MEDIO: ÁMBITO FINANCIERO – MERCADO FINANCIERO FECHA: 13 DE DICIEMBRE DE 2010 Un mundo volátil hará que el oro brille todavía más Por: Luis Beldi El oro es el refugio tradicional en épocas de turbulencias financieras como ésta. Se puede acceder a él físicamente o a través de contratos, lo que entrega opciones a toda clase de inversor. El oro, que en lo que va del año subió más del 25% en dólares, puede ocupar en 2011 un lugar más amplio en el portafolio de los inversores. El año que viene promete ser volátil para los mercados financieros y va a haber necesidad de cubrirse porque todos los dólares que se emitieron en 2010 pueden presionar sobre la inflación. El metal no defraudó. En lo que va del siglo XXI hizo honor a su condición de «refugio» y subió un 400% en dólares. Muchos ahorristas que sólo tenían ojos para los plazos fijos, el dólar y las acciones comenzaron a tomar cursos acelerados sobre cómo invertir en oro. La demanda del metal por parte de los minoristas se incrementó en casi 100% este año. Los más buscados fueron los lingotes de «buena entrega» (pureza 9.999) certificados por bancos suizos, aunque los más conservadores siguieron aferrados a su devoción por el oro amonedado. El metal siempre fue refugio contra cualquier crisis y sube cuando todo lo demás baja. Pero en 2010 demostró que puede brillar con los bonos y acciones en alza. Fue la gran cobertura contra la debilidad del dólar. A la demanda se agregaron clientes de peso, como los bancos centrales de India y China, que no quieren que sus reservas queden expuestas al estar en dólares, bonos del Tesoro de Estados Unidos y euros. Por eso les agregan más onzas del metal precioso. Una cultura milenaria, que el capitalismo no pudo cambiar, refuerza esta decisión. Razones Hay un dato que afirma las convicciones de los que están apostando al oro: en los últimos seis años se duplicó en el mundo el dinero circulante y la producción de oro aumentó apenas el 16%. Estos movimientos hacen que parezcan conservadores los pronósticos de que el metal precioso va a llegar a entre u$s 1.450 y u$s 1.500 la onza a lo largo de 2011. Hay quienes apuestan a más. «Desde la caída de Lehman Brothers, no sólo aumentó la venta de oro, sino la forma. Hoy la gente quiere el oro físico. Desea tener el lingote o la moneda en su caja de seguridad o guardado en algún lado. Antes se compraban certificados de oro, pero con la crisis de los bancos muchos vieron que no era seguro porque si caía la entidad, podían perder sus certificados», explicó Fernando Pepe, gerente de productos cambiarios del banco Supervielle. Los bancos minoristas argentinos que tienen muchas sucursales se concentran en la venta de lingotes y de algunas monedas de oro. «Nosotros debemos vender en 150 sucursales y necesitamos que el producto sea uniforme, por eso sólo negociamos la Maple Leaf canadiense o el Krugerrand sudafricano», agregó. El mexicano de oro es una historia aparte. Arturo Piano, director ejecutivo de Banco Piano, que tiene un stock de 60 monedas distintas del mundo y barras de un gramo a un kilo, explica que «hay falsificaciones en el cuño del mexicano. Pero, aunque las monedas sean falsas, tienen la misma cantidad de oro, lo que sucede es que pierden el 10% del valor por el tema numismático». Fernando Pepe no aconseja comprar monedas mexicanas, a pesar de ser las más conocidas, porque no todas están en buen estado y el hecho de ser piezas numismáticas hace que no tengan un valor homogéneo. «El oro en monedas tiene un público específico: los más conservadores y tradicionales», señala Carlos Lizer, director de Puente. Pero como al mercado se incorporaron nuevos inversores, el lingote de 100 gramos es lo más vendido y cuesta algo más de u$s 4.500. Hay quienes compran lingotes de una onza troy (31,1034 gramos) o de 5 y 10 gramos. Unos pocos se llevan directamente la barra de un kilo. Cambió tanto el mercado del oro que en 2010, por primera vez en la historia, la venta de metal para inversión superó a la venta para joyería en una proporción del 70% al 30%. Hace dos años, la ecuación era exactamente la opuesta. Cuando se nombraba al oro, se hablaba de joyas. Si alguien no quiere tener el oro físico por temor a robos o no desea alquilar una caja de seguridad en un banco, puede comprar certificados de oro de distintos fondos. A esta operación hay que entrar con 5.000 dólares como mínimo. Cuando se opera en este mercado, se compra oro a cambio de un certificado que acredita que el ahorrista tiene el metal en alguna parte del mundo. Cuando se lo quiere vender, se entrega el certificado y se lo pagan a la cotización del día. La ventaja de esta forma de operar es que tiene menos costos y, por lo tanto, comprar y vender tiene menos porcentaje de pérdida. En el debe se encuentra que el certificado no es un refugio tan seguro como el oro físico guardado bajo el colchón. Cuando hay dificultades en los bancos, los certificados no dan la misma seguridad que el oro físico. El que compra el metal precioso debe saber que tiene las mismas exigencias que el que adquiere dólares. No es necesario que sea cliente del banco o de la casa de cambio, pero debe demostrar el origen de sus fondos. Otro dato: la diferencia entre el precio de compra y el de venta es del 4% al 10%, de acuerdo con el monto de la operación. Esta diferencia de precio desalienta a comprar oro por períodos cortos. Hay que recordar que es una inversión a largo plazo y que brilla más en los meses de crisis. Los que compran joyas y creen que además de adquirir un elemento que realza la elegancia están invirtiendo, se equivocan. Lo más caro de las joyas es el diseño, y eso lo aprenden cuando necesitan el dinero y van a venderlas. Les pagan lo que pesan el oro y los brillantes. El Banco Ciudad, que está en el mercado de «chafalonías», palabra que según la Real Academia Española designa a un objeto inservible de oro o plata, sabe de esto. Ellos transforman en barras de oro las joyas que la gente empeña y no retira. Actividad Mariano Flores Vidal, asesor principal de la presidencia del Banco Ciudad, dice que «estamos muy activos en el mercado del oro. Todo lo que comerciamos tiene origen pignoraticio (empeño), porque otorgamos créditos contra joyas». De esas joyas se hacen los lingotes de 18 quilates, que son de buena entrega, de calidad 9.995. El Banco Ciudad emite sus certificados de oro y los lingotes tienen un precio muy competitivo respecto de los certificados por bancos suizos. La diferencia entre el precio de compra y el de venta es del 3% para compensar la leve ventaja a favor del oro certificado por Suiza. Este último sólo puede ser importado por los bancos. Como llega en aviones, hay un costo de traslado e intermediación que se compensa porque la importación sólo abastece el 50% de la oferta. El resto son las compras de lingotes y monedas al público. Ha crecido tanto la venta de oro en la Argentina que en noviembre de 2010 se lanzó el mercado de futuros del oro, que opera el Rofex y tiene como socio al Banco Ciudad. En esta plaza, el inversor puede comprar posiciones a fin de junio y fin de diciembre. El mercado de futuros es una excelente cobertura adicional porque permite al inversor, además de asegurarse el precio, acotar pérdidas. Desde el ingreso de China y la India al mercado internacional, todas las materias primas subieron de precio. Todas, además, fueron volátiles, en particular el petróleo, menos el oro, que tuvo subas constantes (ver gráfico). El placer de comprar oro es distinto al de comprar dólares, acciones o bonos. El metal viene en lingotes o monedas que tienen un peso considerable pero dan la sensación de que se es dueño de algo concreto que ha resistido el paso del tiempo. Es el refugio más seguro desde que el hombre buscó una unidad de valor. Ningún tenedor de oro se suicidó en las crisis económicas.