LA RUTA DE DIOS

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LA RUTA DE DIOS
“Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo.”
Éxodo 13:18
Los hijos de Dios se estaban preparando para un viaje con un destino increíble. Irían de la
esclavitud a la libertad, de la pobreza a la abundancia, a la tierra prometida, a un lugar donde fluye
leche y miel.
Parecía un viaje muy sencillo, de acuerdo a lo que Dios le describió a Moisés. Solo
consistía en dos partes: Voy a “sacarlos de ese país”, dijo Dios refiriéndose a Egipto, al hambre y
a la esclavitud, “para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan bendiciones.
Salir de una tierra hacia otra.
Una vez fuera de Egipto lo único que tenían que hacer era cruzar un desierto, pero no
esperaban que durara tanto. No era un viaje demasiado largo, se trataba de poco más de
trescientos kilómetros, que podrían hacerlo en cuestión de un par de semanas. Pero en el corazón
de Dios había otra ruta.
LOS CAMINOS DE DIOS
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice
el Señor.” Isaías 55:8
La Biblia cuenta en Éxodo13:17 que cuando el faraón dejó salir a los israelitas, Dios no los
llevó por el camino que atraviesa la tierra de los filisteos, que era el más corto, pues pensó: “Si se
les presentara batalla, podrían cambiar de idea y regresar a Egipto”. Por eso les hizo dar un rodeo
por el camino del desierto, en dirección al Mar Rojo.
Este es el Dios que, precisamente por amar a sus hijos, se rehúsa a tomar el atajo que con
todo gusto ellos preferirían. Debido a la falta de fe que tuvieron y a su temor, los hizo ir por otro
camino. Muy a menudo le sugerimos a Dios el camino por el cual nos debe de llevar y pensamos
que “nuestros caminos” son mejores que los de Dios. Hasta llegamos a pensar que Dios se
equivoca cuando no nos gusta lo difícil de la ruta que Él escogió para nosotros.
El éxito en la vida no se logra con atajos, la bendición no está en los caminos cortos, la vida
está llena de desafíos puestos por Dios para forjar nuestro carácter y nuestra fe. Jesús lo ilustró
de esta manera: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino
que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella...” Mt. 7:13
LAS EXPERIENCIAS EN EL DESIERTO
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.”
Mateo 4:1
El desierto es ese lugar al que nadie quisiera ir. Ahí donde no fluye leche y miel. Es árido y
estéril.
Si hemos tomado en serio el seguir a Jesús, también aprenderemos que las rutas de Dios
están ahí para enseñarnos las lecciones más impresionantes de nuestra vida. Habrá ocasiones en
las que nuestro corazón sufrirá alguna pérdida, ocasiones en las que nos sentiremos agotados y ni
siquiera el sueño nos refrescará, momentos en que la vida apenas merece un esfuerzo,
sentiremos toda clase de sensaciones abrumadoras, pero es ahí, donde Dios manifiesta su poder
y su gloria en nuestras vidas.
Jesús aprendió en el desierto a usar con poder la Palabra de Dios, y regresó en el “poder
del Espíritu Santo”. Se sostuvo de su Padre Celestial para vencer toda clase de tentación. El
Apóstol Pablo declaró: “Dios se manifiesta en mis debilidades...” Es ahí donde podemos encontrar
fortaleza en los momentos más difíciles de nuestra vida. Si comprendemos las rutas y los caminos
de Dios, que en momentos parecen tan difíciles, podremos sacar de esos desiertos, las
enseñanzas más importantes de nuestra vida.
No tengamos miedo en los desiertos, sigamos adelante. El pueblo de Israel pasó cuarenta
años en él, ¿cuántos llevamos nosotros? La tierra prometida está más cerca de lo que nos
podemos imaginar, preparémonos.
EL DESIERTO COMO EL LUGAR PARA FORTALECERNOS
Bastó una noche para sacar a Israel de Egipto, pero fueron necesarios cuarenta años para
sacar a Egipto de sus corazones. El pueblo israelita, seguía lamentándose de cuando vivían en
esclavitud. Tenían en sus mentes lo que tenían cuando vivían en Egipto. Era necesario un trato de
Dios en sus corazones. De la misma manera nosotros llevamos en nuestros corazones tantos
recuerdos que Dios quiere sanar. Es por eso que Dios nos lleva por caminos de sanidad y de
restauración. Nos lleva a fortalecer nuestra fe en el desierto, para que cuando enfrentemos
cualquier tipo de situación estemos ya listos y preparados para hacerle frente a la batalla. ¿Cómo
está nuestra fe? ¿Cuántos años más necesitamos en el desierto para fortalecer nuestra fe?
Es fácil confiar en Dios cuando todo está bien. Es fácil cuando todas tus oraciones son
contestadas, cuando los problemas se van, cuando hay salud y tengo buenas finanzas. Pero los
desiertos tienen la capacidad de cimentar nuestra fe. A Dios no le preocupa tanto hacia dónde va
su pueblo, sino cómo serán al llegar allí.
EL DESIERTO COMO UN LUGAR QUE ENSEÑA LA PERSEVERANCIA
Sería bueno si el desierto fuera una experiencia única, como ponerse una vacuna o
tomarse unas pastillas. Pero es un lugar al que regresamos una y otra vez. Aparece cuando
estamos solos, cansados, cuando vemos las cosas imposibles, cuando vemos a Dios tan lejos.
Posiblemente estemos luchando con alguna persona difícil en nuestra vida o un compañero
de trabajo o familiar. A lo mejor estamos luchando una y otra vez con el mismo pecado. Tratamos
de crecer pero volvemos a caer constantemente. Confesamos, tomamos decisiones, nada parece
funcionar. Estamos listos para resignarnos en secreto al saber que nunca lo venceremos.
El desierto es el lugar de la tentación. Fue en el desierto donde Jesús enfrentó la tentación
de dejar de hacer la voluntad de su Padre, de tomar un atajo para dominar los reinos de este
mundo en lugar de la ruta de la cruz. Es en el desierto donde enfrentaremos el asunto de la
perseverancia. El desierto es el lugar donde solo el que es paciente puede continuar. ¿Cuántas
veces hemos “aventado la toalla” en las situaciones difíciles?
EL DESIERTO ES EL LUGAR DEL AMOR DE DIOS
Por extraño que parezca, el desierto ofrece una oportunidad única para experimentar la
profundidad del amor de Dios.
En realidad la ruta del desierto fue diseñada para ser un lugar en el cual Dios estuviera
presente con su pueblo para que ellos llegaran a conocerlo y a confiar en Él.
Que nos amen cuando nos sentimos bien es bueno, pero que alguien nos ame cuando nos
sentimos fracasados, feos, rechazados, amargados, débiles, eso es vida para alguien que se está
muriendo por dentro, ESO ES GRACIA, la gracia que solo Dios puede dar.
El desierto es el lugar donde aprendemos a vivir por el amor de Dios.
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