Reflexión Santa Misa 20 de octubre XXIX DOMINGO Textos de la Palabra: Ex 17, 8-13 Sal 120, 1-8 2Tim 3, 14. 4,2 Lc 18, 1-8 1 – ANTE TANTAS INJUSTICIAS. Vivimos épocas en que muchos nos sentimos interpelados en nuestra realidad de creyentes, ante tantas injusticias que vemos, que otros reclaman pidiendo justicia, y una justicia humana, con su diversidad de ribetes, que ya no se sabe ni en quien creer. Y ante esta realidad, también aparece la figura de Dios, ante quien también se presentan interrogantes: Si Dios es justo, ¿por qué permite tantas injusticias? ¿Por qué los inocentes son los que más sufren? Etc. El evangelio del día, nos presenta la figura de una viuda, figura de tantos hoy, que claman y reclaman justicia, ante una justicia que no teme a Dios y que tampoco a veces le importa la situación del que sufre. Así nos encontramos con el cajoneo de causas, jueces que se pasan las causas o se declaran incompetentes, etc. Pues bien, nos encontramos con víctimas de injusticias, por parte de una injusta justicia humana, que no sabe, no quiere, mira para otro lado, mientras los archivos en los tribunales ya no alcanzan. 2 - EL DIOS JUSTO. No tiene lugar ni en la mente ni en el corazón de muchos, que por lo tanto sin temer a Dios, y con total impunidad y en un marco corruptivo, llegan a cometer las más grandes e inimaginables injusticias. Y mientras el hombre, no piense y en consecuencia obre con criterios de justicia divina, y mientras la justicia humana no actué, conforme a lo que de ella se espera, el Dios justo, respetando la libertad humana, no puede actuar. El hombre no lo deja. Es dramático decirlo, perdonen, pero ya el hombre de hoy, no le teme a Dios, tan cierto que traducido en otro lenguaje, no le tiene miedo a nada ni a nadie, y no le importa nada, y así actúa en consecuencia. Ante esta realidad, aparece el interrogante del evangelio: “Y Dios: ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche….?” Y por fe, sabemos que sí. Y muchas veces, hasta con cierta resignación, solemos escuchar: de la justicia divina nadie escapa. 3 – Y NOSOTROS. Vivimos en un mundo que reacciona de diversas maneras, ante las injusticias: marchas, reclamos, corte de calles, etc., en un marco doloroso de familias que han quedado destrozadas. Como creyentes, en el Dios justo y que ha de juzgar a vivos y muertos, estamos llamados al protagonismo. La Palabra en este día nos da algunas pistas: Asumir decididamente la obra evangelizadora, proclamando la Palabra, con oportunidad o sin ella, reprendiendo (a los que cometen injusticias), corrigiendo, exhortando y enseñando el bien. (Segunda lectura) El acompañamiento de quienes levantan los brazos, (imagen de la primera lectura: Aarón y Jur sostienen a Moisés) reclamando a la justicia humana y también a la divina, que pueda obrar y venga en nuestra ayuda (Salmo). En el año de la fe, nuestros obispos en la argentina, nos invitan a renovar nuestro compromiso ciudadano como creyentes, de habitantes a ciudadanos responsables. ¿Qué responsabilidad nos cabe ante tantas injusticias? De hecho no somos responsables ante el acto injusto cometido, pero si en caridad, nos cabe una responsabilidad, ante el hermano que lo sufre. No deberíamos mirar para otro lado o pasar de largo. Volvemos a repetir lo dicho en otra oportunidad: ojo con la complicidad. Y la omisión, es pariente silenciosa. El Dios justo, se quiere manifestar a través nuestro. El hacernos cercano a todo hombre que sufre en el alma o en el cuerpo, las injusticias cometidas, es imitar a María, a Juan, al Cireneo, cercanos a quien sin haber hecho ningún mal, daba la vida, para juzgar al mundo con misericordia.