NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 2 14/11/2013 10:08:45 a.m. La noción de período en la historia dominicana Volumen I NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 3 14/11/2013 10:08:45 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 4 14/11/2013 10:08:45 a.m. Archivo General de la Nación Vol. CXCV Pedro Mir La noción de período en la historia dominicana Volumen I Santo Domingo 2013 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 5 14/11/2013 10:08:45 a.m. Cuidado de la edición: Eliades Acosta Matos Cotejo y corrección: Ibis Acosta y Janley Rivera Mejías Diagramación: Juan Francisco Domínguez Novas Diseño de portada: Enrique F. Hernández Gómez Ilustración de portada: Los colores de la bandera de la República Dominicana junto a una composición fotográfica que contiene las imágenes de Cristóbal Colón, José Núñez de Cáceres y Juan Sánchez Ramírez. Primera edición, 1981 Segunda edición, 2013 De esta edición © Archivo General de la Nación (Vol. CXCV) Departamento de Investigación y Divulgación Área de Publicaciones Calle Modesto Díaz, núm. 2, Zona Universitaria, Santo Domingo, República Dominicana Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110 www.agn.gov.do ISBN: 978-9945-074-90-1 Impresión: Editora Búho, S. R. L. Impreso en República Dominicana / Printed in Dominican Republic NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 6 14/11/2013 10:08:45 a.m. Índice Presentación del problema......................................................... 9 Esbozo de un modelo de síntesis de la historia dominicana...... 21 PRIMERA PARTE A. La historia que no se escribe.............................................. 67 a. Consideraciones en torno a la noción de Método y la noción de Período......................................................... 69 b. Caracterización de la noción de Pueblo ............................. 81 B. La historia que sí se escribe ............................................... 87 Antemural................................................................................... 89 a. La opción antillana .............................................................. 91 b. La opción continental ......................................................... 98 c. La opción insular.................................................................. 101 Esquema I ............................................................................ 105 SEGUNDA PARTE C. La historia que tal vez debería escribirse....................... 109 La opción dominicana............................................................... Introducción .............................................................................. 1. La Era imperial.................................................................... Esquema II ................................................................................. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 7 111 111 117 118 14/11/2013 10:08:46 a.m. 1. La época de las devastaciones .......................................... 119 Esquema III ......................................................................... 120 a. Devastaciones imputables a España .................................... 121 Devastación I........................................................................... 123 Las Consecuencias: .................................................................. 135 Consecuencia I.......................................................................... 135 Donde se discute el problema del aniquilamiento completo de la propiedad .................................................... 135 Consecuencia II........................................................................ 148 Donde se asiste a la total disipación del pueblo.................. 148 Consecuencia III....................................................................... 153 Donde se certifica la desaparición definitiva de la esclavitud .. 153 Consecuencia IV....................................................................... 171 Donde se contempla la reducción de la soberanía imperial y del poder colonial............................................... 171 Consecuencia de las consecuencias....................................... 180 Donde se descubren las creaciones originales de las destrucciones originales....................................................... 180 ........................................................................ Consecuencia: Planteamiento de una conciencia nacional isleña ..................................................................... DEVASTACIÓN III........................................................................ Consecuencia: Planteamiento de una conciencia nacional dominicana ............................................................ DEVASTACIÓN IV........................................................................ Consecuencia: Planteamiento de la Independencia Nacional Dominicana ......................................................... DEVASTACIÓN II NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 8 205 205 229 229 269 269 14/11/2013 10:08:46 a.m. Presentación del problema H ace ya muchos años, una empresa editora extranjera, enfrascada en la preparación de una serie de volúmenes acerca de la América Latina, se mostró interesada, como era lo natural, en una historia de la República Dominicana. El proyecto exigía una extensión máxima de 75 páginas. De primera intención, la tarea parecía casi banal. Los empresarios aspiraban a una narración lineal que redujera al mínimo las referencias documentales o bibliográficas, las notas y datos técnicos y, en fin, cualquiera de esos elementos usuales que interrumpen el flujo natural de la lectura. El modelo era el artículo referido a cualquier país en una buena enciclopedia. Se suponía que cualquier dominicano podría redactarlo de memoria. Extrañamente, ninguno de los dominicanos que entonces merodeábamos por aquellos alrededores, se sintió animado a emprender la faena, a pesar de los atractivos materiales y las compensaciones patrióticas. Los editores se vieron obligados a postergar indefinidamente el proyecto, no sin insistir en que solo aspiraban a un simple resumen de cualquier manual de historia reconocido en el país. Pero nuestra inhibición no era tan extraña. En el fondo lo que sucedía es que el tal manual, cuyo contenido pudiera ser reducido satisfactoriamente a proporciones tan moderadas, era en realidad inexistente. Al intentar una reducción de cualquiera de los manuales reconocidos a esos términos, los diversos períodos sacaban a flote su interpretación convencional y el resultado era un conjunto de pulsaciones incoherentes visiblemente desprovisto del hilo conductor, capaz de explicarlo a todos. De ahí que fuera necesario 9 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 9 14/11/2013 10:08:46 a.m. 10 Pedro Mir mucho espacio para establecer ese hilo conductor o para explicar a cada período dentro de su propia lógica. El hecho es que no poseíamos una historia de la República Dominicana sino muchas cosidas entre sí, como esas bellas alfombras hechas de retazos zurcidos cuyo encanto reside en su incoherencia y su heterogeneidad. De modo que no se trataba de un resumen sino de una síntesis. Su verdadero sentido debería ser, no el simple ahorro verbal sino el registro de los puntos culminantes de un proceso de conjunto, que permitiera comprender esa historia prescindiendo de los detalles. Así planteado el problema, lo más importante resultaba ser ese proceso. Pero, ¿cuál podría ser ese proceso? Se supone que un proceso único supone un motor único. Sólo el planteamiento del problema en esos términos producía una suerte de escalofrío… Toda la historia de Inglaterra, pongamos por caso, puede ser explicada en función de la conquista de los mares. La historia completa de los Estados Unidos puede ser entendida como el desarrollo del núcleo colonizador, los «Pilgrims Fathers», que llegaron en el «Mayflower» en 1620 y siguen desembarcando todavía, aunque no necesariamente en Plymouth, sino cada vez mas allá. El sentido histórico de España lo explicó Cervantes, y en eso consiste su genio, por medio de dos personajes, no universales ni filosóficos ni simbólicos, sino españoles, cuya vigencia contemporánea es impresionante. Y Francia sólo es y sólo será su gran Revolución. A Panamá la explicamos por el Canal desde su mismo origen. A Cuba por el azúcar, a Bolivia por el estaño, a Chile por el salitre, a Venezuela por el petróleo y así sucesivamente. Pero sin ir tan lejos, toda la historia de nuestra vecina, la República de Haití puede ser articulada, desde su origen hasta nuestros días, desde las proclamas de Toussaint hasta los modernísimos poemas de Depestre, en función de la esclavitud capitalista conocida como el sistema de «gran plantación». La historia de todas las naciones tiene un núcleo fundamental, aunque no sea necesariamente ninguno de los mencionados, que le sirve de pentagrama. Y cabe preguntar, ¿cuál es ese núcleo histórico que verdaderamente podría servir de pentagrama a toda la historia de nuestro país y que llegado el caso, permitiría condensarla en dos palabras o en un solitario símbolo? NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 10 14/11/2013 10:08:46 a.m. La noción de período en la historia dominicana 11 Respuestas no han faltado. Un ilustre profesor canadiense después de devanarse los sesos en la búsqueda de este cordón umbilical de nuestra historia ha llegado, aunque de manera vacilante, a una conclusión definida: «La historia dominicana es, en cierto sentido, la de su hacienda…» Y esta es una verdad satisfactoria. Y conmovedora. Pero, desgraciadamente, sólo «en cierto sentido». Y en cierta época. Porque la hacienda no es más que la fachada monetaria tras de la cual se esconden esos «elementos considerados dramáticos» como el azúcar, el tabaco, el cacao, la corambre, el oro, la Bahía de Samaná, cualquiera de los cuales puede aspirar en buena lid a convertirse en símbolo de nuestro proceso histórico durante un período. Pero esto supone varias historias. Y de lo que se trata es de ese núcleo fundamental que las engarza a todas… En consecuencia, los editores aquí evocados solicitaban inconscientemente toda una tarea de investigación, discusión y desarrollo de una teoría general de la historia de nuestro país. En otras palabras, pedían sin darse cuenta del delirio, que se les explicara en 75 páginas, o menos porque había que dejar espacio al prólogo, al índice, a ciertas notas, a cierta bibliografía, a cierta ilustración y a los pases de un capítulo a otro, en qué consiste la historia dominicana… *** No fue entonces cuando el autor de estas líneas entró en agudo conflicto con ese problema. El primer contacto se produjo dramáticamente en 1949 cuando preparaba una obra, TRES LEYENDAS DE COLORES, cuyo recóndito compromiso era el de mostrar –y demostrar– que las tradiciones revolucionarias de los dominicanos, con todo lo candorosa que pudiera haber resultado esta afirmación, eran más antiguas que las de cualquier otro país del hemisferio. Esto era entonces muy importante para nosotros los dominicanos que andábamos por numerosos caminos de la América Latina. El subtítulo rezaba: «Ensayo de interpretación de las tres primeras revoluciones del Nuevo Mundo». La conclusión era que esas revoluciones habían NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 11 14/11/2013 10:08:46 a.m. 12 Pedro Mir tenido lugar en nuestro país en una época tan remota como el Siglo xvi y en consecuencia nosotros, los herederos de esa tradición, veníamos investidos por la realidad histórica de una calidad revolucionaria multisecular. Era una época en la que la fama de Trujillo desacreditaba las virtudes revolucionarias de nuestro pueblo. Se nos acusaba de falta de virilidad o de una incapacidad medular para la historia, escarnecida a veces en caricaturas infamantes. A todos nos dolía eso. Y, así apremiada, la obra se proponía evidenciar que los dominicanos habían ejercido su virilidad histórica desde los días remotos del Descubrimiento español y que, por tanto, las causas de su pasividad y de su inmovilismo actual debían buscarse en otros reinos. Pero los hechos históricos, que no suelen responder a estas nobles intenciones, trababan, entorpecían, nublaban continuamente la mirada del investigador. En efecto, en el Siglo xvi se inauguraba una bella tradición revolucionaria en esta Isla y, desde luego, en todo el Nuevo Mundo. Pero, por más que la investigación se afanaba por encontrar la manera en que ella se engarzaba con los siglos siguientes hasta constituirse en la base de las tradiciones modernas de nuestro pueblo, este vínculo no aparecía por ninguna parte. A cada paso se rompía la continuidad del Siglo xvi. Se alzaba una muralla impenetrable entre ese siglo y el siguiente, que impedía explicar al Santo Domingo modesto de tres siglos después, con el esplendoroso antecedente de LA ESPAÑOLA. Las loables tentativas de reivindicar el honor viril de los dominicanos, quedaban en entredicho al ser sustentadas en la buena voluntad. El trabajo siguió su curso y fue concluido dando por válido el supuesto de que la historia de nuestro país se iniciaba en el Siglo xvi y de que, en consecuencia, las tradiciones revolucionarias que allí se inauguraban seguían un curso ininterrumpido a través de los siglos. Pero en la conciencia del investigador quedó una sombra: la ruptura cósmica que se hacía evidente o insoslayable en los albores del Siglo xvii… *** En 1969 vio la luz otra obra del autor, EL GRAN INCENDIO, como resultado de un compromiso con la Dirección de Investigaciones de la NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 12 14/11/2013 10:08:46 a.m. La noción de período en la historia dominicana 13 Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), que entonces dirigía esas actividades. En esa ocasión volvió este problema a la conciencia del investigador y de nuevo fue obligado a moderar sus reproches interiores, aunque esta vez, para acallar los rugidos de su conciencia, emitió en página aparte un sosegado «mea culpa», casi infantil, de este tenor: «Así, en idioma de fuego, ha debido comenzar esta historia. No hagáis caso de la leyenda escolar que refiere que al principio fueron las hojas flotantes y luego el grito escalofriante de ¡TIERRA! prorrumpido desde un mástil enhiesto por un marinerito lindamente llamado Rodrigo de Triana. No hagáis caso tampoco de la leyenda popular o popularizada que atribuye al Descubridor y a sus módicos huesos, el hechizo que parece gravitar sobre el destino de esta tierra atormentada. La historia verdadera, la que perdura en sus consecuencias y sus arrebatos, la que establece la fisonomía del país y traza su rumbo sangriento a través de los siglos, comienza con la catástrofe. Todo lo que ha ocurrido antes de ella, pertenece al dominio de los antecedentes. Todo lo que ha ocurrido después, es su obra…» Sin embargo, estas palabras elusivas eran en el fondo un rompimiento tajante con la historia tradicional, una pequeña proclama emancipadora. Pero allí el problema se contemplaba tangencialmente, sólo en sus implicaciones internacionales, como lo indicaba el subtítulo: «Los balbuceos americanos del capitalismo mundial», y dejaba en remojo las derivaciones dominicanas de aquellos acontecimientos, en espera de que la vida impusiera sus criterios. Convencido finalmente de que hay que ayudar a la vida, el autor ha decidido dar un merecido baño a su conciencia en estas páginas. Sus impulsos no obedecen ya a la necesidad de reivindicar la capacidad de lucha del pueblo dominicano. Está en todos los periódicos, inclusive más allá de nuestras fronteras. Tampoco responden al reclamo de aquellos editores NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 13 14/11/2013 10:08:46 a.m. 14 Pedro Mir extranjeros que reclamaban confundidos una breve historia de la República Dominicana en sólo 75 páginas. En ambos casos, se encontrará una respuesta, pero en esta ocasión la tarea le viene impuesta de nuevo por otro compromiso con la UASD, ahora a través del Centro de Estudios de la Realidad Social Dominicana (CERESD). *** Este compromiso, condensado en el tema LA NOCIÓN DE PERÍODO EN LA HISTORIA DOMINICANA, consiste en principio en proponer un esquema racional de periodización de nuestra historia. Un gráfico en el cual se lleva a cabo una esquematización general de nuestra historia debidamente periodizada, se encuentra al fin de este volumen. Allí debió, o pudo haber debido concluir este compromiso. Pero tal esquematización exigía una fundamentación que le sirviera de esqueleto. Vale decir, una concepción de nuestra historia que sirviera de base a su división en períodos. Para dar satisfacción a esta exigencia ineludible, el esquema gráfico va acompañado de un relato general compendiado de nuestra historia que podría haber servido a los editores extranjeros antes mencionados. Se encontrará bajo el título MODELO DE SÍNTESIS DE UNA HISTORIA GENERAL DEL PUEBLO DOMINICANO, y bien puede caber en un formato de bolsillo de unas 75 páginas. Obviamente, el «modelo de síntesis» exige el modelo de análisis. A esta tarea se consagra este trabajo, cuya extensión indica cuando menos, hasta dónde la inhibición antigua respondía a unas motivaciones mucho más complejas de lo que entonces se pudo imaginar. No se trata de una historia dominicana más. Muchos episodios, que se dan por conocidos, son prácticamente eliminados. El énfasis se sitúa en aquellos puntos controversiales, respecto de los cuales el autor supone que puede ser sensibilizada la concepción tradicional del lector y que es el producto de un martilleo constante, no sólo en la literatura historiográfica, sino en la escuela de párvulos, en las esquinas callejeras, en las páginas de los periódicos, en el trabajo a veces admirable, documentado, científico, de investigadores sumamente capaces y bien dotados, e inclusive, no pocas veces colocados en el mismo sendero que impulsan estas páginas, aunque no apremiados por la urgencia de una NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 14 14/11/2013 10:08:46 a.m. La noción de período en la historia dominicana 15 periodización general, o no comprometidos, de entrada, sino con una «historia dominicana» y no, como en este caso, con una «historia general del pueblo dominicano». Me sería muy grato mencionar algunos trabajos contemporáneos que han significado un punto de partida inapreciablemente valioso en este esfuerzo, si no involucrara una apreciación que podría herir algunas sensibilidades a las que no se tiene el derecho de herir. Creo que este trabajo, demasiado ambicioso para la capacidad y la resistencia física de su autor, y sobre todo para la labor solitaria, podría servir para estimular la discusión y el examen de los aspectos tradicionales de nuestra historiografía y, tal vez, al trabajo definitivo que espera, anhela, exige nuestro pueblo. La esperanza, y también la confianza, está en los jóvenes. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 15 14/11/2013 10:08:46 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 16 14/11/2013 10:08:46 a.m. A la juventud dominicana NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 17 14/11/2013 10:08:46 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 18 14/11/2013 10:08:46 a.m. La idea de que lo decisivo en la Historia son las acciones políticas del poder y del Estado, es tan vieja como la historiografía misma. Y es también la causa de que se haya conservado tan poca cosa acerca del desarrollo de los pueblos: el movimiento silencioso y realmente impulsor, que procede como trasfondo de esas sonoras escenas… Federico Engels. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 19 14/11/2013 10:08:46 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 20 14/11/2013 10:08:46 a.m. Esbozo de un modelo de síntesis de la historia dominicana NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 21 14/11/2013 10:08:46 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 22 14/11/2013 10:08:46 a.m. 1 Las raíces más remotas del pueblo dominicano, se detectan a principios del Siglo xvii. En ese momento es preciso situar, pues, el comienzo propiamente dicho de la HISTORIA DE LA REPÚBLICA DOMINICANA,1 en cuanto historia del pueblo dominicano. Más atrás es la HISTORIA DE SANTO DOMINGO, entendiendo por tal la historia de la Isla en su conjunto, en cuanto escenario de las aventuras imperiales y de las peripecias de los gobiernos, abstracción hecha de la historia propia de cada uno de los pueblos que la comparten. 2 El origen de esa historia de conjunto es tradicionalmente situado, como es lógico, en el momento en que pone su pie en la Isla la primera expedición europea –el 5 de diciembre de 1492– en una zona actualmente perteneciente a la República de Haití. El primer emplazamiento europeo estable (LA ISABELA), aunque de todos modos no durará mucho, se funda no obstante en 1493, en una zona actualmente perteneciente a la República Dominicana, y da origen a una colonia que cubre todo el Siglo xvi, muy adecuadamente denominada LA ESPAÑOLA, por cuanto reivindica la pureza de su índole hispánica con la vaga constancia de la eliminación 1 Se ha respetado el uso de mayúsculas, cursivas y comillas del autor. Sólo se ha variado el texto original en casos de inminentes erratas, y donde se haga imprescindible cumplir las normas de edición del Archivo General de la Nación, relativas al uso de cursivas en las citas. Nota del Editor. 23 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 23 14/11/2013 10:08:47 a.m. 24 Pedro Mir física, completa y absoluta –incluyendo la conducta genética– del componente aborigen. 3 Una fecha común para el comienzo de la historia de cada una de las dos naciones que comparten el territorio, sólo es admisible si se adopta el criterio de una historia común, cuya lógica es únicamente válida para aquellos imperios que han disfrutado de la soberanía sobre la Isla como una totalidad (España, Francia), o cuya política ha sido orientada (Inglaterra, Estados Unidos) por unos intereses estratégicos, económicos o religiosos de conjunto. Obviamente, dos naciones distintas nacen en momentos distintos aunque tengan, además del territorio, una esencia común y un similar destino. 4 La continuidad histórica de este emplazamiento original del Siglo xvi, al que se incorpora oportunamente y sin alterar su carácter hispánico un componente africano, es interrumpida por una catástrofe conocida como las DEVASTACIONES DE LAS CIUDADES DEL NORTE, aunque se extendió a otras ciudades y en definitiva a toda la colonia durante los años de 1605 y 1606. Este acontecimiento va a tender una cortina impenetrable entre el Siglo xvi –dejándolo fosilizado como esa Atenas clásica en cuyo espejo gusta de contemplarse– y la historia viva y penetrante de los siglos venideros. 5 La emigración en masa de los vecinos pudientes de LA ESPAÑOLA a causa de las Devastaciones, con la consiguiente NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 24 14/11/2013 10:08:47 a.m. La noción de período en la historia dominicana 25 volatilización de la propiedad privada, deja en la Isla una población precaria de blancos pobres y antiguos esclavos negros que, tras una fase típicamente recolectora en la que el único cultivo que ha sobrevivido es el tabaco –acaso por una insoslayable exigencia y un consumo estrictamente personal– da origen a una sociedad nueva –la «sociedad hatera»– caracterizada por el aprovechamiento común e imperturbado de las tierras abandonadas. De este modelo primitivo –y tal vez de ese cultivo solitario– va a brotar el pueblo dominicano. 6 Unos treinta años después y en la zona más afectada por las Devastaciones, comienza una infiltración de aventureros franceses que, mediando el siglo, han establecido ya una colonia francesa firmemente sustentada en la importación masiva de esclavos africanos, en los marcos de una explotación económica y humana «gigantesca, típicamente capitalista, que la convertirá en el florón del imperio colonial francés y en el modelo mundial del sistema moderno de la esclavitud llamada de plantaciones. De ese modelo excepcional va a brotar el pueblo haitiano. 7 Por tanto, la HISTORIA DE SANTO DOMINGO misma se bifurca, desde el albur de arranque, en una doble estilística: de un costado, la sociedad recolectora, primitiva, elemental, dejada del dirigismo imperial; del otro, la explosión del gigantismo capitalista, del rendimiento galopante, de la concentración del esfuerzo de toda la sociedad y del genio productivo metropolitano y mundial. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 25 14/11/2013 10:08:47 a.m. 26 Pedro Mir 8 Las Devastaciones paralizan durante todo el Siglo xvii la actividad legislativa de la metrópoli española respecto de su colonia de Santo Domingo, como reflejo de la ausencia de incentivo económico y el abandono de la perspectiva histórica, con lo cual la población superviviente queda aparentemente sumergida en un marasmo que la historiografía tradicional explica con la metáfora del «sueño secular» pero que en el fondo no es sino el trabajo sordo de las creaciones espontáneas de la Historia. 9 De ellas la más importante es la institución de los TERRENOS COMUNEROS, un fenómeno tanto jurídico como histórico peculiar y privativo de la historia dominicana, totalmente libre de antecedentes en la colonización española, resultante de la absorción de elementos de la propiedad privada por la comunidad territorial surgida de las Devastaciones, a raíz de los intercambios clandestinos que una suerte de extraña dependencia mutua impone entre ambas colonias y que alcanzan su plenitud a fines del Siglo xviii. 10 En ese punto estalla la Revolución Francesa y pronto se extiende a su colonia antillana con el consiguiente estupor de la metrópoli española, uno de cuyos favoritos logra imponerle a los revolucionarios franceses, a quienes repugna esa gestión contraria a sus ideales y a su misión universal, la cesión gratuita y perpetua de la parte española de la Isla. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 26 14/11/2013 10:08:47 a.m. La noción de período en la historia dominicana 27 11 El Gobernador español efectúa la entrega sólo seis años después, no sin antes someter a su antigua colonia a un desmantelamiento sistemático que constituye la segunda gran devastación del territorio, colocado una vez más en «estado de emigración». Las Devastaciones de García de 1795 a 1801 equivalen a las de Osorio en 1605 y 1606. 12 Toda la Isla es así colonia francesa cuando, en la parte occidental, la onda emancipadora se convierte en una de las más impresionantes y auténticas epopeyas de la humanidad, para desembocar brillantemente en la primera nación independiente de la América Latina con el nombre de REPÚBLICA DE HAITÍ, curioso homenaje del primer Estado de la raza negra en todo el mundo, a la raza aborigen exterminada por la raza blanca en toda la Isla. Esa intensa conciencia racial no dejará de perdurar en su recorrido histórico. 13 Al no ser comprendida en la declaración de independencia de los revolucionarios haitianos, la antigua parte española se convierte automáticamente en la única parte francesa de la Isla. Se convierte igualmente en el foco de la revancha y en la base eventual para futuras tentativas de recuperación del paraíso perdido por parte de los antiguos plantadores franceses, con las consiguientes zozobras de la antigua población colonial de lengua española. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 27 14/11/2013 10:08:47 a.m. 28 Pedro Mir 14 Un fundamento atendible de la exclusión de esta parte en la declaración de la independencia vecina, puede ser la notoria marginación y la aparente indiferencia que se pone de manifiesto en el seno de la población de esta parte, restándole a la revolución que tiene lugar en su propio territorio y contra el mismo enemigo un concurso que habría sido inapreciable, inevitablemente dirigido a los mismos objetivos históricos. 15 Este aspecto particular del problema encuentra su explicación o cuando menos su fundamento, en la naturaleza contradictoria de los regímenes económicos y sociales que sirven de base a las dos colonias y cuya polarización se hace rápidamente sensible en presencia del dato estadístico frío; en vísperas de la revolución haitiana: 400 mil esclavos sumamente activos, inmisericordemente explotados, en la parte francesa, contra 15 mil esclavos ociosos y sólo nominalmente esclavos, en la parte española. 16 En consecuencia, la revolución será llevada allí bajo la dirección de los antiguos esclavos. Esto ha de significar que la independencia que es su resultado, deberá producir un salto gigantesco desde el régimen esclavista hasta los objetivos burgueses que implica la independencia americana, a la hora de crear la nueva sociedad. A la postre la revolución no podrá superar las lindes del régimen feudal, confortando a sus protagonistas con la parcelación de las tierras de los antiguos amos entre los antiguos esclavos. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 28 14/11/2013 10:08:47 a.m. La noción de período en la historia dominicana 29 Esa parcelación de las tierras, que así se constituye en la bandera histórica de la revolución haitiana, constituye el corazón de la conducta histórica de la parte antiguamente española y ahora francesa, no solamente respecto de la nación vecina sino en el proceso mismo de su constitución futura como nación independiente. 17 Aquí, en cambio, en la antigua parte española, el proceso no puede ser conducido por los esclavos por la sencilla razón de que los esclavos no existen. O, cuando menos, no en número ni calidad suficientes para imprimir su tónica a toda la sociedad. Y menos aún dentro de la noción histórica que había hecho de la esclavitud el motor de los acontecimientos en la parte vecina. 18 El hecho fundamental es que, a despecho de los esfuerzos tardíos de los españoles, deslumbrados por el éxito francés en el sentido de implantar el sistema de plantaciones, el sistema comunero conservaba todo su vigor, permitiendo a todos los habitantes de esta parte sin excepción alguna, incluyendo a los antiguos esclavos, el disfrute de las tierras en un plano de libertad ilimitada, inclusive racial, que explica por sí sola la resistencia popular a la parcelación de las tierras como expresión de la propiedad privada. El grito emancipador de aquella parte no podía encontrar un eco muy profundo en esta parte. Ni los unos ni los otros podían comprender a su vecino. El haitiano era incapaz de comprender por qué el esclavo dominicano no iba a Haití en busca de su libertad. El dominicano tampoco era capaz de comprender por qué debía buscar en la otra parte una libertad de la que no se sentía privado en ésta. O al menos en grado tal que pusiera en opción su vida. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 29 14/11/2013 10:08:47 a.m. 30 Pedro Mir 19 Se da así, en el limitado territorio de la Isla de Santo Domingo, el fenómeno singular de que la lucha por la independencia burguesa sea dirigida en una tercera parte de ella por esclavos y en las dos terceras restantes por campesinos ligados a un régimen de propiedad común de las tierras –los TERRENOS COMUNEROS– y hostiles a la propiedad privada. 20 Pero no de manera universal. La naturaleza peculiar del sistema comunero impulsaba el desarrollo de tendencias contradictorias, en la medida en que las formas propias de los cultivos, aproximaban o distanciaban la influencia de la propiedad privada. En esa virtud se advertían ciertos matices entre los terratenientes del país, aunque la misma noción de «terrateniente», que será utilizada copiosamente para fines prácticos en este trabajo, tiene una connotación peculiar dentro del sistema comunero, toda vez que la noción de propiedad, equivalente a posesión, despoja al latifundio de todo sentido, de modo que debe entenderse en su sentido etimológico de tenencia de la tierra, cualquiera que sea la modalidad de esa tenencia. 21 Tres grupos de terratenientes prevalecen en la práctica productiva del país: • Los «hateros» del Este, consagrados a la cría de ganado y el corte de maderas, intensamente partidarios de la comunidad territorial debido a la naturaleza particularmente favorable de este sistema NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 30 14/11/2013 10:08:47 a.m. La noción de período en la historia dominicana 31 para la crianza sin cortapisas y el corte indiscriminado de los árboles. • Los «tabacaleros» del Cibao (o del Norte), el ala más progresista de los terratenientes, partidarios fervientes de la parcelación de las tierras, tanto por la forma de su mercadeo como por la delicadeza de la planta, hostil a la depredación tanto animal como humana que permitía el sistema comunero. • Los «azucareros» del Sur, comprendida la Capital, el sector más conciliador de los agricultores, partidarios en no pequeña medida de la indeterminación de la propiedad de las tierras y al mismo tiempo de la propiedad privada, por la naturaleza híbrida de la producción azucarera, a la vez industrial y agraria, históricamente vinculada a la explotación esclavista. 22 Desde luego, ni ésta era la única producción agraria del país, pues eran importantes también otros productos como el café y el cacao, ni esta producción se encontraba estrictamente localizada en esas regiones, puesto que en todas partes se elaboraba azúcar, se criaba ganado y se cortaba madera, sin excluir sectores ligados a la destilería, pero la tónica social era impuesta nacionalmente por los grupos asentados en esas regiones. 23 El primer turno de gran vuelo histórico le corresponde a los tabacaleros del Cibao. A ellos corresponde la gloria inmarcesible de objetivar el primer paso en el proceso de constitución del pueblo dominicano y de escalar el primer peldaño en la larga lucha hacia su independencia nacional. Este acontecimiento se produce a fines de 1804, a raíz de la independencia haitiana, que coloca a este pueblo frente a su propio NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 31 14/11/2013 10:08:47 a.m. 32 Pedro Mir destino entre dos adversarios poderosos: de un lado Haití con su flamante independencia y las armas de la victoria todavía calientes; del otro, la porción del Ejército francés destinado a esta parte, todavía altanero y desafiante, sobre todo capaz de sostener el poder colonial. Frente a estos dos poderes contradictorios, pero igualmente portadores de la bandera de la propiedad privada en la forma de la parcelación de las tierras, los tabacaleros del Cibao adoptan una posición neutral. 24 Obviamente, la neutralidad es una variante subjetiva de la independencia. Ni con unos ni con otros equivale a sólo consigo mismo. Los acontecimientos se encargarán de darle un giro objetivo a esta situación tan pronto como los franceses deciden convertir esta neutralidad en obediencia. El resultado es una confrontación en la cual los cibaeños empuñan las armas y, después de una lucha encarnizada en la cual la población antes pasiva se transforma súbitamente en pueblo militante y heroico, la victoria corona su primer connubio con la epopeya y le permite apurar el primer sorbo del poder popular. Objetivamente, la neutralidad se ha convertido en independencia. 25 Sin embargo, esta independencia regional carece de significación jurídica mientras no sea capaz de materializar la independencia nacional. En la Capital y en todo el sur continúa flotando, aunque precariamente, el pabellón francés. Mientras tanto, en todo el oeste flamea victoriosa la independencia haitiana. La conjugación de esta sólida independencia con el balbuceo independentista del pueblo cibaeño, configura claramente la independencia de toda la Isla en los términos de NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 32 14/11/2013 10:08:47 a.m. La noción de período en la historia dominicana 33 dos naciones independientes, siempre que se contemple el esfuerzo del pueblo cibaeño en sentido nacional, tal como quedó evidenciado cuando la parte haitiana proclamó su independencia de manera separada. 26 Ese es el sentido que implican los acontecimientos inmediatos, pues cuando a principios de 1805, las tropas haitianas se disponen a atacar a la porción del Ejército francés que aún permanece en esta parte, demandan respetuosamente primero y exigen enérgicamente después, la autorización para atravesar la ciudad de Santiago, para atacar al enemigo común apostado en la Capital, reconocen implícitamente esa soberanía, certificada por el uso de las armas y la conquista de la victoria. 27 Pero en los mensajes enviados por las tropas haitianas sucesivamente, en espera de tal autorización requerida, no queda claro el reconocimiento de esta soberanía sino la evidente ruptura de la neutralidad. Y los cibaeños optan por la resistencia, poniendo en peligro una independencia demasiado tierna todavía para someterla a una prueba tan severa, cuando su supervivencia no estaba en juego de una manera tajante, como lo estaba en el momento de la confrontación con los franceses. 28 Esta vez el potencial bélico de los haitianos, y el mismo impulso que su causa emancipadora les infunde, convierte en una aplastante derrota el primer balbuceo de la independencia dominicana. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 33 14/11/2013 10:08:47 a.m. 34 Pedro Mir Sin embargo, los franceses sobreviven a este impulso cuando los haitianos se retiran después de un sitio aparentemente estrangulador cuyo éxito habría sido inevitable si hubieran podido contar con el respaldo del pueblo organizado y activo en el Cibao. La Historia determinará algún día cuál fue el paso que condujo al error y a quién puede serle imputable. 29 Pero lo importante no es el error, cometido por un individuo o un grupo de individuos, ni la devastación sistemática, en la cual se vuelca y revuelca la historiografía tradicional, perpetrada por las tropas haitianas en retirada, de acuerdo con la consigna donde no hay campos no hay ciudades, sustentada por su General en Jefe. Esta se convierte en la tercera gran devastación, equivalente a la de 1605-1606 y a la de 1795-1801, que sufre el país. Lo importante para la historia del pueblo dominicano es su constitución como pueblo al luchar en su propio nombre y conquistar la victoria frente a las armas francesas. 30 Este hecho, increíblemente marginado por la tradición historiográfica, es un acontecimiento de inmensa importancia histórica. Porque en la vida de los pueblos, lo importante no son sus derrotas ni sus frustraciones, ni los errores de sus dirigentes o la crueldad de sus enemigos, sino sus victorias, sus pasos, por minúsculos que puedan parecer sus avances, por delgados que se manifiesten en dirección de su soberanía; su afirmación ante otros pueblos y ante el semblante de la Historia. La hazaña del pueblo en aquellos días postrimeros de 1804, constituyen la primera prueba de su capacidad para constituirse históricamente en una época todavía temprana para Iberoamérica. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 34 14/11/2013 10:08:47 a.m. La noción de período en la historia dominicana 35 Y, ciertamente, debería estar inscrita y narrada en oro y mármol en las páginas de nuestra historia. 31 El segundo turno de gran vuelo histórico en la vida pública de este país, corresponde a los «hateros» del Este. En esta ocasión hace su primera aparición el caudillismo en la persona de un hatero típico, Juan Sánchez Ramírez, a quien corresponde, sin que faltara una jugosa contribución de los haitianos ni una visión certera de su papel, la gloria de expulsar definitivamente a los franceses de esta parte, consumando para siempre la independencia respecto de Francia en la totalidad de la Isla. Ahí debió detenerse para que su nombre pasara a la Historia, no caracterizando al caudillito pintoresco de nuestro pasado, sino ocupando un hermoso lugar entre los grandes libertadores de América. 32 Pero Sánchez Ramírez dio un triste paso en dirección del oprobio cuando, después de las grandes acciones populares de MALPASO y PALO HINCADO, mediatizó la voluntad y las hazañas del pueblo prolongando innecesariamente el sitio de la plaza de la Capital, para obtener la victoria sin su concurso y en favor de la participación militar de los ingleses. La prolongación del sitio significó, aparte de sus implicaciones políticas, la aniquilación de la antigua riqueza ganadera en su totalidad, para la manutención de las tropas extranjeras, y la depauperación de los bosques de caoba y guayacán en el sostenimiento del sitio. Esta se convierte en la cuarta y última gran devastación del país, con lo cual se va a abrir un nuevo período histórico. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 35 14/11/2013 10:08:47 a.m. 36 Pedro Mir 33 Todavía esto habría sido lo de menos si el Caudillo hubiera sido capaz de acometer la reconstrucción del país y echar las bases de una economía floreciente. El destino había puesto en sus manos una oportunidad que jamás fue ofrecida a gobernante alguno en el país y que pudo haber hecho de él un gigante de la Historia: tan pronto como se produce la rendición de los franceses y su partida, los ingleses vuelven a sus navíos después de entregarle el poder sin condiciones y sin oposición interna, en el marco de la soberanía plena y absoluta de la nación, debidamente garantizada por la presencia y la responsabilidad inglesa en el proceso, pendiente apenas de una simple declaración formal que habría permitido que esta fuera, ya en 1809, la segunda nación independiente de la América Latina. 34 Pero el Caudillo le da la espalda a su hermoso destino de Libertador y comete el incalificable oprobio de poner esta soberanía a los pies de España sin consultarla siquiera, sin cuestionar su consentimiento o su beneplácito, desconociendo el Tratado de cesión de 1795 acordado voluntariamente por ella, aplastando las esencias nacionales de su propio país y poniendo ante el juicio de la Historia un ejemplo que sería tan nefasto para el país como para sus propios autores. 35 España, que no puede dejar de ver en esta acción inconsulta un ultraje a su Tratado de 1795 y de paso un compromiso económico frente a un país devastado, responde con un soberano desprecio principalmente dirigido al autor, negándole los títulos y prebendas que ambicionaba a pesar de sus súplicas desde su lecho de muerte NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 36 14/11/2013 10:08:48 a.m. La noción de período en la historia dominicana 37 precoz en 1811, y desconociendo una retrocesión que sólo podía ser efectuada mediante Tratado con la misma Francia. Sin tomar en cuenta para nada la pretendida hazaña de Sánchez Ramírez gestiona de inmediato la cesión del país a Inglaterra ya que resulta imposible devolvérselo a Francia y, no habiendo tenido éxito como era de esperar, opta por aceptar a regañadientes la soberanía de esta parte de la Isla en 1814. 36 La supuesta RECONQUISTA, absurda denominación con la que sus autores denominan esta acción en la que no ha mediado conquista sino cesión voluntaria, constituyó un rotundo fracaso para ellos y un justo motivo de indignación para las mayorías populares y sus propios dirigentes. La reapertura del régimen colonial abre una etapa que la historiografía tradicional sin asomo de crítica denomina LA ESPAÑA BOBA, como si una nación imperial pudiera serlo… 37 Este período se caracteriza por la miseria rampante, el retroceso histórico y la vergüenza nacional en medio de un constante ascenso de la politización del pueblo, de sus niveles de conciencia histórica y de la actividad conspirativa y revolucionaria, estimulada por el despliegue de las luchas por la independencia a nivel continental, todo lo cual sume en el desconcierto a los sectores dominantes y los dispersa en cuatro direcciones políticas divergentes, caracterizadas por la tendencia común a la enajenación del territorio nacional. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 37 14/11/2013 10:08:48 a.m. Pedro Mir 38 38 Dos de ellas partidarias de la parcelación de las tierras: a) Una tendencia pro-haitiana, activa en la región norteña, obviamente favorecida por los tabacaleros y que supone un entendimiento con los dirigentes del país vecino; b) Una tendencia pro-francesa, activa en la región sureña, simpática a los azucareros del Sur y que favorece los proyectos del Gobernador de la Martinica contra Haití a cambio del poder. 39 Las otras dos, partidarias de la supervivencia de los terrenos comuneros: c) Una tendencia pro-española, activa entre los hateros del Este y que se apoya en el Gobernador de Puerto Rico; y por fin, d) una tendencia pro-colombiana, totalmente fuera de contexto, quizá destinada a servir de cortina de humo a la tendencia francesa debido al respeto a la capacidad militar de los haitianos, y que cuenta no muy candorosamente con el supuesto apoyo de Bolívar y la Gran Colombia. 40 La crisis se resuelve rápidamente a fines de 1821. El día 1ro. de diciembre de 1821, la tendencia «pro-colombiana», dirigida por el Dr. José Núñez de Cáceres, antiguo lugarteniente del caudillo Sánchez Ramírez, declara abolida la soberanía española y proclama la primera República Dominicana. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 38 14/11/2013 10:08:48 a.m. La noción de período en la historia dominicana 39 41 Ese nombre, con el cual se dio la noticia en la prensa haitiana de entonces, y que había circulado en proclamas por todo el Cibao, no fue el elegido oficialmente, sin duda para desvincularse de los sectores claramente identificados con la política haitiana, sino el extraño, difícil y equívoco nombre de ESTADO INDEPENDIENTE DE HAITÍ ESPAÑOL que sustituye las connotaciones políticas de la palabra Haití por las geográficas. 42 La primera República se integra con los antiguos seguidores de Sánchez Ramírez dentro de la más pura cepa hatera del Este. Y, automáticamente, sin consultar a Bolívar como antes lo había hecho Sánchez Ramírez respecto de España, es colocada bajo el pabellón de la Gran Colombia, enarbolado la mañana de aquel día en las dependencias oficiales, ante la sorpresa de los transeúntes madrugadores. Absolutamente ninguna manifestación de apoyo o de júbilo popular respondió a aquella acción inconsulta. 43 El primer sorprendido es Bolívar. Ayer he recibido las primeras comunicaciones sobre Santo Domingo y Veraguas, del 29 y 30 del pasado. Mi opinión es que no debemos abandonar a los que nos proclaman, porque es burlar la buena fe de los que nos creen fuertes y generosos; y yo creo que lo mejor en política es ser grande y magnánimo. Esa misma isla puede traernos, en alguna negociación política, alguna ventaja. Perjuicio no debe NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 39 14/11/2013 10:08:48 a.m. Pedro Mir 40 traernos si le hablamos con franqueza y no nos comprometemos imprudentemente por ellos. Así se lo comunica el libertador al General Santander en su carta del 9 de febrero de 1822, cuando la acción aventurera de Núñez de Cáceres lo llevaba al exilio definitivo y lo convertía en un enemigo tan irracional, puesto que no tenía ningún derecho a envolver a Bolívar en una aventura sin su conocimiento ni su aprobación, tan irracional, pues, como implacable y duradera. 44 No obstante, esta República de 1821, llamada tradicionalmente INDEPENDENCIA EFÍMERA, y a pesar de que oficialmente en verdad lo fue, a pesar igualmente de sus raíces conservadoras, de su médula anti-popular y no sólo impopular, puesto que el pueblo, muy consciente ya en ese período, no le brindó el más mínimo apoyo, constituye la primera y probablemente la única y verdadera independencia del pueblo dominicano siempre que la independencia nacional se contemple como un proceso histórico, respecto del cual la consagración jurídica representa una documentación objetiva de este proceso en un momento dado. 45 La Independencia Efímera ya no lo es tanto si se considera que lo que ella estableció, incluso jurídicamente, fue la consumación total y definitiva de la ruptura con el sistema colonial europeo, que tal es el sentido único, fundamental y verdadero que tiene la Independencia de América. Por tanto, la República Dominicana, aunque no con ese nombre en el cual se compendia la historia general del pueblo dominicano, alcanzó su independencia el día 1ro. de diciembre de 1821. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 40 14/11/2013 10:08:48 a.m. La noción de período en la historia dominicana 41 46 Para algunos dirigentes haitianos, la alternativa que aconsejaba la experiencia histórica frente al hecho de la proclamación de la independencia en la antigua parte española, era clara: prestar toda asistencia militar y política a los tabacaleros del Cibao, como lo habían hecho con los hateros del Este en 1808 contra Francia, llevándolos al poder contra la anexión de Núñez de Cáceres a la Gran Colombia. Y así como no invalidaron la soberanía nacional, ni siquiera cuando el propio Sánchez Ramírez lo hizo en favor de una potencia europea, tampoco deberían suspender su uso pleno en esta ocasión, más bien apuntalándolo y convirtiéndola en una cuña, sustentada en el pueblo, contra toda reimplantación del poder colonial. 47 El presidente Boyer de Haití desoye la conseja de algunos de sus generales más lúcidos, y sólo acepta la mitad de ese programa. En lugar de consolidar a la joven república poniéndola en manos nativas, aunque solidarias con su política, y dirigir sus tropas contra la expedición francesa que, efectivamente se lanzaba, al amparo de la situación política, contra Haití, ignoró a los tabacaleros del Cibao, derrocó a Núñez de Cáceres y optó por anexarla en términos de provincia haitiana entregando el poder a sus oficiales en campaña. 48 Pero esa acción no invalidaba la república recién proclamada. La antigua parte española seguía siendo república puesto que no pasaba a ser colonia de Haití, y menos de una potencia europea, sino parte –o departamento, que era la condición legalmente NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 41 14/11/2013 10:08:48 a.m. 42 Pedro Mir establecida– de una república vigente para todo el territorio insular en el ámbito americano, bajo el nombre de Haití. La situación republicana perduraba a través de un acto de fusión, o de unión, o de anexión, que no invalidaba jurídicamente el acto de 1821, sino que lo incorporaba a una totalidad de la que era parte. Y, puesto que la independencia de esta parte no era el producto de esa anexión, puesto que la llevaba ya en su seno al ser anexada, la anulación eventual de este acto anexionista no podría tener otro resultado jurídico que el retorno a la independencia de 1821, que era la que había consumado, y no la anexión de Boyer, la ruptura con el sistema colonial europeo. Una situación similar, aunque mucho más grave porque involucraba a una potencia europea, y precisamente a la «Madre Patria», se produjo en 1861 sin que invalidara la independencia dominicana, aunque los intensos prejuicios de la historiografía tradicional, profiriera invalidar la independencia verdadera respecto de España en particular y de Europa en general, consumada en 1821, en favor de la independencia convencional respecto de Haití. 49 A consecuencia del paso en falso de Boyer, la causa de los terrenos comuneros, cuya parcelación, en la dirección histórica correcta, era al mismo tiempo sustentada por los agricultores cibaeños y por la política de Haití, se convierte automáticamente en la causa del rescate de la independencia CONTRA Haití en lugar de su consolidación y afianzamiento contra Europa. 50 Esta dislocación histórica se traduce en una victoria virtual para los «hateros» del Este, contra los cuales fue realizado el acto de la anexión y les va a otorgar un fundamento patriótico que arrastrará a NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 42 14/11/2013 10:08:48 a.m. La noción de período en la historia dominicana 43 toda la nación, incluyendo a los tabacaleros del Cibao, y a convertirlos en dirigentes de esa etapa formidable. 51 Los 22 años exactos que dura esta situación, de febrero de 1822 a febrero de 1844, inauguran una nueva fase en la lucha del sistema comunero por su supervivencia. Las zonas en las que fueron parceladas las tierras pusieron en evidencia sus excelencias productivas y su corrección histórica haciendo posible el restablecimiento de la economía. Se reavivó el comercio. Una porción considerable de políticos y de intelectuales, a pesar de la clausura de la Universidad y la presión de la lengua extraña, se plegó a la situación. 52 La resistencia sorda, pero tenaz y creciente, se situaba empero en los sectores populares más bajos, ligados a las entrañas de las tierras comuneras. Ninguna de las medidas encaminadas a su eliminación, dictadas por el régimen de Boyer, pudo quebrantar su firmeza. El problema de la tierra fue la espina más profundamente clavada en los propósitos del régimen de Boyer. Y se confundió estrechamente con la causa del rescate de la independencia. 53 Dos fuertes personalidades van a canalizar esta resistencia y llevarla a desalojar el poder haitiano y, en consecuencia, a invalidar el hecho de la anexión. Una de ellas encarnará la línea de la independencia «pura y simple» que se había inaugurado en los esplendorosos días postrimeros NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 43 14/11/2013 10:08:48 a.m. 44 Pedro Mir de 1804, se había robustecido en 1808, había alcanzado niveles organizativos en 1820 y, aún a despecho de los términos en que fue ejecutada, había alcanzado una expresión jurídica, si no plenaria, al menos fundamental y definitiva en 1821. Esta personalidad es la de Juan Pablo Duarte. La otra es Pedro Santana, quien recogerá la línea de la defensa de los terrenos comuneros, caracterizada por su resistencia a la significación burguesa de la independencia, dentro de la tradición inaugurada por Juan Sánchez Ramírez en 1809, y que se funde y confunde con la lucha por la independencia debido a la intromisión del poder haitiano en el proceso. 54 Duarte no procede de las filas agrarias. Estudiante, hijo de comerciantes de concepciones liberales de la Capital, regresa de un viaje de estudios por la Europa de 1830, imbuido de los ideales románticos de la revolución burguesa que entonces arde en aquel convulso escenario. Por la naturaleza de su extracción social, Duarte no puede ser enemigo de los haitianos, cuya política en favor de la parcelación de las tierras coincidía, en el fondo, con la raíz burguesa de las concepciones hogareñas. 55 Santana procede de las más profundas fibras del sistema comunero. Su padre fue soldado destacado en Palo Hincado a las órdenes de Juan Sánchez Ramírez por quien manifestará una devoción que el hijo conservará y glorificará en el futuro. Él mismo posee una buena hacienda en el Este, explotada en común con su hermano gemelo y sus peones. Por la naturaleza de su extracción social y sus propios intereses económicos, es un acervo enemigo de los haitianos, cuya política de NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 44 14/11/2013 10:08:48 a.m. La noción de período en la historia dominicana 45 parcelación de las tierras va fundamentalmente dirigida contra su señorío. 56 A su regreso de Europa en 1838, Duarte se enfrasca en un trabajo de agitación y organización del movimiento revolucionario, a través de un aparato clandestino denominado LA TRINITARIA, que fructifica en esta parte de la República en combinación con un movimiento similar en Haití. A consecuencia de este hecho, Duarte es forzado a abandonar el país. Es probable que ya en esos momentos fuera objeto de oposición en sus propias filas, pues entre otras cosas, se sabe que se gestionaba una intervención francesa con grandes perspectivas que podía encontrar respaldo entre los elementos que se incorporaban a la lucha. 57 Durante su ausencia, los duartistas con uno de los más influyentes y entusiastas correligionarios de Duarte, Francisco del Rosario Sánchez a la cabeza, pero también con uno de los más recalcitrantes enemigos de la tradición popular de la independencia dominicana, Tomás Bobadilla, llevan a cabo la proclamación más o menos sosegada de la Independencia y hacen público un documento conocido como la DECLARACIÓN DEL 16 DE ENERO, que es su instrumento jurídico. En este documento los patriotas definen con toda exactitud la naturaleza de la situación que da origen al nuevo Estado dominicano, mediante el uso de la palabra SEPARACIÓN en lugar de la palabra «independencia», que la historiografía tradicional ha consagrado. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 45 14/11/2013 10:08:48 a.m. 46 Pedro Mir 58 El término elegido, sin duda en el seno de una situación que ellos han debido discutir ardientemente, consagra la validez de una independencia que ya había sido proclamada en 1821 en términos jurídicos, mediante una declaración que ellos han debido tener en sus manos, debida a la pluma de Núñez de Cáceres, y que se había consumado en el plano histórico, toda vez que la ruptura con el sistema colonial europeo resultó irreversible. Al redactar el documento, ha debido ser evidente a sus redactores (haya sido el duartista Sánchez como sostienen algunos, o el santanista Bobadilla como sostienen otros, o la colaboración de ambos) que el término independencia suponía que Santo Domingo era colonia de Haití, lo cual era jurídicamente insostenible sin modificar la noción de independencia, en cuya virtud el país no había dejado de ser independiente por la anexión a un Estado americano, DESPUÉS de haber declarado su independencia de Europa por un acto anterior y separado. En esa situación, la elección de la palabra SEPARACIÓN, que no puede haber sido introducida clandestinamente entre abogados y duartistas como Sánchez, era la adecuada y la justa porque mantenía la validez de la independencia llevada a cabo en 1821 respecto del colonialismo europeo y consumaba en sus justos términos la ruptura de la situación anexionista de 1822 anulando sus efectos jurídicos, respecto de Haití. La secuencia histórica evidencia la justeza de los redactores de la DECLARACIÓN DEL 16 DE ENERO y les restituye la consideración y el respeto que el pueblo dominicano se debe a sí mismo. 59 Hasta ese momento, Santana es un personaje oscuro. Sin embargo, cuando se conoce que los ejércitos haitianos se dirigen a recuperar la «provincia rebelde», salta al primer plano de la lucha NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 46 14/11/2013 10:08:48 a.m. La noción de período en la historia dominicana 47 con un ejército improvisado que no tiene dificultad de organizar con sus peones, y General improvisado él mismo, marcha a hacer frente a los enemigos de la independencia –aunque él mismo es uno de ellos– y obtiene un éxito que lo convertirá en la figura predominante de la vida pública, cuando logra detener el avance del enemigo en las inmediaciones de la población de Azua. Pero inmediatamente abandona la plaza y permite que el enemigo la ocupe sin ser hostilizado. Este hecho, empero, no gravitará sobre su prestigio personal ni afectará su carrera política. 60 Entre tanto, Duarte ha regresado del exilio tan pronto como han sido expulsadas las autoridades haitianas y se ha incorporado como un prestigioso miembro en la Junta Provisional que gobierna el país. Al saberse en la Junta de la incursión haitiana y de sus resultados así como de la pasividad en el frente a despecho de la victoria inicial de Santana sin que se ponga de manifiesto ninguna acción posterior para desalojarlos de nuevo, Duarte demanda y obtiene autorización de la Junta para hacer frente al enemigo y se traslada con ese fin al escenario militar. 61 En esta circunstancia se manifiesta la debilidad de las fuerzas de orientación burguesa que prevalecen en el país y el peso que conservan en la dirección de los destinos nacionales aquellas otras que se aglutinan en torno a los terrenos comuneros. Duarte no cuenta con un Ejército ni con la posibilidad inmediata de organizarlo, alimentarlo y proveerlo de armas. Tiene que disponer del mismo Ejército de Santana, de sus propios medios y de sus propios peones, de su propio ganado y de sus propios machetes, de modo que en la confrontación que sigue, su autoridad se revela NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 47 14/11/2013 10:08:48 a.m. 48 Pedro Mir insuficiente y pronto es obligado por la Junta a reintegrarse a la Capital. En la propia Junta, Santana tiene ya una influencia predominante que se basa en ese fundamento del poder público que es un Ejército privado. 62 Como resultado de esta contradicción, Duarte acaba por ser proclamado Presidente de la República en el Cibao, mientras Santana alcanza esa misma posición en la Capital. Quedan configuradas así de manera concreta las dos grandes líneas históricas, la línea de orientación burguesa cuyas más remotas raíces brotan en Santiago de los Caballeros, ciudad principal del Cibao, en 1804, y que allí encontrarán siempre un suelo fértil, y a la cabeza de la cual se pone a Duarte. La precocidad de esta corriente conduce a Duarte al fracaso y al exilio perpetuo. Por su parte, la línea de orientación comunera toma a Santana como su caudillo, lo afirma en el poder y muestra su influencia predominante en esta etapa histórica. 63 El rasgo más característico que proyecta la ideología hatera, uno de cuyos representantes más conspicuos es Santana, aunque no el único como se verá después, es la incredulidad respecto de la capacidad del pueblo dominicano para conquistar y menos para sostener su independencia. Duarte había consagrado en su proyecto de Constitución que el pueblo dominicano no sólo era capaz sino que además era la única fuerza capaz de alcanzar esos objetivos supremos. La incredulidad hatera se expresaba en el marco de un complejo de fuerzas tan inmenso, que bien amerita, el calificativo de universal. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 48 14/11/2013 10:08:49 a.m. La noción de período en la historia dominicana 49 64 Estas fuerzas eran: A La propia Haití que, convencida de que en su totalidad los dominicanos eran incapaces de sostener su soberanía, temía que su territorio se convirtiera en antesala para el retorno de las potencias esclavistas contra ella. B Las grandes potencias coloniales Inglaterra, Francia, España y una joven potencia americana, los Estados Unidos, en los umbrales de un gran porvenir, todas esclavistas con excepción de Inglaterra, que se neutralizan mutuamente en una loca carrera por impedir que uno de sus rivales le aventaje en la posesión de una presa tan fácil y, por consiguiente, apetitosa. C Los sectores más negativos de la clase terrateniente nativa: a. Los «hateros» del Este, capitaneados por Santana quien, siguiendo una tradición que se remonta a Sánchez Ramírez, sueña con el pasado –y el futuro– español, y b. Los «azucareros» del Sur, capitaneados por Buenaventura Báez, coautor o eje de un famoso plan de reincorporación de Santo Domingo a Francia. D Los mismos adeptos de las posiciones duartianas que sobreviven a las purgas implacables de Santana, y a quienes se verá apoyar de manera vacilante a uno y otro grupo, a una y otra potencia extranjera, NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 49 14/11/2013 10:08:49 a.m. 50 Pedro Mir a fin de viabilizar la supervivencia republicana, impulsados por un amor genuino que, de una manera o de la otra, la propia Historia se encargará de certificar en su momento. 65 Al amparo de este complejo de fuerzas antipopulares, los hateros del Este y los azucareros del Sur con sus respectivos caudillos a la cabeza, se sucederán alternativamente en el poder (Santana cuatro veces, Báez cinco) no sin antes consumir los recursos de una nación perpetuamente devastada, e incansablemente ofreciéndola al mejor postor: el uno en favor de España, el otro en favor de Francia, los dos ocasionalmente a los Estados Unidos, incluyendo una insólita tentativa en favor del Reino de Cerdeña sin saber en qué rincón del mundo se encontraba situada, y acentuando esta gestión en la misma medida de la acentuación de la conciencia y de la resistencia del pueblo. 66 El desenlace de esta contradicción conduce a Santana a restablecer en 1861 la soberanía de España y a sucumbir trágicamente con ella en 1865. El punto culminante de este desenlace es la estremecedora GUERRA DE LA RESTAURACIÓN, de 1863 a 1865, que costó a España unos 300 millones de pesetas y 30 mil bajas, aparte de una crisis gubernamental y un disgusto incalificable por el fracaso de la aventura. 67 Esta Guerra, que despejará la traición de los «hateros» del Este, evidenciada en el heroísmo del propio pueblo oriental, constituye la gran epopeya del pueblo dominicano, en su totalidad. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 50 14/11/2013 10:08:49 a.m. La noción de período en la historia dominicana 51 Su impresionante grandeza consiste en haber quebrantado el poderío de una gran potencia europea capaz de sostenerse todavía entonces en Cuba, al mismo tiempo que liquidaba la hegemonía de los «hateros» del Este, sus más antiguos, tenaces y poderosos enemigos. El verdadero caudillo de esta incomparable hazaña, como lo había preconizado Duarte, fue el propio pueblo dominicano. No hay página más brillante en toda su Historia ha dicho el historiador norteamericano Hauch en un bello trabajo. Y es una opinión muy justa y enaltecedora si no se olvida que sólo un conjunto de brillantes páginas permiten componer y comprender la historia de un pueblo… 68 La Guerra «restauradora» trae de nuevo a los «tabacaleros» del Cibao para el tercero y último turno de gran vuelo de los sectores agraristas en esta etapa del proceso histórico de su país. Quedó confirmada entonces la doble naturaleza de su conducta pública esencial: la constante progresista de sus motivaciones, número uno, y su inevitable contradicción con el pueblo, a la que hay que acordarle también el número uno. En su mejor papel se le vio dirigiendo la lucha popular contra el dominio español, a la cabeza del Gobierno Provisional creado con este propósito durante la Guerra, empleando todos sus recursos, desplegando toda su actividad y haciendo el mejor provecho del talento y la cultura de sus miembros más ilustrados y capaces. 69 Pero también, en el seno mismo de este Gobierno Provisional se le ve gestionando sin éxito pero sin descanso, el patrocinio de Estados Unidos o de Inglaterra, a través de sucesivas misiones, mientras asesta el más tremendo rechazo al esfuerzo de Duarte por NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 51 14/11/2013 10:08:49 a.m. 52 Pedro Mir incorporarse a la lucha, temerosos del prestigio del anciano en el seno del pueblo. El viejo proscrito apenas recién llegado, deberá reintegrarse a las sombras para no retornar sino envuelto en su mortaja, aunque no sin antes denunciar en una carta imperecedera la naturaleza anti-patriótica del ultraje, desposeído ya del más mínimo resplandor de ese éxito que debe acompañar a los hombres públicos para ser respetados por las mentalidades simples… 70 Pero el mismo Gobierno Provisional no estará exento de inconsecuencias y traiciones, y allí en su propio seno prospera el trabajo de zapa de los azucareros del Sur en favor de su caudillo Báez quien, apenas concluida la Guerra, cambia su banda de Mariscal del Ejército Español por la de Presidente de la República Dominicana, por cuarta vez. No tardará en ser derrocado y en volver por quinta vez a ocupar ese elevado cargo para sucumbir por fin, en un dorado exilio, después de un proyecto de anexión a Estados Unidos que se frustró en el último momento y con el cual, y con la denominada GUERRA DE LOS SEIS AÑOS, a que dio origen, concluye, en los últimos días del año de 1873, la agitada dominación de los azucareros del Sur acaudillados por Báez, así como el prolongado período del predominio del caudillismo, impuesto por un sistema de fuerzas sociales e históricas aglutinadas en torno al sistema ancestral de los terrenos comuneros. 71 La Guerra restauradora, que sella el destino de los hateros del Este, y la Guerra de los seis años, que a su vez sella el destino de los azucareros del Sur, representa en su conjunto el esfuerzo gigantesco del pueblo dominicano, para alcanzar los objetivos burgueses de la Independencia de América. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 52 14/11/2013 10:08:49 a.m. La noción de período en la historia dominicana 53 Desde 1804 hasta 1874, esta lucha cubre casi tres cuartos de siglo, exactamente 70 años, unas tres generaciones. En rigor, la independencia dominicana, proclamada inicialmente en 1821, sólo se cumple en toda su plenitud, en 1874. 72 Esta gigantesca lucha se enmarca en una Era impresionante que se define en función de la propiedad comunitaria de las tierras desde el año inaugural de 1606 hasta más de 260 años después, y se caracteriza por la acción de las potencias imperiales en el sentido de la apropiación del territorio físico de los dominicanos, con la complicidad de los terratenientes nativos, por lo cual se tipifica como la ERA IMPERIAL que zanja en dos grandes secciones la historia general del pueblo dominicano. 73 La liquidación de la Era Imperial, caracterizada por la hegemonía de los sectores sociales vinculados a las tierras comuneras, significa el ascenso de los sectores vinculados al capital, el comercio y las finanzas; el abandono por parte de las potencias imperiales de sus apetencias territoriales y su sustitución por las apetencias financieras; la aparición de la banca, la industria electrificada y la clase obrera. 74 Los tabacaleros del Norte son los vencedores en esta gran contienda y se disolverán como tal clase social para diluirse en el regazo fresco de la naciente burguesía, en el vórtice de unos acontecimientos que, por poseer esos rasgos, se tipifica como la ERA NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 53 14/11/2013 10:08:49 a.m. 54 Pedro Mir IMPERIALISTA que descorre las cortinas de la vida moderna en la historia del pueblo dominicano. 75 No conduce a nada el considerar el imperialismo como si fuera un melodrama: es un proceso. Melvyn Knight La Era Imperialista significa la inversión total y absoluta del esquema que había servido de base al proceso histórico hasta el fin de la Guerra de los seis años para iniciar el año de 1874. 76 La Capital de la República, situada en la banda del Sur de la Isla, constituía un centro común en el que confluían los hateros del Este y los azucareros del Sur, como el bastión de una sociedad basada en la propiedad comunitaria de las tierras. Pero la Historia tiene sus veleidades geográficas. La apertura hacia el desarrollo capitalista, que trae como una llave maestra a la industria azucarera, encuentra precisamente en esa banda del sur la puerta grande por donde ha de hacer su entrada. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 54 14/11/2013 10:08:49 a.m. La noción de período en la historia dominicana 55 77 No es extraño aunque paradójico. Azua, y la misma Capital, Santo Domingo, habían sido tradicionalmente un centro de producción de azúcar en el marco de los métodos primitivos, suavemente inclinados a la esclavitud y grandemente favorecidos por la comunidad de las tierras. Por su parte, las amables llanuras del Este, donde la crianza de ganado montaraz y la madera silvestre habían hecho su paraíso, ofrecían perspectivas incalculables para el cultivo de la caña de azúcar en gran escala, exigido por la industria moderna. 78 En consecuencia, el centro de la proyección capitalista y burguesa se desplaza del Norte hacia el Sur. La Historia se encarga ahora de invertir el proceso, organizando sus centros geográficos como si se tratara de una comedia humana, al elegir al mismo nido de la concepción hatera (el este de la República con su variante sureña) como el núcleo de la producción capitalista más importante y moderna del país, arrebatándole a los tabacaleros del norte, la supremacía en la orientación capitalista de la nación dominicana. Los cronistas y los viajeros que vivieron la historia dominicana del siglo pasado como una rivalidad entre Santiago y la Capital, con algún fundamento aunque con una mirada superficial, no dejarán de ver este proceso como un desenlace. 79 Los dos años de euforia nacional que siguen a 1874, cantados por el estro vibrante y genuino de Salomé, la cantora profética en cuya voz encontró su camino el viejo ideal de la independencia pura y simple con todos sus atributos burgueses, fueron suficientes para articular las nuevas fuerzas políticas encargadas de sustituir a las NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 55 14/11/2013 10:08:49 a.m. 56 Pedro Mir estructuras económicas arcaicas. Ya conocemos el nombre de estas estructuras: se llaman los terrenos comuneros. El primer paso es el poder. 80 El poder es «Lilís». Su verdadero nombre es Ulises Heureaux y sus padres lo llaman íntimamente y la tradición públicamente, «Lilís». Lilís es un soldado distinguido que ha peleado a las órdenes, y ha crecido al amparo del más brillante de los capitanes restauradores: Luperón. Si bien el propio Luperón ha podido ser ese poder reclamado por el momento histórico, le estorba su profunda identificación con los intereses económicos y con las modalidades históricas que adoptaban estos intereses en el Norte de la República. 81 Esta contradicción común a los prohombres del Norte, a quienes no responde la mentalidad de Lilís sino al proceso histórico, es interpretada por aquellos a quienes antes dio muestras de lealtad, como traición. Objetivamente no es así. El desplazamiento de la línea histórica capitalista, del norte hacia el sur, es un producto de la Historia misma, no de su voluntad. Lilís es a lo sumo un instrumento, un formidable instrumento y, además, elegido, o si se quiere, sobrevenido, desencadenado, con sorprendente precisión y oportunidad sobre el país. Si debía costar lágrimas y causar estupor, no era asunto suyo, como parece haber dicho en una ocasión risueña… NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 56 14/11/2013 10:08:49 a.m. La noción de período en la historia dominicana 57 82 Tan pronto como se instala en el poder, las fuerzas a que debe servir se arremolinan en su derredor. Son a. las potencias clásicas: Francia, Inglaterra, Estados Unidos y desde luego España, aunque muy disminuida porque su signo histórico se encuentra invertido y no alcanza la estatura imperialista, marcada demasiado profundamente por la estampa imperial; b. las que se incorporan en esta nueva fase histórica: Italia, Suecia, Holanda, Dinamarca, Alemania que tiene una buena raíz capitalista en el norte de la República, todas las cuales, llegado el caso, concentrarán sus unidades navales y al mismo tiempo, frente a la Capital; c. el gran comercio, nativo o extranjero establecido en el país, pero en cualquiera de los dos casos, vinculados a las fuentes extranjeras de capital. 83 El papel de Lilís consiste en someter las fuerzas políticas internas, altamente politizadas y fuertemente entrenadas en la actividad militar pero arrastradas aún por la inercia histórica hacia el antiguo esquema, y colocarlas en la línea moderna al servicio de esos intereses. Su genio consiste en haberlo conseguido, unas veces por medio de la persuasión, otras por la astucia cuando no por el soborno, el engaño, la leyenda, la imagen mitológica y en definitiva por el terror, periódicamente sustentado en la eliminación física e inexorable de sus adversarios. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 57 14/11/2013 10:08:49 a.m. 58 Pedro Mir 84 Con Lilís se introduce la Banca francesa, pronto y dramáticamente sustituida por otra Banca en la que se desdibuja la cooperación norteamericana. Nace y se desarrolla la industria azucarera electrificada, introducida por cubanos. Las aventuras usurarias introducidas por Báez a través de sus agentes europeos, se redondean en un dogal financiero monopolizado por la San Domingo Improvement, que va a dejar su huella profundamente impresa en los destinos de la nación. 85 La crisis financiera de 1899, que en Estados Unidos crea zozobra, le amarra las manos a Lilís y esto hace posible que unos mozalbetes audaces lo abatan a tiros en pleno Cibao cuando se dispone a incinerar en la plaza pública sus famosas papeletas depreciadas, después de 20 años de poder autocrático ininterrumpido. Con él sucumbe también la festinación orgiástica del poder europeo frente al litoral capitaleño y se inicia un nuevo período histórico, caracterizado por el poder absoluto e incontestado de los Estados Unidos, que toman en sus manos los destinos de esa área paradójicamente denominada the sea of our destiny, o lago americano. 86 El proceso a que se refiere Melvyn Knight, el profundo historiador de ese período en nuestro país por encargo de una sociedad norteamericana, no tiene efectivamente nada que ver, como él muy juiciosamente advierte, con el melodrama sentimental. La crisis de 1899 produjo en Estados Unidos el estornudo cuya gripe, como dice el cuento, mató a Lilís en Moca. Allá no pudo pasar NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 58 14/11/2013 10:08:49 a.m. La noción de período en la historia dominicana 59 del estornudo porque un brillante financista le había proporcionado al Tesoro la suma verdaderamente escalofriante en los términos de hoy de 62 millones de dólares en barras de oro físico para respaldar las reservas de su papel moneda. Como que Lilís ignoraba que tenía bajo sus pies todo el oro que cualquier Rey Midas hubiera necesitado para respaldar sus papeletas, la gripe financiera le arrebató la vida. 87 El financista norteamericano se ganó, por el contrario, una influencia considerable en el Departamento de Estado de su país. Se llamaba J. P. Morgan, y sus biógrafos se quejan de que una vida tan brillante y un personaje tan extraordinario resulte envuelto en una densa niebla que oculta una vida probablemente fascinadora, pero impenetrable. 88 Morgan es parte del proceso. Según los estudiosos de la materia, en 1905 se llevó a cabo la monopolización de la industria norteamericana en manos de dos grandes poderes financieros. Uno es la Casa Morgan: el acero. El otro es la Casa Rockefeller: el petróleo. El primero se llama National City Bank, el segundo Chase Manhattan Bank. 89 Para Santo Domingo, Morgan no es parte del proceso. Él es el proceso. El año de 1905 es también un año clave. Una vez concluido el laborioso programa de la colonización interna, «from coast to coast», desde el Atlántico al Pacífico, enriquecido por el sur con Louisiana y Texas y por el norte con Alaska, y asimismo concluido el NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 59 14/11/2013 10:08:49 a.m. 60 Pedro Mir proceso de monopolización de su gran industria, comienza la prospección hacia «the sea of our destiny», el Mediterráneo americano, el Mar Caribe. Santo Domingo está situado en el corazón de ese mar incomparable, dos de cuyas entradas pueden ser controladas desde esta Isla, situada frente al Canal de Panamá. 90 A eso se debe la Convención de 1905, completada por la de 1907, que otorga a la gran potencia el control de las finanzas dominicanas, en vista de la aparente incapacidad de los dominicanos para atender sus compromisos con la San Domingo Improvement. La Casa Morgan es la encargada de manejar esas finanzas después que un Banco Nacional acreditado supuestamente a la Casa Rockefeller, es desplazado de esa función a causa de la indiscreción de su director quien, en un lugar mal escogido, anunció para Santo Domingo una «Intervención Jarvis», que tal era su propio nombre. La Intervención fue por fin llevada a cabo en 1916 pero la Casa Morgan no se la acreditó sino, simplemente, la patrocinó. Knight dice que los dominicanos trataban con dureza al National City por allá por 1926 porque «el Gobierno Militar (de la Intervención) lo introdujo». No era lo más exacto. Bien pudo decirse que el National City introdujo al Gobierno Militar… 91 Este formidable giro histórico sitúa el panorama nacional en el mismo punto en que se encontraba en 1874 a raíz de la «guerra de los seis años». El país ha pasado del predominio de la propiedad comunera al de la propiedad capitalista y, por fin, arrastrado por el proceso de la humanidad, al de la expansión imperialista, o del poder NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 60 14/11/2013 10:08:49 a.m. La noción de período en la historia dominicana 61 financiero. Es preciso una personalidad enérgica y capaz que ponga el país en el carril de la Historia. Esta personalidad es Rafael L. Trujillo. 92 El origen de la Intervención Militar de 1916 y del régimen establecido por el Generalísimo Trujillo en 1930, tienen un profundo vínculo común: el sistema de propiedad tradicional de las tierras, conocido desde el primer silabeo de este relato como los terrenos comuneros. En 1916 no se trata ya de la hegemonía de los terrenos comuneros en el poder, puesto que sus grandes caudillos han pasado a la historia. Se trata ahora de una vieja contradicción que palpita en sus entrañas y, en cuya virtud, se confunde la resistencia de los terrenos comuneros a desaparecer, con la resistencia nacional. La resistencia más porfiada, y tenaz, la más mortificante y comprometedora, la que más daño hizo a la Intervención en el exterior y la que exacerbó más los ánimos en el interior, fue la que los «terrenos comuneros» le presentaron al «marine» y a los planificadores del régimen. 93 De esa difícil empresa brotaron dos fuerzas: Trujillo y el «Sistema Torrens». A Trujillo lo encontró la Intervención aquí pero al Sistema Torrens hubo que ir a buscarlo a unos originalísimos antecedentes australianos en los que había figurado un irlandés talentoso de apellido Torrens, que ideó un procedimiento sumamente eficiente para el registro de la propiedad territorial y eliminar la indefinición de los terrenos. A Trujillo le correspondió la solución nativa del aspecto militar y político de la cuestión. Al Sistema Torrens le correspondió el aspecto legal. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 61 14/11/2013 10:08:50 a.m. 62 Pedro Mir 94 De todos los pasos emprendidos por la Intervención norteamericana –creación de la Guardia Nacional, desarticulación de los grupos políticos tradicionales, eliminación de los antiguos caudillos vinculados a las potencias extranjeras que le eran adversas, así como la emancipación del tesoro público respecto de los intereses de facciones, etc.– el más importante y de significación histórica más profunda y fundamental, fue la eliminación compulsiva y no pocas veces sangrienta, del sistema de producción agraria basada en los terrenos comuneros, medida por la cual clamaba la industria azucarera, creada a fines del siglo anterior. 95 La ilustración más dramática de la resistencia la ofrecen los peyorativamente denominados gavilleros, que luchan en la zona de concentración de los ingenios de azúcar en el Este, no lejos de las llanuras donde el pueblo dominicano inauguró sus esencias nacionales con la batalla de PALO HINCADO, y donde ahora el «hato» antiguo se ve forzado a encarar su Waterloo contra el flamante latifundio azucarero. Una y otra vez la causa del honor nacional se ve comprometida contradictoriamente en la defensa de los terrenos comuneros. 96 Las hazañas de los gavilleros no pudieron impedir la implantación en 1920 del SISTEMA TORRENS, o de registro de la propiedad inmobiliaria, debidamente acompañado de un severo Tribunal de Tierras, como solución radical y definitiva de la indefinición territorial que perpetuaban los terrenos comuneros en nuestro país. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 62 14/11/2013 10:08:50 a.m. La noción de período en la historia dominicana 63 A la distancia de unos tres siglos y medio de existencia histórica, entra así en los espasmos de la agonía esta formación económica peculiar y turbulenta que encarna, como ningún otro símbolo, las peripecias y las zozobras, y a veces las esperanzas más refulgentes, de la nación dominicana. 97 Sin embargo, por impedir que el fantasma de los terrenos comuneros pudiera abandonar su tumba, fue necesario imponer una férrea dictadura, que tocó en misión a Trujillo, entonces el joven teniente que se había calificado en las acciones decisivas contra los «gavilleros» orientales. La formidable dictadura encarnada en él y que tiene este fundamento histórico, liga su destino a la hegemonía de la casa Morgan en la economía norteamericana. Las tres décadas que agota se explican de ese modo y al mismo tiempo explican ese período histórico. 98 Cuando el acero deja de ser el producto fundamental de la economía de los Estados Unidos –los acorazados y el ferrocarril– para ser desplazado por el petróleo –el portaviones y el camión automóvil– por esos designios implacables del progreso y de la vida, la casa Morgan se ve forzada a ceder sus privilegios políticos y sus iniciativas históricas a la casa Rockefeller. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 63 14/11/2013 10:08:50 a.m. 64 Pedro Mir 99 Un conflicto aparentemente episódico entre Trujillo y un gobernante venezolano, sólidamente envuelto en los intereses petroleros, anuncia el fin de esta etapa histórica de nuestro país. Un par de meses después de la desaparición de Trujillo, inaugura su trabajo en la República Dominicana, por primera vez desde aquellos lejanos días en que una de sus filiales, el Banco Nacional de Jarvis era desplazado por J. P. Morgan en Santo Domingo, el Chase Manhattan Bank, cuyo presidente era David Rockefeller. 100 Pero el fantasma de los terrenos comuneros deambulaba aún por estas tierras. En 1963 se articula un proyecto de Constitución en uno de cuyos artículos se establece la prohibición de adquirir la propiedad de tierras a los extranjeros. La elección del escritor Juan Bosch al poder poco después, significa la implantación y la ejecución de este precepto, que no le admite más de siete meses en la más alta magistratura del Estado. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 64 14/11/2013 10:08:50 a.m. PRIMERA PARTE NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 65 14/11/2013 10:08:50 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 66 14/11/2013 10:08:50 a.m. A. La historia que no se escribe NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 67 14/11/2013 10:08:50 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 68 14/11/2013 10:08:50 a.m. a.Consideraciones en torno a la y la Noción de Método Noción de Período ¿Cómo voy a ocuparme de estas fruslerías, yo que sólo me ocupo de mis sueños, y eso a condición de que no duren más de una noche…? Chateaubriand Si la historia quiere ser una ciencia y beneficiarse de los imponderables recursos que pone a su disposición la técnica moderna, la Cibernética entre ellos, deberá ser tan rigurosa e impoluta como las ciencias naturales. Pero este es un problema angustioso para la Historia. Se le suele reprochar que trabaja con una sustancia volátil, esencialmente caprichosa y voluble, que es la naturaleza humana, y que esa realidad, que se hace encarnar en el individuum ineffabile, hace imposible la composición del cuadro de leyes inmutables y rígidas que le otorgarían crédito de infalibilidad suficiente para considerarla una Ciencia. Este reproche no es justo. Si bien es verdad que a la naturaleza humana debemos reconocerle esa fragilidad, es preciso tener constantemente en cuenta que una cosa es el hombre aislado, recluido en su intimidad (aquel en quien pensaba Byron cuando afirmaba que el único deseo que no 69 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 69 14/11/2013 10:08:50 a.m. 70 Pedro Mir han dominado los siglos en el hombre es el de no tener más amo que su temperamento); y que otra cosa completamente distinta es el hombre sumergido en los infinitos entrelazamientos de la sociedad. La verdadera sustancia de la Historia no es ni puede ser el individuo inefable, ininteligible aunque inteligente, sino el hombre social, la sociedad misma. La naturaleza humana, y tal vez toda la naturaleza, y no sólo la del hombre y la de las abejas, sino también la de los bacilos y las aglutinaciones minerales, es social. Los pueblos, las épocas, las naciones tienen una conducta histórica independiente de la voluntad más o menos imperiosa de los individuos que la integran, aunque sólo sea porque la conducta de la sociedad es una y la de los individuos es infinita. Y, sobre todo, contradictoria. Una forma seductora y ágil, que sirve para ilustrar estas consideraciones, es la que utilizaba Engels en su famosa carta a Bloch,1 sirviéndose de la metáfora de los paralelogramos de fuerza que estudiamos en la escuela secundaria. Las diversas voluntades individuales, explicaba él en esa carta, se comportan como líneas de fuerza, cada una de las cuales pugna por seguir su propia dirección y, en consecuencia, la dirección que prevalece no es ninguna de ellas sino su resultante, que es una dirección nueva, independiente y distinta, a la cual quedan sometidas involuntariamente esas individualidades y que establece la conducta de toda la sociedad. Pues, como dice él, lo que uno quiere tropieza con la resistencia que le opone otro, y lo que resulta de todo ello es algo que nadie ha querido. De este modo, hasta aquí toda la historia ha discurrido a modo de un proceso NATURAL y sometida también, sustancialmente, a las mismas leyes dinámicas. Así resulta que el individuum ineffabile, con toda su imperial soberanía, no pasa de ser un componente anónimo de la niveladora resultante de sus propias contradicciones. 1 Carta a J. Bloch, Londres, 21-22 de septiembre de 1890. Se encuentra en cualquiera de los epistolarios de Marx y Engels. Las mismas ideas expuestas en esa carta se encuentran también en la obra de este último, Ludwig Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana, reeditada infinidad de veces. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 70 14/11/2013 10:08:50 a.m. La noción de período en la historia dominicana 71 3 1 2 b a c Figura No. 1 La contradicción de las voluntades de Juan y José, representadas en el gráfico por las líneas a y b, arrojan la resultante 1, distinta a cada una de ellas, mientras que las de José y Manuel, las líneas b y c, arrojan la resultante 2 igualmente distinta. Ambas resultantes, divergentes entre sí (1 y 2) producen la nueva resultante 3, la cual se convierte a su vez en componente de nuevos paralelogramos que se componen con las resultantes de las contradicciones infinitas que se producen en el seno de la sociedad hasta culminar en una gran resultante final que es el acontecimiento histórico. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 71 14/11/2013 10:08:50 a.m. 72 Pedro Mir Hoy sabemos que en ciertas condiciones, por ejemplo al ser alcanzado un determinado desarrollo del intercambio comercial con extranjeros, se desprende la propiedad privada y con ella la contradicción entre clases sociales. O que la distribución homogénea de los productos entre los miembros de sociedades de pequeña agricultura, no permite la desigualdad entre los productores y que, por el contrario, la aparición de una agricultura de gran desarrollo conlleva la desigualdad entre señores o propietarios, y servidores de la gleba o cultivadores asalariados. Y así sucesivamente. Se ha dado el caso de que la presencia de unos barcos de guerra en el Caribe haya constituido una condición en la vida pública, y desde luego privada, de tal y cual Antilla y, aunque esta no es una condición económica, es sin duda una condición material, y en todo caso es siempre la expresión de una economía de impetuoso desarrollo que impone su predominio sobre otra de desarrollo jadeante y sofocado. Los individuos inefables pertenecientes a cualquiera de esos momentos sociales, actuarán de acuerdo con su temperamento en una dirección o la otra, pero el curso general de la sociedad se orientará, en medio de las múltiples contradicciones que esos individuos generan entre sí, en una dirección que en última instancia será determinada por las condiciones materiales –intercambio con extranjeros, régimen de pequeña o grande agricultura o simplemente la presencia de un portaviones en el área– a las cuales ella se encuentra sometida. De estas consideraciones se desprende que la historia de un país, no es la historia de individuo alguno, aunque éste sea tan inefable como Napoleón Bonaparte, sino que esta historia tiene un solo protagonista que es el pueblo. Y, además, que todos los pueblos, siempre que se den las mismas condiciones, se conducen de la misma manera. Entonces, el asunto queda reducido a la determinación de las condiciones a las cuales deben los pueblos su conducta y que permiten augurar cuál será la conducta futura. Y así arribamos a una concepción científica de la Historia en cuyos reinos pueden y deben ser interrogados los acontecimientos con la misma rigidez con que NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 72 14/11/2013 10:08:50 a.m. La noción de período en la historia dominicana 73 se examina la conducta de la abeja, la regularidad de los anillos del Carbono o la actitud de las mareas en las circunstancias del eclipse… 2 El núcleo de la historia científica contemporánea, en torno al cual gira, tanto la aparición como el futuro desenvolvimiento de los pueblos, es la PROPIEDAD PRIVADA de los medios de producción de aquellos bienes sobre los cuales se funda su supervivencia material. Como que los pueblos se constituyen en su confrontación con otros sectores de la sociedad, su aparición histórica estará condicionada por la división de la sociedad en tales sectores o clases. Por consiguiente, en aquellos agrupamientos sociales en que la propiedad de los medios de producción, naturalmente la tierra, se ejerce colectivamente y donde los miembros participan por igual en ella, las divisiones en clases sociales no aparecen y por tanto no aparece el pueblo. Será preciso que un determinado desarrollo de la producción impulse la desintegración del régimen comunitario, para que entonces se establezcan aquellas contradicciones de intereses, en uno de cuyos polos el pueblo se instala y comparece. Así contemplada la situación, es claro que el proceso de desarrollo de la «propiedad privada» explica el desarrollo de la sociedad y, por tanto, la conducta de los pueblos, su historia. La literatura marxista contemporánea está impregnada, no obstante, por un encendido debate en torno a este problema, que sirve para ilustrar los conceptos precedentes.2 Sucede que los fundadores del marxismo periodizaron toda la historia de la Humanidad partiendo del desarrollo de la propiedad privada y establecieron cuatro grandes estadios o regímenes por los Véase Gianni Sofri: El modo de producción asiático: Historia de una controversia marxista, Barcelona, 1971, tercera parte. 2 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 73 14/11/2013 10:08:50 a.m. 74 Pedro Mir cuales se supone que atraviesa toda la sociedad humana: la Comunidad Primitiva, la Esclavitud, el Feudalismo y el Capitalismo. A esta última etapa esos sabios consagraron todo el peso de su erudición, y su trabajo físico, e hicieron una caracterización exhaustiva del Capital que constituye uno de los grandes monumentos teóricos de la cultura moderna. Las otras etapas «precapitalistas» comprenden dos grupos, la Esclavitud y el Feudalismo, por un lado, en los cuales la propiedad privada ha ido desarrollándose hasta colocarse en el dintel del capitalismo; y el régimen de la Comunidad Primitiva, por el otro, en la cual la propiedad privada no ha hecho aún su aparición. Ni Marx ni su compañero de trabajo Engels dijeron nunca que se trataba de cuatro peldaños diferenciados los unos de los otros, con lo que habrían parcelado y desnaturalizado la unidad del proceso, como ocurre en el famoso sofisma de Aquiles y la Tortuga. El corazón de su filosofía era la dialéctica y, de entrada, debía considerarse que cada uno de estos momentos llevaba ya en sus entrañas el desarrollo posterior que debía hacerle desaparecer. Y, efectivamente, un estudio preliminar que hicieron acerca de las formaciones precapitalistas, encontraron que no pocas de las sociedades «comunitarias» presentaban signos, a veces desarrollados, que se configuraban ya como formas de la propiedad privada. Más tarde, a medida que iba avanzando el conocimiento de las sociedades primitivas, desaparecidos ya los fundadores del marxismo, sus innumerables impugnadores comenzaron a alegar que el esquema marxista era falso, toda vez que en tales y más cuales sociedades primitivas determinadas se encontraba presente la propiedad privada, desvirtuando su fisonomía comunitaria. Estalló la polémica y sigue aún, siempre olvidando estos dos elementos fundamentales de las doctrinas de Marx: que todo el desarrollo de la sociedad humana parte del punto en que se encuentra la propiedad privada; y que la filosofía del marxismo era dialéctica en cuya virtud era tan inaceptable la parcelación del proceso histórico como la de cualquier otro proceso «natural». En consecuencia, no podían contemplarse estas etapas de desarrollo de la sociedad como NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 74 14/11/2013 10:08:51 a.m. La noción de período en la historia dominicana 75 escalones separados, como oficinas establecidas que otorgaban un certificado del nivel alcanzado por cada formación social, sino que se trataba de determinar, en cada caso, hasta qué punto el desarrollo de la propiedad privada, permitía insertar una determinada formación social en un determinado momento de cada uno de esos grandes estadios o regímenes. 3 Teniendo presentes estos conceptos al estudiar la historia dominicana, el método a seguir debe permitirnos establecer el curso de desarrollo de nuestro pueblo, desde su aparición histórica hasta la culminación de sus grandes objetivos. Hasta ahora, la única clave a nuestra disposición para la articulación racional de todo el proceso es esa, la de la aparición y subsecuente desarrollo de la «propiedad privada», con lo cual se nos abren perspectivas de incalculable riqueza. Al menos proporciona un buen par de anteojos para observar la totalidad del paisaje. Esta concepción del método involucra automáticamente una noción de período. Tanto una palabra como la otra expresan la bella metáfora del camino –odós: camino– con la que los antiguos griegos objetivaban su preocupación por el alcance de la verdad. Método viene a significar más allá del camino (meta: más allá) con lo que queda dicho que cuando ese camino que nos conduce a un punto anhelado concluye, allí, precisamente más allá de él, se encuentra el punto verdadero, y no otro que sería falso. Entonces, lo único que en opinión de los antiguos nos permite asegurarnos de que hemos llegado al punto verdadero y de que estamos en posesión de la verdad, es la de que hemos elegido el camino correcto y la certidumbre de que hemos alcanzado ese punto, depende de la propiedad del camino, que en este caso es, por coincidencia, la «propiedad privada». Permítase una ilustración muy alejada del tema. Cuando el aviador Lindbergh se lanzó a la aventura de volar de Nueva York a NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 75 14/11/2013 10:08:51 a.m. 76 Pedro Mir París sin escala, nunca había viajado a esta última ciudad. La única certidumbre que podía poseer de que llegaría exactamente a ella, descansaba en la corrección del rumbo elegido. Su primera pregunta al efectuar el aterrizaje fue: ¿Esto es París? La respuesta afirmativa le indicó que no se había desviado del rumbo, ya que esa era la garantía de que llegaría al punto correcto como en efecto sucedió. Así, al mismo tiempo que establecía un record mundial de vuelo sin escalas para aquella época, rendía un vistoso aunque oblicuo homenaje a la genialidad de los antiguos griegos, que habían descubierto que más allá del camino y en su mismo extremo se encontraba París, esto es, la verdad… La palabra PERÍODO es complementaria del método. Significa alrededor del camino (peri: alrededor) y con ella se alude a las peripecias que acompañan al camino, a los recursos que deben ponerse en juego durante la marcha, para facilitar el alcance de la meta elegida. Este camino, que en las específicas circunstancias de nuestra historia, identificamos como el de la propiedad no se presenta, y así sucederá con cualquier otro camino, como la línea más corta entre dos puntos. En su accidentado recorrido, en el cual puede inclusive desaparecer totalmente, oculta entre densos nubarrones, sufre tales cambios que pueden desorientar al caminante. Estos cambios que son los que denominamos períodos, nos van a asegurar la eficacia del método y el éxito del recorrido. Por cierto, es la periodificación de la historia tradicional en nuestro país, la que nos revela que el método elegido por nuestra historiografía no nos garantiza que las conclusiones a que se ha arribado, acerca del desarrollo histórico de nuestro pueblo, sean correctas. La única garantía que se puede invocar acerca de la corrección de esas conclusiones tendría que ser basada en la idoneidad y la corrección del método adoptado. Hasta hoy todo contribuye a convencernos de que el tal método es un modelo obsoleto que, por otra parte, lo era ya en el momento en que se impuso como norma invariable de la historiografía nacional. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 76 14/11/2013 10:08:51 a.m. La noción de período en la historia dominicana 77 4 Sin duda, el historiador a quien se debe la imposición del método tradicional en nuestro país, es José Gabriel García, cuya obra ha constituido la fuente más socorrida, y no sin muy elevado fundamento, por la imponente mayoría de los historiadores que le siguieron. Lo curioso es que García nunca hizo referencias al método que le permitía vertebrar su trabajo, con lo cual estableció también un precedente celosamente seguido en el país. Lo más probable es que el propio García fuera un poco inconsciente respecto a su propio método y que hubiera descansado en otro historiador que debe haberle servido de modelo, Antonio Delmonte y Tejada. Delmonte fue un historiador de muy sólida formación intelectual. Fue el primer decano del Colegio de Abogados de La Habana, Cuba, a donde había emigrado después de hacer resistencia con las armas en la mano a Toussaint en 1801, cuando el caudillo haitiano reunificaba la Isla en ejecución del Tratado de Basilea de 1795 por cuenta propia. A pesar de este antecedente, Delmonte, que sólo tenía 18 años entonces, conservó una gran admiración por Toussaint en particular y por la Revolución haitiana en general, que le acompañó toda su vida. A esta admiración consagró una obra acerca de la isla entera –y no de la parte en que había nacido– y en la cual habían tenido lugar las hazañas, dignas de cautivar la imaginación, llevadas a cabo por aquellos antiguos esclavos que, congregando los elementos europeos, los constituyen en República independiente, según declaró en un prólogo que antepuso en 1852 a su HISTORIA DE SANTO DOMINGO. Este título respondía con la mayor exactitud al propósito que animaba su contenido. En realidad Delmonte no era dominicano. Había nacido en este territorio durante la soberanía española y lo abandonó con esa nacionalidad para nunca más volver. Jamás renunció a esa nacionalidad ni a esa mentalidad que en los últimos párrafos del mencionado prólogo reflejan su fijación española. Debido a esa condición intelectual, NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 77 14/11/2013 10:08:51 a.m. 78 Pedro Mir contempló la Isla como una unidad histórica aunque reconociera una dualidad nacional. Ese mismo prólogo evidencia, además de un volumen de información personal impresionante, una formación romántica muy definida. Después de pasar revista a la metodología romántica, se decide por aquella que impone el siglo que vivimos a toda historia escrita en estos tiempos, y que en su opinión debe estar dedicada a la noble exaltación del sentimiento de la nacionalidad, un sentimiento desde luego de la más recóndita fibra romántica… En este prólogo, Delmonte hace un triple legado a la historiografía dominicana, que es recogido y transmitido a las generaciones siguientes por José Gabriel García. Uno de ellos es la vinculación en un plano de subordinación y dependencia de la historia dominicana respecto de la historia haitiana. Esta historia como provincia de aquella da el título de Historia de Santo Domingo a toda obra escrita acerca de la historia de la República Dominicana, sin que jamás se hayan explicado las razones de esta preferencia. Y es claro que no se trata solamente de un título sino de una concepción. Cuando se relata la historia de los Gobiernos, es imposible desligar la historia dominicana de las confrontaciones bélicas entre los dos países o de la política demagógicamente vinculada a ellas. En tal caso la historia dominicana no es exclusiva de esta parte sino que se desplaza en el territorio de toda la Isla, y se entrelaza indisolublemente con la historia haitiana. Otra cosa sucederá cuando se escriba la historia del pueblo dominicano, en cuyo proceso de formación y desarrollo la historia haitiana es una condición como muchas otras, de las cuales no están excluidas Cuba y Puerto Rico así como las potencias coloniales, y no sólo España, que de manera tan próxima y activa acunaron ese proceso. La Historia de Santo Domingo es un aspecto insoslayable del desarrollo histórico del pueblo dominicano pero en ningún modo puede volatilizar la Historia de la República Dominicana ni reducirla a aquel período posterior a su Independencia que García denomina Historia moderna de la República Dominicana. El segundo legado que Delmonte hizo a la historiografía de este país es aquella concepción de la metodología romántica de acuerdo NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 78 14/11/2013 10:08:51 a.m. La noción de período en la historia dominicana 79 con la cual la narración histórica sigue la línea de los gobiernos, la autoridad en general incluyendo la eclesiástica, además de la raza, el clima, el territorio, el idioma, la religión y las costumbres, el pasado aborigen y el folklore; que constituyen, de acuerdo con sus planteamientos teóricos, la esencia de la Nacionalidad3 confundiendo este aspecto jurídico con el desarrollo histórico de la nación, y al mismo tiempo convirtiendo el nacionalismo, que es su tercer legado, en el motor histórico de la sociedad. Es imperativo reconocer que ambos historiadores vivieron el siglo de las nacionalidades (Siglo xix) y que García participó activamente en la lucha nacional de este país, uno de cuyos aspectos era la confrontación con la vecindad haitiana.4 Este nacionalismo jugaba un papel histórico en aquellos instantes en que la independencia del pueblo se encontraba comprometida por las acciones de Haití, usualmente combinadas con las acciones agresivas de otras naciones más poderosas. Pero, una vez superado el ciclo de esas confrontaciones, considerar el nacionalismo como el motor de nuestra historia, constituía un elemento de disipación y de subestimación del papel de nuestro pueblo en la creación de su propio destino y en la ejecución de su propia historia. Para una visión esquemática pero comprensiva de la historiografía romántica, véase Les grandes doctrines literaires en France, de Philippe Van Tieghem, Presses Universitaires de France, París, 1963. 4 V. Walter Goetz: La estructura espiritual de la época en Historia Universal, Espasa Calpe, 1963: Esta época del nacionalismo cambia el mapa de Europa y cambia también la actitud espiritual de los pueblos. No sólo el Estado y la economía se construyen sobre base estrictamente nacional, sino que también esta tendencia a fundarse en el Estado nacional actúa en la misma vida espiritual y aspira a ordenar el destino de los pueblos desde su punto de vista. La Ciencia histórica y el derecho político se convierten en campeones espirituales de la idea nacionalista; con máxima fuerza allí donde el Estado nacional está todavía por conquistar, pero también enérgicamente allí donde se siente amenazado por minorías de nacionalidad extraña y donde se aspira a eliminar las influencias espirituales ajenas… El advenimiento de la cultura nacional en el idioma, la literatura, el arte, la religión y las costumbres es perseguido con el ardoroso celo que había iniciado el romanticismo, pero el romanticismo es cada vez más desplazado por la idea política nacional y en lugar del ingenuo deleite en la contemplación del pasado, viene la investigación consciente en provecho de la nación y en último término la idea de la raza, que se exalta a veces hasta la más ciega odiosidad y que reduce el valor de la nación a la bondad de la sangre, esto es, a un concepto de valor que enardece la conciencia de unas naciones contra otras. 3 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 79 14/11/2013 10:08:51 a.m. 80 Pedro Mir Es evidente que dentro del manto de la «nacionalidad» quedaban igualmente arropados los enemigos del pueble dominicano, sus déspotas y sus traidores e inclusive los intereses y las motivaciones de las potencias extranjeras, ejercidas a través de sus vinculaciones dominicanas. Se puede ser dominicano dentro de los más rigurosos cánones constitucionales y no serlo dentro de los menos rigurosos cánones históricos, tan pronto como se enajene en los brazos de los enemigos de su pueblo.5 Por esa triple vía trazada por los fundadores de la historiografía nacional, se perdieron generaciones enteras de estudiosos de nuestra historia y manuales innumerables en los cuales el patriotismo más vehemente y exaltado se diluía en los convencionalismos y los prejuicios que obstaculizaban y obstaculizan aún el desarrollo de una auténtica historia del pueblo dominicano. 5 El primer paso que las reflexiones que anteceden imprimen a toda tentativa de relatar esa historia, consiste en la caracterización del protagonista principal y verdadero de nuestra historia: el propio pueblo dominicano. Por eso carece de sentido hablar de una comunidad de intereses nacionales, pues lo que las clases dominantes de cada país han defendido hasta aquí como «exigencias nacionales» no ha sido nunca otra cosa que los intereses particulares de las minorías sociales privilegiadas, intereses que debían ser asegurados mediante la explotación económica y la opresión política de las grandes masas. De igual modo que la tierra de la llamada «Patria» y sus riquezas naturales han estado siempre en posesión de aquellas clases, y se pudo hablar con razón de una «patria de los ricos». Si la nación fuese en realidad una comunidad de intereses asociados, según se la ha definido, en la historia moderna no habría habido nunca revoluciones y guerras civiles, pues los pueblos no han recurrido por mero placer a las armas de la insurrección… Rudolf Rocker: Nacionalismo y cultura, Buenos Aires 1954, página 244. Debemos llamar la atención al hecho de que Rocker, que no es marxista y más bien un antimarxista violento, mantiene aquí posiciones más avanzadas que la de un cierto nacionalismo marxista que a veces se cuela en la historiografía nacional. 5 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 80 14/11/2013 10:08:51 a.m. b)Caracterización de la Noción de Pueblo A la hora de caracterizar al PUEBLO encontramos o descubrimos tres rasgos que le son esenciales y que se complementan. El primero afecta a la división de clase. El pueblo se constituye frente a un Gobierno que asume la misión de regular su conducta. En el complejo infinito de contradicciones que se articulan en el seno de la sociedad, unas arrojan una resultante popular y otras una resultante gubernamental; y expresan una clase social dominada y una clase social dominante. El pueblo es la clase social dominada, a condición de que constituya las grandes mayorías de la población. Una vez que las grandes mayorías populares se organizan en torno a su Gobierno, desaparece la polaridad gobierno-pueblo, dado que las minorías dominadas no constituyen un pueblo. La noción de pueblo incluye invariablemente al de masas populares y de ahí deriva tanto su fundamento en el plano moral y jurídico como su fuerza política y su gran papel en el plano histórico. Estas dos resultantes divergentes –y por eso la historia de un país no es la historia de sus gobiernos– se conjugan en una gran resultante final que es la historia de un país determinado. El segundo afecta a su conciencia de clase. El pueblo se constituye en torno a un nivel determinado de «conciencia» que hace posible su unidad y su cohesión en términos de resistencia y de lucha frente a la acción gubernamental y política de la clase dominante. Como ha 81 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 81 14/11/2013 10:08:51 a.m. 82 Pedro Mir dicho el propio Engels: Los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha común con otra clase.6 Por consiguiente, es solamente la lucha del pueblo lo que permite reconocer al Pueblo. Y es una gran cosa que sea así, ya que por lo general su presencia se difunde y volatiliza en la malla de los acontecimientos históricos registrados por sus enemigos. Y el tercero afecta a la lucha de clases. El pueblo se constituye en su polarización frente al poder organizado de la clase dominante y en el marco de unidad y de cohesión que determina su «conciencia» de clase pero es preciso que esos rasgos subjetivos se materialicen en una lucha concreta, al alcance del sistema sensorial de sus testigos, de manera palpable y concreta, para que pueda serle reconocida al pueblo como un rasgo sustancial y lo constituya históricamente como «pueblo». Mientras esta lucha no se manifiesta de manera concreta pueden estar presentes los rasgos que constituyen el pueblo, pero es imposible registrarlos como fenómeno de conciencia. El historiador sólo podrá partir de los testimonios que registran las acciones materiales, objetivas, en las cuales el pueblo deja constancia de su existencia real. 2 Es claro que no siempre se ha entendido así la caracterización de la noción de pueblo. Hubo una época en que esta palabra denotaba comúnmente la masa política y socialmente pasiva de la población. Durante el Siglo xviii es la palabra nación la que aparece cargada de contenido activo y políticamente consciente, en oposición a la caracterización que se hacía de ella misma durante la Edad Media. Pero entonces el concepto de nación se opone al de pueblo que conservaba esa connotación pasiva.7 Marx-Engels: La ideología alemana, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1968, páginas 60-61. 7 El nacionalismo dio por resultado la integración del pueblo en una nación, el despertar 6 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 82 14/11/2013 10:08:51 a.m. La noción de período en la historia dominicana 83 Como es sabido fueron los franceses los descubridores de la lucha de clases. Desde las primeras jornadas de la Revolución, la toma de conciencia por parte del Estado llano comienza a deslindar las esencias populares, sustrayéndolas del concepto más general de nación, al cual el Romanticismo va a dotar de un aparatoso prestigio. Pero el curso histórico irá desplazando el prestigio del nacionalismo, como carril histórico, y en su lugar la palabra pueblo recogerá todas las connotaciones políticas y activas que entonces incorporaba la palabra nación hasta invertir completamente su significado.8 Hoy la palabra nación se ha despojado de sus connotaciones políticas en beneficio de la palabra pueblo. Durante los acontecimientos de 1965 en nuestro país, se veía a los tanques capturados por los constitucionalistas exhibir en grandes letras blancas la palabra PUEBLO con un sentido claramente establecido por los acontecimientos. En esas circunstancias la palabra NACIÓN, inscrita en las paredes de los tanques, habría carecido de significación alguna. Este episodio ilustra cómo las masas populares, aparentemente desligadas de las dilucidaciones teóricas, tenían una clara noción de la polarización de de las masas hacia una actitud política y activa. Las revoluciones del Siglo xviii llevaron a cabo en el occidente esa integración y en general la palabra «nación» adquirió el significado de la organización política total o Estado… Hans Cohn: Historia del nacionalismo, Fondo de Cultura Económica, 1949. 8 En algunos círculos de historiadores «marxistas» de nuestro país continúa en boga un trabajo de Stalin que, en su tiempo, gozó de mucho prestigio y que sigue siendo la fuente de no pocos estudiosos que tratan de esclarecer el significado de este concepto. El trabajo de Stalin, que aparece en Cuestiones del leninismo y que se considera superado y obsoleto en la actualidad, adolece de un pecado metafísico que consiste en marginar la naturaleza histórica, vale decir dialéctica, del concepto de nación, presentándolo con una pretensión de validez universal que es inaceptable. La idea de nación no solamente ha variado históricamente sino que varía inclusive geográficamente, en función de la etapa histórica y de los intereses de clase. Encasillar una realidad tan intensamente cambiante como esa en una definición impuesta desde arriba, y suprimiendo de entrada toda posibilidad de discusión controversial,, no se caracteriza precisamente como una cuestión leninista y ha sido justamente postergada. El problema que debe colocarse a la altura del último cuarto de siglo que vivimos, no es ya el de precisar el contenido de nación cuando se encuentra tan distante el siglo de las nacionalidades, sino el de precisar y acentuar si contenido de la noción de pueblo. Cada vez se hace más evidente que, más que en la era nuclear, nos encontramos en el siglo y tal vez en la Era de los pueblos. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 83 14/11/2013 10:08:51 a.m. 84 Pedro Mir tendencias políticas e históricas que conlleva la noción de pueblo en el seno de una misma nación. Otro concepto que se entremezcla con los anteriores es el de patria. Aquí también se esconde una noción de polaridad pero esta vez no en el seno de una misma nación sino respecto a una nación extranjera en circunstancias de conflicto. En realidad la noción de patria responde a una actitud subjetiva que expresa la vinculación espiritual de una persona a un determinado país cuando éste se encuentra agredido por otro. Etimológicamente se vincula a la tierra de los padres, como la palabra nación se vincula al «nacimiento» en una tierra determinada, pero en el contexto histórico, el término patria aparece en Holanda9 con ese sentido en los momentos en que ésta, pugna por desligarse de España de la cual era entonces provincia. Es así como adopta contenidos nacionales y llega a ser confundida con la nacionalidad. No obstante, la diferencia entre ambos conceptos es obvia: la nacionalidad es una formulación jurídica, usualmente contenida en la Constitución y que está desprovista de connotaciones beligerantes, mientras que la idea de patria involucra la polarización respecto de un país agresor. En este punto se asocia con la noción de pueblo de la cual se diferencia por el hecho de que esta última conlleva una polarización interna, en el seno de una misma nación, mientras que la otra conlleva una polarización externa, respecto de una nación agresora. En el episodio mencionado, la palabra PUEBLO originalmente inscrita en los tanques, perdió automáticamente su significado actual tan pronto como se produjo la intervención militar extranjera. En tal caso, adquiría su validez plenaria la palabra PATRIA. Y efectivamente así ocurrió. 9 Para la contribución de Holanda a la exaltación de la corriente nacional, véase El gran incendio. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 84 14/11/2013 10:08:51 a.m. La noción de período en la historia dominicana 85 3 Esta caracterización general del pueblo y de los conceptos colindantes, nos permiten emprender la búsqueda de los orígenes y el desarrollo histórico del pueblo dominicano. Y así pasamos de inmediato a la consideración de los acontecimientos que nos sirven de fundamento. El primer problema es el punto en que comienza esta historia, el cual se nos presenta de manera irregular, toda vez que el mismo comienzo de la historia dominicana viene arropado por los convencionalismos y dispara de manera inevitable la discusión y la controversia. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 85 14/11/2013 10:08:52 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 86 14/11/2013 10:08:52 a.m. B. La historia que sí se escribe NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 87 14/11/2013 10:08:52 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 88 14/11/2013 10:08:52 a.m. Antemural Los primeros descubridores de la Isla actualmente denominada HISPANIOLA, forma latinizada de su risueño nombre colombino, fueron un grupo de exploradores aborígenes de origen y procedencia no plenamente establecidos. A estos siguieron otros de origen y procedencia sudamericanas, pertenecientes a las familias de los arawacos, que pueblan ciertas áreas de la cuenca del Orinoco y que, por alguna razón tampoco plenamente esclarecida, abandonaron sus tierras aborígenes y ocuparon, sucesivamente, las islas que componen el arco semilunar trazado por el archipiélago antillano, desde las costas de Venezuela hasta la entrada del Golfo de México. Los segundos descubridores fueron los españoles que, al interrumpir el proceso histórico indiano, incorporan la Isla a las grandes corrientes históricas europeas y la convierten en el centro de difusión de la cultura española en este Continente y en el campo de experimentación de las nuevas estructuras sociales y económicas que plantea la creación de un mundo nuevo en este Hemisferio. A su vez, los propios españoles interrumpen este proceso, llevando a cabo una de las acciones devastadoras más impresionantes que se conoce y con la cual, yendo más allá de la destrucción meramente física de los establecimientos, colocan de nuevo esta Isla en estado de descubrimiento y de subsecuente colonización. Los terceros descubridores fueron los aventureros franceses que entonces infestaban las aguas antillanas y que, después de descubrir 89 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 89 14/11/2013 10:08:52 a.m. 90 Pedro Mir y reconocer las zonas despobladas por los españoles, pródigas en naranjas y ganado silvestre, se establecieron en ella y le aseguraron a Francia la posesión de la tercera parte del territorio, que no tardó en convertirse en una colonia espléndida y, finalmente, en la República de Haití. Cada uno de esos tres descubrimientos presenta un sello racial inconfundible que se impone a su siglo: el Siglo xv es indio, el Siglo xvi es blanco, el Siglo xvii es negro. La historia convencional se muestra vacilante en nuestro país al momento de establecer si el pueblo dominicano es el resultado del primero o del segundo descubrimiento, toda vez que el tercero explica y consuma a la República de Haití. Esa vacilación oscila en el siguiente prisma: que el pueblo dominicano es a) el continuador de los aborígenes, b) el continuador de los españoles, y c) el continuador de la mezcla original de los dos. De una manera o de la otra, estas tres variantes se perpetúan en los manuales usuales de historia dominicana. Pero las tres son falsas. La evidencia somática (racial) registrada por las estadísticas, muestra que el pueblo dominicano no es ni indio ni español, ni mestizo de ambos como es el caso de otros pueblos hispanoamericanos o indoamericanos. Pero sería simplificar las cosas si nos atenemos a que esas estadísticas establecen la inmensa mayoría del mestizaje europeo y africano que domina la población dominicana actual. Esto podría llevarnos a conectar el origen del pueblo dominicano con el tercer descubrimiento francés, que impone la absoluta mayoría africana en la Isla. El mestizaje dominicano se realiza a través de un proceso peculiar, no con el blanco francés sino con el blanco español que permaneció en la Isla tras las destrucciones, engrosado con familias nuevas que arribaron en el Siglo xvii y con el antiguo esclavo del Siglo xvi, inaugurando un nuevo tipo de relaciones interraciales en el Nuevo Mundo, al cual el ingenio de azúcar incorporó posteriormente un nuevo torrente de origen africano desde el último cuarto del Siglo xix. Este último alteró el equilibrio ancestral, acentuando cada vez más la tónica negra del pueblo, sin modificar el carácter NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 90 14/11/2013 10:08:52 a.m. La noción de período en la historia dominicana 91 armónico de las antiguas normas en que se basaban las relaciones sociales. Estas normas se apartan completamente del patrón seguido de manera invariable en los países de composición bi-racial del Continente, donde la colonización comienza por la explotación brutal del indio o del negro y su segregación de la sociedad. Santo Domingo es el único país donde este mestizaje ha sido realizado históricamente sin las usuales tensiones entre las dos razas y donde la armonía de la convivencia social se ha caracterizado por la ausencia de modelos discriminatorios y estilos de violencia social que hayan impedido en el pasado e impidan en el presente la unión de las razas, cualesquiera que ellas sean, arrojando un producto de mestizaje total, absolutamente libre. Y lo curioso es que esa nivelación que suprime la violencia fue ella misma producto de la violencia… Por consiguiente, debe ser abandonada toda tendencia a hacer comenzar la historia del pueblo dominicano partiendo de un descubrimiento vinculado a una concepción racial de la historia. Naturalmente, el abandono del esquema común del continente y particularmente del área del Caribe, plantea como interrogante el comienzo de nuestra historia, toda vez que la Isla de Santo Domingo fue la primera que colonizaron los españoles como resultado del descubrimiento de 1492. Ese hecho nos obliga a discutir las tres opciones posibles. La opción antillana La primera es aquella que, debido a la influencia de la metodología romántica, va a beber en las fuentes del pasado aborigen. Siendo la más insostenible y la que debería ser más rápidamente descartada, toda vez que la raza aborigen fue totalmente exterminada durante el Siglo xvi sin que llegara a constituir un factor histórico, ni siquiera genético, en la población dominicana, es la más difícil de desarraigar y la que se perpetúa en la más amplia gama de problemas NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 91 14/11/2013 10:08:52 a.m. Pedro Mir 92 teóricos y prejuicios sociales.10 Por eso nos exige un detenimiento especial. La presencia biológica del indio en el pueblo dominicano actual es de orden metafísico. Como nos cuenta Arrom: De aquel trágico hundimiento se salvó poco: el cultivo y aprovechamiento de ciertas plantas, la manera de fabricar sus rústicas moradas, algunos artefactos de uso doméstico, las palabras con que nombraron la tierra, la flora y la fauna, el vago recuerdo de sus cantos y algunas noticias de los dioses en quienes creyeron y confiaron…11 En nuestro país existió la leyenda, hoy un poco olvidada, de la mancha del indio que la imaginación callejera hacía reaparecer constantemente en la piel de los dominicanos. La incidencia cada vez mayor del negro en la población, ha ido disipando la verosimilitud de esta leyenda, pero perdura una imagen idealizada del «indio» que inunda los documentos de identificación: la Cédula Personal de Identidad, el Pasaporte, la Licencia de Conductor, la Cédula Electoral y otros. Es sin duda hermosa esta actitud del pueblo, que aparentemente tiende a identificarse con una raza desaparecida aquí y oprimida en otros lugares. Pero la idealización del indio va acompañada de la idealización de los fundamentos, contribuyendo así a la perpetuación de un convencionalismo tan pernicioso como cualquier otro. Lo más probable es que los fundamentos sean otros y que en el fondo de lo que se trata es de establecer una fórmula que permita cierto grado de nivelación racial en el plano biológico, que se corresponda con el social, basado en el hecho de que el indio representa una transacción somática, entre los dos troncos raciales que intervienen en nuestro mestizaje: el pelo lacio del indio lo vincula al blanco y su tez oscura lo vincula al negro. De ese modo se aspira a alcanzar un La concepción inveterada del componente indiano en la sangre dominicana, no ha sido establecido científicamente por nadie. 11 Arrom, Juan José: Mitología y artes prehispánicas de las Antillas, Siglo XXI, México, 1975, página 13. 10 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 92 14/11/2013 10:08:52 a.m. La noción de período en la historia dominicana 93 tipo racial común a todos los dominicanos en cuanto dominicanos. Tanto el blanco como el negro vendrían a representar entonces, sólo momentos de tránsito hacia el tipo nacional. El poeta Héctor Incháustegui Cabral sostiene12 que, tal como ha sido recogido por nuestros poetas, el término tradicional para designar el producto de la fusión de esas razas en nuestro país ha sido el vocablo trigueño, probablemente introducido por los españoles en razón de que en este país no se cultiva el trigo. El trigueño evoca el color dorado, que no blanco, de los trigales, y está sobrecargado de alusiones poéticas, que no afectan y más bien halagan la dignidad de las personas. Los franceses llamaban a sus mestizos rouges, rojos, en Haití. Pero los mismos españoles impusieron en Cuba un término peyorativo e insultante: mulatos derivado de mulo que es una bestia híbrida. De allí pasó a Haití, mulatre, con la misma carga peyorativa. En Santo Domingo este vocablo ha sido rechazado en beneficio de indio que, a su vez, ha desplazado a trigueño, por el patrocinio oficial, como identificación en los documentos públicos. Pero estas convenciones sociales tienden a sustentarse en convenciones históricas. De ahí la pertinaz labor de exaltar al indio arqueológico y semántico a pesar de que las supervivencias indianas que se descubren en la actualidad (en el vocabulario y en los asentamientos arqueológicos) son un acervo común del pasado antillano y no necesariamente de esta particular antilla y, cuando se cargan de peculiaridades dominicanas, producen una deformación nacionalista perniciosa y falsa. 2 La exaltación de la figura del cacique Enriquillo responde en el campo de la historiografía a esas motivaciones de orden social. La vehemencia con la cual se glorifica esta figura, infiltra en los espíritus Véase EME-EME, Estudios Dominicanos Vol. Número 24, Mayo-Junio, 1976, página 3: Los Negros y las Trigueñas en la poesía dominicana, de este gran poeta recientemente fallecido. 12 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 93 14/11/2013 10:08:52 a.m. 94 Pedro Mir simples del pueblo la idea de que Enriquillo es la primera figura que encarna las virtudes heroicas del pueblo dominicano, como Cuauthemoc encarna las del pueblo mexicano que verdaderamente puede reivindicar esa herencia biológica.13 Para que esta posibilidad pueda ser adoptada en nuestro país sería necesario mostrar el carácter de clase de la comunidad indígena, de modo que Enriquillo encarnara la lucha del pueblo oprimido y pudiera establecer el vínculo histórico con las luchas del pueblo dominicano. Sin embargo, todo parece indicar que no solamente faltó esta conciencia de clase en el momento hispánico de la vida indiana sino que nunca existió un orden clasista en su vida prehispánica. La resistencia que los indígenas presentaron al español, y que llegó a ser tan violenta que los condujo al suicidio en masa, fue una resistencia nacional, como nación y no como clase social. El propio Rey de España le ofrece con Barrionuevo un Tratado de Paz a Enriquillo, a quien el cronista Oviedo considera como uno de los más nobles príncipes por haberla aceptado. Quanto al cacique Don Enrique me paresce qu él hiço la más honrosa paz que ha hecho caballero o capitán o príncipe de Adam acá…14 Al estudiar ese Tratado, Peña-Batlle lo presenta como el primero que se instrumenta en el Nuevo Mundo. Y llega más lejos aún, a considerarlo como el germen de la teoría moderna del Derecho de Gentes que puede hacernos sonreír.15 Peña-Batlle afirma, invocando a Las Casas al poner en el tapete la cuestión de la soberanía sobre el territorio, que para la fecha en que se concertó el tratado de paz, la soberanía se había concentrado en la escasa población que gobernaba –por legítimo abolengo– el jefe insurrecto. Y concluye en el sentido de que las estipulaciones del Tratado fueron El iniciador de esa corriente, aunque no del indigenismo, en nuestro país, fue Manuel de Js. Galván, quien inauguró y perpetuó, para resolver sus propias contradicciones políticas, el culto a Enriquillo, en su «leyenda histórica» del mismo nombre. Véase este problema con más detalles en Tres leyendas de colores, de las cuales esa es una. 14 Idem. 15 Obras escogidas, Santo Domingo, 1958, página 72. 13 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 94 14/11/2013 10:08:52 a.m. La noción de período en la historia dominicana 95 «concertadas por dos poderes que se miran iguales entre sí y que se sienten colocados en un mismo plano…»16 Estas consideraciones certifican que las relaciones del indio y del español en esas circunstancias eran de nación a nación y no de clase a clase. 3 El esfuerzo de la historia usual por incorporar al indio al proceso histórico dominicano, se concentra ahora en los últimos tiempos, en el estudio de la etapa social y económica en que se encontraba la sociedad aborigen. El momento es oportuno. Las controversias en torno a la caracterización de las formaciones precapitalistas –desatadas por Wittfogel a propósito del «modo de producción asiático» en el marco de la «guerra fría»17– ha inducido a algunos investigadores a abandonar esas concepciones marxistas sin abandonar el marxismo. El más conocido es Gordon Childe18 que se lee mucho en este país. Childe se desliga de la caracterización del estado histórico de las sociedades primitivas, basado en el grado de desarrollo económico, y engarza con otra basada en el grado de desarrollo estético. Para realizar este cambio de rumbo, Childe se apoya en el aristócrata inglés Sir John Lubock19 quien, observando que a las grandes creaciones murales del arte paleolítico, siguió una era de producción doméstica de factura femenina con características propias, dividió ese período en dos y creó el período neolítico, caracterizado por el predominio de las ollas, vasijas y otros productos ornamentales. Childe le llamó a esta nueva etapa la revolución del neolítico trasladando esta superestructura cultural y estética al campo de los 18 19 16 17 Idem., página 75. Ver Gianni Sofri, op. cit. Childe, Gordon, Así sucedió en la historia, Buenos Aires, 1969. Tanto la palabra «paleolítico» como «neolítico» fueron acuñadas por Lubock en dos grandes obras: Tiempos pre-históricos (1865) y Los aborígenes de la Civilización (1870) en diez volúmenes. Véase Avebury, John Lubock en la Enciclopedia Británica de 1972. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 95 14/11/2013 10:08:52 a.m. 96 Pedro Mir cambios estructurales de la sociedad. El desarrollo de la fabricación de las ollas y de su ornamentación sustituyó así al proceso de aparición y desarrollo de la propiedad privada. Desde luego, por el camino de las fantasías estéticas se puede llegar muy lejos en las conclusiones históricas. Por grandes que sean las conquistas especulativas en este terreno siempre resultarán muy débiles las evidencias de un desarrollo de la economía taína que hicieran viable, como se ha sostenido en algunas ocasiones, la acumulación de excedentes de su producción que les obligara a realizar intercambios con el extranjero, o sea con los otros aborígenes de las otras Islas. Tal desarrollo supondría una división del trabajo muy superior, y mucho más aún si se toma en cuenta que esta división del trabajo no podría establecerla aquí la naturaleza, que daba los mismos productos allá y acullá. Tendría que tener por base el trabajo y no hay la menor constancia de que la industria taína fuese más allá de la coa entre sus instrumentos de producción ni de sus joyas cerámicas entre los productos; muy bellas estas joyas, pero muy limitadas si se toman como modelo las realizaciones de otras sociedades aborígenes de este Continente que, sin superar la etapa aún baja del desarrollo de la sociedad, lograron maravillas que son admiración y espanto de nuestra época. Lo que han hecho los aztecas y los mayas y, sobre todo, los mismos arawacos de donde procedían nuestros desdichados nómadas, en Colombia y Perú, por ejemplo los quimbayas en la elaboración de objetos de oro, son verdaderos prodigios de la industria humana. Marx, que según nos explica Hobsbawm, colocaba el modo de producción asiático en el peldaño más bajo del desarrollo histórico, parecía inclinado a considerar que las sociedades mexicana y peruana pertenecen al mismo género.20 Por elevado que sea el valor sentimental del legado taíno, es insuficiente para hacerlo escalar los peldaños más altos del régimen 20 Hobsbawm, E. J. Prólogo a Formaciones económicas precapitalistas de Carlos Marx, Taller, Santo Domingo, 1972, página 30. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 96 14/11/2013 10:08:52 a.m. La noción de período en la historia dominicana 97 de la comunidad primitiva. Las diferencias de desarrollo que se advierten entre el taíno y los demás grupos aborígenes de las Antillas, no alcanzan a colocar a aquellos en una etapa superior de desarrollo histórico. 4 Otro punto que no debe ser olvidado es la condición itinerante de los aborígenes de las Antillas. El desarrollo de una cultura original, capaz de hacer saltar a una sociedad de una etapa histórica a una superior, supone un asentamiento permanente y un progreso constituido por pequeñas victorias seculares. Hay que ver que todavía a fines del Siglo xix no se había introducido en esta Isla el arado, a pesar de estar bajo el patrocinio de una nación europea, y la coa aborigen seguía siendo el instrumento característico de la agricultura de subsistencia. Hoy se tiene como un hecho incontrovertible que la población indígena de las Antillas representaba una sucesión continua de grupos que eran desplazados por otros, procedentes de sus asentamientos continentales.21 La distribución de los grupos aborígenes en Cuba, según revelan los hallazgos arqueológicos, revela esta sucesión dramática. Los más antiguos y atrasados, los guanahatabeyes, ocupaban el extremo más remoto, los siboneyes el centro, y los «taínos» la parte oriental próxima a Santo Domingo. Es indudable que los taínos empujaban a los siboneyes y estos a su vez a los guanahatabeyes, como resultado de la presión que los propios taínos sufrían por parte de grupos más agresivos, principalmente los caribes, poseídos de la virulencia original con la que todos ellos se desprendían del Continente, y que dominaban ya la parte oriental de Santo Domingo. Esta situación histórica hace inconcebible el desarrollo cultural y económico de una sociedad, y absurda la opinión, aún presentada Felipe Pichardo Moya, Los aborígenes de las Antillas. 21 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 97 14/11/2013 10:08:52 a.m. 98 Pedro Mir como «hipótesis de trabajo», en el sentido de que estos grupos podían intercambiar apaciblemente sus productos entre una antilla y la otra. 5 Por todas estas razones, la opción aborigen no puede ser considerada como adecuada para el comienzo de la historia dominicana, toda vez que no aparecen vínculos de continuidad que permitan restablecer el contacto del pueblo dominicano con estos desdichados «descubridores» de la Isla. El periplo aborigen constituye una opción antillana que podría inaugurar la historia, sin duda apasionante, pero común y tormentosa del Mar Caribe. La opción continental Si planteamos la historia de los aborígenes como una opción antillana, y la rechazamos como punto de arranque dejamos abierta como perspectiva de comienzo para la historia dominicana el Descubrimiento de América. Pero entonces nos abocaríamos a una opción continental. Y no es una simple metáfora amable el título de Cuna de América que le ha sido reconocido a la antigua LA ESPAÑOLA fundada en estas tierras. Este título se acredita 17 veces en las 17 ciudades que antecedieron en esta Isla a cualquiera otra del Nuevo Mundo, incluyendo a LA ISABELA anterior a la propia Santo Domingo, sin contar las dos Universidades, el Hospital, la Catedral, la industria azucarera, que pueden vanagloriarse, como aquellas ciudades, de su calidad de primadas de América. Y hasta el primer mesticito de india o negra que nació en estas tierras… Pero en la historia del pueblo dominicano se da una extraña paradoja. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 98 14/11/2013 10:08:53 a.m. La noción de período en la historia dominicana 99 Habiendo brotado en un territorio en que cuajaron las esencias hispánicas de América y que vino a ser el laboratorio en que se mezclaron sus aromas y sus raíces, no recibe de esa experiencia inaugural ningún legado directo, como si hubiera llegado al Nuevo Mundo cuando ya éste era una realidad sólidamente instituida. En efecto, de las instituciones creadas en LA ESPAÑOLA durante el Siglo xvi, que servirían de base a la sociedad en las naciones hermanas de América, ninguna se continuó históricamente en Santo Domingo ni sirvió de base a la fundación de la sociedad dominicana. Ni la Real Audiencia de Indias, ni la Encomienda Indiana, ni el Ingenio de Azúcar que inició aquí su periplo mundial, ni la Esclavitud exclusivamente negra ni el Municipio como instrumento popular, que son las raíces y los aromas con que se compusieron las esencias hispanoamericanas y que exhalaron sus primeros vapores en esta Isla, se continuaron después en esta parte de ella para constituir las bases de la sociedad dominicana actual. Para una opinión contraria sostenida (en 1949) por el mismo autor de estas líneas, véase su obra TRES LEYENDAS DE COLORES.22 Tampoco se continuaron otros aspectos esenciales en la vida histórica de ese Siglo xvi: el régimen económico, la naturaleza de las relaciones sociales, el ejercicio mismo de la jurisdicción territorial hispánica en toda su integridad. El indio, a pesar de reiteradas y sucesivas reintroducciones, desapareció. Y con él el encomendero. El esclavo negro desapareció, aún cuando en la Isla reaparecía continuamente el mercado de esclavos y quedaba su piel, aunque no su estigma, por los bosques y praderas de la que luego sería la parte española. El español mismo, el personaje legendario que llevaba sobre sus hombros una ciudad como el caracol su casa, según un bello decir, y que tipificaba al descubridor audaz y al inventor genial del Siglo xvi,23 desapareció con ellos dejando tal vez su orgullo tronando desde la altura de su miseria, como contaba Moreau de Saint-Mery. Segunda edición. Santo Domingo, Taller, 1978. El español de Santo Domingo y otros ensayos. 22 23 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 99 14/11/2013 10:08:53 a.m. 100 Pedro Mir Pedro Henríquez Ureña ha apuntalado con su inmenso prestigio intelectual la tesis de que en el lenguaje hablado de Santo Domingo sobreviven, o sobrevivían en el momento en que escribió, tales y cuales formas arcaicas del Siglo xvi24. Pero aquello era una forma patriótica del wishful thinking de los americanos. Otros autores muestran ahora (Elercia Jorge Morel, Jiménez), aplicando métodos, técnicas y recursos más modernos, que esos arcaísmos constituyen un acervo común de todos estos pueblos y conservan en ellos la misma vitalidad, vigencia y antigüedad que en Santo Domingo. Eso podría significar que ni siquiera el idioma español que se habló en el Siglo xvi se conservó en Santo Domingo como un legado directo de LA ESPAÑOLA. De haber sido así el dominicano actual se sentiría a sus anchas al conversar con uno de esos sefarditas expulsados entonces de España y que conservan hasta hoy su lengua clásica, como las llaves que usarán para abrir sus antiguas viviendas el día del regreso. Pero no es así. Esos arcaísmos no son una supervivencia del español del Siglo xvi en Santo Domingo sino en la propia lengua española común a todos estos pueblos. Todo parece indicar que, si bien se puede presumir una continuidad ininterrumpida de ese siglo a través de los siguientes hasta nuestros días, no existe la constancia objetiva de que fuera así. En cambio, no son pocos los indicios e inclusive las pruebas palmarias de que fue al contrario. El nombre de Atenas del Nuevo Mundo que se le aplicó gentilmente al Santo Domingo del Siglo xvi, expresa una realidad histórica que va más allá de la intención cursi de sus patrocinadores. En verdad podemos expresar con él la desvinculación actual y total entre un pasado progenitor y esplendoroso y un presente modesto y común, tal como ocurre –debida y respetuosamente guardadas las distancias y proporciones– entre la Atenas de la Grecia Clásica y las de la Grecia moderna. Y por eso le viene muy bien a Santo Domingo el apelativo de «Atenas del Nuevo Mundo» que expresa, sin pequeñez y sin tragedia, la Grecia contemporánea con respecto a la clásica. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 100 14/11/2013 10:08:53 a.m. La noción de período en la historia dominicana 101 La opción insular Si prescindimos de la opción antillana y al mismo tiempo de la opción continental, quedaría por delante una opción insular que implicaría la concepción de la historia de la Isla como una totalidad, haciendo abstracción de la naturaleza individual de la historia de las dos naciones que comparten su territorio. Increíblemente, esta es la noción prevaleciente de la historiografía de nuestro país, aunque sin prescindir de las opciones anteriores, a juzgar por la tendencia constante a denominar los registros generales de nuestra historia con el título de HISTORIA DE SANTO DOMINGO, que en todo caso no es sino un período de ella o la historia general de la ciudad capital así denominada. Es indudable que esta tendencia, que constituye ya una tradición, fue impuesta por el historiador Antonio Delmonte y Tejada, quien llevó a cabo el primer esfuerzo de sistematización de nuestra historia en un famoso trabajo cuyo prólogo data de 1852 y que lleva precisamente el título de HISTORIA DE SANTO DOMINGO. Pero en esto ha mediado un equívoco. Se entendía por Santo Domingo tanto la porción antiguamente española como toda la Isla, comprendiendo en ella la antigua parte francesa. El título no era incorrecto porque la historia de Delmonte y Tejada era en efecto la historia de la Isla y no solamente la de la parte española de ella. El tema sobresaliente de su estudio venía a ser la lucha de razas y la asombrosa catástrofe de una revolución política y social que entonces tenía lugar en la parte antes francesa y conllevaba implicaciones mundiales. Delmonte y Tejada no ocultaba sus vehemencias ante el asombroso espectáculo de una sociedad africana que por primera vez toma su rango, adoptando la misma organización social de los europeos y luego, como remate y digno acabamiento a tan singulares antecedentes, la peripecia de otra nueva revolución que, congregando los restos del elemento europeo, los constituye en República independiente. Por esa razón, Delmonte y Tejada, que había nacido en esta parte de la isla y había sido, por cierto, víctima de esa Revolución, no escribe la Historia de la República Dominicana, y mucho menos la del pueblo NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 101 14/11/2013 10:08:53 a.m. 102 Pedro Mir dominicano sino, como lo establece textualmente, la de toda la Isla: En prosecución de entrambos fines, dice en la página 20, yo me propuse escribir la HISTORIA DE LA ISLA DE SANTO DOMINGO. Al hacerse eco de esta tradición, la historiografía nacional impone un error. La historia dominicana no es la historia común de toda la Isla. Si bien las confrontaciones del Siglo xix entre ambas naciones y la propia formación del pueblo haitiano, constituyen un factor de esta historia y mantienen su presencia constante a través de todo su curso, hasta el punto de considerarse válidamente como naciones hermanas, el pueblo dominicano posee una historia propia, con rasgos que le son intrínsecos y que no tienen nada que ver con el proceso que tenía lugar en la porción vecina. Ignorar este planteamiento fundamental equivale a ignorar nuestra historia. No basta con separar estos dos procesos con adjetivos heredados del Siglo xix, como los que introdujo el historiador José Gabriel García al calor de aquellas luchas, ni con insultos y sofismas raciales. Es preciso adentrarse en la naturaleza de los procesos y descubrir sus individualidades propias. Mas, tan pronto como se denomina «Historia de Santo Domingo» a la historia dominicana, se convierte a esta historia en provincia de la otra historia, porque se coloca en la base de ambos procesos el gigantesco espasmo de la Revolución emancipadora en aquel país. Lo que le da su carácter a nuestra historia es la naturaleza propia del proceso popular en su recorrido histórico, las formas propias de sus luchas de clases, determinadas por unas circunstancias materiales intrínsecamente dominicanas y cuya peculiaridad, en el marco de la historia continental, es verdaderamente impresionante y digna de las más profundas consideraciones. Y es por ahí por donde hay que comenzar. 2 Lo que ocurre es que nuestra historiografía ha soslayado sistemáticamente la significación y la importancia inmensa de las DEVASTACIONES del Siglo xvii, a pesar de los reveladores NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 102 14/11/2013 10:08:53 a.m. La noción de período en la historia dominicana 103 informes descubiertos por Américo Lugo en los Archivos de Indias y de los esclarecidos trabajos de Peña-Batlle, cualesquiera que hayan sido sus interpretaciones, que nosotros mismos hemos tratado de recoger y actualizar en la obra EL GRAN INCENDIO, de 1969. No es posible desconocer ese formidable acontecimiento sin renunciar a toda posibilidad de comprender al pueblo dominicano en su conducta histórica y hasta en su psicología actual. A menos que exista la valiente determinación de mantener a perpetuidad los prejuicios más inveterados y los convencionalismos más absurdos. Y a veces hasta ridículos. Las devastaciones dirigidas por el Presidente Osorio en cumplimiento de las órdenes más o menos definidas de la Corona, presentan una doble significación. Significan: A. La destrucción total y completa del emplazamiento original de los españoles en el Nuevo Mundo, que se materializa en el bello y nostálgico nombre de LA ESPAÑOLA con el cual se inaugura la presencia de la civilización hispánica –y también las raíces de su tragedia– en este hemisferio, y en cuya virtud la República Dominicana es el único país hispanoamericano que no recibe la herencia hispánica directamente del Siglo xvi, a pesar de que esa herencia fue fundada en el territorio –o parte del territorio– actualmente ocupado por este país; y B. La creación espontánea de una sociedad nueva, que es su consecuencia mayor, al margen de la iniciativa y aún la dirección metropolitana española, en las dos terceras partes del territorio que sirvió de escenario a su experiencia original, y que constituyen el número de circunstancias que han otorgado a este pueblo sus peculiaridades y su capacidad de supervivencia. Ese doble rostro de las DEVASTACIONES, uno que mira hacia el pasado y el otro que mira hacia el futuro, nos obliga a rechazar como opción de comienzo de la historia dominicana, tanto la opción antillana, que nos convertiría a todos en descendientes de los desgraciados aborígenes desde el Siglo xv y de toda eternidad, como la NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 103 14/11/2013 10:08:53 a.m. 104 Pedro Mir opción continental, que convertiría a todos los países de la América hispana en descendientes de nosotros desde el Siglo xvi, como la opción insular, que nos convertiría en descendientes históricos de la fundación francesa del Siglo xvii en la parte occidental. Tanto la una como las otras resultan insostenibles cuando se las contempla con el rigor y la frialdad de los hechos. Al mismo tiempo, nos obliga a contemplar esta opción de comienzo como corresponde a la realidad de nuestro país, como una realidad parainsular, porque nuestro país NO es una isla sino parte una de isla, aunque cuantitativamente la más importante en razón de que constituye las dos terceras partes de ella, y por consiguiente la historia de nuestro país comienza con la historia de ESA porción. Una historia insular supondría un solo pueblo insular. La realidad es que en esta isla se asientan dos pueblos con sus respectivas fisonomías históricas claramente definidas. Esto significa que existen dos historias cada una de las cuales explica a su pueblo y el momento en que cada uno de estos pueblos hace su aparición histórica. En tal virtud debe considerarse la opción antillana del Siglo xv y la opción continental del Siglo xvi como antecedentes y no como instancias del comienzo real de nuestra historia, al tiempo que descartamos la opción insular como expresión de un episodio histórico, insuficiente para explicar la totalidad del proceso histórico de nuestro país. Así, pues, la etapa aborigen hasta el Descubrimiento constituye la PRE-HISTORIA. Aquella que queda comprendida entre el Descubrimiento y las Devastaciones de 1605-1606 constituyen una PROTOHISTORIA, una historia que viene antes de la verdadera. Y en ese punto comienza la HISTORIA dominicana, que no puede ser otra que la historia del pueblo dominicano. A esa HISTORIA se consagra el estudio que sigue. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 104 14/11/2013 10:08:53 a.m. La noción de período en la historia dominicana 105 Esquema I HISTORIA DE LA HISPANIOLA PREHISTORIA Período caribeano o prehispánico PROTOHISTORIA Período continental o hispánico HISTORIA de las luchas por la creación de la sociedad moderna Período insular o autóctono HISTORIA DE HAITÍ como expresión del desarrollo del régimen de la Esclavitud de plantaciones HISTORIA DE LA REPÚBLICA DOMINICANA como expresión del desarrollo del régimen de la propiedad comunal de la tierra HISTORIA DE SANTO DOMINGO o historia de la ciudad NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 105 14/11/2013 10:08:53 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 106 14/11/2013 10:08:53 a.m. SEGUNDA PARTE NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 107 14/11/2013 10:08:53 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 108 14/11/2013 10:08:53 a.m. C. La historia que tal vez debería escribirse NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 109 14/11/2013 10:08:53 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 110 14/11/2013 10:08:53 a.m. La opción dominicana Introducción El conflicto que a principios del Siglo xvii da origen a las DEVASTACIONES y concluye con una victoria española, debía significar y a efecto significó la consagración secular del sistema económico basado en la fijación del campesino a la tierra, por oposición al libre desarrollo de la propiedad privada. Durante un largo período, de hecho el período más largo de la historia dominicana, va a gravitar sobre el país el predominio de las fuerzas sociales en cuyo desarrollo se expresará la victoria de los españoles sobre sus adversarios herejes, de Osorio sobre Montero, de la tierra sobre la mercancía, de la propiedad común sobre la propiedad privada, del régimen terrateniente sobre el régimen comercial y bancario, del subdesarrollo sobre el desarrollo, del despotismo sobre la democracia… En consecuencia, van a permitir un gran prestigio de las fuerzas sociales derivadas de la posesión de la tierra, los hateros y terratenientes de todo tipo, por oposición a aquellas que se derivan de la posesión del capital y del intercambio de mercancías: los comerciantes, industriales, banqueros, que deberán desarrollarse a través de un lento y laborioso proceso. Toda la historia dominicana va a reproducir aquella danza diabólica entre esos dos siniestros personajes que Marx, de manera festiva, denomina MADAME LA TERRE y MONSIEUR LE CAPITAL. Sólo que la mayor parte del tiempo, el compás será marcado enfáticamente por la dama. El hatero que brotó de la catástrofe y que no debe 111 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 111 14/11/2013 10:08:54 a.m. 112 Pedro Mir confundirse con su predecesor de LA ESPAÑOLA, será su funesto consorte y el personaje más influyente durante ese largo período. Madame La Terre Esa danza fundamental es la que determina la aglutinación de las fuerzas, tanto externas como internas, que van a actuar en el proceso histórico y a establecer su contenido. Las externas comprenden: a. un bloque de potencias marítimas interesadas en el aprovechamiento de las riquezas naturales del país y el trabajo de sus habitantes, mediante la apropiación física del territorio, que durante este período será su rasgo característico e invariable. Ellas son, en primer lugar ESPAÑA, que es la Madre Patria y que logra conservar durante un largo período su influencia si no su soberanía directa; FRANCIA, que tendrá éxito en arrebatar a España la tercera parte del territorio; INGLATERRA, que va a ser siempre, en un plano de neutralidad, el factor de equilibrio en toda el área; y los ESTADOS UNIDOS, que seguirá un proceso de desarrollo como potencia naval y antillana, desde la total ausencia aislacionista hasta cierto grado de plenitud y preponderancia aunque no absolutas; y b. HAITÍ, que se desarrollará desde una situación de opresión colonial inenarrable hasta emerger como una potencia militar en la Isla. La aglutinación de este complejo de fuerzas externas determina a su vez la aparición y posterior desarrollo de las fuerzas internas: de un lado, la clase terrateniente, que brotará como resultado de los intercambios de productos agrícolas con la colonia vecina, y que actuará de manera invariable como agente colonialista, orientada en el sentido de la entrega del territorio en su totalidad o en parte, de acuerdo con los vaivenes de la situación histórica, a cualquiera de las potencias extranjeras insertadas en el contexto; NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 112 14/11/2013 10:08:54 a.m. La noción de período en la historia dominicana 113 del otro lado, las clases populares o el PUEBLO, integrado por amplios sectores de las clases ligadas a actividades capitalistas, los trabajadores y el campesinado, la intelectualidad liberal o revolucionaria y los patriotas, unidos por el objetivo común de la defensa del territorio frente a la traición terrateniente y a las acciones agresivas de las potencias extranjeras, tanto como a las acciones defensivas de Haití respecto de éstas y orientadas al control militar de todo el territorio. El período así caracterizado por la acción directa sobre el territorio, basado en el carácter imperial de la acción extranjera y el carácter entreguista de sus agentes o aliados interiores, frente a la resistencia de la población nativa constituida popularmente, es lo que denominamos Era imperial en la cual estos rasgos se manifiestan constantes, desde los años inmediatamente subsiguientes a las DEVASTACIONES, hasta el fin de las acciones encaminadas a la apropiación o enajenación del territorio. Este período cubre más de dos siglos y medio de preponderancia terrateniente y culmina en 1873. Monsieur Le Capital Más allá de 1873, y bruscamente, cesan las acciones de carácter propiamente imperial, orientadas a la apropiación física del territorio. Ese corte brusco es debido al desplazamiento por la violencia –la Guerra de los seis años– de los últimos vestigios de poder de la clase terrateniente y a la desaparición y desprestigio de sus más elocuentes portavoces. Entre tanto, el desarrollo de poder financiero a nivel mundial ha ido desplazando el apetito de territorio físico en las grandes potencias y haciendo sentir su influencia en las actividades económicas del NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 113 14/11/2013 10:08:54 a.m. 114 Pedro Mir país, en favor del sector comercial, que asciende de ese modo a los primeros planos de la vida pública en perjuicio de los terratenientes como clase. Es entonces, a la altura del último cuarto del Siglo xix, cuando se consuma la revancha de los «herejes» protocapitalistas, derrotados en la banda del norte de LA ESPAÑOLA a principios del Siglo xvii. Esto significa un retraso de 267 años exactos en el desarrollo histórico de un país que, de haber reanudado el desarrollo de la propiedad territorial, se habría incorporado en una época muy temprana a la vanguardia del desarrollo histórico en todo el Hemisferio. Ese habría sido justa y precisamente el sentido de la decantada y anhelada continuidad histórica del Siglo xvi que suele presentarse y regodearse como nuestra hispanidad, en ciertos medios. El haber ocurrido de otra manera, es lo que permite a la Historia certificar la ruptura de esa continuidad y explicar el radical atraso, así como la inmensidad de los sacrificios y los martirios que ha atravesado este país, para alcanzar sus objetivos esenciales, a todo lo largo de su proceso histórico. Como resultado de este viraje económico en la médula del proceso, el complejo de fuerzas extranjeras que actúan sobre este país, experimenta a partir de 1873 un cambio notorio en las zonas de influencia local. Los ESTADOS UNIDOS emergen como una potencia cada vez más determinante en aquel grupo de potencias que gravitaba sobre el proceso insular, engrosado ahora con otras naciones europeas. En la nueva composición de potencias figuran ahora INGLATERRA, FRANCIA, HOLANDA, ALEMANIA, ITALIA y otras, con diversas alternativas y contradicciones mutuas, más la débil, insignificante presencia de ESPAÑA. Todas ellas experimentan un reflujo cada vez más intenso frente al creciente poderío y la juvenil agresividad de la potencia americana, que acabará por desplazar la competencia europea y asumir ella sola la hegemonía en the sea of our destiny. En el curso de este proceso, HAITÍ pasa de gran señora militar en la Isla a pequeña Cenicienta, atropellada por ese dios capitalista NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 114 14/11/2013 10:08:54 a.m. La noción de período en la historia dominicana 115 al que sacrificó, acaso sin saberlo, a sus mejores hijos, porque si suele ser cierto que la Revolución devora a sus hijos, no lo es menos que la Reacción devora a sus padres. Consecuentemente, las fuerzas internas se acoplarán a su nuevo destino: de un lado, se inscriben los sectores de la burguesía nativa que han de actuar como agentes financieros, principalmente de las fuentes europeas de capital y que sufrirán las contradicciones de esas fuentes entre sí, cada vez más agudizadas por el predominio creciente de ESTADOS UNIDOS y sus propias contradicciones con los sectores de tendencia más o menos nacionalista de esa misma clase social dentro del país; del otro lado, la lucha del pueblo por su emancipación económica, encabezada por aquellos dirigentes que, dentro del círculo de esas contradicciones, enarbolan no pocas veces de manera demagógica la bandera nacional. El período así caracterizado por el predominio de la acción extranjera sobre los registros financieros de la producción económica del país, y sus vínculos con el elemento capitalista nativo, frente a la resistencia cada vez más consciente y activa del pueblo, es lo que denominamos Era imperialista y se extiende, desde el fin de la Guerra de los seis años en 1873, hasta nuestros días. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 115 14/11/2013 10:08:54 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 116 14/11/2013 10:08:54 a.m. 1. La Era imperial En las leyendas de Gautama los primeros hombres probaron la tierra y la encontraron deliciosamente sabrosa… Emerson La Era imperial Esta Era, en la que predomina la acción de las potencias ultramarinas orientada a la apropiación del territorio, libre o combinada con la conducta de los terratenientes nativos, determinados a enajenarlo en favor de ellas, presenta una doble estilística: UNA en la cual la presencia física de esas potencias se traduce en sucesivas devastaciones de territorio colonial y constituyen la ÉPOCA DE LAS DEVASTACIONES, la cual se extiende de 1605 a 1808, y define el período colonial; OTRA en la cual el poder terrateniente sustituye la presencia física de las potencias ultramarinas y se traduce en la tentativa de enajenación, o en la enajenación real del territorio, que constituyen la ÉPOCA DE LAS ANEXIONES, la cual se extiende de 1809 a 1873 y define el período republicano. En el seno de esta doble estilística, e imprimiéndole su sello histórico nace, y se desarrolla hasta alcanzar su plenitud y su gallardía, el pueblo dominicano. 117 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 117 14/11/2013 10:08:54 a.m. Pedro Mir 118 Esquema II ERA IMPERIAL Caracterizada en el orden económico por el sistema de propiedad comunitaria de las tierras, y en el orden político por la acción de las potencias extranjeras sobre el territorio, en alianza con los sectores terratenientes del país 1605-1873 Período Colonial Período Republicano ÉPOCA DE LAS DEVASTACIONES 1605-1809 ÉPOCA DE LAS ANEXIONES 1809-1873 Gestación del Pueblo circa 1795 Nacimiento del Pueblo circa 1804 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 118 14/11/2013 10:08:54 a.m. La noción de período en la historia dominicana 119 1. La época de las devastaciones Esta época se define por cuatro grandes destrucciones que sufre el territorio y que caracteriza el Período Colonial. Las dos primeras son imputables a España, las dos últimas a Francia: • La primera, en 1605 y 1606, da origen a dos naciones distintas sobre el mismo territorio insular. • La segunda, en 1795, plantea el nacimiento de una conciencia nacional isleña. • La tercera, en 1805, plantea el nacimiento de una conciencia nacional dominicana. • La cuarta, en 1809, plantea la lucha por la independencia nacional dominicana, y la irrupción histórica del pueblo dominicano como el artífice y dirigente supremo de su destino. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 119 14/11/2013 10:08:54 a.m. Pedro Mir 120 Esquema III Período Colonial Período Colonial ÉPOCA DE LAS DEVASTACIONES 1605-1809 ESPAÑA FRANCIA I II Frente a las naciones "herejes" 1605 Frente a la colonia francesa 1795 GESTACIÓN DEL PUEBLO NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 120 III Frente a la Revolución del Santo Domingo francés 1805 IV Frente a la Revolución del Santo Domingo español 1809 NACIMIENTO DEL PUEBLO 14/11/2013 10:08:54 a.m. a. Devastaciones imputables a España NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 121 14/11/2013 10:08:54 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 122 14/11/2013 10:08:54 a.m. Devastación I Toda división bien desarrollada del trabajo, producida por el intercambio de mercancías, tiene como base fundamental la separación de la ciudad y el campo. Se puede decir que la historia económica de la sociedad, se resume en el movimiento de esta antítesis… Marx, El Capital Hacia la definición territorial de la nación dominicana Al despuntar el Siglo xvii existían cuatro ciudades en la costa norte de LA ESPAÑOLA, Bayajá, Yaguana, Monte Cristy y Puerto Plata, cuyos puertos se veían frecuentados por las naves de cuatro naciones europeas, Holanda, Inglaterra, Francia y Portugal, y exhibían una floreciente prosperidad que se propagaba por toda la Colonia. El lujo llegaba hasta a las Iglesias de la Capital y se hizo tan ostentoso que obligó a la Corona a prohibir el uso de cojines de terciopelo en la misa, salvo para los más altos funcionarios del Gobierno colonial.1 1 Estos hechos han sido relatados detalladamente por el autor en EL gran incendio. Taller, Santo Domingo, 1974, 2a. edición. 123 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 123 14/11/2013 10:08:54 a.m. 124 Pedro Mir Una de las naciones, Holanda, enfrascada en el comercio clandestino de las costas denominado comercio intérlope, libraba en esos momentos una guerra emancipadora contra España, de la que era provincia, enarbolando la bandera de la Reforma protestante religiosa. Debido a ello, todas las demás fueron calificadas de herejes y su comercio con los vecinos de esta Isla condenado a desaparecer. La protesta se hizo general y los Municipios, en representación de los vecinos de todas las ciudades comprometidas, elevaron sus memoriales al Gobernador y a la Corte, demandando la suspensión de las órdenes de despoblación. Holanda se hizo representar en la costa por un patache que, después de unos disparos de bombarda, prometió su favor, clemencia y ayuda a los vecinos de LA ESPAÑOLA, debido a que España usando de sus tiranías acostumbradas ha mandado despoblar, destruir, quemar y arrasar todos los pueblos marítimos de la Isla Española, por ocasión de los comercios, y rescates que los moradores y vecinos de ellas, con aumento de sus haciendas y beneficio de sus personas, han ejercido con las naos de las Provincias Bélgicas y, no contento con esto, les quiere privar de las tierras, llevándoles sus ganados, mujeres e hijos y esclavos y bienes por montes inhabitables e inaccesibles para acabarles de destruir del todo…2 La advertencia de los holandeses se cumplió a la letra. En 1605 se puso en ejecución la orden de despoblación contenida en una Cédula Real de 6 de agosto de 1603 a la que siguieron otros comisionando al gobernador para despoblar las 4 ciudades mencionadas. El Gobernador Antonio de Osorio emprendió con sus propias manos la tarea destructiva y el desalojo de los moradores y vecinos.3 La resistencia popular que siguió a las primeras acciones en el Valle de Guaba bajo la dirección de Hernando de Montero y en otras partes, sin que quedaran excluidos sacerdotes y mujeres, fue dominada 2 3 Se inserta completo en El gran incendio. Lugo, Américo: Historia de Santo Domingo (Desde 1556 hasta 1608), Santo Domingo, 1952. En total, Lugo registra diez Cédulas Reales de Felipe III, referidas a las despoblaciones de 1605 y 1606, todas fechadas en 1603 en los diversos lugares en que entonces se encontraba la Corte: en Valladolid a 6 de agosto, cinco Cédulas; en Valladolid a 23 de agosto, una; en Ventosilla a 15 de octubre, una; en El Pardo a 29 de noviembre, dos; y en Ocaña a 12 de diciembre, una. Véase el párrafo 241 de su Historia citada, página 113 y siguientes. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 124 14/11/2013 10:08:54 a.m. La noción de período en la historia dominicana 125 y reprimida con extrema severidad. Numerosos vecinos y no pocas mujeres fueron ejecutados en la horca. La faena comprendió todas las edificaciones sin exceptuar las fábricas de azúcar y los templos católicos. Fue destruido el Ingenio San Pedro, que tenía una dotación de 900 esclavos y se valoraba en 50 mil ducados de oro.4 La tierra fue arada con sal para que no retoñaran los cultivos. Fue devastada completamente la costa norte y desaparecidas sus cuatro ciudades, las más prósperas de la Colonia. El año siguiente la devastación se extendió a otras ciudades no comprendidas en las Cédulas Reales. Azua, San Juan, Santiago, Neiba, Las Salinas, Ocoa y otras fueron incendiadas bajo la acusación de que traficaban con herejes a pesar de estar situadas a considerable distancia del litoral. La Isla quedó reducida a su tercera parte, según certificación notarial del Notario Azpichueta, encerrada en una guardarraya que impedía salir al campo so pena de la vida. Aquellos vecinos que poseían embarcaciones o recursos para agenciarse el viaje emigraron en masa. Las costas quedaron desoladas, listas para cualquier aventura descubridora… Se acabó Bayajá decía la gente, simbolizando en esa ciudad costanera la destrucción de todo el país. Y, en efecto, aquello fue el fin del Siglo xvi tanto en el calendario como en la Historia. 2 Este acontecimiento es el resultado de la confrontación en el plano económico y la violencia en el plano político, de las dos grandes fuerzas históricas –el feudalismo agonizante y el capitalismo naciente– que en ese momento se disputaban los destinos de la Humanidad. Su primer encuentro en el escenario americano. El choque de estos dos trenes históricos en un escenario tan modesto y asimismo tan distante, fue preparado por una política insensata llevada a cabo durante todo el Siglo xvi. 4 Idem., parágrafo 303. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 125 14/11/2013 10:08:55 a.m. 126 Pedro Mir El fracaso de la experiencia inicial, basada en las concepciones mercantilistas de la Corona, que la llevó a sustraerle el mercado mundial y los capitales a la incipiente industria azucarera inventada por ellos mismos, se evidenció en el primer cuarto del Siglo xvi. Pero ya a mediados de ese mismo siglo había aparecido una salida histórica para la Colonia, por medio de este comercio intérlope, que ponía el mercado mundial y los capitales en las mismas costas de la Isla y a las mismas puertas de las casas que en ellas edificaron los vecinos despiertos. Por esa nueva vía la Colonia se encaminaba a un desarrollo que solo una imaginación exaltada puede medir en sus verdaderos alcances, debido a que engarzaba con la explosión capitalista que estaba cuajándose en esos mismos momentos en las rutas marítimas mundiales. La clave para comprender la naturaleza del fenómeno que se presentaba en ese momento en las costas de LA ESPAÑOLA, se encuentra en un proceso que constituye la raíz más profunda y remota del capitalismo y que se conoce como la contradicción entre la ciudad y el campo. Y en él debemos concentrar nuestra atención. Las ciudades que originalmente recibieron la orden de despoblación, y las otras que se encontraban en el interior pero que participaban en el comercio intérlope debido a la amplitud de los intercambios comerciales, habían alcanzado un grado de prosperidad que las convertía en un foco de atracción para el campesinado. El flujo creciente de productos del campo hacia las ciudades, donde ya se organizaban ferias regulares y se establecían almacenes permanentes,5 significaba a ojos vista una transformación profunda de la concepción social y económica del imperio español e involucraba inclusive un germen de independencia política, efectivamente dilucidado solemnemente por los holandeses en la proclama de Guillermo de Orange, con todo el rigor formal de la época, acompañado de los consabidos disparos de bombarda, en las mismas costas de la Isla.6 5 6 Idem., parágrafo 245, página 115. Se inserta completo en El gran incendio. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 126 14/11/2013 10:08:55 a.m. La noción de período en la historia dominicana 127 Este fenómeno del desarrollo de las ciudades a expensas del campo es una expresión cabal del origen del régimen capitalista. La propiedad privada, que es la categoría fundamental del capitalismo, se manifiesta históricamente como aparición y desarrollo de concentraciones urbanas, las cuales van aparejadas con la liquidación del sistema de propiedad comunitaria en el campo. De modo que la propiedad privada despunta siempre como una contradicción entre la ciudad y el campo. Engels nos dice que la propiedad privada, que se encuentra ya en las arcaicas comunidades de todos los pueblos de cultura, se desarrolla ya en el seno de ellas, primero, en intercambio con los extranjeros, en forma de mercancía…7 El mismo explica que este intercambio se manifiesta de inmediato como división del trabajo, que va a producir la contraposición entre ciudad y campo, sobre la base del desarrollo de la propiedad privada y el aniquilamiento de la propiedad común de la tierra. La más importante división del trabajo físico y espiritual es la separación de la ciudad y el campo. Esa contradicción comienza con el tránsito de la barbarie a la civilización, del régimen tribal al Estado, de la localidad a la nación, y se mantiene a lo largo de toda la historia de la civilización hasta nuestros días… La ciudad es ya obra de la concentración de la población, de los instrumentos de producción, del capital, del disfrute y de las necesidades, al paso que el campo sirve de exponente cabalmente al hecho contrario, al aislamiento y la soledad. La contraposición entre la ciudad y el campo sólo puede darse dentro de la propiedad privada. La separación de la ciudad y el campo puede concebirse también como la separación del capital y la propiedad privada sobre la tierra, como el comienzo de una existencia y un desarrollo del capital, independientes de la propiedad territorial, de una propiedad basada solamente en el trabajo y el intercambio…8 7 8 Engels, Federico: Anti-Duhring, Grijalbo, México. 1968, página 154. Marx-Engels: La ideología alemana, Montevideo. 1968, página 55. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 127 14/11/2013 10:08:55 a.m. Pedro Mir 128 La existencia pura y simple de aquellas ciudades estremecidas por el bullicio de las ferias, que brotaban a la llegada de las naves europeas, representaban, a juzgar por el extracto que acabamos de ver, la inserción de esta Colonia en el marco de uno de los fenómenos más espectaculares y gigantescos de toda la Humanidad. Nada menos que el fenómeno capitalista. Y nada menos que con una industria inicial. Y nada menos que a principios del siglo xvii. Esto significaba al mismo tiempo, y como aspecto esencial del proceso, la liquidación del régimen de propiedad comunal de las tierras, en la medida en que el campesinado se incorporara a ese comercio, cosa que se puso ampliamente de manifiesto en los días del comercio intérlope. Poseemos constancia documental de la situación. Jerónimo de Torres la describía en 1577 en los siguientes términos: Esta gente de estos pueblos, ora sean españoles, o los que dellos nacen, o los mestizos, que ay algunos muy ricos, todos son gente muy bien tratada y regalada… y, caso que la tierra sea harta de comidas esto de España falta allá… y por tenerlo y porque es barato, y uno por gastarlo y otro por revenderlo, ya que venden su cuero y azúcar y cañafístola por más de lo que lo venden en la tierra, quebrantará y se atreven a la ley de V. A. y pasarán mil muertes… y además esto procuran con el secreto asegurarlo… Y agregaba algo más adelante: …en efecto, la tierra está de suyo perdida y la contratación, ya que por la frecuencia de estos franceses no acuden navíos españoles a los tratos y el que acuda halla los cueros muy caros y, por sus mercaderías, como ellos las tienen aquí tan baratas como en Sevilla, no les dan nada… y si acaso no les toma el francés y no paran porque ni hallan carga ni nada por su mercadería (y los vecinos los quieren francés porque es más granjería) con los muchos esclavos que tienen hacen labranzas y envíanlas a Tierra Firme a venderlo, y traen los dineros, esto es, a los ricos que pueden tener navíos que llevan sus frutos; que el pobre, por faltar contratación de quien le compre sus NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 128 14/11/2013 10:08:55 a.m. La noción de período en la historia dominicana 129 frutos, ya que no tienen cueros, están faltos de dinero, y ay poco en la tierra o ninguno, y esto siéntese en los pobres y en los mercaderes, y torno a decir que por ningún género hay contrataciones de españoles, digo navíos, a causa de los muchos franceses…9 Este es un testimonio directo de valor incomparable. Aquí se nos certifican dos detalles de excepcional importancia. Uno es que los intercambios que se operaban con los extranjeros involucraban una mercancía particular, el dinero. Y es importante porque destaca la naturaleza comercial de esas operaciones. El intercambio comercial con extranjeros «EN FORMA DE MERCANCÍA», que decía Engels, y no en términos de cambalache puro, es lo que le insufla su naturaleza capitalista a todo el proceso: traen los dineros, esto es, a los ricos que llevan a cabo esas operaciones, dice Jerónimo de Torres. La mercancía aparece aquí en toda su connotación monetaria moderna. El otro detalle de importancia igualmente excepcional y que sirve para darle a toda esta situación unas dimensiones incalculables, es que la actividad comercial con extranjeros no se circunscribía a los navíos que frecuentaban la costa. Ese carácter, que es el que le aplicó la denominación de comercio intérlope, esto es, comercio de intermediarios (la palabra es de origen holandés) debió ser el que tuvo de manera exclusiva en los primeros años. Pero debió llegar un momento en que los vecinos enriquecidos adquirieron o construyeron sus propias naves y emprendieron por sí mismos esa actividad llevando sus propios productos a Tierra Firme. Aunque este comercio seguía siendo clandestino dejaba de ser comercio intérlope ya que el intermediario europeo quedaba suprimido, en beneficio directo del propio productor nativo.10 Rodríguez Demorizi, Emilio: Relaciones históricas de Santo Domingo, Tomo I. páginas 135-6. 10 Parece que Peña-Batlle ni ningún otro historiador ha prestado atención al hecho singular, inmensamente significativo para caracterizar la naturaleza del proceso económico que ocurre durante el Siglo xvi. La exportación de mercancía en naves propias anuncia un desarrollo económico de perspectiva incalculable que supera infinitamente las que involucraba el comercio intérlope. No se trata ya del comercio con extranjeros en el mercado insular sino que proyectaba la producción insular en forma independiente hacia otros territorios. 9 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 129 14/11/2013 10:08:55 a.m. Pedro Mir 130 De aquí se desprende, UNO, que la profundidad de los intercambios iba más allá de la dependencia de los europeos dando origen a una clase social autóctona (esto es, a los ricos, que pueden tener navíos que llevan sus frutos, como dice Torres, con los muchos esclavos que tienen). Esta clase social llevaba a cabo una acumulación de capital totalmente independiente, a la vez de la Corona y de sus huéspedes «herejes», que cambiaba completamente la naturaleza de la sociedad colonial. Y, DOS, que el llamamiento de Guillermo de Orange, en el sentido de que los nativos se independizaran de la Corona española y se unieran a las Provincias Unidas por él representadas, no era más que la expresión de un proceso que se originaba en la propia colonia y no en la cabeza de los holandeses que comerciaban con ella. Esa es además la significación profunda e inmensa que tiene la advertencia que el Licenciado Valcárcel hacía por aquellos tiempos respecto del peligro de que por aquí comience la pérdida por donde comenzó el descubrimiento,11 en una alusión directa y reiterada acerca de la independencia del Nuevo Mundo. El mismo López de Castro, el más funesto de los memorialistas padre de la idea infame de las DEVASTACIONES, deja conocer que esa situación, impulsada por la actividad mercantil, se traducía en una descomposición del campo en favor del desarrollo de la ciudad, ya que, decía, como están cerca de los dichos puertos sus ganados de los rescatadores, y en el rescate ganan a lo menos más de mil por ciento, no atienden al beneficio de las minas ni a la labranza de los frutos ni a la crianza de los ganados, como deben, antes le parece que el que hace un buen rescate, de aquella vez queda rico…12 Estos documentos caracterizan muy netamente la naturaleza del cambio que tenía lugar en el seno de la sociedad colonial, cuyo rasgo Las declaraciones más espectaculares del Licenciado Valcárcel en El gran incendio, página 115. El texto completo en el Vol. II de las Relaciones históricas de Santo Domingo mencionadas. 12 Relaciones históricas. Vol. I, página 70. 11 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 130 14/11/2013 10:08:55 a.m. La noción de período en la historia dominicana 131 más acentuado era el ingreso, cada vez más notorio a medida que se intensificaba el intercambio comercial con extranjeros, del régimen de la propiedad privada en perjuicio del régimen de propiedad comunitaria de las tierras, con la consecuente descomposición del campesinado y la profundización de las diferencias de clase. Como nos explica Engels: A medida que los productos de la comunidad van tomando progresivamente forma de mercancía, esto es, a medida que va disminuyendo la parte de ellos que se destina al consumo propio de los productores, y aumentando la parte que se produce con fines de intercambio va desplazando, también, en el interior de la comunidad, a la originaria y espontánea división del trabajo, en esa medida va haciéndose desigual la situación patrimonial de los diversos miembros de la comunidad…13 Anti-Duhrng, ob. cit., página 154. Este párrafo es continuación del anterior pero le anteceden las palabras siguientes: La propiedad privada no aparece en absoluto como resultado exclusivo del robo y la violencia. Antes al contrario, existe ya, aunque limitada a determinados objetos, en las arcaicas comunidades de todos los pueblos de cultura. Se desarrolla ya en el seno de esas comunidades, primero, en el intercambio con los extranjeros, en forma de mercancía. Ni Américo Lugo, creo yo, con haber sido quien descubrió el alcance de las Devastaciones, ni Peña-Batlle, con haber sido quien con mayor profundidad caló en sus implicaciones históricas, pudieron medir en su verdadera magnitud su importancia, debido a sus limitaciones metodológicas. El hecho extraordinario por encima del cual su atención voló con los ojos fijos en el horizonte, tiene una doble inteligencia: Una, que el intercambio con extranjeros se llevaba a cabo en La Española a fines del Siglo xvi, en naves propias, y no con las naves extranjeras, que califica y denomina este comercio como «intérlope». El hecho de que el comercio con extranjeros se realizara con extranjeros yendo hacia los mercados del exterior, cambia completamente el sentido de ese comercio, puesto que «intérlope» significa a través de intermediarios, y en este caso el intermediario es suprimido y el comercio se realiza de manera directa. Dos, que el intercambio con extranjeros, a diferencia de la manera que lo realizaban aquellas naciones que venían a comerciar con La Española, era realizado por los vecinos pudientes de esta colonia, a espaldas del poder colonial, mientras que aquellas naciones lo realizaban de acuerdo con sus propios gobiernos. Este divorcio entre los intereses de los vecinos y los intereses de su metrópoli planteaba netamente un rompimiento que el Licenciado Valcárcel advirtió con sorprendente claridad para la época. Se ha pensado que este Licenciado Valcárcel es un pseudónimo. Fray Cipriano de Utrera da noticias de un oidor que obtuvo ese cargo en 1614 en San Lorenzo 13 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 131 14/11/2013 10:08:55 a.m. 132 Pedro Mir Por consiguiente, la colonia primogénita se encontraba indudablemente dando a luz un régimen social completamente moderno y formidablemente proyectado hacia el futuro. Y, naturalmente, se desplomaba todo el esquema colonial establecido por España, dando origen a un creciente deterioro de sus concepciones feudales. 3 Lo más impresionante de esta situación es que el proceso que acabamos de esbozar, concuerda exactamente con el que se desarrollaba en las altas esferas de la política metropolitana. Eran los momentos en que estos balbuceos capitalistas que se producían en las costas de LA ESPAÑOLA, habían alcanzado ya cierta madurez en algunas naciones, Holanda principalmente y a seguidas Inglaterra y Francia, que eran, con Portugal, las naciones extranjeras que realizaban el comercio intérlope. En Europa, el proceso capitalista que debía desplazar al régimen feudal comienza por darle la batalla en el campo religioso, (la REFORMA) y obliga a España, que se arroga la defensa del feudalismo, a abrazar la bandera de la reacción (la CONTRARREFORMA). Es con esta alineación que aquellas naciones llevan a cabo su comercio con la banda del norte de esta Isla. Por tanto, España está en una línea correcta cuando considera que esta actividad comercial afecta en muy pequeño grado su situación económica, tratándose de una Isla prácticamente abandonada y débilmente productiva al nivel de las grandes naciones, pero en cambio representa una provocación de magnitudes planetarias en el terreno de las confrontaciones políticas. y embarcó en Sanlúcar en 1615 para comenzar a cobrar su salario el 6 de abril de ese año en Santo Domingo de La Española. Para el caso, lo mismo da. Lo importante es que un Lic. Valcárcel, fuera éste u otro, se percató de las inmensas significaciones que implicaba este acontecimiento. La noticia de Utrera se encuentra en Noticias históricas de Santo Domingo, Taller, Santo Domingo, 1978. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 132 14/11/2013 10:08:55 a.m. La noción de período en la historia dominicana 133 Y esto nos explica el rigor extremo, la violencia cósmica, que alcanzaron las devastaciones. Al fin de los dos años implacables que duró la catástrofe, quedó por primera vez en el vasto imperio español de Indias, una colonia humeante e inservible. Y, si la República Dominicana es, por una extraña paradoja, una de las naciones hispanoamericanas que en menor grado conserva el legado de LA ESPAÑOLA del Siglo xvi, es porque la Madre Patria quemó con sus propias manos aquellas raíces y aró la tierra con sal para que jamás volvieran a brotar bajo su planta. Un acontecimiento de tales magnitudes no podía ocurrir sin que sus consecuencias se manifestaran ardientemente en los siglos venideros. Por eso debemos detenernos a examinarlas cuidadosamente, antes de proseguir con estos desarrollos. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 133 14/11/2013 10:08:55 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 134 14/11/2013 10:08:55 a.m. Las consecuencias Consecuencia I Donde se discute el problema del aniquilamiento completo de la propiedad Desde mediados del Siglo xvi, el régimen de propiedad en esta Colonia seguía dos líneas divergentes: UNA era la propiedad comunitaria de las tierras establecida por Decreto Real en que se disponía que …los pastos, montes y aguas fueran comunes a todos los vecinos, a fin de que los pudieran gozar libremente, haciendo de cualquier buhío sus cabañas, para poner sus ganados, juntos o apartados, sin embargo de cualesquier ordenanzas, pues todas las que a ellas se opusieren quedarán de hecho derogadas…1 LA OTRA era la propiedad privada, que vino ya en las naves colombinas y que posteriormente había seguido un curso espontáneo como resultado del intercambio comercial con extranjeros en el litoral de la Isla, creando una línea de ciudades prósperas, principalmente en la banda del norte, ya con los rasgos característicos del proceso de aparición y desarrollo del capitalismo. 1 Pacheco, Cárdenas y Torres de Mendoza, Editores: Colección de documentos inéditos de Indias. Madrid, 1864 y años siguientes. 135 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 135 14/11/2013 10:08:55 a.m. 136 Pedro Mir No quiere decir que estas dos formas de la propiedad co-existieran apaciblemente una al lado de la otra. Al despuntar el Siglo xvii, las concentraciones urbanas del litoral norte habían puesto de manifiesto la contradicción de estas dos formas de la propiedad y la tendencia histórica de la propiedad comunal a convertirse en propiedad privada así como la tendencia de esta última a impregnarse de rasgos capitalistas e imponerse como régimen dominante en la sociedad colonial. Aunque en esencia la acción de la Corona iba dirigida a impedir el desarrollo de esta última tendencia, ninguna de las Cédulas Reales que disponían las DEVASTACIONES hizo mención alguna de ella. Tampoco en la práctica devastadora se estableció diferencias. Y no podía ser de otro modo, puesto que esas tendencias históricas se dirigían al mismo fin y afectaba en forma absoluta a toda la propiedad, fuese disfrutada por un solo propietario o por una comunidad de vecinos, independientemente de que la Corona fuese o no consciente de ello. En consecuencia, el hecho de que la propiedad fuera devastada entonces, no puede entenderse en el sentido de que lo fuera aquella que era ejercida por un propietario individual, mientras quedaba excluida otra, o que en una zona permaneciera intacta y desapareciera en otra, o que pudieran trazarse franjas y guardarrayas que impidieran el avance de la tendencia histórica. Es sabido que, después de llevar a cabo su empeño destructor, Osorio ordenó al Notario que certificara que la Isla quedaba reducida a su tercera parte y así se cumplió. Demás de lo qual, yo el dicho Gaspar de Azpichueta, escrivano, doy fe e verdadero testimonio que el más apartado lugar desta dicha cibdad es la ciudad de Santiago que, como está dicho, dista treinta leguas,2 etcétera. Fuera de esta zona, como se dijo antes, la tierra fue arada con sal y prohibida toda actividad so pena de la vida. Allí efectivamente fue aniquilada físicamente toda propiedad. Pero las guardarrayas que trazan los hombres no siempre colindan con las que trazan las 2 Relaciones históricas, ob. cit. Vol. II. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 136 14/11/2013 10:08:55 a.m. La noción de período en la historia dominicana 137 leyes históricas. Y por eso la onda devastadora no se detuvo ante esas fronteras sino que siguió su marcha secreta aunque inexorable en las entrañas de aquellas otras propiedades que, sólo por la voluntad de Osorio, debían quedar excluidas de la devastación; como si la realidad se comportara de manera metafísica o farmacéutica, donde todas las sustancias se mantienen aisladas unas de las otras e incapaces, por tanto, de recibir la infinidad de interacciones que constituyen el proceso social e histórico. Debía suceder que, mucho más devastadora que cualesquiera de las medidas emprendidas por Osorio, viniera a serlo la supresión del intercambio comercial con extranjeros. Esa medida, sin que ninguna otra la acompañara, era suficiente para minar por su base el régimen económico imperante en la Isla. Si toda la sociedad, de arriba a abajo y de derecha a izquierda, estaba impregnada por ese sistema y dependía de él, las propiedades comprendidas en el triángulo de las guardarrayas debían desplomarse con el mismo estruendo con que se desplomaron los templos católicos de la banda del norte. Este desplome no lo podía evitar el recuerdo de las antiguas relaciones ni los vínculos afectivos ni los duendes saltarines que danzaban de noche en la cabeza de los hombres. Ninguna formación social o económica podía sobrevivir a ese impacto material. Las haciendas de la banda del sur, que eran tan rescatadoras como las del norte y cuya prosperidad, como la de los funcionarios y los sacerdotes tenían el mismo fundamento, no podían evadir el mismo destino. Era, pues, un destino común. 2 El principal estorbo con que tropieza la comprensión de este proceso es el famoso Censo que Osorio dispuso en 1606, tan pronto como concluyó su faena devastadora. Este censo es una de esas telarañas en la cual los enemigos de los pueblos enredan a sus víctimas y las dejan enredadas por toda una eternidad. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 137 14/11/2013 10:08:55 a.m. Pedro Mir 138 Peña-Batlle quien, a pesar de su hispanofilia impermeable, comprendió la magnitud de la empresa devastadora en toda su profundidad, aunque distorsionara su contenido, ha hecho el siguiente comentario esclarecedor: Si el recuento de 1606 se hubiera realizado sobre la totalidad de la Colonia y no dentro de las arbitrarias guardarrayas fijadas por el Presidente, los resultados de la operación hubieran sido sorprendentes. El ánimo se levanta sólo de pensar que en la lista de Azpichueta pudieran leerse los nombres de los hatos, estancias, lugares, pastos y habitantes que arrasó, demolió, incendió y asesinó Osorio en más de la mitad de la Isla y que toda esa riqueza hubiera podido cumplir su misión social y política en el desenvolvimiento normal de la Colonia. No es aventurado afirmar que La Española no se repuso nunca del golpe de 1606…3 Si no se repuso nunca, la gran tarea consiste en perseguir ese golpe en todo el trayecto histórico. Por eso hay que evitar por todos los medios caer en la telaraña que tendió Osorio para encubrirlo. Por lo pronto hay que advertir que utilizó un procedimiento mucho más adecuado y plausible que el que propone Peña-Batlle en ese extracto. No era un censo en la totalidad de la Colonia lo indicado. El Censo de 1606 fue llevado efectivamente a cabo de esa manera, y no solamente en la zona triangular de las guardarrayas como lo apreció Peña-Batlle. Mucho más indicado que ese procedimiento era el de efectuar un censo inmediatamente ANTES y otro inmediatamente DESPUÉS de la devastación para poder establecer su resultado de manera objetiva y aritmética. Y eso es precisamente lo que hizo Osorio. La constancia documental del procedimiento elegido por él se encuentra en el testimonio oficial de Cepero y Xuara, que vivieron 3 Peña-Batlle, Manuel Arturo: Obras escogidas, Col. Pensamiento Dominicano, T. I., Santo Domingo, 1968, página 216. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 138 14/11/2013 10:08:56 a.m. La noción de período en la historia dominicana 139 esas escenas y así lo declararon en 1608, a sólo dos años de la tragedia, cuando aún había humo y sal en aquellas tierras: ITEM: envió a contar el ganado de toda la Isla a Bartolomé Farfán, allegado y favorecido suyo, el cual dijo y publicó que el dicho Presidente le había prometido una joya si le trajese contadas más de ocho mil cabezas de ganado vacuno mansas; y esta demasía y engaño se echará de ver por las diligencias V.S. ha enviado a hacer para que se vuelva a contar el ganado, con lo cual y la cuenta que hicieron los cuatro jueces que envió a contarlo el dicho Presidente antes de las dichas reducciones, se echará de ver lo que se ha muerto, rescatado y consumido, y las justas quejas de los dichos vecinos, y si son ciertas las relaciones que se han dado de la abundancia del ganado…4 Por ese texto se establece sin la menor duda que el Presidente Osorio procedió en este asunto con absoluta corrección y habilidad, toda vez que llevó a cabo un censo ANTES de proceder a las devastaciones. Es claro que el Presidente no necesitaba un segundo censo para conocer la magnitud de ellas, después de haber devastado con sus propias manos. Si lo hizo fue para lo contrario, para impedir que fueran conocidas por la Corona, y de paso por los historiadores contemporáneos, de modo de acomodar los datos a sus conveniencias. Los mismos testigos y en el mismo documento denunciaron esa estratagema y los móviles que condujeron a ella: ITEM: que para persuadir a S. M. (de que debía tomar) por grandes servicios los daños referidos, y de que los nuevos vecinos, tristes, pobres y afligidos, quedaban muy contentos y ricos, y toda la Isla abundante de ganado y las casas o iglesias acabadas, hizo lista de todos los dichos vecinos despoblados, y les iba preguntando las haciendas que tenían y, algunos de ellos, temerosos de los rigores del dicho Presidente, y por darle gusto, decían que eran dueños de pastos y estancias, sin 4 Relaciones históricas, Vol. I. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 139 14/11/2013 10:08:56 a.m. Pedro Mir 140 tenerlos, ni qué comer, ni vestir, y pasaron en esto otras cosas de mayor inconveniente, como lo dirá Diego Velázquez y otros testigos, y la fuerza y la violencia con que hizo obligar a Benito García a hacer y fabricar la iglesia a menos precio, y que los vecinos hiciesen de nuevo otras casas no pudiendo sustentarlas, ni vivir en ellas ni aun cuando fueran ricos, porque en todas hay muchas pozas de agua, y así las han dejado yermas y desiertas, como dirán los testigos…5 Esto declaran las fuentes. Osorio realizó un conteo antes de llevar a cabo las destrucciones y otro después de ellas. El primero es, sin duda, el correcto, probablemente hecho elaborar para su propia orientación. El segundo, aunque no lo hubieran certificado los testigos de la época, era evidentemente falso. Su objetivo era engañar a la Corona a fin de asegurarse la recompensa que efectivamente le fue otorgada, aunque quiso el destino que no fuera cobrada ni por él ni por sus herederos. Y no es difícil percatarse de que el famoso Censo de 1606 no sirve para mostrar ni lo que quedó ni nada, puesto que sus propias incongruencias lo delatan. Por ejemplo. El Censo registra 12 ingenios de azúcar con una dotación total de 800 esclavos. Si se recuerda –y si no se recuerda lo dice Lugo en su Historia– que sólo el ingenio SAN PEDRO tenía una dotación de 900 esclavos de una población esclava que se calculaba entonces entre 15 y 20 mil individuos, se echa de ver la magnitud del destrozo. Esto sin salirse del Censo. Una vez que se confirma que las cifras fueron abultadas cabe reducir con la reserva que se quiera esta cifra a expresiones más discretas. Y, si por la vía del sentido común, se admite que la desarticulación de la vida económica, social e inclusive espiritual, impedía que la marcha de la sociedad pasara de una situación de prosperidad y bienestar a otra de terror y de fuga sin resentir la producción y paralizar toda forma de intercambio de productos, y principalmente los ingenios, entonces también hay que reducir a 5 Idem. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 140 14/11/2013 10:08:56 a.m. La noción de período en la historia dominicana 141 proporciones más discretas esa cifra de esclavos, de gente rebelde, uncida tanto al ingenio como a la expectativa de la más mínima oportunidad de sacudir el yugo opresor… El Censo asimismo registra una lista casi interminable de hatos de vacas, cabras, ovejas y cerdos. Pero se limita a recoger el nombre del propietario de los hatos sin consignar las unidades correspondientes, cuando lo que se necesitaba era el número de unidades y no el de propietarios. En ninguna parte se indica el número de cabezas de ganado existente en la Isla. Una larga lista de propietarios, de los que por cierto no quedó ni el rastro según nos cuenta Sánchez Valverde, podía conducir a la creencia en un número considerable de cabezas de ganado que efectivamente existía, pero al margen de toda propiedad, igual que el esclavo, disperso por montes y sabanas, o como el mismo propietario, disperso igualmente por playas extranjeras… Es casi completamente seguro que el primer censo recogía la realidad. Y eso podría explicar, si el futuro o el azar no muestran lo contrario, que no haya aparecido nunca. El Censo que se conoce procede de los Archivos metropolitanos. Si las cosas ocurrieron como las refieren Cepero y Xuara, el primer Censo, el verdadero, nunca pudo llegar a la Metrópoli. Quedaría cuidadosamente guardado entre los documentos personales de Osorio, si quería reservarle a la posteridad este fragmento de la realidad verdadera y no sólo el de la realidad convencional o de conveniencia. A lo mejor se encuentra plácidamente entregado a la acción de las polillas en el Archivo de La Habana. Y es posible también, porque las recompensas futuras explican las violencias presentes, que fuera simplemente destruido o devastado como ocurrió con la realidad real reflejada en él. En este caso no quedará sino la mentira eterna… 3 Sin embargo, podemos pasar por alto todas esas consideraciones y los testimonios que las refrendan y atenernos al curso histórico, NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 141 14/11/2013 10:08:56 a.m. 142 Pedro Mir que es el documento que mejor certifica la naturaleza de los episodios aislados. La profundidad de las destrucciones y de los cambios que ellas originaron, se manifiesta en ese mismo año de 1608. Dice el historiador García que al llegar el Gobernador Diego Gómez de Sandoval en ese año encontró la Colonia en el estado más lastimoso, porque las transmigraciones habían vuelto a tener aliciente, los campos se iban despoblando y las haciendas desaparecían; las casas se arruinaban cerradas por falta de quien las habitara; los derechos fiscales se reducían escandalosamente, porque no había muchos ramos de comercio de qué cobrarlos ni gente que estuviera en actitud de pagar serias contribuciones; que todo, en fin, estaba en decadencia.6 La quiebra de la economía colonial en 1608 había alcanzado ya el grado de hacérsele imposible resistir el peso de la burocracia oficial. La Hacienda no tenía más ingreso que las pocas resmas de papel sellado que podían consumir quatro vecinos pobres… cuenta Sánchez Valverde.7 Nunca antes había ocurrido así en toda la historia de la Colonia. Ni siquiera en la época de retroceso económico que siguió al primer cuarto de siglo. Las Haciendas que sobrevivieron a la devastación no resistieron sus consecuencias. La Corona se vio obligada por la materialidad de los hechos a aceptar estas consecuencias y crear un situado de México para mantener artificialmente la apariencia de una Colonia. Ni los Ingenios, ni los Hatos, ni las Estancias, que registraba el Censo, con ser tan numerosas, alcanzaban a soportar esas cargas, lo que revela que pertenecían al orden de la fantasía. Porque inclusive se puede admitir su existencia en los mismos términos en que, para engañar al Rey y a los historiadores candorosos del futuro, los hacía consignar Osorio, despidiendo vapores de azufre, al atemorizado y obediente escribano Azpichueta. El hecho es que podían ser todo lo numerosos que se quisiera y lo productivos García, José Gabriel; Compendio de historia de Santo Domingo, Santo Domingo, 1893, Vol. I, página 148. 7 Sánchez Valverde, Antonio: Idea del valor de la isla Española y utilidades que de ella puede sacar su monarquía. Santo Domingo, 1947, página 11. 6 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 142 14/11/2013 10:08:56 a.m. La noción de período en la historia dominicana 143 que se deseara, pero si no existía mercado,8 si no existía numerario, si la economía no podía sustentarse en la imaginación, si no venía un solo barco de registro de España en cinco años, si el proceso histórico había sido detenido en seco, si los productores emigraban en masa, si los que quedaban no podían poner en marcha una iniciativa fructífera dentro de las guardarrayas ni la autoridad sustituía la realidad devastada con una realidad nueva, esas supuestas haciendas o hatos del Siglo xvi que se quieren prorrogar en nuestra historiografía, se desmoronaban solos. Se desplomaban espontáneamente. No podían traspasar el umbral de la catástrofe. Y esto que indica el sentido común lo comprueban y certifican los documentos, sin que falte en ellos ese humor que, según enseña la experiencia, suele acompañar a las más grandes desgracias. Cuenta Fray Fernando Carbajal y Rivera, Arzobispo de Santo Domingo, que su penuria era tal que tuvo que pedirle a Dios la gracia de un huevo de gallina: … di gracias a Dios de poder hallar un huevo que comer y alguna vez me aconteció solicitarle que una gallina entrase en el bahareque de mi habitación para tenerlo, esperando que lo pusiese, para el sustento de aquel día…9 Pero sus cartas componen una antología, no del humor sino de la desesperación. Culpaba agriamente al comercio de Sevilla por haber inspirado las Devastaciones a fin de eliminar el comercio de Flandes y en consecuencia haber sumido a la Isla en la más amarga de las tragedias: Andan desnudos por no haber comercio en la Isla. Fray Fernando de Carbajal y Rivera, Arzobispo de Santo Domingo, en carta al Gobernador a 26 de noviembre de 1695, en Demorizi: Relaciones históricas de Santo Domingo, Vol. III, página 214. De cinco a cinco años viene de España el registro, para más aniquilarlos. En la misma fuente, página 153. Los Derechos Reales se redujeron a nada porque ni había ramos de comercio de qué cobrarlos ni persona que se hallase en estado de pagar contribución. Sánchez Valverde: Idea del valor…, ob. cit., página 113. 9 Carbajal y Rivera, op. et loc. Cit., página 218. 8 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 143 14/11/2013 10:08:56 a.m. Pedro Mir 144 Es la mayor lástima, es compasión, fue impiedad, esto me mata, me consume y me atormenta. ¿Hay maldad semejante? ¿Hay sinrazón más contra razón? No hallo términos con qué explicar el sumo daño que han hecho estos malvados. Y que el Rey los favorezca y los ampare y se ejecute lo que ellos quieren, me desencanta y me desatina. Cuando llego a esto, Señor, no puedo más, no puedo más…10 Estas consideraciones tan severas iban dirigidas al Marqués de los Vélez, del Consejo de Estado de Su Majestad y su Presidente en el Consejo Supremo de Indias en Madrid, en una extensa carta en la que multiplica esos argumentos: Señor, Señor Excmo. ¿Pesaría tanto lo que alegó el Comercio de Sevilla para que se repudiase éste de Flandes? ¿Es posible que no hayan escarmentado en cabeza ajena y propia los Señores Gobernadores? Porque se decía que comerciaban aquellas cuatro Ciudades, Puerto de Plata, Bayajá, Monte Christi y la Yaguana, las mandaron (y sin razón) despoblar, perdieron lo principal sus vecinos, porque las casas y monterías no se conducen; desde entonces comenzó a empobrecer la Isla…11 No había pan, cuenta el Arzobispo. La gente lo había sustituido por el plátano. Y parece ser que fue entonces, a consecuencia de esta tragedia, que este manjar de esclavos, considerado como despreciable, subió de categoría y se convirtió en la dieta fundamental del pueblo, un acontecimiento histórico que no debe pasar inadvertido. Al menos a ello induce la insistencia con que el Arzobispo se lo hizo saber a la humanidad entera en un sinnúmero de cartas conmovedoras: A don Luis Cerdeño, del Consejo de su Majestad en el Supremo Consejo de Indias, mayo 29 de 1693: 10 11 Relaciones históricas, Vol. III, página 123. Idem., página 117. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 144 14/11/2013 10:08:56 a.m. La noción de período en la historia dominicana 145 Ahora no hay casi harina para hostias y en convento que había 14 se han dicho 3 misas cada día por no haberlas para las demás ¿qué traza de haber pan para comer? Y aún el de palo que es el sustento de los que no comen pan, ha faltado aquestos días igualando a los que tienen un real para comprarlos y a los que nunca lo comen por no tenerlo, supliendo su falta los plátanos. ¡Hay desdicha como aquesta!12 Al Obispo de Málaga, del Consejo de su Majestad, junio 9 de 1693: Acuerdóme que cuando hubo falta de pan dos o tres días en Madrid, se vio el motín y tumulto a vista de un Rey; acá todo el año falta algo preciso para el sustento y al presente el pan de palo no se halla, callan, sufren y toleran y su falta la suplen con plátanos. ¿Qué quiere Vuestra Señoría Ilustrísima que diga de su lealtad y tolerancia? Suplico a Vuestra Señoría Ilustrísima que se sirva sacarme de aquí…13 Al Conde de Canalejas, Adelantado de la Florida, del Consejo de S. M. en el Consejo y Cámara de Indias, junio 11 de 1693: Aquí falta de todo, y al presente el pan de palo cuotidiano de los menos (porque los más por no tener un real no pueden comprarlo) no se halla y en su lugar comen plátano…14 A don Antonio Ortiz de Otalora, Secretario de S. M. en el Supremo Consejo de Indias de la Gobernación del Perú, mayo 9 de 1693: El cotidiano pan de esta Isla es el pan de palo. Los menos le gastan porque los más no tienen un real para comprarlo y cuando ésta escribo, anda tan escaso (ya días que sucede esto) que aunque los que lo usan no le hallan; plátanos comen…15 14 15 12 13 Idem., página 151. Idem., página 169. Idem., página 170. Idem., página 133. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 145 14/11/2013 10:08:56 a.m. Pedro Mir 146 A don Francisco Camargo del Consejo de S. M., mayo 31 de 1693: …ni comen pan, que aún el de palo muchísimos no le alcanzan por carecer de un real para comprarlo, frutos silvestres son su sustento…16 Al Conde de Adanero, Presidente del Real Consejo de Indias de Madrid, el 14 de febrero de 1697: …su sustento (el del Arzobispo, o sea el suyo propio) vaca mala o toro viejo, su pan ninguno, porque no ha podido entrar en el de palo, y si lo envían de fuera es tan largo el tiempo por no haver embarcaciones, que se gasta muy presto porque los enfermos lo piden o en ser de arina o pan y es preciso dárseles…17 Por estas cartas se mide la miseria colonial, que había alcanzado a un cargo tan suntuoso como el de Arzobispo. La población había descendido del pan bíblico de harina de trigo a este extraño pan de palo al que no podía entrarle Fray Fernando y que, así como no aparece hoy en las enciclopedias ni en los recuerdos del «mercado viejo» donde Vico encontraba la eterna sabiduría de los italianos, tampoco se encontraba entonces, y menos el real necesario para adquirirlo, en el palúdico mercado colonial.18 Idem., página 157. Idem., página 240. 18 Lo más probable es que este pan de palo sea el normal casabe, porque tanto éste como el plátano se sirven como sustitutivo del pan de trigo en la comida criolla. Lo extraño es que el casabe, que fue comida de indios como el plátano de negros, y por tanto abundante y barata, haya escaseado en la Isla. En su carta a D. Thomas Ximenez de Pantoxa, del Consejo de su Majestad, Fr. Fernando le refiere que: Todo está cerrado. Ya falta el pan y la harina para hostias, ya el vino para los fomentos precisos para los achaques. Los más de la Isla no alcanzan el «pan de pulo», por no tener un real para comprarlo, y al presente los que lo usan no le hallan (si fuera en Madrid, ya hubiera tumulto, como hemos visto). Lo que es de presumir es que, como el casabe requiere una técnica para prepararlo y hornearlo, no todos pudieran obtenerlo como el plátano, que simplemente se desprende de una mata que se da en cualquier sitio. Y ello revela que en verdad se trataba de una miseria catastrófica que ha tenido que dejar una herida secular. Pero ¿venía del extranjero? 16 17 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 146 14/11/2013 10:08:56 a.m. La noción de período en la historia dominicana 147 En consecuencia, la población se vio obligada a descender un nuevo peldaño y decidirse por el plátano, lo que significaba igualarse con el esclavo y con el que no tenía el real para conseguir el esotérico pan de palo. Llegó así, no por la vía constitucional o revolucionaria sino por los apremios de la vida diaria, la igualdad suprema. Y ahora se explica uno por qué el plátano es un asiduo huésped de la dieta dominicana, hasta el punto de impregnarse de connotaciones nacionalistas, y por qué el desgraciado viajero dominicano descubre su absoluta ausencia en las mesas ultramarinas, salvo en Nueva York que es, como se sabe, una ciudad importante del interior de este país… Pero donde una sola página basta para ilustrar de la manera más profunda y dramática la universalidad de las DEVASTACIONES, es en una que recogió Fr. Cipriano de Utrera y que nosotros tomamos de Larrazábal: Hay constancia de un caso sucedido al convento de monjas de Regina. Este convento llegó a tal estado de miseria en 1606 que no se podía subvenir a las necesidades más urgentes sino a base de sacar a la calle a sus esclavas para que le ganaran dinero. Estas salían de mañana y entraban por la noche con el producto de sus pequeños negocios o diligencias, pero en este entrar y salir algunas esclavas solían quedar encinta, y el escándalo se producía, no por el hecho de que una esclava concibiera, cosa demasiado común, sino que las monjas conservaban a esas esclavas en su convento, le permitían que dieran a luz y le criaban sus hijos. Por esto se intentó quitarles a las monjas de Regina sus esclavas, al menos las ganadoras, pero intervinieron los Oidores y se suspendió la medida porque para ello hubiera sido menester dotar al convento de una apreciable limosna…19 Es indudable que la prohibición del comercio intérlope despojó a los cueros del privilegio de resolver la vida en la Colonia despavorida Larrazábal, Carlos: Los negros y la esclavitud en Santo Domingo, Santo Domingo, 1967, página 132. 19 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 147 14/11/2013 10:08:56 a.m. 148 Pedro Mir y que las esclavas de Regina se convirtieron en un alegre sucedáneo. Pero no es posible deducir de ahí el origen de la palabra cueros con el cual se designa popularmente en nuestro país a las hijas de la noche o de la alegría como dicen los franceses, aunque es difícil desviar los ojos de la coincidencia. Todo esto revela que el desplome de la economía no azotó a una de las paredes de la vida colonial dejando intactas a otras. La tragedia fue universal. No es necesario aguzar el entendimiento para caer en la cuenta de que la democratización de la mesa y la liberalización de los conventos son apenas detalles pintorescos y a lo sumo símbolos que, particularmente en la glorificación histórica del plátano, sobre todo el verde, expresan esa universalidad. Y lo veremos inmediatamente. Consecuencia II Donde se asiste a la total disipación del pueblo La historia convencional no ha sido ajena, desde los tiempos de José Gabriel García, al impacto que ejercieron las DEVASTACIONES sobre la mecánica interna de la sociedad colonial. Ha reconocido que su funcionamiento quedó paralizado y que cesaron sus pulsaciones históricas. Y, siendo así, debió haber pronunciado la muerte con la severidad de un médico legista. Pero no pudo llegar a tanto. Adoptó una actitud aproximativa y se limitó a registrar los signos de un estado similar: el sueño, una especie de invernación colectiva semejante a esa condición que permite a los osos ignorar el invierno y esperar aletargados el advenimiento de una nueva primavera. Así, don José Gabriel García. Este historiador consigna la llegada de un nuevo Gobernador en 1634, veintiocho años después de aquellos acontecimientos y subraya que el funcionario llega precisamente cuando la decadencia continuaba destruyendo todos los elementos de vida con que contaba la Colonia que, sumida en profundo sueño, sólo despertaba a la esperanza NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 148 14/11/2013 10:08:57 a.m. La noción de período en la historia dominicana 149 cada vez que había un cambio de personal en la administración civil o religiosa…20 Sumida en profundo sueño, he ahí una metáfora sutil que contiene no obstante una tesis histórica de gran destino. Si se trata de un sueño podrá explicarse más tarde que continuara viviendo más allá del Siglo xvi hasta nuestros días. Este mismo anhelo de supervivencia fluye subterráneamente en otros historiadores. Pedro Henríquez Ureña, que no lo era pero que aparecía tan lúcido cada vez que, llevado por sus estudios literarios, se veía sumergido en los acontecimientos históricos, la llama languidez y extrañamente la explica por la despoblación, con una ligereza impropia de sus méritos: Los años iniciales del Siglo xviii son todavía interesantes. Después todo languidece. La languidez no es sólo nuestra: fluye de la metrópoli, ya en franca decadencia… La despoblación de Santo Domingo en el Siglo xvii nace de causas locales o peculiares al Nuevo Mundo: primero: la ruina de la población indígena, que empobreció a los conquistadores; después, el descubrimiento de tierras nuevas, que atraía a los audaces. Pero en el Siglo xvii la despoblación procede de causas generales de España y América: España decae y se despuebla… Peña-Batlle rechaza esa apreciación de Henríquez Ureña con las siguientes razones: La apreciación es falsa. La languidez de la Colonia y la despoblación creciente de la misma, tan bruscamente iniciada en los comienzos del Siglo xvii, no tienen sino una causa inmediata e indiscutible: la devastación llevada a cabo por don Antonio Osorio… Y explica: García: Compendio, Vol. I, página 154. 20 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 149 14/11/2013 10:08:57 a.m. Pedro Mir 150 Al desaparecer la gran fuente de producción que destruyó el Presidente, la Colonia perdió de cuajo el más importante puntal de su economía y de su vida: el comercio libre, única posibilidad de balance entre lo que se vendía y lo que se producía. El problema era mucho más profundo que el del desbalance comercial. Lo que perdió la Colonia fue el sendero de la propiedad privada con lo que desapareció no solamente la balanza comercial sino el comercio mismo. La destrucción sistemática y organizada de la riqueza colonial –el ganado y la agricultura– debía producir, fatalmente, el languidecimiento profundo de la población, la miseria y, en consecuencia, el destronque de la futura nacionalidad…21 Como la metáfora del sueño, ésta del destronque de la futura nacionalidad, se presta a interpretaciones versátiles. Parece ser que aquí equivale a la muerte, toda vez que la pérdida del tronco se opone aquí a la languidez, pero la supervivencia de las raíces supone la regeneración del tronco y no ha habido más que un intercambio de metáforas. El Siglo xvi quedaría así en condiciones de continuarse en los siglos siguientes… También Pedro Troncoso Sánchez ha tratado de escapar del cerco de la historia convencional en algunos ensayos. En algunas páginas dice a propósito del Tratado de Basilea, que ese instrumento hiere al alma dominicana y destruye de un día para otro la piedra sobre la cual dormía…22 Viendo las cosas en términos aritméticos resultaría que, de 1605 a 1795, fecha del Tratado, esa piedra habría soportado un sueño de 190 años, mucho más largo que el de la Bella Durmiente del Bosque, y bien merecería que se le otorgara ya la categoría de la muerte. Y parece que el propio Troncoso Sánchez no es extraño a ese reconocimiento puesto que en esas mismas páginas califica al pueblo con un neologismo sumamente adecuado y exacto para esa insólita situación: inhistórico. En efecto, la pérdida de las esencias Peña-Batlle, Obras escogidas, ob. cit. Troncoso Sánchez, Pedro: Estudios de historia política dominicana, Santo Domingo, 1968, página 135. 21 22 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 150 14/11/2013 10:08:57 a.m. La noción de período en la historia dominicana 151 históricas no evoca el sueño. La inhistoria equivale a la muerte histórica.23 Pero todos estos autores, incluyendo a Peña-Batlle que caló muy profundamente en las causas y consecuencias de las DEVASTACIONES, y aún Troncoso Sánchez que es mucho más avanzado, y que ha intentado una visión general del proceso histórico del «alma dominicana»,24 pone todo el énfasis de su pensamiento heredado de la escuela romántica que debe mucho a Napoleón Bonaparte en la figura abominable de Osorio. Y esto les impide contemplar la liquidación del pueblo, disminuyendo así la inmensidad del crimen del genocida. Ninguno de ellos, salvo Delmonte y Tejada con las limitaciones propias de su método y de su época, contempló la naturaleza del sistema productivo como la clave del desarrollo histórico. Por eso ven un aletargamiento, languidez o sueño donde han debido ver la muerte total. Ven una continuidad histórica, que es la continuidad de Osorio, donde han debido ver un corte neto y vertical en la continuidad del pueblo, que es la única continuidad que convalida a la Historia. La actividad popular en el Santo Domingo del Siglo xvii es disipada por el sistema de explotación de las tierras –y del ganado adscrito a ellas– en base al régimen de comunidad social que hizo retroceder la sociedad a formas mucho más primitivas que aquellas que hacen posible la aparición y luego el desarrollo y el fortalecimiento del pueblo. Mientras la propiedad privada constituía el régimen dominante de la sociedad y se desarrollaba sobre la base de los contactos económicos con el extranjero, fue posible no solamente la vida del pueblo sino inclusive sus manifestaciones ardientes, vertebradas en torno a Hernando de Montero y a las acciones armadas del Valle de Guaba en 1605.25 Pero tan pronto como se volatilizó la propiedad privada por la acción del gran incendio, para ser sustituida por la sociedad Considerado en sí mismo, nuestro pueblo era un pueblo inhistórico... Habiendo hecho del infortunio un hábito, vegetaba sin internas inquietudes... Op. et loc. cit. 24 Véase: Las guerras europeas de Santo Domingo, en el volumen citado, página 109. 25 En Lugo, Historia de Santo Domingo. 23 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 151 14/11/2013 10:08:57 a.m. Pedro Mir 152 comunitaria, se llevó con ella la existencia de las clases sociales y naturalmente al pueblo, sin que sobreviviera ni siquiera en el estado de hipnosis colectiva en que lo concibió el historiador García. En su famoso ANTI-DUHRING, Engels asocia la pequeña agricultura con la propiedad común de la tierra, el caso que se dio en Santo Domingo tras las DEVASTACIONES, y dice que en este estadio en el cual o con cuyos restos muy perceptibles han entrado en la historia todos los pueblos de cultura, resulta obviamente natural una distribución bastante homogénea de los productos,26 y es claro que esa homogeneidad impide la diferenciación de clases en el seno de la sociedad. La agricultura en grande o en pequeño –dice Engels– permite muy diversas formas de distribución, según las condiciones históricas previas a partir de las cuales se ha desarrollado. Pero es claro que la agricultura en grande condiciona siempre una distribución muy distinta de la condicionada por la otra; que la agricultura en explotación grande presupone o produce una contraposición de clases –señores esclavistas y esclavos, señores de la tierra y campesinos obligados a prestaciones serviles, capitalistas y trabajadores asalariados– mientras que en la pequeña agricultura no condiciona en modo alguno una diferencia de clases entre los individuos activos en la producción agrícola…27 Así se comprende que el paso a este sistema de producción, circunscrito al ámbito del consumo familiar, sumiera a la población de Santo Domingo tras la tragedia de sus ciudades y la disipación de la propiedad privada que les daba vida, en una apariencia letárgica que no era sino la expresión de la muerte del pueblo que llevaba en sus entrañas. Delmonte y Tejada nos cuenta que aquellos individuos que fueron arrojados de sus antiguos lares y no pudieron emigrar, arrastraron una vida fantasmal muchos años después de la catástrofe: 26 27 Engels, Federico: Anti-Duhring, Grijalbo, México, 1968, página 140. Idem., loc. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 152 14/11/2013 10:08:57 a.m. La noción de período en la historia dominicana 153 …conformes con su pacífico destino no ambicionaban otra suerte ni aspiraban a las empresas tumultuosas de la política, el comercio y la milicia que los había ocupado hasta entonces…28 Esto era, en lenguaje histórico, la muerte del pueblo, el acta breve y dramática de su defunción histórica. Pero no es suficiente. Junto a esos seres fantasmales circula un personaje oscuro aunque potencialmente activo que, por ocupar los peldaños más bajos de la escala social, venía a ser la clave de la situación histórica. Sería imposible emitir un veredicto popular sin establecer, a ciencia cierta, la situación específica de este personaje. A ese objeto le abrimos las páginas que siguen. Consecuencia III Donde se certifica la desaparición definitiva de la esclavitud Lemmonnier-Dellaffosse fue un soldado francés que vino poco después de la derrota de las tropas napoleónicas en la gran epopeya vecina. Su sorpresa no fue pequeña cuando, andando por la campiña, encontraba a unos negros lánguidos que se dejaban arrastrar por las ondulaciones del tiempo sin mover el velamen de sus existencias apacibles. El soldado procedía del infierno revolucionario y apenas sí podía dar crédito a sus ojos. Una soga fija en la pared –contaba años después en sus memorias– les sirve para dar impulso a su lecho aéreo. Si son casados la mujer lo hace todo. Y ellos cantan, fuman y duermen… Y refiere lleno de un asombro que no empalidecían los años: Yo interrogué un día a uno de ellos sobre esa conducta, censurando su manera de ser y reprochándole que dilapidara unas energías 28 Delmonte y Tejada, Antonio: Historia de Santo Domingo, tercera edición. Santo Domingo. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 153 14/11/2013 10:08:57 a.m. Pedro Mir 154 provechosas para la agricultura y he aquí su Contestación: ¡Ah, señor, la crianza aleja la labranza! Estos esclavos españoles –comenta después– eran pastores bajo las órdenes de amos perezosos. Existía entre ellos ese acuerdo perfecto que trae el dolce far niente… porque en esta parte española el amo dormía en paz al lado de su esclavo, mientras que en la parte francesa el esclavo degollaba al amo…29 Es de todo punto de vista comprensible que el soldado francés quedara estupefacto ante una situación cuya explicación se remontaba a 200 años exactos en ese momento, 1805. Y no encontraba otra respuesta que el «dolce far niente» (el dulce no hacer nada, en italiano) y la pereza de los blancos. No tardarían esos mismos blancos en evidenciar que poseían las mismas cualidades que los franceses y que sabían manejar el látigo con la misma pericia, cuando la industria azucarera emigrara de Haití a Cuba como consecuencia de la Revolución. De manera que la vida bucólica que Lemmonnier-Dellaffosse encontró en Santo Domingo, no era un producto del clima geográfico ni del clima moral sino del clima histórico. Y la clave estaba en esa lucha de clases que los mismos franceses, sus compatriotas, habían descubierto y que les permitía comprender los procesos sociales. Lo que sucedía es que las tensiones sociales, raciales, políticas se diluían en la naturaleza comunitaria del sistema de explotación territorial que dominaba íntegramente la vida social. Pero no estaba descaminado el soldado cuando dirigía la mirada hacia el supuesto esclavo negro. Siendo el esclavo el último peldaño de la escala social, su situación definía a la sociedad entera. 29 Lemmonnier-Dellaffosse, J. B.: La Segunda Campaña de Santo Domingo, Santo Domingo. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 154 14/11/2013 10:08:57 a.m. La noción de período en la historia dominicana 155 2 La historia común y corriente refiere la abolición de la Esclavitud como una acción haitiana –realizada por Toussaint en 1801 y ratificada por Boyer en 1822– desconociendo así que esa institución había desaparecido dos siglos antes, casi con toda exactitud. Lo certifican rotundamente Cepero y Xuara en sus declaraciones contra el Presidente Osorio a propósito de las DEVASTACIONES: Con esto –manifestaron estos testigos excepcionales en 1608– el dicho Presidente dio ocasión a que los dichos negros quedasen en su libertad…30 Y era cierto. La libertad había de ser definitiva. Jamás volvería a resucitar la esclavitud en los términos que los dirigentes haitianos, que habían conocido sus atrocidades indescriptibles, tenían en mente al proclamar sus respectivas aboliciones. Esto es particularmente cierto en lo que se refiere a la situación que contemplaba Toussaint, quien hizo construir en Santo Domingo un tablado especial, según nos cuenta José Gabriel García,31 para acomodar a los niños, probablemente para que asistieran al acto solemne de la abolición de la esclavitud como excepcionales y delicados testigos del futuro… No le faltó imaginación tampoco a Boyer, aunque era más inclinado al símbolo y, llegado su turno, hizo plantar en las plazas públicas la palma de la libertad. Cepero y Xuara se referían naturalmente a la desaparición total del trabajo forzado en los ingenios azucareros y al tráfico internacional de seres humanos que era su secuela. Es evidente que la desaparición de esa industria debía llevar aparejada de manera inevitable, la desaparición de una institución que estaba indisolublemente ligada a ella. No desaparecía nunca empero, de la mentalidad española aunque sí de la legislación aplicable a su colonia de Santo Domingo. De ahí que se siguiera aplicando el término a cierto tipo de relaciones generadas por las nuevas formas de producción a que dieron origen las Devastaciones y que, al modificarse en los contactos entre las dos Lugo, Historia, ob. cit., parágrafo 356. García: Compendio, ob. cit., página 303. 30 31 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 155 14/11/2013 10:08:57 a.m. 156 Pedro Mir partes de la Isla, debían absorber cierta dosis de propiedad privada que las teñían de tonos serviles. De esa manera, la palabra Esclavitud comprendía dos modales distintos de la institución. Marx destacó siempre esa conducta del régimen esclavista él cual –decía él– recorre una escala que va desde el sistema esclavista patriarcal, orientado hacia el propio consumo, hasta el verdadero sistema de las plantaciones, que trabaja para el mercado mundial…32 Esto nos permite identificar los dos regímenes cuyas nociones se intercambiaban en la mente de los protagonistas de esas situaciones y ocasionalmente se intercambian todavía en la de la historiografía convencional: a. el modelo moderno de la Esclavitud, o esclavitud de plantaciones, que se originó en esta misma Isla en el primer cuarto del Siglo xvi, pasó a Brasil en el Siglo xvii, a Haití en el Siglo xviii y finalmente a Cuba en el xix; b. el modelo clásico, o esclavitud doméstica, cuyo origen se pierde en las sombras de la antigüedad y engarza históricamente en la parte española de Santo Domingo de manera espontánea y excepcional. El modelo moderno La Esclavitud que Marx califica de verdadero sistema de plantaciones está vinculada al capitalismo a través del mercado mundial y ha sido precisamente ésta a la que el Capitalismo debe el impulso que, a raíz del Descubrimiento, lo convirtió según el mismo Marx, en una fuerza decisiva del mundo moderno. Es esa sustancia capitalista la que caracteriza a la Esclavitud moderna como un régimen de explotación bestial que la distingue de la Esclavitud clásica: en muchos casos han bastado 7 años para aniquilar la vida del esclavo, sin contar los que aniquilaban los castigos y tormentos, aunque ya para entonces habían rendido suficientes Marx, Carlos: El capital, Tomo III, página 744. 32 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 156 14/11/2013 10:08:57 a.m. La noción de período en la historia dominicana 157 beneficios como para que pudieran ser sustituidos por nuevas piezas, más sanas y más fuertes. Tras la Revolución haitiana el sistema esclavista moderno se traslada a Cuba, que hasta esa época era una colonia de segundo rango sostenida con el famoso situado de México, y alcanzó allí sus dimensiones características modernas en manos españolas. Lo natural es que se hubiese trasladado a Santo Domingo si no fuera porque la Revolución emancipadora estaba muy cerca. Sin embargo, ella no impidió que, en efecto, algunas plantaciones de antiguos franceses de aquella parte, se instalaran en ésta aunque con carácter aislado y sin llegar a imprimir su sello a toda la sociedad. En Cuba, la decantada dulcedumbre del sistema, colonial español quedó trágicamente desmentida. Según refiere un escritor inglés por los años de 1862: Hoy es en Cuba, cuyas rentas se cuentan por millones y cuyos plantadores son verdaderos príncipes, donde vemos a la clase esclava sometida a la alimentación más rudimentaria y a los trabajos más agotadores e incesantes, y donde vemos también cómo se destruyen lisa y llanamente todos los años una buena parte de sus esclavos, víctimas de esa lenta tortura del exceso de trabajo y de la falta de descanso y de sueño…33 Esta situación era debida a la exigencia insaciable del mercado mundial que era una fuente de inagotables riquezas para quien prestara atención a sus clamores. En su obra clásica, Marx explica esta abominable asociación entre el mercado mundial y los tormentos de la Esclavitud: Tan pronto como los pueblos cuyo régimen de producción se venía desenvolviendo en las formas primitivas de la esclavitud, prestaciones de vasallaje, etcétera, se ven atraídas hacia el mercado mundial en el que impera el régimen capitalista de producción, y donde se impone Cairness. J. E. The Slave Power, Londres, 1862. 33 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 157 14/11/2013 10:08:57 a.m. Pedro Mir 158 a todo el interés de dar salida a los productos para el extranjero, los tormentos bárbaros de la esclavitud, de la servidumbre de la gleba, etcétera, se ven acrecentados por los tormentos civilizados del trabajo excedente…34 Cuando esta institución fue creada en el Siglo xvi, los tormentos de los esclavos eran tan insoportables que los impulsó a un alzamiento, el primero de una larga serie anegada en sangre, en 1524. Pero el mercado mundial no estaba suficientemente desarrollado entonces para alcanzar los niveles de horror que llegó a alcanzar en Haití y que se restablecieron en Cuba. Todavía en 1605, con las naves europeas frecuentando las ciudades portuarias de la banda del norte, la Esclavitud no había alcanzado esos niveles, aunque presentaba ya los rasgos característicos del modelo moderno. Es por eso por lo que LA ESPAÑOLA es en toda justicia la cuna de esta institución americana. En esos mismos instantes, la industria azucarera es devorada por las llamas de las Devastaciones y la Esclavitud no tardará medio minuto en extinguirse espontáneamente dando entrada a las formas patriarcales de la Esclavitud en Santo Domingo. El modelo clásico La forma clásica de la Esclavitud, que se distingue en la actualidad con el calificativo de doméstica, se caracteriza por la ausencia de rigor y de atropello en la explotación del trabajo del esclavo, debido a la desvinculación de la producción asociada a ella, respecto del mercado mundial. En Santo Domingo, donde los excedentes de la producción no destinada al propio consumo, era mayormente absorbida por la vecina colonia de Haití, sin conocer las rutas del mercado mundial, el rasgo predominante de la esclavitud era precisamente la naturaleza afectiva, casi familiar, de las relaciones que reinaban entre amos y esclavos. 34 Loc. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 158 14/11/2013 10:08:57 a.m. La noción de período en la historia dominicana 159 Son numerosos los testimonios de viajeros y otros observadores, desde Saint-Mery en el Siglo xviii, que han señalado esa peculiaridad de las relaciones esclavistas en la parte española de la Isla. Aquí cobra particular valor el testimonio de un articulista haitiano, que escribió para LE PROPAGATEUR HAITIEN en ocasión de la anexión de Boyer en 1822, en dos números de esa publicación correspondientes al mes de junio del mismo año. El articulista, firmado K.… resulta autorizado doblemente por la experiencia de su país y por la de su época. Dice así: El temor de que la atmósfera moral que envolvía al territorio haitiano se extendiera algún día a la parte española, no había permitido seguir en ella el ejemplo de Cuba; nada había alterado, pues, la suavidad de la esclavitud y nosotros habíamos podido apreciarlo por las relaciones que el comercio había establecido entre nuestros vecinos y nosotros. A veces el esclavo venía sólo a nuestras ciudades a vender la carne y el algodón que su amo les había confiado; otras veces el amo y el esclavo venían juntos, y entonces los veíamos sentados a la misma mesa o acostados sobre la misma estera; apenas si una ligera diferencia permitía distinguir al esclavo del amo. Así, en razón de que los navíos cargados de negros no se habían dirigido hacia las playas orientales desde varios años atrás, las familias de los NO-LIBRES se habían identificado de tal manera con los propietarios, que la compra y venta de víctimas humanas, tan comunes en el pasado, eran casi ignoradas entre nuestros vecinos…35 Pero también los propietarios se habían identificado con las familias de los NO-LIBRES, cosa que extrañamente no observa el autor. Y ha debido ser así porque de otro modo los habrían vendido a precio de oro a los esclavistas de la colonia vecina, sin tener que 35 «De la reunión de la cidevant Partie Espagnole a la République d’Haïti» firmado K… en Le Propagateur Haitien «journal politique et littéraire, rédigé para plusieurs haïtiens». Nums. 1 y 2. Port-au-Prince, junio de 1822, página 21. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 159 14/11/2013 10:08:58 a.m. Pedro Mir 160 pagar flete, y no habría quedado en esta parte ni uno solo colgando de un árbol. Sólo razones afectivas lo han impedido. Es digno de hacerse notar que este articulista parece haber sido tan profundamente impresionado por el carácter de estas relaciones, que ha llegado a vacilar a la hora de calificarlas de esclavitud y ha utilizado una forma inusitada, NO LIBRES como queriendo especificar que, sin llegar a ser libres, no son ya tampoco esclavos. Desde los días álgidos de la Revolución haitiana, no pocos de sus dirigentes se habían percatado de la naturaleza de estas apacibles relaciones. Les parecía inverosímil a ellos que el esclavo de la parte española no mostrara la menor inclinación a la violencia revolucionaria ni siquiera a la fuga cuando se le presentaba un amparo tan próximo en la colonia vecina. Esa inquietud la expresaba por ejemplo el General Chanlatte en un informe oficial al Gobierno francés el año de 1800: «Lo que es asombroso, pero muy cierto, decía allí, es que los esclavos de la parte española han preferido su estado a la facilidad que tenían para pasarse a la parte francesa, donde la libertad les esperaba…»36 Máximo Coiscou Henríquez refiere que en 1822, Alexandre, oficial de Boyer, declaró a don Francisco Brenes su sorpresa al advertir la frecuencia con que el antiguo esclavo dominicano seguía a su amo de la víspera, insensible a la libertad que le acordaba la Constitución de Haití (al ser proclamada por Boyer la abolición de la Esclavitud).37 Este problema, que se le presentó al Profesor Bosch en su obra COMPOSICIÓN SOCIAL DOMINICANA, le conduce a unas consideraciones muy interesantes: ¿Es que la miseria general del siglo xvii –se pregunta– condujo a una liberación de hecho, si no jurídica, de los esclavos, al grado que ya en 1659 éstos se comportaban como hombres libres, aunque no lo fueran legalmente? ¿Es que la reducción del nivel económico de los amos los colocó en la posición de tratar a sus esclavos como si fueran libres? Chanlatte, Antonio: Al Gobierno francés, 1800, en La era de Francia de Rodríguez Demorizi, página 231. 37 (Escritos Breves, Sto. Dgo., 1958, página 100). 36 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 160 14/11/2013 10:08:58 a.m. La noción de período en la historia dominicana 161 Como no hay papel alguno de la época, que nos permita llegar a conclusiones acerca de la situación de los esclavos hacia el 1659 ó hacia 1666 –excepto el hecho de que se sabe que la esclavitud existía desde el punto de vista legal– no podemos hallar una explicación para la noticia de que en 1659 no había esclavos para recoger el cacao y de que las epidemias de 1666 mataron precisamente a los negros y a los indios que podían trabajar y no a los mestizos y a los blancos. La única explicación posible es que la degradación general de todo el contexto social había igualado en el trato diario a amos y esclavos, aunque se mantuviera la diferencia legal…38 Pues bien, esa explicación que le parece la única posible al Profesor Bosch es la única verdadera. La epidemia que verdaderamente acabó con la Esclavitud fue la degradación general de todo el contexto social que, desde luego, no puede haber sido ocasionada por una causa de magnitud menor que las Devastaciones para producir unos efectos de tanta consideración, aunque no necesariamente de manera inmediata. La causa inmediata es la desaparición del Ingenio de Azúcar, devorado por las llamas que prendió con sus propias manos el Presidente Osorio, y no tardaría medio minuto para que se extinguiera espontáneamente la Esclavitud antes de que se extinguieran las llamas, que duraron por cierto dos largos años, disipando completamente la industria azucarera. Engels ha explicado que la desaparición de la Esclavitud tenía que ser en este caso la consecuencia inevitable e inmediata de la desaparición del Ingenio de Azúcar: Un esclavo no es útil para cualquiera. Para poder usarlo hay que disponer de dos cosas: primero, de los instrumentos y los objetos necesarios para el trabajo del esclavo; segundo, de los medios para su miserable sustento. Así pues, antes de que sea posible la esclavitud tiene que haberse alcanzado ya un cierto nivel de producción y tiene Bosch, Juan: Composición social dominicana, Santo Domingo, 1970, página 96. 38 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 161 14/11/2013 10:08:58 a.m. Pedro Mir 162 que darse cierto grado de desigualdad en la distribución. Y para que el trabajo esclavo se convierta en un modo dominante de una entera sociedad, hace falta aún una mayor intensificación de la producción, el comercio y la acumulación de riquezas. En las viejas comunidades espontáneas, con su propiedad común de la tierra la esclavitud no se presenta en absoluto o desempeña un papel muy subordinado…39 Estas premisas se dieron categóricamente en LA ESPAÑOLA. Al mismo tiempo que desaparecieron los instrumentos y los objetos necesarios para el trabajo del esclavo, representados en este caso por el Ingenio de Azúcar, brotaron las comunidades espontáneas, con su propiedad común de la tierra. A partir de entonces, el trabajo esclavo perdió su sustentación material y jamás volvió a restablecerse como un modo dominante de producción de la sociedad entera. Tanto Marx como Engels contemplan separadamente una situación en que tales premisas se originan en el marco de una situación preexistente. Marx se refiere al cambio de naturaleza de una esclavitud de tipo paternalista a otra de explotación brutal tan pronto como se hace presente la demanda insaciable del mercado mundial: En los Estados norteamericanos del Sur el trabajo de los negros conservó cierto suave carácter patriarcal mientras la producción se circunscribía a las propias necesidades. Pero tan pronto como la exportación del algodón pasó a ser un resorte vital para aquellos Estados, la explotación intensiva del negro se convirtió en factor de un sistema calculado y calculador, llegando a darse casos de agotarse en siete años de trabajo la vida del trabajador…40 Y por su parte Engels, observa la situación en su lado inverso en su ANTI-DUHRING, invocando el mismo escenario y el mismo producto: 39 40 Anti-Duhring, ob. cit., página 155. Loc. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 162 14/11/2013 10:08:58 a.m. La noción de período en la historia dominicana 163 La esclavitud de los Estados Unidos americanos se ha basado menos en la violencia que en la industria inglesa del algodón; en las regiones en que no crecía el algodón, o en las que no había estados limítrofes que practicaran la cría de esclavos para los estados algodoneros, la esclavitud se extinguió por sí misma, sin aplicación de la violencia, simplemente porque no era rentable…41 De estos extractos, que parecen haber sido escritos contemplando la situación de la colonia española de Santo Domingo, en la justa línea divisoria trazada por las Devastaciones, se desprende que la vinculación al mercado mundial determina la naturaleza de la Esclavitud, estableciendo dos formas claramente diferenciadas: una caracterizada por el sello de la violencia y la crueldad, dirigida a la explotación intensiva del esclavo negro; la otra caracterizada como una suave esclavitud patriarcal. En Santo Domingo se conocieron las dos: antes de 1605, el modelo moderno con su signo de horror y tormento, que se extingue espontáneamente tan pronto como deja de ser rentable; y, después de 1606, el modelo clásico, con su dulzura paternalista que Marx asimila una y otra vez en EL CAPITAL a nuestros domésticos actuales y que sólo convencionalmente pudo ser llamada esclavitud. Lo que ha faltado ha sido esclarecer que ese era un paternalismo forzoso. Tan pronto como la Esclavitud se les hizo rentable a los españoles en Cuba, pusieron en evidencia que eran tan perfectos plantadores como cualesquiera otros y que su Esclavitud era tan inmisericorde como la de los franceses. En su colonia de Santo Domingo hicieron serias tentativas por organizar la Esclavitud de la peor manera, esto es, implantando el rigor más impiadoso en el marco del modelo moderno, sólo por vía legislativa, sin crear el sistema económico que debía hacerla rentable. Era el rigor por el rigor. Y debía estar necesariamente condenada al fracaso. El caso más patético es el del famoso CÓDIGO CAROLINO de 1784 que estuvo a punto de ser aplicado, probablemente sin Idem., páginas 153-154. 41 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 163 14/11/2013 10:08:58 a.m. 164 Pedro Mir otro resultado que el atropello, de no haber estallado la Revolución francesa y haber obligado a España a desasirse rápidamente de esta colonia, tan pronto como el ejemplo esclavista de los vecinos se le convirtió en ejemplo revolucionario. El Código Carolino Téngase por sentado, pues, de una vez por todas que, tras las Devastaciones, el patrón de la Esclavitud moderna no fue restablecido jamás, como forma dominante de la sociedad entera, en esta parte de la Isla. Pero una afirmación tan concluyente no debe dar a entender que han sido olvidados los tenaces esfuerzos y aún los establecimientos permanentes de «modelo moderno» que pugnaron por restaurar en ella el pasado irreversible. Los franceses lograron desarrollar en múltiples ocasiones algunas plantaciones piloto, en este país como la famosa hacienda Ferrand después de 1804 y algunas otras que pudieron vivir más o menos acreditadas hasta 1822 en que fueron barridas por la acción de Boyer. La abolición de entonces afectaba directamente a esas plantaciones. Los españoles, a su vez, comenzaron a ser sensibilizados por el ejemplo vecino desde mediados del Siglo xviii, e iniciaron una serie de diligencias que culminaron en 1784 con la elaboración, a la manera del Code Noir de los franceses, de un resonante proyecto de CÓDIGO NEGRO CAROLINO, llamado así en homenaje al espíritu modernizador del monarca Carlos III. Este monumento jurídico fue descubierto por el profesor Javier Malagón Barceló en un legajo titulado Diligencias para la formación del Código Negro de la Isla Española, que yacía en los Archivos de La Habana desde 1795 como documento secreto. Sólo hace pocos años, en 1974, fue publicado en volumen, precedido de un breve aunque enjundioso estudio del Profesor Malagón en el cual explica las motivaciones del Código en los siguientes términos: NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 164 14/11/2013 10:08:58 a.m. La noción de período en la historia dominicana 165 Podríamos decir que la parte española no ha pasado del período de una esclavitud DOMÉSTICA mientras que la francesa está en el de la esclavitud INDUSTRIALIZADA y a ella, y por su ejemplo, quiere llegar aquella…42 O, lo que es lo mismo, que el proyecto de Código Negro no está destinado a ordenar jurídicamente una situación preexistente, sino sólo una a la que se quiere llegar y a la que nunca se llegó. Así, pues, no aporta nada nuevo a la situación contemplada aquí en páginas anteriores y que, por cierto, se encontraban elaboradas ya cuando apareció el mencionado volumen, sin que haya habido necesidad de alterar un punto. Por el contrario se encontraron robustecidas en un sinnúmero de elementos informativos, y a veces argumentativos, que contienen los numerosos documentos allí recopilados. De ahí el interés que presenta para este trabajo. Por lo pronto, tenemos reunidas allí todas las disposiciones dictadas por la Corona a fin de organizar e inclusive crear, un modelo de explotación del esclavo negro que, a la postre, vendría a instituir la forma de la Esclavitud propia de la época moderna, ligada a la industria azucarera con el nombre de Esclavitud de plantaciones. Esto nos permite afirmar que la primera disposición dirigida a estos fines data de 1528, una época en la cual efectivamente se encontraba ya en plena actividad la explotación esclavista del negro africano, como base de sustentación humana de la industria azucarera. Y asimismo que la última es del año de 1547 y no ya para crear la institución completando sus lineamientos sino sólo para confirmar las disposiciones de los años de 1532, 1544 y 1545 que la antecedieron. Esa displicencia coincide con el abandono por parte de la Corona de todo patrocinio de la industria azucarera en provecho de sus flamantes intereses en Tierra Firme. Y, jurídicamente, significa la muerte de la institución. Malagón Barceló, Javier: El. Código Negro Carolino, Taller, Santo Domingo, 1974, Palabras Preliminares, página XI.III. 42 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 165 14/11/2013 10:08:58 a.m. Pedro Mir 166 Pero ya estaba creada. Como dice el Cabildo secular de 1768: Ciertamente sería una grande injusticia al buen nombre, fama y veneración de esta antiquísima, fidelísima y muy ilustre república condenar al olvido… estos preciosos monumentos de sus mayores, que hacen el mayor honor a la América y verían con mucho gusto los más consumados sabios del mundo, admirando ya en los primeros tiempos y cuna del descubrimiento de este suelo, tan adelantada prudencia y elevado arte de gobierno y política a un grado el más perfecto, con emulación y confusión de los decantados Código Negro de los franceses… muy inferiores de todos modos… a los sabios reglamentos de los insignes, prudentes, sólidos y celosos pobladores de Santo Domingo…43 Teniendo ante los ojos el conjunto completo de las disposiciones de la Corona, reunidas allí para ilustrar a los encargados de la elaboración del Código, comprobamos que nunca jamás fue dictada una sola disposición dirigida a regular la Esclavitud en la parte española, salvo la Real Orden de 1783 que ordenó la elaboración del proyecto. Han debido discurrir desde la última disposición de 1547 casi 240 años antes de que la Corona volviera los ojos a la reglamentación institucional de la Esclavitud. En 1768, un fiscal de Su Majestad gestionaba, al tiempo que ensalzaba el estilo primitivo español, noble, majestuoso y elegante de las ordenanzas viejas del Siglo xvi, una orden para que el Cabildo secular informe de los motivos de su inobservancia o si ocurren algunos inconvenientes para resucitar su uso en todo o en parte. Estas gestiones y cualesquiera otras en la misma dirección cayeron en el vacío, hasta que la obra de Sánchez Valverde, haciendo exactamente lo mismo que hizo López de Castro para provocar las Devastaciones de 1605, aunque no con la misma suerte: la famosa IDEA DEL VALOR DE LA ISLA ESPAÑOLA, impulsó la creación del proyecto del Código Carolino en 1784 y fue por eso incluida en el expediente de la Corona. 43 Idem., página 149. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 166 14/11/2013 10:08:58 a.m. La noción de período en la historia dominicana 167 Es indudable que, como afirma el profesor Malagón, la motivación central del proyecto de codificación de 1784, fue el «ejemplo» de la colonia vecina y no el imperio de la realidad material. En Haití ya para esos años había una población de más de 400 mil esclavos que había ido introduciendo la demanda insaciable del mercado mundial. El Code Noir aparece allí como una necesidad de reglamentar el caos jurídico que produce una realidad tan impresionante. En Santo Domingo la realidad es otra. El mercado que influye de manera más directa es el de la colonia vecina y no para aquellos productos basados en el trabajo esclavo de los cuales ella se encontraba saturada. Esto es, que el trabajo esclavo carecía de mercado para sus productos. Es increíble, dicen los redactores del Código en uno de sus preceptos, que de quince mil negros y pardos primerizos que poco más o menos poseerá la Isla Española entre esclavos y libres, sólo estén empleados setecientos y sesenta en los diecinueve ingenios de este fruto que hay actualmente en la Isla y trescientos y catorce en otros tantos de hacer melados…44 Esta realidad impedía a ojos vistas seguir el ejemplo vecino cuando de este lado sólo existían en total 974 esclavos,45 menos de un millar, contra más de 400 mil, y donde los 14 mil restantes del total de la población potencialmente esclava, según sus propios datos, se encontraban insertados en otros campos productivos. El Código no podía, sólo por vía jurídica, integrar esta población en un régimen fantasmal, constituido por 19 ingenios y otros tantos trapiches cuya producción apenas llegaba a 21 mil toneladas de azúcar por año, completamente despreciables para el pozo sin fondo del mercado mundial, copado por el rendimiento de la colonia vecina. 44 45 Capítulo Cuarto, página 174. Compárese con los 800 esclavos del Censo de Osorio de 1606 en 12 fábricas. Supra, página 144. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 167 14/11/2013 10:08:58 a.m. Pedro Mir 168 Más importante que la producción azucarera para el desarrollo de esta parte de la Isla, en el cuadro de condiciones imperantes, era el tabaco, del cual había una demanda firme en la parte francesa. Pero a los españoles los desquiciaba el ejemplo del azúcar. Por eso las medidas contempladas en el Código respecto al tabaco eran decisivamente mortales para la industria tabacalera. Véase la forma en que era contemplada la situación: De los negros jornaleros Hay mucho número de habitantes en la Isla y singularmente en esta capital que no contentos con defraudar a la sociedad de la ocupación útil de sus robustos miembros, tienen privada la agricultura del beneficio que recibiera del trabajo de sus esclavos a quienes emplean por un jornal diario ya en la fábrica y peonaje de las obras y en el acarreo y exportación de efectos y cargas ya en beneficiar el tabaco reduciéndolo a cigarros llamados comúnmente túbanos y otros semejantes ministerios en que pudieran emplearse muchas personas blancas y de color medio, que no tienen otro para subsistir que el de su trabajo personal, siendo más perjudicial aún el destino de las esclavas jornaleras empleadas las unas en la venta de comestibles, dulces, frutas y cosas semejantes, y las restantes sin más ocupación, medio ni fincas que las prohibidas.46 Después de describir la situación en esos términos, el Código pasa a reglamentar el trabajo asalariado con disposiciones como la que sigue en su Ley 1: Declaramos que sólo a las personas miserables como menores, viudas y mujeres solteras, huérfanas o con padre anciano, e imposibilitado, puedan tener siervos jornaleros dentro de las poblaciones… El Código se enfrentaba a otra situación igualmente compleja y sin duda mucho más difícil de resolver. Era el de la mayoría 46 Idem., página 180. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 168 14/11/2013 10:08:58 a.m. La noción de período en la historia dominicana 169 impresionante de antiguos descendientes de esclavos que vivían en los campos más o menos sumergidos en el sistema ancestral de los terrenos comuneros. Es indudable que, siendo ésta la forma predominante de la agricultura, la inmensa mayoría de ellos se encontraran allí. No hay referencias concretas acerca del sistema en el Código a pesar de que era el obstáculo fundamental al cual tenía que enfrentarse. Pero las disposiciones que lo afectaban estaban presentes en diversos preceptos, y particularmente en aquellos que se referían a los hacendados celadores en su CAPÍTULO QUINTO. Ya la Ley 8, última del capítulo anterior y que anuncia a éste, dispone que: …todo vividor, esclavo o libre que no tuviere para la sazón y tiempo respectivos de cada especie de frutos competentes labranzas de él, cercadas y sembradas en la forma regular de la agricultura, será destinado por providencia a servir en alguna de las haciendas del mismo partido, por un jornal diario, obligado a salir a la plaza para este efecto…47 Y, como que las puertas para este jornal diario se encontraban cerradas en todas partes, se suponía que la única posibilidad abierta era la de la Esclavitud. La naturaleza absurda de este conjunto de disposiciones residía en que, se echaban las bases para poner a disposición de la industria azucarera los 15 mil esclavos potenciales, que constituían la población de esta parte, pero solamente existían 19 ingenios y 19 trapiches rudimentarios para absorberla. La cesión gentil de España a Francia en 1795 condenó el Código Negro Carolino a dormir el sueño eterno en los Archivos de La Habana. Unos años antes, justamente el año de la explosión revolucionaria en Francia, 1789, la Corona preparó un expediente para el reglamento de esclavos en todas las Indias, en el cual figuraban estos documentos y se incluía LA IDEA DEL VALOR DE LA ISLA Idem., página 177. 47 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 169 14/11/2013 10:08:58 a.m. Pedro Mir 170 ESPAÑOLA de Sánchez Valverde, pero el Código Carolino estaba ya condenado a ser disfrutado por las polillas habaneras.48 Y es así como se conoce que jamás volvieron a abrírseles a los españoles en esta Isla, las vías para la explotación económica del negro en forma rentable. Fue su propia culpa. En el primer cuarto del Siglo xvi espantaron esa posibilidad negándole a la industria azucarera los capitales y el mercado mundial que les eran esenciales. Volvieron a espantarla al despuntar el Siglo xvii, destruyendo la industria a sangre y fuego, disipando las posibilidades inauditas que el comercio intérlope puso en sus mismas puertas. Jamás volvería a reaparecer en las tierras calcinadas por el fanatismo. Cualquiera diría que para ellos fue concebida aquella fábula que se lee en OUR CUBAN COLONY, donde Leland Jenks sostiene que el dinero, como el ratoncito de bodega, es la cosa más tímida del mundo: Asoma la cabeza por un agujero y, si doy un palmetazo, desaparece. Más tarde vuelve a asomar su cabecita y, si vuelvo a dar un palmetazo, esta vez desaparece para siempre jamás…49 La desaparición de ese ratoncito en Santo Domingo por segunda vez, significó la desaparición del dinero. Pero, sobre todo, la desaparición del pueblo. Al amparo de esa catástrofe, el esclavo negro se vio sumido providencialmente en una sociedad que había perdido sus criterios selectivos al volatilizarse los fundamentos materiales de la selección. Y quedaron igualados en cuerpo y alma todos los sectores expulsados, no solamente del litoral del norte, sino también del peldaño que ocupaban en la escala social. Y, como que el pueblo sólo existe en el seno de la sociedad de clases, el desplome de la estructura clasista, a raíz de las DEVASTACIONES, constituyó, aunque no para siempre, la verdadera consumación de la defunción del pueblo. 48 49 Idem., Palabras Preliminares, página I.VIII. Jenks, C. H. Our Cuban Colony: a Study in Sugar. N. Y. 1928. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 170 14/11/2013 10:08:59 a.m. La noción de período en la historia dominicana 171 Sin embargo, tampoco resulta suficiente. Es necesario que también se produzca la disolución de la polaridad contradictoria que, con el pueblo y para que sea el pueblo, plantean las esferas del poder. Consecuencia IV Donde se contempla la reducción de la soberanía imperial y del poder colonial El deterioro de las facultades coactivas del gobierno colonial en Santo Domingo, se hizo sentir mucho antes de las DEVASTACIONES y concretamente desde que la atención metropolitana se desvió hacia las nuevas perspectivas de riqueza que le ofrecían las tierras continentales, sobre todo las grandes minas que ocultaban en su regazo. Y en verdad que a la Corona le hubiera preocupado poco este deterioro, mientras no se tradujera en rendimiento político para sus adversarios imperiales. Esa fue la situación en que desembocó el auge del comercio intérlope y la prosperidad ostentosa de las poblaciones de la banda del norte de LA ESPAÑOLA. La organización administrativa de España en América, y obviamente en Santo Domingo, arrastraba una contradicción interna que, según nos explica Sevillano Colom, dividía al Gobierno en dos bloques o grupos potencialmente adversos: por un lado, los FUNCIONARIOS PROFESIONALES, como eran los Oidores, Fiscales, Secretarios y otros de las Audiencias, o los Factores, Contadores y los demás de la Real Hacienda; y por el otro, los FUNCIONARIOS POLÍTICOS como los Virreyes, los Gobernadores, Capitanes Generales, Presidentes de las Audiencias y otros que actuaban asesorados por Letrados profesionales. Los cargos políticos reflejaban con sus variaciones los vaivenes de la Política y de las influencias personales en la Corte. Los cargos profesionales daban estabilidad a la administración e imprimían NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 171 14/11/2013 10:08:59 a.m. 172 Pedro Mir un sello de continuidad a la acción jurídica y a la aplicación de las normas legales…50 Con el desarrollo del comercio intérlope se fue agudizando la contradicción entre estos dos grupos que tenían su asiento en la Real Audiencia, la Real Hacienda y el Cabildo de la Ciudad de Santo Domingo, y extendiéndose a otras esferas del poder como el Clero, con su correspondiente Cabildo Eclesiástico y las Fuerzas para la Defensa de Santo Domingo, a cuya cabeza se encontraba un Capitán General y los Alcaides y Capitanes bajo su mando. Debería incorporarse a este núcleo de poder a la «gente noble» ya que, de acuerdo con la definición que hace de ella Haro y Monterroso,51 era la gente capacitada para ocupar cargos en la Administración y constituía en cierto modo su reserva y su retaguardia. Las perspectivas de enriquecimiento personal y de prosperidad inmediata que se observaban principalmente entre los vecinos de las poblaciones del norte, fueron penetrando en las esferas gubernamentales hasta apoderarse del grupo profesional, de manera que en un momento dado era visible para todo el mundo. Y, aún entre el grupo político, sólo llegaron a quedar excluidos aquellas personalidades que por la naturaleza de su rango estaban demasiado comprometidos con la Corte, a la cual debían rendir cuentas directa y personalmente. Puede afirmarse de manera genérica que en LA ESPAÑOLA sólo se encontraban marginados, y esto sólo en los términos de la actividad directa del rescate aunque no de ciertos privilegios que resultaban de esa actividad, el Gobernador, el Capitán General y el Presidente de la Audiencia, cargos que usualmente recaían sobre la misma persona, y el Arzobispo; aunque algunos otros funcionarios, no muchos, podrían no estar comprometidos tampoco en esas actividades comerciales. Fuera de ellos y de algunos lacayos a quienes podía mover el oportunismo o el Sevillano Colom, Dr. Francisco: Noticias de la ciudad de Santo Domingo a fines del siglo xvi (1590-1599) en CLÍO, órgano de la Academia Dominicana de la Historia, Año XXVIII, Núm. 116, enero-junio, 1960. 51 «Medios propuestos por Haro y Monterroso para poblar» en Demorizi, Relaciones históricas, Vol. I: por nobles tengo ahora a los que son capaces de cargos… 50 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 172 14/11/2013 10:08:59 a.m. La noción de período en la historia dominicana 173 fanatismo burocrático como López de Castro, rescataba todo el mundo como denunciaba éste mismo en dos famosos memoriales a la Corte y hasta los jueves y los hijos de los jueces de la Audiencia…52 No pocos personajes del Gobierno y del Clero aparecen en la lista de los enjuiciados de 1594 que nos reporta Lugo en su Historia y que se vieron obligados de comparecer ante la ley algunos años antes de las DEVASTACIONES, entre ellos algunos Capitanes encargados de reprimir la actividad rescatadora en la banda del norte. Se dio el caso de esclavos del tipo doméstico que, a pesar de tratarse de una sociedad esclavista, rescataban libremente en nombre de sus amos de la clase «noble». Y a veces era cierto. Esa situación nos explica varias cosas. Entre las más importantes figura el carácter escandaloso de las denuncias que eran enviadas a la Corona y el efecto que debían producir entre los cortesanos de la metrópoli. Y también el hecho de la aparente incapacidad de las autoridades para poner freno a esas actividades. Es indudable que el aparato represivo en toda su extensión estaba penetrado por el comercio intérlope y su acción debía manifestarse en sentido contrario. Y finalmente explica también la necesidad de actuar con una incomparable severidad y determinación para destruir hasta sus más profundas raíces una actividad que permeaba de arriba a abajo a toda la población. Eso explicaría, aparte de sus atributos personales, el hecho de que el Presidente Osorio dirigiera personalmente las operaciones devastadoras y llegara a ahorcar, como denunciaron Cepero y Xuara, a no pocas de sus víctimas con sus propias manos.53 Quiere decir que las mismas llamas que devoraron las haciendas y los edificios suntuosos y elegantes que edificaron en la costa norte los vecinos despiertos, devoraron también el prestigio, la fuerza y la unidad del Gobierno colonial y servirían de punto de arranque de un proceso ...Los hijos de padres rescatadores, los jueces inferiores y superiores y hasta los ministros de las Iglesias Catedrales. Por su parte, Osorio interpelaba al Cabildo en estos términos: En esta materia todos son cabezas y rescatan y si la Ciudad tiene noticia de alguno que no lo haga, deme noticia de él para que S.M. lo tenga entendido... (Lugo, párr. 291). 53 Lugo, Historia, ob. cit. parágrafo 331. 52 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 173 14/11/2013 10:08:59 a.m. 174 Pedro Mir de liquidación que debía culminar, llegado el momento oportuno, con su desaparición absoluta, después de cubrir las etapas inevitables. 2 Un escritor francés, Lepelletier de Saint-Remy describió este proceso con una metáfora feliz: la gota de aceite lenta pero inexorable que avanzaba, avanzaba siempre, con esta fuerza que ha dado Dios a las razas conquistadoras, como a las olas del mar…54 Pero la expresiva metáfora de Saint-Remy se refería sólo a una etapa del proceso, a la gota francesa que venía de afuera y se apoderaba lentamente de aquellas zonas de la Isla que dejaba indefensas la debilidad del poder colonial. Pero más importante era la gota del aceite español, que se extendía de manera inexorable dentro de las mismas entrañas del poder colonial y que acabaría por unirse a la gota francesa en un mismo destino. Este destino se realizó en cuatro etapas: La primera etapa se materializa con el establecimiento de las guardarrayas dispuestas por Osorio en cuyo interior, que cubría una extensión equivalente a la tercera parte de la Isla, quedó concentrada toda su población, incluyendo los vecinos de las ciudades devastadas. Al quedar deshabitada toda la porción restante del territorio insular, el poder colonial no podía ejercerse de hecho sobre las cenizas y quedó por tanto reducido al derecho, en los términos de soberanía inviolable de la Corona española. Desde luego para que una soberanía sea realmente inviolable tiene que estar basada en la fuerza material, no en la fuerza jurídica, y poco valor podían tener las ocasionales incursiones de naturaleza militar que se efectuaban sobre aquellas zonas, que pronto volvían a su situación de desamparo. La soberanía, como cuestión de derecho no excluía, pues, la posesión de hecho de otros pobladores y, en esa virtud, las dos terceras 54 Lepelletier de Saint-Remy: Saint-Domingue. Etude et Solution de la question haitienne (París, 1846). NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 174 14/11/2013 10:08:59 a.m. La noción de período en la historia dominicana 175 partes de la antigua jurisdicción colonial española quedaron en estado de disponibilidad. Este hecho, que sirvió de base a los argumentos franceses para invocar antigüedad en la colonización de esa parte de la Isla, y que hace trinar de indignación a Sánchez Valverde en su famosa IDEA DEL VALOR, muestra que esta gota de aceite deriva su pureza de los más genuinos olivares españoles. Y no será la única vez que esto suceda. La segunda etapa, que se objetiva en ocasión del Tratado de Paz de Nimega en 1678, es aquella en que España comienza a reconocer el derecho en favor de los nuevos ocupantes franceses, compuestos por aventureros de toda laya que infestaban las aguas del Caribe y que habían ido ocupando lenta pero irreversiblemente las zonas abandonadas. Esta paz puso fin a un conflicto entre España y Francia y, aunque Luis XIV, el Rey Sol, obtuvo mediante ella varios ducados, ciudades y fortalezas, no consiguió que Madrid le reconociera sus pretensiones sobre la banda noroeste de LA ESPAÑOLA. Sin embargo, el Gobernador español Segura de Sandoval, ofreció al Gobernador de la parte francesa un acuerdo sobre límites, invocando el Tratado de Nimega, que éste aceptó regocijado, aunque no ignoraba que ese instrumento era inaplicable en esa situación. Fijaron como límite de las dos colonias el curso de un río y, durante unas horas a lo sumo, quedó detenido el avance de la gota de aceite. Se trata sólo de un artificio español que va a ser utilizado reiteradamente y que se pone de manifiesto de manera más notoria en ocasión del Tratado de Ryswick. España, Inglaterra, Holanda, Alemania y otros que habían formado la Liga de Augsburgo, firmaron con Francia este tratado de paz en la ciudad holandesa del mismo nombre en 1697. Como en ocasión del tratado de Nimega, no fue posible arrancarle a España compromiso alguno con respecto a la parte que ocupaba Francia en la isla de Santo Domingo. No importa. Sin que se sepa cómo, los Gobernadores de la Isla interpretaron el artículo noveno del Tratado de Ryswick, en el sentido de que España cedía a Francia la porción occidental de la Isla, NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 175 14/11/2013 10:08:59 a.m. Pedro Mir 176 como si se tratase de un nuevo acuerdo, a pesar de que el tal artículo noveno no hacía más que reproducir textualmente el artículo séptimo del de Nimega, sin mencionar a Santo Domingo. Lepelletier de Saint-Remy dice que él y sus colegas leyeron el Tratado de Ryswick y todos sus anexos, letra por letra, y no encontraron en él ni una sola palabra que se refiriera a la cesión de la parte francesa de la Isla de Santo Domingo. Añaden que consultaron las obras de los intérpretes y juristas y tampoco encontraron allí referencia alguna. El artículo noveno del Tratado de Ryswick dice así: El dicho señor Rey Muy Cristiano hará restituir también a su Majestad Católica, todas las ciudades, plazas, fuertes, castillos y postas que sus ejércitos hayan o podrían haber ocupado hasta el día de la paz, y aún después de ella, en cualquier lugar del mundo en que se encuentren situados, como del mismo modo su dicha Majestad Católica hará restituir a su Majestad Muy Cristiana todas las plazas, fuertes, castillos y postas que sus armas pudieran haber ocupado durante esta guerra y hasta el día de la publicación de la paz, y en cualquier lugar en que se encuentren situados.55 Basándose en que este artículo no mencionaba de manera expresa a Santo Domingo, el Gobernador español lo enarboló como instrumento jurídico para reconocer oficialmente en la Colonia las posesiones francesas. Es curioso. Son los propios españoles los que se obstinan en legalizar una posesión que los franceses tenían por usurpada e ilegítima. Presumían, muy quijotescamente, que paladeando el dulce nombre del derecho, los franceses se entretendrían y la ola colonizadora se reduciría a términos más razonables. En unas instrucciones dadas al Gobernador Manzaneda tres años después –20 de noviembre de 1700– se comprueba que aquella estratagema no era de iniciativa del Gobernador colonial. La Corona misma recomienda al Gobernador que continúe con esos procedimientos. 55 Lepelletier de Saint- Remy. Ob. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 176 14/11/2013 10:08:59 a.m. La noción de período en la historia dominicana 177 …de modo que, con el arte a que obliga la necesidad, procuréis que en ningún modo trasciendan ni propasen los límites de sus poblaciones y que se ciñan a lo que ya poseen, estando advertido de que todo lo que obréis en esta materia ha de ser ocultando que tenéis para ello (autorización) ni para otra cosa que pueda mirar a consentir que gocen como propio lo que sólo tienen como usurpado, pues jamás se les ha confesado jurisdicción legítima en ningunas capitulaciones de paces…56 Saint-Remy dice que si la corte de Madrid decía a veces SÍ, jamás lo escribía… De modo que, hasta aquí, España acepta la pérdida de sus territorios pero conserva, a base de astucia y leguleyismo, su soberanía sobre esos territorios colocando al menos a Francia como usurpadora. La tercera etapa es, por fin, la renuncia a la soberanía sobre el territorio abandonado y la consumación jurídica del significado de las guardarrayas del señor Osorio. Este desenlace patético es consagrado por el Tratado de Aranjuez el 3 de junio de 1777. España se siente regocijada de haber salvado las dos terceras partes del territorio aunque ello realmente significa que, como consecuencia de las Devastaciones, su poder había sido reducido en una tercera parte. La cuarta etapa es el desenlace final, real y completo, la coronación definitiva de la obra de 1605. España cede, y además voluntariamente y casi contra la voluntad de Francia, la posesión legítima y completa, no sólo de las partes usurpadas, sino la Isla entera. ¿Es posible? Kerverseau, un funcionario francés en Santo Domingo, decía en un informe a su Gobierno que Santo Domingo: Era la primera conquista de España en el Nuevo Mundo; las cenizas de Colón reposaban en ella. Fernando se había comprometido formalmente por él y sus sucesores a no separarla de la Corona de Sánchez Valverde: Idea del valor, ob. cit. Nota de Fr. Cipriano de Utrera, número (164), página 129. 56 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 177 14/11/2013 10:08:59 a.m. Pedro Mir 178 Castilla. El amor propio nacional le atribuía un elevado precio a su conservación y la hacía mirarla como la piedra fundamental del inmenso edificio del poder español en América…57 Se sabe por qué fue posible. En las partes antiguamente abandonadas, los franceses habían introducido una inmensa cantidad de esclavos a quienes sometieron a una explotación bestial. Y un día estalló una revolución en la metrópoli que arrastró a su propia colonia, convirtiendo la Isla en un clavo ardiendo que ninguna mano cortesana se sentía dispuesta a sostener. El Ministro Godoy confesaba en sus memorias que era un cáncer agarrado a las entrañas de cualquiera que fuese su dueño.58 Y se la regaló a Francia más como una venganza que como una joya. Y de esa manera el poder español en Santo Domingo fue recorriendo paso a paso el destino bruscamente trazado por la destrucción de la propiedad privada y la liquidación del pueblo en esa Colonia: Primero: reducción de su jurisdicción territorial por medio de las guardarrayas; Segundo: pérdida de hecho de su soberanía sobre parte del territorio; Tercero: pérdida de derecho de su soberanía sobre esa parte; y Cuarto: pérdida total de la soberanía sobre toda la Isla. 3 En el fondo, la verdadera gota de aceite de la metáfora de SaintRemy es española. No francesa. Y se evidencia en dos hechos históricos inconfundibles. Uno es la apatía manifiesta del poder real, que afecta a las esferas gubernamentales en Santo Domingo. Uno se asombra de Al Ministerio de Marina y de las Colonias de Francia, se encuentra completo en francés en la Historia de Santo Domingo de Gustavo Adolfo Mejía. 58 Memorias del Príncipe de la Paz, París, 1836, página 225 en adelante. Demorizi extracta los párrafos más importantes en La era de Francia, ob. cit., página 12 (nota). 57 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 178 14/11/2013 10:08:59 a.m. La noción de período en la historia dominicana 179 contemplar cuando recorre las fuentes documentales de este período, el banco de nubes que se cierne sobre el siglo xvii como si no existiera Santo Domingo para la Historia. Puede consultarse el Apéndice de la obra del profesor Malagón Barceló acerca del Código Carolino, antes citada, para comprobar que no hay allí una sola disposición de la Corona específicamente referida a la esclavitud en Santo Domingo. Y más adelante en el curso del presente trabajo, se encontrarán situaciones más dramáticas que ilustran ese desdén. Y es claro, la vida colonial seguía un curso completamente espontáneo. La población se encontraba disgregada en las soledades del campo, desvinculados unos de otros y sumidos en una vida estrictamente familiar. La vida pública no existía. Ni había incentivo alguno por parte del Gobierno, en ausencia de todo objetivo económico por parte de la Corona. Al fin, toda la vida colonial y no solamente en sus manifestaciones populares sino también gubernamentales, adoptó una fisonomía fantasmal que se extendió a todo lo largo de su historia. El otro hecho es más importante. Al liquidar al pueblo, el poder público perdió su más sólido fundamento. Y precisamente ilustra este hecho, la incapacidad en que se vio sumergida la autoridad colonial para impedir que los aventureros que merodeaban el Caribe se apoderaran de las zonas que habían sido escenario de las DEVASTACIONES. Si en ellas hubiera permanecido la población, enfrascada como lo estaba en el proceso de consolidación de la propiedad privada, que actuaba como un factor de fijación popular y humana, ni Francia ni ninguna otra potencia mundial hubiera podido cercenar la base territorial de la jurisdicción española. Al cesar la pulsación popular, cesó automáticamente la pulsación gubernamental en esos territorios. El sucesor del Gobernador Sandoval, Diego de Acuña, informaba a la Corona en cierta ocasión, que faltaban cien hombres para reforzar la guarnición pero que la gente de la tierra es tan poco aficionada NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 179 14/11/2013 10:08:59 a.m. Pedro Mir 180 a la guerra que no hemos de hacer mucho caudal della como poco diestra y no inclinada a la milicia…59 Y allí se ve que la liquidación popular y la liquidación de las facultades del poder, que se nutría de las masas populares, siguieron una línea histórica extremadamente ceñida. O dicho de otro modo, el inmenso alarde de poderío que desplegó el Gobierno colonial en manos de Osorio, quedó firmemente establecido tanto para los rescatadores de la Isla como para sus huéspedes herejes de ultramar. Pero fue un suicidio… Consecuencia de las consecuencias Donde se descubren las creaciones originales de las destrucciones originales I La «Sociedad Hatera» La consecuencia mayor de esta constelación de consecuencias fue el advenimiento de una sociedad nueva, la sociedad hatera, desconocida hasta entonces dentro de los lineamientos del programa colonizador del Nuevo Mundo. Siendo así, deberíamos arribar rápidamente a la conclusión de que las DEVASTACIONES constituyeron una acción revolucionaria, puesto que habrían tenido como su consecuencia mayor el advenimiento de una nueva sociedad, en tanto sea éste el rasgo esencial de toda revolución. Pero las destrucciones de 1605 y 1606 –y esa es su gran significación histórica– fueron de tal magnitud que, a un tiempo mismo, destruyeron lo viejo que moría y lo nuevo que despertaba. Destruyeron simultáneamente la sociedad capitalista que pugnaba por establecerse y la sociedad feudal establecida. Ahogaron bajo la misma sábana, en el momento mismo del parto, a la madre y a la criatura… Moya Pons, Frank: Historia colonial de Santo Domingo, Santiago, 1974, página 140. 59 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 180 14/11/2013 10:09:00 a.m. La noción de período en la historia dominicana 181 Y el resultado de aquella acción fue una sociedad que no era ninguna de las dos, sino una diferente, efectivamente nueva porque no se encontraba comprendida en ninguno de los modelos implantados por la civilización europea en esta parte del mundo. Sin embargo, esta sociedad nueva se constituía dentro de los lineamientos del modelo social más antiguo de todos los que habían aparecido en el recorrido histórico de la Humanidad: aquel que se caracteriza por la propiedad común de los bienes y la distribución homogénea de los productos entre los miembros de la sociedad, que es la que se conoce como el régimen de la comunidad primitiva. O sea, la nueva sociedad era más vieja que la vieja. Resultaba así, no una REVOLUCIÓN, sino una INVOLUCIÓN, un retroceso a formas más arcaicas que las que se encontraban en vigencia, o como las describe Hoetinck, una regresión a formas más difusas y confusas de propiedad de terrenos, a técnicas agrarias relativamente más primitivas y, por tanto, a una menor importancia de la posesión de tierra como criterio de estratificación social.60 Estas formas más difusas y confusas de propiedad de terrenos, como las califica significativamente Hoetinck, representan una regresión al sistema puro de la propiedad comunitaria de las tierras, tras la desaparición del sistema de la propiedad privada, al que debía sus rasgos la producción agraria, como dice el propio Hoetinck, en la más floreciente época del período colonial, aludiendo con toda certidumbre al Siglo xvi, en que una estructura pseudo feudal estable fue, si no alcanzada, por lo menos perseguida con bastante éxito… De acuerdo con esos rasgos, la regresión vendría a cubrir, pues, un descenso de dos grados o peldaños en la escala del desarrollo histórico social, desde una estructura feudal, semifeudal o pseudofeudal, descendiendo aún más allá del régimen esclavista, hasta reposar en el último peldaño del desarrollo histórico de la sociedad, la comunidad primitiva. Hoetinck, H.: El pueblo dominicano: 1850-1900. Apuntes para su sociología histórica. Santiago de los Caballeros, 1972, página 21. Relación sumaria del estado presente de la Isla Española, en Demorizi, Relaciones históricas, Vol. I, página 211. 60 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 181 14/11/2013 10:09:00 a.m. 182 Pedro Mir Incuestionablemente, un cambio tan significativo, no sólo en la posesión sino en la naturaleza misma de la propiedad de las tierras, tenía que producir igualmente un cambio, no sólo en el criterio de estratificación social, sino en la sociedad misma. Y el hecho es que las DEVASTACIONES sobrepasaron los límites del cambio, al destruir completamente los fundamentos de la propiedad privada, con lo cual la sociedad establecida no debía tan sólo sufrir modificaciones en sus criterios, sino que debería quedar condenada a desaparecer, barriendo todas las estratificaciones y dando paso a una sociedad distinta, y basada en formas más difusas y confusas de la propiedad. A la vista de estas consideraciones, no nos queda la menor duda de que las DEVASTACIONES son la contrarrevolución perfecta, por cuanto no se limita a conservar lo viejo sino que va más allá, alcanzando un resultado totalmente opuesto al que persigue la revolución, obviamente restringida a un paso de avance, mientras que las DEVASTACIONES han conseguido dos pasos de retroceso: uno conservador orientado al mantenimiento de la sociedad establecida, que logra de manera concluyente, y uno más, que es el paso genuinamente contrarrevolucionario, que alcanza una sociedad más atrasada aún que la vigente… 2 Estas apreciaciones especulativas se concuerdan con los hechos. Jerónimo de Alcocer, Cepero y Xuara y otras fuentes posteriores como Carbajal y Rivero dentro del mismo Siglo xvii, más los historiadores clásicos, Sánchez Valverde y Delmonte y Tejada que vivieron las últimas décadas del Siglo xviii y otros, describen a veces de manera minuciosa ambas situaciones. Referencias concretas a sus textos se encuentran reiteradamente en el curso del presente trabajo. Y particularmente esclarecedora es una estancia de la famosa RELACIÓN DE ALCOCER, donde aparece como un hecho absoluto la desaparición de la sociedad establecida y, al mismo tiempo, el signo sustancial, anunciador, de la sociedad que habrá de sucederla. Hela aquí: NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 182 14/11/2013 10:09:00 a.m. La noción de período en la historia dominicana 183 … Pero lo que acabó de todo punto esta isla fue la despoblación que hizo Osorio… Con esto han muerto todos los más pobres y desventurados y los que quedan lo están tanto que causa lástima a los que los conocieron y antes de mucho no habrá memoria de ellos ni de las ciudades que pobló. Con esto también se ha acabado la riqueza, trato y lustre, no sólo de esta ciudad de Santo Domingo, sino de toda la isla… Ya todo esto se acabó. Y solo quedaron en aquellas partes unas posesiones de tierra que llaman «monterías» a donde van a hacer cueros de vacas con licencia del Gobernador…61 Dejemos de lado cuanto este simple testimonio ilustra respecto a los ingenios, hatos y estancias comprendidos en la guardarraya tirada por Osorio y consignados en su Censo. Es evidente que pertenecían al reino de la fantasía. Y que los mismos pobladores, como los habitantes de la ínsula Barataria, compartían esta disposición fantástica: antes de mucho no habrá memoria de ellos… decía Alcocer. Más aconsejable resulta dirigir, con Alcocer, una mirada realista a 3 Unas posesiones que llaman «monterías» Porque en esa misma estancia de la RELACIÓN DE ALCOCER se presenta el futuro, hacia donde se dirigían los pobladores a hacer fueros de vacas y a dar origen a una sociedad hasta entonces desconocida en el vademécum colonizador: la sociedad hatera. Pero nosotros no vamos a descansar en su relato sino en un historiador para quien esta realidad es más próxima, hatero él mismo y descendiente directo de los hateros originales, Antonio Delmonte y 61 Alcocer, Jerónimo de, Relación sumaria del estado presente de la isla Español, en Demorizi, Relaciones histórica, Vol., página 211. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 183 14/11/2013 10:09:00 a.m. Pedro Mir 184 Tejada, en cuya descripción, ya clásica, se menciona entre los hatos fundadores el de Gurabo de los Delmonte y el de Mao de los Tejada. La descripción de este historiador se sitúa justamente en el momento de despegue en que los supervivientes de las ciudades destruidas las cuales sólo unas horas antes ofrecían un movimiento extraordinario debido a que sus puertos se veían concurridos de naves holandesas y portuguesas y las ciudades del litoral se engrandecían ostentando riquezas y abundancias ya que en ellas; los antiguos hidalgos habían levantado edificios suntuosos y elegantes,62 ahora se ven obligados a internarse en las zonas comprendidas por las guardarrayas en el más inclemente de los desamparos. En esa situación, cuenta Delmonte, fue consecuente que sus miras y ocupaciones se dirigieran a otros objetos que pudieran conciliarse con la condición a que se les había reducido… Pero váyase a ver cuáles son esos objetos que, no se sabe si por candor o por ironía, Delmonte describe como: La extensión ilimitada de las sabanas comprendidas en las vegas y valles e intermedios de las montañas, la abundancia y fertilidad de los pastos, la muchedumbre de los ríos y abrevaderos y la copia de frutos y ramajes indígenas… Esa copia, o acopio desesperado de frutos y ramajes indica que en la primera etapa de estupor, la población quedó reducida al grado más elemental de supervivencia humana: la recolección primitiva. Y Delmonte es claro y preciso: Los españoles que poblaban la otra banda y los demás del territorio, se concretaron al propio sistema con lo cual no puede haber duda de que estamos en presencia de una situación social e histórica. A esa riqueza natural, Delmonte añade otra que, sin alterar la esencia de esta actividad económica, va a constituir el eje permanente de la nueva sociedad y a la que el autor dedica sus entusiasmos de 62 Delmonte y Tejada, Antonio, Historia de Santo Domingo, tercera edición, Santo Domingo. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 184 14/11/2013 10:09:00 a.m. La noción de período en la historia dominicana 185 antiguo ganadero: las reses abandonadas por los propietarios que emigraron en masa. Estas reses se hicieron montaraces propagándose en los llanos y montañas de la Isla en toda la lozanía de la raza primitiva… Con esa riqueza providencial, los pobladores no pudieron optar por otro camino que el cultivo de la tierra y la crianza de ganados, lo cual no es nada grave aún entre gente que ha conocido la opulencia comercial y naviera, si no es porque, como subraya Delmonte, esa industria estaba limitada a sus propias necesidades. Eso significa que desapareció el mercado interno y que, por consiguiente, toda la industria del hombre se consagró a la satisfacción de las necesidades propias y las de su familia sin que el producto saliera del núcleo familiar. Delmonte describe minuciosamente las actividades comunitarias aplicadas al consumo estrictamente familiar y afirma que en estas faenas campestres se ocuparon en adelante los españoles que no estaban obligados por sus empleos a residir en las ciudades, o lo que es lo mismo, todo el mundo, porque aquellos que disfrutaban de empleos constituían una exigua minoría. La naturaleza comunitaria de la actividad de la población, se desprende de la comunidad de las fuentes productivas de donde derivaban su sustento: El ganado manso vagaba libremente por las sabanas, montes y abrevaderos que le acomodaban, porque LOS PASTOS ERAN COMUNES, y regularmente se dividían en puntos que se establecían en distintos parajes con un toro padre, que no permitía la mezcla de su vacada y sostenía su puesto hasta la muerte… En cuanto al ganado montaraz, se impuso una costumbre suprema: el ganado es de quien lo montea,63 de donde la montería se constituyó en el rasgo característico de aquella sociedad primordial. …El que llaman de montear, al qual deben darse con más o menos freqüercia, según pide la subsistencia de la familia que mantienen.64 Nuestro narrador agrega que el ganado cabrío completaba el haber del hato: su tasajo y la leche eran los elementos principales de subsistencia Sánchez Valverde, Idea del valor, ob. cit., página 9. Idem., página 195. 63 64 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 185 14/11/2013 10:09:00 a.m. 186 Pedro Mir para el mayoral, su familia y dependientes, a quienes ayudaba también un pequeño conuco, donde cultivaba plátanos, yucas y boniatos. E insiste una y otra vez en que a estas ocupaciones se dedicaban los españoles personalmente o por medio de sus mayorales en toda la extensión de la Isla… Y de esa manera, queda configurada esta práctica comunitaria como un rasgo definidor de toda la sociedad, basado en los siguientes elementos: Uno, la naturaleza común del usufructo de las tierras, los pastos eran comunes, dice Delmonte. Pero la tierra también, y su propiedad, puesto que llegó a perderse la memoria de los propietarios… Y andando el tiempo, el usufructo llegará a ser absorbido por la propiedad privada y la economía monetaria, y quedará la naturaleza común de la propiedad de la tierra como un carácter dominante del sistema social de la propiedad; dos, el ganado era común, que es lo que se entiende por montería, y esto lo mismo vale para el vacuno que para el cabrío, el caballar y el de cerda; tres, la actividad productiva era común. Luego que se anunciaba la primavera y comenzaban las aguas de mayo, se congregaban los vecinos y en días determinados exploraban los montes y sabanas con perros y garrochas, reuniendo las puntas de ganado…;65 cuatro, la economía se contraía al núcleo familiar por agotamiento del mercado interno, determinando una producción de autoconsumo, típica del régimen social de la comunidad primitiva; cinco, y no por último menos, sino más importante, la forma universal en que toda la población, en toda la extensión de la Isla, según certifica Delmonte, practicaba el mismo sistema. Esto significa, pura y simplemente, que las fundaciones agrarias del Siglo xvi denominadas «hatos» y las del Siglo xvii que reciben el mismo nombre, son diferentes. Y que las primeras han desaparecido cuando, tras las DEVASTACIONES, hacen aparición las segundas. Y se explica. 65 Delmonte y Tejada. Ob. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 186 14/11/2013 10:09:00 a.m. La noción de período en la historia dominicana 187 La diferencia entre el uno y el otro es precisamente la misma que existe entre la propiedad privada y su contraparte la propiedad comunitaria. El «hato» del Siglo xvi es un producto muy avanzado de la descomposición del régimen comunal, por la absorción, cada vez más profunda, de los rasgos que tipifican el régimen de la propiedad privada, importados desde su mismo origen de la metrópoli y acentuados por el comercio intérlope. Esta es la tónica, no solamente de esta forma de producción agraria, sino de todo el proceso histórico que cubre la segunda mitad de ese siglo y que ha alcanzado ya en 1605 un grado de desarrollo tan característico, que debía ser sumamente alarmante para una Corona tan hostil, y al mismo tiempo tan sensible a sus manifestaciones, como lo era la Corona española. La aparición en las poblaciones de la banda del norte de LA ESPAÑOLA de un proceso económico nuevo no puede entenderse como un proceso local. Sino focal. Es como esa manchita escarlata que aparece en una mejilla y que manifiesta localmente la invasión en todo el sistema del virus de la escarlatina. Absolutamente toda la formación económica de la Isla quedó impregnada de la corriente histórica representada por las naves extranjeras, que constituyó el foco invasor, desarrollado por las naves criollas, y que acabó por sumirla en una situación de cambio que solamente podría ser contrarrestada con una violencia cósmica. 4 Y, así como el proceso permeaba a toda la sociedad, la violencia debió penetrar en los más profundos intersticios de ella, haciendo desaparecer a los propios seres que la sustentaban. Tal como lo anunció Alcocer: antes de mucho no habrá memoria de ellos… Y antes de mucho lo certificó Sánchez Valverde: «Las posesiones de las tierras quedaron tan desiertas que llegó a perderse la memoria de sus propietarios…»66 66 Sánchez Valverde, Idea del valor, ob. cit., página 112. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 187 14/11/2013 10:09:00 a.m. Pedro Mir 188 Y explica: Los mismos trasmigrantes convidaban y provocaban a otros, de suerte que apenas se quedaban en La Española los que por su mucha miseria se hallaban imposibilitados de huirla… De las más distinguidas familias que se habían establecido y arraigado, apenas quedaron rastros…67 Porque por distinguidas familias no podemos entender otra cosa que familias propietarias, la clase propietaria como las llamaría más tarde el Gobernador Joaquín García. Y el único rastro que dejan las familias distinguidas es el perfume de la propiedad privada debido a la propiedad privada del perfume. Es a Delmonte a quien debemos también la relación detallada de las familias que, de manera insoslayable, echaron sobre sus hombros la organización de una sociedad que empezó a llamarse SANTO DOMINGO en la medida en que se disipa el recuerdo de aquella realidad distinta que recibió en su tiempo el nombre mucho más poético de LA ESPAÑOLA. Delmonte se consagra a proporcionarnos los nombres de esos pobladores fantasmales, dejando entrever sin proponérselo que no debían ser muchos cuando podían ser registrados por la memoria. Y los divide en dos grupos, los que forzosamente permanecieron a raíz de la catástrofe y las familias nuevas formadas posteriormente por personas que venían a La Española… Dice: Estas familias que tengo presentes y otras que puedo haber olvidado, comprendidas en la nomenclatura que precede, se dedicaron desde aquellos días a la crianza de ganados, que absorbían enteramente su atención…» considerando seguidamente que los bienes de la naturaleza «eran circunstancias favorables para determinar la industria principal de los dominicanos y éstos parecieron prever oportunamente que vendría un tiempo en que 67 Idem., página 111. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 188 14/11/2013 10:09:00 a.m. La noción de período en la historia dominicana 189 ella sería el único manantial de su prosperidad y bienestar… Y concluye diciéndonos que: Formaron haciendas o hatos que aún existen hoy… ¡Y esa es la gran consecuencia de las consecuencias y el comienzo y el eje principal de la historia de nuestro país! 5 Debieron pasar muchas décadas sin que se alteraran las bases económicas de la sociedad para que este sistema echara tan profundas raíces históricas. Es claro que, pasados los primeros treinta años, las autoridades gubernamentales dirigieran toda su atención a las frecuentes incursiones que se producían sobre las costas abandonadas a raíz de la despoblación. En el ínterin fructificaron las naranjas de china, que tenían una deliciosa atracción para los marinos y, el ganado de los antiguos ingenios y hacendados, creció a toda leche por los pastizales libérrimos. Más de un siglo después, en 1739, la Colonia española presentaba el mismo cuadro letárgico que había inspirado al historiador García la metáfora del sueño: El estado de la parte española de la isla en 1738, a la entrada del brigadier Zorrilla en el gobierno, no podía ser ni más triste ni más desconsolador. Todo presentaba en ella un aspecto ruinoso, y sólo contaba con una población escasa, reducida por algunos historiadores a sólo 6 mil almas, diseminadas en los vestigios (de unos diez pueblos) todos en decadencia y condenados a desaparecer, pues más de la mitad de sus edificios estaban completamente arruinados, y de los que quedaban en pie, la mayor parte estaban cerrados por falta de habitantes; situación que se hacía extensiva a los campos, en los que había por doquiera casas y terrenos sin dueños conocidos, de que se aprovechaban los primeros que tomaban posesión, porque o bien habían transmigrado los propietarios primitivos a otro lugar o se habían quedado esos bienes sin sucesores… NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 189 14/11/2013 10:09:00 a.m. Pedro Mir 190 La agricultura estaba reducida a la siembra de los frutos menores para el consumo; no había industria propiamente dicha; y el comercio había decaído en proporción, no haciéndose en grande escala sino el de contrabando, y eso en provecho de los empleados peninsulares…68 De nuevo el contrabando venía como salida providencial a resolver los problemas económicos esenciales de esta infortunada colonia española. Para esos momentos, la colonia vecina se convertía en la joya del imperio colonial francés, los mismos herejes de los tiempos de Osorio. Y por una burla de la Historia, los vecinos de esta parte resolvían los errores de la política metropolitana, realizando un intercambio con extranjeros que decididamente transformaba la naturaleza del régimen económico. Sólo que ahora el intercambio con extranjeros se llevaba a cabo con el extranjero de la colonia vecina sin vínculo alguno con el mercado mundial. De ese modo, esta parte de la Isla vino a convertirse en una sub-colonia de los franceses, cuyo papel era suministrar aquellos productos que un territorio saturado de haciendas, dirigidas a saciar las demandas del mercado mundial, no podían producir. Y con ese elemento, el «hato» del Siglo xvii se cargará de elementos amonedables y modificará sus contornos aunque no su contenido original. Durante el Siglo xviii siguiente, adoptará su semblante definitivo con el cual hará entrada en la Historia dominicana o hará que la Historia dominicana entre en él, cosa que no es siempre fácil de dilucidar. Y así vamos a verlo. 68 García, Compendio. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 190 14/11/2013 10:09:00 a.m. La noción de período en la historia dominicana 191 Consecuencia de las consecuencias Donde se descubren las creaciones originales de las destrucciones originales II La «Sociedad Comunera» Pequeña introducción Ningún país de la América Latina, y probablemente ninguna nación joven del mundo moderno, las africanas por ejemplo, ha conocido la experiencia de la República Dominicana en su origen histórico. Ni siquiera Haití, que comparte su territorio y brotó del mismo espasmo de la Historia. La organización social de todos estos países, sin excepción arrancó de la experiencia colonizadora, llevada a cabo por una nación europea. Haití misma conserva hasta estos días, inclusive el patrón racial del cual se servía el colonizador para descoyuntar la unidad popular que podía poner en peligro su dominación. Y lo mismo que sucedió allí y en otros lugares respecto del negro, ha sucedido en otras naciones indoamericanas respecto del indio. Ninguna de estas naciones, para suerte suya, originó espontáneamente una forma propia de desarrollo histórico desde la misma arrancada. Y, aunque posteriormente definieron, muchas de ellas en época temprana, la misma Haití por ejemplo, sus rasgos nacionales intrínsecos, siguieron siendo verdaderamente hijas de la Madre Patria, porque a ella deben su nacimiento y el aroma de la cuna. Santo Domingo, no. Esta colonia fue la única en todo el Continente que tuvo que emprender por sí sola el camino de su propia colonización. Y, en consecuencia, dar origen espontáneamente a las formas de organización social y fundamentación económica sobre las cuales edificar su vida histórica. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 191 14/11/2013 10:09:01 a.m. 192 Pedro Mir No debe, pues, sorprender que, al escarbar en sus más recónditos orígenes, se descubra una institución histórica completamente original en sus formas, inaudita en sus antecedentes y totalmente desligada del programa colonizador de los europeos en esta parte del mundo. Esta institución, que se conoce como los terrenos comuneros debido a que constituye una forma de propiedad privada incrustada en la propiedad comunitaria de las tierras, o a la inversa, representa un caso único en el sistema de propiedad territorial en todo el Continente, si se tiene en cuenta que se manifiesta como el fundamento de toda la sociedad y no de una parte de ella. Otros casos ha habido de fundación original del sistema de propiedad de las tierras de un grupo, de una zona, de una colectividad racial o religiosa, que convive con el ordenamiento nacional establecido por el Estado. Tal sería el caso de los cimarrones de Haití y Cuba, de los ayllus que menciona Mariátegui en Perú, de los mormones y de los mismos pieles rojas en Estados Unidos y muchos casos conocidos. Pero la originalidad de los terrenos comuneros de Santo Domingo consiste en que toda la sociedad se organiza en estos términos y se convierte así en la base histórica absoluta, la que ha de constituir la vertebración histórica fundamental de toda la historia del país. Este caso es único en el Nuevo Mundo. Y la razón es que las DEVASTACIONES de 1605 y 1606, de donde esta institución insólita se desprende, es también un caso único en el Nuevo Mundo. El Profesor Ots Capdequi, una autoridad reconocida en esta materia, declaraba en un cursillo que dictó en 1944, recogido en volumen con el título de EL RÉGIMEN DE LA TIERRA EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA DURANTE EL PERÍODO COLONIAL, que algunas conversaciones universitarias le habían hecho ver la importancia peculiar que para el estudio de los orígenes históricos de los bienes comuneros puede tener en Santo Domingo este texto legal: que los pastos, montes, aguas y términos sean comunes…69 Ots Capdequi, José M. El régimen de la tierra en la América española; Santo Domingo, 1946, página 95. 69 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 192 14/11/2013 10:09:01 a.m. La noción de período en la historia dominicana 193 Y a continuación afirmaba que: Todo el conjunto de estos preceptos sitúa el problema para Santo Domingo en condiciones diferentes de aquellas en las cuales se sitúa este mismo problema para otros territorios de América. Esta opinión es importante porque Ots Capdequi era un profundo conocedor de la situación de las tierras en la época colonial española en todo el continente y, encontrándose en Santo Domingo en esos momentos, estaba en las mejores condiciones para detectar las tipicidades de este fenómeno histórico y la profundidad de sus implicaciones, por su conocimiento de la situación actual e histórica en toda la América, así como el acceso a fuentes organizadas en torno a este problema. Pero no se percató de un hecho fundamental. Es verdad que se disculpaba de una manera muy honrosa: Me habréis de perdonar si por el momento yo no insisto sobre el particular, porque mi conciencia profesional me impide abandonarme demasiado por un terreno que no puedo pisar todavía con la suficiente firmeza. Ese hecho fundamental es que el sistema de los terrenos comuneros, o bienes comuneros como él prefiere llamarles, no fue una institución que apareció en Santo Domingo por obra de la legislación española ni de ninguna otra legislación sino que fue el resultado de un proceso que brotó de las DEVASTACIONES del Siglo xvii, como un producto espontáneo de la población, en el marco de la total indiferencia de la legislación metropolitana, que es otro hecho a tomar en cuenta, respecto de su colonia inaugural. Por eso, al abordar su cursillo, el Profesor Ots Capdequi trató de orientarse en los antecedentes legislativos de la Madre Patria, apelando a la RECOPILACIÓN DE LAS LEYES DE INDIAS de 1680, donde aparecen las disposiciones dictadas para Santo Domingo durante el Siglo xvi. Por tanto, esas disposiciones no reflejaban la situación real del Siglo xvii que, por otra parte, se producía al margen de la ley y exclusivamente insertada en la costumbre. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 193 14/11/2013 10:09:01 a.m. Pedro Mir 194 Sin embargo, Ots Capdequi admitió la necesidad de estudiar el problema desde otras perspectivas: Yo creo que para poder penetrar en el verdadero alcance jurídico y en las consecuencias de esta disposición es necesario realizar investigaciones de historia económica y de geografía económica, porque seguramente circunstancias de este tipo que aquí se dieron y en otras partes faltaron, o por lo menos no se dieron tan acusadamente, pueden darnos la clave de esa modalidad típica de Santo Domingo en orden a los bienes llamados ‘comuneros’.70 La clave de esa modalidad típica de Santo Domingo es también una clave típica de Santo Domingo. De otro modo, siguiendo por ejemplo los cauces de la legislación española en América, los terrenos comuneros dejarían de ser eso que el propio profesor español intuye: una institución única en el Nuevo Mundo y peculiar del proceso histórico de Santo Domingo. Nosotros vamos a continuar la búsqueda de las modalidades de ese proceso en su desarrollo histórico, inmediatamente. De la «Sociedad Hatera» «Sociedad Comunera» a la Esta criatura de la catástrofe que es el hato del Siglo xvii, conservó sus más puras esencias comunitarias durante todo el siglo que le vio nacer, pero en el curso del siglo siguiente recibiría la acción continua de la propiedad privada, a través de múltiples intercambios comerciales con una colonia vecina, y sufriría un trastorno en su configuración ancestral, dando origen a una institución nueva: los terrenos comuneros. Las primeras incursiones extranjeras sobre el territorio, en las zonas devastadas y despobladas del litoral, comienzan por los años de 1632, pero es entre 1655 y 1690 cuando se implantan en la parte Idem., loc. cit. 70 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 194 14/11/2013 10:09:01 a.m. La noción de período en la historia dominicana 195 occidental de esta Isla los establecimientos franceses firmes que van a convertirla en un emporio de fabulosas riquezas de aquel lado. Estas fechas las establece Delmonte en base a un libro de un viajero inglés, el capitán Roberto Boile, quien afirma que en la época de su visita a Santo Domingo «van formando los franceses algunas plantaciones en la Isla en terrenos que se han ido apropiando poco a poco…»71 Ya en el Siglo xviii esas plantaciones se convierten en un modelo soberbio de explotación del esclavo africano en función de la voracidad del mercado mundial. Y de nuevo va a operar en la parte española, el trasiego de esencias privadas que insufla a la propiedad el intercambio con extranjeros, hecha la salvedad de que ahora el extranjero es relativo, porque sólo será el que mora en la porción occidental de la misma Isla, completamente a espaldas del que viene del océano como en 1605. Pero éste será suficiente para hacer sentir su influencia en la precaria economía heredada de las DEVASTACIONES en esta otra parte de la Isla. Basta recordar que el volumen monetario que llegaba a esta Colonia española por medio del situado de México, de manera irregular, ascendía a 274 mil pesos supuestamente anuales. Mientras que el producto de los intercambios con la colonia francesa redondeaba los tres millones de pesos. Esta suma, realmente considerable para la época y para el determinado país, debía hacer que la comunidad de las tierras, que frenaba cuando no imposibilitaba el desarrollo económico, se viera amenazada en sus más sólidos puntales. Como consecuencia de ese fenómeno, los más activos agentes del intercambio, comenzaron a imponer algunas normas, aunque por vía consuetudinaria, naturalmente, que les permitiera reservarse alguna forma de propiedad privada en el marco de la comunidad territorial ya secularmente establecida. Es así como aparecen las célebres acciones o derechos de tierra, llamadas también pesos de acciones, acciones de pesos o simplemente pesos o acciones de tierra, que reservaban un derecho de uso o usufructo de 71 Delmonte y Tejada, Antonio, Historia de Santo Domingo, tercera edición. Santo Domingo, 1952. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 195 14/11/2013 10:09:01 a.m. Pedro Mir 196 ciertas cantidades de terrenos para el ejercicio privado de la montería del corte de árboles maderables o de la agricultura, sin afectar la naturaleza común de la propiedad de esas tierras. En ese momento, pues, aparece un elemento monetario como base de los intercambios comerciales, que impregna al hato original del Siglo xvii de elementos característicos de la propiedad privada. Y naturalmente cambia su naturaleza y da origen al hato del Siglo xviii que, más tarde o más temprano, se conocerá en nuestro país con el nombre de TERRENOS COMUNEROS y que alcánzala hasta nuestros días.72 Es el propio Delmonte quien nos presenta el hato en función de este elemento monetario, aunque la descripción que le debemos sólo destaca los aspectos comunales del sistema. Antes de presentarlo, Delmonte pide disculpas por hacer una pequeña digresión para dar alguna idea del sistema agrario que se observaba en LA ESPAÑOLA y por ser estas ocupaciones tan características de los dominicanos. Y lo presenta así: El Hato era una posesión que comprendía el terreno correspondiente a las acciones que se obtenían, llamadas DERECHOS DE TIERRA, en los cuales estaba el dueño facultado a criar cuantos animales quisiera y a apoderarse de los bravíos o alzados… Pero no nos dice más. El resto de su descripción descansa en los aspectos comunitarios de este sistema de producción que, sin lugar a dudas, correspondían al período de mayor pureza de la comunidad primitiva, pero que sufrían ya un proceso de descomposición por el contacto con la intensa naturaleza capitalista del sistema imperante en la colonia vecina. Sánchez Valverde nos da más noticias en su IDEA DEL VALOR. Celebra que para 1780 hayan aparecido Poblaciones y Fabricas que dan 72 Alburquerque, Alcibíades: Títulos de los terrenos comuneros en la República Dominicana, Santo Domingo, 1941. Y también Ruiz Tejada, Lic. M. R. Estudio sobre la propiedad inmobiliaria en la República Dominicana, Santo Domingo, 1952 y Hoetinck. H:El pueblo dominicano, Santiago de los Caballeros, Rep. Dom., 1972. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 196 14/11/2013 10:09:01 a.m. La noción de período en la historia dominicana 197 un testimonio irrefragable de lo mucho que ha respirado LA ESPAÑOLA y a seguidas se pregunta: ¿Y todo esto cómo se ha hecho? ¿Qué esfuerzos superiores han influido en ello? Ninguno, verdaderamente, responde. No ha habido otra cosa que la concurrencia, como decíamos antes, de algunos accidentes que expondremos con brevedad. El primero, en mi opinión, ha sido el mismo establecimiento de las Colonias Estrangeras. Ello es constante, sin que pueda ponerse en duda, que a proporción que ellas han tomado incremento, también le han tenido nuestras Posesiones: y la razón no es obscura. Como fueron creciendo en número los Franceses, fueron necesitando de nosotros para su abasto y subsistencia, a medida que labraban la tierra les faltaban los pastos y los Criaderos y quantos más ingenios de Azúcar iban plantando, tanta mayor necesidad tenían de bestias para moverlos y para la conducción de sus frutos. Lo que nos sobraba en la Isla eran ganados y caballerías que de nada nos servían sin labores, ni comercio en que exercitar los unos y sin pobladores que consumiesen los otros. Por consiguiente, se nos abrió una puerta utilísima, por donde sacar lo que sobraba y traer tanto como faltaba a los Vecinos…73 Es así como el hato original del Siglo xvii, cuyo producto estaba consagrado al consumo familiar, encontró un mercado que permitió capitalizar los excedentes, dando entrada al factor monetario en el sistema. Pero esta influencia no fue suficientemente vigorosa como para producir una revolución a fondo y, a lo sumo, introdujo algunos elementos de forma que no alcanzaron a producir un salto en la estructura comunitaria de su contenido. En el fondo, la descripción de Sánchez Valverde no difiere mucho de la de Delmonte, quien parece haber bebido en aquella: 73 Sánchez Valverde, obra citada, página 141. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 197 14/11/2013 10:09:01 a.m. Pedro Mir 198 Cada dueño de Hato o Rancho (de vacas o de cerdos) tiene en sus límites algunos bosques que llaman Monterías, confinantes con otra u otras posesiones, por las quales corre la misma Montería. Juzgan los Propietarios que estos sitios son una de las mayores utilidades que pueden tener los Hatos o ranchos, porque en ellos se encuentran animales salvajes, de cuya caza se mantiene sin tocar a los otros que cuentan, digámoslo así, por suyos…74 Y en esa frase final se advierte, digámosle así, un tono de propiedad privada bastante débil y desafinado. Sánchez Valverde señala que al hablar de los propietarios de LA ESPAÑOLA no habla de la gente común y sencilla sino de los Regidores, de los Capitanes, de los Canónigos y Eclesiásticos que tienen Ingenios y Cacaguales. Y nosotros no podemos resistir a la tentación de transcribir a toda tinta la tirada con la que el autor nos describe la vida de estos propietarios de gran estirpe, a fines del Siglo xviii. Explica que estos personajes no pueden vivir en sus haciendas y sólo acuden a ella cuando sus empleos lo permiten o el tiempo preciso de las cosechas y zafras. ¿Y con qué comodidad?, se pregunta atormentado. Y ésta es la respuesta a su propia pregunta que nos ofrece: El Hospedaje En Calesa o Birlocho es imposible, porque ni el caudal lo sufre ni los caminos lo permiten. Va a caballo, expuesto a los ardores de aquel sol y a las lluvias. El hospedaje que le espera es una choza pajiza y mal entablada, con una sala de quatro o seis varas, en que hay una pequeña mesa, dos o tres taburetes y una hamaca, un aposento del mismo tamaño, o menor, con quatro horquillas clavadas en tierra, en que descansan los palos y se echan seis u ocho tablas de palmas, un cuervo y algunas veces un colchón. Si llueve, escurren dentro las goteras que caen sobre un suelo sin ladrillos y que por lo regular no tiene otra diferencia del campo que haberse muerto la yerba con el piso… Idem., página 187. 74 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 198 14/11/2013 10:09:01 a.m. La noción de período en la historia dominicana 199 La Mesa Desayúnase el más acomodado con una xícara de chocolate y un poco de pan, que cuenta tantos días de cocido como el amo de viaje. Los otros hacen esta diligencia con Café o agua de Gengibre y un Plátano asado. La comida consiste en arroz y cecina con batatas, plátanos, ñame y otras raíces, a cuya masticación acompaña el cazabe en vez de pan. Los más delicados llevan pólvora y munición para matar alguna ave, o tienen una corta crianza de ellas cuyos huevos y algún pollo es el sumo regalo… El Trabajo Su exercicio es levantarse al alba para visitar sus cortas labranzas, pisando la yerba llena del copioso rocio de la noche o los lodos que hacen las lluvias, recibiendo un sol ardiente desde que nace. Retirase sudado y acalorado por una parte y penetrado de humedades por otra. En tiempo de zafra o molienda de Azúcar, tiene que velar, si quiere que vaya bien. En los plantíos de Cacao y otros frutos, va con los Negros a coger las mazorcas o vaynas, ha de asistir quando las granan, entrojan, porque, aunque tenga Mayordomo, como hay que ocurrir a diferentes cosas en el campo y en la casa, es preciso que el amo se sacrifique, partiendo con éste las tareas y que lleve una vida más laboriosa y desastrada que la de los mismos Mayorales o Sobrestantes Franceses, cuya decantada actividad y genio consiste en el luxo, la gula y otros vicios que ceban con el regalo y la libertad de sus habitaciones.75 En este bello extracto de Sánchez Valverde se advierten ya en este «hato» del Siglo xviii las diferencias de clase. Existe un amo y, por debajo de él, acaso un Mayoral o Sobrestante al uso francés. El negro se ha vuelto más negro que aquel que se proclamaba ante el estupor de Lemmonnier-Dellaffosse blanco de la tierra, de una tierra que era de todos. El propietario, aunque fuera más producto del poder que de su hacienda, se materializa en acciones de pesos. Y en fin ha respirado La Española… 75 Idem., página 164. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 199 14/11/2013 10:09:01 a.m. Pedro Mir 200 Pero la esencia comunitaria de la propiedad de las tierras es tenaz. El hato cambia de nombre pero conserva su apellido comunero, como expresión y defensa de su comunidad ancestral. Este rasgo esencial del hato del Siglo xvii se perfilará en los terrenos comuneros del Siglo xviii, se conservará durante todo el Siglo xix y alcanzará un punto bastante lejano durante el Siglo xx. 2 Para dar una visión que, a la vez que nos dibuje el perfil definitivo de esa institución nos muestre la firmeza de sus rasgos, vamos a hacer provecho de una serie de interrogatorios que llevó a cabo una Comisión del Senado norteamericano que vino al país en 1870, con el propósito de indagar las condiciones sociales, económicas y políticas imperantes, con vistas a una eventual anexión de la República Dominicana a los Estados Unidos de América. Las respuestas parcialmente utilizadas aquí se deben a unos testigos especialmente calificados por la doble circunstancia de ser extranjeros, conocedores de la situación agraria en otros países desde un plano superior de conciencia, y de estar ellos mismos sumergidos en el sistema desde largos años atrás en el país. Juan Cheri Victoria, es un francés de Burdeos, General en la época de Santana (después de 1844), tiene ahora 70 años y es Alcalde de El Maniel y profundo conocedor de las costumbres. La Comisión le preguntó: «¿Cuál es el método que tienen ustedes para medir y poseer la tierra? Responde: La tierra aquí no se mide por medio de marcas y guardarrayas para cada propietario, sino que se posee como terrenos comuneros como decimos aquí, es decir en común. Cada uno tiene derecho a su parte, a tantos dólares (pesos), y puede usar cualquier parte o cuadro que esté en los terrenos comuneros, la cual puede ser un cuadro de considerable extensión. Si un hombre tiene quinientos dólares descritos en su escritura y traspaso (hay un salto) tiene derecho a cortar la caoba NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 200 14/11/2013 10:09:01 a.m. La noción de período en la historia dominicana 201 y nadie más tiene ese derecho, pero no tiene derecho a la tierra después que ha sido cortada la caoba. Esto provino de la costumbre de sacar madera y ya se ha convertido en una ley… En este país, después que una persona sale de su casa y abandona su tierra más de un año y la casa se quema y desaparecen las mejoras, otra persona puede ocuparla y considerarla suya… Este método de dividir la tierra que yo he descrito, provino de la costumbre de no medir la tierra por medio de límites o guardarrayas. Una persona compra un derecho o título en un terreno comunero, el cual comprende varias leguas cuadradas, y puede ocupar cualquier parte del terreno o todo el terreno que haya desocupado, no importa la cantidad que sea, con tal que no le toque a la tierra ya mejorada ni a la que está detrás o más allá, de donde sacan las maderas necesarias. Hay que dejarlos sacar la madera y la leña que necesitan para hacer hervir el guarapo y hacer el azúcar. Esa persona puede tomar la tierra que quiera, pero tiene que ocuparla y utilizarla.76 Otro francés, nativo de Cherburgo, Augusto Gautier, de 58 años, preguntado: «¿Qué cantidad de tierra tiene Ud. en su finca?» Responde: Yo tengo toda la tierra que pueda cultivar. La tierra no se mide aquí como lo hacen ustedes. Esa no es la costumbre de aquí. Aquí hay tierra suficiente para todo el mundo. Usted puede comprar un título como $50, y luego usted puede ocupar toda la tierra que usted pueda cultivar, siempre que no esté ya en otras manos; pero tan pronto como usted deja de cultivarla, usted tiene que utilizarla para pasto de animales o para cualquier otra cosa, o cercarla, si usted quiere asegurarse de seguirla poseyendo…77 Un tercer interrogado fue William M. Gabb, geólogo de Filadelfia que había pasado dos años en el país en actividades profesionales. No parece haber ahondado mucho en el conocimiento del sistema pero Informe de la Comisión de Investigación de los Estados Unidos de América en Santo Domingo en 1871. Santo Domingo. 1960, página 583. 77 Idem., página 578. 76 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 201 14/11/2013 10:09:01 a.m. Pedro Mir 202 puede aún dar alguna información atendible. Se le preguntó si la tierra estaba muy parcelada en el país y entre otras cosas responde: Hay aquí un tipo de derecho de propiedad peculiar, llamado comunero, una especie de título de comunidad en que todos los descendientes de algún gran terrateniente poseen una tierra en común, cuyos linderos están bien definidos y dentro de los cuales cada heredero tiene igual derecho que los demás…78 Gabb, desde luego, no puede desprenderse de sus intensas concepciones de la propiedad privada y, de una manera u otra, contempla la comunidad como una forma de propiedad privada. En general, lo que resulta de estas declaraciones es un hecho sustancial, el carácter comunitario de la propiedad de la tierra, aún cuando se base en la ficción de un causahabiente fantástico y legendario. Estos interrogatorios tuvieron lugar cuando el sistema había atravesado ya un período intenso y prolongado de influencias privadas y ya netamente capitalistas. Sin embargo, conservaban aún su carácter esencial, lo que nos permite suponer que durante el Siglo xviii, esta naturaleza comunitaria, que de una manera tan profunda impresionó al historiador Delmonte y Tejada, descendiente de hateros del Cibao, conservaba todas sus características. La palabra hato es, pues, polivalente. Designa tres calidades distintas: a.el hato del Siglo xvi, obviamente inscrito en la propiedad privada de tónica feudal, aunque manifestando signos de descomposición capitalista; b.el hato del Siglo xvii, netamente caracterizado por sus rasgos comunales y procedente de un instante recolector de la sociedad colonial, desarticulada a raíz de las DEVASTACIONES; y c.el hato del Siglo xviii, que continúa históricamente al anterior 78 Idem., loc. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 202 14/11/2013 10:09:02 a.m. La noción de período en la historia dominicana 203 como una etapa superior de desarrollo, por la absorción de rasgos de la propiedad privada y su inserción en la economía monetaria, y que se conoce como el sistema de los terrenos comuneros. La sociedad hatera no ha sido definida, hasta ahora y hasta donde ha sido posible saberlo, en sus rasgos esenciales. Pero aquí se contempla que debemos entender por tal a aquella sociedad que se organiza en torno al régimen de producción propiamente hatero que cubre todo el Siglo xvii. Por tanto no puede reconocerse la sociedad hatera, de naturaleza comunitaria, durante el Siglo xvi donde predominan los rasgos feudales de la metrópoli de origen, ni tampoco durante el Siglo xviii donde la absorción de caracteres de la propiedad privada lo transforman en terrenos comuneros. Por tanto, es en la sociedad hatera donde encontramos el núcleo más remoto y cuya continuidad ininterrumpida desemboca en la sociedad dominicana actual. Más allá encontramos un abismo profundo –las DEVASTACIONES– en cuyas entrañas de fuego se pierde todo vínculo y desaparece todo contacto. Más acá encontramos los terrenos comuneros constituyendo el espinazo del recorrido histórico de los dominicanos. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 203 14/11/2013 10:09:02 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 204 14/11/2013 10:09:02 a.m. Devastación II Consecuencia: Planteamiento de una conciencia nacional isleña Cinco años después de iniciarse el Siglo xvii, al momento de las Devastaciones de Osorio, y cinco antes de iniciarse el Siglo xix, comprenden 190 años que necesitó la porción de la Isla que conservó milagrosamente la lengua española, para recuperarse de la catástrofe desencadenada por la insensatez de la Corona y de su representante colonial. Y, como que la Historia está llena de paradojas, esta recuperación fue debida ni más ni menos que a los intercambios comerciales con la Colonia vecina, precisamente con los herederos auténticos de aquellos «herejes» a quienes se debió el esplendor de las ciudades del norte, durante los últimos años del Siglo xvi, y a quienes se quiso desalojar prendiéndole fuego a toda la Isla. De modo que, si se repetía el planteamiento histórico, lo menos que se podía esperar es que se repitieran sus consecuencias. La palabra devastación, para ser verdaderamente española, parecía requerir una realización constante en el destino de aquellos que hablaban en la Isla la lengua española. Porque, andando el tiempo, el producto de los intercambios con la parte francesa, se convirtieron en el soporte económico fundamental de la población de la parte española. Oficialmente esta parte se sostenía con los 274 mil pesos que venían de manera errática desde México, destinados al pago de los funcionarios y de la tropa. Si la Corona podía creer que con esa suma se sostenía el resto de 205 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 205 14/11/2013 10:09:02 a.m. Pedro Mir 206 la población era porque ignoraba que los intercambios clandestinos con los colonos vecinos, arrojaban un total de ¡tres millones de pesos! Y, aunque tampoco estos millones eran suficientes, permitían al menos, como decía Sánchez Valverde, respirar a La Española. Una parte de esos tres millones de pesos se invertía en la propia colonia francesa en mercancías destinadas al consumo: …café y cacao, un poco de azúcar, telas blancas, grises y crudas de todas calidades, sobre todo bretañas, muselinas, pañuelos e indianas de todas clases; hilos varios, tejidos de lana y tela de seda (principalmente la prunelle, el tafetán negro y el gro de Tours) vino de Burdeos y vino de Málaga…1 Que el vino de Málaga, español, tuviera que ser obtenido en la Colonia española por medio de la compra que hacía con sus propios auxilios en la Colonia francesa, debía ser suficiente para explicar la inmensidad de esta tragedia histórica. Los fondos que se obtenían hasta esa suma de tres millones era a cambio de la venta de tabaco, madera de caoba y el aguardiente que allí (en la parte española) se produce, con el precio que los habitantes reciben por los animales que venden; con el monto de los derechos de importación y con los 200 mil pesos que el Gobierno (español) introduce, un año con otro, para pagar las tropas…2 Ya para fines del Siglo xviii la influencia que este comercio ejercía sobre esta parte era tan profunda, que determinaba el perfil de las regiones principales del país. Según un informe oficial del año de 1800, existían unas «factorías» que producían azúcar, café y cacao, sin formar ramo de comercio porque su producción es igual a su consumo, en razón de que todos esos productos los poseía la colonia vecina en gran escala. Esta región correspondía con la que se conoce en la actualidad como el Sur, hasta la Capital. Memoria descriptiva de la parte española de Santo Domingo que contiene algunas ideas y pensamientos sobre diferentes materias, por M. Padrón, ex-Ordenador de Santo Domingo (1800) en la Era de Francia de Rodríguez Demorizi, ob. cit., página 172. 2 Idem. 1 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 206 14/11/2013 10:09:02 a.m. La noción de período en la historia dominicana 207 Otra zona era Santiago, que sin duda se benefició más que ninguna otra región con ese comercio. Santiago producirá anualmente unos 20 mil pesos en tabaco en hoja. Pero también comerciaba con el tabaco elaborado (túbanos), azúcar, café y cacao, y desde luego los productos de la ganadería. Y, …en todo el resto del país hay hatos para cría de ganado, principalmente vacuno y caballar. Esta industria es tan lucrativa que las carnicerías de la parte francesa no tendrán otro surtimiento, ni sus habitantes otro paraje para la adquisición de mulas y caballos necesarios para la conducción de sus cosechas…3 En torno a ese tipo de producción y de intereses, se constituía una tercera zona en la región más oriental de esta parte de la Isla, la más alejada del centro de operaciones comerciales y, por esa razón, la más desvalida y concentrada en su pasado secular. Esta estructura tripartita del desenvolvimiento económico, nacida al calor de los intercambios con el oeste, debía penetrar muy profundamente en el curso histórico y ejercer una influencia perdurable. Inclusive llegaría a infundir, con el paso de los tiempos y de las circunstancias, tres estilos distintos de interpretación del destino común. De hecho, nunca desaparecería totalmente de la fisonomía histórica dominicana, lo que explica la naturaleza de la influencia que los «terrenos comuneros» imprimían en la vida nacional, porque toda la producción arrancaba del hecho fundamental del sistema comunitario de propiedad de las tierras. 2 Esta situación de intercambio y de mutua dependencia entre colonias, se enfrentó a una dura prueba a fines del Siglo xviii, 3 Chanlatte, Antonio, Al Gobierno Francés y a Todos los Amigos de la Soberanía Nacional y el Orden (1800), en la Era de Francia anteriormente citada, página 219. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 207 14/11/2013 10:09:02 a.m. 208 Pedro Mir como consecuencia de un acontecimiento cósmico: el estallido de la Revolución francesa y su repercusión en la Colonia vecina. Es claro que todo el esquema establecido se venía abajo e inauguraba un nuevo proceso, enormemente complicado por el súbito ascenso de las masas populares a la dirección de su propio destino en ambas partes de la Isla. En la parte francesa, los acontecimientos se precipitaron y dieron lugar al despertar violento de un pueblo que, en el fragor de una epopeya gigantesca, anuncia el alborear del Siglo xix como una época nueva para toda la América Latina. En la parte española este proceso deberá ser más lento por la propia naturaleza del desarrollo histórico que le sirve de fundamento y por la circunstancia de su conformación económica y social. Particularmente digna de tomarse en cuenta es la debilidad esencial del poder metropolitano en esta parte de la Isla, en cuya virtud la contradicción esencial de las masas populares con respecto al poder, se difunde y disipa, impidiendo el desarrollo de una fuerte conciencia de clase. En la parte francesa, el motor histórico es el régimen esclavista, de un rigor extremo e inhumano, y el actor claramente visible es el esclavo. En la parte española, el esclavo no existe. O, cuando menos, no existe en los términos del sistema de «plantaciones» sino en los del régimen pastoril y, por consiguiente, se mueve en una órbita afectiva que al mismo tiempo que le permite convivir y amancebarse con la hija del amo, le incapacita para desarrollar una conciencia de clase activa y vigorosa. Como consecuencia de esa disparidad esencial, los acontecimientos revolucionarios de la parte francesa, no encuentran en la parte española al esclavo que debería ser un portador, capaz de crear una línea revolucionaria y emancipadora en todo el eje longitudinal de la Isla. Lo que encuentran es al negro. Pero aquí el negro no es esclavo sino pastor. O comerciante. O lo que le da la gana… La Revolución no le ofrece ninguna perspectiva de libertad claramente discernible. Y lo que es peor. Lo que le muestra de súbito es la desarticulación de NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 208 14/11/2013 10:09:03 a.m. La noción de período en la historia dominicana 209 un régimen apacible de existencia y la colocación en primer plano, de una agudización de las diferencias raciales que sólo puede ocasionarle trastornos después de siglos de superación lenta pero efectiva y palpable en todos los sentidos. Desde luego, esto no va a significar que el negro de la parte española adopte una actitud contrarrevolucionaria. Todo lo contrario. Su actitud va a ser la de identificarse con todo el pueblo de la parte española, como parte de ese pueblo, sin identificarse como negro con el negro de la parte vecina, y fundirse en la profunda onda de solidaridad de este pueblo con el otro, en los mismos términos de toda la población cualquiera que fuese el color de la piel. Y, precisamente, será esa solidaridad la primera manifestación objetiva de la existencia de ese pueblo. Por eso debemos dirigir nuestra atención a ese instante histórico en el cual la solidaridad de la población de esta parte con los luchadores de la parte vecina, es ya un signo objetivo de su existencia real. 3 El 21 de diciembre de 1790, ante el Altar Mayor de la Catedral de Santo Domingo, con la asistencia de la población de la Capital congregada a tal efecto, el enviado francés Lignerie, quien traía la misión de repatriar a Ogé, Chavanne y 21 compañeros refugiados en la parte española, juró solemnemente que sería respetada la vida de los reos que se le entregaban. Con este acto solemne y juramento público del enviado francés, se ponía fin a una agitación política en la parte española que da constancia magnífica, certificada documentalmente, de la presencia del pueblo. En ninguna fecha anterior, que sepamos, los documentos dan oportunidad de constatar esta presencia. Es su primera manifestación palpable, con las connotaciones políticas y su materialización en términos de lucha, que le son esenciales. Y, aunque podríamos suponer que se hallaba constituido ya, después de su liquidación NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 209 14/11/2013 10:09:03 a.m. Pedro Mir 210 en 1605, no podemos dar fe de su existencia histórica hasta este momento. Resulta que el Gobernador García, cuya truculencia lo situaba según el Agente Roume a ciento sesenta años detrás de los españoles en Europa,4 estuvo dispuesto a la entrega, desde el primer momento del refugio de estos desgraciados según él mismo se lo comunica detalladamente al Marqués de Casa-Calvo en una larga carta.5 García era Gobernador, Capitán General y Presidente de la Audiencia, amén de otros cargos que reunía en él todo el poder colonial en esta parte de la Isla. Pero también desde el primer momento el Común, como se le llamaba entonces al pueblo, manifestó su resistencia a la entrega. De esa manera quedó constituida una línea de confrontación entre las masas populares y el poder colonial. La energía y la eficiencia de la protesta popular, de la que desgraciadamente no tenemos constancia porque los pueblos no escriben su propia historia, se pone en evidencia por el hecho de que las personalidades más destacadas de la Colonia abrazaron decididamente su causa. Entre ellas debemos mencionar en primer rango al Asesor General por Real Nombramiento, don Vicente Faura, quien se negó a aprobar la determinación del Gobernador, haciéndole notar que era preferible asegurar la paz interior antes que la de los vecinos,6 con lo cual revelaba la gravedad de la situación. Por su parte, el Arzobispo Fr. Fernando Portillo y Torres escribió a la Corona en carta que se conserva, censurando acremente al Gobernador y anunciando los peores males por su conducta: Y en efecto, es tanto el dolor, y sentimiento que conserva el Partido de los Mulatos (haitiano) por esta entrega, que, si no me han engañado en la Frontera, aún conservan vigoroso luto… y se han atrevido Del agento Roume a la Comisión del Gobierno Francés en Las Islas de Sotavento, Santo Domingo, Octubre 1ro. de 1797, en Demorizi: Cesión de Santo Domingo a Francia, Santo Domingo, 1953. 5 La reproduce Delmonte y Tejada. 6 Idem. 4 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 210 14/11/2013 10:09:03 a.m. La noción de período en la historia dominicana 211 a decir a varios de una Guarnición, que no entrarán en nuestro terreno sino todos juntos y que esa será la ocasión en que se quiten el luto…7 El Regente de la Audiencia, don José Antonio Urizar, y probablemente el Fiscal titular de ella, Álvarez Calderón, toda vez que fue sustituido inopinadamente por García, asumieron también la posición popular. García había decidido llevar el caso a la Audiencia tras la negativa del Asesor General a aprobar la entrega pero tuvo que sostener con Urizar un debate que se prolongó durante ocho horas. Y todavía cuatro horas más al día siguiente. Doce horas en total antes de que la Audiencia se pronunciara en favor de la entrega. Una victoria difícil pero victoria al fin, de la que pudo momentáneamente congratularse el Gobernador, sobre la voluntad popular. Sin embargo, el procedimiento legalista no fue suficiente. Como que ya no quedaba otro recurso disponible, hubo que apelar al engaño. El Gobernador inventó la estratagema de hacer jurar al enviado Lignerie ante el Altar Mayor de la Catedral que serían respetadas, aunque él sabía que no se iban a respetar, las vidas de los refugiados. Confiaba en que el pueblo aceptaría la validez de ese juramento. Y así fue. Los refugiados fueron entregados y remitidos a Haití, donde fueron sometidos al tormento de la rueda hasta que, triturados sus huesos, exhalaron el último suspiro. Importa poco que el pueblo fuera engañado explotando su fe religiosa y su confianza política, así como la circunstancia de que la dificultad de las comunicaciones de la época impedirían conocer el desenlace, por cierto atroz, de la conducta cavernaria del Gobernador, que en gran medida precipitó los acontecimientos de la colonia vecina. Aquí sólo nos obliga la presencia del pueblo. Y el hecho es que sólo cuando el pueblo de esta parte pudo creer que su voluntad sería respetada, fue posible asegurar la paz interior que tanto preocupaba al Asesor Faura y al Arzobispo Portillo. 7 Incháustegui, J. Marino, Documentos para estudio, ob. cit., página 549, Tomo II. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 211 14/11/2013 10:09:03 a.m. Pedro Mir 212 La situación repercutió inclusive en Europa. Robespierre pronunció un airado discurso en la Asamblea Nacional: Perezca la última de nuestras colonias antes que sacrificar uno solo de nuestros principios,8 vociferó. Vinieron condecoraciones y premios de Francia y de España. De Francia, para el Gobernador García, la Cruz de San Luis. Un premio que le delataba. De España, increíblemente, para el Asesor Faura, el cargo de Asesor de la Audiencia de Caracas con una remuneración de mil quinientos pesos, adicionalmente al que ya tenía en Santo Domingo y ¡sin necesidad de abandonar el país! Vistas desde el prisma popular, las posiciones estaban invertidas. 4 Del seno de este pueblo español, que desde luego no es el mismo del siglo xvi, y de la descendencia de los antiguos esclavos africanos, que absorbieron la cultura hispánica olvidando la suya propia, ha de nacer el pueblo dominicano. Pues debe quedar bien en claro que en el hermoso episodio de 1790 no se percibe en ningún momento una conciencia dominicana ni apunta en ella ningún objetivo nacional ni un atisbo palpable, y mucho menos documental, de la lucha de ese pueblo para emanciparse del poder metropolitano y encaminarse hacia la realización de sus propios objetivos. Antes bien, el fondo de la cuestión, si nos atenemos al texto de la carta del Arzobispo, consiste en que la entrega dispuesta por el Gobernador García, carecía de la aprobación del Rey: …Y aunque solo entren con ánimo de vengar su resentimiento en determinadas personas; no ignorando ellos que el Común (o sea, el Pueblo) de la Capital e Ysla les fue mui sensible dicha entrega POR 8 Delmonte y Tejada. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 212 14/11/2013 10:09:03 a.m. La noción de período en la historia dominicana 213 SER DECRETADA SIN ORDEN SOBERANO…9 Esto nos induce a considerar que todavía en 1790 no es posible detectar la presencia de un pueblo dominicano, aunque sí, la presencia debidamente constituida y militante ya, de un pueblo que se enfrenta al poder colonial, pero sin que esta confrontación alcance al poder metropolitano. En 1605 fue al revés: la confrontación era con el poder metropolitano que sólo débilmente –en la persona del Gobernador– involucraba al poder colonial. El Gobernador aparecía como el ejecutor despiadado de las cédulas reales de Devastación. Y por eso implicaba la Independencia, según lo certificaba el Lic. Valcárcel, aunque sería un dislate invocar al pueblo dominicano en esa confrontación. La ausencia de documento alguno que revele de manera objetiva alguna lucha popular dirigida en 1790 contra el poder metropolitano en beneficio de sus propios intereses, nos inclina a estimar que ese pueblo, cuya existencia hemos podido saborear en todo su aroma, era un pueblo nítidamente español, adherido todavía a la nacionalidad española y totalmente desprovisto de la voluntad palpable de desprenderse de ella en beneficio de su propia nacionalidad. Esta presunción parece confirmarse en ocasión de la cesión de la parte española de la Isla a Francia, cinco años después. Durante los seis años que duró el proceso de entrega, y durante los cuales el Gobernador llevó a cabo la destrucción masiva de la Colonia y procuró por todos los medios trasladar el grueso de la población a otras colonias españolas, no se produce ninguna acción de naturaleza popular que pusiera de manifiesto la resistencia del pueblo a abandonar el territorio ni a ninguna de las medidas del Gobernador García, orientadas a desarraigar la población y desmantelar completamente la Colonia. El Agente Roume argumentaba a su Gobierno en 1797: 9 Carta del Arzobispo Portillo, Documentos para estudio, de Incháustegui, ob. cit. página 551. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 213 14/11/2013 10:09:03 a.m. Pedro Mir 214 …seríamos ingratos si cesásemos de acordarnos que a él (el Gobernador García) es a quien devemos esta perfecta tranquilidad que reina en todos los lugares sometidos a su Govierno. Tranquilidad que no han podido alterar ni las imprudencias de la Comisión residente en el Guarico, ni una insurrección horrible de cultivadores, ni los complotes de gentes mal intencionada. Vosotros podéis creerme, Ciudadanos Agentes: es a la prudencia de D. García y de Roume a quien sois deudores de no hallar la nueva parte francesa tan desorganizada como la antigua… 10 Utrera menciona una carta muy esclarecedora del propio Arzobispo Portillo en la cual éste refiere que, al publicarse el bando de cesión, la reacción fue tan profunda en la población, que le hizo esperar un levantamiento popular, …pero parecióme conveniente para contenerlo, permitirle algunas horas de desahogo a su pasión patriótica que, por ciega y entusiasmada, podría arrollar con exorbitancia los medios que opusiera la más exquisita política, especialmente cuando a vista de hechos, el día de la publicación, cayó muerta en medio de la calle una mujer, exclamando: ¡ISLA MÍA, PATRIA MÍA! Aquella mujer era del pueblo; era el pueblo mismo en el trance más azaroso hasta entonces de su vida política. El nombre de aquella mujer era Tomasa de la Cruz, que por sí solo es símbolo de quien no cree sino cuando siente en sí todo el peso de la adversidad…11 El mismo Utrera se refiere a una carta del Ayuntamiento de la Ciudad de Santo Domingo dirigida al Monarca en la cual le dicen que la noticia de la Paz de Basilea les hubiera proporcionado la más cumplida satisfacción si no hubieran tenido que comprarla con lágrimas de sangre… 10 11 Informa a la Comisión de Sotavento, op. et. loc. cit., página 293. Sánchez Ramírez, J. Diario de la reconquista, Proemio de Fr Cipriano de Utrera, Santo Domingo, 1957, página VIII. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 214 14/11/2013 10:09:03 a.m. La noción de período en la historia dominicana 215 El bando que anunció la cesión de toda la Isla a Francia, en virtud del Tratado de Basilea de 1795, conmovió las más profundas fibras de la población cedida. 5 Era un desenlace en profundidad y en duración. De dislate en dislate, y exigiéndole al pueblo inmensos sacrificios, la Corona española había ido desprendiéndose poco a poco de una posesión cuyo valor económico, político, estratégico e inclusive moral (por el juramento imperial de Carlos I), debieron haberla convertido en su joya predilecta. La entrega total y final del territorio era la coronación suprema de ese desprecio. Durante tres siglos la población pudo acostumbrarse, como las aguas de un pozo profundo, a esa piedra suspendida en el aire, que nunca llegaba a caer. Y, cuando al fin cayó, la brecha que produjo en el fondo fue tan ancha, que esas aguas nunca más volvieron a ser las mismas aguas… La cesión a Francia fue dictada por los apremios de la Revolución, que llenó de pavor a los cortesanos de Madrid. No fue solamente la obra del favorito Godoy sino de la decadencia general de la Corte. Por eso fue recompensado con el título de Príncipe de la Paz. Una paz que aventaba el miedo a dos revoluciones, la francesa y la haitiana. La única referencia territorial que contenía el Tratado era la cesión de la parte española de Santo Domingo como refiere Soboul en una obra ya mencionada. Y los revolucionarios franceses, renuentes a mancillar la flamante Declaración de los Derechos del Hombre, fueron prácticamente forzados a aceptar este soborno colonial del favorito, no sin ostensibles escrúpulos. A pesar de ese apremio de la Corte en desprenderse de esta Colonia que era como un cáncer agarrado a las entrañas de cualquiera que fuese su dueño, como decía Godoy, y de la constante intimación a su Gobernador para que hagan la entrega y después no importa que se NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 215 14/11/2013 10:09:03 a.m. Pedro Mir 216 maten…,12 por ejemplo en la Resolución del 3 de diciembre de 1796, el Gobernador y Capitán General y Presidente de la Audiencia de Santo Domingo, don Joaquín García y Moreno, demora concienzudamente la entrega de esta parte y el traslado a La Habana, mientras lleva a cabo (el Alcázar de Don Diego se desplomó espontáneamente en ese instante) la devastación lenta y sistemática de la producción colonial, durante nada menos que seis años,13 sin tener en cuenta a los nativos y con toda preocupación concentrada en impedir que sirviera a los antiguos esclavos de la parte francesa, nutridos con leche republicana e intoxicados por la perniciosa libertad, de acuerdo con su expresivo vocabulario. El resultado vuelve a ser, como en 1605, la emigración en masa de los elementos más activos de la economía en esta parte y la destrucción igualmente masiva de los medios de producción, acciones que, por parte de los revolucionarios haitianos, fueron constantemente denunciadas, tanto como desoídas, por el Gobernador español. Por ejemplo, en una carta dirigida por el propio Gobernador García al Gobernador Laveaux de la parte francesa, en contestación a una de estas quejas, le dice: Me han sido sumamente sensibles las noticias que me participa V. E de los robos que se cometen todos los días, devastando los ingenios, levantando los molinos de azúcar, destruyendo los establecimientos y llevando los muebles que han hallado en las casas los Oficiales después de la publicación de la paz y también el consumo de pólvora en tiempos inútiles, pero como no me señala V. E. caso ni personas, sino abstractamente, y mis órdenes están vigentes, no he podido determinar providencias que recaigan en determinadas personas… Rodríguez Demorizi, Emilio, Cesión de Santo Domingo a Francia, Archivo General de la Nación, Vol. XIV, 1958, página 101, y también Soboul, Albert: La Revolución Francesa, Editorial Tecnos, S. A., Madrid, 1966. 13 V. Passim, Cesión, ob. cit. 12 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 216 14/11/2013 10:09:03 a.m. La noción de período en la historia dominicana 217 Este es a todas luces el lenguaje del cinismo. Cuenta Kerverseau, un personaje omnipresente en estos episodios, en cierto informe a su Gobierno del que se hablará más adelante, que: Con la noticia de la cesión de esta parte de la Isla, los propietarios ricos huyeron con sus capitales y sus negros. Los hateros más cercanos de las zonas ocupadas por los ingleses les vendían las bestias a vil precio y se apresuraban a salir de esta tierra de desolación. Las sabanas antes cubiertas de animales no eran más que vastos desiertos. Los hateros de las zonas más alejadas habían echado su vacada a los bosques y las montañas y los llevaban por rutas extraviadas hasta la costa norte, donde los esperaban los emisarios británicos, que los hacían transportar en sus embarcaciones a las carnicerías destinadas al mantenimiento de sus escuadras y de sus guarniciones. Santo Domingo estaba amenazada de ver extinguirse la raza de los animales necesarios al cultivo de la tierra y a la subsistencia de sus habitantes…14 En 1797, el entonces Comisario Roume informaba a sus superiores que el ganado había sido destruido en los últimos episodios bélicos y que desde que se supo en la Isla la cesión a la Francia, los hateros se han entregado ciegamente a los tratantes ingleses a que han hecho una enorme extracción de animales…15 García mismo describía la Colonia bajo su mando como un país pobre de numerario y en estado de emigración, diciendo que había dejado de ser el asiento del reposo y que todo se acabará en la secuela. Toussaint, que ejecutó el Tratado por la fuerza en 1801 poniendo fin a este insensato saqueo, le decía en un Comunicado al Gobernador García: Mejía, Gustavo Adolfo, Historia de Santo Domingo. Demorizi, Cesión, ob. cit., página 290. 14 15 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 217 14/11/2013 10:09:03 a.m. Pedro Mir 218 Estas deserciones y estas sacas se han continuado hasta hoy de tal suerte que puede decirse que son la causa primera de la toma de posesión que acabo de hacer en nombre de la República francesa… Yo tengo una muy alta idea de la justicia que caracteriza a S.M.C. para creer que su intención sea de querer deplorar este país, abandonándolo a su aliada (en ese estado) y sobre todo de destruir la fuerza de su prosperidad quitando al cultivo los brazos que le estaban consagrados.16 Y como Toussaint alegaba que le habían sustraído más de tres mil cultivadores: Sepa V. E. –le replicaba al Gobernador– que aquí en esta jurisdicción jamás hubo tres mil esclavos en la agricultura ni el número que hubo, demostrado bastantemente por el fruto, pudo ser robado… Es indudable que el Gobernador García tenía una de las mentalidades más cavernarias que puedan imaginarse y ponía en aquella devastación un espíritu que no estaba contenido en las instrucciones que había recibido. El suyo era un fanatismo propio, inflamado por una filosofía personal cuyos lineamientos se perfilan en el siguiente párrafo de una de sus cartas: …es necesario reflexionar que con ésta (la de Toussaint) van cuatro funciones de la gente de color, habidas a proporcionados tiempos, capaces de amedrentar a los blancos y hacer a esta clase propietaria, horrible la preponderancia horrible (sic) que tienen los negros que sin duda está influyendo sobre el resto de la Isla desgraciadamente en los blancos y propietarios para alejarse de este contorno; y sobre la gente de color, para emprender cada vez más hacerse más atrevida e incapaz de la ovediencia, y de la sociedad con otros hombres que no sean los de su especie y éste es un fatal ejemplo que no se quedará circunscrito en el recinto de esta Colonia…17 Y vaticinaba que esta Isla, 16 17 Idem., página 624. Idem., página 405. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 218 14/11/2013 10:09:04 a.m. La noción de período en la historia dominicana 219 quedará dentro de poco en estado de ser abominable a la España por el contagio e ideas de la perniciosa Libertad. 6 Durante los seis años que tardó la ejecución del Tratado de cesión, los acontecimientos cobraron un impulso vertiginoso y los cambios se sucedieron en medio de una vorágine histórica. En 1801, en ocasión de la toma de posesión de Toussaint, se originan dos situaciones igualmente severas: la de los que se iban y la de los que se quedaban. A la de los primeros se refería d’Hebecourt, un enviado de Toussaint, cuando se le expresaba dramáticamente al Gobernador García en estos términos: «Familias llorosas, señor Presidente, han huido del terror que han querido sembrar algunos intrigantes. Estas familias han caído desde una desgracia imaginaria en otra cierta…»18 Y es que, al huir del país, muchas veces eran saqueadas por los corsarios ingleses, cuando no por los propios marinos con quienes embarcaban, y sin poder evitar que una que otra mano atrevida cayera sobre el pudor de las mujeres, más en busca de joyas ocultas que de ocultas promesas de placer, como ocurría con las monjas en el CANDIDO de Voltaire… Pero no eran pocos los que afrontaban estas desgracias ciertas, sustrayéndole al país no sólo sus riquezas y sus aptitudes, sino también su contribución histórica. Por eso, los que decidían permanecer en el seno de la desgracia imaginaria, según el esquema de d’Hebecourt, trataban por todos los medios de impedir el éxodo. El mismo García, ya fuera del país, le explicaba al Gobernador de Maracaibo el 22 de enero de 1801 que los mismos del país se empeñaban en tener compañeros en la suerte y de esto nacieron intrigas contrarias a la seguridad de cuantos debíamos salir… Y esa situación revela que gran parte de la población consideraba este territorio como suyo y exigía la permanencia en él sobre la base de Idem., página 591. 18 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 219 14/11/2013 10:09:04 a.m. 220 Pedro Mir dar las espaldas, de la manera más rotunda, al destino español que se había derrumbado con el acto de cesión a Francia. Y esto explica, y téngase siempre presente, la debilidad de la resistencia que tuvo que vencer Toussaint cuando emprendió la tarea de ejecutar por su propia iniciativa, el artículo noveno del Tratado de Basilea que contemplaba la entrega de la parte española de la Isla a Francia, al término de un año. La tesis de la «cobardía» popular La historia usual de nuestro país suele presentar a esta población, situada en una encrucijada histórica tan compleja como esa, totalmente desprovista de sentido histórico y paralizada por el terror ante un castigador implacable y apocalíptico además de negro. Esa concepción de cobardía popular, aparte de que es retrógrada hasta el escalofrío, conlleva una calumnia intolerable contra un conglomerado social del cual todos nosotros, inclusive los que sostienen esos criterios, y el mismo autor de estas líneas con ser de origen extranjero, nos sentimos descender. Los más infames creadores de esta calumnia fueron el Gobernador español Joaquín García y el General francés Kerverseau. Ambos actuaron en el país sustentando la más alta representación de sus respectivas metrópolis, y uno a través de numerosas cartas y el otro a través de más de un informe oficial, propagaron esta concepción difamatoria. Particularmente venenosos son los informes que elaboraba el General Kerverseau para justificar su lamentable papel en la tentativa de resistencia a las columnas de Toussaint, debido a que no pudo arrastrar al pueblo a sus aventuras convencionales. Uno de esos informes fue remitido al Ministerio de Marina y de las Colonias en Francia.19 En él echaba la culpa de la derrota que sufrieron las columnas comandadas por él y por el General Chanlatte, (y que fueron 19 Aparece completo en francés en Historia de Santo Domingo de Gustavo A. Mejía, Vol. III, página 26. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 220 14/11/2013 10:09:04 a.m. La noción de período en la historia dominicana 221 arrolladas sin gloria y sin méritos) a los habitantes de esta parte, a quienes presentaba como unos cobardes que huían despavoridos y dando gritos, al solo anuncio de la proximidad de una caballería. Y para ridiculizar aún más a estos supuestos cobardes, añadía que no siempre esta caballería era del ejército enemigo sino la de otros fugitivos que habían arrancado con antelación. También en un manifiesto que hizo circular por aquellos días, refirió los acontecimientos con la misma óptica difamatoria, en formulaciones como las que siguen: Esta sorpresa unida al terror que dominaba en todos los espíritus, puso a esta tropa en una absoluta derrota… todos los lanceros y casi todo el resto de la tropa huyeron sin que fuera posible reunirlos… Sorprenderá sin duda que de cerca de 2,500 hombres que fueron enviados a este punto no se encontraron más que 600, comprendidos los lanceros. Todos los otros juzgaron más conveniente ocultarse en el bosque y confiar a sus camaradas el cuidado de la defensa común… Desde este momento no se oía en la Ciudad sino un rumor general para capitular con Jousen (Toussaint) y no convenía al Comisario del Gobierno francés asistir a este acto que sería infaliblemente el Decreto de muerte a la autoridad nacional…20 ¿No está claro que lo que quería Kerverseau es que la gente que le dio las espaldas a España se sacrificara aquí para asegurar la autoridad de Francia? La falsedad y la grosería de la calumnia salta a la vista en cuanto se miran las cosas del lado del pueblo. Porque terror hubo sin duda, pero sólo en el seno de los partidarios del sistema esclavista y la opresión colonial española, que terminaron por abandonar el país, siguiendo el destino de la metrópoli para toda la vida. Entre los que tomaron parte activa en esa resistencia figura «en clase de voluntario» como él mismo atestigua, nada menos que uno de los padres de Manifiesto histórico de los hechos que han precedido a la invasión del territorio de la parte española de Santo Domingo por Jousen Louverture, en Documentos para estudio, ob. cit., página 430, Vol. II. 20 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 221 14/11/2013 10:09:04 a.m. Pedro Mir 222 la historiografía nacional, Antonio Delmonte y Tejada, emigrado a Cuba donde escribió su obra, editada en 1856. También participó en estos acontecimientos el Licenciado Gaspar de Arredondo y Pichardo, que dejó unas MEMORIAS acerca de ellos, dignas de una atención que le reservamos para más adelante. El hecho de que Arredondo no emigrara entonces y que aceptara el cargo de defensor público y de juez de primera instancia durante el gobierno de Toussaint, refleja cuál debía ser el curso de las opiniones prevalecientes entonces. Y además revela, cosa que conviene destacar, que Arredondo no compartía en esos momentos el criterio de los que abandonaban el país, como le ocurrió después obligándole a expresar criterios contrarios a la verdad… Cualquiera que lleve sus ojos puestos en la lámpara del pueblo podrá encontrar en el mismo informe de Kerverseau al Gobierno francés, los elementos de juicio necesarios para convencerse de que el problema no era de cobardía popular sino de concepción del momento histórico que vivía el país. Kerverseau mismo admite que la tropa no aceptaba la tesis de la resistencia a Toussaint antes de que ella fuera tozudamente emprendida: Nosotros sabíamos –dice– que la tropa marchaba contra su voluntad, que deseaba el triunfo de Toussaint y que en la víspera se habían mantenido entre los soldados las conversaciones más indecorosas en ese sentido… Y cuenta que al emprender la supuesta huida, esta gente gritaba que era la voluntad de Dios que los negros fueran los vencedores y la voluntad del Rey de España que se entregara el país… Al menos respecto de la voluntad del Rey de España no había la menor duda puesto que fue publicada por bando. El mismo Kerverseau certifica que esa disposición era general y que se había puesto claramente de manifiesto todavía mucho antes de que los soldados sostuvieran sus conversaciones «indecorosas». Refiere él que, cuando se trataba de organizar la resistencia a Toussaint, Chanlatte pidió a la población solamente 50 caballos y las NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 222 14/11/2013 10:09:04 a.m. La noción de período en la historia dominicana 223 armas necesarias para 50 franceses que él se encargaría de reclutar. Y véase el resultado según se explica en el mencionado Informe: Esta demanda extendió la alegría en la ciudad, los miembros del Cabildo se lanzan al campo para conseguir los caballos, otros recorren las casas para obtener sillas y bridas. Pero los habitantes de la ciudad las ocultaban cuidadosamente, los campesinos se retiraban a los bosques con sus animales. No querían exponer para su defensa no solamente la vida, ni siquiera uno de sus caballos y ni aún el valor de una brida de montar… Todo lo que se pudo conseguir fue una treintena de animales entre caballos y mulas y 27 equipos… El gobernador García, verdadero inspirador y patrocinador de esta infortunada empresa militar, testigo por tanto de la más alta calificación, confirma estas manifestaciones en la carta al Gobernador de Maracaibo antes mencionada. Dice allí refiriéndose al avance de Toussaint que aunque se opuso alguna resistencia de la que resultó alguna sangre, no pudo ser sino con respecto a una cortísima guarnición y ningún apoyo del país. ¡Ningún apoyo del país! Este testimonio revelador muestra que el país le negaba apoyo en esos momentos, y con la misma firmeza, tanto a España, como testifica García, como a Francia, como lo testifica Kerverseau. García agrega en esa carta que falto de auxilios no era prudente exponerse a una extremidad sangrienta que habría sido inevitable entre los partidos que había que temer y entre una multitud deseosa de la rapiña y de hallar motivos a la entrada de la confusión… Esta «confusión» de los Partidos llegó a tales niveles que el subteniente don Manuel Pardo, Sargento Primero de la Compañía de Granaderos del Batallón Fijo de Santo Domingo se pasó a la República y se presentó con pluma y cucarda, en todo al uso de aquellas tropas.21 Así lo comunicó oficialmente el Gobernador García a la Corona en un oficio del 8 de marzo de 1801, que fue demorado para que alcanzara el expediente completo de las deserciones, en ese mismo Batallón 21 Cesión de Santo Domingo a Francia, ob. cit., página 627. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 223 14/11/2013 10:09:04 a.m. Pedro Mir 224 y en el Regimiento de Cantabria, como lo informa allí mismo el Gobernador. La responsabilidad que cupo al General Joaquín García como inspirador y patrocinador tenaz de estos episodios, no ha sido negada ni por sus mismos correligionarios. El Licenciado Gaspar Arredondo y Pichardo no era exactamente uno de ellos en ese instante pero lo sería después, al escribir sus MEMORIAS DE MI SALIDA DE SANTO DOMINGO22 en Cuba a donde emigró posteriormente. En ese documento declara que fuese error, fuese confianza o debilidad, lo cierto es que nosotros, animados por el mismo General, con la mejor intención hicimos una vigorosa resistencia… Y Kerverseau, en su famoso Informe, tratando de exonerar al Gobernador de toda culpabilidad no deja de ponerla en evidencia: Aquellos que no juzgan las cosas nada más que por las apariencias, no dejarán de hacer graves inculpaciones a Don Joaquín García e imputarán a crímenes y errores de su política los infortunios de las circunstancias… Y puede que sea verdad, sólo que las circunstancias estaban bajo el control de Don Joaquín García. Y, en fin, otro antiguo esclavista también emigrado. Francisco de Heredia, calificó la iniciativa de García de insano proyecto de resistir la entrega a Louverture. Debe quedar, pues, en claro que la resistencia a las tropas que venían a tomar posesión de esta parte bajo las órdenes de Toussaint, fue la hazaña infortunada del Gobernador español, con la complicidad de los sectores esclavistas del país y de dos representantes del 22 Memorias de mi salida de Arredondo y Pichardo en Invasiones Haitianas de 1801, 1805 y 1822. E. Rodríguez Demorizi, 1-55. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 224 14/11/2013 10:09:04 a.m. La noción de período en la historia dominicana 225 renovado interés colonialista de la Francia revolucionaria que ya había dejado de serlo, Chanlatte y Kerverseau. No fue la obra del pueblo. Acusar a los habitantes de esta parte de cobardía, y de paso a las innumerables generaciones que se desprendieron de ellos, como lo hizo reiteradamente el español García y de manera innoble el General francés Kerverseau, despechados ambos por el fracaso de su empresa, es una calumnia y una infamia. La cobardía popular no existe. No hay pueblo cobarde. Hay fuerzas históricas, procesos históricos, coyunturas históricas que explican la conducta de los pueblos, en forma distinta de como se explica la conducta de los individuos. Solamente los demagogos y los déspotas mezclan la una con la otra. La parte española fue cedida a Francia por España sin consultar al pueblo. No era, pues, cuestión popular el tomar las armas para que la toma de posesión se llevara a cabo con el puntillismo legalista y reaccionario del Gobernador español o con las ambiciones del Comisario francés, ambos a la caza de pensiones y medallas. Es como el que se desprende de un hijo y luego le exige al hijo que se sacrifique para que la operación resulte ventajosa para aquel que lo ha abandonado… El Gobernador español Joaquín García no vivió tanto como para leer la historia de La Gándara y comprobar en ella que, si hubo cobardía dominicana en GUANUMA, no era imputable a un pueblo que mostró sus calidades excelsas haciendo morder el polvo a los formidables ejércitos españoles. Pero Kerverseau tuvo tiempo de comprobarlo, quizás hasta con satisfacción, cuando supo el destino de las mismas tropas que él comandaba en Santo Domingo, y que conocieron el temple popular en la batalla de PALO HINCADO, donde el pueblo se cobró a través del suicidio pudoroso de Ferrand de la sarta de calumnias impúdicas de Kerverseau. Y resulta deprimente observar la frecuencia con la que en nuestra historiografía, arrastrada por el nacionalismo inconsecuente del historiador José Gabriel García, se plantea esta situación en los términos de una confrontación entre haitianos y dominicanos, para terminar solidarizándose con la concepción del Gobernador español NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 225 14/11/2013 10:09:04 a.m. 226 Pedro Mir Joaquín García y del Comisario francés Kerverseau, que demostraron ostensiblemente para cualquier historiador, su hostilidad sangrienta contra los habitantes de la antigua parte española. Eso significa muchas cosas pero, ateniéndose solamente al orden técnico, es inaceptable la mala costumbre de proyectar al pasado las concepciones del presente. Los americanos llaman a esto tratar la historia «backwards», situándose de espaldas al pasado y dirigiendo la mirada a las capillitas contemporáneas. En 1801, cuando Toussaint le imponía a Francia la toma de posesión de esta parte con tropas negras, en lugar de hacerlo como lo querían la propia Francia y el Gobernador español con tropas blancas, no existía en ninguno de los dos países una fijación nacional que pudiera ser definida en términos de haitianos y dominicanos. Era aquella una situación de tránsito histórico que todavía no iluminaba sino con muy difusos lampos los senderos firmes que establecería el futuro. Ese instante de vacilación y aturdimiento nacional quedó objetivado para ilustración de los investigadores del futuro en la famosa quintilla del Padre Vásquez: Ayer español nací. A la tarde fui francés. A la noche etíope fui. Hoy dicen que soy inglés. ¡No sé qué será de mí! Una buena quintilla y un magnifico testimonio. El problema del pueblo de esta parte consistía en el carácter objetivo de una situación que se manifestaba como el tránsito del poder renunciante de la metrópoli española sobre una parte de la Isla, al poder militante de la Revolución en toda ella. Si no podía existir ni existía un sentido claramente definido de la nacionalidad, ni en una parte ni en la otra, la situación pendía en el lado antiguamente español de la definición del poder. Arredondo y Pichardo contempló directamente esos acontecimientos y no pudo explicárselos de otra manera que como un destino, que estaba decretado, NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 226 14/11/2013 10:09:04 a.m. La noción de período en la historia dominicana 227 para que se sucedieran los hechos de un modo imposible de que la humana inteligencia pudiera evitarlo; pues es mucho más que cierto, y demasiado acreditado, que lo que ha de suceder, no hay fuerzas que lo embaracen… Ese destino era entonces el de un solo poder –no de Haití, que aún no había hecho su aparición en la Historia por más que se olvide– sino el poder de la Revolución, que tiene por cierto un singular atractivo para los pueblos, y que presionaba en aquellos instantes en dirección de una conciencia nacional cualquiera que fuese su contenido y sus formas, incluyendo una ruptura del orden insular a su debido tiempo, más tarde o más temprano. Esa ruptura se produciría efectivamente más temprano que tarde. Pero no subjetivamente, sino objetivamente cuando lo dispuso la realidad histórica, polarizando el desarrollo de la conciencia nacional en dos direcciones distintas y en dos ritmos históricos divergentes, que exigen la vigilancia más severa para que puedan ser comprendidos. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 227 14/11/2013 10:09:04 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 228 14/11/2013 10:09:04 a.m. Devastación III Consecuencia: Planteamiento de la Independencia Nacional Dominicana La presión continúa tan enérgica en esos días, que la sociedad colonial se ve obligada a recorrer en semanas un proceso que había permanecido estacionario en los dos siglos exactos que van de 1605 a 1805. Un conjunto de circunstancias inundan de novedad a los días que llegan. Pero los días no llegan solos. De momento llega con ellos el Ejército francés. Un ejército que se ha llamado a sí mismo la Grande Armée. Acompaña y sostiene a una expedición, rodeada de toda la pompa imperial, incluyendo una corte deslumbradora, que viene a ejecutar el célebre Tratado de cesión concertado en Basilea, ejecutado ya por Toussaint a iniciativa propia, aunque en nombre de una Francia no susceptible ya de ser representada por tropas negras. Las tropas blancas traen, sobre su alcurnia caucásica, una aureola napoleónica que no ha conocido la Humanidad desde los tiempos de Alejandro. Son, o lo van a ser pronto, 58 mil veteranos de las guerras europeas más civilizadas y más orgullosas de su técnica. La Historia las reconocería por sus victorias en Austerlitz y Marengo, por sus campañas incomparables frente a las naciones más poderosas del mundo. Y a ellas se sumarán unos magníficos perros entrenados en La Habana para la cacería de negros. Un incomparable despliegue que va a acarrearle a este país una tercera gran devastación y sólo diez años después de la segunda. Pero que nos va a permitir también observar cómo nacen los pueblos. Particularmente el nuestro. 229 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 229 14/11/2013 10:09:05 a.m. 230 Pedro Mir Solo mil de estos soldados (sin perros) son destinados a la parte española. El grueso de ellas, al mando del cuñado de Napoleón, a quien acompaña su esposa, la bellísima hermana del Emperador invencible, es descargado sobre la otra parte. Dicen que a la misión del cuerpo de infantería se sumó el de la princesa, un cuerpo que había sido pintado por los más egregios pintores y que supo sacrificarse patrióticamente para mantener a la antigua oficialidad de Toussaint adicta a la voluntad de su ilustre marido… Cuando ese formidable ejército es vencido y humillado por los antiguos esclavos negros, el testigo más directamente implicado en los acontecimientos no podía ser otro que la población de la parte antes española y ahora francesa, igualmente ocupada por el mismo ejército francés y por tanto a expensas del mismo desenlace. Y ante los ojos de este testigo estupefacto emerge la figura del caudillo de esa increíble hazaña, Juan Jacobo Dessalines, dictando la capitulación a las tropas de Napoleón Bonaparte, con imponente soberbia. La aureola de invencibilidad parece rodearlo ahora a él. No hay fuerza militar capaz de impedir su avance hacia la parte española y convertir a toda la Isla en un bastión revolucionario. La única fuerza que se supone, sino capaz, al menos destinada a hacer frente a la avalancha, es la de la guarnición francesa, compuesta sólo de mil hombres, 400 con Kerverseau en la Capital y 600 con Ferrand en Monte Cristy y que por una razón no claramente explicada, permanecen excluidos del acto de evacuación y enarbolando orgullosamente el pabellón francés. Y, como no podía ser de otro modo, ejerciendo rotundamente el poder. Algunos desórdenes que, según refiere Guillermín, parecen ser inspirados por la evacuación de los franceses en la parte vecina, son rápidamente sofocados en la Capital de ésta. Y aunque los conjurados se separan pero no se desavienen, en una supuesta espera de mejor ocasión –que deberá ser la evacuación inminente de esta parte– los acontecimientos que se suceden muestran que esa ocasión no llegó nunca. Guillermín refiere que los facciosos excitados por los gérmenes del descontento y de la revuelta… meditan, en conferencias sediciosas, el NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 230 14/11/2013 10:09:05 a.m. La noción de período en la historia dominicana 231 degüello general de los franceses, para declarar en seguida su independencia.1 O sea, que se trata a lo sumo de proyectos minoritarios, subjetivamente apreciados por el narrador, sin que la proyectada independencia aparezca materializada de alguna manera o formulada siquiera en un documento de cualquier tipo. Lo que sí se evidencia en ese relato es que el francés ejercía el poder, aunque con una debilidad que el autor explica por la debilidad personal de Kerverseau y que sin duda estaba claramente establecida por las circunstancias de la derrota y volatilización completa de la «Grande Armée». No era difícil que el cronista francés, inevitablemente impresionado por el desenlace de una expedición que se suponía invencible, y comprometida en una aventura que prometía ser encantadora, diera una interpretación tan espectacular a unos desórdenes de cualquier otra naturaleza. En realidad, ignoramos cómo pudo haber sido contemplada en la población de esta parte de la Isla, el hecho de que las tropas francesas permanecieran aquí sin ser comprendidas en el acto de la evacuación general de las fuerzas expedicionarias. Se dice, inclusive, que una consulta dirigida por Dessalines al jefe de las tropas Rochambeau, era favorable a la evacuación del remanente de Santo Domingo. Para el simple habitante de entonces como para el simple investigador de ahora, no es posible otra alternativa que interrogar a los hechos. Los hechos, desde luego, se llamaban Dessalines. Y he aquí que, tan pronto como se produce la capitulación, el 30 de noviembre de 1803, el General Ferrand parte súbitamente para la Capital desde Monte Cristy y permite que toda la zona norte, – Santiago, La Vega, Cotuí y el Departamento de Samaná– que estaba bajo su comando, sea ocupada tranquilamente por una guarnición haitiana que se estaciona en Santiago. Una vez en la Capital, se apodera del mando de la plaza destituyendo a su titular, aquel teórico de la cobardía, el General Kerverseau, a quien ya conocemos, y lo pone en un buque mercante 1 Citado por Sánchez, José Aníbal, en Independencia nacional y perjurio racial, edición mimeográfica. Santo Domingo, 1975. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 231 14/11/2013 10:09:05 a.m. Pedro Mir 232 destinado a Mayagüez para que reporte en Francia. De ese modo, la antigua parte española quedó en manos de dos poderes antagónicos igualmente dotados de los atributos del poder: los haitianos en Santiago y los franceses en la Capital. Por su parte, Dessalines sofrena sus tropas y se ocupa en la proclamación de la flamante República de Haití, que lleva a cabo el 1ro. de enero de 1804. Nada de esto es obra de la casualidad. Ni el gesto de Dessalines con el cual sofrena sus tropas ni el de Ferrand con el cual se ampara del poder en la parte opuesta. Responden, sin duda, a una concepción del momento histórico que vive la Isla y a su destino futuro, respecto del cual lo aconsejable es la espera. En Ferrand esta concepción es clara: recuperar para Francia la parte ahora haitiana de su antigua colonia de Saint-Domingue, provisionalmente en manos como decía él de los sublevados. Pero no es tan así de clara en Dessalines. Al proclamar la independencia respecto de Francia, que poseía toda la Isla por la cesión de Basilea desde 1795 y, no obstante referir esa independencia solamente a la parte occidental, con un nombre nuevo, HAITÍ, mientras deja a la otra con su nombre viejo SAINT-DOMINGUE, al mismo tiempo que sofrena sus tropas, da pábulo a todas las especulaciones y autoriza todas las hipótesis. El primero en dejar oír su campanilla es el General Kerverseau, quien escribe una carta al Gobernador de Caracas, en su estilo característico, fechada en Puerto Rico el 25 de febrero de 1804, en la que le dice: Los negros franceses son realmente cobardes y reinan entre ellos divisiones que comienzan ya a manifestarse y se aumentan cada día más. Por débil que sea la resistencia que se les haga no se atreverán a avanzar y la paz, que no puede tardar mucho tiempo, llegará oportunamente para salvar a este país…2 2 En el proemio de Fr. Cipriano al Diario de la reconquista citada, página XIX. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 232 14/11/2013 10:09:05 a.m. La noción de período en la historia dominicana 233 Es imposible imaginar al Gobernador de Caracas leyendo esta carta sin una amable sonrisa. Y no sería para menos cuando se descubre que hay todavía quien pueda calificar de cobardes a unos combatientes, que han derrotado a 57 mil soldados de la más alta categoría, porque no atacan a una guarnición de 600 por un lado y 400 por el otro. Es claro que ahí puede haber cualquier cosa pero no cobardía. Cuarenta años después de haber combatido contra esos negros, Lemmonnier-Dellaffosse no podía olvidar su valor indescriptible: Durante largo tiempo, esta masa cerrada, negra, que marcha hacia la muerte cantando, iluminada por un sol magnífico, estuvo presente en mi pensamiento, y todavía hoy, después de más de cuarenta años, ese cuadro imponente y grandioso se presenta tan vivo en mi imaginación como en los primeros días…3 Pero si Kerverseau es el gran teorizante de la cobardía y no puede apartarse de esa concepción malsana, para los habitantes de esta parte Dessalines ha de seguir mirándose como el vencedor incontestable de la expedición napoleónica y el único poder realmente temible y decisivo en toda la Isla. Sin embargo, la conducta de Dessalines es realmente inquietante. Al proceder de esa manera pasiva, ponía automáticamente en manos de la población de esta parte –la mayor y la menos poblada– la misión de completar la Independencia de toda la Isla. Pero está claro que dos nombres distintos representan dos destinos separados y dos Independencias distintas. 3 Este paso debía tener profundas consecuencias. En ese mismo instante quedaba fracturada la tendencia histórica –reconocida jurídicamente por la cesión de España a Francia y establecida revolucionariamente por la toma de posesión de Toussaint– que debía servir de punto de arranque al proceso de formación de una conciencia nacional. 3 Ob. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 233 14/11/2013 10:09:05 a.m. 234 Pedro Mir Hoy puede resultarnos inconcebible, al contemplarse con los patrones mentales de la actualidad, la posibilidad de semejante proceso. Pero entonces la realidad no respondía a esos patrones. A través de un largo recorrido los intercambios comerciales entre las dos colonias, habían creado un estado de dependencia mutua que imponía, por la presión material inexorable, una visión isleña de la realidad que originaba sus propios patrones políticos. Esa dependencia tenía profundas raíces en esta parte, debido a que habían hecho posible su supervivencia histórica, puesta en cuestión por las DEVASTACIONES y por una política de desprecio moral, de indiferencia política y abandono económico en que la había sumido secularmente la política metropolitana. La política unificadora que había emprendido Toussaint a raíz de la toma de posesión de toda la Isla en 1801 podía responder, y no podía ser de otro modo, a sus propios criterios gubernamentales y a los intereses de su propia política, pero encontró una acogida favorable en todos los sectores de esta parte, que no puede ser entendida sino como la expresión de una convergencia histórica de los intereses materiales de ambas poblaciones. Sólo así se explica la acogida que se le dispensó a Toussaint en todas partes, en las que sólo faltó recibirlo bajo Palio,4 como dice José Gabriel García en su Historia. Y, aunque la parte española perdió moralmente con la administración uniforme, cosa que afirma ese historiador sin que explique por qué, lo cierto es que, como él mismo afirma, tanto ella como la parte francesa ganaron mucho materialmente, porque a la sombra de la protección dispensada al comercio por los generales Paúl Louverture y Clerveaux, en sus departamentos respectivos, se abrieron para ambas unos medios de comunicación de que hasta entonces habían estado privadas casi siempre, con cuyo motivo se fomentó un comercio fronterizo tan activo como era posible que pudiere serlo, atendido García, Compendio, página 308, recogiendo expresiones similares de una relación dirigida por Francisca Valerio al presbítero Dr. D. Francisco González y Carrasco, Residente en Santiago de Cuba, en Invasiones haitianas, de Demorizi, ob. cit., página 71. Este documento de dudoso valor exhibe un violento odio a los haitianos sin que revele sus raíces y su sentido. 4 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 234 14/11/2013 10:09:05 a.m. La noción de período en la historia dominicana 235 el estado de decadencia en que las emigraciones y la guerra habían dejado a la isla entera…5 Delmonte y Tejada, quien fue un adversario esencial de Toussaint, por cuya razón abandonó el país en que había nacido después de oponerse con las manos en las armas a esa toma de posesión, en aquella aventura que pinta Kerverseau en términos tan infames, le prodiga unos elogios, aún desde la misma Habana, que no dejan de causar asombro en el lector contemporáneo. Y otros de su misma condición y actividad, por igual, con un entusiasmo que se proyectaba más allá de la personalidad de Toussaint para impregnar el contenido total de la Revolución haitiana. Dessalines, por el contrario, la hizo trizas. Pero hay que tener cuidado al hacer un paralelo entre estos dos grandes hombres, porque de un país a otro, la óptica se invierte y cambia la perspectiva histórica. Toussaint no fue en Haití un revolucionario tan avanzado y tan consecuente como Dessalines. La concepción revolucionaria de Toussaint, que no pasaba del régimen feudal ni superaba la esclavitud, se traducía por una dislocación reaccionaria de la corriente hacia la independencia, cuyo objetivo histórico era la emancipación de la tierra en dirección del capitalismo y hacia el establecimiento de la sociedad burguesa. Durante su gobierno muchas habitaciones fueron restituidas a los antiguos amos, incluyendo al señor de Breda que fue el suyo propio, y se explica que se granjeara tantas simpatías en esta parte entre la clase propietaria, como la llamaba el antiguo Gobernador García y la siguió llamando el historiador del mismo apellido. Por el contrario, Dessalines continuó en Haití la tradición emancipadora del negro hasta sus últimas consecuencias, y fue precisamente su lucha por destruir los privilegios feudales implantados por Toussaint lo que le costó la vida. Es, muy merecidamente, la figura más positiva de las luchas haitianas por la emancipación y la 5 Idem, página 306. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 235 14/11/2013 10:09:05 a.m. 236 Pedro Mir independencia y por tanto uno de los grandes próceres de la libertad y el progreso social e histórico en este Continente. Pero es posible que el prisma racial, que pudo no obstante orientarle revolucionariamente en Haití, le impidiera comprender el momento histórico en función de la Isla entera. Dessalines se refería a la población de esta parte –en una alocución dirigida a su propio pueblo– como indígenas españoles, esos descendientes de los desgraciados Indios inmolados a la concupiscencia y a la avaricia de los primeros usurpadores de esta Isla…6 Evidentemente falsa, esa concepción racial parece haber influido en su determinación de sofrenar sus tropas, desconfiando de una tal población, ya que en una proclama dirigida a la parte antes española, en mayo de 1804, decía: para daros todo el tiempo necesario para reconoceros y para estar más seguro de vuestra fidelidad, he reprimido hasta ahora el ardor fogoso de mis soldados…7 Sin embargo, en el mismo discurso, al cambiar de sujeto cambia de predicado y dice, aludiendo a los franceses: Ellos no sospechan que al aplazar hasta ahora el ir a atacarlos, mi principal objeto era aumentar el caudal de nuestros recursos y el número de nuestras víctimas… Al margen de estas incoherencias, lo concreto es que la tirantez entre estas dos fuerzas, deberá resolverse en un frente de batalla cuyos polos son Santo Domingo y Santiago, sin que la población pueda influir en una decisión que pone en juego sus intereses y mantiene en vilo su vida misma. A todas luces, esa decisión reposa tranquilamente en las manos de Dessalines. Para la población capitaleña la situación no es tan aguda porque la presencia de Ferrand en ella ha aglutinado en su derredor a sus elementos más conspicuos, creando una pequeña corte colonial que es halagada por todos los medios, incluyendo el derecho de esclavizar a los vecinos, y a quien las promesas de la grandeza imperial de Dessalines. Alocución del Emperador al pueblo a su regreso del sitio de Santo Domingo. Cuartel Imperial de Laville. 12 de abril de 1805, año II. En Invasiones haitianas de Demorizi, ob. cit., página 105. 7 Dessalines. Proclama a los habitantes de la parte española. Cuartel General del Cabo, 8 de mayo, 1804, en Idem., página 97. 6 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 236 14/11/2013 10:09:05 a.m. La noción de período en la historia dominicana 237 Francia, puede mantener a la élite capitaleña firmemente identificada con Ferrand. Por el contrario, para la población santiaguera donde está asentada la guarnición haitiana que, por su parte, no ha escatimado medios para ganarse a la población, que está situada en el mismo centro del país y para la que no puede haber dudas acerca de la naturaleza decisiva de las tropas de Dessalines, la situación presenta signos mucho más inquietantes. A esos se agrega que algunos elementos de la élite de esa región, como Arredondo y Pichardo, estiman que Santiago no es tan seguro como la Capital a beneficio de los nuevos y buenos medios de defensa de que carecieron los demás pueblos internos. Lo natural, lo justo, lo que dicta el sentido común, lo que se corresponde con la naturaleza humana y con la experiencia histórica, es que los habitantes de esta parte de la Isla, o cuando menos los de la región del norte, con Santiago a la cabeza, cuyos intereses o cuyo nivel de fortuna se ven más directamente afectados por la situación en general y por la confrontación que pende sobre sus cabezas, traten de indagar el curso inmediato de los acontecimientos previsibles. Así se explica que de allí parte la idea de integrar una Comisión que se entreviste con Dessalines en el Cabo, a fin de despejar las incógnitas con el amo indiscutible de la situación. 4 Antes de transcurrir un mes de haber sobrevenido la capitulación francesa, ya está en camino una diputación compuesta de cinco miembros en la que figura el mismo Arredondo y Pichardo. Recibida con gala de atenciones y lisonja en aquella ciudad, la Diputación obtiene la respuesta de Dessalines en sobre sellado. Al ser abierto se conoció que Dessalines ofrecía su apoyo a cambio de la suma de 100 mil pesos fuertes. Una tal respuesta desarticulaba completamente la lógica del momento histórico. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 237 14/11/2013 10:09:05 a.m. Pedro Mir 238 De acuerdo con lo que dice el Dr. Alejandro Llenas en un artículo de 1874, era así: La causa haitiana contaba algunos adeptos en el Cibao, pero habiendo éstos enviado en Diciembre de 1803 tres diputados al Cabo y habiéndoles exigido Dessalines por su apoyo una contribución de 100 mil pesos fuertes, el Cibao volvió a los franceses…8 También Kerverseau, sin salirse de su tesis de la cobardía popular lo refiere en la carta al Gobernador de Caracas antes mencionada, en los siguientes términos: Los naturales de Santiago amedrentados enviaron una diputación a los rebeldes, y éstos les impusieron leyes tan duras que la desesperación reanimó su valor y les hizo volver a tomar las armas que ofrecían dejar. Por desgracia hay diversidad de opiniones entre ellos y demás gente de color que forma parte de esta población. Pero yo no miro esta parte como perdida…9 Pero poseemos dos testimonios que nos exigen una atención más esmerada. Uno es el de Arredondo y Pichardo porque fue miembro no de una sino de dos diputaciones que se dirigieron a Dessalines. Y otro el del mismo Dessalines. El testimonio de Arredondo y Pichardo debe ser sometido a una depuración muy estricta porque su autor escribió en unas condiciones que le obligaban a alterar los hechos para acomodarse a ellas. Este individuo era abogado, procedía de las más ricas familias de la región por el lado de su madre, hablaba fluidamente el francés y no había sido renuente a colaborar con los haitianos, a quienes aceptó cargos de representación en tiempos de Toussaint. Mantuvo con ellos relaciones estrechas, inclusive de tipo social. En 1805 abandonó el país y se trasladó a Cuba donde 8 9 Llenas, Dr. Alejandro, Invasión de, en Idem., página 189. En el proemio al Diario de la reconquista de Fr. Cipriano, vers supra. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 238 14/11/2013 10:09:05 a.m. La noción de período en la historia dominicana 239 se creó una posición profesional y social importante y educó a su familia. Allí escribió, acaso unos treinta años después, unas MEMORIAS DE MI SALIDA DE LA ISLA DE SANTO DOMINGO, en las que notoriamente trata de ocultar, aunque de manera candorosa, sus antiguas relaciones con los negros debido a que escribía en el seno de una sociedad fuertemente impregnada por el odio racial y que no perdonaba jamás esas relaciones. Véase el candor con el cual Arredondo pretendía deformar la realidad. Cuántas veces estábamos bailando, jugando y divirtiéndonos con los oficiales haitianos en los términos más amistosos y bajo la más fina armonía, hasta las dos y las tres de la mañana, y a las siete del mismo día veíamos a los compañeros con quienes bailábamos, a la cabeza de sus compañías para asustarnos…10 Arredondo no entiende que para aquella sociedad y para aquella familia que le rodeaba al escribir su libro de memorias, el crimen no era el susto sino el baile. En otra ocasión refiere que: En un baile que dieron para celebrar la entrada de Moyse, antes de la venida de la armada francesa, se me hizo la gran distinción por el bastonero de sacarme a bailar con una negrita esclava de mi casa, que era una de las señoritas principales del baile porque era bonita…11 Y ahí se evidencia que se le rendía gran distinción lo que permite dudar del pequeño susto. Tal vez a esta blandura del sentido autocrítico de Arredondo se debió que su obra no fuera publicada nunca en Cuba y que sus hijos y descendientes la conservaran amorosa pero discretamente en algún oculto anaquel de la familia. Por esa razón, los hechos narrados por Arredondo aparecen continuamente alterados para acomodarlos a los prejuicios que le Arredondo y Pichardo, Gaspar de, Memorias de mi salida de la isla de Santo Domingo, el 28 de abril de 1805, en Idem., página 134. 11 Idem. 10 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 239 14/11/2013 10:09:05 a.m. 240 Pedro Mir rodeaban y no pueden ser tomados a la letra, salvo en aquellos que consignan hechos objetivos que escapan a la vigilancia del autor. Por ejemplo, en las MEMORIAS fueron dispuestas por el Consejo departamental de Santiago presidido por el mismo Ferrand,12 tratando de eliminar sus propias iniciativas con un dato absurdo e incongruente. Arredondo asevera que Dessalines le impuso a esta parte una contribución de ¡cinco millones de libras!, moneda que no se conocía en el país,13 y que la Diputación fue enviada con el propósito de pedirle que rebajara la cuota y para acreditar nuestra obediencia y buena disposición a cumplir sus órdenes, enviaríamos ganados de todas clases, prendas de oro y plata y aún las alhajas de los templos hasta llenar la suma pedida…14 Es absurdo que, sin pulverizar su orgullo y lo que es más importante, su autoridad, el General Ferrand, oficial de los Ejércitos napoleónicos del más alto rango, se dejara caer en una posición tan deslucida y mendicante. Y, menos, después de asumir la misión de rescatar el honor de las armas de Francia, conservándole esta Colonia y eventualmente restituyéndole la parte usurpada por los «sublevados». Para Ferrand, Dessalines no será nunca más que un esclavo a quien no se suplica sino a quien se golpea. O se humilla. Las representaciones de Arredondo no son aprobadas por Ferrand sino contra Ferrand. De manera que estas afirmaciones, así como otras del mismo jaez, no pueden ser tomadas sino como un artificio, destinado a clarificar sus actitudes y sus convicciones ante los ojos de sus lectores españoles de Cuba, donde había conquistado una posición social lisonjera y levantado una familia orgullosa. Idem., página 139. La diputación, según el autor de las Memorias, fue integrada por el presbítero Juan Pichardo, don Domingo Pérez Pichardo, primos hermanos suyos, don Antonio Geraldino, don José Méndez y el propio Arredondo y Pichardo, quien hablaba francés, y el «mulato» José Tavárez, comandante de la plaza de Santiago nombrado por Dessalines, quien hablaba «patois». 14 Es de notar que los primos de Arredondo son de apellido Pichardo y, según él mismo refiere (página 123 de su obra) el cielo me dio unos padres ricos, de esclarecido nacimiento, una estirpe que le venía de los Pichardo, ya que mi abuelo materno era reputado por uno de los vecinos más ricos del departamento del norte español… 12 13 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 240 14/11/2013 10:09:06 a.m. La noción de período en la historia dominicana 241 Su relato deforma los hechos en forma liberal y festinada, pero no puede prescindir de los hechos. Y esos hechos son que hubo una comisión y que, después del fracaso de ella, se decidió enviar una segunda comisión cerca del General Dessalines, que con nuevas súplicas, y más eficaces promesas, le hicieran admitir nuestros primeros ofrecimientos… La palabra nuestros no incluye sino excluye al General Ferrand, puesto que de haber sido al contrario habría dicho los ofrecimientos del General Ferrand, con lo que le resultaba más fácil disipar los elementos de iniciativa propia que pudieran deducirse de su reiterada participación en las comisiones. 5 El testimonio de Dessalines se encuentra en su proclama del 8 de mayo de 1804 y dice así: Tan pronto como el ejército francés fue expulsado vosotros os apresurasteis a reconocer mi autoridad: por un movimiento libre y espontáneo de vuestro corazón, os colocasteis bajo mi dominio. Más inclinado a hacer la prosperidad que a causar la ruina de la patria que habitáis acogí favorablemente este homenaje… Ya me aplaudía del feliz éxito de mis cuidados, que no tendían sino a evitar la efusión de sangre; pero un Sacerdote fanático todavía no había imbuido en vuestra alma la rabia que la domina; pero el insensato Ferrand no había aún vertido entre vosotros los venenos de la mentira y de la calumnia. Circularon escritos producidos por la desesperación y la debilidad; luego, varios de vosotros, seducidos por insinuaciones pérfidas, solicitan la amistad y la protección de los franceses; se atrevieron a ultrajar mis bondades y se coaligaron con mis crueles enemigos…15 En este texto se descubren verdades enteras y verdades a medias. Son verdades el Sacerdote fanático, (el padre Vives) el insensato Ferrand» 15 Citada, v. supra. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 241 14/11/2013 10:09:06 a.m. 242 Pedro Mir y los varios de vosotros que se coaligaron con el enemigo. Pero son verdades capitaleñas no santiagueras. Y, por el contrario, el movimiento libre y espontáneo que se menciona al principio del discurso, es una verdad santiaguera, no capitaleña. Porque en el marco de la situación a que se encontraba sometida esta población, tenía que haber una verdad partida en dos mitades, la mitad que correspondía a la parte ocupada por los haitianos y la que correspondía a la ocupada por los franceses. Y por eso la única verdad entera que resulta del discurso es que la población de esta parte se encontraba sumida en una situación histórica impresionante que, tal como ella puede ser clarificada, a la luz de los testimonios mencionados, podría ser la que sigue: 1. los cibaeños acuden a Dessalines por medio de una doble diputación para dilucidar el destino de esta parte; 2. la gestión fracasa por mediar una considerable suma de dinero;16 3. el fracaso pone en claro ante los ojos de esta población que no puede contar con el concurso revolucionario de Dessalines; y finalmente, 4. ese concurso no puede encontrarse en ninguna otra fuente que no sea la propia determinación popular. La respuesta que la población cibaeña dio a esta situación es tan coherente y tan cargada de significaciones y de implicaciones históricas, que autoriza a ser saludada como el momento incomparable del nacimiento del pueblo dominicano. Y no es pura casualidad que este nacimiento se produzca en el mismo corazón de la isla, en el cruce delirante de sus cordilleras, de sus valles prodigiosos y de sus turbulentos ríos… 16 El aspecto monetario de la gestión solo nos ha sido presentado en fuentes dominicanas. No hemos tenido a manos el menor indicio del testimonio de la parte afectada, por lo que siempre deberá aceptarse solo con la debida reserva. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 242 14/11/2013 10:09:06 a.m. La noción de período en la historia dominicana 243 El nacimiento del pueblo dominicano El suelo natal A mediados de mayo de 1804 la Isla se encuentra, por el azar de los acontecimientos, dividida en tres importantes regiones: • una al oeste, Haití, enfrascada en el ordenamiento de su flamante República, de la cual Puerto Príncipe se constituirá en la capital; • dos al este, en la antigua parte española, separadas por la Cordillera Central, y de las cuales • una, la que da a la banda del norte desde Monte Cristy hasta Samaná, abandonada por los franceses a raíz de la evacuación de Haití, ha sido colocada a nombre de Dessalines bajo el mando de un antiguo esclavo nacido en Haití pero criado en Santo Domingo, Campo Tavares, quien recluta una tropa de antiguos esclavos de esta parte y forma el «batallón de Santiago» con su cuartel general en esta ciudad que viene a ser así su capital; • y la otra, la que da a la banda del sur, constituida en un bastión francés bajo el mando de Ferrand, al reconcentrar sus fuerzas dentro de los recintos amurallados de Santo Domingo, que viene a ser su capital. Hay, pues, tres capitales en la Isla. Dos de ellas bajo la jurisdicción haitiana y una de la francesa. El status político de estas tres regiones, con sus respectivos centros en la capital correspondiente, deberá ser decidido por una confrontación militar entre franceses y haitianos. El pueblo dominicano, no cuenta. En rigor, carece de existencia histórica. Inclusive se duda entonces –y tal vez se siga dudando todavía hoy– de su capacidad para dar constancia objetiva de su existencia en aquel momento. Se explica. Para que un pueblo proporcione a sus historiadores la debida constancia de su existencia en un momento dado, será NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 243 14/11/2013 10:09:06 a.m. 244 Pedro Mir necesario, como lo hemos discutido ya,17 UNO, que en los hechos palpables se constituya frente al poder establecido; DOS, permita ver, en los hechos mismos, su decisión inquebrantable de imponer su voluntad, de manera independiente de ese y de otro poder cualquiera; y, TRES, que esta voluntad se materialice en acciones concretas, particularmente en los términos de la confrontación directa con el poder en cuestión, cuya expresión, por lo general inevitable, es la vía de las armas. Desde luego, esta última condición supone la posesión de las armas… En la situación antes descrita, no se advierte la presencia de ninguna de estas condiciones. En otras palabras, el pueblo no existe. Las decisiones serán dirigidas por otras fuerzas. El hecho de que el grueso de la expedición francesa de Leclerc haya sido destrozada en el oeste por los haitianos, y de que las fuerzas de Ferrand no sean sino unos despojos desamparados del poder imperial, mientras el pueblo de esta parte permanece sin dar signos objetivos de su existencia, augura un desenlace haitiano a corto plazo para toda la Isla. Sin embargo, la presión histórica será de tal naturaleza que impondrá un desenlace cuyo resultado más importante será el desarrollo vertiginoso de aquellas condiciones que harán posible el nacimiento de este pueblo y, por consiguiente, del núcleo fundamental y soberbio de la Historia de la República Dominicana. La gestación Durante ciertos días de principios de 1804, un español devenido francés, Agustín Franco de Medina, uno de los más ricos propietarios de Santo Domingo según consta en su hoja de servicios a Francia, ha estado ocupado en reclutar, a su propia costa y con su propio esfuerzo, una tropa de mercenarios entre los naturales de la banda del norte, hasta reunir unos 800 ó 900 hombres.18 Esta fuerza le permite con17 18 V. Primera Parte, párrafo 5, «Caracterización del Pueblo», página 77, supra. Resumen de los hechos auténticos que se recomiendan al Jefe de Batallón don Agustín Franco de Medina, a la justicia del Gobierno, en Invasiones haitianas de Demorizi, ob. cit., página 148. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 244 14/11/2013 10:09:06 a.m. La noción de período en la historia dominicana 245 vencer a Ferrand, si no es que el propio Ferrand le ha encomendado esta misión como opinan algunos, de la oportunidad de una acción militar destinada a recuperar el mando de esa región, debido a que la guarnición haitiana no es verdaderamente haitiana. Es en realidad una tropa reclutada por Campo Tavares entre antiguos esclavos. El día 15 de mayo de ese año se lleva a cabo la operación. Una columna francesa al mando de Deveau, ayudante de Ferrand, se presenta sorpresivamente en Santiago en zafarrancho de combate. Esta acción, no solamente toma desprevenida a la guarnición haitiana, sino a la misma población de Santiago que, como es natural, se ve obligada a abandonar esta ciudad convertida súbitamente en campo de batalla. Semejante conducta es tan obvia que no ameritaría ser mencionada si, en las fuentes en que se relatan estos hechos, no se pusiera un sospechoso énfasis en ella.19 De ese modo participan cuatro protagonistas en la acción. La columna francesa al mando de Deveau. La guarnición haitiana. La tropa de mercenarios aportada por Franco de Medina. Y, de manera visiblemente artificiosa, la población de Santiago que se margina obviamente de la lucha y desaparece por los alrededores del escenario bélico. Este último protagonista es el nuestro y a él le debemos toda nuestra atención. De inmediato debemos considerar el hecho del abandono de la ciudad. Es claro que si esta ciudad se convierte en campo de batalla, la población no combatiente –mujeres, niños, ancianos, enfermos, orates– deberán desalojarla sin preámbulos. Pero, en la situación que nos ocupa, esta lista de no combatientes debe hacerse más extensa porque es preciso considerar un sector de la población apta para tomar las armas, que no se compromete ni tiene por qué comprometerse en la confrontación militar de dos fuerzas que le son igualmente extrañas.20 Se supone que en el encuentro solamente deben Delmonte y Tejada, ob. cit., página 242, Tomo III, y García, ob. cit., página 325, Tomo I; igualmente Arredondo y Pichardo, ob. cit., página 147. 20 La afirmación de Llenas (v. supra p. 248) en el sentido de que el Cibao volvió a los franceses después de las fallidas misiones al Cabo, se ven desmentidas inmediatamente en la versión de Kerverseau (v. Idem., nota 2) al afirmar éste, testigo directo de aquellos acontecimientos, «desgraciadamente hay diversidad de opiniones entre ellos» a pesar de lo cual no daba esta parte como perdida, o sea, 19 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 245 14/11/2013 10:09:06 a.m. 246 Pedro Mir participar los haitianos y los franceses, estos últimos auxiliados por la tropa de naturales –pero no de naturales de Santiago– que aporta Franco de Medina y, en consecuencia, la población completa de los santiagueros debe desalojar la ciudad y refugiarse en los campos. Es así como, a las tres de la tarde de ese día, se encuentran frente a frente los adversarios y traban un combate que dura aún toda la mañana del día siguiente, al cabo del cual quedan los franceses dueños de la plaza mientras la guarnición haitiana se ve obligada a retirarse a Haití. Increíblemente, los franceses abandonan la plaza 48 horas después de haber sido conquistada y se repliegan a sus cuarteles en Santo Domingo. Un hecho premonitorio que va a repetirse, cambiando al protagonista, cuarenta años después… Lo que ha sucedido es que los franceses se han batido con una tropa de soldados bisoños reclutados por Campo Tavares en esta parte. Pero lo que resulta verdaderamente insólito en esta situación no es esta fuga evidente, a todas luces indigna de su comandante, en la cual ni hay ni puede haber otro fundamento que el temor exacerbado a una revancha haitiana, sino el hecho fastuoso, incomparable, de que como resultado de la doble retirada de los titanes, toda la banda del norte y principalmente Santiago, queda a un tiempo mismo libre de haitianos y franceses.21 Se ha producido un vacío de poder que emancipa gratuitamente a la población y obliga a los naturales a ejercer una auto-determinación que inevitablemente conduce a una toma de conciencia popular, inclusive nacional, y que le ha descendido providencialmente de las nubes. Esta súbita libertad es tan plenaria que aún el mismo contingente de Franco de Medina, presumiblemente con los mismos que no faltaban motivos para darla por perdida ya. Los hechos se inclinaron en este último sentido. 21 En el Capítulo XIV de su relato. Arredondo dice, a propósito de la retirada de los haitianos después de la acción de Deveau que quedaron los nuestros (los franceses) dueños del campo y Santiago libre de negros. Olvida decir, tres líneas después, al consignar el abandono de la plaza a su vez por Deveau, cuando apenas habían transcurrido 48 horas, que en ese instante Santiago quedaba igualmente libre de franceses. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 246 14/11/2013 10:09:06 a.m. La noción de período en la historia dominicana 247 fundamentos se evapora del escenario y quedará en algunos vagos rincones, como alegará después, «limpiando el departamento», lo que resulta poco verosímil.22 Al encontrarse en poder de su propio destino, la primera medida de los naturales de Santiago es recuperar la ciudad. Un pequeño grupo de dirigentes improvisados ardientemente, entre los que figuran los hermanos Andrés y Melchor Rodríguez, los hijos de Juan Reyes, Diego Polanco y otros, parecen percatarse de las implicaciones históricas de ese inesperado acontecimiento y toman la iniciativa de reagrupar a los vecinos dispersos y organizar el retorno a la ciudad, sin duda con un programa que trasciende extraordinariamente el simple traslado. La repoblación se opera con bastante presteza. Pronto se hace evidente que las familias más encopetadas, más o menos visiblemente identificadas con los franceses, seguirán el rastro de la columna de Deveau hacia Santo Domingo y no se sentirán dispuestas a afrontar los riesgos de esa situación de aparente ingravidez en que se sitúa la reorganización de la vida urbana en Santiago, ausentándose para siempre. Es presumible que el menaje de sus residencias fuera aprovechado para reconstruir los hogares destruidos por la metralla porque se oyen versiones en bocas mal intencionadas que hablan de saqueos a la propiedad, horrorosa crisis y depredaciones en nombre de Dessalines perpetradas por malvados y ladrones23… Estas versiones aparecieron mucho tiempo después y, seguramente para explicarlas, apareció la tesis del abandono de la ciudad por parte de la población de Santiago, tergiversando completamente su contenido racional y su fundamento humano. Son sumamente inverosímiles esas versiones cuando se contraponen con los hechos que se producen simultáneamente en las mismas horas. Ya para el 15 de julio, día más, día menos, la ciudad de Santiago ha recuperado por iniciativa propia su aspecto normal y cotidiano. Se reabren los templos, funciona a cabalidad el mercado, entran y salen los mercaderes de Loc. cit. Véase nota 2, página 255. 22 23 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 247 14/11/2013 10:09:06 a.m. 248 Pedro Mir todo el Cibao, se han reintegrado las familias más conservadoras, excepción hecha de aquellas que se sumieron en la pequeña corte francesa, con lujosas fiestas y noches de teatro, mantenida por Ferrand en Santo Domingo, o emprendieron el camino inexorable de allende el mar. Toda esta recuperación de Santiago ha obedecido a una dirección inteligente que no ha confiado en la espontaneidad y que, como confirmación de que ha respondido a un programa y de que ha sido animada por una inspiración secreta por primera vez manifiesta en términos concretos, ha dado un paso de increíbles y fastuosas implicaciones históricas: haciendo acopio de armas en un campo de batalla todavía humeante, se ha dado cuerpo a un aparato defensivo, un ejército propio, al frente del cual se coloca una flamante oficialidad, íntegramente compuesta por naturales. Melchor Rodríguez, por lo que podemos saber en una mención de pasada, sale de Capitán. Serapio Reinoso, irá de Coronel, porque con ese título aparece en una línea perdida. Es, como quiera que se quiera ver, el primer ejército de la patria… Y uno se pregunta entre paréntesis, ¿no resulta reconfortante descubrir ya en estas primera páginas los gérmenes de una voluntad popular, cuando desde la más remota infancia ha sido nutrido uno con una constante prédica, consciente o inconscientemente dirigida a convencernos de que brotamos de una nacionalidad incolora, desprovista de esos atributos que engalanan a todos los pueblos; cuando se nos ha contrapuesto incesantemente al vecino, como un país de cobardes sometidos a su iniciativa, sobrecogidos de terror ante un antillano como nosotros, capaz de gobernarse y de gobernar contra la voluntad de las grandes potencias imperiales y a quien ha debido pintarse como un monstruo extraterrestre para justificar nuestra actitud implorante frente a otras naciones, supuestamente capaces, a cambio de girones de nuestro hermoso territorio, de librarnos de la perdición?… Es claro que todavía no hay patria. La noción de patria implica la confrontación con fuerzas extranjeras. Pero este núcleo primitivo se crea precisamente para esa eventualidad y, por consiguiente, indica y avanza ya una estructura patriótica. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 248 14/11/2013 10:09:06 a.m. La noción de período en la historia dominicana 249 Tampoco puede afirmarse rotundamente que estamos en la presencia claramente discernible y rigurosamente delineada del pueblo. Hasta ahora se trata de una población que se encuentra sumida en un estado de auto-determinación forzosa, en medio de unos acontecimientos que le sobrevienen como una catástrofe. Pero hay allí un germen de soberanía, si se quiere diminuta, pero efectiva, decidida y militante. Importa poco que ella esté basada, más que en el poder material, en ese instinto de juego que, según Schiller, anima a los pueblos en su infancia. Lo que importa es que en esos momentos el pueblo está tomando conciencia de sí mismo. La conciencia de sí mismo se obtiene, ha dicho Hegel, de dos maneras: una teórica, la otra práctica… Hasta aquí se trata solamente de la teórica. Falta pues que esta conciencia popular se reconozca a sí misma en la práctica, se verifique en forma de voluntad activamente dirigida a transformar el mundo circundante por medio de la acción. Y no tardará en ocurrir de esa manera… El nacimiento Durante estos meses el pueblo santiaguero, pero también Monte Cristy, La Vega, Cotuí, toda esa banda hasta Samaná, la mitad del territorio de la antigua parte española, ha conocido la libertad absoluta y ha disfrutado de su incomparable euforia. Es entonces cuando Ferrand se percata de que no ha habido revancha haitiana. Se convence, por esa línea de razonamiento que los americanos llaman wishful thinking –el calcular a la medida de los deseos– de que no la habrá nunca. Y, ni corto ni perezoso, envía de nuevo a su ayudante Deveau con un destacamento aguerrido, debidamente instruido en el sentido de arrebatar a los santiagueros esa libertad que inevitablemente tiende a hacerse dominicana –y que a la larga le costará la vida– y restituir el departamento del Cibao a su autoridad imperial. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 249 14/11/2013 10:09:06 a.m. 250 Pedro Mir Deveau llega efectivamente a Santiago y comienza por instalar en la presidencia del Concejo departamental al célebre Agustín Franco de Medina, a quien también a la larga le costará la vida estas aventuras. Esto significa que el «juego» de los cibaeños a la autodeterminación ha concluido. Un par de meses de esta nueva situación resultan suficientes para establecer diferencias entre un régimen de autodeterminación popular y un régimen de dominio imperial colonialista. A ojos vistas, la experiencia resulta intolerable para el estado llano, como lo denomina Delmonte y Tejada. Efectivamente, el día 15 de octubre de 1804 se produce un levantamiento popular que pone en evidencia la naturaleza del momento histórico y le impone su carácter. La oficialidad del aparato militar nativo se pronuncia contra los franceses y, sacándole provecho al elemento sorpresa, ocupa sucesivamente la casa de Gobierno (la de un vecino rico llamado Antonio Pichardo),24 el Vivac y el Cuartel. Melchor Rodríguez, asistido de su hermano Andrés, se apodera del depósito de municiones que se encuentra a la salida de la ciudad y reparte armas durante el combate. Y así tenemos constituido un pueblo en armas. No muy lejos de ese punto de fervor se encuentra la noción auténtica de la patria… En el primer momento los franceses creen que se trata de la revancha haitiana temida y esperada. Y se someten fácilmente.25 Pero Franco de Medina viene en su ayuda, brotando de las sombras con su tropa de peones armados. Con este refuerzo y, sobre todo, con la certidumbre de que no se trata de los haitianos, los franceses truecan Este Antonio Pichardo puede haber sido el abuelo materno, uno de los más ricos propietarios del Cibao, a quien se refiere Arredondo y Pichardo, o acaso un tío, o en todo caso un pariente cuya vinculación con el francés, extensiva al propio autor de las Memorias, se hace evidente por la cesión de su casa para asiento del Gobierno francés. 25 Franco supo que ha estallado un motín en Santiago, que el General Deveau está asediado en su casa y que había el propósito de asesinar a los franceses. Él llega a Santiago y liberta a Deveau y a los franceses (Resumen de los hechos, ob. cit.). Arredondo pretende que la furia combativa de los franceses se debió a que creyeron que los naturales estaban combinados con los negros. No es verosímil. Por menos que eso, simplemente una noticia falsa, determinó su abandono de la plaza el 15 de mayo. 24 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 250 14/11/2013 10:09:07 a.m. La noción de período en la historia dominicana 251 la inhibición en coraje y la humillación en denuedo. Y rompe la batalla. El choque resulta increíblemente violento. Aquel pueblo en ciernes, compuesto por los naturales de Santiago, a quienes en este momento incomparable llamaremos orgullosamente los nuestros, pone de manifiesto la decisión suprema de restablecer su pequeña república con el temple de la causa popular. Durante toda la noche, una noche oscura como boca de lobos, se empeña en un combate feroz. Los franceses, con toda su carga de experiencia, tienen que hacer frente a un combatiente severo que no rehúsa el combate y que, por el contrario, responde con infinito denuedo. Ya en la madrugada se hace notorio que la victoria lo acompaña y los franceses, confundidos en medio del humo con los naturales de Franco de Medina, de los que no se sabe en qué dirección disparan sus armas,26 se ven forzados al repliegue, aturdidos y humillados cuando no gravemente heridos. Un testigo presencial refiere que los naturales y franceses, en una noche oscura, metieron mano a las armas despedazándose como leones… Y este juicio es importante porque proviene del enemigo, nada menos que de Arredondo y Pichardo, un natural que llama a los franceses los nuestros, lo cual puede ser justo si el dueño de la «casa de gobierno» ocupada por los franceses, Antonio Pichardo, resultara tío suyo o pariente en algún grado, lo que es sumamente probable. El caso es que si los criollos se batieron como leones, careciendo de esa melena legendaria que los dioses habían otorgado tradicionalmente a su enemigo, entonces no queda la menor duda de que tenemos en las manos las más puras resinas de la epopeya… Al despuntar la aurora había 27 cadáveres tendidos por tierra. El testigo sólo recuerda uno: un hijo de Puerto Plata. No recuerda a ningún hijo de Santiago. El de Puerto Plata pudo haber venido con Franco de Medina. Tal vez era de los nuestros, un mártir de la causa 26 Al amanecer, cuenta Delmonte y Tejada, vieron con indecible sentimiento unos y otros el estrago que entre sí se habían hecho los que militaban bajo una misma bandera (ob. cit., página 242). Se sobreentiende que los que militaban bajo una misma bandera eran los franceses y los naturales mercenarios de Franco de Medina. Para los santiagueros no pudo haber confusión, puesto que estaban juramentados para llevar a cabo la acción. Arredondo los llama (pág. 150 de su obra) Los juramentados. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 251 14/11/2013 10:09:07 a.m. Pedro Mir 252 histórica de nuestro pueblo. Pero, de todos modos, su testimonio induce a pensar que los 26 restantes eran franceses… Como resultado de esta acción, el poder, que al mismo tiempo que procede del pueblo constituye históricamente al pueblo, se ejerce en toda su plenitud. El oficial francés Deveau queda detenido con otros oficiales de su tropa y reducido a la impotencia en los cuarteles. Su destino inmediato es difuso en las fuentes pero consta que fue sumariado por Ferrand con 22 cargos, y que la culpa se hizo recaer más o menos artificiosamente en una carta que el obispo francés Mauvielle, adversario de Ferrand, había dirigido con los más absurdos y candorosos objetivos. Todo lo produjo la maldita carta, cuenta lloroso el testigo con mucho sabor criollo y poco sentido de la Historia. Pero mucho más importante que eso es la constitución de gobierno propio por parte del pueblo en armas. Para llegar a este punto el procedimiento que se sigue es el de la elección popular y ésta, que es la primera de que se tiene noticias en el país, recae en José Serapio Reinoso y del Orbe, natural de La Vega, quien viene a ser así el primer gobernante nativo elegido libremente y popularmente en el país. Juró en medio de la plaza, frente a la tropa y en el centro de toda la población alborozada… El mismo testigo a quien debemos esta información tan fabulosa, nos refiere que la victoria arrojó sus frutos más hermosos, afirmándose sobre esos hechos que se fijan indeleblemente en la conciencia de los pueblos: Cambió la situación de tal modo con sus medidas de orden, abasto, conciliación y defensa que Santiago se convirtió en un centro animado y próspero. Y agrega: NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 252 14/11/2013 10:09:07 a.m. La noción de período en la historia dominicana 253 Así estuvimos los meses de octubre, noviembre, diciembre de 1804 y casi febrero de 1805…27 Cuarenta años después, cuando se instituye definitivamente la República Dominicana, no sería tan neta y tan indiscutible la victoria de los seibanos contra Haití, y mucho menos la del 19 de marzo tan sazonada como equívoca, como lo es en esta ocasión la de los cibaeños contra Francia. Y debe tenerse en cuenta un elemento fundamental: esta victoria es la primera que alcanzan los naturales de esta tierra con las armas en la mano, sin más ayuda que su decisión de vencer, no contra un vecino insular, sino contra el sistema colonial europeo en su conjunto, encarnado en este país por las tropas napoleónicas en la cumbre de su poderío y de su prestigio de vanguardia. Decididamente, el 15 de octubre de 1804 es una fecha que jamás deberá ser olvidada por los hijos de esta tierra turbulenta… Sin embargo, este episodio tan entrañable, tan cargado de enseñanzas patrióticas y tan estimulante y enorgullecedor, no ha sido celebrado nunca por la historiografía convencional, a pesar de que en él se hunden las raíces más profundas de la nacionalidad dominicana. Dos razones principales la han sumido en la conspiración del silencio: Una, los errores que condujeron a la tragedia de su desenlace, en torno a los cuales la crítica histórica ha preferido tender una cortina de humo. Otra, la peor, la circunstancia de que la historia no la escriben los pueblos sino, por lo general, sus enemigos, en cuya virtud la versión de los hechos ha sido deformada de la manera más burda, sin detenerse siquiera ante la calumnia. Debemos referirnos de inmediato a la una y seguidamente a la otra. Los extractos proceden de la obra de Arredondo mencionada, páginas 150 y 151, passim. 27 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 253 14/11/2013 10:09:07 a.m. 254 Pedro Mir 7 Estamos ahora en los albores de 1805. Ha llegado el momento escogido por Dessalines para dilucidar el problema del poder en la Isla entera. Significa todo un año discurrido desde la capitulación de los franceses y él no deberá sorprenderse si descubre que el milagro, como la esperanza, acompaña siempre a los débiles. Ahora el Emperador es Dessalines y los débiles son los franceses. Emperador quiere decir Napoleón, porque la coronación de Dessalines es la traducción haitiana del personaje que acaba de coronarse en Francia. Y con esta semántica, hace descender sobre los franceses no evacuados de aquí, un formidable ejército que trae toda la aureola de invencibilidad que un año atrás traía la expedición napoleónica. Los signos cabalísticos tienen ahora su programa de sorpresas completamente invertido, pero conservan su lógica… Este Ejército, dotado de una movilidad impresionante porque no desplaza armamento pesado sino armas livianas, parte dividido en dos columnas que se dirigen a Santo Domingo. Una toma el camino de Santiago al mando de Cristóbal. La otra el de la Capital al mando del Emperador. Para seguirá este Ejército, la atención deberá dividirse también en dos columnas… La de Santiago llega a las afueras de la ciudad en un momento de gran significación popular porque, como sabemos, la población disfruta de su pequeña libertad. Se vive patrióticamente al margen de todo poder extraño y, sin duda, se desea seguir viviendo de esa manera. Pero ese deseo arrastra un conflicto. Desde su prisma revolucionario, los haitianos estiman que los santiagueros deberán facilitarles el paso a través de Santiago en forma amistosa, toda vez que no vienen a combatirlos a ellos sino a un enemigo común, –el francés– en la Capital.28 Y, con ese espíritu, se recibe 28 La solicitud de autorización por parte de los haitianos, certificada por la larga y conmovida carta dirigida por ellos bajo la firma de Campo Tavárez (Véase infra, página 267), involucra un principio de reconocimiento de la soberanía del Gobierno encabezado por Serapio Reinoso en la banda del norte o Departamento del Cibao. Este reconocimiento, que no le fue acordado a la Independencia Efímera de 1821, da la justa medida del alcance que tenía la naturaleza popular NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 254 14/11/2013 10:09:07 a.m. La noción de período en la historia dominicana 255 una embajada de Cristóbal, cuyas tropas se encuentran acampadas al otro lado del río que antecede a la ciudad, listas para efectuar el tránsito tan pronto como se reciba la autorización pedida y esperada. Pero en Santiago se ven las cosas con otro prisma. Si hemos de atenernos a la información que nos proporciona el omnipresente Arredondo y Pichardo, la embajada de Cristóbal fue recibida en casa de Serapio Reinoso, que era el comandante a quien los «naturales» habían otorgado su confianza, y allí fue aparentemente aceptada la solicitud haitiana. Sin embargo, posteriormente, se optó por la resistencia, desestimando las consideraciones del comisionado enviado por Cristóbal. Siempre ateniéndonos a ese testimonio y sin abandonar la vigilancia extrema que impone su pluma mediatizada, parece que el culpable de esta decisión extremista fue el mismo Serapio Reinoso y es tal vez de ahí de donde parte la opinión de que era un afrancesado. Dice Arredondo que aunque en la reunión habida en casa de Reinoso todo pasó, desoyendo los consejos del comisionado se decidió hacer resistencia como consecuencia del hecho del 15 de octubre de 1804. Reinoso prefería la muerte a que se le considerara en connivencia con los negros…29 No hemos olvidado lo que pasó el 15 de octubre. Simplemente los «naturales» expulsaron a los franceses después de una cruenta lucha que otorgó finalmente el comando de las tropas vencedoras a Reinoso. Lo que parece indicar Arredondo y sostiene Delmonte es que Reinoso quería evitar que la autorización al tránsito amistoso de los haitianos pudiera ser interpretada como adhesión o connivencia con ellos. Y, para evitar ese entuerto, lo aconsejable era cerrarle el paso a Cristóbal. Pero a nosotros no nos atrae perdernos en los laberintos de la conducta individual. En todo caso nos ofrece un interés secundario. Lo primario aquí es el pueblo. Y, precisamente, el pueblo se adhirió a la decisión personal de Reinoso. Según afirma nuestro testigo, todos se adhirieron a su resolución sin acordarse de los peligros… de ese Gobierno. Y constituye un testimonio que no ha debido pasar inadvertido jamás por la historiografía convencional en nuestro país. 29 Ob. cit., página 151. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 255 14/11/2013 10:09:07 a.m. Pedro Mir 256 Y esto sí que es importante. La determinación colectiva fue materializada objetivamente en la lucha y la única explicación que la lógica de los acontecimientos y la secuencia histórica permite, es la de que el pueblo fue empujado al sacrificio por su tenaz empeño, que ya se había materializado también frente a los franceses, de conservar su autonomía y permanecer igualmente desligado de los respectivos intereses de los franceses y de los haitianos. El balance que tal determinación arroja aún cuando una visión más serena habría salvado tal vez la auto-determinación es siempre positivo, cualquiera que sea su desenlace, porque expresa la voluntad del pueblo de constituirse históricamente en términos de lucha sin acordarse de los peligro. Así contemplado el conflicto, nos permite reconocer el nacimiento del pueblo y retrotrae ese acontecimiento natal, sin duda el más importante de la historia de ese pueblo, a la fecha ardiente e inmemorial del 15 de octubre de 1804. 8 Las palabras de Campo Tavares desde las orillas del Yaque son suficientes para darnos un cuadro patético de la situación: Yo soy del país en que vosotros nacisteis. Yo he sido compañero vuestro, yo no podré prescindir del afecto que les he merecido siempre y en todas las épocas. Tengo todavía parientes en ese suelo que va a destrozarse. Venero a aquellas personas que siendo su esclavo, me tenían siempre sobre el rango de la clase libre, dispensándome sus cuidados y atenciones, como si procediese de ellos mismos. Vive aún el señor Vicario don Pedro Tavares y sus hermanos, cuyo apellido llevo. Tengo mil motivos de compadecer la suerte de ustedes y de interesarme por su tranquilidad y futura conservación. Sé lo que va a suceder. Conozco la situación en que se hallan. Veo las fuerzas del ejército a que vengo unido. He penetrado sus intenciones. Son temibles las órdenes que tenemos y muy rigurosas para el caso de encontrar oposición a nuestro tránsito, así como son también fuertes contra la NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 256 14/11/2013 10:09:07 a.m. La noción de período en la historia dominicana 257 tropa cuando se desmande, o sea cuando cualquiera de ustedes sea ofendido en lo más leve por uno de nosotros, las cuales serían evitadas dejando libre el paso que queremos para la capital, a batirnos con los franceses que la ocupan. Esto nada más quiere el gobierno indígena. Abran los ojos, reflexionen. No se dejen alucinar, ni se preocupen. Yo les hablo como amigo, como español y como paisano. El jefe nuestro está de buena fe; pero se indigna hasta el extremo cuando piensa que se han de poner obstáculos a su tránsito. La suerte de ustedes es lastimosa, sino piensan como deben en este negocio para ustedes vital. Sentiré en lo infinito de mi corazón llegar a mi patria a inundarla de sangre y dejar a mis amigos yertos en medio de sus calles y plazas. Esto va a suceder irremisiblemente. Sólo con la prudencia lo podrán ustedes evitar. Pongo a Dios por testigo que en darles este aviso no tengo otra intención, ni me lleva otro interés que el de salvarlos y salvar tantos inocentes como van a exponerse dentro de dos horas a ser sacrificados por un capricho el más temerario y desatentado. No traten de resistir, vuelvan pacíficamente al seno de su familia sin .el estruendo de las armas, y se convencerán de que este consejo no es más que afecto del ánimo y de la gratitud. Si así no lo hacen cuenten con su exterminio. No es posible imaginarse otra cosa. Allá va una nueva embajada, compuesta de dos sujetos que les son a ustedes conocidos. Denles una contestación conforme, y cuenten con la seguridad de sus casas, personas y propiedades. Ya me despido de vosotros, queridos amigos, y voy a incorporarme al ejército que tenéis a la vista, con la dulce esperanza destinada por estos antecedentes, que contrarían las órdenes pronunciadas. Adiós.30 9 La tropa pasó sobre la sangre derramada y así concluyó aquella bella experiencia de nuestro pueblo, encaminada a darse un régimen de poder, emanado de su propia voluntad. Arredondo, ob. cit., página 155. 30 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 257 14/11/2013 10:09:07 a.m. Pedro Mir 258 Fue un sacrificio ingenuo pero hermoso. Si bien pudieron ser evitados los dolores del parto, hoy no deben importarnos aquellos dolores sino el parto. Los dolores pasaron, vinieron otros, nunca cesaron de manera definitiva y tal vez no han cesado todavía. La sangre se secó, volvió a ser derramada y tal vez tenga que seguir siendo derramada todavía. Pero la criatura sobrevivió y ese nacimiento debe ser conocido y conmemorado. Porque el nacimiento de un pueblo es un acontecimiento de toda la Humanidad. 10 La segunda columna siguió su marcha volandera hacia la Capital y una vez allí, cerró el bloqueo a los franceses. La falta de armamento pesado impedía romper las murallas y lanzarse al asalto. Mientras llegaba la artillería adecuada desde Haití, los defensores de los fuertes debían ser ablandados por el hambre. Pero el milagro tiene su propia lógica. Cuando todo indicaba que no había otra alternativa que la capitulación, una escuadra francesa que hacía un recorrido de rutina y que ignoraba que en esta Isla existiese aún una colonia francesa, decidió inesperadamente la situación. Dessalines pensó que se trataba de una nueva expedición enviada por Francia y con muy ponderado juicio consideró que la defensa estaba en Haití, junto a su pueblo. Sin detenerse un segundo levantó el sitio y emprendió la retirada. Y así ocurre la tercera devastación. Nadie mejor que el propio Dessalines, con la ventaja de que se elimina todo ingrediente subjetivo, podrá explicarnos en qué consistieron las acciones devastadoras: Veréis que, si una operación comenzada bajo los más felices auspicios, no ha sido coronada con un completo y cabal buen éxito, os queda, al NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 258 14/11/2013 10:09:07 a.m. La noción de período en la historia dominicana 259 menos, el consuelo de pensar que la ciudad de Santo Domingo, único lugar que sobrevive a los desastres de la devastación que propagué a considerable distancia en la parte antes española, no puede servir por más tiempo de refugio a nuestros enemigos ni de instrumentos de sus proyectos. Hay una verdad que no admite duda: donde no hay campos no hay ciudades. Se desprende de este principio, que habiendo sido tomada a fuego y sangre toda la parte exterior de Santo Domingo, el resto de los habitantes y de los animales, arrancados de su suelo y conducidos a nuestra patria, la ventaja que el enemigo se proponía alcanzar desde este punto de mira, resultó si no completamente nulo por lo menos insignificante: consideración que aumenta los otros frutos que hemos recogido de esta expedición… Estas palabras proceden de una Alocución del Emperador al Pueblo, a su regreso de Santo Domingo, pronunciada en el Cuartel Imperial de Laville, el 12 de abril de 1805.31 En el Diario de Campaña de Dessalines, fechado en el mismo lugar y el mismo día se dice que En virtud de las últimas instrucciones de S. M. dejadas a varios generales, éstos empujaron delante de ellos al resto de los habitantes, de los animales y las bestias... redujeron a cenizas los pueblos, aldeas, hatos y ciudades, llevaron por todas partes la devastación, el hierro y el fuego, y no perdonaron sino los individuos destinados por S. M. a ser conducidos como prisioneros…32 Esta tercera destrucción a fondo de los recursos económicos de la infortunada colonia, se produjo exactamente 200 años después de la primera. En sustancia no era sino su continuación inevitable. Dessalines. Alocución del Emperador al pueblo, a su regreso del sitio de Santo Domingo. Cuartel Imperial de Laville, 12 de abril de 1805. En Invasiones haitianas, ob. cit., página 105. 32 Idem., página 109. 31 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 259 14/11/2013 10:09:07 a.m. 260 Pedro Mir Por una concatenación impresionante de los acontecimientos, la devastación de las ciudades del norte y la siguiente devastación de la colonia en su totalidad, debía imprimir una especie de destino que se repetiría incansablemente. De nuevo tendría que emprender el pueblo el camino de su recuperación. Pero esta vez hay un elemento nuevo que tuerce completamente el sentido de la narración. Ha nacido un pueblo que tiende a convertirse de manera definida y universal en el pueblo dominicano. Y esto es lo importante. Lo demás, incluyendo las más grandes derrotas y las frustraciones más paralizadoras, es lo episódico. A veces, y por supuesto debido a que se trata de nuestro pueblo, es también la infamia. Veamos a continuación cómo se teje la infamia. En toda la historiografía nacional la figura indudablemente de mayor influencia ha sido don José Gabriel García, a quien se debe los convencionalismos en que ella se ampara. García miraba por los ojos de aquella clase social que calificaba como la más distinguida y a la que consideraba como la protagonista de la historia patria. Ensalzó sus triunfos y justificó sus errores. La exoneró de su falta de patriotismo. Y al mismo tiempo ignoró al pueblo, cuando no le arrebató sus grandes glorias para otorgárselas graciosamente a su clase social favorita. Así se explica que tributara los más grandes elogios al General Ferrand, aún a sabiendas de que era un representante feroz de la rapiña colonialista y un enemigo sustancial de su país. Se entregaba a él con la actitud de aquellas criollas descritas por Lemmonnier-Dellaffosse, un francés ensimismado de la época: Nada, absolutamente nada podría dar una idea de la dulzura melancólica y ondulosa de suposición, cuando, acostadas en un sofá y rodeadas de atentas esclavas, parecen querer evitar el cansancio de una palabra… Deliciosas criaturas, de las que podría decirse que habían nacido para ser reinas…33 En esos mismos momentos el pueblo cibaeño estaba forjando la nacionalidad. Pero García dirigía sus ojos fascinados hacia la pequeña 33 «Las Criollas Blancas», imagen de las damas que animaban los ocios de los ocupantes franceses de Santo Domingo en 1804, en la página 128 de La Segunda Campaña de Santo Domingo, por J. B. Lemmonnier Delafosse. Santiago, 1946. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 260 14/11/2013 10:09:07 a.m. La noción de período en la historia dominicana 261 corte dominicana del General Ferrand y encontraba que allí todo era perfecto: En lo único que anduvo desacertado –dice después de consagrarle un panegírico que consume cuatro apretadas páginas de su compendio (324 y siguientes)– fue en el nombramiento de comisario principal de policía de la ciudad de Santo Domingo, que por desgracia hizo en Gallardo, abogado español de mucho talento, que con sus excesivas crueldades e injusticias se hizo de tal modo memorable en el país, que su nombre pasa de generación en generación como el de un modelo de iniquidad. Tan cruel como injusto, sólo atropellaba a la gente pobre y a los hombres de color, a quienes declaró una hostilidad irresistible. La clase acomodada no estaba al alcance de sus tropelías porque todos los dominicanos visibles por su nacimiento, por su riqueza o por su saber, que no siguieron las armas españolas, se habían adaptado de tal manera a la situación en vista de las garantías que le prestaba, que eran el más firme apoyo de ella, estrechando cada vez más sus relaciones con las autoridades francesas, especialmente con Ferrand, a quien daban singulares pruebas de adhesión y de afecto personal…34 García afecta ignorar que las órdenes de Gallardo las recibía de Ferrand. Y ese afán justificador, un si es no es glorificador, le impidió consignar en su historia las hazañas del pueblo cibaeño. Es claro que estaba perfectamente informado de aquellos acontecimientos de manera más documentada que Arredondo y Pichardo y que Delmonte y Tejada, que también se ocuparon en ellos. Exactamente en la página 331 y pasando a la siguiente, consigna en unas breves líneas que el coronel Serapio Reinoso del Orbe, mandaba por elección popular el departamento del Cibao.35 Pero volatiliza en absoluto la elección popular, con la inmensa importancia que un hecho como ese presenta a un historiador. Borra de un plumazo la presencia del pueblo cibaeño y, García, Compendio, ob. cit., página 324. Idem., página 331. 34 35 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 261 14/11/2013 10:09:07 a.m. Pedro Mir 262 dedicándole media página a los acontecimientos, acumula sobre este pueblo las más intolerables aseveraciones: En donde más dificultades encontró que vencer –nos dice refiriéndose a Ferrand– fue en el Cibao, víctima a la sazón de las depredaciones ejercidas en nombre de Dessalines contra la propiedad y el reposo de los ciudadanos; pues aunque mandó a su ayudante Dervaux con el capitán don Domingo Pérez Guerra, y estos lograron batir la guarnición haitiana y posesionarse del departamento con la tropa que llevaron, el pánico producido a poco por la falsa noticia de que numerosas huestes marchaban a vengarse ocasionó una fuga tan desordenada entre las familias, que fue causa de que se experimentaran en Santiago, La Vega y Cotuí, donde se aprovecharon los malvados y los ladrones, que en iguales casos nunca faltan para hacer una buena cosecha, siendo necesaria la valiosa cooperación de don Andrés y don Melchor Rodríguez, de don Diego Polanco y de otras personas importantes, para que los vecinos volvieran a congregarse…36 Esta es su narración de los acontecimientos. De acuerdo con ella, Derveau fue a Santiago, no a someterla a la coyunda francesa, sino a reprimir las depredaciones ejercidas en nombre de Dessalines contra la PROPIEDAD y el reposo de los ciudadanos. Ahora bien, estas depredaciones son ejercidas por los malvados y los ladrones cuando las familias de Santiago emprendieron una fuga desordenada a consecuencia del PÁNICO producido a poco por la falsa noticia de que venían los haitianos. Estos malvados y ladrones actúan en nombre de Dessalines y sólo la cooperación de los Rodríguez, Polanco y de otras personas IMPORTANTES hizo posible que los vecinos regresaran. Aquí la falsificación de los hechos es nutrida. Las familias no huyen por el PÁNICO producido por esa noticia falsa. En realidad abandonan la ciudad ante el enfrentamiento de dos ejércitos poderosos, la columna de Derveaux y la guarnición haitiana. El sentido 36 Idem., página 325. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 262 14/11/2013 10:09:08 a.m. La noción de período en la historia dominicana 263 común indica que las mujeres, los niños, los ancianos, los curas y el resto de la población no combatiente tiene que desalojar el campo de batalla. Inclusive ningún natural de Santiago estaba comprometido en esa lucha. La tesis del pánico, inventada como sabemos por Kerverseau, ha sido adoptada febrilmente por García y la aplica reiteradamente para calumniar consciente o inconscientemente a nuestro pueblo. Y no sólo por él. Nace y renace en las más inesperadas rendijas como la yerba mala… García calla el nombre de la verdadera víctima del pánico: quien huyó por una falsa noticia atribuida en ese sentido al obispo francés Mauvielle, fue precisamente la columna francesa y Derveaux, su comandante, tuvo que hacer frente a 22 cargos por la indignidad de su conducta. No fueron las familias santiagueras sino las tropas de Ferrand al mando de Derveaux, las que huyeron ante una noticia falsa de revancha haitiana. Así lo afirma Delmonte y Tejada, cuya obra fue profundamente estudiada por García: …corría la voz de que los negros que tenían tropas disponibles en la colonia, venían seguidamente a vengarse, y creyó prudente Mr. Dervaux evacuar la ciudad como lo hizo a los dos días…37 Y también Arredondo y Pichardo: Quedaron los nuestros (los franceses) dueños del campo y Santiago libre de negros. Esto ocurrió un 15 de mayo y como las fuerzas nuestras (las francesas) eran tan cortas y los recursos muy remotos para reponerlos de la capital que estaba más de 60 leguas de malísimos caminos, fue necesario a los dos días, jueves a media noche, abandonar la plaza por aviso secreto que tuvo el jefe de que enviaban un refuerzo de cinco mil combatientes para reasumirla y tomar satisfacción de lo ocurrido…38 Delmonte y Tejada, ob. cit., página 241. Arredondo y Pichardo, ob. cit., página 147. 37 38 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 263 14/11/2013 10:09:08 a.m. Pedro Mir 264 De modo que se trata de un pánico francés, no cibaeño. La población de Santiago no abandona la ciudad cuando el jefe francés recibe la falsa noticia del avance haitiano puesto que ésta le llegó por aviso secreto y abandonó la plaza jueves a media noche, de modo que nadie pudo enterarse. Lo que indica el sentido común es que la población abandonó la ciudad ante la inminencia de una confrontación militar cuando llegó la columna francesa en zafarrancho de combate. Y no cabe la menor duda de que continuaría haciéndolo en la medida en que siguiera convertida en un campo de batalla. Invocar el pánico popular y silenciar el pánico militar, sólo puede deberse a la mala intención. Lo que debía despertar el interés del historiador en esa situación no ha debido ser la retirada de la población, sino el hecho histórico fundamental, la retirada prácticamente simultánea de haitianos y franceses. Vale decir, la libertad. García no solamente conoció sino que también copió literalmente a Delmonte y Tejada cuando le pareció conveniente. También este autor posee la visión deformada que posee García de la realidad. Por esa razón es útil evocar su versión de este momento. Según él los vecinos abandonan la ciudad cuando el jefe de la columna francesa, Derveaux, opta por evacuar la plaza. En tal caso sería una conducta sensata pues no debe permanecer la población civil allí donde huye despavorida la guarnición militar, pero esta misma versión resulta inaceptable si se considera que esta población que supuestamente huye entonces, había resistido antes los combates y, sin especulaciones, en los hechos documentados, ha permanecido varios meses en la ciudad ocupada por los haitianos sin trastornos y sin miedos. Delmonte dice: Entonces fue (a raíz de la evacuación francesa) que desampararon los vecinos sus hogares y se dirigieron a Santo Domingo y otras poblaciones que creyeron más seguras. Fueron inmensas las desgracias que experimentaron Santiago, La Vega y Cotuí. Saquearon las casas y propiedades abandonadas los malvados y ladrones. (Obsérvese que García copia literalmente). Poco después regresaron a Santiago aquellos vecinos que no habían podido alejarse, pero no volvieron las familias más distinguidas NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 264 14/11/2013 10:09:08 a.m. La noción de período en la historia dominicana 265 del país. Convencidos de que no había salvación posible para la patria (?), la abandonaron y de Santo Domingo emigraron para las islas de Cuba, Puerto Rico y Tierra Firme, quedando desde aquella fecha reducida la población a los vecinos del estado llano…39 ¡Los vecinos del estado llano! Muy claro. El estado llano que hizo irrupción en la historia durante la Revolución francesa y se constituyó como pueblo para toda la Eternidad. Precisamente, es ese el que allí, en Santiago de los Caballeros, materializó la hazaña de su propia constitución histórica y al que tanto García como Delmonte dan la espalda y sumergen en el abismo de su desprecio. Ni ellos, ni Arredondo y Pichardo, ni el anónimo redactor del Resumen de los hechos auténticos que recomiendan al Jefe del Batallón don Agustín Franco de Medina a la Justicia del Gobierno donde también se cuentan estos hechos, estaban de su lado. No obstante, la verdad suele resplandecer aún a través de las rendijas que no alcanzan a tapiar estas falacias. Delmonte desmiente las aseveraciones de García respecto al carácter del abandono de Santiago por parte de la población. Refiriéndose a las personas supuestamente importantes que éste menciona, Delmonte consigna lo siguiente: Entre los que más se distinguieron entonces fueron don Andrés y don Melchor Rodríguez, los hijos de Juan Reyes y otros que, animados por el amor de la patria volvieron a congregarse, formaron compañías y acopiaron municiones con el objeto de defenderse…40 Quiere decir que ellos no congregaron a los vecinos dispersos sino que se congregaron ellos mismos animados por el amor de la patria, lo que significa que no eran fugitivos sino patriotas y porque conviene acentuarlo, se congregaron allí mismo para forma unidades de combate y acopiaron municiones, no para defenderse sino para atacar, como efectivamente lo hicieron, derrotando a Derveaux, 39 40 Ob. cit., página 241. Idem. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 265 14/11/2013 10:09:08 a.m. 266 Pedro Mir rechazando arma en mano, los objetivos del imperio colonial francés, y estableciendo el poder popular netamente caracterizado con todos sus atributos históricos. Esta hazaña incomparable merece justamente la veneración de las generaciones presentes y venideras. Pero, al mismo tiempo, crea una responsabilidad. Los venerables fundadores de la historiografía nacional, no han escrito la historia del pueblo dominicano sino la de las familias más distinguidas del país. Esto, claro está, no es censurable. Las familias distinguidas tienen también su historia y no pocas veces coincide con la del pueblo. Cuando eso ocurre, constituyen el pueblo. Pero cuando se asocian a los enemigos del pueblo y huyen en su compañía, esta fuga no debe atribuírsele al pueblo porque de este modo no se escribe sino que se falsea la historia. Entonces no se le debe llamar historia sino infamia. La historia que deberá escribirse no es otra que la historia del pueblo dominicano. Porque la historia de la República Dominicana no es la de sus sectores más conspicuos, ni siquiera la de sus miembros más destacados ni la de sus héroes más deslumbradores ni la de sus gobernantes más poderosos ni la de sus regímenes más opulentos ni la de sus guerras más espectaculares y menos aún la de sus derrotas y sus frustraciones. Sino la historia de su pueblo. La de sus victorias y sus esperanzas… NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 266 14/11/2013 10:09:08 a.m. La noción de período en la historia dominicana 267 CUADRO DE HONOR Los siguientes son los nombres de los héroes que protagonizaron este formidable momento de la historia patria: José Serapio Reinoso y del Orbe (Jefe de Gobierno) Andrés Rodríguez Melchor Rodríguez (Capitán del pueblo) Hijos de Juan Reyes Diego Polanco Los Miembros del Cabildo: Francisco Escoto José de Rojas Juan Curiel José Núñez del Monte Norberto Álvarez Antonio Rodríguez Blas Almonte Ad Perpetuam Rei Memoriam NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 267 14/11/2013 10:09:08 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 268 14/11/2013 10:09:08 a.m. Devastación IV Consecuencia: Planteamiento de la Independencia Nacional Dominicana La cuarta, y por fin la última gran devastación del territorio, tiene lugar a raíz de la guerra emancipadora de 1808 a 1809, contra la dominación francesa. Esta guerra –impropiamente denominada de la RECONQUISTA para quienes la miran en función de España, siendo una guerra liberadora y revolucionaria vista en función del pueblo– viene a ser la contrapartida capitaleña de las acciones populares del ferviente Santiago de los últimos meses de 1804 y primeros de 1805. A Serapio Reinoso corresponde ahora Juan Sánchez Ramírez, un consumado «hatero» del Este, aunque oriundo del Cibao, como protagonista principal. La guerra configura dos grandes ejes que se entrecruzan imaginariamente sobre el territorio de la Isla: un eje transversal, de arriba a abajo, que se expresa como frontera entre las dos naciones que la comparten, Haití y Santo Domingo; y un eje longitudinal que la recorre de izquierda a derecha, desde el Mole de San Nicolás hasta la Bahía de Samaná, y que en ambos países separa el Norte y el Sur. Objetivamente se verá en esos momentos en Haití, un reino en el Norte con Cristóbal a la cabeza, y una república, con Petión en el Sur. En Santo Domingo ese eje longitudinal imaginario separa el Departamento del Cibao en el Norte, que se ha definido contra Francia 269 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 269 14/11/2013 10:09:09 a.m. 270 Pedro Mir en 1804, y el Departamento del Ozama, en el Sur, que emprende ahora esa tarea. La intensidad de esa línea subjetiva dependerá del grado de intensidad de la conciencia nacional, que precisamente empieza a materializarse en esos días, y tenderá a disiparse en la medida en que los pobladores respectivos de esas regiones se identifiquen y se reconozcan, cada vez más claramente, como dominicanos. Todavía en 1808, y es una impresión que se sustenta en el plano imaginario desarrollado por esos dos ejes, los cibaeños pueden contemplar la faena emancipadora que se libra en el Sur contra los franceses, un poco en la actitud del espectador interesado pero independiente; como parece traslucirse en el siguiente párrafo de una carta de Sánchez Ramírez a Toribio Montes, Gobernador de Puerto Rico, en la que le comunica que los vecinos de Santiago de los Caballeros, deseosos de contribuir en lo posible a ayudar en la presente empresa, han mandado a Jamaica a comprar un mil de fusiles con otros varios pertrechos de guerra para armar bien a nuestras tropas, la que espero no dilatará, porque días ha que han despachado a esta solicitud…1 Es como si esa empresa, que tan generosamente los mueve a prestar toda ayuda, no fuera su propia empresa, y como si ese eje imaginario trazara una línea de solidaridad paralela a aquella que vincula al Rey Cristóbal con Sánchez Ramírez, cuando le remite pronta y generosamente, según comunica Montes, trescientos fusiles completos, trescientos pares de pistolas, trescientos sables, trescientas fornituras, trescientos pares de botas, ochenta mil cartuchos y otros efectos, en una goleta que vino a este puerto a cargo del brigadier de su ejército, Tavares, el mismo del patético llamado a orillas del Yaque en 1805.2 Precisamente, es en el curso de esta guerra cuando se va a descubrir la presencia de un pueblo, documentalmente reconocido como Carta de Sánchez Ramírez al Gobernador de Puerto Rico Toribio Montes, de fecha 15 de diciembre de 1808. Fragmento insertado en el Apéndice del Diario de la Reconquista de Juan Sánchez Ramírez (Proemio y Notas de Fr. Cipriano de Utrera, Academia Militar Batalla de las Carreras, Aviación Militar Dominicana, Vol. I, Santo Domingo 1957) como Documento 23. 2 Carta de Toribio Montes al Secretario de Estado y del Despacho de Guerra, de 6 de abril de 1809. Documento 63, lugar citado. 1 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 270 14/11/2013 10:09:09 a.m. La noción de período en la historia dominicana 271 pueblo dominicano al dejar constancia de su conducta, que deberá disipar esa línea imaginaria que separa subjetivamente a unos dominicanos de una región, de los dominicanos de otra. 2 Pero en el curso de esta guerra hay que distinguir dos fases porque esta departamentalización conceptual, que se advierte muy claramente cuando ella se inicia, se va haciendo más difusa a medida que avanza, y se impregna completamente de implicaciones nacionales cuando concluye. La primera fase es llevada en peso sobre los hombros de las poblaciones del Sur, siguiendo toda la banda de esta costa en dirección de la Capital, que es donde se asienta el poder francés, en una onda revolucionaria que viene desde Neiba en el Oeste, primero, y desde el Seibo en el Este, después. Es sólo en esta fase de la lucha en la que puede verse la guerra como una contrapartida de las acciones populares de 1804 en Santiago. En una segunda fase, la guerra irá perdiendo sus esencias populares más puras pero, en compensación, irá ganando cada vez más en el sentido de sus esencias nacionales. Una de las razones que impulsará este proceso serán las levas que se harán en todo el país para engrosar las tropas así como las requisas de productos necesarios para su sostenimiento. Fray Cipriano da para muestra de las requisiciones que entonces se hacían para el sostenimiento del sitio, el siguiente dato que aparece en una liquidación de herencia y que él supone haberse repetido en todo el país: En cinco pesas, llevadas al cantón para la guerra, sesenta reses, 60. Suplidas por Petrona para el mismo fin, tres, 3. El potro RUBICANO fue de requisición al cantón de Jainamosa y vino tan matado de las agujas que por mucho que se cuidó, siempre vino a morir. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 271 14/11/2013 10:09:09 a.m. Pedro Mir 272 Los dos caballos viejos JAITI y PETIGRE, por escapar uno superior, me compuse y di los dos que se llevaron a D. Agustín Franco a Santiago (en calidad de prisionero). Gustosamente o no, va penetrando la conciencia de la responsabilidad nacional, aunque la campaña se haga en nombre del Rey Fernando VII de España en el seno de las masas populares de todo el país, que poco tienen que ver afectivamente con este lejano y desconocido monarca. El mismo historiador García, que suele ofrecer una teoría distinta para cada período, inicia ahora uno de los libros de su Historia con una nueva en la que manifiesta que interpretada por los DOMINICANOS la invasión de Dessalines, como consecuencia natural de la ocupación FRANCESA, que si aceptaron gustosos al encontrarse abandonados por los ESPAÑOLES, fue únicamente por librarse de toda comunidad con los HAITIANOS,3 refleja en este «calembour multinacional el proceso de desprendimiento profundo de esta población respecto a cualquier fuerza extraña y el ahondamiento de sus esencias nacionales. A esto se añade la creciente participación de fuerzas extrañas y en ocasiones adversas al instinto popular, durante la segunda fase de esta guerra, que tienden cada vez más a desnaturalizar su contenido revolucionario y emancipador. Estas dos fases se materializan, la primera, en las dos batallas campales de MALPASO y de PALO HINCADO y, la segunda, en el asedio estacionario de la PLAZA DE SANTO DOMINGO. Las batallas Las batallas de MALPASO y de PALO HINCADO se caracterizan por la naturaleza popular de las fuerzas que deciden su resultado. Ambas se libran en el sur con tropas de naturales de la región, 3 Compendio de la historia de Santo Domingo por José Gabriel García. Santo Domingo 1893. Tercera Edición. Tomo I, página 345. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 272 14/11/2013 10:09:09 a.m. La noción de período en la historia dominicana 273 arrastrados por un impulso patriótico común. La primera tiene lugar por los lados del oeste, en los alrededores de Barahona; la segunda por el este, cerca del Seibo. Ambas obtienen la victoria a pesar de carecer totalmente de los conocimientos técnicos del arte militar y sin otra preparación y experiencia que las «rociadas» preliminares que sirven para familiarizar al soldado bisoño con el silbido de las balas y el aliento de la pólvora. Comandadas por jefes más o menos improvisados y que se mueven por imperativos políticos, hacen frente a un adversario experimentado a quien dirigen militares de alta escuela y de gran tradición de victoria bajo el águila imperial napoleónica. No es, claro está, una repetición de la epopeya haitiana. Allí se levantan 400 mil esclavos a quienes no se ofrece otra perspectiva que la esclavitud o la muerte, y deben hacer frente a un Ejército formidable de 57 mil veteranos. La grandeza de su victoria es, pues, incomparable. Pero aquí no es en la grandeza de sus victorias en lo que consiste la grandeza de estas batallas. La población es veinte veces menor y debe enfrentarse a un ejército menor en la misma escala sin que sea motorizada por un apremio histórico tan gigantesco. Su grandeza consiste en que ponen ante los ojos del pueblo, de manera tangible y convincente, la evidencia de su capacidad para alcanzar sus objetivos históricos con sus propias fuerzas. La grandeza de esa enseñanza será válida igual que la otra para todos los tiempos y para todas las circunstancias y condiciones materiales, e igualmente válida para todos los pueblos en todas las épocas, independientemente de la magnitud de las fuerzas que entren en juego en un momento dado. Por eso ellas ocupan, o deberían ocupar, un lugar luminoso en la historia del pueblo dominicano. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 273 14/11/2013 10:09:10 a.m. 274 Pedro Mir 3 Malpaso La primera de ellas, completamente preterida por la historiografía convencional, tuvo lugar el 10 de octubre de 1808 en el paraje conocido por MALPASO, en los alrededores de Neiba, hoy Barahona, en el extremo occidental de la banda del Sur de esta parte de la Isla. Allí se enfrentó un grupo de hombres reunidos apresuradamente por un joven de 25 años, Cristóbal Huber Franco, madrileño, recién venido de Puerto Rico por instrucciones del Gobernador de aquella Isla, Toribio Montes, para fomentar la causa española en Santo Domingo. El mismo declara en un proceso que se le siguió más tarde que habiéndole nombrado los naturales de aquel distrito por su caudillo con motivo de haber jurado a nuestro Católico monarca Don Fernando VII el 25 de septiembre… tuvo la gloria de derrotar al enemigo con bastante pérdida de muertos y heridos, sin que de la nuestra hubiese habido sino un muerto y uno o dos simplemente heridos…4 Es sumamente dudoso que aquellos naturales, al oír por primera vez el nombre del Católico monarca, se sintieran inflamados de españolismo después de una profunda experiencia de desdén imperial y de cesión flagrante, aún cuando queramos despojarlos de toda facultad de discernimiento. Y con tanto mayor razón cuanto que a esta acción precedieron varias intrigas de Pablo Báez, (el padre del hijo) y otros españoles traidores a su nación,5 como declara Huber, que no pudiendo debilitar el fervor patriótico en contra de los franceses, han debido tener argumentos de mucho peso y de mucho momento para debilitarlo en favor de España. Lo objetivo en esta situación es el carácter emancipador de la lucha contra Francia, y lo subjetivo e hipotético es el carácter agitador y patriótico del nombre de Fernando VII. En el encuentro fue derrotada una tropa francesa comandada por el coronel Aussenac, el oficial más competente que poseía Ferrand, Del proceso de Cristóbal Huber. Diario de la reconquista, Apéndice, Documento 167. 5 Idem. 4 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 274 14/11/2013 10:09:10 a.m. La noción de período en la historia dominicana 275 a quien se le oyó en cierta ocasión exclamar: ¡Ah, por qué no tendré yo dos Aussenac…! Huber declara que a los tres días de esta acción recibió de Péthion cuarenta cajones de cartuchos, cuatro mil chispas y cien alabardas…6 Con este aporte y un refuerzo de más de cien hombres que incorporó Ciriaco Ramírez y que se encontraban apostados a una legua de distancia de Neiba, la tropa de naturales se convirtió en una fuerza determinante en toda esa banda. Este Ciriaco Ramírez, a quien Fray Cipriano de Utrera considera como el verdadero campeón de la causa reconquistadora aunque sin dilucidar claramente sus fundamentos, era un hacendado de Azua, gaditano, 38 años, que desde el día cinco de octubre declaró la guerra sin más armas que once fusiles y un trabuco y cien hombres,7 y algunos días después tenía más de 200 y en menos de un par de semanas había reunido mil incluyendo 200 montados. Con este ejército ambos caudillos sitiaron la ciudad de Azua que fue abandonada al amparo de la noche por los franceses; no sin antes dejar un incendio que destruyó 24 casas. La marcha debió continuar a Baní, de manera incontenible. Pero pudo ser contenida por los banilejos, que enviaron un correo a los combatientes a fin de evitar que las tropas francesas destruyeran la ciudad como intentaron hacerlo con Azua. Y hasta allí, y sin que se pueda aceptar completamente este alegato, siguieron estos dos caudillos su marcha vencedora. Lo más probable es que en este periplo tuviera algún influjo paralizador el curso de los acontecimientos que desembocaron en la batalla de PALO HINCADO. Pero, cualquiera que fuera la naturaleza de ese influjo, debió operar en la mentalidad de los dirigentes de la campaña. Lo importante, en cambio, es que estas decisiones no son imputables al conjunto de los «naturales» que integraban su ejército ni disminuye en ningún sentido o medida, la naturaleza patriótica, la espontaneidad y la determinación de la contribución popular. MALPASO puede inclusive 6 7 Idem. Del Proceso a Ciriaco Ramírez. Documento 168, loc. cit. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 275 14/11/2013 10:09:10 a.m. 276 Pedro Mir reivindicar mayor pureza histórica que PALO HINCADO, ya que esta última pudo incorporar a sus filas un contingente puertorriqueño de soldados profesionales. La batalla de MALPASO, que inicia una campaña victoriosa en la banda del sur para desatar la guerra contra el dominio francés en la Isla, ha sido objeto de una preterición completa en los anales de nuestra historiografía, debido en parte al egocentrismo de Sánchez Ramírez y en parte a la tergiversación que de ella hizo José Gabriel García, quien convierte en victorias las derrotas francesas. El Gobernador de Puerto Rico, patrocinador de estas acciones y que debía, por tanto, estar bien informado acerca de ellas, escribe que en 23 de agosto y 15 de septiembre había enviado instrucciones a la parte del Sur de Santo Domingo con proclamas publicadas en esta Plaza, gacetas y otros papeles, y que fletó el Gobierno un pequeño barco, aun antes de haber visto ni conocido la firma de don Juan Sánchez Ramírez, el cual, de estos sucesos y LAS VENTAJAS CONSEGUIDAS POR LOS ESPAÑOLES QUE SE ALARMARON EN AZUA Y NEIBA, muy anticipadamente a la gloriosa acción de Palo Hincado, no lo ha mencionado y dejádolo en silencio…8 En carta que él mismo dirige a Sánchez Ramírez le recomienda que debe dar parte circunstanciada y menudamente a la Suprema Junta de cuanto ha ocurrido, empezando por lo de NEIBA y Palo Hincado de su principio…9 Y más tarde: No ignora Vmd. los servicios que ha hecho en esa Isla don Cristóbal Huber y Franco, a más de haber perdido cuanto tenía por haberlo Vmd. atropellado… sobre las buenas disposiciones que tomó en el sitio llamado MALPASO antes que Vmd. emprendiese lo de Palo Hincado…10 Además de estas manifestaciones de Montes, existen las declaraciones de Huber Franco y Ciriaco Ramírez antes mencionadas. Sánchez Ramírez, que mostró una intensa enemistad hacia estos caudillos que empalidecían su hazaña, los acusa de revoltosos e ineptos pero nunca dice, cosa que habría aprovechado hasta lo último, que Réplica de Montes. Documento 144, loc. cit. Carta de Toribio Montes a Sánchez Ramírez. Documento 135 (in fine). loc. cit. 10 Montes a Sánchez Ramírez. Documento 136 (in fine), loc. cit. 8 9 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 276 14/11/2013 10:09:10 a.m. La noción de período en la historia dominicana 277 fueron derrotados en MALPASO y en Azua, como afirma García.11 Pero lo lamentable es que se haya adoptado ese criterio sin la menor preocupación por las fuentes auténticas… Según García …el coronel Aussenac, que había desbaratado en El Malpaso, del otro lado del río Yaque, un gran número de patriotas reunidos en aquel sitio inexpugnable, recorriendo después los departamentos de Las Matas, San Juan, Neiba y Azua… etc. A continuación sigue una prolongada narración de las supuestas hazañas de Aussenac. Palo Hincado La batalla de PALO HINCADO tuvo lugar el 7 de noviembre en un paraje de ese nombre situado cerca de la ciudad del Seibo. Fue un choque encarnizado y sangriento que consumió la vida de 400 personas en solo diez minutos. Esa fue la duración total del encuentro, según la versión oficial del Gobernador Montes de Puerto Rico a la Junta Central de Sevilla.12 El General Ferrand, que había sido debidamente informado de la posición elegida y la disposición adoptada por los patriotas, se presentó con 600 hombres, confiando en el efecto supuestamente paralizador de su presencia imperial, y atacó a una considerable distancia de su base, a un adversario que le superaba en número, en conocimiento del terreno y en la pureza de su causa.13 Las fuerzas patrióticas se componían de unos mil 800 hombres –1,200 de a pie y 600 de a caballo– de acuerdo con la información que un ayudante de Ferrand, que pudo observarlas de cerca, le suministró a su jefe. Lemmonnier-Delafosse, hace subir esta cuenta a Diario de la reconquista, ob. cit., página 67. En su Diario, Sánchez Ramírez dice lo cierto es que en todas sus corridas no lograron Ramírez y Huber más ventaja que la de haber muerto desde una emboscada en paraje casi inaccesible a un moreno francés cojo, que era Oficial de las tropas dedicadas al servicio de Napoleón, si hubiese habido derrota en Malpaso, Sánchez Ramírez no la habría omitido en las numerosas páginas dedicadas en el Diario a desacreditar a sus dos adversarios. 12 Carta de Montes a la Junta Central a 26 de noviembre de 1808. Diario de la reconquista, ob. cit., Documento 15. 13 Idem., página 48, Nota 92. 11 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 277 14/11/2013 10:09:10 a.m. 278 Pedro Mir tres mil 200 hombres y por su lado Sánchez Ramírez la hace bajar, sin duda para salvar la brillantez de su hazaña, a sólo ochocientos. La más verosímil es la del ayudante de Ferrand, porque de la veracidad de su informe dependía el éxito de la disposición a tomar. El no haber sido apreciada por su jefe, costó la vida a ambos. En cuanto al número de bajas, se dijo que en la acción perecieron 315 franceses sin que se precisara nunca el número que cayó de la otra parte.14 A Santo Domingo nunca retornó un número mayor de 40 franceses aunque la versión más dramática sólo reporta catorce. En realidad, PALO HINCADO fue lo que el General Máximo Gómez calificaba en Cuba de una «ratonera». Las tropas atacantes francesas fueron recibidas con una descarga inicial de fusilería que impidió que la carga de caballería rompiera las líneas. A este choque inicial siguió el empleo por parte de los patriotas de un arma proverbialmente temible para los franceses y en la que los naturales eran sumamente diestros: el machete. Ya era conocida desde los tiempos de la batalla de Sabana Larga, en la época en que los españoles trataban infructuosamente de destruir el establecimiento de franceses en la parte occidental, durante el Siglo xvii.15 En PALO HINCADO se cubrió de una gloria que más tarde pasaría a la epopeya cubana, en manos de Máximo Gómez y los «mambises» que, por cierto, recibieron su nombre de un moreno, Juan Mambí, personaje de esos mismos días, acontecimientos y escenario. Los franceses fueron destrozados desde los primeros minutos, que no fueron muchos, del combate. Su caudillo, el propio Ferrand, se vio obligado a emprender una fuga que concluyó en la Cañada de Guaiquía, donde lo encontró exánime Pedro Santana (el padre del hijo) con un disparo en la sien y le cercenó la cabeza para llevarla en triunfo al Seibo. Tres días después fue anunciada su muerte por los franceses que habían permanecido en los fuertes de la Capital: 14 15 Idem., Documento 15. Idem. Proemio. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 278 14/11/2013 10:09:10 a.m. La noción de período en la historia dominicana 279 Ordre du jour au 10 Nbre. 1808.– Le General en Chef n’est plus: il a fini victime de son aveugle confiance… (Orden del día a 10 de noviembre de 1808.– El General en Jefe ya no lo es: ha caído víctima de su ciega confianza…16) Ferrand pagó con el deshonor su excesiva confianza en el prestigio imperial y su menosprecio a las facultades populares… Aquellos diez minutos conmovieron al país como aquellos famosos diez días conmovieron al mundo. Y no era para menos, esta victoria significaba a todas luces el fin de la dominación francesa y el comienzo de una nueva etapa del proceso histórico del pueblo. La presencia masiva del elemento popular en las filas patrióticas –la aportación puertorriqueña no sobrepasó nunca los 200 hombres– revela cuán profundos eran los anhelos de cambio del pueblo. Y la conciencia de su capacidad histórica saldría robustecida en forma inconmensurable de las llanuras de PALO HINCADO. También saldría engrandecido de allí el flamante General Juan Sánchez Ramírez, en perjuicio de Huber Franco y Ciriaco Ramírez que habían sido los indiscutibles iniciadores de esta campaña y pronto se convirtieron en víctimas de su celoso orgullo. Y no tardaría mucho en celebrarse una famosa Asamblea de Bondillo, donde los supuestos representantes de todo el pueblo, elegidos por el propio Sánchez Ramírez, le designarían Comandante en Jefe de las tropas españolas y Jefe de la Parte Española de Santo Domingo. Con esos títulos podrán firmar, llegado el momento, el acta de capitulación de las tropas francesas. La victoria de PALO HINCADO marca el fin de la fase más genuinamente popular de esta guerra. Y si ese momento marca también el punto más elevado que la conciencia de sí mismo ha sido alcanzada por el pueblo, toda acción política de sus enemigos deberá ser dirigida a apagar esa conciencia. Y ese será el espinazo de 16 Idem., página 69. Nota 137. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 279 14/11/2013 10:09:10 a.m. 280 Pedro Mir la táctica militar utilizada por Sánchez Ramírez durante el asedio a la plaza de Santo Domingo que se inició una semana, más o menos, después. El asedio Tras la acción de PALO HINCADO, Sánchez Ramírez emprende el sitio de la plaza de Santo Domingo. Mejor hubiera sido atraer el enemigo a la batalla campal pero, una vez elegida aquella táctica, lo aconsejable era aprovechar el calor de la tropa y lanzar el ataque a la Plaza que, en los primeros momentos de sorpresa y de terror por la derrota de Palo Hincado, acaso hubiera capitulado...17 Esa opinión es la de un testigo autorizado, el Teniente de Navío D. Ramón Power, comandante de las unidades navales españolas que participaron entonces en el bloqueo. Montes advertía a su patrocinado desde Puerto Rico que un sitio formal requiere muy extraordinarios gastos y aprestos que desde el principio he juzgado inútiles…18 Y la experiencia de Dessalines debió haber hecho presente al Caudillo de PALO HINCADO que un sitio prolongado estaba sujeto a riesgos imponderables y a recursos inauditos. Ninguno de estos elementos de juicio fue suficiente a decidir el asalto a la Plaza y Sánchez Ramírez optó por sofrenar sus tropas y apartarlas de la epopeya. La vía elegida era la más opaca, aunque desde luego más segura, pero también más lenta y menos gallarda: el aniquilamiento por hambre. Y el hambre los aniquiló. Pero al mismo tiempo aniquiló al país. Durante los ocho largos meses que duró el sitio se agotaron intramuros, las cotorras y las lagartijas a que tuvieron que apelar lo franceses antes de capitular. Pero no era menos dramática la situación de las tropas sitiadoras: El abasto falta todos los días habiéndose 17 18 Contrarréplica de Power. Idem. Documento 144, página 328 (in fine). Carta de Montes a Sánchez Ramírez. Idem. Documento 79 in fine. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 280 14/11/2013 10:09:11 a.m. La noción de período en la historia dominicana 281 sostenido hasta ahora Dios sabe cómo y lo que me ha costado. Hoy se han matado los últimos bueyes de que podía echar mano sin quitar los que sirven en las carretas, pero mañana no sé con qué se raciona las tropas…19 Así se expresaba el Caudillo desde su Cuartel General de Bocanigua, en mayo de 1809, y faltaban todavía dos meses para la capitulación. Cuando llegó ese momento, un país que había necesitado dos siglos para recuperarse medianamente de la primera devastación, al cabo de los cuales tuvo que soportar todavía dos devastaciones más, experimentaba ahora una cuarta devastación tan irracional como las anteriores. Para los franceses no pasaba de ser una aventura heroica. En el primer banquete que los amables ingleses ofrecieron a sus cautivos, estos franceses tambaleantes pudieron recuperar las fuerzas que se encontraban dormidas en el fondo de la última copa de vino. Más, para que este país pudiera recuperarse de la última devastación, sería cuestión de siglos y tal vez nunca más podría librarse del estigma de la miseria y del subdesarrollo que fueron sus consecuencias. La inmensidad de esa tragedia es mayormente, y además imperdonablemente, imputable a Juan Sánchez Ramírez, por su falta de sensibilidad ante las penurias de su propio pueblo. La plaza fuerte de Santo Domingo no lo era tanto. Según Lemmonnier-Dellaffosse, quien estuvo entre los sitiados es sencillamente una ciudad rodeada de una muralla sin fosos, escarpa ni contraescarpa. Y añade: Esta camisa de piedras no tiene quince pies de altura en algunas partes. Está flanqueada con siete bastiones establecidos sobre antiguas torres y ya podrá juzgarse que este sistema, en los frentes de tierra, no ofrece una gran defensa. Si era útil en los tiempos de la conquista, ya no es suficiente en nuestra época… Dentro de esta camisa de piedras se encontraban incomunicados no más de mil quinientos franceses. Sánchez Ramírez tenía a su alrededor todo el país y más allá de sus límites al mundo entero. Poseía además una tropa cuyas facultades combativas habían sido puestas de manifiesto en MALPASO y en PALO HINCADO y que comprendía los mil ochocientos hombres reunidos por el mismo 19 Carta de Sánchez Ramírez a Fernández de Castro. Idem. Documento 77. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 281 14/11/2013 10:09:11 a.m. 282 Pedro Mir Sánchez Ramírez en el Este, más los mil y tantos reunidos por Ciriaco en el Sur, sin contar con el número incalculable de combatientes que podía proporcionar el país entero. Era una cuestión de compromiso con la Historia el permitir que estos combatientes se cubrieran de gloria expulsando de sus tierras al dominador extranjero. Dando las espaldas a ese compromiso, Sánchez Ramírez se hizo auxiliar por dos batallones de infantería enviados por el Gobernador de Puerto Rico que desembarcaron en La Caleta al mando del Coronel Arata, y que se sumaron al contingente puertorriqueño que estuvo presente en PALO HINCADO, en total 500 hombres del Regimiento de Infantería de las Milicias Disciplinadas de Puerto Rico. A ellos habría que sumar los 150 italianos de la antigua expedición de Leclerc que se pasaron a las filas españolas de Sánchez Ramírez. Y además 700 infantes de marina que el Mayor General Hugh Lyle Carmichael desembarcó en Palenque, magníficamente armados y entrenados. El gran total que arrojan estas fuerzas asciende a cuatro mil ciento cincuenta hombres sobre las armas, pero con los brazos cruzados ante una guarnición de mil quinientos soldados franceses desmoralizados y hambrientos. A esta impresionante fuerza terrestre hay que añadir seis unidades navales españolas al mando del Teniente de Navío Ramón Power, igualmente venidas de Puerto Rico, las cuales se situaron modestamente al lado de una respetable escuadra naval venida de Jamaica, al mando del Comodoro William Price Cumby, a la cual habría que incorporar los buques que trajeron a los hombres de Carmichael y a los españoles del Coronel Arata. Esta fuerza naval se ocupó de establecer el bloqueo a los franceses mientras la infantería permanecía ociosa y contemplativa, salvo en aquellas ocasiones que los franceses salían de los fuertes para hostilizarlas en su propio campo. Para el sostenimiento de este enorme gentío, Sánchez Ramírez tuvo que sacrificar la riqueza ganadera, ya reducida por las devastaciones de 1795 y de 1805 y que había sido la única compensación NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 282 14/11/2013 10:09:11 a.m. La noción de período en la historia dominicana 283 que, para la supervivencia del país, se recibió de las devastaciones de Osorio en 1605. Ya en junio de 1809 hubo que racionar la carne, debido a que, como decía una Circular del Caudillo, la ganadería se encontraba reducida en el día casi a su total exterminio…20 A fines de ese mismo mes, otra Circular prohibía totalmente el comercio de carnes en razón de que «las numerosas fuerzas de tropas de mar y de tierra, que tenemos en nuestro auxilio, de la nación británica, van a necesitar unos abastos tan numerosos…»21 El 17 de julio solicitaba un préstamo de 50 mil pesos al Gobernador de Puerto Rico, debido a que se habían agotado los recursos maderables, caoba, campeche y otros palos,22 y le suplicaba tomar en consideración las miserias que en el día se ve reducida esta parte española con motivo de haber suministrado durante el sitio y bloqueo, las carnes y víveres que se han necesitado para el abasto de más de cuatro mil hombres de armas y demás empleados y para las divisiones de mar española e inglesa…23 Tres años después, D. Francisco de Heredia y Mieses, padre del famoso poeta Heredia, el cantor del Niágara, ambos nacidos aquí y emigrados a Cuba, describía la magnitud de esta devastación ante una audiencia que no lo iba a desmentir, por ser ella misma testigo ardiente de esa situación, en un INFORME PRESENTADO AL MUY ILUSTRE AYUNTAMIENTO DE SANTO DOMINGO, CAPITAL DE LA ISLA ESPAÑOLA EN 1812,24 del cual procede el siguiente extracto: Circular del 12 de junio de 1809. Idem. Documento 96. Circular del 30 de junio de 1809. Idem. Documento 106. 22 «Hasta el mes de septiembre de 1809 los palos de caoba enviados a Montes y vendidos habían producido: el 10 de dic. de 1808 las 34 toesas, a 40 pesos y las 4 a 20 pesos 1,280 pesos y en sept. 1809 las 325 toesas, 4,333 pesos, 2 reales y 23 mrs. Trátase del envío de caoba para con el beneficio de la venta subvenir a los gastos de la campaña». Diario de la reconquista, página 38 (nota). 23 Carta de Sánchez Ramírez a Montes, a 17 de julio de 1809. Idem. Documento 116. 24 Invasiones haitianas, recopilación de E. Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, 1955, página 163. 20 21 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 283 14/11/2013 10:09:11 a.m. Pedro Mir 284 Cuando empezaba a salir nuestra patria de un estado tan triste y abatido, sobrevinieron las ocurrencias que dieron lugar a su reconquista, y los esfuerzos extraordinarios hechos por sus naturales para lograrla, al paso que los cubrieron de gloria, han completado la ruina del país. Es bien sabido que en sostener esta generosa lucha se consumieron más de 30,000 reses vacunas, entre las gastadas con cuenta y las que sin ella absorbió el desorden inevitable en semejantes ocasiones, sufriendo este ramo, único de nuestra riqueza territorial, más que en el número en la calidad de las cabezas, porque sin elección se tomaban las que había más a mano, que son por lo común los rebaños domésticos y mejor conservados. A proporción sufrió el mismo destrozo el ganado caballar que se había salvado o repuesto de la invasión anterior (la de Dessalines) como que no hubo otro medio para todas las conducciones y acarreos de una guerra volante de nueve meses, y nos lo está probando la grande escasez que todavía se padece de este artículo tan necesario en un país cuya comunicación interior se hace a lomo. También se arruinaron todos los establecimientos rústicos que se habían reparado ocho o más leguas en contorno a la Capital, y por las consecuencias inevitables de la guerra faltó poco para que llegásemos a ver el extraño caso de traer de fuera la semilla de la caña dulce que en muchos ingenios se perdió enteramente. 6 Este enorme sacrificio no fue impuesto al país en razón de que Sánchez Ramírez ignorara o subestimara la capacidad combativa de las fuerzas nativas que tenía bajo su mando. «No tengo duda, le escribía a Montes para replicar a las reiteradas intimaciones de ataque de éste, que las fuerzas de los naturales es suficiente para mantener el sitio y tomar la Plaza...25 Pero insistía en la necesidad de 25 Carta de Sánchez Ramírez a Montes en enero de 1809 (fecha no comprobada). Documento 26. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 284 14/11/2013 10:09:11 a.m. La noción de período en la historia dominicana 285 buques extranjeros a la vista del puerto, para que con su presencia los aterroricemos…» Los buques llegaron, se estableció rígidamente el bloqueo y el Caudillo se vio obligado a anunciarle a su patrocinador puertorriqueño un ataque general a la Plaza, que debería efectuarse en marzo, después en abril, después en mayo y finalmente el 10 de junio, un mes antes de la capitulación y que naturalmente no llegó a efectuarse jamás. Hay una carta muy significativa dirigida a él por un oficial de la marina inglesa, Esteban Dugby, desde su navío ARGOS fondeado en el puerto de Santo Domingo que a juzgar por su contenido, es contestación a otra de Sánchez Ramírez conminándole a efectuar sobre los franceses el ataque que debió efectuar él mismo. El inglés se lo deja comprender, aunque con la compostura a que le obliga su condición, pero con toda claridad. Y, considerando la jerarquía de su corresponsal, hasta con energía. La carta dice así: A bordo del ARGOS, navío inglés, delante de Santo Domingo.26 Señor: Aunque no tenga yo orden de parte de mi gobierno para atacar la ciudad de Santo Domingo, siempre, para demostrar a V. E. mi voluntad y afecto, mi deber es cooperar en todo lo que depende de mi parte; pero antes V. E. me permitirá hacerle las siguientes reflexiones: Me han informado que el Castillo de San Jerónimo no tiene artillería de modo que las tropas de V. E. no serán expuestas en atacarlo por tierra y quitarlo al enemigo… En cuanto a batir el puesto que tienen los franceses presentemente en esa parte del río que llaman Los Cocos, tengo el honor de hacer presente a V. E. que es imposible para mí por ser un puesto muy elevado y que los cañones de mis buques no pueden ser elevados tanto para llegar al mismo puesto; pero sin embargo, vuestras lanchas pueden sin riesgo batirlo, tanto porque pueden fondear cerca, cuanto porque Carta del Capitán Esteban Dugby a Sánchez Ramírez a 24 de febrero de 1809. Idem. Documento 43. 26 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 285 14/11/2013 10:09:11 a.m. Pedro Mir 286 la artillería de la Plaza no puede dañarlas, como lo pueden hacer a mis buques. Además, yo he dicho a vuestro interprete el plan que deseo V. E. ejecutare para destruir de un golpe a nuestro común enemigo, cuyo plan, si agrada a V. E. podrá avisármelo para yo aprontarme y hacerle conocer que deseo y quiero asistir a las operaciones de V. E... pues la intención que yo tengo es de no contrariar ni un punto los deseos de V. E. pero también no puedo propasarme a las instrucciones de mis superiores. Tengo el honor de ser su afecto y obediente servidor. ESTEBAN DUGBY, capitán. A S.E. el Señor General D. Juan Sánchez Ramírez, Comandante General de las Fuerzas españolas de Santo Domingo. Al día siguiente de esta carta, el Caudillo escribe de nuevo al capitán Dugby diciéndole que ha designado a un oficial para que trate con V. E. las operaciones que he determinado para el día primero del entrante marzo… y veladamente le acusa de estar en connivencia con el enemigo, y que un parlamentario llamado Granfiere, enviado por los franceses, le había dicho que la Plaza había recibido una proposición de suspensión de armas de parte de Dugby, y que se lo informa por si cae prisionero, pague lo mal que ha hablado de los ingleses…27 Esta forma candorosa de obligar a los ingleses a llevar a cabo las operaciones que corresponden a él, ilustra la pertinaz determinación del Caudillo de poner en manos extranjeras la tarea de liberar al país, sustrayéndola de las manos del pueblo. Pero el momento en que Sánchez Ramírez debía dar cuenta de su responsabilidad en la prolongación del sitio, llegó por fin. Fue al redactar el parte oficial de la capitulación francesa, dirigido el 28 de julio de 1809 a Su Majestad el Rey de España. He aquí sus palabras en relación con ese asunto: Diversos accidentes que pondré en la Soberana noticia de V. M. cuando las circunstancias lo proporcionen, han retardado la rendición 27 Carta de Sánchez Ramírez a Dugby a 25 de febrero de 1809. Idem. Documento 44. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 286 14/11/2013 10:09:11 a.m. La noción de período en la historia dominicana 287 de dicha Plaza hasta la época en que se verificó con arreglo a las Capitulaciones…28 Demás está decir que las circunstancias, y probablemente la discreción del Caudillo, determinaron que esos accidentes nunca fueran puestos en la soberana noticia, con lo cual habría ahorrado no pequeña faena a las presentes generaciones. Por esa inconsecuencia, nosotros nos vemos obligados a explicarnos con nuestros propios recursos, la naturaleza de esa firme obstinación de Sánchez Ramírez en aplazar indefinidamente el ataque general a la Plaza, que había anunciado repetidas veces a su patrocinador y a sus huéspedes ingleses en aguas de Santo Domingo. Es indudable que esa obstinación no podía ser el fruto de una determinada configuración de su carácter o de cualquiera otra metáfora psicológica. Debía responder a motivaciones más profundas y no necesariamente de orden militar. Sino político. El verdadero sentido de esta política debe buscarse inclusive más allá de Sánchez Ramírez, hurgando en el seno de las concepciones de aquella clase social de donde este notable protagonista recibió las suyas. Sánchez Ramírez era propietario de un corte de maderas en Macao, sección de El Jobero, que menciona en su DIARIO DE LA RECONQUISTA pero es probable que lo fuera de otras propiedades,29 pues en 1806 se le encuentra en un acto que pasó ante el Presidente del Consejo de Notables, en el que se registra que Manuel Villavicencio, por sí y por su hermana María de la Soledad, vendió a D. Juan Sánchez Ramírez, natural de Cotuy y a D. Manuel Carabajal, natural de Hincha, domiciliados en ésta, para ellos y sus herederos y subcesores, a saber: dos derechos de tierra en los citios y monterías de El Junco, el uno de diez pesos por veinticinco y el otro de cinco en catorce, cuyas cantidades hacen la de treinta y nueve pesos, que confieso Parte Oficial de la Capitulación francesa a S. M Fernando VII. Idem. Documento 124. «El francés General Hedouville, en su relación del viaje que hizo por tierra de Santo Domingo a Cabo Francés en 1798, menciona algunas de las posesiones rurales de Sánchez Ramírez, por caer cercanas a aquel camino». Diario de la reconquista, Proemio, página XXXV. 28 29 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 287 14/11/2013 10:09:12 a.m. 288 Pedro Mir haver recivido a mi satisfacción y voluntad… Y nos, D. Juan Sánchez Ramírez y D. Manuel Carabajal, que presente somos al otorgamiento de esta escritura, decimos que la aceptamos como se contiene, que es fecha en esta villa de Higüey, Departamento del Hozama, en primero de octubre de mil ochocientos seis…30 De manera que tenemos en D. Juan Sánchez Ramírez un terrateniente típico. Al consignar que había sido Comandante de Armas y Alcalde, ordinario de su villa natal de Cotuí, Fr. Cipriano de Utrera comenta: Y está demás la mera enunciación de terrateniente porque aquel oficio de República, no se daba nunca a los privados de bienes de fortuna…31 Pero también sabemos que el Caudillo, que posee tierras de montería en el Junco y cortes de madera en Macao, se ubica inequívocamente en la clase de los hateros del Este, a la que pertenecía por la naturaleza y la ubicación de sus intereses, y respecto de la cual él actuaba como portavoz y como intérprete. El núcleo de esta política aparentemente conservadora, pero que en el fondo es activa y violenta, gira en torno a la propiedad de las tierras. Concretamente gira en torno al destino de la propiedad comunitaria de los «hatos», que constituye la tradición más profundamente arraigada entre los terratenientes orientales y que se encontraba amenazada en esos momentos por la tendencia histórica. La presión de esa tendencia, impulsada y encarnada en la Revolución francesa, se revelaba ya claramente opuesta y hostil a la forma de producción basada en la propiedad comunitaria, que frenaba el desarrollo de la burguesía capitalista, y mostraba su filo revolucionario en dirección de la emancipación de las tierras por la vía de la parcelación de los terrenos comuneros en Santo Domingo, y la eventual desaparición de los hatos. Partiendo de esa óptica, toda la política de los «hateros» va dirigida a combatir y si es posible a destruir en sus más hondas raíces a los portadores de esa tendencia histórica, con un encono y con una firmeza que sólo se explica por las implicaciones que conlleva para toda esa 30 31 Diario de la reconquista, ob. cit., página 4, Nota. Idem., Proemio, página XXXV. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 288 14/11/2013 10:09:12 a.m. La noción de período en la historia dominicana 289 clase social. Es indudable que las numerosas voces que se acercaban al oído de Sánchez Ramírez para impulsar sus actitudes y solidarizarse con sus consecuencias, creaban en él las respuestas emocionales que objetivamente reconocemos como obstinación y otras peculiaridades de su carácter. Pero en el fondo se trata de una violencia colectiva que se va a revelar en diversos aspectos, en el marco de la situación creada en el país por los acontecimientos del 2 de mayo en España. Una de las manifestaciones de esa violencia es la profunda hostilidad de Sánchez Ramírez hacia Ciriaco Ramírez, que a primera vista parece circunscribirse a una cuestión de celo patriótico o de rivalidad personal, y que conduce al primero a convertir los esfuerzos patrióticos del segundo en crimen de lesa patria. Pero la naturaleza de esta confrontación no tiene otras raíces. Reside en la actitud que unos y otros, los criadores como Sánchez Ramírez, y los cultivadores como Ciriaco, adoptan respecto al sistema de propiedad de las tierras. Los hateros del Este se consagraban a la cría de ganado y al corte de maderas –que es la forma vegetal de la cría de animales– aunque en los hechos no eran verdaderos criadores sino monteros y no sembraban la caoba sino que la elegían cuando habían alcanzado selváticamente cierto grosor del tronco, amparándose en la libertad de elección y de corte que le otorgaba la comunidad de las tierras. Una práctica ancestral que se remontaba a las primeras décadas que siguieron a las DEVASTACIONES de 1605… y que S.V. describía unos años atrás censurándolos así: «Los amos pondrían el remedio correspondiente a tanto mal si se viesen reducidos a menos pastos y dehesas, y en pocos años tendríamos mudado el sistema actual de crianza (que no es otro que el de dejar los animales a lo que da el tiempo)…»32 Los terratenientes del Sur, por su parte, se dedicaban al cultivo del café –el propio Ciriaco era un hacendado cafetalero– y al de la caña de azúcar, que exigían un trabajo directo, una cierta ciencia y una técnica por primitivas que fueran. Esa diferencia en la naturaleza de la actividad económica de ambos sectores determina una actitud distinta respecto a la naturaleza 32 Sánchez Valverde, ob. cit., página 193. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 289 14/11/2013 10:09:12 a.m. 290 Pedro Mir de la propiedad de los terrenos comuneros que, a su vez, imprime su carácter a las concepciones políticas de ambos. Para los criadores es cuestión de vida o muerte la supervivencia de la comunidad territorial que les permite la montería libre, el ganado y la búsqueda de los árboles adecuados para el corte. Pero a los cultivadores les conviene la cerca, que protege sus siembras de la incursión devoradora del ganado. Y el mismo azucarero se inclina naturalmente a la propiedad privada de las tierras, aunque eventualmente se beneficie de la comunidad territorial. Estos dos sectores entran automáticamente en contradicción cuando los azares de la vida pública traen al primer plano el problema de la supervivencia de la indefinición de la propiedad en el sistema de los terrenos comuneros. Sánchez Ramírez objetiva de manera inmisericorde la actitud del hatero del Este contra el cultivador Ciriaco, del Sur. Y se muestra implacable… Así, con los mismos fundamentos, se explica la misión patriótica que lleva a Sánchez Ramírez a convertirse en un Caudillo en la lucha por la expulsión de la dominación francesa y en un abanderado incondicional del retorno de la dominación española. En la misma medida en que los franceses, sea cual sea su papel opresor en Santo Domingo, son los portadores de la tendencia burguesa hacia la parcelación de los terrenos comuneros y en consecuencia de la destrucción y el hundimiento de la economía hatera, encontrarán en Sánchez Ramírez y sus correligionarios un enemigo a muerte, mientras que España será vista por ellos como un símbolo, no del pasado como realmente debe ser vista, sino del futuro precario de los terrenos comuneros, y como garantía de su supervivencia eterna. Yo voy imitando a España. Tuyo, Sánchez, así terminaba el Caudillo, sin que viniera a cuento, una carta que dirigía a José Joaquín del Monte en mayo de 1809, sobre asuntos diarios de la guerra.33 Los cultivadores, por el contrario, no tienen que verse necesariamente afectados por la tendencia francesa ni favorecidos por la 33 Carta de Sánchez Ramírez a José Joaquín del Monte a 27 de mayo de 1809. Diario de la reconquista. Documento 82. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 290 14/11/2013 10:09:12 a.m. La noción de período en la historia dominicana 291 tendencia española. Y no es por casualidad que Pablo Báez, el padre del hijo, connotado azucarero del Sur, intrigara en favor de los franceses, siendo español, traidor a su nación, como lo calificaba Huber ante sus jueces españoles. Pero no pudo calificarlo de traidor a sus intereses… Y en esos mismos términos se explica la intensa hostilidad de los hateros hacia su pueblo, debido a que la tendencia popular, inevitablemente orientada en dirección del progreso histórico, era la portadora natural, y además vigorosa y temible, y sobre todo inmediata, de esa tendencia histórica a la que su lucha debía imprimir una dimensión revolucionaria mucho más profunda que cualquiera de los casos anteriormente señalados. Y este es el punto que más nos interesa. 7 Hacia el mes de abril de 1809 comenzó a manifestarse ya el descontento de algunos sectores, respecto de la prolongación del asedio y de la política de pasividad impuesta por Sánchez Ramírez a sus tropas. Efectivamente se produjo una conspiración en Santiago contra la autoridad del Caudillo, que tal vez se produce allí porque la experiencia histórica puede haber elevado la conciencia política y nacional de las masas. En la conspiración fue implicado un número indeterminado de naturales descontentos, como él llegó a calificarlos. La gravedad de la conspiración se mide por el hecho de que tras el arresto de ciertos implicados, cuyos nombres no se recogen, fueron pasados sumariamente por las armas, por orden directa de Sánchez Ramírez. La única constancia de este episodio que poseemos, aparece en una carta del propio Sánchez Ramírez en la cual restándole importancia al hecho y culpando a los franceses como era su costumbre, informaba al Gobernador de Puerto Rico en la forma siguiente: Habiendo sido exactamente informado de que los franceses Harzand y Modre trataron de levantar partido contra mí de acuerdo con el NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 291 14/11/2013 10:09:12 a.m. Pedro Mir 292 General Dubarquier, para venirme a atacar, quienes tuvieron la ligereza de proponérselo a dos Comandantes de Partido de quienes fui igualmente informado, seduciendo a algunos otros naturales descontentos (que Usía puede considerar que no faltarán), como lo observo en algunos a pesar de la grande política con que los llevo, tomé la sigilosa providencia de prevenir al Comandante de Santiago donde residían, los sorprendiese, asegurase su arresto y pasase por las armas, como se ha verificado, según su aviso de haberlo así cumplido… Es claro que al Caudillo no le convenía en absoluto admitir que tenía opositores –como lo sugiere la frase que Usía puede considerar que no faltarán para disculparse de que no falten de manera que el haberlo informado revela que tenía alguna importancia como para elevarla a nivel superior de Gobierno. A pesar de ello, omite los nombres de los implicados y notoriamente los de los Comandantes de Partido, que son personajes importantes de la supuesta conjura, por haberla revelado y por ser los mejores testigos de cargo, después que los franceses le divulgaron a ellos con una ligereza impropia y por tanto completamente inverosímil, los nombres de conjurados. En cambio, proporciona prolijamente los nombres de los franceses indiscretos, que por cierto no figuran en las listas de Lemmonnier-Dellaffosse, sin que esta identificación aporte alguna significación a la trama y menos al informe. Todo esto hace sumamente sospechosa la información referida y no deja en claro nada más que los hechos irrefutables: que se produjo una conspiración en Santiago entre naturales descontentos; que ésta iba dirigida contra la autoridad del Caudillo; y que, como consecuencia de ello, un número indeterminado de opositores a esa autoridad fue pasado por las armas, según aviso del Comandante de Santiago de haberlo así cumplido… Y es lástima. Sánchez Ramírez no puede haber dejado ningún documento, ni sentencia ni instrucción judicial que eche alguna luz sobre un episodio que quién sabe qué profundas implicaciones históricas encierra. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 292 14/11/2013 10:09:12 a.m. La noción de período en la historia dominicana 293 8 En consecuencia: la estrategia de los «hateros» durante los acontecimientos suscitados por el 2 de mayo español, debía encaminarse desde los primeros instantes hacia tres objetivos fundamentales: UNO, al desplazamiento de los terratenientes del Sur, con vistas a eliminar el peligro de una eventual preponderancia en la dirección del movimiento. Este objetivo fue alcanzado por Sánchez Ramírez y sus acólitos en la Asamblea de Bondillo; DOS, a una derrota decisiva sobre los franceses, con vistas a obtener la preponderancia política en todo el país. Este objetivo fue alcanzado por Sánchez Ramírez en los terrenos del Este, su propio «patio», por medio de la gran batalla de PALO HINCADO; y TRES, a la destrucción y el aplastamiento de cualquier iniciativa popular que brotara de las masas, como resultado de la toma de conciencia de sus propias fuerzas, lo cual se habría producido inevitablemente en caso de obtenerse una victoria contra los franceses en su reducto de Santo Domingo como se obtuvo en los campos del Este. Y ese es el objetivo que subyace, de manera profunda y oculta, en la política de prolongación indefinida del asedio a la Plaza de Santo Domingo. Por eso deben ser descartadas las facetas sicológicas del dirigente de esta política. Se trata de sus intereses materiales, ligados por él y por toda la clase social a la que él pertenecía, considerada por ellos como representativa de toda la sociedad. Y lo expresa con toda claridad en una circular del 1ro. de abril de 1809: … el único modo que hay para vencer al enemigo es marchando sobre él hasta encontrarlo, para castigar su tenacidad y temeraria resistencia, y poder incorporar cuanto antes bajo las banderas de nuestra Monarquía española este hermoso territorio, como unánimemente lo hemos jurado, con lo que lograremos descansar en el seno de nuestras NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 293 14/11/2013 10:09:12 a.m. Pedro Mir 294 familias en la tranquila posesión de nuestras propiedades y beneficios que nos dispense, para su conservación y aumento, el Soberano… Eran a todas luces evidentes las implicaciones y complicaciones históricas que podría introducir en el pueblo esa victoria que se veía tan cerca. Lo menos que podía suceder era que se viera perturbada esa tranquilidad añorada que disfrutaron los terratenientes en la época somnolienta que antecedió al despertar de los pueblos, antes del Tratado de Basilea en 1795. El ejemplo de Haití, que era la manifestación en esta Isla de las influencias revolucionarias que flotaban en la época, estaban demasiado próximas, en el tiempo y en el espacio para que algún sector social permaneciera indiferente a sus enseñanzas. Nadie podía ignorar –y esa era la enseñanza suprema de la hazaña del Santiago insurrecto y precursor de los días, más cálidos que invernales, de 1804-1805– que detrás de las hazañas del pueblo se encontraba la palpitación incontrolable de la independencia. Y es a la luz de esas profundas experiencias que debemos considerar aunque no debemos esperar a que aparezca consignado en ningún documento debidamente sellado y rubricado, que la táctica de lucha seguida contra el francés durante el sitio a la plaza de Santo Domingo, estuvo firmemente determinada por el objetivo supremo de impedir que la victoria de las armas nativas, desembocara en un proceso revolucionario en todo el país como pudo haber ocurrido en Santiago en 1804. Y, correlativamente, que ese objetivo iba acompañado de la determinación de delegar esa victoria en manos de las potencias extranjeras. De ahí la prolongación del sitio y el papel preponderante asignado al bloqueo extranjero, que se justificaba con la inevitabilidad de la capitulación por la vía del aniquilamiento por hambre, aunque el hambre afectaba por igual a las tropas enemigas y a las tropas nativas, y en definitiva a todo el país. A pesar de que el Caudillo admitía oficial y públicamente que el único modo que hay para vencer al enemigo es marchando sobre él hasta encontrarlo. Por eso no marchaba. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 294 14/11/2013 10:09:12 a.m. La noción de período en la historia dominicana 295 9 La consagración más dramática de la política vertebrada por Juan Sánchez Ramírez durante el sitio de Santo domingo, se presentó a raíz de la capitulación francesa, cuando llegó el momento supremo de ocupar la plaza; el mando inglés dispuso que las tropas integradas por naturales del país, que se habían cubierto de gloria derrotando a los franceses en MALPASO y en PALO HINCADO, no participarían en el acto de ocupación de la plaza y debían permanecer acampadas en GAZCUE, extramuros de la ciudad.34 Sólo vagamente puede serle imputada a los ingleses la responsabilidad de esta humillación inmensa, infligida sobre aquellas tropas que habían materializado esta victoria con sus sacrificios. La razón de esta medida dictada por el Mayor General Carmichael se encuentra en los términos de la capitulación articulada directamente por él con los franceses, una de cuyas condiciones era precisamente aquella, en la cual los franceses proponían que fuesen excluidas de la toma de posesión del reducto militar, las tropas de naturales que habían derrotado, humillado y conducido al suicidio a su jefe el General Ferrand y que habían puesto en fuga a su oficial más brillante, el teniente Aussenac. Si Carmichael aprobó esa humillación, que a sus ojos debía carecer de sentido, a favor de la viabilización de la rendición de los franceses y la entrega de la plaza, es cosa que sólo débilmente puede serle recriminada. El grueso de esta responsabilidad recae sobre Juan Sánchez Ramírez quien posibilitó, gestionó y refrendó con su actitud, con su presencia y con su firma, la entrega de la plaza en manos de los ingleses, sin haber disparado aquéllos un tiro de fusil como se lo informó al Gobernador Montes35 y éste a la Junta Central de Sevilla.36 Su culpabilidad ante la Historia consiste en haberle usurpado la gloria a su propio pueblo. Sánchez Ramírez no debió haber Comunicación de William Walton, Secretario del Mayor General Carmichael a Sánchez Ramírez. Idem. Documento 112. 35 Carta de Sánchez Ramírez a Montes el 17 de julio de 1809. Idem. Documento 117. 36 Carta de Montes a Martín Garay a 5 de septiembre de 1809. Idem. Documento 141. 34 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 295 14/11/2013 10:09:12 a.m. 296 Pedro Mir permitido nunca que las tropas vencidas capitularan en manos extranjeras cuando las armas nativas estaban movilizadas y ansiosas de combate. El 14 de mayo hizo pública una circular que iniciaba con las siguientes palabras: Ha llegado ya y se encuentra bloqueando el puerto de Santo Domingo la escuadra inglesa que, A PETICIÓN MÍA, ha enviado el Vice-Almirante de Jamaica.37 Esta petición, que es abiertamente proclamada en un acto público y de la que tuvo informe del Gobernador de Puerto Rico por vía directa del Vice-Almirante de Jamaica, muestra palmariamente que Sánchez Ramírez hizo delegación de su deber en manos de los ingleses y que, por tanto, despojaba de su misión histórica a los naturales de este país, autorizando implícitamente la marginación de que estos fueran objeto. Pero si alguna duda cabe, no hay más leer la carta que le dirige Carmichael desde el Palacio de Santo Domingo en fecha 22 de julio de 1809 en la cual el comandante inglés se manifiesta consternado por el reproche de Sánchez Ramírez en el sentido de que las tropas inglesas ocupaban los principales puestos de la Ciudad y le replica que si ahora la guardia del Conde y de otros puestos principales es solamente de ingleses yo no sé a qué atribuirlo, pues fue después de haber recibido un oficio de V. E. a ese objeto.38 Fray Cipriano de Utrera afirma que Carmichael ordenó en sus disposiciones para hacer la entrada en la Ciudad de Santo Domingo, que la tropa irregular española se acampase en Gazcue, haciendo primeramente entrega de las armas…39 No parece probable. La carta que acabamos de mencionar, en la cual el inglés revela que Sánchez Ramírez contradice un oficio anterior, permite suponer que el Caudillo protestó por la ocupación exclusivamente inglesa de los puestos principales de la Ciudad, para ocultar su responsabilidad en una medida que debe haber suscitado enérgicas protestas entre aquellos que habían conquistado ese derecho con las armas en las manos. De haber sido Circular desde el Cuartel de Bocanigua a 14 de mayo de 1809. Idem. Documento 75. 38 Carta del Mayor General Carmichael a Sánchez Ramírez a 22 de julio de 1809. Idem. Documento 120. 39 Diario de la reconquista, ob. cit., Proemio, página XLVIII. 37 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 296 14/11/2013 10:09:13 a.m. La noción de período en la historia dominicana 297 así, la respuesta a cualquier tentativa de desarmar esas tropas no habría sucedido sin un escándalo histórico. Tampoco Sánchez Ramírez podía permitir el desarme de unas tropas que constituían la base material del poder político y sin las cuales ese poder se hubiera volatilizado con los primeros rayos de la aurora. Y Fray Cipriano, que aporta una documentación que muestra la orden de acuartelamiento de las tropas en Gazcue, no aporta ninguna referida al desarme de ellas. Lo más probable es que el cura adoptara mecánicamente unos juicios de José Gabriel García en los que palpita una confusión. García trae en su Historia una referencia concreta a la orden de desarme dictada por Carmichael, pero esta es claramente dirigida a aquellos individuos que, sin ser franceses y por consiguiente nativos del país, habían hecho causa común con los vencidos y se encontraban intramuros de la Ciudad ocupada. Esta orden no se refería a las tropas de nativos del país acampanadas por orden de Carmichael en Gazcue, extramuros de la ciudad. He aquí el texto que trae García: …los dos jefes aliados dictaron la proclama que el día 14 de julio firmó de orden de ellos el secretario Walton y se imprimió a tres columnas en inglés, español y francés, mandando expresamente A TODOS LOS HABITANTES DE LA CIUDAD, que en el término de la fecha depositaran en el patio del palacio de gobierno todas las armas y municiones que tuvieran en su poder, marcadas con el nombre de sus dueños las que fueran de propiedad particular para devolverlas a su debido tiempo, y previniendo igualmente que todo individuo que desatendiera a este mandato vencido el tiempo prefijado sería considerado como enemigo del país, y juzgado en consecuencia, con todo el rigor de la ley, como culpable de querer alterar la paz y perturbar la tranquilidad pública…40 Compendio, Vol. III, página 4. 40 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 297 14/11/2013 10:09:13 a.m. Pedro Mir 298 Aquí no hay lugar a confusiones. Queda claro que esa medida va dirigida a todos los habitantes de la ciudad y no a las tropas sitiadoras que se encuentran acampadas en Gazcue, fuera de ella. Pero el historiador García es astuto. En esta situación le resulta imposible pronunciarse en favor de estos colaboracionistas afrancesados, a quienes páginas atrás ha tributado los calificativos más respetuosos y los elogios más distinguidos. Ahora se ve forzado a apelar a una estratagema en la que ha atrapado fácilmente a Fray Cipriano: en lugar de defender a la élite afrancesada que luchó contra el pueblo, arma en mano, y que ahora es obligada, en buena ley y con toda justicia, a soltar esas armas; García defiende a toda la población hambrienta y miserable, como si esa élite, que fue distinguida por Ferrand atropellando a los pobres y a la gente de color en su provecho, fuera esa población o formara parte de ella o pudiera defenderse en los mismos términos que a toda la población, incluyendo a los que hicieron armas patrióticas contra la dominación francesa. Esto, claro está, le permite engolar la voz y decir palabras muy hermosas y muy atinadas para quien las interprete en el sentido de los anhelos populares. Estos afrancesados, traidores auténticos que García identifica con el pueblo, no reciben, por supuesto, a Sánchez Ramírez vencedor, como quiera que sea, de los franceses, con vivas muestras de entusiasmo y alegría. Más bien con odio. Y así se lo describe el Caudillo a un amigo de Puerto Rico, el Lic. Juan Nepomuceno Arredondo: cuando en todas partes se han llenado de regocijo, esta capital se manifiesta la más triste del mundo, porque al paso que todos los dominicanos que se hallan fuera de la Isla y los vecinos de los pueblos, se han mostrado tan corteses conmigo, muchos de los vecinos de esta ciudad, que estaban engreídos con los franceses, no pueden aunque quieren esconder su veneno, y en fin, no parece que se ha redimido a Santo Domingo del yugo de los franceses, sino que se acaba de sacrificarle a la esclavitud… NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 298 14/11/2013 10:09:13 a.m. La noción de período en la historia dominicana 299 No puede haber una situación más clara que ésta que describe el Caudillo. Cualquiera que fuera su actitud frente al pueblo él encarnaba inequívocamente el odio a los franceses y eso no podía ser aplaudido por los afrancesados. Pero el historiador García, porque su pluma es una varita mágica importada de París, convierte a estos afrancesados indefendibles que constituyen una minoría perfumada, en la totalidad de la masa común del pueblo. Ese artificio permite a García comentar la carta del Caudillo a su amigo Nepomuceno de Puerto Rico en los siguientes términos: …juicio revelador por lo exagerado y severo, de la triste impresión que había causado al héroe de Palo Hincado, el no encontrar el recibimiento entusiasta que esperaba como recompensa de sus heroicos esfuerzos por restaurar la dominación española, sin parar mientes, ofuscado sin duda por efecto del desencanto, tan propenso a imbuir en errores a los mandatarios, que una población hambrienta y miserable no podía tener aliento para entregarse a grandes demostraciones de regocijo, ni era motivo de fundadas esperanzas el poderoso ascendiente que entró ejerciendo en los asuntos públicos la intervención extranjera, mal vista siempre por la masa común del pueblo, ni podía dejar satisfechas tampoco todas las aspiraciones, la vuelta a un régimen añejo en circunstancias que habría sido más provechoso dirigirse de una vez a la conquista de la independencia absoluta ni más ni menos que como lo habían hecho ya, no sólo los Estados Unidos de la América del Norte, sí que también los vecinos mucho más cercanos de Occidente… Súbitamente, García ha comprendido una serie de problemas que no había comprendido antes y que olvidaría tranquilamente después. Ahora comprende que es inaceptable en los asuntos públicos, la intervención extranjera cosa que había aceptado al juzgar a Ferrand. Comprende igualmente ahora el papel histórico de la masa común del pueblo, que ignoró en los días ardientes del Santiago de 1804. Y ve ahora con toda lucidez, y va a dejarlo de ver en numerosas ocasiones, que las aspiraciones populares, inspiradas por el ejemplo de los NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 299 14/11/2013 10:09:13 a.m. 300 Pedro Mir Estados Unidos y por los vecinos mucho más cercanos de Occidente, se inclinaban a la independencia absoluta. Y es lástima, porque de haber sido consecuente con esas impresiones que momentáneamente le inspiró la carta del Caudillo, y el anhelo recóndito de defender a los traidores a su nación como los llamaba Huber, le habría permitido dejarnos en herencia una genuina historia popular. Y, sobre todo, verdadera… 10 Esta devastación, que completa el cuadro general de la destrucción de este país, marca el punto de partida de la historia del pueblo dominicano objetivamente consagrada. Es una historia marcada por un signo de extrema pobreza que obligará a cada uno de los miembros de la población a actuar con la filosofía del naufragio. En los 200 años anteriores, el núcleo histórico lo constituía la familia y, fuera de sus estrechos marcos, el mundo parecía diluirse en la más densa de las sombras. Pero la última devastación, que no logró hacer desaparecer el país, acabó por destruir el sistema. A fuerza de golpear sobre la cabeza de los hombres, los hizo invulnerables a la destrucción. Les creó una resistencia natural a la adversidad que haría posible, no sólo su supervivencia, sino su aglutinación popular en unos términos tan recónditos, tan entrañables, que haría posible que las leyes históricas se cumplieran como si este pueblo no tuviera cabezas. Sólo podían sobresalir aquellas que se plegaban a las condiciones del enemigo. Y el pueblo aprendió a seguir su curso histórico sin más dirección que la de los acontecimientos. Es posible que esta situación hiciera más laboriosa su faena. Es igualmente posible que la brillantez de las hazañas populares haya sido oscurecida por la ausencia de esos seres prodigiosos que NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 300 14/11/2013 10:09:13 a.m. La noción de período en la historia dominicana 301 son capaces de encarnar, por la excepcionalidad de sus cualidades, la epopeya de todo un pueblo, como Martí, y hasta de un continente como Bolívar, y aún de una era, como Lenin. En la historia del pueblo dominicano las figuras más sobresalientes son sus tiranos. Pero el hecho objetivo es que, si bien ninguno de los héroes, o muy pocos entre ellos, han exhibido la misma estatura de los tiranos, si ninguno de ellos ha podido tener el destino del pueblo en sus manos por un período razonable, la historia ha seguido su curso y el pueblo ha seguido exactamente la misma trayectoria histórica que han seguido las naciones hermanas de este Continente, de una manera oscura pero certera, de una manera modesta pero cualitativamente exacta. En tiempos de Toussaint y Dessalines no hubo en esta parte de la Isla un personaje de esa talla que pudiera dirigir los acontecimientos en el sentido en que el propio pueblo los condujo. Y lo mismo ocurrió en tiempos de Boyer. La etapa de la independencia conocería figuras como la de Santana cuyo adversario directo y visible no fue el hombre que el destino llamó para encarnar los anhelos populares –DUARTE– sino otro tirano de la misma estatura, Báez, que puede llenar con suma elegancia las páginas de cualquier biografía. Lilís, que gobernó el país durante 20 años y Trujillo que lo gobernó durante 30, lograron representar la historia de este país y ser conocidos universalmente de manera más conspicua que hombres como Luperón en su tiempo y los mártires de 1959 y otros mártires en el suyo, que encarnando las aspiraciones populares, combatieron heroicamente y a veces grandiosamente. Sin embargo, la historia de este pueblo no es la historia quizás de sus grandes constructores pero tampoco es la historia de sus grandes destructores. Las energías históricas de estos últimos, que mantuvieron en sus manos durante largos períodos los recursos del poder, se agotaron antes de lograr que el pueblo torciera la línea de su propio destino. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 301 14/11/2013 10:09:13 a.m. 302 Pedro Mir De donde resulta que su verdadero adversario, el adversario invencible y vencedor, fue el pueblo. Un vencedor vagamente glorioso. Pero inmortal. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 302 14/11/2013 10:09:13 a.m. HISTORIA DE LA HISPANIOLA PREHISTORIA La vida aborigen hasta el Descubrimiento PROTOHISTORIA Desde el Descubrimiento hasta las Devastaciones HISTORIA De las Devastaciones a nuestros días Sistema de la Esclavitud Moderna o «de plantación» Sistema de la propiedad comunitaria de las tierras HISTORIA de la República de Haití o de la parte occidental de la Isla Hispaniola antes francesa HISTORIA DE LA REPÚBLICA DOMINICANA (Historia del pueblo dominicano) o de la parte oriental de la Isla Hispaniola antes española ERA IMPERIAL Predominio de la propiedad territorial 1605-1873 ERA IMPERIALISTA Predominio de la propiedad capitalista 1873-19.. Período de las Devastaciones (Ciclo Colonial) 1605-1809 Devastaciones de ESPAÑA Osorio 1605 Período de las Anexiones (Ciclo Republicano) 1809-1873 Devastaciones de FRANCIA Época de la DEPENDENCIA Época de la INDEPENDENCIA Joaquín García 1795 Dessalines 1805 Anexión España 1800 Sánchez Ramírez 1809 Anexión La Gran Colombia 1821 Anexión Francia 1844 Anexión España 1861 Gestación del pueblo dominicano 1795 Fin de la connotación española de la nacionalidad del pueblo Anexión Haití 1822 NACIMIENTO DEL PUEBLO DOMINICANO 1804 Indeterminación nacional del pueblo Período europeo NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 303 Anexión E. U. 1870 Constitución absoluta del pueblo dominicano 1808 PALO HINCADO primer movimiento nacional Período americano 14/11/2013 10:09:13 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 304 14/11/2013 10:09:13 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. I Vol. II Vol. III Vol. IV Vol. V Vol. VI Vol. VII Vol. VIII Vol. IX Vol. X Vol. XI Vol. XII Vol. XIII Vol. XIV Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1944. Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. I, C. T., 1944. Samaná, pasado y porvenir. E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1945. Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, C. T., 1945. Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1947. San Cristóbal de antaño. E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1946. Manuel Rodríguez Objío (poeta, restaurador, historiador, mártir). R. Lugo Lovatón, C. T., 1951. Relaciones. Manuel Rodríguez Objío. Introducción, títulos y notas por R. Lugo Lovatón, C. T., 1951. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1846-1850. Vol. II. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1947. Índice general del «Boletín» del 1938 al 1944, C. T., 1949. Historia de los aventureros, filibusteros y bucaneros de América. Escrita en holandés por Alexander O. Exquemelin, traducida de una famosa edición francesa de La Sirene-París, 1920, por C. A. Rodríguez; introducción y bosquejo biográfico del traductor R. Lugo Lovatón, C. T., 1953. Obras de Trujillo. Introducción de R. Lugo Lovatón, C. T., 1956. Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1957. Cesión de Santo Domingo a Francia. Correspondencia de Godoy, García Roume, Hedouville, Louverture, Rigaud y otros. 1795-1802. Edición de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959. 305 NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 305 14/11/2013 10:09:14 a.m. 306 Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. XV Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959. Vol. XVI Escritos dispersos. (Tomo I: 1896-1908). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XVII Escritos dispersos. (Tomo II: 1909-1916). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XVIII Escritos dispersos. (Tomo III: 1917-1922). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XIX Máximo Gómez a cien años de su fallecimiento, 1905-2005. Edición de E. Cordero Michel, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XX Lilí, el sanguinario machetero dominicano. Juan Vicente Flores, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXI Escritos selectos. Manuel de Jesús de Peña y Reynoso. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXII Obras escogidas 1. Artículos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXIII Obras escogidas 2. Ensayos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXIV Obras escogidas 3. Epistolario. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXV La colonización de la frontera dominicana 1680-1796. Manuel Vicente Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXVI Fabio Fiallo en La Bandera Libre. Compilación de Rafael Darío Herrera, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXVII Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (16801795). El Cibao y la bahía de Samaná. Manuel Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXVIII Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño. Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXIX Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXX Iglesia, espacio y poder: Santo Domingo (1498-1521), experiencia fundacional del Nuevo Mundo. Miguel D. Mena, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXI Cedulario de la isla de Santo Domingo, Vol. I: 1492-1501. Fray Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo I: Hechos sobresalientes en la provincia). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXIII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo II: Reorganización de la provincia post Restauración). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 306 14/11/2013 10:09:14 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 307 Vol. XXXIV Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo xvii. Compilación de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXV Memorias del Primer Encuentro Nacional de Archivos. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVI Actas de los primeros congresos obreros dominicanos, 1920 y 1922. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894). Tomo I. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVIII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894). Tomo II. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXIX Una carta a Maritain. Andrés Avelino, traducción al castellano e introducción del P. Jesús Hernández, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XL Manual de indización para archivos, en coedición con el Archivo Nacional de la República de Cuba. Marisol Mesa, Elvira Corbelle Sanjurjo, Alba Gilda Dreke de Alfonso, Miriam Ruiz Meriño, Jorge Macle Cruz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLI Apuntes históricos sobre Santo Domingo. Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLII Ensayos y apuntes diversos. Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLIII La educación científica de la mujer. Eugenio María de Hostos, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLIV Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1530-1546). Compilación de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLV Américo Lugo en Patria. Selección. Compilación de Rafael Darío Herrera, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLVI Años imborrables. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLVII Censos municipales del siglo xix y otras estadísticas de población. Alejandro Paulino Ramos, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLVIII Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo I. Compilación de José Luis Saez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLIX Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo II, Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. L Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo III. Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. LI Prosas polémicas 1. Primeros escritos, textos marginales, Yanquilinarias. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. LII Prosas polémicas 2. Textos educativos y Discursos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 307 14/11/2013 10:09:14 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 308 Vol. LIII Vol. LIV Vol. LV Vol. LVI Vol. LVII Vol. LVIII Vol. LIX Vol. LX Vol. LXI Vol. LXII Vol. LXIII Vol. LXIV Vol. LXV Vol. LXVI Vol. LXVII Vol. LXVIII Vol. LXIX Vol. LXX Vol. LXXI Prosas polémicas 3. Ensayos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008. Autoridad para educar. La historia de la escuela católica dominicana. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Relatos de Rodrigo de Bastidas. Antonio Sánchez Hernández, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 1. Escritos políticos iniciales. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 2. Ensayos. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 3. Artículos y Controversia histórica. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 4. Cartas, Ministerios y misiones diplomáticas. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008. La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961). Tomo I. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961). Tomo II. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Legislación archivística dominicana, 1847-2007. Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2008. Libro de bautismos de esclavos (1636-1670). Transcripción de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Los gavilleros (1904-1916). María Filomena González Canalda, Santo Domingo, D. N., 2008. El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones económicas. Manuel Vicente Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2008. Cuadros históricos dominicanos. César A. Herrera, Santo Domingo, D. N., 2008. Escritos 1. Cosas, cartas y... otras cosas. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Escritos 2. Ensayos. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Memorias, informes y noticias dominicanas. H. Thomasset. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Manual de procedimientos para el tratamiento documental. Olga Pedierro, et. al., Santo Domingo, D. N., 2008. Escritos desde aquí y desde allá. Juan Vicente Flores. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 308 14/11/2013 10:09:14 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 309 Vol. LXXII De la calle a los estrados por justicia y libertad. Ramón Antonio Veras (Negro), Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. LXXIII Escritos y apuntes históricos. Vetilio Alfau Durán, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXIV Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista. Salvador E. Morales Pérez, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXV Escritos. 1. Cartas insurgentes y otras misivas. Mariano A. Cestero. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXVI Escritos. 2. Artículos y ensayos. Mariano A. Cestero. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXVII Más que un eco de la opinión. 1. Ensayos, y memorias ministeriales. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXVIII Más que un eco de la opinión. 2. Escritos, 1879-1885. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXIX Más que un eco de la opinión. 3. Escritos, 1886-1889. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXX Más que un eco de la opinión. 4. Escritos, 1890-1897. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXI Capitalismo y descampesinización en el Suroeste dominicano. Angel Moreta, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXIII Perlas de la pluma de los Garrido. Emigdio Osvaldo Garrido, Víctor Garrido y Edna Garrido de Boggs. Edición de Edgar Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXIV Gestión de riesgos para la prevención y mitigación de desastres en el patrimonio documental. Sofía Borrego, Maritza Dorta, Ana Pérez, Maritza Mirabal, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXV Obras, tomo I. Guido Despradel Batista. Compilación de Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXVI Obras, tomo II. Guido Despradel Batista. Compilación de Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXVIIHistoria de la Concepción de La Vega. Guido Despradel Batista, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXIX Una pluma en el exilio. Los artículos publicados por Constancio Bernaldo de Quirós en República Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XC Ideas y doctrinas políticas contemporáneas. Juan Isidro Jimenes Grullón, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCI Metodología de la investigación histórica. Hernán Venegas Delgado, Santo Domingo, D. N., 2009. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 309 14/11/2013 10:09:14 a.m. 310 Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. XCIII Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo I. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCIV Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo II. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCV Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo III. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCVI Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición. Ramón Antonio, (Negro) Veras, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCVII Escritos reunidos. 1. Ensayos, 1887-1907. Rafael Justino Castillo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCVIII Escritos reunidos. 2. Ensayos, 1908-1932. Rafael Justino Castillo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCIX Escritos reunidos. 3. Artículos, 1888-1931. Rafael Justino Castillo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. C Escritos históricos. Américo Lugo, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. CI Vindicaciones y apologías. Bernardo Correa y Cidrón. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. CII Historia, diplomática y archivística. Contribuciones dominicanas. María Ugarte, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. CIII Escritos diversos. Emiliano Tejera, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CIV Tierra adentro. José María Pichardo, segunda edición, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CV Cuatro aspectos sobre la literatura de Juan Bosch. Diógenes Valdez, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CVI Javier Malagón Barceló, el Derecho Indiano y su exilio en la República Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CVII Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo. Estudios, 19832008. Consuelo Varela, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CVIII República Dominicana. Identidad y herencias etnoculturales indígenas. J. Jesús María Serna Moreno, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CIX Escritos pedagógicos. Malaquías Gil Arantegui. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CX Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación. Compilación de Natalia González, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXI Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo y artículos contra el régimen de Trujillo en el exterior. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 310 14/11/2013 10:09:14 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 311 Vol. CXII Ensayos y apuntes pedagógicos. Gregorio B. Palacín Iglesias. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXIII El exilio republicano español en la sociedad dominicana (Ponencias del Seminario Internacional, 4 y 5 de marzo de 2010). Reina C. Rosario Fernández (Coord.), edición conjunta de la Academia Dominicana de la Historia, la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXIV Pedro Henríquez Ureña. Historia cultural, historiografía y crítica literaria. Odalís G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXV Antología. José Gabriel García. Edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXVI Paisaje y acento. Impresiones de un español en la República Dominicana. José Forné Farreres. Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXVII Historia e ideología. Mujeres dominicanas, 1880-1950. Carmen Durán. Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXVIII Historia dominicana: desde los aborígenes hasta la Guerra de Abril. Augusto Sención (Coord.), Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXIX Historia pendiente: Moca 2 de mayo de 1861. Juan José Ayuso, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXX Raíces de una hermandad. Rafael Báez Pérez e Ysabel A. Paulino, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXI Miches: historia y tradición. Ceferino Moní Reyes, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXII Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo I. Octavio A. Acevedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXIII Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo II. Octavio A. Acevedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXIV Apuntes de un normalista. Eugenio María de Hostos. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXV Recuerdos de la Revolución Moyista (Memoria, apuntes y documentos). Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXVI Años imborrables (2da ed.) Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, edición conjunta de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXVII El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la dictadura de Trujillo. Tomo I. Compilación de Alejandro Paulino Ramos, edición conjunta del Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXVIII El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la dictadura de Trujillo. Tomo II. Compilación de Alejandro Paulino Ramos, NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 311 14/11/2013 10:09:14 a.m. 312 Publicaciones del Archivo General de la Nación edición conjunta del Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXIX Memorias del Segundo Encuentro Nacional de Archivos. Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXX Relaciones cubano-dominicanas, su escenario hemisférico (1944-1948). Jorge Renato Ibarra Guitart, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXXI Obras selectas. Tomo I, Antonio Zaglul, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXII Obras selectas. Tomo II. Antonio Zaglul, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXIII África y el Caribe: Destinos cruzados. Siglos xv-xix, Zakari DramaniIssifou, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXIV Modernidad e ilustración en Santo Domingo. Rafael Morla, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXV La guerra silenciosa: Las luchas sociales en la ruralía dominicana. Pedro L. San Miguel, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXVI AGN: bibliohemerografía archivística. Un aporte (1867-2011). Luis Alfonso Escolano Giménez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXVIILa caña da para todo. Un estudio histórico-cuantitativo del desarrollo azucarero dominicano. (1500-1930). Arturo Martínez Moya, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXVIII El Ecuador en la Historia. Jorge Núñez Sánchez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXIX La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia, 1849-1856. Wenceslao Vega B., Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXL Max Henríquez Ureña. Las rutas de una vida intelectual. Odalís G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLI Yo también acuso. Carmita Landestoy, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLIII Más escritos dispersos. Tomo I. José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLIV Más escritos dispersos. Tomo II. José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLV Más escritos dispersos. Tomo III. José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLVI Manuel de Jesús de Peña y Reinoso: Dos patrias y un ideal. Jorge Berenguer Cala, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLVII Rebelión de los capitanes: Viva el rey y muera el mal gobierno. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLVIII De esclavos a campesinos. Vida rural en Santo Domingo colonial. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLIX Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1547-1575). Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2011. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 312 14/11/2013 10:09:14 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 313 Vol. CL Ramón –Van Elder– Espinal. Una vida intelectual comprometida. Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CLI El alzamiento de Neiba: Los acontecimientos y los documentos (febrero de 1863). José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CLII Meditaciones de cultura. Laberintos de la dominicanidad. Carlos Andújar Persinal, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CLIII El Ecuador en la Historia (2da ed.) Jorge Núñez Sánchez, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLIV Revoluciones y conflictos internacionales en el Caribe (1789-1854). José Luciano Franco, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLV El Salvador: historia mínima. Varios autores, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLVI Didáctica de la geografía para profesores de Sociales. Amparo Chantada, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLVII La telaraña cubana de Trujillo. Tomo I. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLVIII Cedulario de la isla de Santo Domingo, 1501-1509. Vol. II, Fray Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLIX Tesoros ocultos del periódico El Cable. Compilación de Edgar Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLX Cuestiones políticas y sociales. Dr. Santiago Ponce de León, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXI La telaraña cubana de Trujillo. Tomo II. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXII El incidente del trasatlántico Cuba. Una historia del exilio republicano español en la sociedad dominicana, 1938-1944. Juan B. Alfonseca Giner de los Ríos, Santo Domingo, D. N., 2012.0415 Vol. CLXIII Historia de la caricatura dominicana. Tomo I. José Mercader, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXIV Valle Nuevo: El Parque Juan B. Pérez Rancier y su altiplano. Constancio Cassá, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXV Economía, agricultura y producción. José Ramón Abad. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXVI Antología. Eugenio Deschamps. Edición de Roberto Cassá, Betty Almonte y Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXVII Diccionario geográfico-histórico dominicano. Temístocles A. Ravelo. Revisión, anotación y ensayo introductorio Marcos A. Morales, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXVIII Drama de Trujillo. Cronología comentada. Alonso Rodríguez Demorizi. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 313 14/11/2013 10:09:15 a.m. 314 Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. CLXIX La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I, volumen 1. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXX Drama de Trujillo. Nueva Canosa. Alonso Rodríguez Demorizi. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012 Vol. CLXXI El Tratado de Ryswick y otros temas. Julio Andrés Montolío. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXII La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I, volumen 2. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXIII La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III, volumen 5. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXIV La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III, volumen 6. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXV Cinco ensayos sobre el Caribe hispano en el siglo xix: República Dominicana, Cuba y Puerto Rico 1861-1898. Luis Álvarez-López, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXVI Correspondencia consular inglesa sobre la Anexión de Santo Domingo a España. Roberto Marte, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXVII ¿Por qué lucha el pueblo dominicano? Imperialismo y dictadura en América Latina. Dato Pagán Perdomo, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXVIII Visión de Hostos sobre Duarte. Eugenio María de Hostos. Compilación y edición de Miguel Collado, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXIX Los campesinos del Cibao: Economía de mercado y transformación agraria en la República Dominicana, 1880-1960. Pedro L. San Miguel, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXX La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II, volumen 3. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXI La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II, volumen 4. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXII De súbditos a ciudadanos (siglos xvii-xix): el proceso de formación de las comunidades criollas del 3 hispánico (Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo). Jorge Ibarra Cuesta, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXIII La dictadura de Trujillo (1930-1961). Augusto Sención Villalona, San Salvador-Santo Domingo, 2012. Vol. CLXXXIV Anexión-Restauración. Parte 1. César A. Herrera, edición conjunta entre el Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXV Anexión-Restauración. Parte 2. César A. Herrera, edición conjunta entre el Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXXVI Historia de Cuba. José Abreu Cardet y otros, Santo Domingo, D. N., 2013. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 314 14/11/2013 10:09:15 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 315 Vol. CLXXXVIILibertad Igualdad: Protocolos notariales de José Troncoso y Antonio Abad Solano, 1822-1840. María Filomena González Canalda, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXXVIIIBiografías sumarias de los diputados de Santo Domingo en las Cortes españolas. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXXIX Financial Reform, Monetary Policy and Banking Crisis in Dominican Republic. Ruddy Santana, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXC Legislación archivística dominicana (1847-2012). Departamento de Sistema Nacional de Archivos e Inspectoría, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCI La rivalidad internacional por la República Dominicana y el complejo proceso de su anexión a España (1858-1865). Luis Escolano Giménez, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCII Escritos históricos de Carlos Larrazábal Blanco. Tomo I. Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCIII Guerra de liberación en el Caribe hispano (1863-1878). José Abreu Cardet y Luis Álvarez-López, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCIV Historia del municipio de Cevicos. Miguel Ángel Díaz Herrera, Santo Domingo, D. N., 2013. Colección Juvenil Vol. I Vol. II Vol. III Vol. IV Vol. V Vol. VI Vol. VII Vol. VIII Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007. Heroínas nacionales. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2007. Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos. Santo Domingo, D. N., 2007. Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008. Padres de la Patria. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008. Pensadores criollos. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008. Héroes restauradores. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2009. Dominicanos de pensamiento liberal: Espaillat, Bonó, Deschamps (siglo xix). Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2010. Colección Cuadernos Populares Vol. 1 La Ideología revolucionaria de Juan Pablo Duarte. Juan Isidro Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2009. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 315 14/11/2013 10:09:15 a.m. 316 Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. 2 Mujeres de la Independencia. Vetilio Alfau Durán. Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. 3 Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína. Rafael García Bidó.Santo Domingo, D. N., 2010. Colección Referencias Vol. 1 Archivo General de la Nación. Guía breve. Ana Féliz Lafontaine y Raymundo González. Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. 2 Guía de los fondos del Archivo General de la Nación. Departamentos de Descripción y Referencias. Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. 3 Directorio básico de archivos dominicanos. Departamento de Sistema Nacional de Archivos. Santo Domingo, D. N., 2012. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 316 14/11/2013 10:09:15 a.m. La noción de período en la historia dominicana, volumen I, de Pedro Mir, se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Editora Búho, S. R. L., en noviembre de 2013, Santo Domingo, R. D., con una tirada de 1,000 ejemplares. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 317 14/11/2013 10:09:15 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 318 14/11/2013 10:09:15 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 319 14/11/2013 10:09:15 a.m. NocionPeriodoPedroMir20131014.indd 320 14/11/2013 10:09:15 a.m.