Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós EL CONCEPTO DE “YO” EN LA OBRA DE SIGMUND FREUD Lic. Juan José Ferrarós1 F reud ha elaborado un conjunto de modelos conceptuales, entre ellos la ficción de un aparato psíquico dividido en instancias o sistemas. Veamos una pequeña reseña de cómo va elaborando varios perspectivas: económica, dinámica y tópica. Nos referiremos aquí a la construcción de lo que se conoce como primera y segunda tópica El Yo, conjunto de neuronas diferenciadas Ya en 1895 comienza -en la experiencia de satisfacción, en el “Proyecto de una Psicología para Neurólogos”- al describir las funciones de un yo, fundamentalmente la inhibidora. Lo describe como una organización de neuronas caracterizadas por: La facilitación de las vías asociativas interiores (de este grupo de neuronas); la catexis constante por una energía pulsional que permite inhibir los procesos primarios (libre propagación de la excitación hasta la imagen mnémica del primer objeto satisfactorio) evitar la alucinación y por tanto la descarga; y lo que provocaría displacer (defensa primaria). Los procesos secundarios por una buena catexis del yo, representan una moderación de los anteriores. El yo: una función En el año 1900 en “La interpretación de los Sueños” plantea la primer tópica. Aquí el Yo como agente defensivo aparece en la función esencialmente prohibitiva de la censura. La función moderadora e inhibidora del Yo, sobre el proceso primario (e inductora del proceso secundario) aparece en el sistema preconciente como el lugar de funcionamiento del proceso secundario. El Yo como organización libidinalmente cargada se encuentra en ser el portador del deseo de dormir. En “Los dos principios del suceder psíquico” (1910-1911) la introducción del principio de realidad, que se apoya en las pulsiones de autoconservación, proporciona el sustrato energético para un Yo–realidad. El Yo efectúa la prueba de realidad. La relación con la percepción y la motilidad se estrecha, equiparándose el Yo al sistema preconciente – Conciente. Freud piensa en el conflicto entre las pulsiones sexuales y pulsiones del Yo (el afecto penoso que se opone al deseo). El Yo: un ser protoplasmático En “Introducción al narcisismo”, 1914, el Yo es una nueva acción Psíquica. No existe desde un principio ni es el resultado de una diferenciación progresiva. Es una unidad: frente al funcionamiento anárquico de la sexualidad en el autoerotismo y frente al conjunto del mundo interior del sujeto (Que podría desprenderse de la idea de Jung sobre la introversión de la libido). Freud dice: es una vuelta de aquella sobre el Yo. Es un gran reservorio de libido, no un simple lugar de paso. Propone la imagen de un pequeño ser protoplasmático. El yo se ofrece como objeto de amor a las pulsiones sexuales, génesis de la elección objetal. También describe aquí, la elección objetal narcisista (el objeto de amor, por semejanza con el Yo del sujeto) diferenciándola de la elección objetal de apoyo o anaclisis. Aparece el término “Ideal del Yo” para designar una formación intrapsíquica relativamente autónoma que sirve de referencia al Yo para apreciar sus realizaciones efectivas. Su origen es principalmente narcisista: “Lo que proyecta ante sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en aquel entonces, el mismo era su propio ideal”. Adaptación para los alumnos de la Facultad de Ciencias Sociales por el Lic. Juan José Ferrarós, sobre el texto de 1986, en coautoría con la Lic. Susana Fain 1 Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Este estado narcisista es abandonado especialmente a causa de la crítica que los padres ejercen sobre el niño. Esta crítica interiorizada en forma de una instancia psíquica especial, de censura y auto-observación, se distingue a lo largo de todo el texto del Ideal del Yo: “ella observa sin cesar al Yo actual y lo compara con el ideal”. La primera Tópica En la Represión y Lo inconciente (1915-1917) Freud postula un aparato psíquico constituido por tres sistemas: inconsciente, preconciente, conciente con diferentes funciones y características y un determinado orden entre sí, que supone una representación espacial figurada. No se limita a reconocer la existencia de lugares psíquicos diferentes, sino que les asigna una naturaleza y modo de funcionamiento propios. El inconciente sería una organización en estratos que supone un orden en los grupos de representaciones que, no es sólo cronológico sino que también tiene un sentido lógico, dado por las diversas asociaciones entre las representaciones. La recepción de la excitación y la conservación de sus huellas lo habían llevado a postular la existencia de la conciencia y el preconciente (1895, estudios sobre la histeria) y el estudio de los sueños (1900) un sistema inconsciente con leyes propias. Cada sistema posee su función, su tipo de proceso (primario para el inconsciente, secundario para el pre-CC) su energía de carga (inconsciente libre, preconciente ligada) especificándose los contenidos representativos (de cosa en el inconsciente y de palabra en el preconciente). Entre cada sistema funcionarían censuras que constituyen una barrera selectiva de actividad permanente. Al tránsito de un sistema al siguiente (de organización psíquica superior) corresponde una nueva censura. Sistema Proceso Energía de carga Contenido representativo Inc Primario Libre De cosa Preconciente-conciente Secundario Ligada De palabra El punto de vista tópico se articula con la perspectiva dinámica, en la cual estos sistemas se hallarían en conflicto entre sí. En la primera concepción del aparato psíquico el conflicto se da entre en sistema inconsciente y el preconciente-conciente, en donde se halla incluido el Yo. El yo y el ideal En “Duelo y Melancolía” (1917) la identificación no es solo la expresión de una relación entre el Yo y otra persona. Al incorporarse el objeto, es toda la relación la que se interioriza. Así, el Yo no es ya la única instancia personificada, ya que una parte del Yo puede separarse, situarse frente a la otra, criticarla y juzgarla como objeto, constituyendo una instancia crítica o conciencia moral. Encontrar cómo una parte del Yo se erigía contra otra y adquiría para el sujeto el valor de modelo y la función de juez, -en los delirios de observación, en la melancolía y en el duelo patológico- fue lo que condujo a Freud a diferenciar del Yo esa otra instancia crítica. Antes de designarla y diferenciarla así, tanto en la clínica como en la teoría se había reconocido la parte desempeñada en el conflicto psíquico por la función que tiende a prohibir la realización y toma de conciencia de los deseos: por ej., censura del sueño (inclusive Freud reconoció que esta censura podía actuar en forma inconsciente). Asimismo observó que los autoreproches de la neurosis obsesiva no son necesariamente concientes, surgiendo el aparentemente contradictorio sentimiento de culpabilidad inconsciente. En “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1920-1) se sitúa en primer plano la función del ideal del Yo. Freud ve en él una formación claramente diferenciada del Yo que permite explicar la fascinación amorosa, la dependencia frente al hipnotizador y la sumisión al líder. En estos casos una persona ajena es colocada en lugar del ideal del Yo por el sujeto. La segunda tópica El origen de la distinción tópica en la primera teoría estaba explicada a través del proceso de la represión, lo cual lo conduce a Freud a postular en un primer tiempo una represión primaria. A partir de 1920, elabora una segunda teoría del aparato psíquico conocida como Segunda Tópica. En ella intervienen tres instancias: Yo, super-yo y ello. Los motivos que impulsan este cambio tienen que ver: por un lado con la creciente consideración de las defensas inconscientes que impiden hacer coincidir los polos del conflicto defensivo con los sistemas mencionados: lo reprimido con el inconsciente y el yo con el sistema pre-CC; y por otro lado con el descubrimiento del papel desempeñado por las identificaciones en la construcción de la persona y de las formaciones permanentes que de ellas se derivan –ideales, instancia crítica, imágenes de sí mismo -. En esta segunda teoría pierde la represión el carácter fundamental que desempeñaba en la primera puesto que la génesis de las distintas instancias es concebida más bien como una diferenciación progresiva. El término Ello, lo toma de Groddeck: ”Lo que llamamos nuestro Yo se comporta de un modo pasivo y somos vividos por fuerzas desconocidas e ingobernables”, cuyo precedente fue Nietzsche que designaba “lo que existe de impersonal y de necesario por naturaleza en nuestro ser”. Lo describe como una parte oscura e inaccesible, como un caos, o una caldera plena de hirvientes estímulos - pulsiones – que recibirían su energía desde lo somático. El Ello incluiría los mismos contenidos que el sistema Inconsciente y estaría regido por las Lic. Juan José Ferrarós, EL CONCEPTO DE “YO” EN LA OBRA DE SIGMUND FREUD 2 Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós leyes del proceso primario pero ya no representaría el conjunto del psiquismo inconsciente. este cambio en la concepción del aparato psíquico consiste además en la reestructuración de la teoría de las pulsiones. La primera oposición: pulsiones sexuales versus pulsiones del Yo o de autoconservación queda absorbida en la gran oposición: pulsiones de vida – pulsiones de muerte o sea que Ello incluiría desde un principio ambos tipos de pulsiones. El término Super-Yo, introducido por primera vez en el Yo y el Ello (1923) designa una instancia que se ha de separar del Yo, y que posee una función crítica respecto de este. Super-yo e Ideal del yo son considerados como sinónimos. La formación del super-yo va paralela al sepultamiento del complejo de Edipo, aquel se erige en su heredero. El niño renuncia a la satisfacción de sus deseos edípicos marcados por la prohibición – amenaza de castración – y transforma su carga sobre los padres en identificación a los padres, interioriza la prohibición. Por lo tanto la raíz del supero-yo es inconsciente, íntimamente comunicado con el Ello. El Yo aparece como el polo opuesto, representa en la vida anímica la razón y la reflexión, es una diferenciación progresiva del Ello en contacto con la realidad. El sistema percepción – conciencia constituye su núcleo. Este no se limita a recibir los estímulos del Mundo exterior sino que capta también los provenientes del interior, de la vida anímica. Es en gran parte inconsciente, hecho demostrado en la clínica por las resistencias halladas en la cura. Se le atribuyen importantes funciones: control de la motilidad y de la percepción, prueba de realidad, anticipación, ordenación temporal de los procesos mentales, pensamiento racional. Aparece como un mediador que se esfuerza en atender exigencias contradictorias. Se halla sometido a una triple servidumbre, amenazado por tres tipos de peligros: el proveniente del mundo exterior, el de la libido del ello y el de la severidad del Super-yo. En caso de presión externa reacciona desarrollando angustia. Freud lo planteó como dinámicamente débil ya que funciona con energía procedente del Ello que obtiene identificándose con los objetos que constituyen o constituyeron aspiraciones instintivas, postulándose asimismo como objeto y atrayendo hacia sí la libido del Ello, que en este proceso se convierte en energía desexualizada (narcisista). Pensamos que Freud siempre tuvo una concepción estructural del aparato psíquico. El papel estructurante que cumplía la represión en la primera tópica, lo desempeña la identificación en la segunda. Lic. Juan José Ferrarós, EL CONCEPTO DE “YO” EN LA OBRA DE SIGMUND FREUD 3