HORA SANTA Dedicada a las Madres La Maternidad una Vocación Divina DIRECTOR El ser madre, es un honor muy importante, que Dios Nuestro Señor, ha elegido dar, otorgar a muchas mujeres en el mundo. La maternidad es un Don de Dios, una Bendición poder participar con amor infinito, incalculable, indescifrable, en la co-participación con Dios en la creación; las madres entonces, dice en el Catecismo de la Iglesia Católica, que son "cooperadoras del amor de Dios en la creación"(Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, #1652). La hermosa vocación de la mujer y del hombre de ser fecundos, de multiplicarse y someter la tierra, (Génesis, 1,28), queda sometida a los dolores de parto y los esfuerzos de ganar el pan (Génesis 3,16-19). Una madre, o mama, como la nombramos con ternura, es una palabra que evoca, los más nobles sentimientos de amor desinteresado, de un espíritu sublime y una capacidad de sacrificio y amor que va más allá, de una defensa heroica de la vida de sus hijos. "Los hijos son ciertamente, el don más excelente del matrimonio, y contribuyen mucho al bien de sus propios padres. El mismo Dios dijo: “no es bueno que el hombre este sólo (Génesis 2,18), y que hizo desde el principio al hombre, varón y mujer" (Mateo 19,4), queriéndole comunicarle cierta participación especial, en su propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer diciendo: "creced y multiplicaos" (Génesis 1,28). LECTOR UNO María Santísima, modelo de Madre. El mismo Hijo de Dios, quiso nacer y crecer bajo el seno de una Madre, de una familia, encarnarse en la Santísima Virgen María, modelo de Madre Ella, Inmaculada, pura, elegida por el Padre que está en los cielos, bajo la concepción del Espíritu Santo, dador de Vida, María Virgen y Madre nos enseñó con su "Fiat" el significado profundo de la naturaleza divina, de poder participar con Dios, en esa Maternidad con un sentido sobrenatural. Maestra de Virtudes, de pureza, total Abandono en Dios y en su Providencia, fortaleza, Amor, Sacrificio, humildad, laboriosidad, paciencia, prudencia, etc., tantas virtudes en Ella implícitas, capaz de educar como Madre al Hijo de Dios... Qué gran ejemplo a seguir como Madre! Madre amable, Madre admirable, Madre del Buen Consejo, Madre fiel... recitamos en las letanías del hermoso rezo del Santo Rosario, y nos da ejemplo total de una verdadera y auténtica madre; con la única diferencia que Ella, la Virgen María, concibió por Obra y Gracia del Espíritu Santo y concebida sin pecado original. La maternidad divina de María, es la raíz de todas las perfecciones y privilegios que la adornan. Por este título fue concebida e Inmaculada y está llena de Gracia, es siempre Virgen, subió en cuerpo y alma a los cielos, ha sido coronada como Reina de la creación entera, por encima de los Ángeles y de los Santos. Más que Ella solo Dios. La Santísima Virgen por ser 1 Madre de Dios posee una dignidad en cierto modo infinita del bien infinito que es Dios. No hay peligro de exagerar. Nunca profundizaremos bastante en este misterio inefable; nunca podremos agradecer suficiente a Nuestra Madre, esta familiaridad que nos ha dado con la Trinidad Beatísima. ¡Ella Madre Admirable! DIRECTOR “Yo soy la Madre del Amor Hermoso, del temor, de la ciencia y de la Santa Esperanza. Lecciones que nos recuerda hoy Santa María. Lección de amor, de vida limpia, de un corazón sensible y apasionado, para que aprendamos a ser fieles al servicio de la Iglesia. No es un amor cualquiera, esté es el Amor. Aquí, en este amor de Madre, no se dan traicione, ni cálculos, ni olvidos. Un amor hermoso, porque tiene como principio y como fin el Dios tres veces Santo, que es toda la hermosura y toda la bondad y toda la grandeza. El Señor, nos necesita, como madres, sin temor, llenas de fortaleza, nos necesita audaces, valientes, delicadas. En el Cantar de los Cantares, podríamos definir a María, Virgen y Madre: “Eres toda hermosa, amada mía, en ti no hay ningún defecto” (Cantar de los cantares 4,7). Que le dirán “Que estoy enferma de amor, oh tú, la más bella de las mujeres”. (Cantar de los cantares 5,8-9) Esa misma respuesta nos dice y anima a cada una de nosotras, madres de familia. ¿Qué somos para nuestros hijos? “Eres toda hermosa amada mía, en ti no hay defecto… Oh tú, la más bella de las mujeres… Estamos llenas de amor, de amor por nuestros hijos… LECTOR DOS Nuestro Señor se encarnó, para manifestarnos la voluntad del Padre, y he aquí que, ya en la cuna nos instruye, Jesucristo nos busca, -con una vocación a la Santidad- para consumar con El, la Redención. María nos instruye su primera enseñanza: hemos de corredimir no persiguiendo el triunfo sobre nuestros prójimos (nuestros hijos), sino sobre nosotras mismas, como madres, educando, enseñando, orando; como Cristo, necesitamos anonadarnos, sentirnos servidores de Dios, cooperando con El, en nuestro servicio diario que como madres debemos responsablemente tener en los deberes ordinarios que la vida nos presenta, y sacrificarnos como madres, solo por amor a Dios, primero, y en segundo lugar, por amor incondicional a nuestros hijos. La primera preocupación ha de ser sus propios hijos. La maternidad, no termina con el nacimiento: esa participación en el poder de Dios, que es la facultad de engendrar, ha de prolongarse en la cooperación con el Espíritu Santo, para que culmine formando auténticos hombres cristianos y auténticas mujeres cristianas. Esa misión de madre, exige comprensión, desvelo, prudencia, saber enseñar, y sobre todo querer, y poner empeño en dar un buen ejemplo. 2 DIRECTOR ¿Cómo pudiéramos descubrir con palabras de Fe, que es una Madre?, la respuesta la encontramos con el último verso de proverbios, en las Sagradas Escrituras: “Una mujer de carácter ¿Dónde hallarla? Es mucho más preciosa que una perla” (Versículo 10), “le reporta felicidad sin altibajos, durante todos los días de su vida” (Versículo12). “Ella ha conseguido lana y lino, porque trabaja con manos hacendosas” (Versículo 13) “Se levanta cuando aún es de noche, para dar de comer a los de su casa” (Versículo 15), “se pone con ardor a trabajar porque tiene en sus brazos el vigor” (Versículo 17). “Va irradiando salud y dignidad mira con optimismo el porvenir, lo que dice siempre es muy juicioso, tiene siempre el arte de transmitir la piedad atenta a las actividades del mundo, no es de aquellas que comen sin trabajo, sus hijos quisieron felicitarla, su marido es el primero en alabarla: Las mujeres valientes son incontables, pero tú a todas has superado. Reconozcan el trabajo de sus manos: Un público homenaje, merecen sus obras”. (Proverbios 31- 10,31). Eso es una madre, que vive de cara a Dios, una maternidad divina. LECTOR TRES Tu nombre mujer es… Mamá. Hay una mujer que tiene algo de Dios, por la inmensidad de su AMOR, y mucho Ángel, por la incansable solicitud de sus cuidados. Una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud. Una mujer que si es ignorante, descubre todos los secretos de la vida, con más acierto que un sabio, y si es instruida, se acomoda a la simplicidad de los niños. Una mujer que siendo pobre, se satisface con la felicidad de los que ama, y siendo rica daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud. Una mujer que siendo vigorosa se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil, se reviste a veces con la bravía de un león, una mujer que mientras vive, no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. De esa mujer no me exijan el nombre, sino quieren que empape con lágrimas vuestro día, porque ya la vi pasar en mi camino. Esa mujer… es mi madre. 3 DIRECTOR Mil veces se ha hablado del amor maternal, y su carácter heroico e infinito. Y cada quien, en algún momento habrá pensado para sí que es cierto, que no hay cosa más sublime, que ese calor tan dulce que hay en los brazos de una mamá. Hay una frase sobre las madres que dice así: “A la que nos amó, aun sin conocernos”. La cual se podría corregir para dar el tamaño real del amor, maternal: “A la que nos ama, aun conociéndonos” “¿Cuántas madres has conocido tú como protagonistas de un acto heroico extraordinario? Pocas, muy pocas. Y, sin embargo, madres heroicas, verdaderamente heroicas, que no aparecen como figuras de nada espectacular, que nunca serán noticia, tú y yo conocemos muchas: Viven negándose a toda hora, recortando con alegría sus propios gustos y aflicciones, su tiempo, sus posibilidades de afirmación o de éxito, para alfombrar de felicidad los días de sus hijos”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, 134) LECTOR CUATRO En tiempos recientes se fundó el día de las Madres, para celebrar a las que gastan su vida, en las tareas del hogar, construyendo por medio de sus sacrificios y de su cariño, lo mejor de nuestro mundo, colaborando en la educación de los hijos, y en la tarea de construir un hogar armonioso y feliz, permitiendo con su trabajo diario, la formación de los hijos, capaces de servir a Dios, en medio del mundo, haciendo así del hogar, un lugar luminoso, y lleno de fe. “Aquella madre –santamente apasionada, como todas las madres- a su hijo pequeño le llamaba: su príncipe, su rey, su tesoro, su sol. Yo pensé en ti y entendí - ¿Qué padre no lleva en las entrañas, algo maternal?- que no era ponderación el decir de la madre buena: Tú… eres más que un tesoro, vales más que el sol; ¡toda la Sangre de Cristo! ¿Cómo no voy a tomar tu alma –oro puro- para meterla en forja, y trabajarla con el fuego y el martillo, hasta hacer, de ese oro nativo una joya esplendida que ofrecer a mi Dios, a tu Dios?” (San Josemaría, Forja #0) El Señor Jesús a través de la maternidad y con las pruebas de cada día, nos quiere purificar. LECTOR CINCO El misterio del sacrificio silencioso de las madres. No hay verdadero amor sin pasar por el dolor; dicen que el amor más parecido o que se asemeja a Dios, es el amor de una madre; cuantas madres hay, que pasan día a día, sacrificándose, ayudando, desvelándose, trabajando, cuidando, haciendo labores poco remuneradas, dando todo de sí mismas, por el bienestar de sus hijos… Así vemos madres valientes, que muy a pesar de los pesares, entre desvelos, preocupaciones y ocupaciones, alientan a llevar una vida de santidad a través de la maternidad… 4 He aquí algunos ejemplos de madres, llenas de fortaleza: La madre soltera: Que queriendo formar un hogar tuvo un hijo en ausencia del ser amado, y con fortaleza y sacrificio ama a su hijo y sale adelante, solo por llenar la alegría en el interior del alma de su hijo tan deseado. La madre ama de casa: Mujer que como salario recibe la alegría con el bienestar de su familia, todos sus quehaceres, cocinar, limpiar, lavar, hogar armonioso y seguro; llena de piedad solo recibe la caricia, el alago de sus hijos y esposo. La madre trabajadora: Apoya a la familia en la economía de su hogar, ofrece su salario, para el bienestar de sus hijos, con el único afán de ver crecer y educar a sus hijos en el bien de Dios. La madre separada: Que llena de amor de Dios, con fortaleza y la guía del Espíritu Santo, con piedad y alegría, ayuda a sus hijos a salir adelante; quien habiendo anhelado una familia total y completa , en verdadero amor conyugal, tuvo que aceptar la ruptura en su matrimonio, poniendo su confianza y abandono en Dios para dar luz y cariño a sus hijos y así recibir la paz en su hogar, a pesar de la falta del amor del padre, es ella, la madre, quien llena de Dios, ama y se entrega a sus hijos totalmente en fidelidad y amor a Dios crece día a día. La madre de un hijo adicto: Quien sufre entre llantos y tristezas, procura día a día, ayudar con su vida de oración, con obras poniendo los medios necesarios, con la ayuda de Dios, asume su responsabilidad como madre y procura la ayuda que se requiera para la rehabilitación de su hijo. La madre viuda: Que perdió a su marido, continua piadosa, y como pilar de su familia, llena de fe y esperanza, de amor, y fortaleza a sus hijos, llenos de ternura y confianza, ayudan a su madre, unidos, con trabajo y estudio a salir adelante, formando un hogar luminoso. La madre del hijo especial: Quien apoyando a su Hijo, siempre en sus necesidades, físicas, y emocionales, que se requieran, sus desvelos, desgaste, compromiso, va, mucho más allá del amor comprometido, de la fuerza del amor. Dios la bendice día a día por su generosidad y entrega a su hijo… especial para Dios, ternura de madre amorosa, infinita. 5 La madre perseverante: Quien anhela la unidad de su familia, encuentra dificultades para convivir en armonía, sin embargo unida siempre a Dios, manteniéndose fiel al matrimonio, con Fe persevera día con día en su camino queriendo llevar a Dios, la santidad de su familia. La madre que sufre, a ejemplo de María, la Virgen Dolorosa: Quien sabe lo que es perder a un hijo, madre errante llena de dolor, pero también llena de abandono en Dios, quien es TODO PODEROSO, y El, quien todo lo puede, perseverando en oración y trabajo interior, día con día, lograra, reencontrarse con él, con su hijo querido, allá en el cielo. Esperanza bendita de una madre que perdió aquí en la tierra, a su hijo tan amado. Esperanza de los Cristianos. La vida eterna. La madre evangelizadora: Quien a tiempo y a destiempo, como dice San Pablo, en la Sagradas Escrituras, proclama la Buena Nueva de Cristo Resucitado, Aleluya. DIRECTOR “¿Cómo se comportan un hijo o una hija normales con su madre? De mil maneras, pero siempre, con cariño y con confianza. Con un cariño que discurrirá en cada caso por cauces determinados, nacidos, de la vida misma, que no son nunca algo frío, sino costumbres entrañables de hogar, pequeños detalles diarios, que el hijo necesita tener con su madre y que la madre echa de menos si el hijo alguna vez los olvida: un beso, o una caricia al salir o al volver a casa, un pequeño obsequio, una palabras expresivas”. (Es Cristo que pasa, San Josemaría Escrivá #142) ISAIAS 49,15-16 “Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien aunque alguna lo olvidase, yo nunca me olvidare de ti. Mira, como te tengo grabada en la palma de mis manos. Y nunca deje de pensar en tus murallas…” ¿Quieres ser una verdadera madre a los ojos divinos de Dios? Cumple entonces con la Voluntad de Dios en tu vida. Nuestro Señor Jesucristo nos dice en las Sagradas Escrituras: “Pero Él les respondió, les dijo: mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lucas, 8,21). Busquemos pues, el Amor de Dios en nuestro corazón maternal, tratemos a Dios, conozcámosle a Él, y El quien es todo nos ayudara a ser, eso que él desea de nosotras, ser unas buenas madres de familia en su voluntad divina. ¡FELIZ DIA DE LAS MADRES! 6 7