En honor a nuestro querido Rev. Miguel A. Cruz Reconociendo sus sesenta y siete años en el Ministerio Mayo 5, 2007 Nací el 12 de junio del 1927 en la ciudad de Aibonito, Puerto Rico. Hijo de Pepe Cruz y Ramona Burgos. A la edad de 3 años, siendo yo el mayor de los hijos, mi padre abandonó a mi madre, pero eso no impidió que mi madre nos diera la educación que necesitamos tanto espiritual como material. Como religiosos se nos dio una educación religiosa cuyo fue la doctrina del Catolicismo Romano. A la edad de 13 años salimos de mi pueblo Aibonito hacia la zona metropolitana que incluía Rió Piedras, Santurce y San Juan, la capital de Puerto Rico. Por primera vez empecé a oír el mensaje de la Palabra de Dios. Debido a que se me había enseñado que los llamados aleluya que andaban con el libro negro debajo del brazo eran herejes o hijos del diablo. Pero gracias a Dios que al lugar que llegué inmediatamente la propaganda Cristiana empezó a llegar a mis oídos y las invitaciones para ir a las iglesias protestantes. Tanto la iglesia Bautista, como la iglesia Pentecostal empezaron a hacerme invitación a sus iglesias. A través de las amistades que hacia en la iglesia pentecostal, me ponía de acuerdo con ellos, si me acompañaban a la iglesia católica yo iría con ellos a la iglesia pentecostal. Se me regaló un Nuevo Testamento y por primera vez empecé a estudiar la Palabra de Dios, la cual me fue sacando del error de mis caminos. En el 1940 entregué mi vida al Señor y por vez primera sentí un cambio radical en mi vida. La paz y el gozo empezaron a llevar mi alma y aquel complejo de inferioridad que había en mi ser fue desapareciendo de mi vida y comencé a vivir una vida de gozo y paz. Este es el cambio que se produce cuando Cristo entra a nuestra vida. Comencé a cumplir en mi vida ciertos requisitos que se necesitan para convertirse en un seguidor de Jesús. El había dicho el que quiera ir en pos de Mi niéguese a si mismo, tome su cruz y sígueme y el que no dejare padre, madre, esposa, hermanos, hijos por causa de mi, no puede ser mi discípulo. Empecé a dormir al intemperie pues no quería causarle malos ratos a mi madre. Seguí haciendo la voluntad de Dios y andando en Sus caminos. Mientras caminaba en los caminos de mi Dios, las pruebas empezaron a caer sobre mi vida. No tenía donde vivir, donde dormir, donde comer, pero de todas esas pruebas Dios fue mi suplidor. En el 1947, el Seminario Teológico Defensores de la Fe abrió sus puertas para que yo entrara a estudiar Su Palabra de acuerdo como yo le había pedido al Señor. Durante el primer año Dios me usó para levantar el primer ministerio en la barriada de Venezuela en Rió Piedras, PR. Dando la honra y Gloria a Dios fui usado por el Señor de tal manera que cuando la Iglesia Defensores de la Fe de Isla Verde se quedó sin pastor, fui enviado a pastorear aquella iglesia donde las bendiciones de Dios continuó acompañándome. Luego el pastor de Isla Verde que se había ido a Ciales regresó, la junta directiva me pidió que si podía irme a la obra en Ciales, y accedí a la petición. Mientras pastoreaba la iglesia de Defensores de la Fe en Ciales iba y venía, durante la semana estudiaba y los fines de semana pastoreaba. Allí también Dios me dio la victoria bendiciendo en gran manera aquella iglesia. De allí sentí el llamado de parte de Dios para ir a Manatí a levantar una obra. Dios me permitió levantar Su obra allí y la bendición de Dios no faltó. En el Año 1949 terminé el curso de tres años en el seminario. En 1950 contraje nupcias con Ramona Cordero y en ese mismo año nos mudamos a la ciudad de Nueva York. Tuvimos dos hijas, Esther y Norma Cruz. Ramona Cruz fue mi compañera durante 50 años. En el 1952, enlisté en el ejercito de los estados unidos por dos años. Estando en Alemania le pedí al Señor que si me sacaba de alli, pues mi vida estaba peligrando espiritualmente, volvería a reincorporarme a Su obra. Dios me concedió esta petición y en 1955 salí del ejercito y volví a Nueva York donde el Señor me permitió levantar la obra de Lirio de los Valles. Dios me bendijo ganando almas para Cristo. Dios me permitió unir esta obra con el Concilio Los Defensores de la Fe. Lugo pedí al movimiento que enviara un pastor allí. En el 1965 me mudé a la ciudad del Bronx, Nueva York, donde me establecí con mi familia. En el 1966 Dios me llamó a levantar la obra, Camino al Cielo. En el 1970 nos mudamos a nuestro propio templo en el 1689 Clay Avenue. Aquella obra preciosa, que durante todo el tiempo ganábamos muchas almas para Cristo, se desarrollaron pastores que hoy día pastorean sus propias iglesia; para mencionar alguno de ellos: Rev. Juan Meléndez, Rev. Mejias, Rev. Lugo y Rev. Gladys López. Por causas de salud mi compañera Ramonita Cruz, partió con el Señor y me trasladé al estado de Virginia donde persevero junto a mi familia en la Iglesia Oasis de Vida, la cual es pastoreada por la Rev. Gladys López, la cual fue una alma ganada para el Señor en la iglesia que yo pastoreaba, Camino al Cielo. Considero esta obra Oasis de Vida es una continuación de mi ministerio que Dios me permitió levantar, la Honra y Gloria sea para Dios. El año pasado Dios me permitió casarme. Estoy viviendo una vida feliz con mi esposa Sonia Castellanos la cual Dios ha puesto a mi lado que cuide de mi. En mi oración le pido a Dios que me haga uno de sus jornaleros y que me conceda la gracia de ser un canal de bendición y que hasta que El me llame para estar con El, que en lo poco que yo pueda hacer para El pueda seguir ganando almas para Su Reino. Agradezco a mi familia; mi hija Esther, su esposo Cecilio, a mis nietos Michael y Nathaniel, a Saurie, su esposo Víctor, mis bisnietos, Shadayra, Dalisha y Richard por los cuales oro a Dios para que Su bendición sea con ellos. Incluyo a mi hija Norma Elizabeth y su esposo Raymond Plaza que habitan en Nueva York. Gracias a Dios todos perseveran en el Señor de acuerdo a la enseñanza que se les enseñó. Gracias Señor por Tu infinita bondad y Tus grandes misericordias. Por haberme guiado en Tus caminos hasta aquí y por haberme concedido vivir todos estos años hasta aquí. A Ti es la Honra y la Gloria por los siglos de los siglos, Amen.