El que es generoso será saciado, el que riega será regado.
El pueblo maldice al que acapara el trigo, bendice al que vende su grano.
El que trata de hacer el bien será bendito, si alguien persigue el mal, el mal lo alcanzará.
El que confía en sus riquezas caerá, mientras que los justos verán cómo crece su follaje.
El que no sabe ordenar su casa cosechará sólo el viento, el tonto terminará sirviendo al
sabio.
El fruto del justo es un árbol de vida, los malvados serán arrancados antes de tiempo.
El justo recibe lo que merece en esta tierra, y más todavía el malvado y el pecador.
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Proverbios, capítulo 12.
El que acepta que lo corrijan ama el saber, el que aborrece la reprensión es un tonto.
Yavé favorece al que es bueno, pero condena al hombre con dobles intenciones.
El que hace el mal no está nunca seguro, el justo, en cambio, está bien arraigado.
Una mujer valiente es el orgullo de su marido, la que no sabe tener vergüenza es un cáncer
en los huesos.
Los justos tratan de hacer el bien, los proyectos de los malos no son más que engaño.
Son trampas las palabras de los malvados, pero los hombres rectos tienen la respuesta
para escapar.
Los malvados tambalean, desaparecen, pero la casa de los justos permanece de pie.
Se aprecia a cada cual según su buen criterio, el que habla con doblez será despreciado.
Más vale no tener títulos pero tener un servidor, que dárselas de grande y que le falte el
pan.
El justo tiene atenciones hasta con sus animales, el malvado, en cambio, no tiene
entrañas.
El que cultiva su campo tendrá pan, carece de buen tino el que persigue ilusiones.
Las ambiciones del malo le acarrean desgracias, el justo, en cambio, es un árbol que
fructifica.
El malvado queda atrapado en sus propias artimañas, el justo se libra de cualquier
problema.
Al que sabe hablar no le faltará el pan, el que trabaja con sus manos será recompensado.
El tonto está seguro de sus decisiones, pero el sabio atiende a los consejos.
El tonto manifiesta su disgusto al instante, el hombre juicioso no da muestras de la
afrenta.
El hombre honrado expondrá la verdad, el testigo falso lo embrollará todo.
Las palabras desconsideradas hieren como una espada, la palabra de un sabio será el
remedio.
La palabra verdadera se instala para siempre, lo que es falso dura sólo un momento.
El embuste se aloja en el corazón de los intrigantes, la alegría, en el del buen consejero.
La desgracia no desanimará al justo, mientras que los malos serán colmados de males.
Yavé detesta los labios mentirosos, pero favorece a los que pronuncian la verdad.
El hombre prudente no dice todo lo que sabe, los tontos se dan prisa en manifestar sus
estupideces.
La mano que trabaja será quien tome las riendas, y los trabajos duros serán para el
perezoso.
Una pena profunda debilita las energías, una buena noticia devuelve la alegría.
El justo sabrá guiar a su prójimo, mientras que los malvados se desviarán de su camino.
Para el flojo no hay asado de caza, ser activo, es el secreto de la riqueza.
La vida se halla en el camino recto, el camino tortuoso conduce a la muerte.
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Proverbios, capítulo 13.
Un hijo sabio atiende los consejos de su padre, el burlón no toma en cuenta los reproches.
Cada cual comerá del fruto de sus obras, la felicidad será para el justo, la violencia para el
impío.
El que vigila sus palabras tendrá larga vida, el que habla sin parar, se perjudicará.
Si uno se queda en el deseo, no pasa nada, son los activos los que engordan.
El hombre bueno siente horror por la mentira, el malvado tira mugre y calumnia.
La rectitud protege al hombre recto, la maldad lleva al malvado a su perdición.
Uno aparenta ser rico pero nada tiene, otro, ser pobre, y tiene grandes bienes.
El rico paga el rescate que lo salva, pero el pobre no se siente amenazado.
La luz de los justos brilla, mientras que la lámpara de los malos se apaga.
La arrogancia sólo produce peleas, la sabiduría está en escuchar.
La fortuna que se adquiere de repente no dura, el que la administra a su ritmo la aumenta.
La esperanza diferida desanima, el deseo satisfecho es un árbol de vida.
El que menosprecia las advertencias saldrá perdiendo, el que observa los mandamientos
será recompensado.
La enseñanza del sabio es fuente de vida, permite escapar de los lazos de la muerte.
El que actúa con sensatez será apreciado, el camino de los traidores no lleva a ninguna
parte.
El hombre prudente actúa a sabiendas, el tonto demuestra al instante su locura.
Un mensajero mentiroso prepara una desgracia, un mensajero fiel da la ayuda.
Miseria y vergüenza para el que rechaza los consejos, el que hace caso a la reprensión será
estimado.
Es agradable tener lo que uno desea, los tontos no renunciarán al mal.
El que anda con sabios se hace sabio, el que frecuenta a los insensatos se pervierte.
La mala suerte persigue a los pecadores, la felicidad vendrá a recompensar a los justos.
Los buenos dejan a sus hijos y nietos su herencia, la fortuna de los pecadores está
reservada al justo.
El campo que trabaja el pobre lo alimenta, mientras otros perecen por falta de justicia.
No usar el chicote es no amar al hijo, el que lo ama no demora en corregirlo.
El justo come y calma su apetito, el estómago de los malos grita de hambre.
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Proverbios, capítulo 14.
La Sabiduría construye la casa, la estupidez la destruye con sus propias manos.
El que teme a Yavé toma el recto camino, el que lo desprecia se aleja de él.
Las palabras del insensato le traen la reprensión, lo que dice el sabio trabaja por él.
Sin bueyes los graneros quedarán vacíos, los ingresos dependen de la fuerza de los
animales.
Un testigo digno de fe dice la verdad, un testigo falso miente tanto como respira.
El burlón busca la sabiduría, pero en vano, el hombre reflexivo aprende rápido.
Apártate del tonto, no recibirás de su boca la sabiduría.
La sabiduría del hombre hábil consiste en saber a dónde va, la necedad de los tontos los
extravía.
Los tontos se burlan del pecado, pero Dios favorece a los hombres buenos.
El corazón conoce su propia pena, y su alegría nadie podrá compartirla.
La casa de los malvados será destruida, pero la tienda de los justos no se moverá.
A algunos su camino les parece recto, pero al final del camino está la muerte.
Aun en medio de la risa el corazón tiene sus penas, la alegría acaba en tristeza.
El descarriado se saciará con el fruto de su conducta, y lo mismo el hombre de bien.
El simple cree todo lo que se dice, pero el prudente mira dónde pone los pies.
El sabio teme el mal y se aparte de él, el tonto sigue adelante sin preocuparse.
El colérico comete disparates, el hombre reflexivo lo soporta todo.
Los ingenuos sólo adquieren la estupidez, los hábiles podrán estar orgullosos de su saber.
Los malos se inclinarán ante los buenos, los pecadores esperarán junto a la puerta del
justo.
El pobre le causa fastidio a su mismo vecino, mientras que el rico tiene muchos amigos.
El que desprecia a su prójimo comete un pecado, feliz el que tiene piedad de los
desgraciados.
¿No han perdido su camino los que maquinan el mal?,
¿Acaso no se topará con la bondad y la fidelidad el que busca el bien?,
Todo trabajo tiene su recompensa, pero lo que se queda en palabras lleva a la miseria.
La riqueza será la corona de los sabios, y el tonto se quedará con su estupidez.
Un testigo veraz salva vidas, el marrullero profiere mentiras.
El que teme a Yavé tiene un apoyo firme, sus hijos podrán confiar en él.
El temor de Yavé es fuente de vida, a uno lo libra de los lazos de la muerte.
Un pueblo numeroso es la gloria de su rey, cuando faltan los súbditos es la ruina del
soberano.
El que demora en enojarse da muestra de inteligencia, el que no se domina, manifiesta su
locura.
La paz del corazón fomenta la salud, pero la envidia corroe los huesos.
El que oprime al pobre insulta a su Creador, el que tiene piedad de los indigentes le rinde
homenaje.
Al malvado lo derriba su propia malicia, el justo está seguro hasta en la muerte.
La sabiduría habita en los hombres de buen criterio, la estupidez se encuentra entre los
insensatos.
Una nación crece por la justicia, el pecado es la vergüenza de los pueblos.
El servidor inteligente será apreciado por el rey, pero el incapaz se hace acreedor a su
cólera.
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Proverbios, capítulo 15.
Una respuesta amable calma la furia, una palabra hiriente hace que aumente la cólera.
Las palabras de los sabios difunden el saber, mientras que la boca de los tontos desborda
de locura.
Los ojos de Yavé están en cualquier lugar, observan a los malos y a los buenos.
Las palabras que apaciguan son un árbol de vida, la lengua perversa rompe las energías.
El tonto menosprecia la corrección de su padre, el sensato toma en cuenta las
advertencias.
Hay muchas riquezas en la casa del justo, y muchos problemas con las ganancias del malo.
Las palabras de los sabios propagan el saber, pero no está en el corazón de los tontos.
Yavé aborrece el sacrificio de los malvados, pero acoge con alegría la oración de los justos.
Yavé detesta a los que se portan mal, pero ama al que busca el bien.
Un severo castigo aguarda al que se sale del camino, si no quiere corregirse, morirá.
El mundo infernal y la muerte están a la vista de Yavé,
¡cuánto más el corazón de los hombres!,
Al burlón no le gusta que lo reprendan, por eso evita la compañía de los sabios.
Corazón contento, rostro radiante, corazón triste, espíritu abatido.
El inteligente anda en busca del saber, la boca de los tontos repite sus necedades.
Para el infeliz todos los días son malos, el que tiene alegre el corazón está siempre de
fiesta.
Más vale tener poco y temer a Yavé, que guardar tesoros y no tener paz.
Es mejor un plato de legumbres con cariño que un buey gordo con discordia.
El hombre arrebatado arma peleas, el que demora en enojarse trae la calma.
El camino del flojo está jalonado de zarzas, el sendero de los trabajadores es como una
carretera.
Un hijo sabio será la alegría de su padre, el tonto será la vergüenza de su madre.
El loco se entretiene en su tontería, el hombre inteligente sigue derecho su camino.
Los proyectos carentes de reflexión fracasan, tendrán éxito si han sido bien madurados.
¡Feliz el que tiene la respuesta acertada!, Nada mejor que una respuesta oportuna.
El camino que sube, el de la vida, es para el hombre sensato, éste evitará el que baja a la
morada de los muertos.
Yavé derriba la casa de los orgullosos, pero protege el cercado de la viuda.
Yavé odia los proyectos perversos, la pureza que él espera son las palabras benevolentes.
El que corre tras el dinero desarma su casa, el que no se deja comprar vivirá.
El hombre recto reflexiona antes de responder, la maldad sale por sí sola de la boca de los
malos.
Yavé se mantiene alejado de los malos, pero atiende a la oración de los justos.
Una mirada benevolente alegra el corazón, una buena noticia reanima las fuerzas.
El que pone atención en los consejos saludables tendrá su lugar entre los sabios.
El que desprecia la corrección se perjudica a sí mismo, el que escucha los consejos forma
su conciencia.
El temor de Yavé es la escuela de la sabiduría, antes de la gloria es necesaria la humildad.
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Proverbios, capítulo 16.
El hombre propone, pero Yavé dispone.
Cada cual justifica sus decisiones, pero Yavé sopesa los espíritus.
Encomienda tus obras a Yavé, y tus proyectos se realizarán.
Yavé hizo todo con un propósito, y al mismo malvado para el día del castigo.
Yavé detesta el corazón altanero, no podrá quedar sin castigo.
Con la bondad y la fidelidad uno repara sus faltas, pero con el temor de Yavé se aleja del
mal.
Si Yavé aprecia tu conducta, hará que tus mismos enemigos se reconcilien contigo.
Más vale tener poco y ser honrado, que ganar mucho en forma indebida.
Cada uno decide dentro de sí su camino, pero Yavé asegura sus pasos.
El rey habló, ¡es un oráculo!, No se equivoca cuando tiene que juzgar.
Yavé pide balanza y platillos justos, a él se le rinden cuentas por el juego de pesas.
Los reyes detestan hacer el mal, saben que su trono se basa en la justicia.
El que manda con justicia es apreciado por el rey, él ama a los hombres rectos.
¡El enojo del rey es peligro de muerte!, Pero un hombre sabio puede apaciguarlo.
¡Si se ilumina el rostro del rey es señal de vida!, Su benevolencia es como lluvia de
primavera.
Adquiere la sabiduría más bien que el oro, prefiere el buen juicio al dinero.
El camino de los hombres buenos los aleja del mal, el que mira por dónde va seguirá vivo.
Antes de la ruina hubo orgullo, la arrogancia precede a la caída.
Más vale permanecer humilde con los de abajo que repartirse los despojos con los
orgullosos.
El que reflexiona en los hechos tendrá éxito, ¡feliz el que confía en Yavé!,
El que tiene la sabiduría es el verdadero inteligente, las palabras acertadas atraen la
adhesión.
El buen criterio es fuente de vida para el que lo posee, la estupidez de los tontos será su
castigo.
La sabiduría que tienes adentro le da sentido a tu discurso, tus palabras producirán un
impacto.
Las conversaciones benévolas son como un panal de miel, agradables al paladar, buenas
para la salud.
A veces nuestro camino nos parece recto, pero lleva inexorablemente a la muerte.
La necesidad del trabajador trabaja para él, su boca tiene exigencias y lo presiona.
El pillo trama el mal, lo que sale de su boca es un fuego devorador.
El hombre perverso provoca las disputas, y el que anda con cuentos divide a los amigos.
El que quiere abusar de su prójimo comienza por seducirlo, y lo lleva por un camino que
no es bueno.
El que mira de soslayo trama alguna picardía, frunce los labios, ya cometió el pecado.
Los cabellos blancos son una corona respetable, está al fin del camino de la justicia.
El que demora en encolerizarse vale más que un héroe, el que sabe dominarse es más que
el conquistador de una ciudad.
Se tira al cara o sello en la palma de la mano, ¡pero la decisión viene de Yavé!,
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Proverbios, capítulo 17.
Más vale un trozo de pan seco en paz que una casa bien abastecida donde hay peleas.
Un servidor astuto le ganará al hijo indigno, compartirá la herencia junto con los hijos.
Hay crisol para la plata, y horno para el oro, Yavé es el que sondea los corazones.
El malvado escucha al mal consejero, el mentiroso le presta atención al que deforma.
El que se burla de los pobres insulta a su Creador, el que se alegra de la desgracia ajena no
quedará sin castigo.
Los nietos son la corona de los ancianos, así como los padres son el orgullo de sus hijos.
Un lenguaje noble no le cae bien a un tonto, y menos aún la mentira a un príncipe.
La gratificación, varita mágica para el que la usa, da resultados donde quiera que uno vaya.
Si se perdona una falta, se refuerza la amistad, si uno la da a conocer, perderá a su amigo.
Una amonestación tiene más efecto sobre un hombre inteligente que cien bastonazos
sobre un tonto.
El malvado sólo piensa en rebelarse, pero se le mandará un ángel de infortunio.
Es mejor toparse con una osa privada de sus crías que con un tonto en su delirio.
Si uno devuelve mal por bien, la desgracia no se apartará de su casa.
Entablar un juicio es como abrir una represa, desístete antes que se dé curso a la demanda
Absolver al culpable, condenar al inocente, ambas cosas son igualmente odiosas para Yavé
¿De qué sirve el dinero en manos de un tonto?, Como es tonto no comprará la sabiduría.
Un amigo te querrá en todo momento, te ha nacido un hermano en previsión de días
malos.
Hay que ser bien ingenuo para servir de aval a otro y comprometerse en vez del otro.
Amar la discusión es buscar los golpes, el que toma un tono arrogante busca su propia
desgracia.
El que actúa con doblez no hallará la felicidad, las malas lenguas caerán en desgracia.
El que echa un tonto al mundo le pesará, el padre del insensato no tendrá de qué
alegrarse.
El buen humor hace bien al organismo, si el espíritu está triste los nervios se deprimen.
El malvado acepta regalos bajo cuerda para torcer la justicia.
El hombre inteligente tiene los ojos fijos en la sabiduría, las miradas del tonto
vagabundean por los cuatro rincones del mundo.
Un hijo insensato es la amargura de su padre, y la tristeza de la que lo dio a luz.
No es nada bueno castigar a un inocente, golpear a personas honorables no se puede
justificar.
El hombre con experiencia no habla demasiado, el inteligente se toma su tiempo antes de
hablar.
Hasta un tonto pasaría por sabio si supiese callarse, mientras cierre la boca es inteligente.
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Proverbios, capítulo 18.
El egoísta no busca sino lo suyo, se irrita ante cualquier consejo.
Al tonto no le gusta reflexionar sino dar a conocer sus opiniones.
La maldad atrae el desprecio, un comportamiento vergonzoso atrae las críticas.
La palabra humana es un agua profunda, un manantial surgente, una fuente de vida.
No está bien eximir de culpa al malvado y condenar al que está en su derecho.
Las reflexiones del tonto provocan las peleas, cuando habla, siembra la confusión.
El tonto habla y se perjudica a sí mismo, se prepara una trampa.
Las palabras del mendigo son como golosinas, se deslizan suavemente hasta el fondo de
las entrañas.
El que flojea en su trabajo es hermano del que demuele.
El nombre de Yavé es una fortaleza, allí acude el justo y encuentra seguridad.
La fortuna del rico es su ciudad fortificada, le parece una fortaleza inconquistable.
La arrogancia del hombre viene antes que su ruina, la humildad precede a la gloria.
El que responde antes de haber escuchado pasa por un estúpido y queda en ridículo.
Lo que mantiene al hombre en su enfermedad es su espíritu, pero, ¿cómo levantar a un
espíritu deprimido?,
Un espíritu abierto adquiere conocimientos, el oído del sabio está atento al saber.
Un regalo abre las puertas, es la manera de introducirse ante los grandes.
Se da razón al primero que habla, aparece su contrario y hay que revisarlo todo.
Tirando al cara o sello podrían resolverse muchas querellas, y hasta zanjar pleitos entre los
poderosos.
Hermanos que se ayudan son como una fortaleza, y los amigos, como los cerrojos de una
torre.
De todo lo que has dicho te llenarás el estómago, comerás hasta saciarte de lo que ha
salido de tus labios.
La lengua puede dar vida y muerte, según como la uses, así serán sus frutos.
El que encontró una esposa encontró la felicidad, Yavé es quien le otorgó ese favor.
El mendigo habla en tono de súplica, y el rico le responde con dureza.
Hay amigos que llevan a la ruina, pero otros que son más fieles que un hermano.
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Proverbios, capítulo 19.
Más vale el pobre que vive honradamente que el sinvergüenza que ha sabido escalar
posiciones.
De nada vale el entusiasmo si no hay reflexión, el que precipita sus pasos se pierde.
Uno se arruina por su propia estupidez, ¡y luego le echa la culpa a Yavé!,
La fortuna multiplica los amigos, mientras que el desafortunado pierde los suyos.
El testigo falso no quedará sin castigo, el que propaga calumnias no se escapará.
Un noble tiene muchos aduladores, todos son amigos del que hace regalos.
Al pobre lo rechazan todos sus hermanos, con mayor razón sus amigos. ¿Con quién
hablar?, Nadie se presenta.
El que adquiere buen juicio se hace bien a sí mismo, el que actúa con inteligencia será
feliz.
El testigo falso no quedará sin castigo, el que miente cuando atestigua perecerá.
No conviene que un tonto viva en el lujo, y menos aún que un esclavo mande a los
príncipes.
Un hombre inteligente domina su enojo, al no hacerle caso a la ofensa se agranda.
El furor del rey es como el rugido del león, su benevolencia es como el rocío sobre la
hierba.
Un hijo sin juicio es la desdicha de su padre, chillidos de mujer son como una gotera que
no termina.
Casa y bienes son herencia paterna, pero Yavé es quien da una esposa juiciosa.
La pereza produce sueño, el flojo tendrá hambre.
El que guarda el mandamiento se guarda a sí mismo, el que desprecia la palabra morirá.
El que tiene compasión del pobre le presta a Yavé, éste sabrá pagar su deuda.
Corrige a tu hijo mientras haya esperanza, si no, tu serás responsable de su muerte.
El que se ha enojado debe pagar, si se lo perdona, volverá a hacerlo.
Atiende a los consejos, acepta la enseñanza, al final serás un sabio.
El hombre forja muchos proyectos, pero se realizará lo que Yavé decidió.
El hombre atrae por su bondad, se prefiere un pobre a un arrogante.
El temor de Yavé te dará vida, dormirás tranquilo, inmune a la desgracia.
El flojo mete la mano en el plato, y luego no la lleva la boca.
Castiga al burlón y el simple pondrá atención, reprende al hombre sensato y entenderá.
El que deja sin nada a su padre y echa a su madre es un hijo infame y desnaturalizado.
El hijo que no hace más caso de los que lo reprenden, sólo puede rumiar malos
pensamientos.
Un testigo perverso se burla de la justicia, la boca de los malvados se entretiene con la
injusticia.
El látigo es para los que se burlan, el palo fue hecho para la espalda de los tontos.
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Proverbios, capítulo 20.
El vino lo pone a uno sarcástico, el alcohol excita, el que se da a ellos no será un sabio.
La cólera del rey es como el rugido del león, el que la provoca arriesga su vida.
Poner fin a las querellas engrandece al hombre, el que no se domina es un tonto.
El flojo no trabajó en el otoño, ¡cuando llegue el verano buscará, pero nada!,
Aguas profundas son los proyectos del corazón, los inteligentes sacan de allí.
De mucha gente se dice que son buenos, pero ¿quién hallará a un hombre fiel?
El justo que lleva una vida irreprochable, ¡felices sus hijos después de él!,
En cuanto se sienta el rey en su tribunal, le salta a la vista todo lo malo.
¿Quién puede decir, mi corazón es puro, estoy limpio de todo pecado?
¡Peso doble y medida doble, dos cosas que aborrece Yavé!,
Por sus actos demuestra el muchacho si su vida será justa y honrada.
Al oído que oye, al ojo que ve, a ambos los hizo Yavé.
No te acostumbres a dormitar, vendría la pobreza, ten abiertos los ojos y tendrás pan.
¡Mal negocio, mal negocio!, dice el comprador, pero se va contento.
Hay oro, hay muchas perlas, pero lo más precioso es el saber.
¡Quítale su ropa ya que sirvió de aval a otro, ponlo en prisión en lugar de un extraño!,
El pan prohibido es sabroso, pero te deja la boca llena de arena.
Los proyectos toman cuerpo si ha habido reflexión, calcula bien cuando hagas la guerra.
El que habla demasiado traiciona los secretos, ¡desconfía del charlatán!,
¿Ha maldecido a su padre y a su madre?, Su lámpara se apagará en el lugar más oscuro.
Fortuna adquirida en pocos días no prosperará después.
No digas, ¡Me vengaré!, confía en Yavé para resarcirte.
Un peso para comprar, otro para vender, ¡Yavé los aborrece!, No se debe falsear la
balanza.
Yavé dirige los pasos del hombre, ¿quién sabe a dónde lo conduce su camino?
Cuídate de prometer en forma apresurada, ¡Esto es para Yavé!, y de ponerte después a
reflexionar.
Un rey sabio pasa a los malos por el cedazo, les hace sentir el peso de su justicia.
El espíritu en nosotros es la lámpara de Yavé, escudriña los rincones de nuestro interior.
La fidelidad y la lealtad conservan al rey, la benevolencia afirma su poder.
La fuerza es el orgullo de los jóvenes, los cabellos blancos son el honor de los ancianos.
La herida que sangra evita la infección, los golpes curan el mal interior.
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Proverbios, capítulo 21.
Los pensamientos del rey, igual que el agua, corren por donde Yavé los dirige.
Cada uno considera buenos los caminos que ha tomado, pero Yavé pesa los corazones.
Practicar la justicia y el derecho vale más ante Yavé que los sacrificios.
Ojos despreciativos, corazón altanero, lo que en los malos reluce es sólo pecado.
Los proyectos del empeñoso acaban en ganancias, para el que se agita sólo hay déficits.
Amontonar con estafas un tesoro es la breve ilusión de los que van a la muerte.
Su violencia arrebatará a los malvados, porque se niegan a practicar la justicia.
El criminal sigue caminos torcidos, rectas son las acciones del hombre íntegro.
Más vale vivir en un rincón del granero que compartir su casa con una mujer peleadora.
El malvado sólo desea el mal, nadie le cae bien.
Castiga al burlón y el simple se hará sabio, instruye al sabio, y le aprovechará la lección.
El Justo vigila la casa del malvado, precipita a los malos en la ruina.
El que pone oídos sordos al grito del afligido, cuando llame no le responderán.
Un regalo en secreto apacigua la ira, un presente distrae el furor violento.
Cuando reina la justicia, el justo se alegra, pero es la ruina de los malhechores.
El que se aparta del camino de la prudencia, pronto descansará entre los muertos.
El que ama el placer terminará en la pobreza, nadie se enriquece corriendo tras el vino y
los perfumes.
El malo pagará por el justo, el traidor será castigado, no el hombre bueno.
Más vale vivir en un rincón solitario que con una mujer peleadora y desagradable.
El sabio tiene en su casa aceite y provisiones, el tonto sólo sabe gastarlas.
El que procura la justicia y la bondad encontrará vida, bienestar y consideración.
El sabio se apodera de una ciudad bien protegida, derribando las murallas que la
aseguraban.
El que pone un guardia a su boca y a su lengua, se libra de muchos tormentos.
Es arrogante e insolente, ¡Me río de todo!, Sus actos son un desborde de su orgullo.
Los deseos del flojo sólo pueden matarlo, porque sus manos se niegan a trabajar.
El impío ambiciona todo el día, mientras que el justo da sin medida.
Yavé siente horror por el sacrificio de los malvados, sobre todo si ofrecen con una mala
intención.
El testigo falso quedará en vergüenza, el hombre que sabe escuchar tendrá la última
palabra.
El malvado aparenta seguridad, el hombre honrado da pasos seguros.
Ante Yavé no hay sabiduría, inteligencia o prudencia que valgan.
Se equipa al caballo para el día del combate, pero la victoria depende de Yavé.
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Proverbios, capítulo 22.
¡Un nombre respetado es mejor que grandes riquezas, ser estimado es mejor que el oro y
la plata!,
El rico y el pobre tienen esto en común, que Yavé hizo a uno y a otro.
El hombre prevenido ve que viene la desgracia y se pone a resguardo, los tontos siguen
adelante y pagan las consecuencias.
La recompensa de la humildad es el temor de Yavé, la riqueza, el honor y la vida.
Hay espinas y trampas en el camino del perverso, el que se aleja de él se asegura.
Muéstrale al niño el camino que debe seguir, y se mantendrá en él aun en la vejez.
El rico domina al pobre, el deudor está a merced de su acreedor.
Quien siembra injusticia cosechará la desgracia, el poder de los violentos se romperá.
El hombre compasivo será bendito, supo compartir su pan con el pobre.
Echa al burlón y se acabará la disputa, se calmarán las peleas y las injurias.
Yavé ama a los corazones rectos, al que procura el bien, el rey lo tomará por amigo.
Yavé protege al que sabe de verdad, pero desenmascara los discursos perversos.
El flojo dice, ¡Hay un león afuera, si salgo me devorará!,
La boca de la adúltera es una fosa profunda, hay que estar abandonado por Yavé para caer
en ella.
La despreocupación está anclada en el corazón del niño, la disciplina y la corrección lo
librarán de ella.
Si oprimen a un pobre, lo hacen progresar, si dan a un rico, lo perjudican.
Abre tus oídos, escucha mis palabras, pon atención a mis enseñanzas.
Te gustará conservarlas en tu memoria y tenerlas listas en tus labios cada vez que tú
quieras.
Quiero que pongas tu confianza en Yavé,
por eso te he escrito estas treinta máximas, para aconsejarte y advertirte,
para que conozcas la verdad, y puedas responder con seguridad a quien te pregunte.
No le quites sus cosas al pobre porque es pobre, ni condenes a un desdichado.
Porque Yavé se pondrá de su lado y se hará el opresor de sus opresores.
No te juntes con un hombre colérico, ni frecuentes al rabioso,
podrías adquirir sus modales y arriesgarías así tu vida.
No seas de los que se comprometen a la ligera y que se ofrecen como avales para un
préstamo,
si no tienes con qué pagar, te quitarán tu cama dejándote en el suelo.
Deja los límites que tus padres pusieron donde han estado siempre.
¿Ves a un hombre que sabe desenvolverse?, Este entrará al servicio de los reyes, no se
quedará sirviendo a gente oscura.
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Proverbios, capítulo 23.
Si estás a la mesa con un noble, mira bien lo que hay ante ti.
¡No seas goloso, te pondrás el cuchillo a la garganta!,
No te abalances sobre sus buenos platos, son alimentos engañosos.
No te canses persiguiendo la riqueza, déjate de pensar en ella,
apenas se la ve ya desapareció. Se pone alas e igual que un águila se pierde entre las
nubes.
No comas el pan de un hombre interesado, no codicies sus manjares delicados,
porque toda su actitud es calculada, ¡Come y bebe!, te dice, pero su corazón no está
contigo.
Tendrás que vomitar el bocado que hayas comido, y habrás perdido tus buenas palabras.
No aconsejes a un tonto, despreciará aun tus palabras más sensatas.
No cambies un límite antiguo, no te apoderes del campo de los huérfanos.
Tienen a un poderoso defensor, Yavé mismo, quien asumirá su causa en contra tuya.
Pon todo tu celo en instruirte, abre tus oídos a las palabras sabias.
No vaciles en corregir a un niño, el haberlo azotado no lo hará morir.
Debes corregirlo, así lo salvarás de la morada de los muertos.
Hijo mío, si llegas a ser un sabio, seré el primero en alegrarme,
estaré feliz cuando tú estés en la verdad.
No envidies a los pecadores sino que sigue siempre en el temor de Yavé,
si lo conservas, verás sus resultados, y tu esperanza no será fallida.
Hijo mío, oye y hazte sabio, anda por el camino recto.
No te juntes con bebedores de vino y con los que se hartan de carne,
porque el borracho y el glotón se empobrecen, y el holgazán irá vestido de harapos.
Escucha a tu padre que te dio la vida, no desprecies a tu madre cuando sea viejita.
Compra la verdad, no la revendas, adquiere la sabiduría, la instrucción y la inteligencia.
El padre del justo tendrá de qué alegrarse, la que dio a luz a un sabio, éste será su
felicidad.
¡Que se regocijen pues tu padre y tu madre, que estalle la alegría de la que te dio a luz!,
Atiéndeme, hijo mío, no pierdas de vista el camino que te indico,
Has de saber que la prostituta es una fosa profunda, la mujer adúltera es un pozo
estrecho.
Está al acecho como un bandido, ¡cuántos hombres han traicionado por culpa de ella!,
¿De quién son los ayes?, ¿De quién son los lamentos?, ¿De quiénes las peleas y las
quejas?, ¿De quiénes los golpes sin motivos y los ojos que ven doble?,
De los que se dedican a tomar y amontonar botellas y alcohol.
No te dejes fascinar por el vino, ¡qué rojo más hermoso, transparente en la copa, y cómo
baja!,
Acabará mordiéndote como una serpiente, te picará como una víbora.
Ya no sabrás lo que ves y te pondrás a decir estupideces.
Serás como un hombre en alta mar, agarrado al mástil del navío,
¡Me golpearon, pero no me dolió!, ¡Me pegaron, pero no sentí!,
¿Voy a despertarme?, ¡Quiero pedir más!,
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Proverbios, capítulo 24.
No envidies a los malvados, no busques su compañía,
porque sólo piensan en la violencia y no hablan más que de sus fechorías.
Gracias a la sabiduría se construye una casa, merced a la experiencia se la consolida,
por medio del saber sus cuartos se llenan de muchas cosas preciosas y agradables.
El hombre sabio supera al poderoso, el hombre de experiencia vale más que el forzudo,
calcula bien cuando hagas la guerra, porque la victoria depende de lo que muchos han
sabido pensar.
La sabiduría no está al alcance del tonto, ¡que se calle en la asamblea!,
Al que trama la maldad, lo llaman hacedor de intrigas,
el tonto, por su parte, se dedica a cometer el pecado, y el burlón, a hacerse odiar por
todos.
Si te desanimas cuando algo anda mal, tu fuerza no es gran cosa.
¡Libra a los sentenciados a muerte, salva a los que son arrastrados al suplicio!,
Tu dirás después, ¡No lo sabíamos!, Pero el que pesa los corazones ve claro, el que te
observa lo sabrá, y recompensará a cada uno según sus obras.
Come miel, hijo mío, porque es bueno, la miel es suave al paladar.
También la sabiduría te hará bien, si la adquieres, verás sus frutos, y tu esperanza no será
defraudada.
¡Malvado, déjate de tramar algo malo en contra de la casa del justo, no vayas a perturbar
su descanso!,
Si el justo cayó siete veces, se levantará otras tantas, mientras que los malvados caerán
para seguir en su desgracia.
No te regocijes porque cae tu enemigo, que tu corazón no se alegre porque tropezó,
Yavé podría molestarse y revertir su cólera sobre ti.
No te preocupes por los que hacen el mal, no envidies a los impíos,
porque el mal no tiene porvenir y la lámpara de los impíos se apagará.
¡Hijo mío, teme a Yavé y al rey, no frecuentes a los revoltosos!,
Porque ambos pueden golpear de improviso y ¿quién sabe cómo castigarán?
Esto también viene de los Sabios, No es bueno ser parcial en los juicios.
El que dice a un malvado, ¡Tienes razón!, será maldito por el pueblo, las naciones lo
detestarán.
Los que saben sancionar se encontrarán a gusto, serán colmados de bendiciones.
Una respuesta justa vale todas las señales de afecto.
Comienza por tu trabajo de afuera, preocúpate en primer lugar de tus campos, después de
eso podrás agrandar tu casa.
No atestigües a la ligera contra tu prójimo, ¿querrías pues mentir?
No digas, ¡Le haré lo que me hizo!,
Pasé al lado del campo del flojo, caminé alrededor de la viña de un tonto,
¡ortigas por todas partes, el suelo cubierto de zarzas, el muro de piedras caído!,
Después de haberlo visto, reflexioné y saqué la lección,
se hace una corta siesta, se alarga el rato para cruzarse de brazos,
¡pero la pobreza se aproxima a ti como un merodeador, la miseria cae sobre ti como un
hombre armado!,
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Proverbios, capítulo 25.
He aquí otros proverbios de Salomón que fueron transcritos por el personal de Ezequías,
rey de Judá.
Es gloria de Dios esconder las cosas, y gloria de los reyes, aclarar las cosas.
Muy alto el cielo y muy profunda la tierra, insondable también el pensamiento de los
reyes.
Quita las escorias de la plata, el orfebre sacará de allí un vaso,
retira al malvado de la presencia del rey, y su trono se apoyará en la justicia.
No te hagas el importante delante del rey, ni te ubiques en medio de los grandes,
más vale que te digan, ¡Sube para acá!, que verte rebajado en presencia del príncipe. Si
has visto algo,
no acuses inmediatamente, ¿qué harás luego si tu adversario te contradice?
Defiende tu causa contra tu adversario, pero sin revelar los secretos de nadie,
cualquiera que lo supiera te lo reprocharía y tu deshonor no tendría remedio.
Joya de oro engastada en plata, tal es la palabra que se dice oportunamente,
anillo de oro en un collar de zafiro, así es una sabia reprimenda para el que puede oírla.
Frescura de nieve en un día de verano, así es el mensajero fiel para el que lo envía, ¡qué
consuelo para su amo!,
Viento y nube sin lluvia, así es el jactancioso con sus promesas ilusorias.
Con perseverancia se puede convencer al juez, la lengua blanda rompe el hueso.
Si has encontrado miel, cómela con moderación. No exageres, pues la vomitarás.
No vayas demasiado a casa de tu prójimo, podría cansarse y tomarte antipatía.
Una masa, una espada, una flecha puntiaguda, tal es el hombre que habla falsedades de su
prójimo.
Un diente cariado, un pie torcido, así es el apoyo de un hipócrita, cuando te vaya mal.
¿Tomarías su manto en un día de invierno, derramarías vinagre en su herida? No entones
una canción alegre delante de los que sufren.
Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber. Así amontonarás
brasas sobre su cabeza y Yavé te lo recompensará.
El viento del norte produce la lluvia, y los subentendidos hipócritas, rostros enojados.
Más vale quedarse en un rincón del granero que compartir su casa con una mujer
peleadora.
Como agua fresca para una garganta sedienta así es una buena noticia que llega de lejos.
Un manantial sucio, una fuente contaminada, tal es el hombre honrado que cede a la
presión de un malvado.
No conviene comer demasiada miel, ¡cuidado con los honores!,
Una ciudad abierta, sin defensas, así es el hombre que no controla sus impulsos.
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Proverbios, capítulo 26.
Ni nieve en verano, ni lluvia en la cosecha, tampoco convienen honores a un tonto.
Se escapa un pajarillo, se vuela una golondrina, cuando se maldice sin motivo no pasa
nada.
¡La fusta para el caballo, las riendas para el burro, y el palo para la espalda de los
imbéciles!,
No respondas a las estupideces de un imbécil, te volverías como él.
Responde a las estupideces de un imbécil, porque si no se va a creer un sabio.
Es cortarse un pie, confiar sus mensajes a un imbécil, el trago será amargo.
Como piernas inseguras de un cojo así es la palabra sabia en boca de un tonto.
Darle importancia a un tonto no es mejor que amarrar la piedra a la honda.
Como una rama de espino en manos de un borracho así es la palabra sabia en boca de un
tonto.
Si utilizas a un tonto, será como un arquero que hiere a cuantos pasan.
El perro vuelve a su vómito, y el insensato recae en su locura.
¿Ves a ese hombre que se tiene por sabio?, Más se puede esperar de un tonto.
El flojo dice, Hay un animal feroz en el camino!, ¡Hay un león en la calle!,
La puerta da vuelta sobre sus goznes, y el flojo, sobre su lecho.
El flojo mete la mano en el plato, pero le cansa llevarla a la boca.
El flojo se cree más sabio que siete personas que responden bien.
¿Meterse en las peleas de otro?, ¡Mejor agarres por las orejas a un perro que pasa!,
Como un loco que lanza brasas o flechas mortíferas,
así es el que miente a su prójimo antes de decirle, ¡Era una broma!,
Sin leña el fuego se apaga, sin chismoso la disputa se apacigua.
El carbón y la leña activan el fuego, el hombre pendenciero atiza las disputas.
Las palabras del chismoso son como golosinas, se deslizan suavemente hasta el fondo de
las entrañas.
Como un revestimiento de plata en un tiesto de barro, así son las buenas palabras de un
corazón perverso.
El que tiene odio disimula su lenguaje y esconde en él su maldad.
Si expresa buenos sentimientos, no te fíes, siete maldades llenan su corazón.
Aunque oculte su odio bajo modales educados, su malicia se manifestará en público.
El que cava una fosa caerá en ella, el que hace rodar una piedra, ésta se volverá sobre él.
El que miente odia al que ofende, lo echa abajo con palabras suaves.
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Proverbios, capítulo 27.
No te jactes del día de mañana, no sabes lo que te reserva ese día.
Otro puede hacer tu elogio, pero no tú, otro hablará, no tú.
La piedra es pesada y la arena cansadora para caminar, más pesados todavía son los
rencores del insensato.
La cólera es cruel, el furor tiene sus excesos, pero, ¿quién puede hacer frente a la envidia?,
Más vale una reprensión franca que rencores disimulados.
El que te quiere te aporrea, el enemigo te abraza hipócritamente.
La boca satisfecha rechaza la miel, a la hambrienta, lo amargo le parece dulce.
Como un ave que vuela errante lejos de su nido, así es el hombre que anda lejos de su
hogar.
El aceite y los perfumes alegran el corazón, la dulzura de la amistad reconforta el alma.
No renuncies a tu amigo ni al amigo de tu padre, un amigo cerca vale más que un hermano
lejos.
Hijo mío, hazte sabio y me darás alegría, así tendré que responder al que me insulta.
El hombre cuidadoso advierte el peligro y se pone a salvo, los ingenuos siguen adelante y
lo pagan.
¡Quítale su manto porque sirvió de aval a otro, cóbrale la deuda de un extraño!,
Si uno desea el bien a su vecino gritándole muy fuerte, a lo mejor le desea el mal.
Gotera continua todo a lo largo de un día de lluvia, así es la mujer peleadora.
¿Dominarla? sería como coger el viento, o tomar el aceite con la mano.
El fierro aguza el fierro, uno se afina en contacto con el prójimo.
El que cultiva a la higuera comerá de su fruto, el que cuida de su patrón recibirá un
anticipo.
Las caras no se parecen y mucho menos los corazones.
La muerte y el mundo de abajo nunca están satisfechos, lo mismo el deseo humano.
Se prueba la plata en el fuego, se coloca el oro en el crisol, cada uno debe probar a los que
lo adulan.
Podrías moler al tonto en un mortero, pero su estupidez no lo dejaría.
Infórmate bien del estado de tu rebaño, cuida tu ganado,
porque la riqueza no es eterna y las reservas no duran generaciones.
Cuando se ha cortado la hierba y aparecen los brotes, amontona el pasto en el monte,
tendrás corderos para vestirte, cabritos para pagar tu campo,
leche de cabra suficiente para que te alimentes tú y mantengas a tus sirvientas.
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Proverbios, capítulo 28.
El malhechor huye cuando nadie lo persigue, el justo en cambio se siente más seguro que
el león.
Los errores de un violento ponen al mundo en ebullición, con un hombre inteligente
vuelve la calma.
El hombre malo que explota a los pobres es como una lluvia devastadora que deja sin pan.
Los que abandonaron la ley aplauden al malvado, los que observan la Ley se indignan
contra él.
Los malos no entienden nada de moral, los que buscan a Yavé lo comprenden todo.
Más vale un pobre que vive honradamente, que un oportunista que se hizo rico.
Un muchacho inteligente observa la Ley, el que frecuenta a los libertinos es la vergüenza
de su padre.
Préstamos y usura lo han hecho rico, amontonó para otro que tuvo piedad de los pobres.
El que se niega a escuchar la Ley, hasta su oración indispone a Dios.
El que enseña el mal camino a la gente buena, el mismo caerá en la zanja.
El hombre rico piensa que es sabio, pero el pobre de buen criterio sabe lo que aquél vale.
Cuando triunfan los justos es grande la alegría, cuando ganan los malos, cada uno se
esconde.
Ocultar sus faltas no conduce a nada, el que las reconoce y renuncia a ellas se hace
perdonar.
Feliz el que nunca pierde el temor, el que endurece su conciencia caerá en la desgracia.
Como un león rugiente, o un oso hambriento, así es el malvado que domina al pobre
pueblo.
Mientras menos inteligente es un jefe, más opresor será, el que aborrece los abusos
durará largo tiempo.
El violento que derramó sangre huirá hasta su muerte, ¡no lo detengan!,
El que camina sin reproches se salvará, el que actúa con doblez se perderá.
Cultiva tu campo, tendrás tu ración de pan, persigue ilusiones, te hartarás de privaciones.
El que actúa en conciencia será bendecido en todo, el que corre tras el dinero no estará sin
pecado.
Uno debiera ser imparcial, pero hay algunos que se venden por un trozo de pan.
El hombre interesado corre tras la riqueza, no sabe que la miseria lo está esperando.
El que sabe reprochar será un día más apreciado que el que es bueno para adular.
El que roba a su padre diciendo, ¡No es grave!, es un bandido más.
El hombre ambicioso sólo consigue peleas, el que confía en Yavé tendrá éxito.
El que sólo cree en su parecer es un imbécil, el que actúa con sabiduría saldrá adelante.
Al que da al pobre nada le faltará, el que prefiere no verlo conseguirá maldiciones.
Cuando ganan los malos todos se esconden, cuando son eliminados, los justos se
multiplican.
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Proverbios, capítulo 29.
El hombre que se encapricha a pesar de las advertencias será derribado de un golpe y sin
remedio.
Cuando los justos están en el poder, el pueblo se alegra, cuando domina un malo, el
pueblo gime.
El que ama la sabiduría es la alegría de su padre, el que se entretiene con prostitutas
dejará allí su fortuna.
Por la justicia un rey hace prosperar al país, si sólo es un opresor, lo lleva a la ruina.
Adular a su prójimo es tenderle una red bajo sus pies.
El pecado del malvado le prepara una trampa, mientras que el justo corre y le va bien.
El justo conoce los derechos del pobre, el malo no quiere saber de ellos.
Los que sólo saben criticar alborotan la ciudad, pero los sabios apaciguan la cólera.
Cuando un sabio discute con un loco, ya sea que se enoje o que bromee, no consigue
nada.
Los violentos aborrecen al hombre integro, los malvados tratan de perderle.
El insensato da libre curso a su impulsividad, el sabio domina la suya y la calma.
Cuando un jefe hace caso de las calumnias, todos sus servidores son malos.
El pobre y el opresor tienen algo en común, Yavé les da a ambos la luz del día.
El rey que imparte a los pobres una verdadera justicia tendrá estable su poder.
Los azotes y las correcciones llevan a la sabiduría, el niño que lo dejan hacer todo, será la
vergüenza de su madre.
Cuando los malos prosperan, abunda el pecado, pero los justos verán su caída.
Corrige a tu hijo si quieres después descansar, entonces te dará grandes alegrías.
Si no hay visiones el pueblo vive sin freno, ¡feliz el que observa la Ley!,
No se corrige a un sirviente sólo con palabras, ¡comprende pero no obedece!,
¿Ves a un hombre que se muere de ganas de hablar?, Hay que esperar más de un tonto
que de él.
Si has regaloneado a tu sirviente desde su juventud, al fin se volverá intratable.
El violento multiplica las peleas, el arrebatado comete una y otra falta.
Tu orgullo hará que te humillen, el que es humilde alcanzará los honores.
Busca su propia ruina y es cómplice del ladrón, el que nada dice cuando hacen jurar a los
que saben.
Es una trampa temblar ante los hombres, el que confía en Yavé está seguro.
Muchos buscan los favores del poder, pero Yavé es el que fija la suerte de cada cual.
Los hombres justos no aguantan al malo, así como los malvados no aguantan al que es
honrado.
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Proverbios, capítulo 30.
Estas son las palabras de Agur, hijo de Yaqué, originario de Massa. Estas son las sentencias
de ese hombre, ¡Me cansé, oh Dios, me cansé y me agoté, oh Dios mío!,
Soy más estúpido que cualquiera y me falló el sentido común,
¡sí, yo que no aprendí la sabiduría, pensé conocer la ciencia del Santo!,
¿Quién subió al cielo y volvió?, ¿Quién encerró al viento en su puño?, ¿Quién juntó las
aguas en su manto?, ¿Quién les puso límites a las extremidades del mundo?, ¿Me puedes decir su
nombre y él de su hijo?,
Las palabras de Dios pasan cualquier prueba, son un escudo para los que confían en él.
No agregues nada a sus palabras, te reprendería y te demostraría que mientes.
¡Dos cosas te pido, Dios mío, no me las niegues hasta el día de mi muerte!,
aleja de mí la falsedad y la mentira, no me des ni pobreza ni riqueza. Dame sólo mi ración
de pan.
Porque con la abundancia podría dejarte y decir, ¿Pero, quién es Yavé?, Y en la miseria
podría ponerme a robar, lo que sería deshonrar el nombre de mi Dios!,
No acuses a un sirviente ante su patrón, si te maldijera, lo tendrías bien merecido.
¡Hay personas que maldicen a su padre y no bendicen a su madre,
personas que se consideran puras, pero que no han lavado sus suciedades,
personas cuyos ojos son despreciativos y de mirada soberbia,
personas con dientes como espadas y colmillos como cuchillos, que devoran a los
humildes del país y a los pobres del pueblo!,
La sanguijuela tiene dos hijas, que se llaman ¡Dame!, y ¡Dame!, Hay tres que nunca tienen
bastante, y cuatro que nunca dicen, ¡Es suficiente!,
la morada de los muertos, la mujer estéril, la tierra que carece de agua, y el fuego que
nunca dice, ¡Basta!,.
A los ojos que desafían a su padre y se niegan a obedecer a su madre, los cuervos del
torrente los arrancarán, los aguiluchos los devorarán.
Hay tres cosas que me superan y cuatro que no puedo conocer,
¿por dónde pasó el águila en el cielo, y la serpiente por la roca, y el barco en alta mar?, ¿Y
cómo pasó el hombre por la mujer?,
Mira cómo actúa la mujer adúltera, comió y luego se limpió la boca, ¡No hice nada malo!,
Hay tres cosas que hacen temblar la tierra, cuatro que no puedo soportar,
el esclavo que llega a ser rey, el loco que come todo lo que le gusta, la joven aborrecible
que encuentra marido, la sirvienta que suplanta a su patrona.
Hay cuatro seres minúsculos en la tierra, pero que superan a todos los demás en sabiduría,
las hormigas son un pueblo insignificante, pero juntan sus provisiones en el verano,
las marmotas son indefensas, pero hallan su refugio en medio de las rocas,
las langostas no tienen rey, pero saben avanzar en disciplinados escuadrones, y por último
el lagarto, uno lo toma con la mano, pero lo encuentras en el palacio de los reyes.
Hay tres que tienen un hermoso aspecto, cuatro cuyo caminar es bello,
el león, el más valiente de los animales, que no retrocede ante nada,
el gallo, que se yergue orgulloso, y también el chivo, y además el rey, al frente de su
ejército.
Si has sido bastante torpe como para enojarte, repréndete a ti mismo, y ponte la mano en
la boca.
Porque batiéndola a golpes la nata se vuelve mantequilla, un golpe en la nariz hace estallar
la sangre, y un golpe de ira provoca las peleas.
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Proverbios, capítulo 31.
Consejos a Lemuel, rey de Massa, que se los entregó su madre,
¡No, hijo mío!, ¡No, niño mío!, ¡Tú, mi primogénito, al que pedí con tanto anhelo!,
No entregues tu vigor a las mujeres, líbrate de los abrazos de las que pierden a los reyes.
A los reyes, no les conviene, Lemuel, que tomen vino, ni a los príncipes que abusen de
licores fuertes,
porque podrían embriagarse, olvidarse de los decretos, y violar los derechos de los pobres.
Dale bebidas fuertes al que va a morir, dale vino al que está en la tristeza,
que tome, que se olvide de su miseria, que no se acuerde más de su desgracia.
Abre la boca en favor del mudo, sostén la causa de todos los desamparados.
Abre la boca y juzga a los pobres y afligidos con verdadera justicia.
Una mujer de carácter, ¿dónde hallarla?, Es mucho más preciosa que una perla.
Sabe su esposo que de ella puede fiarse, con ella saldrá siempre ganando.
Le reporta felicidad, sin altibajos, durante todos los días de su vida.
Ella se ha conseguido lana y lino porque trabaja con manos hacendosas.
Como los barcos de los comerciantes, hace que su pan venga de lejos.
Se levanta cuando aún es de noche para dar de comer a los de su casa.
¿Tiene idea de un campo?, Ya lo compró, una viña que pagó con su trabajo.
Se pone con ardor a trabajar porque tiene en sus brazos el vigor.
Vio que sus negocios iban bien, su lámpara no se apagó toda la noche,
sus manos se ocupaban en la rueca, al huso sus dedos daban vuelta.
Le tendió la mano al pobre, la abrió para el indigente.
No le hace temer la nieve por los suyos porque todos tienen abrigos forrados.
Para ella se hizo cobertores, y lleva un vestido de lino y de púrpura.
Su marido es conocido entre los oficiales, porque se sienta entre los ancianos del país.
Vende telas que ha teñido, hasta el comerciante le compra un cinturón.
Va irradiando salud y dignidad, mira con optimismo el porvenir.
Lo que dice es siempre muy juicioso, tiene el arte de transmitir la piedad.
Atenta a las actividades de su mundo, no es de aquellas que comen sin trabajo.
Sus hijos quisieron felicitarla, su marido es el primero en alabarla,
¡Las mujeres valientes son incontables, pero tú a todas has superado!,
¡El encanto es engañoso, la belleza pasa pronto, lo admirable en una dama es la sabiduría!,
Reconózcanle el trabajo de sus manos, un público homenaje merecen sus obras.
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