Estudio sobre la Oración basado en el libro de Tim Keller Prayer Ministerio de Damas de Ministerios Betesda ¿Qué es la oración? Es una conversación. Es un encuentro. Todo oración es una respuesta a Dios. Siempre es Dios quien inicia la conversación porque el escuchar viene antes que el pedir. Sin embargo, no todas las oraciones son similares o efectivas de la misma manera para relacionarse con Dios. Mientras más claro sea nuestro entendimiento de quién es Dios, mejor serán nuestras oraciones. La oración instintiva es como una luz de emergencia en reacción al sentido general de que Dios es real. Pero la oración como regalo espiritual es una conversación personal y genuina en respuesta a la revelación verbal y específica de Dios. Pero la oración puede ser aún más que eso. Muchas, o tal vez, la mayoría de nuestras conversaciones son relativamente superficiales. Las personas pueden intercambiar información sin revelar mucho de ellos mismos. Sin embargo, algunas conversaciones son profundas y sentimos que ambos estamos revelando no sólo información sino nuestro propio ser. Esas conversaciones se vuelven un encuentro personal, una verdadera conexión. La oración continúa una conversación que Dios comenzó a través de su Palabra y su gracia, y que eventualmente se va a convertir en un encuentro pleno con él. Escuchar y responder En el libro de Job, él clama a Dios en oración agonizante. En todo su sufrimiento, Job nunca se aleja de Dios o niega su existencia sino que procesa todo su sufrimiento a través de la oración. Sin embargo, no puede aceptar la vida que Dios lo está llamando a vivir. Luego, se nubla el cielo y Dios le habla a Job y recuenta en detalle cómo creó y cómo sostiene el universo. Job se siente asombrado y humilde ante esta visión más profunda de Dios y se le abren los ojos. Finalmente hace una oración poderosa de arrepentimiento y adoración. Y la pregunta del libro de Job es: ¿Es posible que alguien llegue a amar a Dios sólo por quien Él es para que haya un contentamiento fundamental en la vida a pesar de las circunstancias? Al final del libro de Job vemos la respuesta. Sí, pero sólo a través de la oración. Así es que el poder de nuestras oraciones no está principalmente en nuestro esfuerzo o en la técnica, sino en nuestro conocimiento de Dios. Conversando con Dios Hemos aprendido que la oración es tanto un instinto como un don espiritual. Como instinto, la oración es una respuesta a nuestro innato pero fragmentado conocimiento de Dios. Como regalo del Espíritu, sin embargo, la oración se convierte en la continuación de una conversación que Dios comenzó. Ya que la oración es nuestra respuesta a Dios, debemos explorar ahora como es que él primero nos habla a nosotros, y luego cómo podemos aprender a responderle. Dios es un Dios Personal (Leer Juan 17) La oración cristiana es un compartir con un Dios personal que hace amistad con nosotros a través de sus palabras. Conociendo a Dios a través de Su Palabra Dios actúa a través de sus palabras, la Palabra es “viva y eficaz” (Hebreos 4:12), y por lo tanto la manera de tener a Dios de una manera activa y dinámica en nuestras vidas es a través de la Biblia. Comprender las Escrituras no es simplemente obtener información acerca de Dios. Si se le presta atención con confianza y fe, la Biblia es en realidad la manera de oír a Dios hablando y también de conocer a Dios mismo. Oración a través de la Inmersión en la Palabra de Dios Sabemos a quién estamos orando si lo aprendemos primero en la Biblia. Y sabemos cómo debemos orar si adquirimos nuestro vocabulario de la Biblia. Para la oración es esencial reconocer que Dios habló primero. Este principio teológico tiene consecuencias prácticas. Quiere decir que nuestras oraciones deben surgir de nuestra inmersión en las Escrituras. Debemos sumergirnos en el mar del lenguaje de Dios, la Biblia. Debemos escuchar, estudiar, pensar, reflexionar y meditar en las Escrituras hasta que de nuestros corazones y mente salga una respuesta. Puede que sea respuesta de vergüenza o gozo, de confusión o atracción. Si la meta de la oración es una conexión personal y real con Dios, entonces es sólo al sumergirnos en el lenguaje de la Biblia que aprendemos a orar, tal vez tan lentamente como un niño aprende a hablar. Y por supuesto que esto no significa que tenemos que leer la Biblia literalmente cada vez que hagamos una oración. Una esponja debe meterse en agua sólo periódicamente para que haga su trabajo. Podemos clamar a Dios durante todo el día con tal que pasemos tiempo regularmente en su Palabra. En la Biblia descubrimos a un Dios complejo y real. Si tienes una relación personal con cualquier persona real, vas a estar regularmente confundido y enojado con él o ella. De la misma manera, vas a estar frustrado (confundido) con el Dios que conoces en las Escrituras – a la vez que vas a estar asombrado y a ser consolado. Tu oración debe estar firmemente conectada y arraigada en la lectura de la Palabra. Oraciones Verbales como Respuesta a un Dios Personal Hay quienes dicen que el raciocinio y usar palabras en la oración es una limitación y una barrera entre el corazón y Dios. Pero Pablo llama a los cristianos a mantener su raciocinio mientras oran. “Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.” (1 Corintios 14:15) Martín Lutero insistía en que nunca debemos ir más allá de las palabras de Dios en la Biblia o no vamos a saber con quién estamos conversando. Oraciones Variadas Como Respuesta a la Gloria de Dios Los Salmos revelan la gran variedad en los tipos de oración. Incluyen exclamaciones de asombro, quejas, argumentos, veredictos, peticiones, llamados, etc. Nunca produciríamos una gran variedad de oración bíblica si iniciáramos la oración de acuerdo a nuestras propias necesidades. Esto sólo se puede lograr si estamos respondiendo en oración de acuerdo a quien es Dios tal y como se revela en las Escrituras. El Dios bíblico es majestuoso y tierno, santo y perdonador, amoroso e inescrutable. En cada caso la naturaleza de la oración está determinada por el carácter de Dios, quien es a la vez, nuestro amigo, padre, amado, pastor y rey. No debemos decidir cómo orar basado en qué tipo de oración es más efectiva para producir las experiencias y sentimientos que yo quiero. Oramos en respuesta a Dios mismo- y sólo si respondemos a su Palabra va a ser nuestra vida de oración tan rica y variada. Edmund P. Clowney escribió, “La Biblia no presenta el arte de la oración; presenta al Dios de la oración”. Debemos hacer lo posible para contemplar a nuestro Dios tal y como es, y la oración saldrá de nosotros. Peterson ha dicho estas palabras bien directas: Dejados a nosotros mismos, vamos a orar a un dios que habla lo que nosotros queremos oír, o a la parte de Dios que logramos entender. Pero lo que es importantísimo es que hablemos al Dios que nos habla a nosotros, y a todo lo que nos habla… Hay una gran diferencia entre orar a un Dios desconocido que esperamos conocer en nuestras oraciones, y orar a un Dios conocido, revelado a través de Israel y de Jesucristo, que habla nuestro idioma. Lo que es esencial en la oración no es aprender a expresarnos nosotros, sino aprender a responderle a Dios.