Panel 11: El tercer sector de acción social como actor clave en las políticas de cohesión social. Coordinan: • • • Víctor Renes Ayala - Servicio de estudios de Cáritas y de la F. Foessa Marcos de Castro Sanz - Especialista en Economía Social. Ex-Presidente de CEPES José Manuel Fresno García - Presidente del Consejo de Igualdad de Trato y No Discriminación ________________________________________________________________ El tercer sector ante la estrategia europea 2020 EL TSAS ACTOR CLAVE EN LAS POLÍTICAS DE INCLUSIÓN. Víctor Renes Ayala Servicio de estudios de Cáritas y de la F. Foessa VRENES.SSGG@caritas.es RESUMEN Nota previa. Antes de centrarme en el Tercer Sector de Acción Social, voy a hacer una breve mención de los hitos clave de la posición del TSAS en relación a los políticas de Inclusión Social como una aportación a la Estrategia “Europa 2020” en España: a. Durante los años 90, antes de la estrategia de Lisboa 2000, la Red Europea de lucha contra la pobreza (EAPN-EU) reivindicó la necesidad de una estrategia que hiciera frente a la pobreza y la exclusión. Y se concretó en los PNAIN, como aplicación de Lisboa 2000. b. Tuvo una clara posición ante lo que podemos llamar la “primera decepción”: la revisión en 2005 en la que ya se gira al crecimiento como único referente, perdiendo la cohesión el rango de pilar básico de la definición de Lisboa 2000. c. También ante el déficit evaluativo de esta Estrategia al final de la década de vigencia, así como ante la propuesta de la Comisión de la nueva Estrategia, y la intensa participación de EAPN en “evitar el desastre”, logrando que el objetivo de pobreza se incluyera y mantuviera entre los cinco objetivos básicos de la estrategia Europa 2020. d. El trabajo conjunto de EAPN-España con la Plataforma de ONG de Acción Social (POAS) y la Plataforma de Voluntariado (PVE), trabajó en un intenso proceso participado por el conjunto del Sector, y en la Convención del Tercer Sector celebrada en Octubre 2010 aprobó la “Propuestas para una estrategia de inclusión social 2020 en España”. e. A partir de ahí ha intervenido con propuestas que han sido recogidas en el Plan Nacional de Reformas (PNR) que el Gobierno ha presentado en Bruselas (abril 2011) como aplicación a España de la Estrategia Europa 2020. f. Y ha formulado de forma clara estas Propuestas “en medio del diluvio” que anda cayendo tanto ante las elecciones autonómicas y locales como ante las generales. Las “Propuestas …” se estructuran en tres partes: Modelo social por el que opta el TSAS (cap. 2); Objetivos y Medidas para una estrategia por la Inclusión Social (cap. 3); los Agentes (cap. 4). Viene todo ello precedido de un análisis y diagnóstico de lo que anda en juego en la pobreza y la exclusión social, y no sólo de su descripción (cap. 1), para así poder entender el significado de lo que realmente son las “Propuestas ...”. Y su lógica no es la de hacer la Estrategia, sino de lograr poner en claro qué debería hacerse y por qué. Esta ponencia no se va a centrar en todos los aspectos que trata este trabajo de “Propuestas …”, sino en uno de sus aspectos, el que en el cap. 4 trata sobre el propio TSAS como actor social. Por tanto, la primera parte va a tomar literalmente, aunque estructurado de una manera diferente, lo que se plantea sobre el TSAS desde la propia autoconciencia del propio Sector. O sea, lo que piensa de cómo debe, o debería, ser. Primera parte.- ASPECTOS NECESARIOS A TENER EN CUENTA. 1. DE QUIÉN HABLAMOS. “El TSAS está formado por entidades privadas de carácter voluntario y sin ánimo de lucro que, surgidas de la libre iniciativa ciudadana, funcionan de forma autónoma y solidaria tratando, por medio de acciones de interés general, de impulsar el reconocimiento y el ejercicio de los derechos sociales, de lograr la cohesión y la inclusión social en todas sus dimensiones y de evitar que determinados grupos sociales queden excluidos de unos niveles suficientes de bienestar” (1). Pero más allá de su definición (ésta, por cierto, se está manteniendo en el tiempo), nos importa algunas características del TSAS, sus funciones y, especialmente en qué consiste su valor añadido. Esto debería ir por delante, pues se trata de captar de qué tipo de actor social estamos hablando para así poder evaluar si él mismo en sus concreciones, y si los demás actores, incluso la propia sociedad, estructuran sus relaciones de forma acorde con lo que este actor es y/o pretende ser. Cuando se trata del TSAS es común entender que estamos en presencia de un actor que “existe en la proximidad con las personas”. Esto le da una capacidad y facilidad especiales para conocer y detectar sus necesidades. Además, al tratarse de entidades sin ánimo de lucro, con espíritu de servicio, orientadas a la mejora de la sociedad y con estructuras flexibles, entendemos que estas organizaciones dan una respuesta rápida y adecuada a las necesidades emergentes, gracias a su capacidad de adaptación a los cambios. Por ello, podemos concluir, que las entidades del TSAS deben ser un actor preferencial, necesario e imprescindible y, por tanto, se debería establecer una forma estable, clara y con rango que garantizara su intervención y su participación en este campo, en el que la inclusión social es el referente principal. El propio TSAS ha formulado esto, de forma tentativa pero muy sugerente y atinada, definiendo la MISIÖN del TSAS de la siguiente manera: “Contribuir al desarrollo social y a la vertebración de la sociedad civil, promocionando la participación plena, la defensa de la libertad y la igualdad, la inclusión y la cohesión social de todas las personas y grupos que la integran” (2). 1 Definición del Plan Estratégico del Tercer Sector de Acción Social, 2006. Disponible en: http://www.plataformaongs.org/biblioteca/publicaciones/planes/ archivo/26430.html. 2 Plataforma de ONG de Acción Social (2006): “Plan Estratégico del Tercer Sector de Acción Social. Plan de Acción 2007-2010”. 2. LO QUE LE CONSTITUYE COMO ACTOR SOCIAL. Es esta Misión, con las características, funciones y valores que están implicadas en la misma, lo que constituye al TSAS como un actor con señas de identidad propias. Veamos los aspectos más significativos. 2.1. La inclusión social. La inclusión social toca al núcleo esencial de la MISIÓN de las organizaciones del TSAS y está en la base de la actividad de todas ellas. En muchas ocasiones el TSAS es percibido por parte de las administraciones y de la sociedad como un mero actor subsidiario o compensador en la prestación de determinados servicios sociales. Sin embargo, ante una estrategia de inclusión, ha de ser reconocido como un protagonista fundamental, precisamente por la función esencial que cumple en la sociedad. Este papel social se concreta en la promoción de los derechos, el fomento de valores solidarios, el progreso y la madurez democrática, la participación de las personas y el desarrollo de su bienestar. Por eso el sector debe articularse y establecer una agenda común de trabajo en los próximos años, basada en un discurso comúnmente compartido en cuento a valores, modelo social, aspiraciones y prioridades en la actuación. Es lo que el TSAS ha pretendido hacer con las “Propuestas …” en el que establece los elementos fundamentales de una agenda política en la próxima década para España en la perspectiva de la Estrategia Europa 2020, haciéndola valer ya en el Programa Nacional de Reformas y en general en la definición de las políticas (económicas y sociales) de inclusión. Esto es muy importante tenerlo en cuenta, pues la inclusión social no puede quedar reducida a los aspectos de necesidades básicas y/o carencias graves, sino a todos los aspectos del desarrollo social, y éste en todos los ámbitos. Es decir, se trata de una concepción del bienestar social en el que los grupos más débiles y vulnerables deben alcanzar el ejercicio pleno de sus derechos. Nota complementaria -1Hay que desarrollar todas las potencialidades del TSAS a favor de la inclusión. En el desarrollo de las políticas de inclusión social, los activos fundamentales del TSAS se concretan en los siguientes ámbitos: • La defensa de los derechos de las personas más vulnerables y el acompañamiento y entrenamiento en el ejercicio de los mismos. • La promoción de la ciudadanía activa y el desarrollo del compromiso cívico con la justicia y la solidaridad: las ONG, en este sentido, son una escuela de ciudadanía. • La estructuración de las comunidades, creando espacios para el encuentro, la participación y el ejercicio de la democracia. • La defensa de una sociedad más igualitaria y de un modelo social basado en la solidaridad. • La capacidad de dar respuestas tempranas y flexibles a las necesidades sociales y convertirse en laboratorio de innovación social. • La posición privilegiada para aportar conocimiento de primera mano sobre las realidades de la exclusión y sus múltiples facetas. • La promoción de la participación social de las personas vulnerables y de las entidades, a través de las que canalizan sus aspiraciones y reivindicaciones. • El fomento de la autonomía de las personas, que promueve la conciencia crítica, el empoderamiento y la capacidad para reaccionar ante las injusticias. • La capacidad de movilización de las comunidades y de la sociedad en pro de una sociedad más justa. • La canalización del compromiso de las personas a favor del bien de la comunidad desde la perspectiva de la solidaridad y la gratuidad. • El compromiso de las entidades en la gobernanza y en consecuencia en la gestión de los bienes públicos. • La creación de opinión social y la transmisión de valores sociales, identificando, captando y sacando a la luz pública problemas y dificultades sociales; haciéndose eco de las inquietudes ciudadanas y de los problemas de los más débiles. • La capacidad para dar respuestas ágiles y adaptadas, especialmente a los colectivos más vulnerables, creación equipamientos y poniendo en marcha servicios eficaces, transparentes, orientados a las necesidades de las personas y a precios competitivos. 2.2. La participación. Una de las funciones claves del TSAS es fomentar el derecho constitucional a la participación social, cultural, económica y política de las personas. La toma de decisiones constituye el nudo gordiano de la participación, un proceso en el que el TSAS ha de responsabilizarse como instrumento de participación y de empoderamiento de las personas. Por tanto, la participación no es sólo la exigencia de ser tenido en cuenta y “tomar parte en” el ámbito de la inclusión social, del bienestar social. Cuestión importante que sitúa al TSAS como interlocutor y como actor “político”. Pero la participación no puede quedar reducida a esta dimensión, que luego vamos a ver, sino que la participación en ese nivel debe ser la realización en el nivel de las políticas económicas y sociales der lo que constituye la sustantividad de la participación en el TSAS que se juega en estos tres niveles: a. participación hacia dentro, participación dentro de las organizaciones. El TSAS ha de tender hacia el empoderamiento de sus organizaciones; b. hacia fuera, las organizaciones sociales como instrumentos de participación de las personas, de la sociedad civil; c. de sus beneficiarios, aunque en este aspecto es necesario afirmar la necesidad de cambios conceptuales y de lenguaje: las referencias a “clientes” de nuestros servicios fomenta la pasividad de los beneficiarios, al tiempo que transmite una imagen de separación entre la organización y el tejido social, que no es consecuente con lo que son las características de las entidades sociales. Para lograr estos objetivos, la participación tiene que desarrollarse individual y colectivamente, desde el ámbito local y con una visión global, fomentando una retroalimentación sistemática entre la base y los responsables de las organizaciones, lo que conlleva una corresponsabilidad entre directivos, empleados, voluntarios y beneficiarios. Nota complementaria -2El TSAS no solamente es un canal de participación de las personas excluidas sino de toda la sociedad, contribuyendo a los procesos de cambio y mejora social. Así, participa en la esfera económica, produciendo valor social dentro y fuera del mercado, en la política, mediante el ejercicio activo de la ciudadanía y en las redes sociales como expresión de la identidad y la pertenencia. La movilización del voluntariado, como forma de participación ciudadana de personas concretas que muestran su compromiso social, contribuye a una sociedad más comprometida y a una democracia más participativa. El compromiso cívico y el refuerzo de la educación cívica son hoy más necesarios que nunca. Para las entidades del TSAS, el desarrollo de nuevos espacios y mecanismos de participación cívica es prioritario. Es imprescindible poner el acento sobre el papel que la sociedad civil debe jugar en esta educación cívica. Las asociaciones son una escuela de la ciudadanía y la educación es un elemento esencial de la vida democrática y del ejercicio asociativo. Por ello, el TSAS, desde un adecuado ejercicio de su función de ser vehículo de participación, debe ejercer esta función en relación al conjunto de la sociedad: • La educación en ciudadanía, en conciencia individual del bien común, para generar una cultura de la participación y del protagonismo. • La participación de sus beneficiarios, de sus voluntarios y de sus empleados en el proceso de sus propias vidas y en la prestación de servicios. • La participación en la toma de decisiones de sus organizaciones. • La participación en la comunidad. • La participación en la política económica y social de las autoridades públicas. 2.3. La interlocución. Es evidente que las entidades del TSAS han de ser actores e interlocutores clave ante cualquier política de inclusión social. Esto es así por varias razones: a. en primer lugar, por su diversidad, no solamente en tamaño, sino en finalidades, pues trabajan prácticamente en todos los campos de la acción social; b. en segundo lugar, por su implantación, dado que están desarrollando acciones en el conjunto de la geografía española; c. y en tercer lugar, por sus opciones de actuación, pues entre ellas, unas se centran en la defensa de los derechos, otras en la denuncia y reivindicación, otras en la prestación de servicios, otras en la sensibilización, en la auto ayuda, etcétera. Por ello, la concreción de la política (económica y social) para la inclusión social (Agenda 2020 para España, Programa Nacional de Reformas, Plan Nacional de Inclusión Social), tiene que elaborarse teniendo en cuenta las propuestas del TSAS con una participación activa del mismo. Esta participación no puede reducirse a la mera consulta puntual en la fase de planificación, sino que implica encontrar las estructuras y mecanismos adecuados para que haya un flujo de comunicación y participación permanente en todo el proceso de desarrollo de la misma. Por ello el TSAS viene poniendo encima de la agenda la necesidad de no ser considerado simplemente como actor instrumental, que colabora subsidiariamente en el desarrollo de determinadas funciones. Nota complementaria -3El grado de reconocimiento y participación que tiene el TSAS en la concepción, seguimiento y diseño de las políticas públicas está infra-dimensionado y no se corresponde con el papel social que está jugando. A pesar de que en los últimos años se ha ido avanzando en la creación de foros y sistemas de participación, en la mayoría de las ocasiones prácticamente éstos se reducen a una consulta puntual y no implican un sistema de diálogo y participación permanente en el que las entidades tengan el estatus de interlocutor que les corresponde. Por ello, al menos es de lógica social y política, si no más, que el TSAS debe ser un actor e interlocutor clave en todas las fases del proceso y ha de formar parte esencial de dichas políticas: a. en la planificación y diseño de las mismas, b. en la implementación y ejecución de las actuaciones, c. en el seguimiento de los planes, d. y en la evaluación de las medidas. Ciertamente la responsabilidad última de estas cuatro funciones es pública, pero la materialización de las mismas no se puede hacer al margen de las entidades sociales. Por ello se hace necesario avanzar en tres direcciones: • En primer lugar, crear las bases para que en nuestra sociedad se desarrolle el diálogo civil como espacio donde se favorece la participación y la consulta de la ciudadanía, en los temas clave sobre el desarrollo de la sociedad y la gestión de los asuntos públicos. • En segundo lugar, participar en el diálogo social en aquellas cuestiones que conciernen al sector, dado que actualmente en la mesa de diálogo social se debaten muchos asuntos en los que las entidades del TSAS y las personas a las que éstas representan, son parte interesada y en consecuencia tienen que ser consultadas. • En tercer lugar, profundizar y mejorar los niveles de interlocución y participación sectorial, dando un status adecuado y mejorando el funcionamiento de los foros, consejos y sistemas de interlocución actuales, dotándoles de una agenda adecuada más estable y de los medios necesarios. 2.3.1. Actor político. El TSAS tiene la vocación de ser actor político. Es una consecuencia de las premisas que hemos venido planteando (inclusión social, participación, interlocución). Esta vocación, necesariamente ha de ir más allá de las adscripciones ideológicas y la pertenencia a partidos políticos concretos, por encima de las cuales ha de estar. Una concepción de lo público como el bien común, es decir, como lo que es asunto de todos, está vinculada a una idea dinámica de ciudadanía, orientada a la participación en los asuntos públicos, donde reside la verdadera cuota de poder social de los individuos y los grupos sociales. Es necesario repensar el concepto de ciudadanía, vinculándolo más estrechamente a la lucha contra la exclusión y las desigualdades. Pero ello el TSAS es un actor político no puramente porque actúa en relación con otros actores en la provisión del bienestar, ni solamente porque entra en relación con las Administraciones públicas, sino porque el TSAS además de jugar un papel imprescindible en la producción y distribución del bienestar en nuestra sociedad, entrena y facilita la experimentación de la participación democrática y en consecuencia, ha de compartir un espacio público en el que contribuye al interés general y el bien común, a través de la participación de las personas y el desarrollo del compromiso solidario. Su contribución al bien común se manifiesta identificando y dando respuesta a nuevas necesidades sociales, favoreciendo con ello la democracia participativa y creando canales para el compromiso altruista de los ciudadanos, la promoción e incorporación del voluntariado, así como de reivindicaciones sociales a favor de los grupos vulnerables. Nota complementaria -4La inclusión social afecta al conjunto de políticas: las estructurales, las de desarrollo, las sociales (educación, vivienda, salud) y también a los servicios sociales. Los gobiernos han de garantizar, a todos los niveles, la participación del TSAS en el diseño, seguimiento y evaluación de las políticas de inclusión, mediante la participación activa y efectiva en los órganos consultivos y de interlocución. El TSAS, en consecuencia, debe hacer un esfuerzo por actuar en todas las políticas que afectan a la exclusión y a las desigualdades, no sólo en las de servicios sociales. Ahora bien, el TSAS debe contribuir a llevar el tema de la inclusión a otros espacios en los que hoy no está o es irrelevante: al discurso político, al debate social, a la acción cívica, al campo mediático, etc. En consecuencia, es necesario trascender los espacios habituales de participación (órganos de consulta, órgano asesor, foros, etcétera), profundizando en los mismos y buscando otros nuevos para llegar directamente al corazón del sistema político; tanto en los ámbitos en los que se deciden los mensajes políticos (partidos políticos), como en aquellos en donde se toman las decisiones políticas (parlamentos). Es necesario, por tanto, tener una agenda política, utilizar los momentos clave para transmitirla y ponerla en valor ante el conjunto de la sociedad. Por otra parte, la dimensión participativa del TSAS tiene que ir desde el plano local hasta el europeo, para lo cual, es imprescindible fortalecer el papel de la UE como un espacio democrático y solidario, incrementando las competencias en materia de políticas sociales y avanzando en consecuencia en la Europa Social. Las entidades del TSAS pueden hacer un trabajo no sólo de información, sino de conexión de la agenda europea con la local y viceversa. Este enfoque se lleva a cabo reforzando la democracia participativa a nivel europeo, participando en sus órganos de representación, y fomentando una mayor representación de la diversidad en la sociedad civil europea (por ejemplo, en el Comité Económico y Social). Las ONG europeas y sus redes, tienen que reforzar las relaciones con las organizaciones nacionales y locales, al objeto de ganar base y respaldo social. 2.4. Vocación transformadora. La vocación transformadora es consustancial a las entidades del TSAS. La defensa de una sociedad más justa, en la que se garanticen los derechos a todas las personas y en la que se eliminen las exclusiones, es irrenunciable para las entidades y ha de estar en la impronta de las mismas. La defensa de los derechos ha de partir de la idea de que éstos solamente son efectivos cuando cuentan con los medios necesarios para ser aplicados. Estos medios, para muchas personas, requieren acompañamiento y entrenamiento, pues ni siquiera son conscientes de los derechos que les amparan o de los medios que tienen para reivindicarlos. El ejercicio de los derechos está estrechamente relacionado con el compromiso en el cumplimiento de las obligaciones que todo ciudadano tiene. No hay posible compromiso si no hay derechos, pero no hay ejercicio pleno de los derechos sin cumplimiento de las obligaciones; razón por la cual las entidades sociales han de educar y entrenar en el compromiso. Por eso las entidades han de canalizar las preocupaciones de la sociedad, ejerciendo la función de advocacy o defensa de los derechos. Esta tarea ha de hacerse de modo congruente, es decir, dando ejemplo en el interior de las propias organizaciones, pues es la mejor manera de hacerse creíble por el compromiso y el realismo. 3. VALOR AÑADIDO En esta exposición hemos ido haciendo un recorrido en el que se ha planteado que el TSAS es un actor imprescindible para el desarrollo de una democracia más madura y participativa, en la que se promueva un modelo de sociedad más justo, los derechos y valores sociales salgan reforzados, se canalice la solidaridad y el compromiso cívico en beneficio del conjunto de las personas. Pues bien, si esto es así, el TSAS es un bien social que aporta un valor fundamental no sólo a las personas con las que trabaja, sino al conjunto de la sociedad y es una parte esencial del desarrollo democrático. Pero esto, más que una conclusión de refuerzo de su poder, es un reto que interroga su propia presencia, la forma en que es ese “actor imprescindible” para el desarrollo social y democrático. O sea, o bien su valor añadido se convierte en su seña de identidad en su acción por la inclusión, en su promoción de la participación, en su interlocución como acción político en el espacio de lo público, y en su vocación transformadora, o no encontraríamos la diferencia con otros actores que promuevan, propongan y persigan esas mismas funciones y finalidades. Su propio valor añadido es el que debe singularizar su imprescindibilidad en la realización de su Misión. Esta es hoy la cuestión. ¿Por dónde y cómo podemos poner a la luz su “valor añadido”? El TSAS a lo largo de las últimas décadas ha sido, en muchas ocasiones, el primero en evidenciar y dar respuesta a las necesidades de los grupos vulnerables en nuestro país. La proximidad a los problemas sociales, la implicación de las personas afectadas, la sensibilidad social, la motivación y el sentido del compromiso, el altruismo y la capacidad de movilización social, entre otros factores, han hecho que sea posible. Por ello, la prestación de servicios por parte del TSAS no tiene sentido si se hace sólo por obtener recursos, crecer o competir con la empresa; más bien al contrario. El TSAS aporta un valor diferencial no sólo porque está al servicio de los intereses y la garantía de los derechos de las personas, sino porque eso lo realiza desde los criterios de acompañamiento y empoderamiento; porque la participación activa, solidaria y comprometida en las entidades, el voluntariado social, la vinculación con la base social y la propia sociedad, la participación de los propios grupos implicados en la definición, ejecución y evaluación de las intervenciones, aportan la corresponsabilización ciudadana e institucional, generan tejido social y “crean sociedad con valores solidarios”. El sello del valor añadido está en la proximidad, la autonomía de las personas, la promoción a largo plazo y la conexión e implicación de éstas con la comunidad. Su valor añadido está, por ello, en plena consonancia con la más profunda razón de ser del TSAS como actor que actúa en la complejidad de las relaciones estructurales de la sociedad. Su rol, lógicamente, no deviene de la relación de redistribución, que es competencia del Estado, ni de la de intercambio, que lo es del Mercado, sino la de la reciprocidad, del ejercicio del don, de la solidaridad y el empoderamiento de los vulnerables. Incluso es desde ahí es desde donde interviene en los ámbitos de los otros actores. Por ello, en la provisión de servicios, y en la producción e intercambio de bienes, el TSAS actúa desde lo que le constituye, desde su propio valor añadido. Desde ahí aporta lo diferencial como actor, que es imprescindible para la sociedad, pues sin ello ni se genera cohesión social, ni se logra una sociedad igualitaria y justa. Evidentemente, esto no se evidencia en la afirmación de su discurso; sólo existe si se evidencia en las experiencias reales y plurales de actuación, de innovación, realizándolas desde la proximidad con las personas, los territorios y las problemáticas y dificultades presentes en ellos. En ellas es precisamente donde reside el valor añadido específico del TSAS. Segunda Parte.- RETOS PARA EL FUTURO DEL TSAS EN UN CONTEXTO DE CRISIS. Nota previa. Hecha esta reflexión desde la autoconciencia del propio Sector, no podemos olvidar que no sólo no está todo el debate sobre el TSAS, sino que el debate existe precisamente cuando se pone en relación esa autoconciencia con la historia en que el actor es actuante; es decir, con lo que está siendo la realidad que en estos momentos está transida de una cruda realidad. Por ello esta segunda parte, plantea una reflexión a modo de tomar conciencia los interrogantes que en este momento debe afrontar el TSAS. 1. Cuando el Sector se estaba consolidando, la crisis lo cuestiona. Se trata de tomar conciencia de lo que en estos momentos constituyen los retos de un actor cuyas elementos fundamentales son los que hemos ido desvelando y poniendo a la luz. Para ello, lo primero es tomar conciencia de que este Sector viene de un proceso de crecimiento cuantitativo, especialmente en las dos últimas décadas, vinculado en buena medida al desarrollo de la sociedad civil en España. La mayor disponibilidad de recursos y su papel como provisor de servicios, tanto por la vía de la contratación como por la del fomento (convenios y subvenciones) ha influido sin duda en el crecimiento de las entidades sociales de este Sector, así como de la toma de conciencia del propio Sector de la necesidad de ser reconocido como Agente social y de su articulación como Sector. Cuestión ésta que alcanza una conciencia generalizada en el Sector en la pasada década. En este proceso se encontraba el Sector, cuando “llegó la crisis”. Y los retos que el Sector tenía planteados, han ido adquiriendo un nuevo horizonte de incierto desenlace. La crisis está significando un punto de inflexión en este proceso de desarrollo, consolidación y conformación del Sector Social como Agente con perfiles definidos y con rol reconocido. El propio “Anuario del Tercer Sector”, publicado en 2010, empieza a dar muestras significativas al respecto, aunque todavía el Sector se manifestaba con la conciencia de lo que significaba su trayectoria ante-crisis. Está testando su situación básicamente pre-crisis con la incertidumbre de hacia dónde derivará, como ocurría en el año 2009, año de corte de la primera edición del Anuario. Es significativo, por ello, que en cuanto a las tendencias y retos reconocidos por el Anuario, el propio Sector entienda que “aún creceremos”, debido a la propia autoconciencia de ser un Sector que está ubicado allí donde la crisis está teniendo más y los peores efectos en las personas y en el conjunto de la población. Pero, por otra parte, el propio Sector empieza a aseverar que el panorama no es seguro pues empieza a sentir en carne propia que la situación social, en franco declive, ya no va bien y que esto le afecta y le puede a afectar mucho más. Pero se cree resistente en su capacidad de continuar en su función, así como en la necesidad de su actuación. La gestión de la crisis el mismo año 2010, y la gestión que se anuncia, está generando un grave proceso de deterioro no sólo en las personas y en el conjunto de la población, sino también en el propio Sector y en sus entidades, en una sociedad en la que no sólo el Estado sino también las propias entidades sociales están perdiendo “músculo social” para hacer cargo de sí misma y de la ruptura que la crisis genera. De una crisis como ésta no se sale sólo con pérdida de recursos que alcanzan a bienes o necesidades básicas y con pérdida de derechos, sino con pérdida de vínculos sociales, de tejido social, de socialidad / societariedad / solidaridad, de las bases de la cohesión social. Hoy ya podemos confirmar estos malos augurios. Quizá podamos formular como hipótesis que el año 2011, y desde luego el 2012, será un año decisivo en este punto de inflexión que el Sector está sintiendo en sí mismo derivado de la crisis, aunque por tratarse de efectos sólo detectables a medio plazo al menos, aún no nos podríamos despejar plenamente la incógnita de qué tipo de inflexión se está produciendo y se va a producir. 2. Cuatro aspectos para un Sector con futuro. Es muy aventurado adelantar hipótesis alguna a este respecto. Pero sí parece que hay una serie de aspectos en torno los que se está jugando el futuro del Sector que no dependen sólo de lo que la crisis, las Administraciones, el resto de agentes, produzcan, influyan, condicionen. Lo que el propio TSAS haga, cómo los aborde, cómo se sitúe ante ellos, que recorrido haga, va a ser especialmente condicionante del futuro del propio Sector. Cuatro aspectos pueden destacarse en este nuevo contexto como condicionantes del futuro desarrollo del Sector, pues son los aspectos en los que parece estar en juego lo más crítico de esta problemática que constituirían los retos que tiene planteados el propio Sector, aunque no sólo él, y que se destacan sin ánimo de asertividad final: a. el futuro del Estado del Bienestar que reformulará la presencia del propio Sector social en la provisión del bienestar. ¿No se está cuestionando hoy, al socaire de las medidas presentadas como inapelables para afrontar la crisis, la propia “estructura del bienestar”? El estado del bienestar, más allá de su concreciones institucionales, representa el compromiso esencial de afrontar y resolver colectivamente los riesgos individuales, los déficits sociales, y el mantenimiento de sistemas generales (educación, salud, pensiones, protección social al menos) que hoy, aun declarados intocables, están siendo objeto de reformulación de modo que puede afectar a su función histórica. En este contexto, el Sector no puede quedar “asentado” en la forma en que lo hacía en las pasadas décadas. Y esto le afectará de forma decisiva, y no sólo en cuanto a la provisión de servicio que es el rol más fuerte que está jugando, ni sólo en cuanto a la financiación que, sin duda, será afectado, sino en el propio rol a jugar. b. el nuevo escenario de los actores sociales con la emergencia del actor lucrativo que adopta un rol principal. Se está produciendo, y se va a producir aún más, la ruptura de una dicotomía clásica entre público y privado como determinación del tipo de actores intervinientes en el campo social. O bien era actor público, el Estado a través de alguna de sus Administraciones, o bien era privado entendido como un actor social dada su característica de ‘sin fin de lucro’, o privado-social al decir de algunos. Hoy esto ya no es así, pues el actor privado ya no es que sea no público igual a social-sin-fin-de-lucro. Es que, cada vez más, privado es un agente de mercado que, además, se toma como el referente de lo que cualquier otro privado debe y deberá ser; por tanto también el privado-social. No es un cambio al margen del señalado en primer lugar, por lo que el cambio en lo referente al estado del bienestar toma dimensiones de mayor calado. Pero es un cambio que en sí mismo hace que el Sector Social pueda quedar o bien cuestionado por no poder ser equiparado al privado mercantil, o bien ser cooptado no ya al Estado como antes se recusaba, sino al propio Mercado, con lo que se diluiría su especificidad, o bien ser relegado a lo que el Sector público y el Sector mercantil no consideran dentro de sus opciones, como es lo que en política social queda marginalizado, no rentable, y así “destinado” a los que en la sociedad quedan definidos como “los que se ocupan de ese sector de la sociedad”. En definitiva, lo que el Sector ha ido conformando como razón de ser pasa ahora a ser cuestionado y le plantea el reto de cómo ser Agente social en un escenario distinto en el que lo privado lucrativo está asumiendo el rol de ser el referente para la gestión no pública de lo social. El TSAS tiene la necesidad de medir, hacer valer y reconocer el valor añadido que aporta a la cohesión social y a la eficacia de los servicios. c. cuál es el valor añadido del Sector social desde cuya lógica se puede constituir este Sector como un actor diferenciado en el actual contexto. Es decir, en el nuevo escenario de los actores sociales el reto del Sector ya no es sólo cuestión de avance y ajuste en los procedimientos (calidad, gestión, profesionalización, …). No es que esto no deba ser tenido en cuenta y mejorado, sino que la cuestión fundamental que se le plantea ya no es de tipo puramente procedimental. La cuestión tiene que ver con lo que hoy ya se está definiendo como prioritario, a saber, que la gestión eficaz es típica del privado lucrativo, que éste es el valor añadido que hay que aportar, y que el valor añadido que aporta el sector social está bien pero con ello ni se contribuye al crecimiento económico ni a la generación de empleo. A pesar de que está más que reconocido que el valor social que el Sector aporta y genera economías y no sólo bienes sociales, contribuye a paliar y contener las des-economías que el puro mercado genera, y que sin una sociedad cohesionada se generan gastos no rentables no sólo desde el punto de vista social sino también económico. Por ello, este Sector no tiene el reto sólo de medir el valor añadido que aporta a la eficacia de los servicios y a la cohesión social, como ya hemos enunciado. La cuestión es de mayor calado, pues el TSAS se enfrenta al reto de poner en valor sus aspectos diferenciales como sector no lucrativo. Y, en mi opinión, esto plantea de lleno un reto singular, que sea un Sector según su propia “sociología”, según su “logos” en las relaciones sociales, su fundamento y razón de ser. Y, por ello, según su propia “lógica”; o sea, un Sector que en el conjunto de las relaciones sociales no está por derivación ni por concesión ni de la relación y la lógica del Estado, ni del Mercado. Al Sector social le urge su propia “sociología”. La pregunta es, ¿cuál? La respuesta nos compromete a todos. Y ésta ni es una cuestión diletante, ni una cuestión de sólo eruditos, estudiosos, y “científicos sociales”, como pudiera pensarse. d. por último, el propio Sector social tiene preguntas sobre sí mismo que le cuestionan para poder ser un actor con identidad propia y referente de la sociedad civil que, en estos momentos, urgen más si cabe. No sólo hay una necesidad de articularse sino de preguntarse sobre sí mismo como referente de la sociedad civil. Es decir, no todas las cuestiones que el Sector tenía planteadas antes de la crisis estaban referidas a “los otros” actores sociales, el Estado, el Mercado. Él mismo como actor de la sociedad civil tenía cuestiones que en estos momentos urgen más si cabe. Es decir, si el valor añadido del Sector social es uno de los retos definitorios de su activación como Agente social en un nuevo escenario del bienestar y de los actores del bienestar, su relación con la sociedad civil de la que se considera expresión solidaria, con los grupos y comunidades, con el tejido social, con las personas a quienes destina sus actuaciones e intervenciones, alcanza el rango de reto crítico como vehículo de proponer como inalienable su valor añadido. Este Sector, ¿cómo es expresión de sociedad civil y cómo se relaciona, dialoga y expresa su vinculación con ella? Es este un reto del que el propio Sector es –o, al menos, deberá ser- consciente, pues en él se juega gran parte de su futuro.