El poder de la compasión Por Cecil A. Poole, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Es mí parecer que dos de las facultades del ser humano que son evidencia de su desarrollo sobre las demás formas biológicas que habitan la tierra son su habilidad para practicar la piedad y la compasión. Las formas de vida que no tienen el grado de inteligencia que asociamos con el hombre y con ciertas otras formas elevadas de vida, parecen vivir como entidades aisladas en todo sentido, excepto en lo que respecta a su esfuerzo por obtener de otras formas de vida lo necesario para su sostenimiento o existencia. En la naturaleza en general, hay poca evidencia de esa emoción compasiva que al ser expresada por el hombre, lo eleva del plano animal, o de su ser material, al plano asociado con lo Divino. La mayoría de las religiones han sostenido el concepto de Dios como un Ser que expresa compasión por la raza humana. Muchas religiones se refieren a los seres humanos como hijos de Dios; es decir, la religión trata de establecer el concepto de que Dios es como padre perfecto de todos los hombres, que tiene consideración y, sobre todo, compasión de las flaquezas y debilidades que pueden convertirse en costumbres diarias en nosotros individualmente como entidades humanas. Por lo tanto, la compasión, en el pensamiento humano, particularmente en los campos de la ética, la moral, la religión y la filosofía, está estrechamente relacionada con los más elevados conceptos de conducta; es el concepto que el hombre ha asignado a la conducta Divina. Consiguientemente, aquellos que sostienen tan altos ideales y principios generalmente creen que es el hombre compasivo quien está más cerca de llegar a ser un hombre-dios. Así, pues, la compasión podría parecernos una forma muy alta e idealista de conducta. Al expresar compasión, el individuo, al menos por un momento, permite que algo domine su pensamiento y como consecuencia, que ocasionalmente domine también su conducta, quedando así falto de dominio propio; es decir, que la expresión de compasión, es como una reacción emocional importante que por el momento hace que el individuo se olvide de sí mismo. La habilidad de practicar la piedad y la compasión debe impartir mayor justificación a la creencia de que la raza humana ha sido favorecida peculiarmente por una fuerza Divina o un Ser Divino que tiene para ella una consideración especial. Algunos pueden preguntar o aún estar listos para debatir, si las expresiones de piedad y compasión son exclusivamente inherentes a la raza humana y a una fuente Divina existente sobre el nivel de la humanidad. He leído muchas declaraciones consideradas como hechos reales, que también tienden a indicar la existencia de conducta de naturaleza compasiva, o evidencia de piedad, en otras formas de vida. No creo que haya prueba real y concluyente de si tales formas de conducta existen o no, por lo menos desde el mismo punto de vista en que se expresan en el hombre. He tratado de descubrir en los últimos dieciséis o diecisiete años, mediante observación personal, si la compasión o la piedad se hacen manifiestas en alguna forma en el perro, al que se ha considerado como un animal de alto nivel intelectual. Ha habido ocasiones en que he creído notar evidencia de compasión en el comportamiento de un perro, pero la mayoría de las veces he llegado a la conclusión de que la conducta mostrada por el animal era simplemente interpretada por mí como compasión en vez de ser en efecto un acto de tal naturaleza de parte del animal mismo. No diré que la compasión es imposible en otras formas de vida, pero no creo que nadie disienta en cuanto a que la conducta humana que manifiesta piedad y compasión, es la que tiene mayor desarrollo. La compasión es una experiencia personal. Como muchas emociones, es algo que la razón no puede gobernar; algo cuya manifestación y acción, tampoco puede la razón predecir. La compasión es algo que no podemos analizar, y aunque nos parezca extraño, hay ocasiones en que los seres humanos deberían moverse a compasión y no lo hacen; y hay, otras en que la compasión se prodiga sin que, al parecer, valga la pena hacerlo. Hay diferencia entre piedad y compasión. Con mayor frecuencia expresamos piedad que compasión, pues aún cuando la piedad implica un sentimiento de ternura por las circunstancias en que se encuentre otro individuo, ésta es a veces una forma de sentimiento despectivo. A veces nos apiadamos de otros con una especie de desdén por creer que el individuo objeto de nuestra piedad realmente no esta en condición de merecerla. Tal sentimiento significa un alto grado de comportamiento humano. La compasión es, por otro lado, piedad, pero aún es algo más. Es piedad acoplada con un deseo urgente, y a veces preponderante, de ayudar al que compadecemos y hasta evitarle mayores males que pudieran convertirlo de nuevo en el objeto de nuestra piedad. La compasión, por tanto, es una fuerza impelente que nos hace sentir el deseo de ayudar a otro, o evitarle circunstancias que le ocasionen dolor o inconveniencias de alguna forma. Por la tanto, la compasión es, en cierto sentido, Divina, porque nos dirige a la realización de que la vida no se limita a nosotros solamente, como individuos, sino a la sociedad entera, y que cuando consideramos la existencia y bienestar de otros individuos, estamos contribuyendo a fomentar las virtudes que establecen los principios que los hombres siempre han buscado, paz, amor, y armonía entre todo el género humano. La compasión, es, entonces, una emoción muy importante con la cual debe dotarse a las generaciones futuras. Si pudiéramos ser conscientes de la importancia que tiene la compasión y ser además educados propiamente para sentirla y expresarla, alcanzaríamos más con ello de lo que llegarían a lograr todas las reuniones de los dirigentes de los estados políticos en muchos años futuros. La compasión es la clave para hallar la Paz, porque no podemos pelear, ni podemos voluntariamente causar mal, daño o pena, a ningún ser humano o a ningún objeto por el cual sintamos compasión. Si estableciéramos como código de vida, el deseo de ser compasivos ante el sufrimiento de cualquier ser y por la preservación de la vida, como un sentimiento íntimo y emocional dentro de nosotros, entonces la raza humana se desarrollaría hacia un fin más optimista, y productivo de mayor bienestar que en el presente.