Reforma y sentido para Ciencia Política En la carrera de Ciencia Política parece haberse llegado trabajosamente a un consenso sobre la necesidad de reimpulsar y revivificar la carrera, a lo que se apela con el “llamado a la reforma” del plan de estudios. Sin embargo, la relevancia de pensar y hacer una tal reforma se amplifica cuando se reflexiona sobre las diferentes dimensiones que ella implicaría, que exceden mucho el agregar materias. Queremos, en ese sentido, aportar nuestra perspectiva, como el principal espacio de oposición en la carrera. Creemos que no se trata sólo de una cuestión que reorganice la dinámica de funcionamiento de la gestión, de cómo se dan las discusiones en la Junta, de la prolijidad a la hora de tomar definiciones, de la transparencia en los concursos o de una más justa redistribución de los recursos existentes en materia de designaciones. Esto sin dudas es importante y creemos poder mejorar lo existente, pero hay mucho más. Son varios aspectos los que están en juego. En Ciencia Política, creemos que falla sobre todo el cuidado y sentido de pertenencia que se le ofrece a sus docentes, graduados y estudiantes, como el tipo de interlocución más amplia que debe tener un campo disciplinario en relación con procesos que suceden en la sociedad en su conjunto, los debates que circulan y los problemas sociales y políticos que fueron apareciendo en todos estos años. Estamos frente a un país que pone en debate sus límites y procura transgredirlos, con otras circunstancias, complejas, variantes, que requieren de un diálogo fructífero de sus producciones de conocimiento, sus perfiles profesionales y sus voces individuales y colectivas, como las que componen el espacio universitario. En ese sentido, la Ciencia Política, como ámbito común que nos interpela, tiene que incorporar otras ideas, otras experiencias sociales, otras trayectorias y generaciones a sus definiciones constitutivas y ser capaz de enhebrar tradiciones en un nuevo tejido común. La acumulación en términos de riqueza conceptual, sofisticación teórica y prestigio público de sus profesores -referencias permanentes de la disciplina no sólo en otras Carreras de Ciencia Política del país, sino también en el exterior-, se diluye y desagrega permanentemente frente a un espacio institucional que no lo sintetiza, que no aprovecha sus circunstancias para darle un respaldo que lo potencie: así es como se pierden muchas veces experiencias comunes en trayectorias individuales. Por el tiempo transcurrido, podemos hablar de la existencia de diferentes generaciones de politólogos que han tenido miradas interpretativas enriquecedoras pero que no han logrado inscribirlas en la facultad; la fragmentación ha hecho, muchas veces, que la inmensa productividad de la carrera se desdibuje. Lo mismo ha ocurrido con la desconexión que los diferentes graduados han asumido respecto de la carrera, cuyas vidas laborales se han dirigido hacia variadas formas de inserción y desarrollo personal, pero que pocas veces han sido interpelados de alguna forma para que, desde una referencia nítida institucionalmente, se proyecten más valiosos atributos que den aún más prestigio a sus opciones profesionales. O bien la desorientación que muchas veces muestran los estudiantes frente a la falta de una coherencia del Programa curricular de la carrera, diseñado hace mucho tiempo en su matriz estructural y no debidamente modificado. Creemos, en ese sentido, que la reforma debe ser el llamado a una nueva puesta en común de la carrera, antes que un agregado de materias, conectores u horas faltantes. Para una Reforma de Ciencia Política que condense, reorganice y amplifique las distintas posiciones ya hay elementos dispuestos, hay discusiones planteadas, hay un cambio que está marcha. Pero de lo que se trata es de volver a tener la posibilidad y el marco para poder pensarse y actuar al interior de un espacio común como la carrera, de darle un nuevo sentido, de darle continuidad y potencia al trabajo que en ella se desarrolla, para que las instituciones y sus miembros puedan desplegar su más productivas contribuciones y sentirse parte de ella. Por eso impulsamos la candidatura a director de Amílcar Salas Oroño, acompañado de listas en profesores, graduados y estudiantes con perspectivas, biografías, tradiciones e inscripciones plurales, respetando las dinámicas propias de los claustros, pero que llevarán estos planteos comunes a la Junta de Carrera. Amílcar Salas Oroño es Licenciado en Ciencia Política (UBA), Magister en Ciencia Política (USPBrasil) y Doctor en Ciencias Sociales (UBA). Es Adjunto a cargo de la materia optativa “Ideas Políticas y Tradiciones intelectuales en América Latina” en la carrera y profesor en varias Universidades Nacionales, tanto en grado como en posgrado. Es profesor en la Maestría de Estudios Sociales Latinoamericanos de la Facultad y miembro de su Comité Académico; y también es profesor del reciente Programa de Posgrado en Estudios Políticos. Investigador del IEALC, colabora regularmente en algunos medios de información latinoamericanos. En el 2012 publicó el libro “Ideología y Democracia: intelectuales, partidos políticos y representación partidaria en Argentina y Brasil desde 1980 al 2003” (Pueblo Heredero). LISTA 10 REFORMA PARA CIENCIA POLíTICA AMÍLCAR SALAS OROÑO DIRECTOR Claustro de Profesores | Junta de Carrera TITULARES 1. ABDO FEREZ, MARÍA CECILIA 2. PIPKIN, DIANA 3. MOCCA, EDGARDO 4. PÉREZ, GERMÁN 5. VILLAVICENCIO, SUSANA SUPLENTES 1. VÁRNAGY, TOMÁS 2. RODRÍGUEZ, GABRIELA 3. CATANZARO, GISELA 4. MERA ALBA, CAROLINA 5. ROVELLI, HORACIO