III JORNADAS DE EX RESIDENTES DE PSICOLOGIA, PSIQUIATRIA Y TRABAJO SOCIAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. EL SUJETO DEL DERECHO Y DEL REVES 1. EL Sujeto del Derecho. La proclama y defensa de los derechos humanos produce un sujeto: el sujeto del derecho. Derecho a que sus derechos, en tanto que ciudadano, sean respetados y, para ello, defendidos. Supone, por tanto,una situación de ataque, ante la cual se considera necesario implementar una estrategia de defensa. El Estado toma a su cargo esa responsabilidad para lo cual, entre otras cosas, promulga una ley. En un artículo publicado en Página 12 el 20 de mayo del cte año, en referencia a la nueva ley nacional de salud mental,luego de dar algunos lineamientos básicos de la misma y anoticiarnos respecto de los procedimientos que se han implementado en la ciudad de Buenos Aires para controlar la aplicación de la ley, finaliza diciendo, Emilio Ruchansky, que es quien escribe: “De este modo se pretende garantizar el derecho a la salud de las personas, pero también su reconocimiento como “sujetos de derecho” en sentido amplio, con capacidad de decidir sobre sus vidas y defenderse legalmente como el resto de los ciudadanos”.(*) (*)el entrecomillado y subrayado son míos. Se promueve el derecho de todo ser humano a ser protegido, cuidado, asegurado, amparado por la ley, ley que viene en defensa de un sujeto al que sitúa ,entonces, en términos de indefensión. No quiero decir con ello que no se cometan faltas que lesionen física y psíquicamente a los hombres y ante las cuales sea necesario intervenir. Claro que sí! Creo también que el Estado ha de hacerse cargo e implementar medidas para que eso no ocurra, y esta ley es un modo de hacerlo y a ello apunta. Lo que me interesa introducir, que no se escape, que no se pierda, que no se confunda, que no se borre, -y creo que para eso estamos los psicoanalistas en el hospital y en articulación a las políticas públicas- es lo siguiente : cómo conservar vivo ese estrecho margen que posibilite a cada cual, en el marco de lo establecido, hacerse cargo de su desamparo, a nombre propio? Transcurriendo por la cinta de Moebius nos anoticiamos de que las dos caras del recorrido no son “cara o seca”, sino cara y cara, seca y seca, cara y seca, seca y cara. Es decir que el revés se positiviza si lo hacemos valer como camino. También es decir, que no hay revés sin derecho. Pienso que los términos de esta ley serán eficaces, en la medida en que se constituyan en marco de acción de respuestas singulares. Para lo cual es necesario evitar cualquier tendencia a la victimización que los términos del discurso: “defensa de los derechos humanos” puedan errar. Tenemos testimonios, de colegas que trabajan en instituciones penitenciarias, respecto de cómo , la promoción de estos derechos generan en ocasiones un contrasentido radical: y entonces, criminales de la peor calaña hacen denuncias de violación a sus derechos humanos si por ej. un psicólogo no los atiende más veces por semana o decide su no atención. Y el psicólogo es sancionado aunque dé cuenta profesionalmente del por qué de su decisión. Entonces las prácticas y las instituciones comienzan a ser atravesadas por el temor de recibir denuncias referidas a supuestos ataques a los derechos humanos. Y se encuentran con la necesidad de defenderse de la “defensa a los derechos humanos”. Paradojas de las buenas intenciones. Laberinto en el que se pierden jueces, legistas, policías, dirigentes, políticos y profesionales, en ausencia del faro del concepto de responsabilidad subjetiva. Que por supuesto no hemos de confundir con el de “conciencia de enfermedad”, ni con el de autodeterminación. Y Que no siempre lleva al lugar más cómodo pero sí al más digno. Como nos testimonia Louis Althusser quien, ante las consecuencias de su pasaje al acto psicótico, por el cual estrangula a su mujer, lejos de buscar una defensa y escudarse en la involuntariedad de su acto, insiste en hacerse cargo de él luego de ser declarado inimputable y para ello escribe un libro al que titula: “El Porvenir es largo” donde da testimonio de su acto y también de las consecuencias devastadoras que puede acarrear a un hombre, la declaración de inimputabilidad frente a un crímen que cometió; es decir, la imposibilidad legal de hacerse responsable y pagar con un castigo social, la efectuación de un acto aberrante. Althusser expresa allí que su derecho, ha sido su peor condena. Inhumana. Y es a través del testimonio escrito que intentará tramitar su culpa y hacerse cargo de su acto. El sujeto del derecho humano, es un sujeto esencialmente reivindicativo, lo que sitúa por definición el perjuicio afuera, en los otros , personas, instituciones, grupos, etc, de quienes o por quienes busca ser resarcido por los daños sufridos. Política que se opone a la represión y al autoritarismo de tiempos pasados y que se funda en el concepto de democracia. El campo de la salud mental es entonces redefinido por un discurso ya no médico sino político-social, en el que el sujeto enfermo es redefinido como ciudadano desde el discurso de los derechos humanos –porque ciudadano, ya lo era- , produciéndose entre lo jurídico y lo médico un nuevo entrecruzamiento que nos exige volver a preguntarnos hasta qué punto, en qué medida y de qué modo, el estado y sus representantes deben hacerse cargo del sufrimiento mental . 2. Qué dice la ley La ley proporciona un marco, una orientación política que apunta a una transformación de las prácticas, pero son éstas las que decidirán cómo implementarla según la ética que las habite. Hay una ley, un texto de la ley, pero ¿qué dice? ¿quién lo “entiende”? La ley es su interpretación, Por ejemplo, allí donde se habla de “autogestión”, “autodeterminación”, “autovalimiento”, esto podrá entenderse como: Auto: capacidad de arreglárselas solo. Autovalimiento: Valerse por sí mismo. Ó Autovalimiento: dar un valor propio al padecimiento. Hacerse cargo de él, no sin el otro. Y las prácticas son las que legitimarán lo legal. Las prácticas son, por tanto, el revés de la trama. 3. El sujeto del revés Quienes trabajamos desde el psicoanálisis, con orientación a lo real, trabajamos para producir el sujeto del revés. Sin importar dónde. Históricamente, el psicoanálisis en el hospital ha causado desconcierto y un intento constante de reducción y acomodación por parte del discurso del Amo. Y ocurre que, ahora que desde hace tiempo no sólo no es rechazado en las instituciones, sino que con lo que oferta ha abierto un interesante abanico de demandas que lo habilitan por sus efectos sin pretender entender de qué se trata-, son los psicoanalistas mismos, algunos de ellos claro, quienes se empeñan en oponer lo que se ha dado en llamar “psicoanálisis aplicado” con lo que dice ser el “psicoanálisis puro”, sosteniendo que el primero responde al discurso del amo en tanto el segundo sería el propio del discurso psicoanalítico. Volviendo a Lacan recuerdo, ante ello que: Hay un discurso del Amo No hay universo de discurso. ¿Quiénes sino nosotros sabemos de la inconsistencia de todo discurso ? ¿Quiénes sino nosotros nos ocupamos de mantener abierta la grieta que los semblantes intentan obturar? Ya que, es la posición del psicoanalista, la que hace al reverso del discurso del amo, la cuestión no es dónde se ejerce la praxis sino desde dónde. Llama entonces la atención que algunos psicoanalistas sostengan que aquellos que ejercen la práctica del psicoanálisis en instituciones públicas, esto es, “psicoanálisis aplicado”: responden al discurso del amo y sólo apuntan a obtener efectos terapéuticos rápidos. En todo caso, habrá “algunos” psicoanalistas que podrían inscribirse en esta afirmación así como habrá otros que pretendiendo ejercer “psicoanálisis puro” en su consultorio particular, queden comprendidos en el mismo conjunto: el de aquellos cuya praxis responde al discurso del amo. Decir que quienes trabajan en instituciones públicas responden al discurso del amo es como pensar que cuando desaparezcan los manicomios se acabará con las prácticas manicomializantes, es decir, es pretender que lo que se hace depende del lugar físico y su nombre, S1, MANIKOMIO (“Lugar para los locos”) como determinante. Y no del lugar ético. Por otra parte pretender poder hablar de “los” psicoanalistas, olvidando el uno por uno, es, discurso del amo. Servir al discurso del amo es no operar desde el deseo de psicoanalista, de psicoanalizar, y ello depende fundamentalmente del análisis de quien ejerce la práctica. Por otra parte, nuestra práctica no es sin el derecho, sin los derechos humanos, ni tantos otros S1 que proliferan y nos convocan renovadamente a constituirnos en su revés. Y nos convocan literalmente, no sólo en términos de lo que nos causa como analistas- y que nos ha hecho entrar y generar espacios a fuerza de malentendidos-, sino literalmente: nos llaman a participar de equipos interdiscplinarios de todo tipo (oncología, fibrosis quística, transplantes de órganos, etc) comités de ética, juntas evaluadoras, programas de salud, gabinetes de gobierno. Nos convocan porque han comprobado u olfatean que alguna clave tenemos,-no les importa ya si lo entienden o no,han cedido en eso, enhorabuena – Algo hacemos que oxigena, ordena, revitaliza. Una política, que subvirtiendo, conduce. Para llevar esta demanda al clímax de la comedia, tenemos “Habemus Papa”, una película italiana dirigida por Nani Moretti, quien también actúa y es ni más ni menos que el psicoanalista convocado por el episcopado de Roma para atender al flamante Papa, quien recientemente elegido es presa de una crisis de angustia. Al llegar al Vaticano, el psicoanalista es recibido por un cardenal con la siguiente advertencia: “los cardenales están dispuestos a pedir el apoyo del psicoanálisis a pesar del natural escepticismo que ud sin duda imaginará.” Y agrega: “creo que no es superfluo recordarle que el concepto de alma y el de inconsciente no pueden coexistir”. A lo que el psicoanalista responde: “Veremos”. Es interesante también allí atender al tema de la ley, en este caso la ley divina, según la cual Dios elige a su representante en la tierra a través de los cardenales, insipirados por el espíritu santo. Lo que no pone en duda el resultado de la elección. Este Papa , que no llega a serlo, que al ser elegido se recuerda hombre y deseante y entre laguna y laguna mnésica recuerda que de joven hubiera querido ser actor, y se lanza a los teatros, en busca de una respuesta…Este hombre entonces decide dimitir, y en el discurso que dirige a los fieles que hace días esperan en la plaza del Vaticano conocer su nombre…les dice: “Uds dirán, ‘Si el Sr. lo ha elegido, no ha podido fallar’, ‘Si, he sido elegido, pero en lugar de darme fuerzas y conciencia me abruma y me confunde aún más’ ‘Siento que no estoy entre los que pueden guiar sino entre los que deben ser guiados’ ‘El guía que uds necesitan no puedo ser yo´. Qué revés para la iglesia católica! La humanidad del papa , su división subjetiva, deja a la vista la inconsistencia de toda ley, aún la divina, cuando se articula para el sujeto una pregunta por su deseo de la cual decide hacerse cargo. Pregunta que no es sin la operación de esa ley que la hacer surgir y que pone a su vez sobre la escena otras leyes, las del inconsciente, sus manifestaciones y su correlato de goce. Dice Lacan en el Seminario 17, “El Reverso del Psicoanálisis” (1969-70) que lo jurídico siempre ha tenido relación, en el mayor grado, con la estructura del discurso; que en el derecho es donde se palpa de qué modo el discurso estructura el mundo y que por eso “no estamos menos en nuestro lugar aquí, que en cualquier otra parte”.(*) “Si tomamos la dominante del discurso del amo cuyo lugar ocupa S1, si la llamamos la ley, estaríamos haciendo algo que tiene todo su valor subjetivo y que no dejaría de abrir la puerta a cierta cantidad de interesantes impresiones. Por ejemplo, con toda seguridad, la ley –entendamos la ley como ley articulada entre cuyos muros habitamos y que constituye el derecho-, no debe ser considerada como homónima de lo que puede enunciarse en otros casos como justicia. Por el contrario, la ambigüedad, el hábito que recubre a esta ley al autorizarse en la justicia, en este punto es donde nuestro discurso puede hacer sentir dónde están los verdaderos resortes, me refiero a los que permiten esa ambigüedad, resortes que hacen que la ley sea algo que está, de entrada y ante todo, inscrito en la estructura. No hay 36 formas de hacer leyes, estén o no animadas por las buenas intenciones o la inspiración de la justicia, puesto que tal vez hay leyes de estructura que hacen que la ley sea siempre la ley que está en ese lugar que llamo dominante en el discurso”.(**) 4. El revés de la trama Para finalizar, propongo que: Ante la presencia de una ley nacional de salud mental, la 26.657 que inspira estas jornadas, están quienes: Se inquietan, y preguntan qué dice, entendiendo que deberán amoldar a ella su práctica profesional, Y están quienes se disponen a darle cuerpo, producirla y regularla, desde su ejercicio real. Entre las políticas públicas y lo privativo de las prácticas, hay puntos de intersección, no necesariamente de adherencia y sumisión; sino de mutua afectación, y esto no deja de dar sus frutos. Y uno de sus frutos es el que resulta de mantener a distancia toda ilusión de sutura: La de suturar la división subjetiva alcanzando un “completo bienestar bio-psico-social” o “salud mental” La de suturar la división social obteniendo un Para Todos absoluto, a lo que oponemos un “Para Todos Los que Estén Interesados en Ello”. La de suturar la división política: entre políticas de Estado y políticas de la cura. La de unificar los goces Pienso una trama como lo que es: un conjunto de hilos cruzados por otros hilos, en cuyo revés encontramos los nudos que los sujetan. Tenemos un texto (textum: tejido), un tejido, una textura, con un derecho, y un revés sin el cual el entramado no se sostendría. Invirtiendo la trama, pasando al reverso, podremos obtener algunas claves para leer el texto, una y otra vez, y así, leyéndolo, reescribirlo.