Permanezcan en Jesús Juan 15:1-17 Versículo clave: Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Este pasaje fue escrito cuando la sociedad era agrícola y la mayoría de las personas vivían del trabajo del campo. Hoy la mayoría de nosotros somos personas de la ciudad y no sabemos mucho sobre podar o ayudar a las plantas a dar más fruto. Así que hoy vamos a aprender un poco acerca de jardinería y mucho sobre nuestra relación con Jesucristo, permaneciendo en Él y viviendo una vida en amor. Jesús nos describe como pámpanos de una vid. Ustedes se encuentran en una edad donde están convirtiéndose en el tipo de persona que serán de adultos. Tienen muchas decisiones que tomar que afectarán el resto de sus vidas. Pueden escoger crecer como un buen pámpano que éste conectado a Jesús y dar buen fruto, o como un mal pámpano que está seco y no da fruto. A través de este mensaje abramos nuestros corazones a escuchar cómo es que podemos ser pámpanos fructíferos, crecer del modo en que Dios quiere y experimentar su gozo y compartir el amor unos con otros. Parte 1 La vid verdadera (Juan 15:1-3) El versículo 1 dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.” Jesús dice que él es la vid verdadera y que nosotros somos los pámpanos que recibimos su vida, energía y poder. Él nos enseña que hay muchas “falsas vides” las cuales no nos darán vida. El mundo nos ofrece varios caminos a los que podemos conectarnos, sin embargo solo conectados a Jesús crecemos felices y libres. Entonces ¿cómo llegamos a ser pámpanos en la vid verdadera? Cuando nosotros oramos y pedimos a Jesús que venga a nuestros corazones como nuestro Señor y Salvador, él con gusto lo hará. Una vez que lo recibimos en nuestros corazones, estamos en Él y Él en nosotros. Jesús nos da la vida eterna y el Reino de Dios. Es algo maravilloso pedirle a Jesucristo que venga y more en nuestros corazones. Jesús dice que Dios es el labrador de la vid y que él la cuida para que sea fructífera. El versículo 2 nos dice: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” ¿Cómo puede una persona dar mucho fruto? Cuando creemos en Jesús, Dios pone en nosotros su Espíritu Santo. Ésta es la muestra de que permanecemos “en él”. Cuando tenemos el Espíritu Santo en nosotros, somos pámpanos que llevan mucho fruto y tenemos el potencial de hacer grandes cosas. Sin embargo, si no tenemos el Espíritu Santo, no importa lo que hagamos, nunca daremos fruto. Tales pámpanos deben ser cortados. Los pámpanos fueron diseñados por Dios para dar fruto y aquel que no está haciendo lo que debería hacer sólo está tomando sin dar nada a cambio y arruina todo el cuerpo y necesita ser removido. Yo disfruto la jardinería, paso tiempo sembrando muchas cosas y cultivándolas, etc. Para mí, tener un jardín es como un tranquilo oasis en una enorme ciudad de cemento. Aun para mí, en mi pequeño jardín en la ciudad, las plantas necesitan dar fruto o sino son un desperdicio de espacio valioso. En el caso de las vides, espero que produzcan bayas o de otro modo las desecharé y sembraré algo más. Hace algunos años un amigo llamado Erik me dio un pequeño arbusto de moras. Creció tanto que se volvió una enorme vid en el jardín. Produce grandes moras que son tan frescas y deliciosas que toda mi familia, (desde mi abuelita hasta mi hija más joven) disfrutan de ellas. Pero en esta vid algunas ramas se vuelven malas, no dan fruto, son feas y secas, así que tengo que cortarlas y desecharlas, o de lo contrario se robaran la energía de las buenas ramas. Otras ramas son muy buenas pero crecen mucho y son difíciles de controlar, quieren adueñarse de todo el patio trasero, así es que tengo que mantenerlas recortadas y limpias para que puedan dar mucho fruto. Del mismo modo, aquellos que creen en Jesús son buenos pámpanos. Si creen en Jesús son MUY BUENOS, tiene GRAN POTENCIAL y pueden dar FRUTOS INCREIBLES. Sin embargo, deben ser podados. Para que ustedes puedan dar fruto, Dios debe cortar todos los malos hábitos para que los buenos crezcan y eliminar todas las malas actitudes para que los frutos buenos las reemplacen. Dios debe podar nuestro enojo, codicia, orgullo, pereza, nuestro amor por el placer, el sarcasmo, el pesimismo y los pensamientos obscuros, nuestro gusto por películas, juegos y música impía. Estas cosas son como hojas enfermas que agotan nuestra energía para producir fruto. Estas cosas deben ser totalmente cortadas para que así podamos alcanzar el potencial que Dios nos ha dado. A veces a través de un mensaje o un pasaje de la Biblia algo se ajusta en vuestro corazón y se sienten mal o culpables, eso es que Dios está intentando podarnos. A veces Dios usa a sus padres cuando ellos les dicen que estudien, aunque ustedes prefieren jugar. Cuando ellos les quitan un juego que es adictivo para ustedes, es en realidad Dios que quiere ayudarlos. Debemos dejarlo hacer su buen trabajo. Ser podado es difícil pero a largo plazo produce frutos deliciosos. Gaby Douglas hizo historia en las Olimpiadas del Verano 2012 como la mejor gimnasta al participar en todos los aparatos. Ella fuer la primera estadounidense en ganar la medalla de oro en gimnasia, individualmente y en equipo. Para ser exitosa, ella tuvo que vivir muy lejos de casa, de sus amigos y familia, y concentrarse en un duro entrenamiento cada día. Ella tuvo que pasar por un duro ejercicio y una dieta de entrenamiento para permanecer en la competencia. Ella muchas veces experimentó el fracaso y el desaliento, y puso muchas excusas para que su mamá la dejara renunciar. Pero su madre le dijo que tuviera fe porque Dios tenía un plan para ella. La fe de Gaby fue lo que le dio las fuerzas para continuar. Ella oro antes de cada competencia y le pidió a Dios que la utilizara, y su dedicación valió la pena. Cuando ganó la medalla de oro en Gimnasia valientemente agradeció a Jesús y le dio toda la gloria y el honor a él enfrente de todo el mundo. Incluso ha escrito un libro llamado "Grace, Gold and Glory" (Gracia, Oro y Gloria) en el que les dice a los jóvenes que trabajen duro y tengan fe, y así podrán lograr cosas increíbles. Ser podado es en verdad algo difícil, pero el fruto que produce en nuestras vidas ¡es totalmente impresionante! Parte 2. Cómo dar fruto ¿Te gustaría dar buen fruto? La pregunta es ¿cómo podemos hacerlo? En el versículo 4 dice “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.” ¿Cuántas veces la palabra “permanecer” se repite en el versículo 4? ¡Yo conté cuatro veces! Jesús en verdad quiere que permanezcamos en Él por siempre. Permanecer en Él es el único camino a seguir. ¿Quién querría dejar a su mejor amigo Jesús? Él nos ama tanto que ha dado su vida por nuestros pecados. En el versículo 5 dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Permanecer en Jesús crea un gran impacto en la vida de una persona. Por ejemplo un brillante y joven estudiante fue muy fructífero en sus días en la secundaria. Él fue bautizado en la iglesia y confesó desde su corazón que el Espíritu Santo le dio alegría, que es un fruto del Espíritu. Pero una par de años después, cuando estaba en la preparatoria, él perdió su gozo. Se enamoró de una muchacha bonita y pensaba más en ella que en Jesús y así fue perdiendo el fruto del Espíritu Santo, el gozo. Y se volvió un joven muy triste. En Jesús , el podía dar muy buen fruto interior y podía esparcir este gozo a cualquiera que estuviera a su alrededor. Pero cuando no estaba en Jesús, él no dio buen fruto, sólo compartía su tristeza con los que lo rodeaban. Por gracias de Dios, en su tristeza asistió a una conferencia de Pascua y sus amigos oraron por él y Dios respondió sus oraciones. La fascinación que tenía por la muchacha fue disminuyendo y él puso a Jesús de nuevo como el número uno en su corazón. Él volvió a permanecer en Jesús e inmediatamente comenzó a dar buen fruto. Su gozo espiritual regresó y volvió a sonreír. Ahora es una bendición y muy valioso. Él toca alabanzas alegres para CBF, HBF y UBF en los servicios de adoración los domingos. A veces toca la batería, otras veces guía, canta o toca la guitarra. Dios lo bendiga para que siempre permanezca en Jesús y de muchos buenos frutos de amor, gozo, paz y poder como un pámpano creciente en la vid verdadera. ¿Cómo podemos realmente permanecer en Jesús y ser niños fructíferos de Dios a lo largo de nuestras vidas? El estrés de esta vida, la tarea pesada, al igual que la presión, las preocupaciones, las tentaciones pueden intentar alejarnos de Jesús. Nosotros podemos permanecer en Jesús a través de estudiar su Palabra incondicionalmente. Cuando leemos la Biblia crecemos en nuestra relación con Cristo y permanecemos en Él. A través de la palabra de Dios podemos conocer al Dios viviente. A través de estudiar la Biblia, Jesús se convierte en nuestro mejor amigo. Nosotros queremos hacer lo que nuestro mejor amigo Jesús está haciendo, queremos ser como él y estar siempre con él. Asistir a una Conferencia Bíblica es también una manera de estudiar la Palabra y permanecer en Jesús. Cuando María, mi esposa, fue a la ciudad de México a una Conferencia Bíblica ella regreso a casa con un rostro muy alegre. Ella estaba llena del gozo del cielo. Las conferencias Bíblicas nos ayudan a escuchar las palabras de Dios, se plantan en nuestros corazones y nos ayudan a permaneces en Jesús. El versículo 6 nos advierte: “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.” Para permanecer como saludables y fructíferos pámpanos a lo largo de nuestras vidas, tenemos que permanecer en Jesús porque él es el único que nos puede dar vida. Nosotros debemos permanecer en Jesús no sólo cuando estamos en la iglesia o con nuestros padres. Debemos permanecer en él cuando estamos en la escuela, con nuestros amigos y en todo momento. Tenemos que orar y amar a otros en la escuela y en todos lados. Permanecer en Jesús suena difícil, pero es la más grandiosa y bendecida vida que podemos vivir. Cuando la misionera Jennifer Stumpf de Waterloo, Canadá estaba en la universidad siempre trataba de mezclarse, ocultar su fe y ser como todos los demás, cediendo al miedo. Pero ella decidió permanecer en Jesús. Así es que escribió versículos de la Biblia en pequeñas tiras de papel y los puso en su bolsillo. Siempre que se sentía tentada, los sacaba y se los memorizaba. De esta manera ella permaneció en Jesús cuando estaba en la escuela, y ahora ella y su familia son muy fructíferos. El versículo 9 dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.” El permanecer en Jesús principalmente significa que permanezcamos en su amor. Cuando recordamos cuanto nos ama Dios, tenemos fuerza verdadera para enfrentar los problemas de la vida. Nosotros podemos permanecer en su profundo amor al recordar cuanto Él hace por nosotros cada día. Recuerdo cuanto Dios me amó en mis días en la universidad. Yo fui con un grupo de estudiantes a visitar algunas ciudades de Corea y ahí compartimos nuestro testimonio de vida. Ésta fue una experiencia asombrosa para mí y experimenté el amor infinito de Jesús y cuan vivo él está. Yo aprendí que él no sólo es un hombre Santo y viejo del que leemos en un libro de hace mucho tiempo. Él está vivo hoy y siempre. Él en verdad está vivo ahora igual que en el tiempo pasado. Yo estaba muy nervioso hablando enfrente de miles de personas en Seúl. Me sentí abrumado por esta tarea. Entonces fue cuando Jesús vino a mí y me mostro que Él está verdaderamente vivo. Él me dio el poder de compartir mi testimonio y glorificarlo a Él. Él es maravilloso y vence el poder del pecado y de la muerte. Me siento fortalecido cuando yo recuerdo el viaje a Corea cuando era un estudiante y el haber conocido personalmente a Jesús. Así puedo permanecer en Jesús cuando recuerdo su profundo amor y su gracia hacia mí. Cuando permanecemos en el amor de Jesús entonces podemos dar los frutos que el quiere. ¿Sabes cual es el principal fruto que Dios quiere que demos? Este fruto es el amor. El versículo 12 dice: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.” Cuando tenemos el amor de Dios, naturalmente lo compartimos. Si nosotros intentamos retener el amor de Dios sólo para nosotros se secará. Cuando compartimos libremente su abundante gracia y amor, esto florece y crece alrededor de nosotros. Las personas tienden a sólo mostrar amor a aquellos que los aman e ignoran a los demás. Algunos son irritables, como un cactus y tendemos a evitarlos. Aun así estas personas también desean experimentar y sentir el amor de Dios compartido con ellos. Jesús dice que este amor nos hace diferente de todos los demás en este mundo. Amarnos unos a otros no es una sugerencia o una opción a considerar, es una orden. Pido a Dios que nos ayude a obedecer con todo nuestro corazón y amar a otros, así como Él nos ama profundamente. En este pasaje hay tres cosas que debemos recordar: 1. A pesar de que hay muchas maneras de vivir nuestras vidas, sólo Jesús es la vid verdadera. Cada uno de nosotros podemos ser los pámpanos en la vid verdadera a través de creer en Jesús. 2. Cuando creen en él, tienen el potencial de dar gran fruto, pero sólo si él los poda. 3. Para dar gran fruto debemos permanecer en Jesús, crecer en su amor y compartirlo con todos los que estén a nuestro alrededor. Ustedes son pámpanos que están creciendo y tienen una decisión que hacer acerca de recibir a Jesús en sus corazones, acerca de recibir la instrucción de Dios y acerca de compartir el amor de Dios con todos. Que Dios nos ayude a ser pámpanos en Jesús, a aceptar su instrucción y corrección, y a compartir el amor de Dios y su gracia con todos los que nos rodean. Vamos a orar…