i Tenencia de la Tierra, Contratos y Uso de Recursos en la Producción Agrícola Pampeana: Teoría y Evidencia* Víctor Brescia Instituto de Economía y Sociología - INTA Daniel Lema Instituto de Economía y Sociología – INTA y Universidad del CEMA Resumen Las formas de explotación y tenencia de la tierra suelen mencionarse como factores importantes para la sostenibilidad y eficiencia de la agricultura. Sin embargo, al menos en nuestro conocimiento, no existen para la región pampeana estudios que aborden el tema con una teoría explícita y contrasten empíricamente las conclusiones. El artículo presenta un análisis microeconómico fundado en el concepto de costos de transacción y propone que en un contexto de agricultura moderna, donde los derechos de propiedad están bien definidos, los contratos agrícolas balancean costos y beneficios alineando los intereses e incentivos de las partes hacia un objetivo similar al de un productor-propietario. El estudio cuestiona que pueda atribuirse como causa de resultados negativos en términos de productividad, uso de insumos o conservación de recursos naturales a la explotación en alquiler o la corta duración de los contratos. De acuerdo con nuestra investigación esta no parece una explicación satisfactoria ni teórica ni empíricamente. Las conclusiones del trabajo pueden resumirse en los siguientes puntos: (i) similar uso y conservación de recursos naturales entre propietarios y arrendatarios; (ii) similar diversificación productiva; (iii) similares prácticas de conservación entre contratos de renta fija y porcentuales; (iv) probable mayor de uso de insumos en contratos de renta fija; (v) diferencias de combinaciones de cultivos dependiendo del tipo de contrato. Los principales hallazgos de la investigación empírica tienden a confirmar estas predicciones teóricas para la región pampeana. Las conclusiones son relevantes ya que cuestionan muchas de las conclusiones del “saber convencional” en el tema. Palabras Clave: Contratos, Agricultura, Tenencia de la Tierra, Costos de Transacción, Derechos de Propiedad. Abstract Tenancy arrangements are mentioned as important factors afecting efficiency and sustainability of agriculture. Nevertheless, for pampean agriculture (at least in our best knowledge) ther are no studies approaching the subject with an explicit analytical framework and an empirical strategy to test the theoretical predictions. This paper presents a microeconomic analysis based on a transaction costs approach and it sets out that in a context of modern agriculture, with well defined property rights, the agricultural contracts must balance costs and benefits, aligning tenant and landlord incentives. If this is the case, lanlord-tenant farming yields similar results as owner-producer farming. Some conclusions of the analytical framework are: (i) similar use and conservation of natural resources between owners and tenants; (ii) similar productive diversification; (iii) similar practices of soil conservation between fixed rent contracts and sharecropping contracts; (iv) greater intensity of factor use in fixed rent contracts; (v) crop mixes depending on the type of contract. The main findings of the empirical research tend to confirm these theoretical predictions for the Pampean region. Our conclusions and empirical evidence question some "conventional knowledge" about tenancy and resource use in pampean agriculture. Keywords: Contracts, Agriculture, Transaction Costs, Sharecropping, Property Rights, Land Tenancy JEL Classification: D23; Q15 * Las interpretaciones y conclusiones expresadas en este documento de trabajo corresponden a los autores y no implican posición oficial del INTA. 1 Tenencia de la Tierra, Contratos y Uso de Recursos en la Producción Agrícola Pampeana: Teoría y Evidencia1 Víctor Brescia (INTA) y Daniel Lema (INTA/UCEMA) I. Introducción La agricultura argentina ha registrado importantes avances en los últimos años como consecuencia de la incorporación de nuevas tecnologías y prácticas productivas que permitieron mejorar la productividad al mismo tiempo que incrementar notablemente la producción total. Este aumento de los niveles productivos también ha implicado un mayor uso de insumos y de recursos naturales. Puede notarse que la producción de cereales y oleaginosas entre 1989 y 2003 ha pasado de 35 a casi 70 millones de toneladas mientras que la superficie total cultivada se incrementó de 13 a 18 millones de hectáreas. La evidencia de un uso más intenso del recurso tierra debido a los incrementos de producción y superficie con cultivos anuales (en particular soja) ha generado nuevas preguntas y desafíos a la investigación teórica y aplicada para comprender y asegurar la sostenibilidad intertemporal de los sistemas productivos. Uno de los aspectos económicos que presenta particular interés es el análisis de las formas contractuales e instituciones bajo las cuales se realiza la producción agrícola. Las formas de explotación y tenencia de la tierra son frecuentemente mencionadas como factores importantes al momento de definir impactos sobre la sostenibilidad y eficiencia de la agricultura dado que una parte importante de la producción agrícola (aproximadamente 50 al 60% de los principales granos) se realiza bajo diversas formas de contrato de arrendamiento. Esta modalidad parece haberse extendido en los últimos años, implicando probablemente una mayor separación entre la propiedad y el control de la tierra. En general, los acuerdos de arrendamiento se hacen por un alquiler fijo, sea monetario o en granos, o por una participación porcentual en la producción como remuneración al propietario. La asignación de recursos bajo estas distintas situaciones implica diferentes incentivos para las partes y también podría determinar distintos resultados en términos de producción, uso de insumos y conservación de los recursos naturales. El objetivo general del presente trabajo es desarrollar un esquema conceptual para el análisis que permita discutir las principales implicancias de las distintas formas de contratos así como contrastar empíricamente algunas de las predicciones a la luz de los datos disponibles sobre las formas de explotación de la tierra en la región pampeana. En particular, trataremos de responder las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las diferencias en términos productivos y de uso de los recursos entre propietarios y arrendatarios con contratos de explotación agrícola de monto fijo o a porcentaje? ¿La duración de los contratos tiene consecuencias sobre la productividad y sustentabilidad? ¿Es relevante el marco legal vigente para contratos agrícolas? ¿Qué podemos inferir sobre aspectos contractuales a partir de la información de Censos y Encuestas? La organización del trabajo es la siguiente: la sección II revisa algunos enfoques adoptados en la literatura para tratar el tema, se presenta luego un modelo teórico con un enfoque de costos de transacción para describir el problema y finalmente se postulan una serie de predicciones de comportamiento. La parte III contrasta empíricamente las hipótesis que surgen del modelo teórico utilizando datos del Censo Nacional Agropecuario (CNA) 2002 para el partido de Pergamino y, en forma complementaria, una encuesta a productores realizada por el proyecto FERTILIZAR del INTA. La sección IV presenta las conclusiones. 2 II. Análisis Teórico A. Contratos de Arrendamiento: Definición de las Formas Contractuales En teoría, cuando un propietario de tierras desea explotar o dar en arrendamiento un lote tiene disponibles varias alternativas. A los efectos de simplificar la exposición analizaremos sólo dos formas de contratos como casos estilizados: renta fija y porcentaje. Si bien es cierto que en la práctica las opciones y combinaciones son múltiples, el estudio de estos contratos típicos nos permitirá obtener conclusiones importantes a los fines de caracterizar el uso y asignación de recursos. Una forma simple de alquiler es un contrato de renta fija por el cual el propietario cobra un determinado monto por año o campaña, el arrendatario realiza todas las tareas y se queda con el producto de la explotación. Esta forma de acuerdo es observada frecuentemente y los pagos pueden realizarse tanto en pesos como en cantidades de producto, lo cual no altera el principio básico de que el propietario cobra una suma fija previamente acordada2. Otra posibilidad es un acuerdo por el cual el propietario recibe un porcentaje de la producción obtenida por el arrendatario. Es decir, se comparte la producción de acuerdo a proporciones preestablecidas. Las proporciones varían según las zonas y productividad de la tierra así como de otras condiciones, tales como la posibilidad de compartir también costos de insumos o servicios. Podemos generalizar los contratos en la siguiente expresión donde los casos de renta fija y porcentaje puro son casos particulares: R = a.Q + F R es la renta recibida por el propietario, Q es el valor de la producción, F es una cantidad fija y a es la proporción del producto que se paga como alquiler. En el caso de a = 0 y F > 0, se trata de un contrato de renta fija puro. Cuando F = 0 y 0 < a <1, entonces se trata de un contrato a porcentaje puro. Esta generalización también permite caracterizar otro tipo de posibilidades. Por ejemplo, si a = 1 y F < 0, entonces el propietario le hace un pago a un “operador”, a quien contrata por un monto fijo. Es decir, el propietario contrata trabajo o servicios por (-F), realiza la producción y es el reclamante residual de los beneficios (o pérdidas). Asimismo puede ocurrir que el contrato estipule combinaciones de a y F, resultando en un acuerdo mixto para las partes. B. Contratos, Incentivos y Asignación de Recursos El análisis económico de los contratos de renta fija y a porcentaje ha tenido un extenso tratamiento en la literatura económica3. En esta sección presentamos sintéticamente una discusión en términos de la eficiencia e implicancias para la asignación de recursos de ambos tipos de contratos. Con el fin de comparar las situaciones y obtener algunas conclusiones generales, en principio presentamos un modelo simple de producción y asignación de recursos haciendo abstracción de los efectos sobre el de uso de la tierra. Luego incorporamos esta dimensión y estudiamos las implicancias de su consideración. Tal como se describió previamente, en un contrato de renta fija el arrendatario paga una suma determinada independientemente del resultado de la explotación de la tierra. Es decir, el arrendatario retiene el 100% del producto que genera una vez descontado el pago de la renta. Por otra parte, el contrato a porcentaje deja al arrendatario (que realiza efectivamente la operación y producción) sólo una fracción de todo el producto que genera (por ej. entre un 65 y 70%). Esto tiene una implicancia importante en términos de aplicación de trabajo (genéricamente “esfuerzo”) o uso de otros insumos. Si suponemos que el contrato no estipula ningún tipo de cláusula que controle el nivel de esfuerzo o uso de insumos (por el costo asociado a la realización del control), bajo el contrato porcentual el arrendatario tiene un incentivo a subutilizar marginalmente insumos, dado que una 3 parte de la producción adicional que genera el uso de más insumos se destina al propietario mientras él debe afrontar la totalidad de los costos. Si suponemos además ausencia de incertidumbre (o neutralidad al riesgo de las partes) resulta más conveniente para el propietario cobrar una renta fija y luego dejar que el arrendatario se convierta en el reclamante residual de los beneficios de la explotación, dado que así la producción y la renta son mayores. Esta explicación intuitiva puede demostrarse en términos formales suponiendo (para simplificar) que se utiliza sólo un insumo variable de producción. En el Gráfico 1 se presenta una función que vincula las respuestas de producción, valoradas al precio de venta del producto, ante el agregado de insumo sobre una cantidad fija de tierra (curva OA). El insumo (L) tiene un costo por unidad de w, y entonces el costo de producción puede ser representado por la recta OB con pendiente w. La diferencia vertical entre la curva de producción y recta de costos representa el beneficio derivado de la explotación de la tierra arrendada. Gráfico 1: Producción óptima sin pago de renta Producción Costos A B C D Excedente Total (CD) = Renta + Beneficio por operación. O L* Insumo En el caso de un productor que no paga renta (es decir un propietario productor) que tiene el objetivo de maximizar beneficios, se debe elegir el punto donde la distancia entre OA y OB sea máxima. En el Gráfico 1 este nivel se alcanza con el agregado L* de insumo4 y se obtiene el beneficio CD. El Gráfico 2 presenta el caso de un pago de renta fija (F). Ahora el pago puede ser representado por un desplazamiento descendente vertical “paralelo” de la curva OA. Esto es porque a cada nivel de producción se descuenta el pago fijo de la renta. El resultado es la curva O´E que es exactamente la función OA menos el pago F. El arrendatario maximizará la diferencia entre este retorno efectivo (O´E) y los costos (OB). El resultado es que el punto donde se maximiza el beneficio es el mismo punto original L*, es decir el que hubiera elegido un productor-propietario que no paga renta. Esto sucede porque la aplicación de un pago fijo no cambia las condiciones en el margen, con lo cual no hay modificaciones en los incentivos del arrendatario en la asignación de recursos. 4 Gráfico 2: Producción con contrato de renta fija Producción Costos A C B E D Renta Fija O L* Insumo O´ El Gráfico 3 presenta el resultado de realizar un contrato a porcentaje de la producción. En este caso, si el arrendatario debe pagar una proporción de lo producido al propietario, entonces sólo recibe una fracción de su producción original. El producto efectivo que recibe el arrendatario está representado por la curva OE, la cual se encuentra desplazada verticalmente hacia abajo de OA en una proporción (1-a). En este caso el arrendatario está interesado en maximizar el beneficio que surge de la diferencia entre su retorno efectivo (OE) (que se ha modificado) y la función de costos (OB). Claramente surge que la elección no se da en el mismo nivel de insumo y producto que en el caso anterior. Ahora el nivel de insumo elegido es L´, el cual es menor al nivel L*. Esto es consecuencia de que el desplazamiento de la curva de producción no es un desplazamiento vertical descendente y fijo de toda la curva, sino que al ser porcentual está “sesgado” hacia el origen. Dado que el arrendatario recibe sólo una fracción de su producción adicional, su retorno marginal es menor que el “verdadero” retorno marginal, lo cual hace que disminuya la aplicación de insumo de L* a L´. De esta descripción estilizada podemos obtener algunas conclusiones: • La producción y el excedente económico total son mayores en el caso del contrato con renta fija. • El contrato a porcentaje induce un menor uso de insumos o esfuerzo por parte del arrendatario. • Si suponemos que el arrendatario tiene el mismo beneficio en ambos casos, entonces al propietario le conviene más un contrato de renta fija. 5 Gráfico 3: Producción con contrato porcentual Producción Costos A B C Renta (porcentual) E D Beneficio del arrendatario O L’ L* Insumo Esta explicación que presentamos es conocida en la literatura económica como el problema del “sharecropping” en su versión “Marshalliana”5 y ha sido tratada en la literatura por varios autores como por ejemplo Heady (1947) y Johnson (1950). El enfoque descripto genera un problema para la comprensión del fenómeno de los contratos de arrendamiento: si el mecanismo de renta fija es claramente superior, tanto desde el punto de vista social como también para el propietario entonces, ¿porqué se observan (muy) frecuentemente contratos porcentuales? Asimismo, es posible observar diversas combinaciones de contratos que no parecen ser consistentes con las predicciones de este análisis. En principio, en términos prácticos, podemos pensar que si los acuerdos porcentuales existen a pesar de las pérdidas aparentes, es porque deben estar presentes otros factores a considerar. Es necesario entonces elaborar una teoría para comprender o detectar estos factores y describir adecuadamente los hechos. En la literatura se han propuesto una serie de razones para explicar la presencia de contratos porcentuales. Una línea de argumentación es incorporar el concepto de riesgo en el análisis de los contratos (Stiglitz 1988). Bajo esta explicación el contrato a porcentaje es una forma de compartir riesgo entre el propietario y el arrendatario. En general se supone que los propietarios son neutrales (o tienen una actitud menos contraria) ante el riesgo mientras que los arrendatarios son contrarios a tomar riesgos. Si esto es así el contrato a porcentaje surge como una posibilidad de evitar riesgos por parte del arrendatario, para lo cual estará dispuesto a pagar una prima al propietario, es decir aceptará un porcentaje menor del producto a cambio de dejar de pagar una renta fija. Entonces, el arrendatario comparte no sólo parte del producto sino también parte del riesgo asociado con la producción. Una réplica a este argumento es que si no hay restricciones (costos) para realizar múltiples contratos de renta fija y porcentuales, entonces un individuo (propietario o arrendatario) puede elegir su exposición al riesgo simplemente diversificando el uso de contratos de renta fija (Newbery, 1977). Por ejemplo, un 6 arrendatario puede alquilar por monto fijo un lote y a su vez trabajar por un salario (fijo) otra parcela de tierra. Alternativamente un propietario puede arrendar por monto fijo una parte de su tierra y trabajar la otra a su propio riesgo. Se puede demostrar que es posible obtener mediante una combinación lineal de contratos fijos el mismo resultado que con un contrato a porcentaje y no tener una menor producción por la distorsión de incentivos marginales. El enfoque del riesgo se completa, con el fin de salvar las críticas mencionadas, con la introducción de problemas de información asimétrica entre las partes contratantes (Stiglitz, 1988). Esta línea de argumentación focaliza el problema en la interacción de la incertidumbre de los resultados con la dificultad de control del trabajo y de las labores en el sector agropecuario, lo que da lugar a la aparición de acciones oportunistas o “riesgo moral”. Este análisis conocido como “principal-agente” sugiere que los contratos eficientes balancean el intercambio entre los costos asociados con el riesgo y los beneficios derivados de generar incentivos óptimos para las partes. Un contrato a porcentaje puede ser visto como el resultado de este balance y ser óptimo dadas las restricciones de información que enfrentan las partes. Estos modelos han sido bastante desarrollados en la literatura de economía agraria y son de uso corriente en el estudio de las relaciones contractuales. Sin embargo, esta no parece ser una explicación totalmente satisfactoria dado que se observan simultáneamente contratos fijos y a porcentaje en entornos de muy diversa exposición al riesgo. Es decir, no parece ser clara la superioridad de los contratos a porcentaje dado que en ese caso siempre resultaría conveniente compartir riesgo utilizando esta figura y no se observarían contratos de monto fijo. C. El Uso de los Recursos y los Costos de Transacción Con el fin de resaltar los aspectos vinculados al uso y conservación de los recursos, nuestro siguiente análisis hará abstracción del problema del riesgo y se concentrará en el desarrollo conceptual de la relación entre el propietario y el arrendatario utilizando un marco teórico asociado con la teoría de los costos de transacción. Partiendo del análisis básico de contratos de renta fija y porcentuales, es posible demostrar que con derechos de propiedad correctamente definidos y si no existen costos de transacción, entonces, la elección de los contratos (renta o porcentaje) no afecta el resultado en términos de asignación de recursos (Cheung, 1968). Esta explicación intuitiva es una aplicación del llamado “Teorema de Coase” (Coase, 1960). El argumento para el caso de contratos es el siguiente: si suponemos una situación inicial de contrato a porcentaje donde existen ganancias sin realizar, entonces ésta no puede ser una situación de equilibrio duradera si es posible que las partes intercambien libremente, ya que está en su interés maximizar los beneficios. La solución de equilibrio para que persistan los contratos a porcentaje es que el propietario induzca una mayor producción y acepte compensar las pérdidas del arrendatario ya que éste debe incorporar más insumos (hasta llegar al óptimo). Dado que si el propietario compensa al arrendatario aun tendrá un excedente, se deduce que habrá incentivos para que el propietario negocie la compensación. La única solución de equilibrio estable en este caso es que el propietario reciba un monto total por el contrato a porcentaje que sea exactamente equivalente al recibido en el caso de renta fija. Un supuesto clave en todo el razonamiento es la inexistencia de costos de transacción y en particular la inexistencia de costos en el control del uso de insumos o esfuerzo por parte del arrendatario. A este esquema básico de análisis podemos incorporarle ahora una dimensión adicional vinculada con el uso de los atributos específicos del recurso suelo, tratado como un insumo adicional en la producción (Allen y Lueck, 2002). Supongamos que un propietario debe decidir cómo alquilar un lote de tierra6 y la decisión relevante es entre alquiler por renta fija o porcentual. Tal como vimos en la sección previa, un alquiler por renta fija implicaría, bajo el análisis tradicional, un mayor nivel de producción y de uso 7 de insumos. Sin embargo, si ahora consideramos el uso del suelo como variable relevante en el análisis, el pago de una renta fija puede generar incentivos por parte del arrendatario para sobreutilizar los atributos del suelo. Cuando un propietario realiza la explotación de su propia tierra, si existen derechos de propiedad bien definidos e información adecuada, el mismo maneja el recurso teniendo en cuenta las implicancias presentes y futuras de sus decisiones. Esto supone que no maximizará sólo el valor de la producción presente, sino que maximizará el valor de su explotación en términos intertemporales. Por el contrario, un arrendatario se preocupará sólo de su producción presente. Entonces, podría obtener una mayor producción actual dejando de realizar manejos adecuados de rotaciones, aplicaciones de fertilizantes o con prácticas que finalmente comprometan la productividad futura. Es decir, podría realizar acciones oportunistas en su propio beneficio presente y en perjuicio de los beneficios futuros del propietario. Por otra parte, en el caso de un contrato a porcentaje, como también se vio previamente, existiría un incentivo a subutilizar insumos. Como el arrendatario recibe sólo una parte del producto marginal, la subutilización de insumos, o esfuerzo, también puede implicar que tenga un menor incentivo a usar en exceso los atributos del suelo. Es decir, bajo este contrato tendría un menor incentivo a realizar acciones extractivas del recurso y esto puede ser visto como un beneficio potencial de esta modalidad contractual. Si suponemos que un propietario realiza la explotación de su tierra (bajo los supuestos mencionados previamente) el mismo utilizará los atributos del suelo en forma eficiente, eso es hasta que su costo marginal iguale el valor del producto marginal de los nutrientes. Asimismo, la asignación de trabajo o esfuerzo será óptima cuando el valor del producto marginal del trabajo iguale al salario (o al costo de oportunidad del trabajo). En el Gráfico 4, el diagrama de la izquierda representa la asignación de trabajo (o genéricamente “esfuerzo”) y el diagrama de la derecha la asignación de atributos del suelo o “nutrientes”. Gráfico 4: Uso de insumos en propiedad y con contrato de renta fija r w VPML VPMN w* r* r´ L* Trabajo N* N´ Nutrientes Las rectas VPML y VPMN representan los valores de los productos marginales del trabajo y de los nutrientes respectivamente. Estos valores surgen de multiplicar el producto marginal de cada recurso por el precio del producto7. El valor de w* es el salario o costo de oportunidad del trabajo y la elección óptima de cantidad de trabajo 8 está dada por la igualdad entre w* y la recta de VPML, determinando un uso de trabajo L*. En el caso de los nutrientes del suelo, si bien son un atributo de la tierra cuyo precio no es en muchos casos explícito, de manera implícita existe un costo (r*) que puede ser interpretado como el costo de oportunidad, en términos de pérdidas futuras de producción, de usar los nutrientes para la producción actual. Es importante notar que r* no es el precio de la tierra por hectárea sino que representa un costo de oportunidad que es totalmente internalizado por el propietario8. En estas condiciones el propietario elige el uso óptimo del recurso en el nivel N*. Veamos ahora el caso de un arrendatario por monto fijo. En este caso, el arrendatario tendrá un menor interés que el propietario en la conservación de los atributos de la tierra para producciones futuras. Es decir, luego de firmado el contrato y dado que no soportará las consecuencias futuras de las decisiones actuales del uso de los recursos, tendrá un incentivo a sobreutilizar la tierra. Este tipo de acción oportunista es lo que se conoce como problema de “riesgo moral”. Por supuesto que el propietario puede tratar de evitar estas acciones, sin embargo esto acarrea diversos problemas de medición y control lo cual implica que debe incurrir en costos para que su supervisión sea efectiva9. Esta situación se muestra en el diagrama de la derecha del Gráfico 4, donde el precio (implícito) que asigna el arrendatario a los nutrientes (r´) es inferior al asignado por el propietario (r*). Ahora el uso de nutrientes por parte del arrendatario (N´) es superior al óptimo elegido por un propietario (N*), generando un costo asociado a la sobreutilización del recurso10. La alternativa a este acuerdo por una renta fija es el contrato a porcentaje, que tal como se mencionó, hace que el arrendatario reciba sólo una fracción (1-a) del valor de la producción marginal. Esta situación se presenta en el Gráfico 5, donde las rectas VPML y VPMN están desplazadas hacia abajo como consecuencia de la aplicación del porcentaje (a) pagado al propietario, lo que deja sólo la proporción (1-a) para el arrendatario. Ahora el arrendatario elige el nivel de trabajo L´ (menor al caso anterior) y, lo que resulta importante es que, si bien el arrendatario usa un mayor nivel de nutrientes que el propietario, también tiene un incentivo a utilizar menos intensivamente (sólo hasta N´´) los atributos del suelo comparado con en el caso de renta fija. Este contrato tiene entonces menores costos en términos de uso de recursos naturales, pero agrega ahora costos por subutilización de trabajo u otros insumos. Gráfico 5: Uso de insumos con contrato a porcentaje r w (1-a).VPML (1-a).VPMN w* r* r´ L´ L* Trabajo N* N´´ N´ Nutrientes 9 En términos de uso de recursos naturales parece bastante claro que el contrato porcentual presenta una ventaja. Sin embargo, esto no implica necesariamente que siempre sea el contrato más conveniente. Cuando existen costos de transacción, estos se vinculan no sólo con el costo de control de las acciones que realiza el arrendatario en la aplicación de insumos o uso de recursos, sino que también son importantes a la hora de controlar la producción obtenida. Un contrato a porcentaje necesariamente implica la medición de la producción y un arrendatario que debe pagar un porcentaje de lo producido tiene incentivos para subdeclarar la producción al propietario. Por supuesto que el propietario está advertido de este problema y entonces es obvio que realizará acciones para evitar este comportamiento. En consecuencia, deberá hacer frente a costos asociados al control de la producción que no están presentes en el caso de contratos de renta fija. Nuevamente debemos considerar algunas implicancias de las situaciones descriptas a la luz de la existencia de los costos de transacción asociados con cada tipo de contrato. Si los contratos pudieran ser controlados y ejecutados sin ningún tipo de costo, entonces no habría distorsiones en la asignación de recursos tal como concluimos en la sección anterior. Con propietarios y arrendatarios neutrales al riesgo y sin problemas de información ni costos de transacción, el uso de recursos podría fijarse en el óptimo (L*, N*). Este nivel óptimo de uso de recursos que iguala costos y beneficios marginales sería idéntico para propietarios y arrendatarios con contratos de renta fija y también porcentuales. Sin embargo, de acuerdo al modelo presentado, si existen costos de transacción entonces la elección de los contratos estará vinculada con la minimización de estos costos. La ventaja relativa de un contrato de renta fija es evitar los costos de transacción asociados al control de la producción, sin embargo presenta el inconveniente de la eventual sobreutilización de los atributos del suelo. Por otra parte, el beneficio de un contrato porcentual es la reducción de los incentivos a minar el suelo, mientras que tiene costos de control de la producción. Las características de los contratos en términos de costos y beneficios relativos se sintetizan en el Cuadro 1. Cuadro 1. Características de los Contratos: Costos y Beneficios Relativos Costos y Beneficios Contratos de Renta Contratos a Fija Porcentaje Mayor Menor Intensidad en el uso de los recursos Mayor Menor Incentivo a la producción naturales Intensidad en el uso de otros insumos Mayor Menor Costo de control de uso de los Mayor Menor recursos naturales Costo de control de la producción Menor (o Nulo) Mayor Una hipótesis de comportamiento que surge del marco de análisis presentado es que se observarán más contratos de renta fija cuando los costos asociados al control de la producción sean importantes o cuando las posibilidades de generar pérdidas por sobre explotación de los recursos naturales sea relativamente baja o pueda evitarse a bajo costo. Los contratos porcentuales serán más frecuentes en las condiciones inversas. Es decir, la elección racional por parte del propietario se hará en cada caso teniendo en cuenta costos y beneficios y tratando de aproximar el resultado hacia el que se hubiera dado bajo una explotación en propiedad. 10 Es importante tener en cuenta que la descripción realizada simplificó la elección de contratos a dos tipos polares para obtener una distinción de los factores involucrados en la decisión contractual. Es evidente que en la práctica las situaciones contractuales son diversas e implican otras dimensiones importantes. En este sentido, el enfoque de costos de transacción es útil para extender el análisis. Evidentemente, un propietario tomará en cuenta las opciones mencionadas y evaluará los costos y beneficios asociados para tomar la decisión final en cuanto al tipo de contrato a elegir. Tal como se mencionó, resulta difícil aseverar la superioridad de algún tipo de contrato ya que las condiciones serán distintas dependiendo del entorno en el cual se desarrolle la actividad. Lo que puede pensarse es que si en cada caso los decisores balancean costos y beneficios, tratando de aproximarse al uso óptimo de recursos, entonces el resultado general en términos de producción y asignación de recursos no debería diferir significativamente entre los distintos tipos de contrato. Al mismo tiempo, si los propietarios al ceder en alquiler las tierras y elegir el tipo de contrato tratan de llevar a los arrendatarios hacia una posición similar a la adoptada por un propietario-productor, tampoco deberían observarse diferencias significativas de asignación entre explotaciones realizadas por propietarios y arrendatarios. En síntesis, un punto importante a destacar del análisis es que no es posible pensar en la forma de utilizar los recursos por parte de un agente sin considerar la existencia de los derechos de propiedad y su efectivo ejercicio (Cheung, 1968). Es cierto que una vez que un propietario cede en alquiler la tierra por un monto fijo el arrendatario tendrá ex-post incentivos a sobreutilizarla. Por otra parte, si lo hace por un porcentaje de producción existirá por parte del arrendatario un incentivo ex-post a subutilizar otros insumos. Sin embargo, lo más importante es que el propietario debe tener en cuenta estas potenciales acciones por parte del arrendatario y no existe razón por la cual pueda renunciar o disminuir ex–ante sus incentivos a mantener su riqueza presente o futura (por ejemplo la fertilidad o calidad del suelo) y al mismo tiempo a maximizar su renta. Esto implica que seguramente realizará las acciones necesarias para alcanzar este objetivo. Algunos elementos idiosincráticos pueden además participar para acercar las posiciones hacia el uso óptimo de los recursos. Por ejemplo, la repetición de transacciones entre propietarios y arrendatarios puede hacer que los costos de control asociados tanto al uso de recursos como de prácticas agronómicas permitan realizar contratos de renta fija con un menor compromiso. Puede ser que las transacciones sean menos frecuentes o repetidas con el arrendatario pero si el propietario tiene un buen conocimiento de la actividad (por experiencia o disponibilidad de información adecuada) puede hacer descender los costos de control del uso de los recursos y entonces optar por contratos de renta fija si es que el control de la producción le resulta en comparación más costoso. Un punto también a resaltar es que, si el mercado de arrendamiento de tierra funciona en forma relativamente eficiente, no podría existir una superioridad clara de un contrato sobre otro ya que en este caso todos los contratos observados serían de este tipo. Asimismo, si los derechos de propiedad están bien definidos para los propietarios, estos poseen adecuada información para valorar los aspectos vinculados a la productividad del suelo y en la elección de contratos se están balanceando los costos y beneficios asociados, entonces teóricamente (es decir en una situación de “equilibrio”) y aún existiendo costos de transacción positivos, el uso de recursos tendería a ser similar bajo las diversas formas de explotación. Podría pensarse que existe una distribución de sistemas que, si bien no excluye casos extremos de explotación “minera” con sobreutilización del suelo, monocultivo o poco uso de insumos, una proporción mayoritaria se concentra dentro de un rango relativamente homogéneo de combinaciones de producción y uso de recursos bajo distintas formas contractuales. 11 D. La Duración de los Contratos y los Costos de Transacción Hasta aquí no hemos incorporado en la discusión, sino marginalmente, la dimensión temporal de los contratos. Sin embargo, el plazo por el cual ser realizan los contratos de arrendamiento es un tema frecuentemente vinculado con la eficiencia y uso de los recursos suele ser. En general, se argumenta que los contratos de corto plazo no generan los incentivos adecuados tanto para la conservación de los recursos como para la realización de inversiones. Estos argumentos también pueden ser analizados utilizando el enfoque de costos de transacción presentado en las secciones previas. Cuando un productor-propietario decide cómo manejar su tierra tiene como objetivo, seguramente, maximizar los beneficios optimizando resultados a lo largo del tiempo. Es decir, utiliza un esquema de análisis de costo-beneficio intertemporal para asignar los recursos a la producción. En un trabajo reciente, Gallacher (2004) señala que esta decisión intertemporal presenta, al menos, dos aspectos acerca de los cuales las dificultades no son menores: en primer lugar la complejidad de comprensión de las implicancias futuras de decisiones presentes debido a las limitaciones cognitivas o de acceso a información de los agentes; en segundo lugar la forma en que se arbitran ingresos presentes y futuros dependiendo de las expectativas de precios, la tasa de interés con la que se descuenten ingresos futuros y las preferencias intertemporales. Cuando el propietario evalúa la posibilidad de ceder su tierra en arrendamiento, el tipo de análisis no puede ser distinto. Es decir, resulta difícil pensar que la dimensión de optimización intertemporal no esté presente en el proceso, ya que un uso inadecuado del suelo por parte del arrendatario tendrá efectos sobre el recurso y en consecuencia sobre el precio futuro del alquiler. Estos aspectos necesariamente deben estar presentes para decidir tanto el tipo de contrato a realizar (renta fija o porcentaje) como la duración del mismo. Resulta difícil pensar que la consideración de los incentivos que tiene el arrendatario para hacer un uso extractivo del recurso en el corto plazo escape al análisis del propietario y, más aún, que estando al tanto de ellos los ignore al momento de firmar el contrato. Siguiendo con la línea de argumentación anterior, el diseño observado de los contratos debería ser tal que se maximice la riqueza intertemporal, neta de los costos de transacción. El arrendatario no es el dueño “total” de la tierra, posee sólo el uso durante el período del contrato, es decir no es el propietario de la productividad futura del suelo. Sus prácticas, sin embargo, afectarán el curso futuro de la producción en mayor o menor medida. Por otra parte, el propietario tiene relativamente poco interés en los resultados financieros de la producción presente del arrendatario, pero sí estará interesado en la evolución futura de la productividad del suelo. Nuestra hipótesis de comportamiento es que los costos de transacción en los cuales las partes incurren para diseñar los contratos estarán destinados a alinear estos intereses con el objetivo de hacer converger las acciones de forma tal que, luego de separada la propiedad del control de la tierra, los resultados sean similares a los de un propietario-productor integrado. Lograr una mayor alineación de intereses en general suele aumentar la complejidad y costos de los contratos. En particular, la duración de los contratos tiene fuertes implicancias para la complejidad de los mismos. Contratos más largos incentivan, particularmente, el uso cuidadoso de los activos y el suelo, pero al mismo tiempo requieren cláusulas y condiciones más detalladas para dar cuenta de los posibles cambios del entorno y de otras contingencias a lo largo del tiempo. Los contratos multianuales, o de largo plazo, presentan la ventaja de una mayor alineación de incentivos a la conservación por parte del arrendatario, sin embargo aumentan los costos de diseño dado que deben incluir cláusulas que permitan su ajuste ante cambios en las condiciones iniciales. Estas cláusulas además tienen costos para su control y potencialmente las partes pueden entrar en conflicto por su interpretación o aplicación. Por ejemplo, el efectivo uso y aplicación de una 12 cláusula de rescisión contractual es a todas luces costoso ya que deben verificarse objetivamente las condiciones y esto muchas veces resulta controversial. Un contrato anual puede tener menores incentivos a la conservación para el arrendatario, pero también menores costos de transacción asociados al diseño y control. El propietario, dado que está en su interés, es consciente de estos menores incentivos y seguramente tomará los recaudos necesarios mediante otro tipo de acciones (entre las que figura probablemente la modalidad de contrato) que le permitan asegurar un comportamiento óptimo del arrendatario, evitando incurrir en los costos de un contrato de largo plazo. En muchos casos, los contratos son de corto plazo pero las transacciones son repetidas o frecuentes, lo que hace que las partes puedan desarrollar cierta reputación y bajar así los costos de transacción. El incentivo para construir una reputación puede actuar como un mecanismo alternativo a los contratos de largo plazo. Un contrato de corto plazo repetido puede tener implícita la renovación si es que el arrendatario realiza las acciones esperadas, pero es revocado a bajo costo en el caso contrario. Al mismo tiempo estará en el interés del arrendatario no tomar acciones oportunistas si la no renovación puede afectar su reputación o incrementar sus costos para contratos futuros. En síntesis, la mayor duración de los contratos si bien puede generar incentivos para un mejor uso del suelo por parte del arrendatario también implica importantes costos. El diseño de los contratos que se observan en el mercado debe tener en consideración estos aspectos y seguramente las partes están incorporando diversas condiciones y prácticas que tratan de acercar los comportamientos hacia el óptimo. Nuevamente, la lógica de la interacción de incentivos y costos de transacción nos lleva a pensar que no deberíamos observar de manera sistemática un uso particularmente extractivo del recurso suelo en contratos anuales vis à vis la explotación de largo plazo por parte de propietarios. El Cuadro 2 sintetiza las características en términos de beneficios y costos de los distintos contratos analizados, considerando modalidad y duración. Cuadro 2. Características de los Contratos por Tipo y Plazo Tipo de Contrato Renta Fija Porcentaje Características Corto Plazo Largo Plazo Corto Plazo Largo Plazo Alto Medio Medio Intensidad en el Uso del Suelo Alta Media Media Media/Baja Intensidad en el Uso de Otros Insumos Alta Alta Media Media Costo de control del Uso del Suelo Alto Alto Medio Medio/Bajo Costo de Control de la Producción Nulo Nulo Alto Alto Complejidad del Contrato Baja Alta Media Alta Costo de Diseño/Ajuste del Contrato Bajo Alto Bajo Alto Nivel de Producción Alto 13 E. Consideraciones sobre la Legislación de Contratos Agrarios Mientras en el ámbito del derecho contractual privado existe una libertad absoluta de acuerdos posibles entre las partes, en el ámbito de los contratos agrarios esa libertad está condicionada. Esta intervención de la ley para restringir la autonomía de la voluntad, se introduce a partir del carácter de orden público en los contratos agrarios. La característica de orden público, de acuerdo a la interpretación doctrinaria, es de índole económica y responde a la existencia de un interés general que debe ser protegido. Las disposiciones de orden público no pueden ser dejadas de lado por los particulares y resultan nulos los pactos y cláusulas que las contradigan (Formento, 2003). El marco legislativo de los contratos agrarios involucra tanto a los contratos regulados por la Ley N° 13246 y sus modificatorias (arrendamientos y aparcerías rurales, contrato de maquila, etc.) como a los contratos no regulados (los contratos accidentales por cosecha, pastaje, etc.). Entre ellos, resultan de especial interés para este análisis los contratos de arrendamientos y aparcerías rurales, regulados por la Ley y los contratos accidentales por cosecha, expresamente excluidos de la disposición legal mencionada, aunque enmarcados en ella. La ley establece, en cuanto a los arrendamientos, básicamente, las siguientes condiciones: • Duración: los contratos de arrendamiento tendrán un plazo mínimo de tres años. • La explotación “racional” del suelo (se prohibe la explotación que origine su erosión o agotamiento). • Obliga al mantenimiento de los predios libres de plagas y malezas y a compartir los gastos que esto insuma. • Pago en dinero. La misma ley contempla aquellos contratos que, por sus características, se encuentran excluidos de sus disposiciones. Así, se clasifican como “contratos accidentales” aquellos contratos en los que se acuerde la realización de hasta dos cosechas como máximo. Cualquier contrato que exceda los plazos establecidos (incluyendo los casos en los que prórrogas o renovaciones totalizaran plazos mayores a los fijados en la Ley) se considera incluido en las disposiciones de la ley. De esta manera se limita la extensión de los contratos no regulados. Si se formalizaran prórrogas o contratos accidentales sucesivos entre las mismas partes y referidos a los mismos predios, perderían el carácter de “accidentalidad” y deberían ser sometidos a las disposiciones generales de la ley. Merece un comentario la amplia difusión en la agricultura pampeana de los contratos accidentales por cosecha, y también la evidencia de que las disposiciones legales son, muchas veces, modificadas por los usos corrientes. En ese sentido, es necesario recordar que todos los contratos (incluyendo los accidentales) deberían ser calificados y homologados judicialmente para facilitar la exigencia de su cumplimiento11. Si bien no se dispone de información estadística detallada acerca del cumplimiento de estos requisitos, es un hecho conocido en el medio rural que una amplia mayoría de los contratos no cumple con esa formalidad, dejando los resultados al buen entendimiento entre las partes12. De la misma manera, resulta obvio que aunque la ley establezca el uso racional de los recursos, el combate de plagas y malezas, etc., es difícil imaginar la posibilidad de garantizar exógenamente el uso “adecuado” de los recursos aún cuando las partes cumplieran cabalmente con la homologación de los contratos y otros aspectos formales. Es decir, el resultado general de producción y uso de recursos es en gran medida un resultado endógeno de las decisiones de las partes en cuanto a características de la relación contractual, tal como se detalló en las secciones anteriores. En este sentido, consideramos que el actual marco jurídico específico es relativamente neutral para la elección de las características del contrato13. Del análisis teórico y de la consideración de los aspectos legales vigentes en la producción agropecuaria pampeana, así como de su aplicación real, surge que no 14 parece simple, ni posible, hacer que el marco legal o institucional coordine adecuadamente en forma exógena las decisiones privadas y los supuestos aspectos de “interés público”. La evidencia nos muestra que por distintas razones, seguramente vinculadas a los aspectos mencionados de costos de transacción, riesgo moral e incertidumbre, los agentes privados han optado por realizar contratos que en general se enmarcan parcialmente en la legislación vigente. Esto es un punto importante a considerar, ya que resulta claro que si las leyes o regulaciones contienen disposiciones que colisionan fuertemente con factores objetivos del entorno en el cual operan los agentes, las mismas tendrán sólo un carácter declamativo y serán mucho más fáciles de redactar que de cumplir efectivamente. F. Predicciones del Análisis de Costos de Transacción El marco de análisis nos permitió formular una serie de consideraciones acerca de las motivaciones para la elección de los contratos, así como de los incentivos y consecuencias en términos de uso de recursos y de producción. Nuestra principal conclusión teórica es que el marco contractual debe balancear costos y beneficios en cada caso, alineando finalmente los intereses e incentivos de las partes hacia un objetivo similar al de un productor-propietario con pleno interés en la maximización y conservación de su riqueza. A partir del modelo presentado podemos derivar una serie de predicciones teóricas sobre producción y asignación de recursos vinculadas con la elección de la forma de tenencia de la tierra y del tipo de contrato: i. Si las elecciones contractuales tratan de alinear intereses entre las partes, no deberían observarse diferencias significativas en términos de sistemas de uso y conservación de recursos naturales entre propietarios y arrendatarios. ii. En el mismo sentido, no deberían encontrarse diferencias significativas en términos de diversificación productiva (controlando por dotación de recursos naturales) entre propietarios y arrendatarios. iii. Tampoco deberían encontrarse diferencias en términos de preferencias por prácticas vinculadas a la conservación de recursos naturales entre contratos de renta fija y porcentuales. iv. Si los contratos porcentuales desincentivan marginalmente el uso intensivo de insumos, y existen costos de monitoreo y control, podrían encontrarse diferencias en términos de uso de insumos (fertilizantes) a favor de los contratos de renta fija respecto de los contratos porcentuales. v. Asimismo, si existen diferencias en la intensidad de uso de insumos se deberían encontrar diferencias en términos de cultivos seleccionados entre contratos de renta fija y porcentuales. Estas hipótesis se contrastan empíricamente en la siguiente sección. III. Evidencia Empírica. A. Datos utilizados Se trabajó con dos conjuntos de información, por un lado los micro datos del Censo Nacional Agropecuario 2002 (CNA 2002) para el Partido de Pergamino (Prov. de Buenos Aires), y por otro una encuesta para la zona pampeana realizada en la campaña 2002/03 por el Proyecto Fertilizar del INTA. Respecto del CNA2002, el período de referencia fue julio del 2001 hasta junio del 2002 y para la región pampeana (Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, San Luis y Santa Fe) el cuestionario incluyó 13 capítulos, cubriendo diversos aspectos de las explotaciones agropecuarias (EAPs). El análisis se llevó a cabo con la información a nivel predial del partido de Pergamino14 (Prov. de Buenos Aires), el cual es un buen ejemplo de la zona núcleo 15 pampeana (particularmente maicera) y presenta características de una agricultura moderna que lo hacen comparable internacionalmente, por ejemplo con el “corn belt” americano. La superficie que ocupan las 1117 Explotaciones Agropecuarias (EAPs) censadas es de 285.992 has, con un valor promedio de 256 has por predio y un desvío standard de 457 hectáreas. Los capítulos del CNA2002 seleccionados fueron: Tipo Jurídico (Cap. II); Régimen de Tenencia de la Tierra (Cap. III); Uso de la Tierra (Cap. IV) y Prácticas Culturales (Cap. V). Consideramos específicamente la superficie implantada con los principales cultivos pampeanos: maíz, trigo, soja y girasol, aunque, como se verá más adelante, se eliminará al girasol del análisis por su escasa importancia en la zona. Por otro lado, la encuesta Fertilizar es un producto del Proyecto INTAFertilizar15 para la campaña 2002-03 y recoge información de los asistentes a las reuniones técnicas que desarrolló el proyecto, las que se llevaron a cabo en localidades de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. El contenido básico de la encuesta se refiere al régimen de tenencia de la tierra, al uso de la misma y a las prácticas de fertilización por cultivo. Para ello se indaga acerca de la superficie cultivada (propia o de terceros) y de su asignación a maíz, trigo, soja 1ª, soja 2ª, girasol, alfalfa, verdeos y sorgo. Con respecto a la fertilización de cada uno, se preguntó la cantidad de hectáreas fertilizadas y el uso (en kg/ha o lt/ha) de urea, fertilizantes con fósforo, fertilizantes con azufre, mezclas balanceadas y líquidos. Al igual que en el caso del CNA 2002, nuestro análisis se concentró en lo concerniente a los cuatro principales cultivos pampeanos: maíz, trigo, soja y girasol. Luego de un análisis básico de consistencia, se conformó una matriz de datos con 489 casos que totalizaron cerca de 362.000 hectáreas, con un promedio por explotación de 740 ha, con una superficie cultivada total (1ª y 2ª implantación) de 412.000 hectáreas y un promedio de superficie cultivada de 843 ha. A efectos comparativos, puede notarse que el CNA 200216 registró para las cuatro provincias mencionadas un total de 126.757 explotaciones, con una superficie de unos 55.5 millones de hectáreas, lo que equivale a una superficie promedio de 438 has. Se desprende de esto que los casos considerados en la encuesta bajo análisis pertenecen a un estrato de tamaño por encima del promedio regional. Adicionalmente, podría discutirse la representatividad de la muestra teniendo en cuenta que su selección –si bien puede considerarse al azar- proviene de una “subpoblación” constituida por aquellos interesados en asistir a reuniones técnicas del tipo de las ofrecidas por el proyecto. En ambos casos, para nuestro análisis supondremos que las inferencias sobre el perfil propietario-arrendatario no se verán comprometidas. Las consideraciones previas señalan las restricciones que impone el uso de datos secundarios en el análisis de problemas para los que no fueron específicamente diseñados. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, esta información constituye al mismo tiempo una fuente fidedigna y oportuna para contrastar y comparar resultados. Finalmente, cabe señalar que, a diferencia del censo, la encuesta no relevó información sobre prácticas de labranza, siembra directa o tipos de contrato. B. Procesamiento de la Información 1. Censo Nacional Agropecuario 2002. Partido de Pergamino En principio se distinguió entre tres tipos de productores: propietarios (P), arrendatarios (A) y mixtos (M). Para ello se construyó el ratio entre superficie propia (SP), declarada en el censo como la suma de superficie en propiedad y sucesión indivisa, y la superficie de la explotación (SupEAP). La categoría P la constituyen aquellas unidades donde el ratio es mayor o igual a 0.80 y la categoría A la constituyen aquellas unidades donde el ratio es menor a 0.20. El resto forma parte de la categoría M. La clasificación se realizó en función del objetivo de comparar los perfiles de diversificación y las estrategias de producción (fertilización, sistema de labranza, siembra directa) según régimen de tenencia de la tierra. 16 La diversificación, entendida como asignación de tierra entre los cuatro cultivos, se exploró evaluando la frecuencia con que se observan las combinaciones posibles entre cultivos. Se parte de considerar que hay 31 formas distintas posibles de combinar las cinco actividades (5 monocultivos, 10 pares, 10 ternas, etc), o 15 si se excluye girasol del análisis (se observaron 13 de estas combinaciones). El análisis de las frecuencias de aparición y de las superficies involucradas, permitió identificar las prácticas más comunes. Cotejar dichas prácticas entre los grupos P y A es una manera útil de examinar la evidencia sobre sus similitudes o diferencias. Las estrategias de fertilización también fueron consideradas. Para las combinaciones de producción (o “mixes” tal como se lo define luego) más importantes, se indagó acerca de la frecuencia y el esquema de fertilización. Este análisis se reporta para cada uno de los tipos de tenencia considerados. Adicionalmente, se analizaron las prácticas de labranza y el empleo de siembra directa, tanto a nivel global como para cada tipo de tenencia. Para las prácticas de labranza, se definieron tres sistemas (Labranza Convencional, Labranza “intermedia” o “en transición” y Labranza Conservacionista) de acuerdo a las combinaciones de tipos de labranza declaradas: Reja y Vertedera, Disco, Cincel, Labranza Mínima y Labranza Cero. Para siembra directa se tomó la declaración, en hectáreas, de superficie implantada (1ª y 2ª ocupación) total y por cultivo bajo dicha práctica. Finalmente, se analizaron los contratos y las formas de pago entre las observaciones contenidas en el grupo definido como arrendatarios (A). Allí se distingue, para los contratos accidentales por una cosecha, los arreglos por monto fijo (tanto sea en dinero como en especies) de los arreglos a porcentaje, distinción hecha a partir de la superficie relativa de cada categoría. Vale señalar que los casos de contratos accidentales por una cosecha constituyen el 79% del universo de arrendatarios. El criterio utilizado fue el de definir al contrato como fijo (F) cuando la proporción de superficie explotada a monto fijo en relación a la superficie contratada accidentalmente por una cosecha fuera mayor o igual que 0.8. Simétricamente, el contrato se define como a porcentaje (%) cuando la proporción de superficie explotada a porcentaje en relación a la superficie contratada accidentalmente por una cosecha fuera mayor o igual que 0.8. 2. Encuesta Fertilizar 2002-03 Lo esencial del análisis replica lo presentado en la sección anterior. El criterio usado para distinguir entre propietarios (P), arrendatarios (A) y mixtos (M) fue el siguiente: se construyó el ratio entre superficie propia (SP, declarada en la encuesta) y superficie bajo primera implantación (en todos los cultivos, no sólo los cuatro básicos de interés). Esta última es una aproximación a la superficie de la explotación (SupEAP), y toma el valor de superficie propia cuando sea menor que ésta. Implícito en su definición está el supuesto de que toda superficie de terceros, básicamente arrendada, se cultiva. El criterio asignativo es el siguiente: Propietario (P) si [SP/SupEAP] ≥ 0.80; Arrendatario (A) si [SP/SupEAP] < 0.20 y Mixto (M) para el resto de casos. Como se mencionó, se consideraron particularmente los principales cultivos pampeanos: maíz, trigo, soja y girasol. Vale la pena señalar que incluir sólo los cultivos de interés en el análisis de combinaciones de cultivos no constituye una pérdida de generalidad en este caso, ya que de la superficie total bajo cultivo (primera mas segunda implantación) éstos representan el 94%. En cuanto al grado de diversificación, de las 31 formas distintas posibles de combinar las cinco actividades, 28 se presentan en la muestra. Las estrategias de fertilización también fueron consideradas y el análisis se presenta para cada uno de los tipos de tenencia. C. Metodología de Análisis 17 Con el objetivo de contrastar las predicciones de nuestro modelo teórico realizamos un análisis bivariado estructurado a través de tablas de contingencia. Cada tabla relaciona la variable de tenencia de la tierra con una serie de variables que caracterizan la producción y el tipo de contrato elegido. Específicamente, las variables utilizadas para contrastar las cinco hipótesis enunciadas son: • Tenencia (Arrendatarios y Propietarios) • Contratos (a Porcentaje y Fijos) • Labranza (Convencional, en Transición y Conservacionista), • Fertilización (en nivel y en porcentaje), • Siembra Directa (presencia-ausencia y en porcentaje) • Mixes (combinaciones de cultivos seleccionadas) Las tablas de contingencia ilustran sobre la independencia entre pares de variables, constituyendo la hipótesis nula la ausencia de relación entre las variables. Es decir, si la hipótesis nula no puede ser rechazada podemos inferir independencia entre las variables. Entonces, la probabilidad para un individuo de estar en una fila en particular (categorías productivas o de contrato) será independiente de la pertenencia a una columna específica (categoría arrendatario o propietario). Es importante notar que en caso de rechazar la hipótesis nula se puede inferir la no independencia aunque esto no implica que pueda inferirse necesariamente causalidad entre las variables. Por otra parte, también en el caso de rechazo, la potencia del test no indica la fuerza o significación de la asociación, sino simplemente el peso de la evidencia en contra de la hipótesis nula. En términos prácticos, los estadísticos calculados para contrastar la hipótesis nula son un Chi-Cuadrado y un Ratio de Verosimilitud Chi Cuadrado (Likelihood Ratio Chi Square) que se presentan en cada caso junto con su valor de probabilidad17. Los cuadros 3 a 9 muestran la distribución de predios según los criterios considerados y, junto a los estadísticos de prueba, permiten evaluar las hipótesis individualmente, distinguiendo según la fuente de información utilizada. D. Resultados El Cuadro 3 presenta la instrumentación de nuestra primer hipótesis (predicción i) para los datos del CNA 2002, que consiste en suponer independencia de los sistemas de uso y conservación de recursos naturales con respecto a la tenencia de la tierra en las categorías propietarios y arrendatarios. Del análisis de los casos de tipo de labranza por tenencia y porcentaje de uso de siembra directa por tenencia surge que el valor del estadístico chi-cuadrado no es significativo18, lo que implica que no es posible rechazar la hipótesis nula de ausencia de relación entre estos pares de variables. Es decir, la elección del sistema de labranza y la adopción de siembra directa pueden ser considerados independientes del tipo de tenencia de la tierra tal como se argumenta teóricamente. Por otra parte, en el caso de la decisión de fertilización (fertilizar algo vs. no fertilizar) y de utilización de siembra directa (Si vs. No) el valor del estadístico permite rechazar la hipótesis de independencia al 1%. Si bien este rechazo de la hipótesis de independencia parece ir en contra de nuestra predicción, un examen de los valores de las frecuencias relativas observadas en cada práctica muestra que la asociación se da justamente en el sentido contrario al esperado de acuerdo al “saber convencional”. Efectivamente, se puede ver que tanto en “Fertilización x Tenencia” como en “Siembra Directa x Tenencia” se presenta una mayor participación de las categorías “fertilizar algo” y siembra directa “SI” para la categoría de arrendatarios. Aquí vale la consideración hecha previamente acerca del caso de rechazo de la hipótesis nula. Esto si bien refleja asociación, no permite hacer inferencias acerca de la causalidad entre los pares de variables, dado que por el carácter bivariado del análisis seguramente deberían controlarse otros factores para establecer una conclusión en este sentido. Sin embargo, es importante el resultado global que en principio aporta evidencia a favor de la independencia de las variables y en el caso de 18 asociación la misma no parece confirmar el enfoque tradicional que asegura que los arrendatarios no realizan prácticas de conservación o fertilización de suelos. En el Cuadro 4 se contrasta la misma hipótesis utilizando los datos de la encuesta Fertilizar. Las variables disponibles en este caso son la decisión de fertilización y el porcentaje de fertilización de los cultivos. En ambos casos no es posible rechazar la hipótesis de independencia, resultado que refuerza los encontrados previamente. Nuestra segunda hipótesis (predicción ii), que consiste en suponer la independencia de la elección de diversificación productiva para propietarios y arrendatarios (controlando por dotación de recursos naturales) se instrumenta para los datos del CNA 2002 en el Cuadro 5 mediante el análisis de las combinaciones de cultivos (“Mixes”) por tipo de tenencia. Se observa que el estadístico chi-cuadrado es significativo al 5%, permitiendo rechazar la hipótesis de independencia, lo cual resulta contrario a nuestra predicción. Por otra parte, el Cuadro 6 que presenta un análisis similar para los datos de la encuesta Fertilizar, no permite rechazar la hipótesis nula (si utilizamos un nivel de significación del 5%), lo cual sí está alineado con nuestra interpretación. Nuevamente, si bien la evidencia no resulta concluyente, se estima que dado el análisis bivariado de la información pueden existir factores no controlados, tales como la dotación de recursos naturales o el tipo de cultivos realizados previamente o el nivel de pago implícito en el contrato que condicionen los resultados en el sentido de vincular la forma de tenencia con una práctica particular. Es interesante notar, sin embargo, que un aspecto importante para el caso de los datos del CNA, es que no se observa que la asociación entre cultivos y tenencia se manifieste en el sentido de mostrar que los arrendatarios privilegian el monocultivo de soja. La frecuencia relativa en cada caso para la combinación 1 (Soja de primera) resulta bastante similar y en todo caso privilegia el monocultivo por parte de los propietarios19, lo cual nuevamente contradice algunas de las “creencias” convencionales. En cuanto a la adopción de prácticas conservacionistas y el tipo de contratos, nuestra predicción iii permite formular una tercera hipótesis de ausencia de relación entre prácticas vinculadas a la conservación de recursos y el tipo de contrato (fijo o porcentual) elegido. En este sentido, los resultados del Cuadro 7, con la información del CNA 2002, muestran que no es posible rechazar la hipótesis de independencia de la elección del tipo de labranza respecto de la forma contractual. Es decir, la adopción de prácticas conservacionistas no parece estar condicionada por la forma contractual sino que seguramente deben considerarse otros factores en el análisis tal como se discutió previamente. Nuestra cuarta hipótesis (derivada de la predicción iv) se presenta en el Cuadro 8 y postula que debería encontrarse una asociación entre el uso de insumos (fertilizantes) y el tipo de contrato utilizado, siendo mayor el uso en el caso de los contratos de renta fija. Se observa que el estadístico chi-cuadrado es significativo al 5% con lo cual es posible rechazar la hipótesis nula de independencia entre las variables. Asimismo, con respecto al sentido de la asociación se puede ver que la decisión de fertilizar es relativamente más frecuente en los contratos de renta fija (F) mientras que la decisión de no fertilizar es más frecuente en los contratos porcentuales, lo cual presenta consistencia con el enfoque teórico presentado. Finalmente, en el mismo sentido, se postuló que como consecuencia de la diferencia en el uso de insumos deberían observarse diferencias en términos de cultivos seleccionados por tipo de contrato (predicción v). El Cuadro 9 contrasta la hipótesis de independencia entre el tipo de combinación de cultivos observado y el tipo de contrato, observándose un estadístico chi-cuadrado significativo al 5%, que permite rechazar la hipótesis nula. Se puede ver que la mayor diferencia de frecuencias relativas a favor de contratos de renta fija se da en la categoría 2 que incluye los cultivos de maíz, trigo, soja de primera y soja de segunda, que seguramente es aquella que mayores requerimientos de insumos tiene dada la diversidad de cultivos 19 Cuadro 3. Hipótesis 1. CNA 2002. Tablas de Contingencia y Estadísticos de Prueba. A P Total Chi-Square Likelihood Ratio Chi-Square Labranza x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 102 198 300 C 50.25% 46.15% 38 107 145 LC 18.72% 24.94% 63 124 187 LT 31.03% 28.90% 203 429 632 2 3.023 2 3.1026 0.2120 Total 0.2206 32.12% 67.88% n.s. n.s Fertilización x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 146 259 405 FA 56.15% 44.20% 114 327 441 NF 43.85% 55.80% 260 586 846 1 10.3160 0.0013 1 10.3247 0.0013 Total 30.73% 67.27% ** ** Siembra Directa x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 91 299 390 NO 35.00% 51.11% 169 286 455 SI 65.00% 48.89% 260 585 845 1 18.8001 <0.0001 1 19.0483 <0.0001 Total 30.77% 69.23% ** ** % de Siembra Directa x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 18 16 34 1 11.18% 5.8% 23 39 62 2 14.29% 14.13% 17 27 44 3 10.56% 9.78% 103 194 297 4 63.98% 70.29% 161 276 437 3 4.4463 0.2171 3 4.2997 0.2309 Total 36.84% 63.16% n.s n.s Tipo de tenencia se corresponde con las categorías A: Arrendatario y P: Propietario. Tipo de labranza: LC: Labranza convencional; LT: Labranza en transición y C: Labranza conservacionista. Fertilización: FA: Fertiliza algo de la superficie implantada y NF: No fertiliza dicha superficie. Siembra Directa vale “SI” cuando la EAP hace SD, sin importar el cultivo. Vale “NO” cuando la EAP no hace SD. % de Siembra Directa está evaluada para los que hacen SD en alguno de los 4 cultivos. Se expresa como porcentaje de la superficie implantada con los cuatro cultivos. Vale “1” cuando dicho % es mayor que 0 y menor o igual que 25%. Vale “2” cuando dicho % es mayor que 25% y menor o igual que 50%. Vale “3” cuando dicho % es mayor que 50% y menor o igual que 75%. Vale “4” cuando dicho % es mayor que 75%. n.s.: no significativo ** significativo al 1% 20 Cuadro 4. Hipótesis 1. Encuesta. Tablas de Contingencia y Estadísticos de Prueba. A P Total Chi-Square Likelihood Ratio Chi-Square Fertilización x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 156 157 313 FA 91.23% 44.20% 15 18 33 NF 8.77% 55.80% 171 175 346 1 0.2297 0.6317 1 0.2301 0.6315 Total 49.42% 50.58% n.s. n.s. % de Fertilización x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 18 27 45 1 11.54% 17.20 57 51 108 2 36.54% 32.48% 30 36 66 3 19.23% 22.93% 51 43 94 4 32.69% 27.39% 156 157 313 3 3.3565 0.3399 3 3.3704 0.3380 Total 49.84% 50.16% n.s n.s Tipo de tenencia se corresponde con las categorías A: Arrendatario y P: Propietario. Fertilización se corresponde con las categorías FA: Fertiliza algo de la superficie implantada con los cinco cultivos (incluye 10 casos que fertilizan todo) y NF: No fertiliza dicha superficie. % de Fertilización está evaluada para los que fertilizan algo de la superficie implantada con los cinco cultivos. Se expresa como porcentaje de la sup. Implantada con los cinco cultivos. Vale “1” cuando dicho % es mayor que 0 y menor o igual que 25%. Vale “2” cuando dicho % es mayor que 25% y menor o igual que 50%. Vale “3” cuando dicho % es mayor que 50% y menor o igual que 75%. Vale “4” cuando dicho % es mayor que 75%. n.s.: no significativo Cuadro 5. Hipótesis 2. CNA 2002. Tablas de Contingencia y Estadísticos de Prueba. A P Total Chi-Square Likelihood Ratio Chi-Square Mixes x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 85 187 272 1 41.46% 46.29 56 75 131 2 7.32% 18.56% 38 65 103 3 18.54% 16.09 26 77 103 4 12.68% 19.06% 205 404 609 3 9.30293 0.0255 3 9.2929 0.0256 Total 33.66% 66.34% * * Tipo de tenencia se corresponde con las categorías A: Arrendatario y P: Propietario. Tipo de mixes: Son las 4 combinaciones de cultivos (entre los 4 cultivos considerados) más relevantes, tanto en número de predios como en superficie (del predio e implantada con los cuatro cultivos). MIX 1: Soja 1ra; MIX 2: Maíz-Trigo-Soja 1ra-Soja 2da; MIX 3: Trigo-Soja 1ra-Soja 2da y MIX 4: MaízSoja 1ra. * : significativo al 5% 21 Cuadro 6. Hipótesis 2. Encuesta. Tabla de Contingencia y Estadísticos de Prueba. A P Total Chi-Square Likelihood Ratio Chi-Square Mixes x Tenencia DF Value P-Value DF Value P-Value 77 59 136 1 63.64% 54.63 15 25 40 2 12.40% 23.15% 19 11 30 3 15.70% 10.19 10 13 23 4 8.26% 12.04% 121 108 229 3 6.6906 0.0824 3 6.7295 0.0810 Total 52.84% 47.16% n.s. n.s. Tipo de tenencia se corresponde con las categorías A: Arrendatario y P: Propietario. Tipo de mixes: Son las 4 combinaciones de cultivos (entre los 5 cultivos considerados) más relevantes, tanto en número de predios como en superficie (del predio e implantada con los cinco cultivos). MIX 1: Maíz-Trigo-Soja 1ra-Soja 2da; MIX 2: Trigo-Soja 1ra-Soja 2da; MIX 3: Maíz-Trigo-Soja 1raSoja 2da-Girasol; MIX 4: Maíz-Soja 1ra. n.s.: no significativo Cuadro 7. Hipótesis 3. CNA 2002. Tabla de Contingencia y Estadísticos de Prueba. % F Total Chi-Square Likelihood Ratio Chi-Square Labranza x Contrato DF Value P-Value DF Value P-Value 7 14 21 LC 15.22% 16.47% 14 26 40 LT 30.43% 30.59% 25 45 70 C 54.35% 52.94% 46 85 131 2 0.0405 0.9799 2 0.0407 0.9798 Total 35.11% 64.89% n.s n.s Tipo de contrato se corresponde con las categorías F: Fijo (en especies o en dinero) y %: A porcentaje. Todos pertenecen a la categoría de tenencia A (arrendatarios). Tipo de labranza se corresponde con LC: Labranza convencional; LT: Labranza en transición y C: Labranza conservacionista. n.s.:no significativo Cuadro 8. Hipótesis 4. CNA 2002. Tabla de Contingencia y Estadísticos de Prueba. % F Total Chi-Square Likelihood Ratio Chi-Square Fertilización x Contrato DF Value P-Value DF Value P-Value 25 71 96 FA 49.02% 68.93% 26 32 58 NF 50.98% 31.07% 51 103 154 1 5.7607 0.0164 1 5.6872 0.0171 Total 33.12% 66.88% * * Fertilización se corresponde con las categorías FA: Fertiliza algo de la superficie implantada con los cuatro cultivos y NF: No fertiliza dicha superficie. * significativo al 5% 22 Cuadro 9. Hipótesis 5. CNA 2002. Tabla de Contingencia y Estadísticos de Prueba. % F Total Chi-Square Likelihood Ratio Chi-Square Mixes x Contrato DF Value P-Value DF Value P-Value 25 30 55 1 53.19% 34.09% 7 31 38 2 4.89% 35.23% 7 16 40 3 14.89% 18.18% 8 11 19 4 17.02% 12.50% 47 88 135 3 7.8831 0.0485 3 8.2703 0.0407 Total 34.81% 65.19% * * Tipo de mixes: Son las 4 combinaciones de cultivos (entre los 4 cultivos considerados) más relevantes, tanto en número de predios como en superficie (del predio e implantada con los cuatro cultivos). MIX 1: Soja 1ra; MIX 2: Maíz-Trigo-Soja 1ra-Soja 2da; MIX 3: Trigo-Soja 1ra-Soja 2da y MIX 4: MaízSoja 1ra. *:significativo al 5% IV. Conclusiones Las formas de tenencia de la tierra y los contratos utilizados en la explotación agrícola son frecuentemente mencionados como factores relevantes que condicionan la actividad productiva. Sin embargo, al menos en nuestro conocimiento, no existen estudios que aborden el tema con un marco analítico explícito y contrasten empíricamente las conclusiones para la agricultura pampeana. Nuestro trabajo trata de aportar en este sentido tanto desde el punto de vista de la discusión conceptual como en la presentación de evidencia empírica. Analizando el problema desde un enfoque microeconómico basado en la idea de costos de transacción, sostenemos que en un contexto de agricultura moderna, donde los derechos de propiedad están bien definidos, la organización contractual debe finalmente alinear los intereses e incentivos de las partes hacia un objetivo similar al de un productor-propietario integrado. Nuestro estudio cuestiona que pueda atribuirse como causa de potenciales resultados negativos en términos de productividad, uso de insumos o conservación de recursos naturales a factores tales como la explotación en alquiler o la duración de los contratos. De acuerdo con nuestra investigación esta no parece una explicación satisfactoria tanto desde un punto de vista teórico como empírico. Las conclusiones de nuestro trabajo analítico pueden resumirse en los siguientes puntos: (i) se espera un resultado similar en uso y conservación de recursos naturales entre propietarios y arrendatarios; (ii) similar diversificación productiva entre propietarios y arrendatarios; (iii) similares prácticas vinculadas a la conservación de recursos naturales entre contratos de renta fija y porcentuales; (iv) posibles diferencias en términos de uso de insumos a favor de los contratos de renta fija respecto de los contratos porcentuales; (v) posibles diferencias en términos de cultivos seleccionados entre contratos de renta fija y porcentuales. Los principales hallazgos de la investigación empírica realizada son: (1) La adopción de sistemas de labranza y fertilización aparecen como independientes de la forma de tenencia de la tierra; (2) la diversificación de actividades parece en cierta medida vinculada con la forma de tenencia, aunque debería controlarse por la presencia de otros factores para evidenciar la relación. Se debe resaltar que no se observa una mayor frecuencia de monocultivo en el caso de explotaciones arrendadas; (3) No se observó una relación entre tipo de contrato (renta fija o porcentual) y prácticas de conservación; (4) Se presenta una asociación entre la 23 decisión de fertilización y el tipo de contrato adoptado, favoreciendo relativamente la fertilización el contrato de renta fija; (5) Se encontró cierta asociación entre las combinaciones de cultivos y el tipo de contrato, favoreciendo el contrato de renta fija combinaciones que hacen un uso más intensivo de insumos. En el análisis empírico exploramos la relación entre variables de forma no condicional, esto implica que no tenemos establecida claramente una relación de causalidad para justificar resultados. Sin embargo, nuestra intuición es que para la elección del marco contractual, del tipo de cultivos y el uso de recursos influyen tanto características específicas de los agentes (educación, experiencia, frecuencia de la transacción, etc) como del entorno económico y productivo en el cual se desarrolla la actividad (dotación de recursos naturales, posibilidades de control, etc). Así, tanto las diferencias como similitudes encontradas entre propietarios y arrendatarios deberían ser causadas por la forma en que estas características afectan el diseño de los contratos o de organización de la empresa, más que por el carácter de la tenencia en sí mismo. En este sentido, la agenda futura de investigación empírica debería seguramente explorar metodologías multivariadas que incluyan variables de control para contrastar relaciones de causalidad. Un aspecto central de nuestra investigación es que las consideraciones teóricas y el análisis empírico utilizando el enfoque de costos de transacción se realizan para una agricultura donde se suponen adecuadamente definidos los derechos de propiedad. La definición de derechos de propiedad es un punto importante para que las partes realicen transacciones eficientes, aún ante la presencia de costos de transacción positivos. Una lectura que creemos relevante de nuestros resultados es que si un objetivo de la política pública es mejorar las condiciones de eficiencia en la agricultura, entonces la disminución de los costos de transacción resulta crucial para asegurar la posibilidad de maximización del bienestar social. En este sentido, nuestro análisis para una región como la zona núcleo parece indicar un funcionamiento relativamente eficiente en esta dimensión, dada la falta de evidencia de situaciones divergentes entre productores y arrendatarios20. Esto tiene también consecuencias prácticas para la interpretación de los problemas en otras regiones, ya que en caso de detectarse ineficiencias, parece más relevante para la maximización del bienestar social tratar de identificar y reducir los costos de transacción que impiden la convergencia a un óptimo, en lugar de limitar las transacciones entre los agentes. 24 Referencias Allen, Douglas W. and Dean Lueck (2002) “Choosing between cropshare and cash rent contracts” en The Nature of the Farm: Contracts, Risk and Organization in Agriculture The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 200, 258p. • Brescia, Víctor; Inés Rivera y Andrés Lazzarini (2004) “Avances en el análisis del CNA 2002 y su comparación con el CNA 1988” Documento de Difusión del Instituto de Economía y Sociología - INTA - http://www1.inta.gov.ar/ies/ • Cheung, Steven N. S. (1968) “Private Property Rights and Sharecropping”. Journal of Political Economy, Vol. 76, no. 6, 1107-1122. • Coase, R. 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Srinivasan, Elsevier Science Publishers B.V, 1988, 848p. • Notas 1 En la sección de aspectos legales de los contratos agrícolas participó del trabajo la Ing. Agr. Paz González (IES-INTA) y en la sección empírica la Ing. Agr. Elena Barrón (Sagpya) realizó el procesamiento básico de datos. Agradecemos su colaboración y los aportes realizados. Como es usual los errores que pudieran subsistir son de responsabilidad exclusiva de los autores. 2 El pago en general se realiza por adelantado, lo que introduce además un componente financiero en el problema. A los efectos de simplificar la exposición haremos abstracción de la dimensión temporal de los pagos como así también de la posibilidad de variación de los precios de los productos. 3 Una revisión de la teoría y evidencia sobre el tema puede verse en Otsuka y Hayami (1988) y en Otsuka et.al. (1992). 4 En ese punto las pendientes de la curva OA y la recta OB son iguales, lo que asegura que en términos económicos el valor del producto marginal del insumo iguala al precio del insumo (w). 25 5 En referencia al economista Alfred Marshall quién en su clásico libro Principles of Economics (1890) trata formalmente el tema. 6 Con el fin de concentrarnos en la elección del contrato hacemos abstracción del proceso decisorio de producción propia y por lo tanto no lo tomamos en este análisis la opción que el propietario decida explotar su propia tierra. Una descripción en este sentido puede encontrarse en Gallacher (2004). 7 Por simplicidad se han supuesto funciones lineales. 8 Respecto de la vinculación entre los atributos del suelo, su uso actual y futuro y el precio de la tierra, puede verse Gallacher (2004) quién describe el mecanismo decisorio implícito. El mismo autor también menciona los resultados de un trabajo de Donoso y Vicente (2001) quienes empíricamente encuentran una relación significativa entre profundidad del perfil superficial del suelo y precio de los arrendamientos. 9 Una discusión de los efectos del riesgo moral en la organización de la producción agropecuaria pampeana puede verse en Lema et. al. (2003). 10 El costo por sobreutilización del recurso puede ser representado por el triángulo que queda por encima del VPMN y entre N* y N´. 11 La inexistencia de homologación judicial no inhabilita la posibilidad de ejercer un reclamo, aunque puede dificultar la comprobación de lo que se reclama. 12 Como se mencionó, si bien no se dispone de información estadística detallada al respecto cabe señalar que la conflictividad o denuncia judicial de contratos es relativamente baja a pesar de la gran cantidad de contratos realizados en forma incompleta. 13 Por supuesto que la existencia de seguridad jurídica y el ejercicio efectivo de los derechos de propiedad son cruciales en las transacciones. Nuestra consideración es hacia las disposiciones específicas vigentes que finalmente son poco aplicables. Por el contrario, resultaría (negativamente) relevante un marco jurídico específico que impusiera de forma compulsiva costos de transacción elevados para las partes. 14 Agradecemos la colaboración de la Lic. Cristina Sabalain del INDEC por facilitar la información básica para esta investigación. 15 Agradecemos la colaboración del Ing. Agr. Ricardo Melgar quien puso a disposición la información de la encuesta que aquí se analiza. Para mayor información sobre el proyecto véase www.fertilizar.org. 16 Para información detallada sobre el Censo Nacional Agropecuario 2002 consultar www.indec.mecon.gov.ar. Un análisis descriptivo del CNA 2002 y de los cambios intercensales 1988/2002 puede verse en Brescia et.al. (2004) 17 Los resultados se obtuvieron procesando los datos con rutinas estándar del software estadístico SAS. 18 Dado que la interpretación del resultado del Likelihood Ratio Chi Square es idéntica, se discute sólo el resultado del estadístico Chi Cuadrado. 19 Puede notarse que en todo caso la asociación que surge de la tabla es que las combinaciones que incluyen el maíz tienen una mayor frecuencia relativa para los propietarios. 20 Por supuesto esto no implica la imposibilidad de mejorar situaciones globales de eficiencia. Nuestro punto es que no identificamos que la situación de tenencia sea el origen de diferenciales de resultados entre explotaciones.