El capricho de la reina

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La naturaleza no actúa por capricho. Las lluvias, los vientos,
el sol…, todo sirve para crear vida. Por eso, los
Tr o t a m u n d o s
saben respetar la naturaleza.
Pero hay personas que pretenden cambiar la naturaleza
y la estropean. Eso es lo que ocurre en este cuento por
un capricho de una reina. ¿De qué capricho se tratará?
Paloma Bordons
El capricho de la reina
Paloma conoce muy
bien la naturaleza.
Entre otras cosas
porque estudió
Ingeniería Técnica
Forestal, una ciencia
que presta especial
atención a los bosques.
Pero, por suerte para
sus lectores, al final se
dedicó a escribir, que
es lo que más le gusta,
además de dibujar
y leer.
fértil: que da muchos
frutos.
se atiborraba: se llenaba.
En algún punto o, mejor dicho, en dos puntos del océano Atlético,
no lejos de las penínsulas de Oste y Moste, se encuentran las
minúsculas islas de Chis y Garabís, donde transcurre esta historia.
En Chis reinaba el rey Manolo. Manolo vivía con su esposa la
reina Andrea y su hijo Nicolás en un palacio tan pequeño que
casi no se podía llamar palacio.
La tierra de Chis era excelente; nunca vi una tierra tan fértil.
El clima de Chis tampoco estaba mal: seis días a la semana lucía
el sol, y los jueves llovía. Desde que se inventaron los jueves,
ni un solo jueves había dejado de llover en Chis.
Supongo que por ese clima y ese suelo, los huertos de Chis,
aunque muy pequeños eran los mejores del mundo. Crecían unas
ciruelas tan enormes, que con una sola se atiborraba hasta
el más glotón; las cebollas eran de tal calibre, que al picar una
lloraba todo el pueblo; los melones había que transportarlos
en carretilla... ¡Aquello era una exageración!
A un tiro de piedra de la isla de Chis estaba la isla de Garabís.
Garabís también tenía su rey, el rey Agapito, unos pocos súbditos
y su lluvia los jueves. En Garabís, en cambio, no había huertos,
sino un espeso bosque, un río lleno de peces y un prado
increíblemente verde con un montón de vacas, muy hermosotas
ellas. Los habitantes de Garabís vivían de la madera, de la pesca
y de las vacas, e intercambiaban sus productos con los de Chis.
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El rey Agapito vivía en un palacio grande y señorial. Le gustaba
dar órdenes, que le hicieran reverencias y salir al balcón
de palacio todos los sábados a las doce en punto para que
le aclamaran sus súbditos.
A los habitantes de Garabís les daba un poco de pena.
–¡Vaya aburrimiento tener que reinar todo el día!
–comentaba uno.
–¡Y encima, aguantar a la reina! –decía otro–. ¡Pobre Agapito!
E iban todos los sábados a aplaudirle un rato, para compensarle
un poco de la desgracia de ser rey.
El rey Agapito estaba casado con la reina Matilde. La quería
con locura. Creo que era el rey más enamorado del mundo.
Los vecinos de Garabís, que eran muy aficionados a poner motes,
le llamaban Agapito Sesosorbido.
La reina Matilde tenía mucho genio y era terriblemente
caprichosa.
–Agapito –decía la reina–, quiero una fiesta con fuegos
artificiales.
Agapito buscaba a los mejores pirotécnicos y la reina tenía
su fiesta.
–Agapito, quiero que dos más dos sean cinco.
El rey mandaba publicar un decreto por el cual, desde aquel día,
en Garabís, dos más dos eran cinco.
reverencias: movimientos en señal de
respeto.
aclamaran: aplaudieran.
pirotécnicos: personas
que preparan fuegos
artificiales.
decreto: orden que
da una autoridad.
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cardos borriqueros:
plantas con muchas
espinas.
permanente: rizado
artificial del pelo.
meteorólogos: personas que estudian el
tiempo que va a hacer.
–Agapito, quiero un helado de cardos borriqueros –dijo un día
la reina.
El rey Agapito mandó llamar a los mejores cocineros y magos.
Al ver que ninguno conseguía un helado de cardos aceptable, se
puso él mismo manos a la obra. Y como dicen que el amor todo
lo puede, consiguió un helado para chuparse los dedos.
El rey Agapito siempre lograba complacerla.
Hasta que, un día, la reina Matilde dijo:
–Agapito, el jueves que viene es mi cumpleaños y no quiero
que llueva.
–¡Pero Matildita! –exclamó el rey Agapito, angustiado. ¡Desde que
el mundo es mundo, en Garabís siempre ha llovido los jueves!
–Pues tú verás lo que haces –repuso la reina Matilde–. Pienso dar
una fiesta en el jardín, y si llueve se me quitará la permanente.
El rey Agapito mandó llamar a astrólogos, astrónomos,
meteorólogos, magos, niños prodigio, bomberos...
–Veremos lo que se puede hacer –dijeron todos.
Y llegó el jueves. La reina salió al jardín y le cayó encima
un chaparrón. Se murió del berrinche.
Ese fue el último jueves que llovió en Garabís. Y tampoco volvió
a llover ningún otro día de la semana. La nube gris de todos los
jueves llegaba puntualmente a Chis y dejaba caer una buena
lluvia, pero no se acercaba a Garabís, y en seguida se marchaba
por donde había venido. Estaba muy ofendida.
PALOMA BORDONS
Chis y Garabís. Ediciones SM
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COMPRENSIÓN LECTORA
1 Piensa y contesta.
• ¿Cómo se llaman las islas en las que sucede esta historia?
• ¿Quién reinaba en cada una de las islas?
• ¿Qué día de la semana llovía en las dos?
2 Escribe en tu cuaderno cuál de estas islas es Chis y cuál Garabís.
A
B
3 Explica por qué a los habitantes de Garabís les daba pena el rey
Agapito. ¿Qué hacían para compensarle?
4 ¿Cómo llamaban al rey Agapito sus súbditos? Explica por qué lo
llamaban así.
5 Escribe en tu cuaderno los caprichos de la reina, según el orden
en que se los fue pidiendo al rey Agapito.
• Un helado de cardos borriqueros.
• Que dos más dos sean cinco.
• Que no llueva el día de su cumpleaños.
• Una fiesta con fuegos artificiales.
6 ¿Cuál de los deseos de la reina no se pudo realizar? ¿Qué hizo el
rey para intentar complacerla? ¿Qué ocurrió al final?
7 ¿Por qué dejó de llover los jueves en Garabís? Explícalo.
8 En el texto se dice que “el amor todo lo puede”. ¿Crees que es
cierto? ¿Alguna vez has conseguido hacer algo que al principio
parecía muy difícil para agradar a alguien a quien quieres mucho?
Coméntalo con tus compañeros.
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