de la 1 racia - Servei de Biblioteques de la Diputació de Girona

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R E E M O S que cabe situarlo entre los hombres ilustres hijos de esta ciudad. N o por insigne músico y monje austero de !a O r d e n de' San G e r o n y m o del rçal Monasterio
d e San Lorenzo del Escorial, el Padre Antonio Soler ha sido
menos olvidado. Tal injusticia fué escasamehte reparada a principios d e nuestro siglo p o r el gran musicógrafo F. Pedrcll y en
nuestros días por Joaquín Nin uno de ios pianistas más sensibles
-a los tradicionales valores de nuestro arte, A pesar de todo, la
personalidad de Antonio Soler Ramos—una de las más considerables del siglo XLIÍ español—nacido en O l o t el 3 de Diciembre de T729, continúa poco menos que ignorada- Su copiosa
, producción—en parte perdida por los avalares de la primera
guerra de la independencia—duerme en los archivos del Escorial y por rara excepción mei;ece ser
incluida en ias audiciones públicas de
música clásica española.
De italianos poblábanse los cenáculos intelectuales. La" Corte
había llamado a comediantes franceses solicitados p o r Peiipe V .
Faririclli el celebre tenor italiano gozaba del favor especial de
los monarcas a quienes disipaba su melancolía. P o r Farineili,
Domcnico Scarlatti el ya entonces célebre clavíccnísta recreaba
los ocios de Carlos III y por Scarlaitij el P, Solír tuvo entrada
y consideración en la corte donde fué nombrado p r e c e p t o r del
Infante Don Gabriel de Borbón, para el desempeño de cuyo honorífico cargo, percibía 35 doblones al año.
La influencia de Scarlatti y todos los ítalianistas en las partituras d e k P . Soler fué considerable no logrando no obstante que
aquellas perdieran su auténtico sabor nacional. Inversamente al
caso de Scarlatti—la mayoría de cuyas obras son de inspiración
íietamente castellana—de las páginas
dcl.P. Soler se desprende el perfume
de una gracia y sinceridad italianas
conaervando a la vez la mística apasionada propia de nuestros artistas de
pretéritos siglos.
De la infancia del P. Soler, nos
hablarían calles y plazoletas familiares de nuestra ciudad, únicos testimonios conocidos de la niñez del futuro ,
monje de San Geronymo^ pasada parte aquí y. parte en las luminosas celdas
de Montserrat donde inició sus estuF
. dios musicales. Su juventud y prime• ras obras quedan perpetuadas, la primera, en ¡os numerosos escritos g u a r '
dados en la Biblioteca del Escorial, tas
segundas en el eco todavía no extin'
guido de sus Misds,, Motetes, Salmos,
Salves, Letanías, Oficios y responsoríos interpretadas en la capilla del
Real Monasterio. En sus primeras
composiciones—según nos deja escrito
el P . Pages, ex-prior del Escorial-;—
empleaba hastante melodíasr fugas tf
música de mucha ejecución, en cutfo
género se defa. conocer su gran genio y
fecandia, mas luego, abandonando el
sistema de gran ejecución, usaba más
las armonías y melodías gratas,
donde
Dotnenico Scarlatti, maestro, del P. Antonio
Soler e introductor de éste en la corte de
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Carlos
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sé descubre
su
.
profundi-
dad, unción íf filosofía.
Dichas obras lograron rspidamente la consideración no sólo
d e sus hermanos de hábito sino de! m u n d o artístico de la época
que admiraba en ellas la manifestación de un recio temperament o . En la música dedicada a la Santísima Virgen-—dice
otro comentarista contemporáneo suyo—era más sublime íf enérgico que
en L·s restantes, lamentaciones tf oficios de difwntos: en tas primertts por devoción a la Madre de Dios, de .que está foseí4of y en
las últimas porque hace sentir el hprror del sepulcro y el lúgiíhre
espíritu que movía el filósofo 'Oate de la tierra de Huss.
Caracteriza l a p r o d u c c i ó n del-P, Soler y la distingue notablemente al !ado de los compositores de aquel siglo, una fuerte
c insobornable esencia española, difícil de conservar entonces.
N o debem.os olvidar que entonces habíase producido en España
un eclipse total de la producción que en todo caso nacía servil
a los gustos extranjeros imperantes en'todas ¡as esferas del arte.
Diputació de Girona — Servei de Biblioteques
racia
?9
En la corte del rey Carlos III, al
lado del Serenísimo Infante, el P. Soler vivió el período más^fccufido de
su existencia. Dedicadas a su augusta
persona escribió varios "juegos dp s o natas-, algunas de laíf cuales después
han sido relativamente conocidas, conciertos instrumentales para c! D u q u e
de Alba, los qüintí:tos ; que '.1)0 hace
mucho han merecido la atención de
ser reeditados, muchas piezas p?ra dos
órganos y música profana, para «bailes
cantados» comedías, saínetes, Autos y
Loas, todo con tanta profusión que solo en lof archivos del Escorial quedan
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guardadas más d e 500 partituras suyas.
III
Su personalidad como musicógra*
fo n o füc^menos trascendente. Escribió
numerosos libros que provocaron algunas violentas polémicas. El síipo
distinguir antes que nadie la música de la antigua vihuela—
(predecesora·dc la actual guitarra) de la del clave, el futuro pianoforte. C o m p u s o un libro Uave de la modulación e d i t a d o e n Londres en el que daba atrevidas orientaciones para la armonización
—según la dedícatorJa^píTra que sea enigma y disculpo a los
hiaestros de capilla que no aciertan con ellas (las modulaciones)
y que no por eso deben ser tenidos por indoctos»..
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Muchos son los motivos que justifican una líneas elegiacas
para el P, A n t o n i o Soler,
C u a n d o hablemos de nuestra música y de nuestros viejos valores; ¿no sería acertado que citáramos entre los mas ilustres
al olvidado fï-ailc olotense de San Lorenzo que por e l , i n g e n i o
de SU arte ha sido muy justamente llamado el ^-Príncipe de la
Gracia»?
J. MONÏSALVATGE
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