Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 41-53, enero-junio de 2010 Influencia del consumo de sustancias psicoactivas en los patrones de comportamiento violento Influence of psycho-active drugs consumption in the violent behavior patterns Fernando Juárez Acosta1, Bertha Cecilia Galindo Sandoval2 y Yaneth Santos Gamboa2 RESUMEN Se analizó la influencia del consumo de sustancias psicoactivas en los patrones de comportamiento violento en 373 participantes, para lo cual se utilizaron diversos cuestionarios, hallándose que la droga de inicio más frecuente y de mayor impacto fue el alcohol, a la que siguieron el tabaco y la marihuana, obteniéndose cuatro grupos según la severidad del consumo. Se obtuvieron tres patrones de comportamiento violento, ordenados por frecuencia, rachas y estabilidad de la conducta agresiva. Las conductas más frecuentes fueron la agresión verbal y las actitudes o gestos de ira en los problemas en los estudios y relaciones familiares e interpersonales. La agresión física y la ira, así como el grupo de menor consumo, influyeron en la pertenencia al patrón violento más bajo, existiendo una débil influencia en los patrones sucesivos. Palabras clave: Sustancias psicoactivas; Consumo de drogas; Violencia; Agresión; Ira. ABSTRACT The influence of consumption of psychoactive substances in the patterns of violence behavior in 373 participants was analyzed using several questionnaires to evaluate behavioral patterns. The drug of the most frequent beginning and of major impact was the alcohol, followed by the cigarette and the marijuana; four consumption groups were obtained, arranged by severity of consumption. Three violent patterns were obtained, arranged by frequency, runs and stability of behavior, being the most frequent behaviors verbal aggression and attitudes or rage gestures in the academic problems and the family and interpersonal relations. Physical aggression and rage, as well as the lowest consumption group, influenced the belonging to the lowest violent pattern. A weak influence in the successive patterns was also observed. Key words: Psychoactive substances; Drugs consumption; Violence; Aggression; Rage. E l consumo de sustancias psicoactivas (CSPA en lo sucesivo) y los comportamientos agresivos implican múltiples variables causales correlacionadas (Ramírez, 2003), existiendo similitudes en las estructuras de estos fenómenos (McAlister y Vélez, 1999). Ambos comportamientos pueden ocurrir juntos, ya que sufrir accidentes, involucrarse en peleas, tener problemas con la policía o mantener relaciones sexuales sin tomar medidas de protección son problemas asociados al CSPA (Gómez y Kaplan, 1998), al igual que la comisión de robos, venta de sustancias psicoactivas, maltrato a personas u objetos (Brook, Brook, Rosen y De la Rosa, 2003) y posible suicidio (Johnson, Young, Suresh y Berbaum, 2002). 1 Facultad de Psicología de la Universidad de San Buenaventura, Carrera 56C, No. 51-90, Medellín, Colombia, correo electrónico: fernando_juarez2@yahoo.com. Artículo recibido el 22 de septiembre de 2008 y aceptado el 13 de enero de 2009. 2 Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia-Tunja, Avenida Central del Norte, Tunja, Boyacá, Colombia, tel. (098)742-21-74-76. Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 41-53, enero-junio de 2010 42 Los abusadores de sustancias psicoactivas se involucran en comportamientos violentos más que los que no lo son (Brook y cols., 2003), así como en actividades ilegales, comenzando con el robo doméstico, continuando con el robo menor y aumentando su actividad delictiva a medida que la adicción se incrementa (Concha-Eastman, 2001), dando así lugar a la hipótesis de que el consumo origina la actividad delictiva como una forma de financiamiento del mismo (Gossop, Griffith, Powis y cols., 1997). En el caso del alcohol, la relación entre consumo y comportamientos violentos está bien documentada; mediante estudios longitudinales, se ha observado que tal consumo influye en el incremento del comportamiento violento en la población general (Bye, 2007), aunque también es conocida su influencia en la violencia de pareja (Fals-Stewart, 2003) y en la pérdida de la cohesión familiar (Natera, Orford, Copello y cols., 2003), así como su relación con factores psicosociales que intervienen de manera diferencial en hombres y en mujeres en la manifestación de comportamientos agresivos después del consumo, además de la interacción con aspectos motivacionales de la agresión (Tremblay, Mihic, Graham y Jelley, 2007; Wells, Speechley, Koval y Graham, 2007). El uso de drogas y alcohol está presente en la agresión que se produce en las relaciones románticas (Bagner, Storch y Preston, 2007); a su vez, el alcoholismo, los problemas con la bebida, el uso de drogas ilegales o el abuso de medicamentos prescritos son predictores de recaídas en la conducta agresiva dentro de las relaciones abusivas (Glass, Perrin, Hanson y cols., 2008). En las mujeres de edad media y avanzada víctimas de violencia de pareja, se ha observado que los agresores son, a menudo, consumidores de sustancias intravenosas (Sormanti y Shibusawa, 2008); además, el consumo de alcohol y drogas influye en la ideación suicida (Waldrop, Hanson, Resnick y cols., 2007); finalmente, en contextos de alto grado de consumo se ha observado que son frecuentes los fenómenos de agresión (Collins, Quigley y Leonard, 2007). En Colombia, según datos de 2001, el consumo de alcohol y tabaco arrojó una prevalencia de vida de 84%; a su vez, para la marihuana, cocaína, bazuco y éxtasis se obtuvo una prevalencia de vida de 11.7% (RUMBOS, 2001). La droga ilegal de inicio más frecuente es la marihuana, a partir de la cual se establecen vías de transición hacia otras drogas ilegales (Pérez, 2007). Por su parte, los indicadores de agresión y violencia en este país son también elevados; mientras que en el año 2000 el promedio de homicidios –uno de los indicadores más relevantes de violencia en un país (Del Olmo, 1997)– era en el mundo de 8.8 por 100 habitantes, en Colombia era aproximadamente siete veces mayor (Franco, 2003). En Bogotá se ha encontrado relación entre el consumo de alcohol y sustancias con la conducta suicida en personas con bajo nivel educativo y problemas económicos (Forero y Pérez, 2001), y en la ciudad de Barranquilla el maltrato físico de la mujer por parte de la pareja (matrimonio) se produce asociado con consumo de alcohol (en el caso de la mujer) y de sustancias psicoactivas (en el caso del hombre) (Tuesca y Borda, 2003), lo que ofrece un análisis diferencial de los roles de agresor y víctima en función del tipo de consumo en este contexto específico. En otro estudio, llevado a cabo por la Dirección Nacional de Estupefacientes de Colombia, se observó que bajo el efecto de sustancias psicoactivas 3.1% de los individuos golpeó o arrojó objetos a un familiar, 2.5% amenazó con armas a un miembro de la familia, y 2.0% golpeó, disparó, produjo heridas con armas cortantes, robó o forzó a tener relaciones sexuales a otras personas (Ramírez, 2000). El CSPA, en el nivel familiar o en el de los jóvenes con los pares, ha sido asociado con conductas violentas, y no sorprende que debido a la situación de Colombia ambas conductas se relacionen (Brook y cols., 2003). Una relación más precisa entre el CSPA y la agresión se obtiene analizando la influencia de dicho consumo en el patrón de conducta violenta, el cual se inserta dentro de una concepción amplia de la violencia que integra diferentes clases de agresión3, y está conformado por una manifestación de secuencias de conducta en diferentes situaciones (Juárez, 2000), considerando dichas conductas como parte de la vida cotidiana. En este sentido, se ha señalado que el comportamiento agresivo es algo con lo que se ha aprendido a vivir (Fa3 Para una definición de los tipos de agresión, véase Juárez (2007). Influencia del consumo de sustancias psicoactivas en los patrones de comportamiento violento rrington y Loeber, 2000) y que está presente en diferentes contextos (Franco, 2003). La teoría de la conducta ha puesto de manifiesto la relación entre la conducta anterior y la conducta actual (Juárez, 2003), y en diversos estudios se ha señalado el tipo de comportamientos agresivos que forman parte del patrón de comportamiento violento; específicamente, se han identificado las siguientes conductas (Juárez, 2000, 2002; Juárez, Dueñas y Méndez, 2006; Juárez, García y Tovar, 2002): a) agresión física, b) agresión verbal, c) amenaza, d) coacción verbal, e) actitudes o gestos de ira, f) daño o despojo de algún objeto o propiedad, g) impedimento o falta de acceso a ciertos recursos y h) falta de colaboración o ayuda hacia otras personas. En uno de estos estudios, también se observó la conducta de maltrato verbal hacia sí mismo (Juárez y cols., 2002). Derivados de esas mismas investigaciones se han determinado los siguientes contextos, en los cuales se producen dichas conductas (Juárez, 2000, 2002; Juárez y cols., 2002; Juárez y cols., 2006): a) dificultades relacionadas con la economía familiar o personal, b) problemas en las relaciones familiares, c) problemas de salud, d) problemas en las relaciones interpersonales, e) problemas con la situación general del país, f) problemas en el trabajo, g) ser víctima de la delincuencia, h) pérdidas afectivas, i) problemas en los estudios y j) actividades cotidianas, tales como trámites y demás. En los estudios anteriores, un determinado patrón de conducta agresiva se diferenciaba de otro en el número de conductas emitidas en un periodo determinado, en el tamaño de la racha máxima de conductas y en la estabilidad de la conducta, las cuales constituyen características que identifican el patrón (Juárez, 2003). De acuerdo con esto, el estudio de la incidencia del consumo en los patrones de comportamiento violento analizados con arreglo a este modelo –lo cual constituye el objeto de este trabajo– ofrece nuevas posibilidades explicativas. MÉTODO Participantes Se utilizó una muestra elegida por conveniencia y conformada por 373 participantes, todos ellos 43 estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Salud, particularmente de las carreras de psicología y medicina de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), situada en la ciudad de Tunja (Colombia). Los participantes tenían entre 16 y 33 años de edad y se hallaban en diferentes semestres. Instrumentos Vigilancia Epidemiológica de Sustancias Psicoactivas (VESPA). Para evaluar el patrón de CSPA se utilizó el cuestionario llamado Vigilancia Epidemiológica de Sustancias Psicoactivas (Alcaldía de Medellín, 1994), el cual está siendo usado en Colombia por el Plan Nacional de Lucha Contra las Drogas a través del Programa Presidencial para el Afrontamiento del Consumo de Drogas. El instrumento evalúa el tipo de droga consumida, la frecuencia de consumo y la vía de administración, pidiendo que el sujeto clasifique las sustancias consumidas en droga de inicio, droga 2 y droga 7 en función de la importancia que tengan para el sujeto o grado de consumo, y droga de mayor impacto, asignándoles las siguientes características: i) frecuencia de uso: una vez al día, dos a tres veces por día, días de tres veces, menos de una vez por semana, una vez por semana, varias veces por semana y no uso en el último mes; ii) la consume actualmente: sí o no; iii) vía de administración más frecuente: oral, fumada, inhalada, inyectada, dérmica; iv) edad en la cual la usó por primera vez, y v) edad en la que dejó de consumirla. El VESPA, o alguna parte específica del mismo, se ha utilizado en el estudio de los factores asociados a síntomas depresivos clínicos en estudiantes, hallándose presencia de consumo en mujeres estudiantes de colegios públicos en la ciudad de Cartagena (Colombia) (Campo-Arias, Díaz y Cogollo, 2006), historial de consumo en individuos en prisión con conductas de suicidio, como factor de riesgo, en la ciudad de Bogotá (Ruiz, Gómez, Landazabal y cols., 2002), o influencia del CSPA en la relación entre síntomas depresivos y orientación sexual (Díaz, Cogollo, Bánquez y cols., 2005). Cuestionario de Agresividad (CA). También se empleó el CA de Buss y Perry (1992), derivado del Inventario de Hostilidad de Buss y Durkee (1957); dicho instrumento está compuesto por las 44 siguientes cuatro subescalas: Agresión física, Agresión verbal, Ira y Hostilidad. Consta de 29 ítems en una escala tipo Likert que va de 1 (muy poco característico) a 5 (muy característico); dichas escalas muestran una consistencia interna de .85 para Agresión física, de .72 para Agresión verbal, de .83 para Ira, de .77 para Hostilidad y de .89 para el total del cuestionario; en cuanto a la estabilidad a lo largo del tiempo, el cuestionario arroja una puntuación total de .80. La estructura factorial del CA ha sido confirmada (Aitken, 1995), constituyéndose en un instrumento con buenas propiedades psicométricas mantenidas a lo largo del tiempo y de amplia generabilidad a otras poblaciones (García-León, Reyes, Vila y cols., 2002; Gerevich, Bácskai y Czobor, 2007; Morales, Codorniú y Vigil, 2005). El CA arroja una puntuación mínima de 9 y una máxima de 45 para Agresión física; mínima de 5 y máxima de 25 para Agresión verbal; mínima de 7, y máxima de 35 para Ira y mínima de 8 y máxima de 40 para Hostilidad. Para el total del CA, la puntuación mínima es de 29 y la máxima de 145. Inventario de Situaciones y Conductas Agresivas (ISCA). Este instrumento, desarrollado por F. Juárez, se empleó para evaluar los patrones de comportamiento violento; en él se informa de la presencia de diferentes tipos de comportamientos violentos –además de las diferentes situaciones que se pueden asociar a dichos comportamientos– durante un periodo de cuatro semanas. El instrumento se basa en investigaciones en las que se emplearon autorregistros (Juárez, 2000; Juárez y cols., 2002). A partir de la información suministrada en dichos autorregistros, se construyó este inventario, el cual se aplicó de nuevo en otras investigaciones (cfr. Juárez y cols., 2006). El inventario presenta un alfa de Cronbach de .87 para el total del mismo, de .81 para la subescala de conductas y de .79 para la de situaciones; en relación con la validez de constructo, el inventario arroja una sola dimensión relevante, justificando así la utilización de una puntuación total, y ofrece una buena validez discriminante con la subescala de Psicopatía del Cuestionario de Análisis Clínico (Krug, 1987) (correlaciones: Total = –.10; Conductas = –.06; Situaciones = –.12), así como una apropiada validez convergente con las escalas del CA (Buss y Perry, 1992), oscilando las correlaciones Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 41-53, enero-junio de 2010 entre .30 y .56 (Juárez y Montejo, 2008). La puntuación para el total del cuestionario oscila entre 22 y 66. Las respuestas a las preguntas del cuestionario se hacen sobre una escala Likert de tres categorías ordenadas (1: Casi nunca o nunca, 2: A veces y 3: Bastante), pudiéndose obtener puntuaciones separadas para conductas y situaciones, así como una puntuación total para el cuestionario. Las conductas indicadas en el instrumento son, a saber: agresión física o contacto físico con otras personas para producir daño; agresión verbal u ofensas o conductas verbales que atacan el autoconcepto; amenaza o advertencia sobre la posibilidad de realizar alguna acción contra otra persona o privarla de algún derecho; coacción verbal o presión para que otra persona realice alguna acción o tome una decisión en contra de su voluntad; actitudes, gestos o expresión no verbal de ira, desagrado u hostilidad, tales como miradas, posturas o gestos; maltrato o daño de algún objeto o propiedad, como arrojar o quitar objetos de utilidad para otros; impedimento del acceso a ciertos recursos, no proporcionando a otros o no permitiéndoles acceder a los medios que necesitan, y falta de colaboración o ayuda, pudiendo darla, a otras personas en caso de que la necesitaran; finalmente, se incluye un ítem para aquellas conductas que quiera añadir el participante pero que no han sido indicadas en el cuestionario. La escala de comportamientos arroja una puntuación que oscila de 9 a 27 para el total. Las situaciones reseñadas en el inventario son las siguientes: 1) Economía familiar o personal: problemas en la economía familiar o personal; 2) Relaciones o interacciones familiares: problemas con las actividades de algunos miembros de la familia o comentarios sobre cualquier aspecto de la vida personal; 3) Problemas en el estado de salud personal: preocupación o presencia real o percibida de enfermedades físicas o psicológicas; 4) problemas en el estado de salud de algún ser querido: preocupación o presencia real o percibida de enfermedades físicas o psicológicas; 5) Relaciones interpersonales diferentes a las familiares: interacción social con amigos, vecinos, compañeros de trabajo o cualquiera otra persona; 6) Situación general del país: preocupación por el estado del país en aspectos como los socioeconómicos, el conflicto arma- Influencia del consumo de sustancias psicoactivas en los patrones de comportamiento violento do o el problema social; 7) Problemas en el trabajo: problemas derivados de aspectos relacionados con la realización del trabajo (no se incluyen problemas debidos a relaciones interpersonales en el trabajo); 8) Víctima de la delincuencia: ser víctima de algún atraco o agresión realizada por delincuentes; 9) Pérdida de algún ser querido: muerte o pérdida de alguna persona querida dentro o fuera de la familia; 10) Problemas en los estudios: problemas derivados de la realización de la actividad académica (no debidos a relaciones interpersonales en el lugar de estudios); 11) Problemas asociados a la realización de trámites o gestiones: utilización del servicio público, trámites bancarios, diligenciamiento de documentos y otras similitudes (no se incluyen problemas debidos a relaciones interpersonales) y 12) Ausencia de situación: se comporta agresivamente sin que haya ninguna situación especial. Por último, se incluye un ítem para las situaciones que el participante desee añadir y que no se encuentran entre las anteriores. La escala de situaciones arroja una puntuación que oscila de 13 a 39 para el total. Además, en este estudio se ha utilizado un cuestionario breve para evaluar la secuencia conductual del patrón violento durante las últimas cuatro semanas, mismo que incluye tres preguntas, 45 ya utilizadas en los estudios anteriores, y referidas a la cantidad de días con comportamientos agresivos, la racha máxima o número de días máximo seguidos de dichos comportamientos, y la estabilidad de la conducta. Las respuestas a las preguntas del cuestionario se realizan sobre una escala Likert de tres categorías ordenadas (1: Casi nunca o nunca, 2: A veces y 3: Bastante). Procedimiento La aplicación de los instrumentos se realizó en la Facultad de Ciencias de la Salud de la UPTC. La aplicación se hizo por grupos, convocándose a los alumnos en diferentes días y siendo su participación voluntaria y anónima. Los tres instrumentos, el VESPA, el ISCA y el CA, así como el cuestionario breve de evaluación de la secuencia conductual de los patrones, se aplicaron en una sola sesión. RESULTADOS En la Tabla 1 se muestran las caractetrísticas generales de los participantes en términos de sexo, edad y estado civil. Tabla 1. Características de los participantes. CARACTERÍSTICAS Sexo Masculino Femenino Edad (años) Estado civil Soltero Casado Unión libre Separado F % 142 231 38.1 61.9 358 3 11 1 Con la información obtenida en el VESPA, se realizó un análisis cluster para agrupar los participantes en las características de CSPA, obteniéndose cuatro grupos, los cuales se presentan en la Tabla 2 junto con la información correspondiente a todos ellos. En dicha tabla se observa la moda para las variables categóricas y la media y desviación estándar para las variables continuas. Como se puede observar, para el conjunto de todos los participantes la droga de inicio y la X D.E. Mín. Máx. 20 2.57 16 33 96.0 .8 2.9 .3 de mayor impacto fue el alcohol, al que le siguió el tabaco y la marihuana como drogas de consumo actual, aunque esta última con menor frecuencia que el tabaco. Las edades de inicio estuvieron situadas entre los 14 y los 18 años en promedio; no obstante, hubo valores mínimos de inicio en el consumo de entre 5 y 13 años. Las características de cada uno de los grupos obtenidos fueron los siguientes: Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 41-53, enero-junio de 2010 46 Tabla 2. Característica de consumo de todos los participantes y de los grupos obtenidos en el VESPA. Tratamiento por drogas Drogas inyectadas DROGA DE INICIO Tipo (Moda) Frecuencia (Moda) Consumo actual (Moda) Vía admin. (Moda) Edad primera vez X(D.E.) Edad finalización X(D.E.) Todos los participantes (370) No No Alcohol –1/semana Sí Oral 14.00 (2.42) 17.99 (3.18) DROGA 2 Tipo (Moda) Tabaco Frecuencia (Moda) 2-3/día Consumo actual (Moda) Sí Vía admin. (Moda) Fumada Edad primera vez X(D.E.) 15.00 (2.25) Edad finalización X(D.E.) 17.00 (2.61) DROGA 3 Tipo (Moda) Marihuana Frecuencia (Moda) No último mes Consumo actual (Moda) Sí Vía admin. (Moda) Fumada Edad primera vez X(D.E.) 17.00 (2.37) Edad finalización X(D.E.) 19.00 (2.31) DROGA 4 Tipo (Moda) Éxtasis Frecuencia (Moda) No último mes Consumo actual (Moda) No Vía admin. (Moda) Oral Edad primera vez X(D.E.) 18.00 (2.91) Edad finalización X(D.E.) 18.00 (3.12) DROGA 5 Tipo (Moda) Alcohol Frecuencia (Moda) –1/semana Consumo actual (Moda) Sí Vía admin. (Moda) Oral Edad primera vez X(D.E.) 16.00 (2.92) Edad finalización X(D.E.) 13.00 (-) DROGA DE MAYOR IMPACTO Tipo (Moda) Alcohol Frecuencia (Moda) –1/semana Consumo actual (Moda) Sí Vía de admin. (Moda) Oral Edad primera vez X(D.E.) 16.00 (2.58) Edad finalización X(D.E.) 18.00 (2.27) Grupo 1 (n = 113) Grupo 2 (n = 59) Grupo 3 (n = 112) Grupo 4 (n = 88) No No No No No No No No Alcohol 1/semana Sí Oral 14.52 (2.48) 18.25 ( 2.05) Alcohol –1/semana Sí Oral 14.37 (2.67) 18.33 (1.53) Alcohol –1/semana Sí Oral 14.81 (2.38) 17.36 (1.57) Alcohol –1/semana Sí Oral 14.9 (2.36) 16 (2.45) Tabaco 2-3/día Sí Fumada 15.09 (2.37) 17.08 (2.88) Tabaco No último mes Sí Fumada 16.31 (1.25) 18.00 (2.65) Tabaco 1/semana Sí Fumada 15.87 (1.91) 17.67 (2.08) Tabaco 2-3/día Sí Fumada 15.47 (2.31) 17.43 (2.82) Marihuana 1/semana Sí Oral 16.00 (2.45) 17.50 (3.54) Marihuana 1/semana Sí Fumada 17.60 (.55) 20.00 (-) Marihuana 1/semana Sí Fumada 16.29 (1.89) Marihuana No último mes Sí Fumada 17.33 (2.45) 18.65 (2.34) Marihuana No último mes No Oral 17.83 (1.17) 18.50 (2.12) Tabaco 1/semana Sí Oral 19.33 (3.06) 23.00 (-) Cocaína –1/semana Sí Inhalada 17.00 (2.16) 17.00 (-) Éxtasis No último mes No Oral 17.37 (3.42) 18.00 (3.32) Tabaco Varias veces/semana Sí Oral 20.00 (-) Bazuco –1/semana No Fumado 15.00 (-) Alcohol –1/semana Sí Oral 15.00 (2.65) 13.00 (-) Alcohol No último mes Sí Oral 15.63 (3.02) 17.00 (-) Alcohol –1/semana Sí Oral 14.99 (2.42) 17.45 (1.51) Marihuana –1/semana Sí Fumada 16.87 (2.64) 18.53 (2.94) Alcohol 1/semana Sí Oral 15.10 (2.45) 17.73 (1.74) Grupo 1: A este grupo pertenecen los sujetos que en su mayoría utilizaron como droga inicial el alcohol por vía oral una vez por semana; como segunda droga, consumieron tabaco dos a tres veces por día por vía oral; como tercera droga aparece la marihuana por vía oral una vez por semana, y como cuarta se encuentra de nuevo la marihuana, aunque ya no es droga de consumo actual. Finalmente, la droga de mayor impacto es el alcohol, con una frecuencia de consumo de una vez por semana por vía oral. Grupo 2: A este grupo pertenecen los sujetos que en su mayoría utilizaron como droga inicial el alcohol por vía oral menos de una vez por semana; como segunda, el tabaco, aunque en general no lo consumían al momento; como tercera droga se halló la marihuana, con una frecuencia de una vez por semana por vía oral; la cuarta fue el tabaco por vía oral, con una frecuencia de una vez por semana, y la quinta droga fue el tabaco por vía oral, con una frecuencia de varias veces a la semana. La droga de mayor impacto fue el alcohol, con consumo actual por vía oral, aunque no en el último mes. Grupo 3: Este grupo mostró el alcohol como droga de inicio y con una frecuencia de menos de una vez por semana, por vía oral y con consumo actual; la segunda, el tabaco por vía oral una Influencia del consumo de sustancias psicoactivas en los patrones de comportamiento violento vez por semana; la tercera, la marihuana por vía oral una vez por semana; la cuarta, la cocaína inhalada menos de una vez por semana, y la quinta droga fue el bazuco por vía oral menos de una vez por semana. Finalmente, la droga de mayor impacto fue el alcohol por vía oral con un consumo de menos de una vez por semana. Grupo 4: Este grupo está formado por aquellos que en su mayoría utilizaron el alcohol como droga inicial por vía oral menos de una vez por semana; como segunda droga utilizada se encuentra el tabaco fumado dos a tres veces por día; en tercer lugar la marihuana fumada, aunque no en el último mes; en cuarto lugar el éxtasis por vía oral, aunque sin utilizarlo en el último mes, y en el quinto lugar el alcohol por vía oral menos de una vez por semana; finalmente, la droga de mayor impacto fue la marihuana fumada menos de una vez por semana. En la ordenación de los grupos se ha procurado seguir una cierta secuencia de menor a mayor severidad en cuanto al patrón de consumo. Así, el primer grupo no presenta consumo en la droga 5, y tampoco consumo actual en la 4, reduciéndose las sustancias a alcohol, tabaco y marihuana; el segundo consume de las drogas 2 a la 5; los grupos tres y cuatro presentan un mayor consumo de drogas ilegales, como éxtasis, cocaína o bazuco; el quinto grupo se situó en esa posición debido a que tenía la marihuana como droga de mayor impacto, en contraposición al cuarto grupo, que fue el alcohol; no obstante, apenas hubo diferencias entre estos dos últimos grupos. Como se puede observar por la configuración de los grupos, la droga de inicio no se abandona; además, el alcohol, el tabaco y la marihuana están presentes en todos los grupos como drogas 1, 2 y 3. Las drogas 4 y 5 están constituidas por diferentes sustancias, incluido un mayor consumo de drogas ilegales, como la cocaína, el bazuco y el éxtasis; por último, el alcohol fue la droga de mayor impacto en tres de los cuatro grupos. Con la información suministrada sobre los patrones de comportamiento violento, se realizó un análisis cluster utilizando la distancia euclídea al cuadrado y la agrupación de medianas, obteniéndose tres grupos de 175, 120 y 78 participantes cada uno, con una distancia reescalada de 20. Los 47 resultados correspondientes al ISCA, así como al patrón de comportamiento violento, se muestran en la Tabla 3, donde se ofrece la media y la desviación estándar; en dicha tabla se observa que la conducta de agresión verbal es la que ocurre con un mayor nivel, seguida por actitudes o gestos de ira, siendo las de menor frecuencia el impedir acceso a recursos y otro tipo de conductas. Las situaciones en las que más aparecen las conductas agresivas son los problemas asociados al estudio, las relaciones familiares o interacciones entre los miembros de la familia y los problemas en las relaciones interpersonales con amigos o extraños, siendo las de menor presencia la de ser víctima de la delincuencia, la no existencia de eventos desencadenantes y otras situaciones. En cuanto al total de días de comportamiento agresivo dentro del periodo de cuatro semanas indicado en el cuestionario breve de evaluación de la secuencia conductual del patrón, se muestra la media, la racha máxima o días seguidos y la estabilidad del comportamiento. Los grupos obtenidos muestran una gradación ascendente en las preguntas correspondientes al patrón, tal como se observa en la Tabla 3, y también en los tipos de conductas agresivas y en las situaciones asociadas; únicamente las conductas de impedir el acceso a recursos y no colaborar muestran una inversión del patrón 2 en relación al 1, así como los problemas de salud en seres queridos; la situación del país y la pérdida de un ser querido también la muestran en el patrón 2 en relación al 1. Este incremento es significativo para el total de tipos de conductas (Kruskal-Wallis = 102.208, p = .000), el total de situaciones (Kruskal-Wallis = 74.293, p = .000) y el total del ISCA (KruskalWallis = 102.168, p = .000). En la Tabla 4 se presenta la media y desviación estándar de las variables de Agresión física, Agresión verbal, Ira y Hostilidad, correspondientes al CA, resultando significativas las diferencias en todas ellas (Agresión física: Kruskal-Wallis = 40.612, p = .000; Agresión verbal: Kruskal-Wallis = 15.018, p = .001; Ira: KruskalWallis = 40.917, p = .000; Hostilidad: KruskalWallis = 12.591, p = .002) y para el total del CA (Kruskal-Wallis = 46.499, p = .000). Todas las medias se incrementan a medida que aumenta el patrón de comportamiento violento. Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 41-53, enero-junio de 2010 48 Tabla 3. Datos obtenidos en el ISCA y en el cuestionario breve de evaluación de la secuencia del patrón para el conjunto de los participantes y para cada uno de los patrones de comportamiento agresivo. INSTRUMENTO Todos los participantes X (D.E.) Patrón 1 (N = 175) X (D.E.) Patrón 2 (N = 120) X (D.E.) Patrón 3 (N = 78) X (D.E.) 1.87 (.767) ISCA Comportamientos agresivos 1. Agresión física 1.24 (.529) 1.07 (.295) 1.22 (.453) 2. Agresión verbal 1.72 (.693) 1.46 (.554) 1.72 (.661) 2.32 (.655) 3. Amenazas 1.28 (.586) 1.10 (.333) 1.21 (.483) 1|.82 (.818) 4. Coacción verbal 1.35 (.588) 1.21 (.437) 1.27 (.498) 1.78 (.784) 5. Actitudes de ira 1.64 (.688) 1.39 (.556) 1.64 (.646) 2.19 (.704) 6. Maltratar o dañar objetos 1.25 (.583) 1.08 (.329) 1.21 (.500) 1.71 (.854) 1.17 (.414) 1.14 (.345) 1.10 (.301) 1.37 (.605) 1.36 (.535) 1.34 (.498) 1.31 (.499) 1.51 (.639) 7. Impedir el acceso 8. No colaborar 9. Otras conductas Total comportamientos agresivos 1.11 (.432) 1.06 (.324) 1.12 (.434) 1.22 (.595) 12.14 (3.202) 10.85 (1.981) 11.79 (2.348) 15.59 (4.011) Situaciones 1. Situaciones económicas 1.44 (.618) 1.36 (.559) 1.38 (.568) 1.71 (.740) 2. Relaciones familiares 1.58 (.661) 1.41 (.538) 1.51 (.622) 2.08 (.734) 3. Problemas de salud personal 1.37 (.625) 1.21 (.450) 1.26 (.494) 1.91 (.825) 4. Problemas salud seres queridos 1.29 (.549) 1.21 (.450) 1.19 (.436) 1.60 (.727) 5. Relaciones interpersonales 1.54 (.649) 1.39 (.555) 1.57 (.618) 1.82 (.785) 6. Situación del país 1.20 (.448) 1.17 (.417) 1.15 (.381) 1.33 (.574) 7. Problemas en el trabajo 1.31 (.542) 1.23 (.473) 1.26 (.494) 1.55 (.677) 8. Víctima de delincuencia 1.17 (.472) 1.14 (.411) 1.14 (.455) 1.28 (.601) 9. Pérdida de un ser querido 1.19 (.462) 1.15 (.393) 1.09 (.290) 1.42 (.694) 10. Problemas en los estudios 1.59 (.656) 1.49 (.576) 1.60 (.640) 1.81 (.790) 1.23 (.498) 1.49 (.734) 1.14 (.373) 1.40 (.610) 11. Problemas en trámites 1.26 (.548) 1.18 (.452) 12. Agresión sin situación especial 1.16 (.418) 1.07 (.284) 13. Otras situaciones 1.08 (.346) 1.03 (.199) 1.03 (.180) 1.28 (.622) 17.18 (3.773) 16.04 (2.989) 16.56 (2.675) 20.68 (4.642) 29.32 (6.398) 26.89 (4.522) 28.35 (4.279) Cuestionario breve de evaluación de la secuencia del patrón agresivo 36.27 (7.707) Total situaciones Total ISCA Días en total 1.53 (.593) 1.29 (.456) 1.42 (.496) 2.23 (.454) Racha máxima 1.34 (.563) 1.10 (.305) 1.12 (.332) 2.22 (.416) Estabilidad 2.35 (.679) 1.00 (.000) 1.75 (.435) 1.83 (.375) Tabla 4. Puntuaciones obtenidas en las dimensiones del CA para el conjunto de los participantes y para cada uno de los patrones de comportamiento agresivo. DIMENSIONES Agresión física Agresión verbal Ira Hostilidad Total CA Todos los participantes X (D.E.) 17.02 (6.002) 11.85 (4.036) 15.96 (5.360) 15.73 (5.903) 60.55 (16.097) Patrón 1 (N = 175) X (D.E.) 15.17 (4.530) 11.15 (3.734) 14.19 (22.272) 14.57 (5.185) 55.07 (12.415) Patrón 2 (N = 120) X (D.E.) 17.30 (5.851) 11.83(4.030) 16.69 (5.357) 16.27 (6.082) 62.09 (16.144) Patrón 3 (N = 78) X (D.E.) 20.77 (7.252) 13.44 (4.290) 18.78 (5.305) 17.50 (6.615) 70.49 (18.134) Influencia del consumo de sustancias psicoactivas en los patrones de comportamiento violento Para observar la influencia de estas variables y de los agrupamientos obtenidos en el VESPA sobre los patrones de comportamiento violento, se llevó a cabo un análisis de regresión ordinal, resultando un modelo significado (χ2 = 81.814, p = .000). En el modelo se incluyeron las dimensión de Agresión física, Agresión verbal, Ira y Hostilidad del CA y los grupos obtenidos en el VESPA; en la Tabla 5 se muestran los coeficientes de regresión, pu- 49 diéndose observar que resultan significativas las dimensiones de Agresión física e Ira del CA y el Grupo 1 del VESPA. Sin embargo, la explicación ofrecida por el modelo es débil (pseudo R-cuadrado oscilando entre .105 y .225), y la predicción realizada explica bien la pertenencia al patrón 1 (80.0%) pero muy débilmente la pertenencia al patrón 2 (21.7%) y al 3 (39.7%). Tabla 5. Regresión ordinal de las dimensiones del CA y el VESPA sobre los patrones de comportamiento agresivo. Instrumento CA VESPA Dimensión B o agrupamiento Agresión física .063 Agresión verbal –.029 Ira .098 Hostilidad –.004 Grupo 1 1.184 Grupo 2 .085 Grupo 3 .153 Grupo 4* 0 E.T. g.l. .021 .030 .026 .021 .364 .327 .325 1 1 1 1 1 1 1 1 p .003 .347 .000 .851 .001 .795 .637 *El parámetro de este grupo se establece en 0 porque es redundante. DISCUSIÓN Desde que se inició el estudio de los patrones de comportamiento violento concebidos como una secuencia de conductas con ciertas características, la cuales se han descrito extensamente (cfr. Juárez, 2003), los resultados han sido consistentes en cuanto a los tipos de comportamiento más frecuentes en distintas poblaciones, así como en las situaciones asociadas a los mismos. Este estudio no ha sido la excepción, y de este modo los comportamientos más habituales en los participantes fueron la agresión verbal y las actitudes de ira, lo que coincide con los estudios realizados en la población general (Juárez y cols., 2002), en población de personas desplazadas por el conflicto armado (Juárez, 2000), en la policía nacional de Colombia –donde también resultaron elevadas las amenazas (Juárez y cols., 2006)– o en el estudio de las tendencias en los patrones de comportamiento violento en los grupos (Juárez, 2002). Las situaciones también reflejan esa misma coincidencia, si bien con algunas diferencias; en esta ocasión, resultaron relevantes los problemas en los estudios o las relaciones familiares e interpersonales, mientras que en otras investigaciones se observó que el comportamiento violento se produce en el marco de las relaciones interpersonales o familiares cuando hay problemas económicos o de salud (Juárez, 2000, 2002; Juárez y cols., 2006), poniéndose así de manifiesto lo importante de la asociación de las relaciones sociales con los patrones de comportamiento violento. Otras variables, tales como las dimensiones de agresión física, agresión verbal, hostilidad o ira, todas ellas del CA, arrojaron resultados similares a otro estudio anterior donde se utilizó este mismo instrumento (Juárez y cols., 2006). La agresión física alcanzó el valor más elevado en ambos estudios, siguiéndole la hostilidad y la ira, si bien en esta ocasión con valores similares, en contraposición al estudio anterior; finalmente, la agresión verbal obtuvo la puntuación más baja (Tabla 4). No obstante, este resultado es diferente al obtenido en el ISCA (Tabla 3), en el cual la agresión verbal arroja una puntuación superior a la agresión física, diferencia debida a que mientras que en el ISCA se pregunta por actos específicos realizados 50 en las últimas semanas, en el CA se pide en mayor grado una apreciación subjetiva sobre la posibilidad de ejecución de la agresión física. De este modo, es posible que la apreciación subjetiva conlleve un sesgo hacia la agresión física, disminuyendo la importancia de la agresión verbal, que es más usual. A pesar de esta discrepancia, debida a las dimensiones que evalúa cada instrumento, los patrones de comportamiento violento obtenidos ofrecen una gradación ordenada y ascendente de prácticamente todas las características del ISCA, así como de las propias del patrón (Tabla 3) y las dimensiones del CA (Tabla 4). Los resultados obtenidos con el VESPA coinciden con los de otros estudios realizados con el mismo instrumento, tal como los obtenidos en un estudio de Díaz, Cogollo, Bánquez y cols. (2005) sobre orientación sexual en el que se incluyeron alguno de los ítems del VESPA, informándose de un porcentaje de 9.7% de consumo de cigarrillo y de 19.8% de uso de sustancias ilegales alguna vez en la vida, o los obtenidos por Campo-Arias y cols. (2006) en otro estudio sobre síntomas depresivos con importancia clínica, donde un porcentaje elevado de participantes (31.8%) informaron consumir alcohol de manera abusiva, 9.1% indicó consumo de cigarrillos durante el último mes y 18.9% informó haber consumido sustancias ilegales alguna vez en la vida. De la misma manera, los resultados obtenidos también son en parte coincidentes con los de otros estudios en los que se indica que en el nivel universitario el cigarrillo y la marihuana figuran entre las drogas de mayor consumo (Anicama, 1998). En el presente caso, el alcohol y el cigarrillo son las drogas de mayor consumo, constituyéndose el alcohol en la droga de mayor impacto; de esta manera, lo observado en diferentes poblaciones se confirma una vez más con los resultados aquí obtenidos, en donde también resulta relevante la clasificación de la población consumidora, y, en este sentido, los cuatro grupos reflejan tendencias ordenadas de menor a mayor severidad en el consumo, siendo las drogas legales las de mayor relevancia, las cuales, como se ha indicado, probablemente causan más daño que las ilegales (Araya, 2000) al volver a los individuos irritables o irracionales (Boutros y Bowers, 1996) y modificando su estructura axiológica o motivacional (Briñez, 1998). Aunque hace Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 41-53, enero-junio de 2010 tiempo que se sabe que las sustancias psicoactivas incrementan la probabilidad de que el consumidor se involucre en actividades agresivas (White, 1990), en este estudio tal relación se halla no solamente en el comportamiento agresivo, sino también en la forma en la que se estructura ese comportamiento en una serie de patrones de conducta violenta. Los patrones aquí obtenidos muestran una gradación ascendente en prácticamente todas las características evaluadas por el ISCA, el CA y las propias de la secuencia del patrón, lo que hace mucho más sencilla la interpretación de los efectos del consumo. Dichos efectos se pusieron de manifiesto en la regresión ordinal aplicada (Tabla 5), donde se observa la influencia de las dimensiones de agresión física e ira del CA en la secuencia ascendente de los patrones de comportamiento violento obtenidos, al igual que la de los grupos de patrón de consumo obtenidos en el VESPA; sin embargo, esa influencia resulta débil y limitada particularmente al patrón de comportamiento violento más bajo y a los niveles de consumo más reducidos, lo que se manifiesta en la escasa concordancia entre observación y pronóstico y en la débil explicación proporcionada por el modelo, tal como se ha indicado anteriormente. De acuerdo con estos resultados, la pertenencia al patrón de comportamiento violento bajo se ve favorecido por un consumo reducido, mientras que la pertenencia a los patrones de comportamiento violento más altos no se ve influida por un consumo más elevado, es decir, por el consumo definido como habitual (Falck, Wang, Carlson y Siegal, 2002), lo que indica que puede haber diferentes influencias en los diversos patrones de comportamiento violento. Aunque el consumo de sustancias psicoactivas se ha asociado a la conducta antisocial (Villatoro, Medina-Mora, Juárez y Rojas, 1998), señalando su influencia en la misma (Farrington, 2005; Justicia, Benítez, Pichardo y cols., 2006), y se ha indicado también que la violencia puede ser un precursor del consumo de sustancias psicoactivas, al igual que el consumo puede serlo de conductas violentas (Ramírez, 2003; Romero, Flores, Campillo y Serrano, 1996), la influencia del consumo de sustancias en el comportamiento violento depende del patrón de consumo, entre otros factores (Clayton y Tuchfeld, 1992). Los resultados obtenidos en el estudio apoyan esta Influencia del consumo de sustancias psicoactivas en los patrones de comportamiento violento perspectiva y favorecen una explicación diferencial de esta relación, la que afecta todas las características del patrón de conducta violenta más reducida, esto es, las situaciones en las cuales se produce la agresión incrementando la sensibilidad a aquellas; los tipos de comportamientos que se desarrollan en esas situaciones, incrementando su intensidad; la apreciación subjetiva de la agresividad (Agresión física, Agresión verbal, Ira y Hostilidad, tal como son evaluadas por el CA), y la propia dinámica del patrón manifestada en el número total de días, rachas y estabilidad de la conducta, incrementando todas estas características. Además, los resultados indican que esa influencia se produce en los niveles más reducidos de consumo y de conducta agresiva; es posible que dicha influencia ya no se produzca 51 en los patrones más elevados de ambas conductas de consumo y agresión, y que dichas conductas estén mantenidas por otros factores. Estos resultados contribuyen no solo al estudio de la relación entre consumo y agresión, tema ampliamente abordado, sino también al análisis de los diferentes factores y las particularidades presentes en la misma, lo que ha sido poco estudiado (Shepherd, 2007). Además, los resultados adquieren relevancia al considerar la forma en la cual el consumo de sustancias influye en los patrones de comportamiento violento, especialmente si se tiene en cuenta que no es habitual incluir la variable de consumo de sustancias en los programas de intervención en la agresión (Easton, Mandel, Hunkele y cols., 2007). REFERENCIAS Aitken, J. (1995). 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