164e LA RED FAMILIAR DE EMPRESAS DE ORIGEN HISPANO-MONTAÑÉS ESTABLECIDAS EN MÉXICO EN EL SIGLO XIX. ASPECTOS ECONÓMICOFINANCIEROS Francisco Javier Jimeno de la Maza* Departamento de Economía Financiera y Contabilidad Universidad de Valladolid, España Mercedes Redondo Cristóbal Departamento de Economía Financiera y Contabilidad Universidad de Valladolid, España. María de los Ángeles Zárate Loyola Facultad de Contaduría y Administración Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), México Área temática: e) Historia de la Contabilidad Palabras clave: historia empresarial, montañeses, México 1 LA RED FAMILIAR DE EMPRESAS DE ORIGEN HISPANO-MONTAÑÉS ESTABLECIDAS EN MÉXICO EN EL SIGLO XIX. ASPECTOS ECONÓMICOFINANCIEROS. Resumen Partiendo del análisis de distintas fuentes historiográficas, el presente trabajo pone el foco en varias de las iniciativas empresariales establecidas en México a lo largo del siglo XIX que fueron impulsadas por redes familiares originarias de los valles del norte de España comprendidos en la zona que antaño era conocida como “Montañas de Santander”. Los estudios que nos preceden han documentado ciertas características comunes de estos negocios que permitieron el éxito de la aventura emprendedora y que condujeron a que los clanes familiares que los promovieron ascendieran a la élite económica en la sociedad mexicana de la época. Nuestra contribución hace especial referencia a los aspectos económico-financieros de las iniciativas empresariales, terreno hasta el momento relativamente poco explorado, debido en gran parte a las dificultades de obtención de fuentes documentales que contengan información contable y de carácter comercial relativa a las entidades estudiadas, así como por la dispersión geográfica de los archivos en que se depositan algunos de dichos datos. Se ha optado por la teoría institucional para dar soporte al argumento de que la red empresarial de los clanes montañeses incorporaba unas características singulares que fueron el elemento determinante para conseguir el control de algunos recursos estratégicos, así como para lograr ventajas competitivas que permitirían el éxito de los negocios, reproduciéndose el esquema organizativo a través de una cadena de reemplazo basada en lazos de paisanaje y de parentesco, hasta su ocaso en el siglo XX, con el agotamiento de un modelo endogámico de conglomerado empresarial que ya resultaba inapropiado para el entorno. La metodología aplicada se fundamenta en el estudio de dos casos de los que se ha conseguido diversa información que ha sido recopilada de distintas fuentes españolas y mexicanas, analizándose por un lado las actividades empresariales de la familia De la Maza en el Estado de San Luis Potosí, así como por otra parte las vinculadas al emporio de Ricardo Sainz, protagonista destacado y visible que durante lustros lideró múltiples iniciativas mercantiles, industriales y financieras. 2 1. Introducción Las relaciones económicas entre España y México a raíz del proceso de independencia de esta última nación ofrecen varios tópicos que han atraído la atención de distintas líneas de investigación de corte histórico-empresarial. El presente trabajo trata de uno de estos temas, centrándose en un ámbito que ha obtenido una apreciable difusión, aquel relacionado con la proliferación a lo largo del siglo XIX de iniciativas comerciales, industriales y financieras impulsadas y lideradas por clanes familiares de origen hispano que alcanzaron un protagonismo sobresaliente en el tejido productivo mexicano de la época. En concreto, el análisis efectuado se ha enfocado hacia el conjunto de negocios que se encontraban bajo el control de un grupo de emprendedores naturales de los valles situados en la zona del norte de España que en la época previa al proceso de delimitación provincial era conocida como “Montañas de Santander”1, de lo cual deriva el apelativo de montañeses con el que se designa a un colectivo que también en su tierra de origen se asocia a menudo con la etiqueta de “indianos”. La iniciativa y promoción de las empresas radicadas en México que se han considerado en nuestro trabajo correspondían mayoritariamente a un grupo de emigrantes españoles que mantenían lazos familiares fuertemente endogámicos (los cuales permitían la reproducción natural y el reemplazo de la cabeza visible de los negocios), y que proceden en casi su totalidad de lo que hoy en día serían el valle de Ruesga, el valle de Soba y el municipio de Arredondo, en la actual Cantabria2. El entramado empresarial de origen hispano asentado en México del que nos ocuparemos fue desarrollado desde la época de la consecución de la independencia nacional y se prolonga con el mismo patrón organizativo hasta finales del siglo XIX, correspondiendo la etapa más intensa de estos negocios a la segunda mitad de la centuria. De entre las aventuras empresariales desarrolladas en el siglo XIX en México por la red de clanes familiares de origen montañés que hemos detectado, se han escogido dos casos en los que se ha estimado que concurren circunstancias especialmente aptas para el análisis de los aspectos relativos a la actividad patrimonial, económica y financiera. Por una parte, una de las razones de tal elección remite a que se haya conseguido en el transcurso de la investigación una recopilación suficiente de información oportuna, procedente de fuentes primarias y secundarias, tanto españolas como mexicanas. Por otro lado, y teniendo en cuenta los aludidos condicionamientos que impone la disponibilidad de documentación que se haya conservado y a la que se haya tenido acceso, ambos estudios de caso proporcionan una significativa descripción de las trayectorias empresariales de los montañeses en México, sirviendo de ejemplo muy destacable de la formación de una inmigración 1 Si bien no es la única acepción, puesto que, igualmente, hay referencias a las Montañas de Burgos, aunque quizá éstas sean más frecuentes en centurias anteriores al siglo XIX. Lo cierto es que a lo largo del tiempo se produce una evolución en la delimitación territorial que se halla condicionada por muchos factores administrativos, jurisdiccionales, de intendencia y de orden religioso. A su vez, algunos de esos condicionantes son cambiantes (división y adscripción parroquial o de feligresías) y tienen una especial relevancia sobre otros elementos (formación de padrones administrativos de hidalguía). Por otro lado, el debate sobre el alcance geográfico de las Montañas de Santander en cada momento histórico o la conveniencia de utilizar el gentilicio montañeses excede de las pretensiones del presente trabajo. No obstante, las fuentes históricas parecen avalar la pertinencia del empleo del término para definir a los originarios de la zona, que a menudo eran identificados de esta forma, como lo demuestra la razón social de un negocio emprendido por uno de nuestros protagonistas, Ricardo Sainz, cuya fábrica de hilados y tejidos ubicada en Tlalpan recibía el nombre de “La fama montañesa”. 2 En el antiguo régimen, Arredondo pertenecía administrativamente al Valle de Ruesga, hasta su segregación en el año 1822, contando desde entonces con ayuntamiento propio. 3 económica hispana de carácter elitista en el marco de la sociedad de la época. Adicionalmente, los rasgos particulares que definen a esas empresas mexicanas impulsadas por montañeses resultan muy ilustrativos, ya que la superposición de la institución familiar y de la red social de paisanaje de origen condicionaba el devenir del negocio en múltiples vertientes. A modo de muestra, puede citarse el ideario común de conservación patrimonial de cada unidad productiva individualizada, fundamentada en una endogamia familiar basada en nexos de parentesco y perpetuada a través de políticas matrimoniales, el apoyo financiero mutuo entre miembros de la red de montañeses, las combinaciones de fuertes vinculaciones comerciales y de altruismo, a través de instituciones sociales de apoyo mutuo, que se establecen entre la cadena de compatriotas, el mecenazgo cultural y el fomento de inversiones en infraestructuras y en servicios públicos y comunitarios, la reproducción, aprendizaje y sucesión organizada del negocio a partir de relaciones de consanguinidad y afinidad, o el desarrollo de nuevos proyectos inversores de expansión, que suponían la incorporación de innovaciones tecnológicas y que nacían de los esfuerzos colectivos y coordinados entre miembros de la red, así como del clan familiar en sentido extenso. El tema propuesto guarda un apreciable interés debido a que el mismo hecho de la aventura empresarial internacional es ya un elemento singular en la tradición histórica española, donde la emigración económica no se ha caracterizado precisamente por una vocación emprendedora en el mundo de los negocios. Complementariamente, el perfil que se observa en el devenir de los montañeses en México les acerca al imaginario del de la mitología del empresario hecho a sí mismo, el “self-made man” anglosajón (Valdaliso, 2004). Tampoco debe obviarse el papel de los montañeses en el proceso de desarrollo empresarial mexicano, pues resulta llamativa la importancia que adquirieron muchas de estas empresas en México, de forma que, tal y como se ha mencionado en líneas previas, se produjo el ascenso a la élite económica mexicana de un grupo de personas con raíces familiares comunes y que procedían de un ámbito geográfico muy concreto ubicado en el norte de España, de origen rural y que territorialmente no abarca demasiada extensión. Por añadidura, hay otros elementos de modernidad que no abundaban en el sistema económico convencional español del siglo XIX, como son: (1) la acumulación de capital que identificó a dichos negocios, (2) la introducción de innovaciones tecnológicas de vanguardia en el ámbito industrial, (3) la adaptación al marco jurídico mercantil mexicano (si bien cabe señalar que los códigos de comercio mexicanos promulgados en el siglo XIX cuentan con una influencia notable de la normativa española), y (4) las formas extendidas de organización interna que permitían combinar trabajo y conocimiento de la dirección de los negocios según un escalafón estratificado, a la par que flexible, que abarcaba figuras como las de dependientes, dependientes principales, gerentes administradores, apoderados y consignatarios, incluyéndose todas las funciones necesarias para articular una red de intercambios y de financiación. Igualmente, el mismo hecho del restringido espacio de procedencia pone de manifiesto la existencia de un sistema establecido e institucionalizado que pretendía dar continuidad en el tiempo a la cadena de reemplazo empresarial, recurriendo a otros miembros del mismo clan familiar que emigraban desde los mismos lugares de origen. Los nuevos inmigrantes que llegaban a México a través de un mecanismo de cadena respondían a la llamada de parientes y paisanos, que ya se encontraban radicados desde hace tiempo y, que en muchos casos, ya habían conseguido el éxito y una acumulación de suficiente capital para el impulso de la iniciativa mercantil. Así, los nuevos emprendedores surgen a partir del seno del grupo de parientes, desde la integración en la saga familiar al comienzo en los negocios y manteniendo 4 significativas interrelaciones si llegaba el momento de independizarse. Suplementariamente, un elemento diferencial básico de la red montañesa se fundamenta en el peso adquirido por la imposición de rígidas tradiciones del grupo familiar que caracterizaban a las iniciativas empresariales, donde, por ejemplo, la sucesión en el negocio, siempre que era posible, se había planificado, se producía como consecuencia de un retiro del anterior líder y se efectuaba por vía masculina, encomendando la responsabilidad de dar continuidad a la empresa a un pariente que durante años había venido preparándose para tal tarea en el seno del conglomerado mercantil. Así, el cobijo social que se aportaba al nuevo inmigrante se envolvía en el ámbito familiar extenso, con la promesa futura de sucesión al frente del negocio, normalmente cuando llegase la hora de que la persona que se hallase a la cabeza del negocio entendiese que el momento era oportuno. Por lo tanto, el proceso de formación desde la base de un líder futuro y el aseguramiento del reemplazo de nuevos nodos de la cadena migratoria formaban parte de un planteamiento organizativo intencionado. Otra muestra en la que se manifiestan esas reglas familiares es el caso de la política matrimonial del colectivo, orientada a la conservación de patrimonio del negocio y a impedir su división. La construcción de unos vínculos de confianza en las numerosas relaciones comerciales entre negocios de la red que se han podido documentar, o el apoyo mutuo altruista a través de instituciones de apoyo que abarcan todo tipo de aspectos de la vida del inmigrante montañés, conforman algunos de los rasgos esenciales para la dinámica empresarial que acaban explicando el éxito con el que se suele contemplar esta aventura colectiva de los indianos montañeses. Lo cierto es que la segunda mitad del siglo XIX es una época en la que el marco general de los derechos de propiedad y la esfera mercantil en México se desenvolvían en un entorno de incertidumbre, debido a las dificultades para hacer efectivos los derechos o cumplir con las obligaciones que derivasen de los contratos libremente establecidos entre partes interesadas. En contrapartida, las estrictas normas no escritas con que se regían estas instituciones familiares, concebidas como una unidad inseparable del negocio, suplían muchas de esas carencias, permitiendo acuerdos exitosos que se cimentaban en la confianza tejida entre los miembros de la red. De alguna manera, las leyes civiles relativas al ámbito familiar y las normas del grupo de parientes servían de salvaguardia y suplían la ineficacia operativa de la aplicación de una legislación mercantil que no favorecía el espíritu emprendedor. Todos los planteamientos expuestos acercan a los casos expuestos en el presente trabajo a determinadas proposiciones que encuentran fácil encaje en las teorías institucionales a las que a menudo se ha recurrido en el ámbito de la historia empresarial. Así pues, en el desarrollo de nuestra investigación, extendiendo contribuciones precedentes, y a partir de la documentación que se ha podido obtener, se ha procedido a una reconstrucción descriptiva y en su contexto de determinados aspectos contables, económicos y financieros de algunas de las múltiples iniciativas de la red de montañeses que radicaron en México durante el siglo XIX, con el fin de ayudar a componer una historia empresarial más precisa de este fenómeno de negocios familiares de origen hispano que se concentraron en aquel período. La metodología aplicada se fundamenta en el estudio de dos casos de los que se ha conseguido información empresarial recopilada de narrativa complementaria obtenida de distintas fuentes y archivos españoles y mexicanos, analizando por un lado los negocios constituidos alrededor de la rama de la familia De la Maza en el Estado de San Luis Potosí, así como por otra parte el emporio vinculado a Ricardo Sainz, protagonista destacado y visible que durante lustros lideró múltiples iniciativas mercantiles, industriales y financieras. 5 El resto del trabajo se estructura de la siguiente forma: a continuación se considera la aplicación de ciertos planteamientos del marco teórico institucional a los casos escogidos para el estudio; seguidamente, y tras el análisis de algunos rasgos generales de interés para caracterizar a los negocios de origen montañés radicados en México durante el siglo XIX y a raíz de la independencia de la nación, se efectuará un recorrido más pormenorizado por las empresas de las que se tiene conocimiento de los dos grupos familiares escogidos, el liderado en un principio por Santos de la Maza y el que tenía al frente a Ricardo Sainz (ambos naturales de Ogarrio, en el Valle de Ruesga, y parientes lejanos entre sí). Por último, se extraen algunas de las conclusiones de los casos analizados. 2. El marco de la teoría institucional y su aplicación al ámbito de estudio elegido. Los principales rasgos particulares con los que se puede caracterizar a la red familiar de empresas de origen montañés establecidas en México a lo largo del siglo XIX contienen ciertos elementos que cabe contemplar a la luz de planteamientos derivados de los desarrollos de la teoría institucional, la cual ha sido utilizada en varias contribuciones previas de la literatura, a modo de soporte explicativo de la historia de las organizaciones empresariales (Baskes, 2005). La idea básica remite a la superposición de la institución familiar, organizada rígidamente de una determinada manera específica, por encima de un marco institucional empresarial que mostraba unas señaladas debilidades contextuales, de una forma tal que ese solapamiento permitiese la apertura del negocio a unas mayores posibilidades de ganancias de eficiencia comparativa en el desempeño de la actividad productiva, en el momento en que se privilegia la aplicación de las reglas familiares (Walter, 1991). En consecuencia con lo expuesto, se podría suponer que esas estrategias fuertemente asentadas en la institución familiar y en los lazos de parentesco supusieron una ventaja que situó a muchos negocios montañeses en la vanguardia productiva de su época, con unos crecimientos estimables, disponiendo de una tecnología relativamente avanzada y posibilitando el control de importantes recursos en el territorio en que se asentaron, fomentando la acumulación de capital y favoreciendo el acceso a los incipientes sistemas financieros (Lizama y Valerio, 2006). De acuerdo a una perspectiva contractual, muchas de las reglas del grupo familiar guiaban el inicio, la negociación, la adaptación o la terminación de las transacciones y contratos en el ámbito de unos negocios que eran impulsados desde el seno de la propia familia, sin que quepa concebir una separación clara entre ambos espacios. Es posible constatar que ciertas normas familiares asumidas férreamente por el colectivo y que pautaban algunos aspectos clave de la actividad empresarial (conservación patrimonial, sucesión, promoción, establecimiento de relaciones comerciales, nuevas inversiones y un largo etcétera) se convirtieron en uno de los factores determinantes para obtener el control de ciertos recursos estratégicos (materias primas, acceso a determinadas industrias, habilitación de crédito y financiación). A su vez, el dominio de los recursos clave sirvió para la acumulación de capitales financieros y para el logro de ventajas competitivas respecto al entorno de actuación. El mecanismo no era novedoso, sino que daba continuidad al antecedente de la imagen tradicional de controlador de recursos que el montañés se había labrado en la época colonial de México, por su estatus de hidalguía casi universal en el antiguo régimen hispano, que facilitaba el acceso a privilegios de la corona, y que Lida (1994) denominaría inmigración privilegiada. 6 De esta forma, un estudio y posterior análisis de múltiples fuentes primarias y secundarias demuestra de forma recurrente que hay multitud de negocios instalados en México durante la segunda mitad del siglos XIX, varios de ellos de renombre, que se encuentran controlados por personas cuya procedencia debe situarse en el norte de España, con una significativa proporción de nacidos en las comarcas cántabras rurales bañadas por el río Asón3. Puesto que en la época colonial las generaciones de ancestros de esas personas habían ocupado cargos de administración relevantes, la transición hacia una burguesía comercial y emprendedora fue simplemente la evolución adaptativa a un territorio muy amplio, que ofrecía grandes oportunidades y con un vecino en el norte muy activo en cuanto a intercambios económicos. Así pues, el inicio de acumulación de capital procedería normalmente de un monopolio o cuasimonopolio colonial, pero, una vez consumada la independencia de la nación, la iniciativa económica montañesa se orientó hacia una actividad mercantil intensa. Como señala Cerutti (1999), gestión comercial y movimientos empresariales fueron inseparables, ya que tiendas de abarrotes y casas de comercio que daban salida a la producción rural (también controlada a través de las haciendas) constituyeron una base de negocio que se prolongó hacia las finanzas, componiendo con el tiempo un sistema bancario formalizado en el México porfiriano. Monroy (2004) destaca el papel determinante de los comerciantes en San Luis Potosí en el siglo XIX, ya que extendieron sus actividades a la industria textil, a la minería, al establecimiento de casas de moneda, al control de haciendas e incluso a las obras públicas. La consecuencia de este patrón organizativo fue el éxito colectivo de muchos de estos negocios, lo que subsecuentemente condujo hacia la élite económica mexicana a los montañeses más prominentes y que evidenciaron alta capacidad de adaptación al contexto, reproduciéndose el esquema a través de una cadena basada en lazos de paisanaje y de parentesco que también fomentaba el capital relacional que surgía de los vínculos establecidos entre los nodos de la red4. Durante la segunda mitad del siglo XIX, esas reglas familiares que impregnaban la práctica gestora sustituyeron a unas débiles normas jurídico-mercantiles que difícilmente garantizaban el cumplimiento contractual y el aseguramiento de unos derechos de propiedad que se evidenciaban escasamente protegidos. Dentro de las posibilidades del marco institucional mexicano de la segunda mitad del siglo XIX, la forma organizativa interna de las iniciativas montañesas y la red externa que se tejía entre los negocios de sus paisanos constituyó una forma organizativa eficiente, moderna, liberal y descentralizada a través de la que fluían adecuadamente mercancías y capitales. Además, la apertura del régimen porfirista estimuló la concentración de capitales en torno a industria textil, el tabaco o las actividades crediticias, junto al desarrollo de infraestructuras como ferrocarril, electricidad o traída de aguas que eran fundamentales para los negocios de vanguardia. Este modo de operar en la actividad empresarial de origen montañés continuó hasta su ocaso en el siglo XX, con el agotamiento de un modelo endogámico de conglomerado de negocios que ya resultaba inapropiado para un entorno más moderno (Gamboa Ojeda, 2006). 3 La altísima tasa de emigración que se produjo en una localidad como Arredondo llevó a que fuese conocida con el sobrenombre de “la capital del mundo”, como se expresa orgullosamente en un cartel informativo que existe a la entrada de este pequeño núcleo de población. Asimismo, el continuado trasvase de capital humano dio lugar a fenómenos como el de la rica arquitectura colonial e indiana que adorna estos valles, que fue fomentada por los retornados al estilo de las tierras que les habían acogido durante su etapa productiva. 4 El rastro de la correspondencia comercial que se conserva permite documentar que los asentamientos de españoles dedicados a la actividad empresarial radicados en diferentes poblaciones mantenían comunicación permanente, tanto para cuestiones mercantiles como para otras que pueden entenderse de interés colectivo. 7 El refuerzo de los intereses grupales se consolidaba a través de la pertenencia a redes sociales de cooperación y ayuda mutua entre inmigrantes (Marichal, 2010), donde los propios comerciantes, normalmente los de mayor prominencia, ocupaban puestos en la juntas directivas. La creación de instituciones benéficas5, de cooperación mutua y de mecenazgo que estaban asociadas al entramado empresarial montañés era otra de las formas de aumento del “capital relacional” de las organizaciones que fue empleada para potenciar la capacidad y los recursos empresariales mediante una conciencia grupal de cohesión patriótica española, pero también de compromiso con la sociedad mexicana de entonces. Sirva como ejemplo referido a los dos casos que contemplaremos que el propio Ricardo Sainz, en calidad de presidente del Casino Español de Mexico, propondría la formación de una Junta Patriótica en Ciudad de México encargada de recaudar fondos para la guerra de España en Cuba, y a la iniciativa se sumarían los herederos de los negocios de la familia De la Maza en San Luis Potosí (Ortelli, 1998). Como conclusión de los argumentos aportados, podría decirse que los rasgos básicos que caracterizaron los negocios de los montañeses en México y que pueden ser contemplados como elementos que encajan en las proposiciones del marco teórico institucional serían los siguientes: (1) Espíritu empresarial de adaptación al medio. (2) Incorporación de tecnológica moderna e innovadora. (3) Movilidad de recursos en un amplio espacio geográfico, conectando mercados. (4) Diversificación horizontal. (5) Opción por iniciativas que requieren fuertes Inversiones de capital. (6) Articulación en forma de red basada en relaciones de confianza otorgada por lazos de parentesco y de paisanaje. (7) Implicación en filantropía, a la imagen anglosajona y en inversiones en infraestructuras públicas. (8) Mantenimiento de lazos estrechos con el poder político. (9) Participación activa en los canales de financiación del sistema productivo. 3. Recorrido por la iniciativa empresarial de la familia Sainz de la Maza en San Luis Potosí. La concienciación gestora respecto a los aspectos económicofinancieros del negocio como elemento de modernidad. El estado de San Luis Potosí vivió un período de estabilidad y crecimiento económico a finales del siglo XIX que supuso un fortalecimiento institucional, la promoción de la inversión extranjera, instrumentada a través de un círculo cerrado de familias, y la mejora en las infraestructuras (Monroy y Calvillo, 1997). En consecuencia, durante ese período, y gracias en buena medida a la importancia estratégica de las minas argentíferas, San Luis Potosí mantuvo un papel geopolítico y económico destacable, y en este último ámbito sobresalió una élite de empresarios y comerciantes cuyos orígenes hispánicos estaban estrechamente vinculados por lazos de parentesco y paisanaje montañés. Entre todos ellos destacaría Santos Sainz de la Maza y Ezquerra de Rozas (Ogarrio, Cantabria, 1811- Utrera, Sevilla, 1873) que fue la cabeza visible que ejerció el liderazgo empresarial en los múltiples negocios de su familia desarrollados en San 5 Entre otras, el Casino Español de México, la Sociedad Montañesa de Beneficencia o la Junta Española de Covadonga. 8 Luis Potosí, México, a donde llego en 1822, con apenas 11 años de edad. La saga familiar tenía un eslabón previo en sus tíos los Gutiérrez Solana, asentados como residentes en Catorce (San Luis Potosí) desde 1828, dedicados a la minería y exceptuados de los decretos de expulsión de extranjeros promulgados (Monroy, 2004). La cadena empresarial continuó con su hijo Gregorio y otros parientes hasta el declive de la minería potosina, tras lo cual los negocios familiares se centrarían casi exclusivamente en España, ya entrado el siglo XX, con unas pautas completamente diferentes de actuación, si bien hay consenso en los estudios previos en que el fabuloso capital indiano acumulado por el clan De la Maza en México posibilitó esas iniciativas fuertemente enfocadas a la adquisición de fincas situadas en el sur español para vivir de las rentas que generasen, con alguna inversión en industrias agroalimentarias (Florencio, 2001). La tupida red de otros parientes instalados en esta y otras áreas de México que hemos encontrado con los que en algún momento tuvo relación mercantil sería interminable de relatar. En 1835 se empieza a tener noticia de su participación activa al frente de negocios de minería y en 1840 contraería matrimonio con la viuda de uno de sus tíos, existiendo divergencia en las fuentes consultadas sobre si se celebró en Matamoros o en Nueva Orleáns. Dada su complejidad, resulta difícil de desentrañar la maraña de negocios tejida en torno al clan De la Maza y que hemos logrado documentar, al menos si se toma como punto de partida el inicio de la actividad de Santos y de sus hermanos Francisco y Pedro, que también emigraron, y se abarca hasta el período que llega a los primeros años del siglo XX. Las fuentes principales de información que permiten efectuar una reconstrucción del emporio serían el protocolo notarial del testamento de Santos de la Maza y el manuscrito con las memorias de su gerente, administrador y colaborador a lo largo de gran parte de la actividad empresarial Vicente Irízar, que tituló “Ligeros apuntes de la vida mercantil y minera”, describiendo puntillosamente múltiples aspectos de índole económico-financiera de los negocios y conteniendo a menudo referencias a la contabilidad como soporte instrumental de la adopción de decisiones importantes, lo cual constituye una visión sorprendentemente moderna del enfoque utilitarista, especialmente en el ámbito de la gestión. En la tabla I se reflejan algunas de las actividades empresariales del grupo familiar de acuerdo a una sistematización de elaboración propia. Puede apreciarse plenamente que en este caso se manifiestan claramente algunos de los principales rasgos que caracterizan a las iniciativas desarrolladas por montañeses y que se mencionaron en apartados previos. 9 TABLA I. Negocios emprendidos por la familia De la Maza que se han documentado en la segunda mitad del siglo XIX. Rama de actividad Agropecuaria Comercial Industrial Minería Recurso / Actividad /Inversiones Observaciones Haciendas de acopio, transformación, almacén y distribución de maíz y mezcal y ganadería. Entre ellas: - La Pastoriza - Palo Blanco (Francisco de la Maza) - Zamarrita (Francisco de la Maza) - Aguadulce (Francisco de la Maza) - Sauceda de la Borda, en Zacatecas - Inmueble del Algiver (dudoso) - Casa de comercio y mercantil y banco de avío (plata, géneros y bebidas) - Tienda de raya (establecimiento de crédito para el abasto básico, ubicada junto a las fábricas o haciendas y donde los obreros o campesinos eran obligados a realizar sus compras) Carbonera, Matehuala, SLP - Sucursal “La Aurora” (Pedro de la Maza, hermano de Santos) - Expendeduría de tabacos Tercena de la Fama. Real de Catorce, SLP -Casa en Cedral. - Tienda de ropa (a cargo del cuñado de Santos de la Maza e hijos) - 40% de participación en sociedad comanditaria de exportación de plata Maza-Larrache (a través de embarque en Matamoros) Fábrica de hilados y tejidos Santa María del Carmen (Matehuala), producción de lanas Intereses mineros en las siguientes compañías: - Unión Catorceña, S. A. (Real de Catorce, SLP) -Unión Potosina (Real de Catorce) - El Tiro General (Charcas) - Compañía Minera San Agustín (Real de Catorce) - Compañía Minera La Aurora (Cedral) - Compañía Minera Santa Ana (Real de Catorce) - Compañía Minera El Refugio y Socavón de la Luz (Real de Catorce) - Compañía Minera El Señor de la Humildad y Anexas (Real de Catorce) - El Tiro General de Charcas (Charcas) - Cerro del Cobre (Charcas) 10 Adquisición de tecnología en Estados Unidos para modernización de los cultivos (1883) En 1875 se documentan operaciones con un español residente en Matamoros, dedicado fundamentalmente a importación y exportación de Algodón con conexiones con Texas, Nueva Cork, La Habana, Burdeos, Liverpool y Barcelona. La clave de la intervención de la casa Maza reside en sus actividades mineras y en la muy apreciada plata mexicana en las transacciones mercantiles. En 1850 se constituye la sociedad por acciones Unión Catorceña, controlada por los hermanos Santos y Francisco de la Maza. En 1885 se haría cargo el sobrino de ambos Joaquín de la Maza (hijo de otro hermano llamado Juan que vivía en Ogarrio) convirtiéndose en la principal compañía minera de Real de Catorce. - Contaba entre sus activos con un ferrocarril propio para el transporte y para la comunicación entre labores (valoración al coste de 300.000 pesos) - Primera compañía en utilizar tecnología de aire comprimido, encargada su fabricación en San Francisco (EE.UU). En explotación Santa Ana: - Se incoporaron tecnologías hidráulicas de arrastre de cargas innovadoras para la época (400.000 pesos invertidos) - Otras inversiones en maquinaria por importe de 532.000 pesos - Electrificación pionera con una planta de 350 caballos de potencia. Inversión de 5.000.000 pesos - Gastos de explotación: 2.452.000 pesos - 50% acciones en Casa de la Moneda San Luis Potosí - Casa de la Moneda de Real de Catorce (1863-1866) Casa de la Moneda - Con su entrada en la propiedad, Santos de la Maza decide la mecanización de la casa de la moneda de San Luis Potosí con maquinaria de Philadelfia (EE. UU.), aprovechando la ruta de exportación de plata abierta a través de Matamoros. Agiliza las gestiones para que se instituya una casa de la moneda en Catorce y la maquinaria se instale allí - La casa de moneda de Real de Catorce llegó a acuñar 1,500.000 pesos - “Deudas activas” (en realidad, créditos), algunas “antiguas” y “de dudoso cobro” y deudas pasivas. - Gregorio de la Maza (hijo de Santos), accionista del Banco de Guanuajuato Financiera y en 1902 crediticia - Gregorio de la Maza, responsable de la agencia en Mineral de la Torre del Banco Mercantil Mexicano, que empezó a operar en 1882 (en cuyo consejo de administración se encontraba Ricardo Sainz) Fuente: elaboración propia A partir de 1850, que es el momento en que Vicente Irízar asume el escritorio del banco de avío de la casa De la Maza, y por consiguiente, se produce su intervención activa en las cuentas de los negocios, se puede disponer de un mayor grado de información sobe la situación patrimonial y los gastos que comportaban las distintas actividades empresariales. Asimismo, de esta forma hemos llegado a conocer que parte de la documentación se perdió como consecuencia de las circunstancias convulsas del entorno, que dieron lugar a motines y revueltas, en los que la sede de administración también se vio envuelta. En aquella época, el capital social de la principal casa comercial ascendía a 400.000 pesos, y el activo se hallaba comprometido por un elevado volumen de créditos de dudoso cobro, las haciendas “La Carbonera” y “La Pastoriza” y existencias en plata sin amonedar. De lo anterior se deduce que parte de las haciendas se encontraban integradas en el balance de la casa De la Maza, y no se constituían como unidades autónomas a efectos contables. Como contrapartida al pago de uno de esos créditos considerados de dudoso cobro, se adquirió la tienda de abarrotes “La Abundancia”, que pasó entonces a convertirse en la sede principal del conglomerado de negocios familiares. Cabe destacar, por otro lado, la consignación en las cuentas de partidas correspondientes a gastos y pérdidas derivadas de la inseguridad reinante, de manera que, en una ocasión, unos salteadores se hicieron con cerca de 840.000 pesos, a lo cual hay que añadir los desembolsos destinados a armar a los obreros con rifles importados de Missouri (EE.UU.), para ocuparse de una protección que los poderes públicos eran incapaces de garantizar. Incluso uno de los tres hermanos, Pedro de la Maza, murió asesinado en Matehuala. Igualmente, debe hacerse referencia a los “préstamos forzosos”, esto es, contribuciones que los destacamentos del ejército exigían para evitar represalias, y que daban lugar a negociaciones para conseguir una rebaja, ocasionándose a la sazón, en una de estas situaciones, el encarcelamiento de Santos de la Maza, hasta que se llegó a un acuerdo con el mando de la tropa sobre la cantidad a pagar para liberarlo. La condición de empresarios extranjeros también creó dificultades ante la situación de inestabilidad generada por el anunció de la suspensión de los pagos de la deuda externa mexicana en 1861. Como respuesta, Francia, Reino Unido y España formaron una alianza y anunciaron su intención de enviar tropas a México, llegando a Veracruz en 1862. 11 Desde 1857, Santos de la Maza realizaba gestiones para erigir una casa de la moneda en Real de Catorce, efectuando en 1863 un desembolso inicial de 400.000 pesos para adquirir los terrenos ubicados en la plaza principal, que más tarde se verían incrementados en una cuantía similar, con el objeto de ampliar la propiedad. En funcionamiento, desde 1863, en 1866 el emperador Maximiliano ordenaría clausurar la casa de la moneda, que nunca se volvería a reabrir. A la muerte de su hermano Pedro, Santos creyó oportuno redactar testamento en Real de Catorce el que da cuenta detallada de su patrimonio empresarial y de los acuerdos de reparto de beneficios que afectan a las distintas actividades. En su testamento se contiene la siguiente cita: “Todo consta en los Libros y Balances, y cualquiera duda que pueda ocurrir, la desvanecerá él mismo6 y se pasará por lo que él diga en atención a la honradez y probada buena fe con que se ha manejado en el transcurso de veinticinco años que me acompaña, y que ha en ejemplar constancia en el trabajo, se deben en gran parte el aumento del capital con que cuenta la casa...”. En 1865 Santos de la Maza deja los negocios en manos de su hermano Francisco y se retira a Utrera7 (Sevilla, España), donde su hija Marciala se ha casado con Enrique de la Cuadra, hijo de otro indiano montañés que también se había establecido en San Luis Potosí. Practicados balances antes de su partida, la falta de disponible en efectivo motivada por las cuantiosas inversiones que han exigido las minas y la casa de la moneda provocan que en el momento del retorno apenas pueda llevarse Santos una suma mínima de efectivo. En 1867, la combinación de créditos dudosos, falta de liquidez y actividades que arrojan pérdidas sistemáticas conducen a una reordenación de los negocios familiares tras la que se produce la liquidación de los intereses en compañías algodoneras y en ciertas sociedades comanditarias, debiendo afrontarse casi 35.000 pesos en pérdidas. Cuando todavía no se ha completado esta liquidación, fallece Francisco de la Maza e Irízar debe hacerse cargo eventualmente de los negocios, hasta la llegada de dos sobrinos de Santos llamados Joaquín y Pedro, hijos de su hermano Juan, que permaneció en Ogarrio. La adecuada gestión de Irízar empieza a dar frutos en las actividades mineras, de tal modo que Santos de la Maza recibe en España unos fondos con los que adquiere unas fincas en Morón de la Frontera. En 1873 fallece Santos de la Maza y heredan sus hijos Gregorio, quien sin mucha convicción inicial acabaría incorporándose a la cabeza de los negocios mexicanos, y su hija Marciala. De acuerdo a Florencio (2001), la herencia de Santos de la Maza comprendía plata en barra, acciones de compañías mineras, haciendas de campo, títulos de deuda del gobierno mejicano y créditos, todo ello valorado, en 1875, en 4,66 millones de pesetas. En lo tocante a los negocios de San Luis Potosí, para gestionar la herencia de Santos de la Maza se constituiría una sociedad comanditaria de diez años de duración administrada por Irízar, aunque posteriormente el esposo de Marciala se echaría atrás y exige su disolución antes de tiempo, llegando al acuerdo de comprarle su parte Gregorio de la Maza por 400.000 duros en pagos de 8 anualidades. Debe resaltarse que cuando en 1894 Marciala quedase viuda Irízar tiene que acudir a poner orden e inventariar la herencia, puesto que “la contabilidad de Enrique de la Cuadra no existía ni había existido nunca. Solamente una especie de libro diario y los testimonios verbales de hombres de confianza”. No obstante, Florencio (2001) indica que la fortuna de la sociedad conyugal era por entonces probablemente la mayor de Sevilla. 6 7 Se refiere al contable y administrador Irízar, que acabaría emparentando con el clan De la Maza. Según González Echegaray (1981), el clima de la montaña no era beneficioso para su deteriorada salud. 12 Durante el Porfiriato, la cercanía al régimen y la influencia de los componentes del clan De la Maza empieza a ser notoria y conduce a que se conviertan en los principales empresarios del estado de San Luis Potosí. Entre 1892 y 1896 se produjo la modernización de la maquinaria destinada a la explotación Santa Ana, que ocupaba a 1.500 operarios y extraía 3.000 toneladas de mineral al mes, apadrinada su inauguración por la visita del propio presidente Porfirio Díaz. Las decisivas intervenciones del entonces administrador societario Irízar para acometer audaces inversiones tecnológicas llevaron a la extracción de minerales cuyo valor conjunto alcanzó los 25 millones de pesos entre 1885 y 1900, y un promedio de 3 millones de pesos anuales entre 1902 y 1904. Como contrapunto, las dificultades del grupo familiar vinieron de otro proyecto de inversiones cuantiosas y que originó controversia, el de la Empresa de Aguas de San Luis, dirigido a la construcción de la presa de San José. En 1896 empiezan las obras del túnel Ogarrio, que conectaba con el principal yacimiento de Real de Catorce, llamado así en recuerdo de Santos de la Maza, cuyo retrato figuraba en la entrada, que culminarían en 1901, con un desembolso de 2 millones de pesos. En 1902 fallecería Gregorio de la Maza en San Sebastián, España. La bancarrota que originó el túnel Ogarrio y el declive argentífero por la adopción del patrón oro y las iniciales emisiones de billetes marcó el fin de los negocios en México de la familia de la Maza, continuando los sucesores con otras actividades en España de perfil muy diferente a las que les dieron protagonismo en su aventura americana. 4. El protagonismo de Ricardo Sainz en el escenario económico del Porfiriato: actividades empresariales y filantrópicas de un emprendedor montañés comprometido. Ricardo Sainz Manteca Gutiérrez del Valle (Ogarrio, 1833-Ciudad de México, 1902) fue un personaje fundamental entre los indianos montañeses, al desarrollar innumerables iniciativas empresariales en México, al impulsar múltiples actividades filantrópicas y de beneficencia y al actuar como mecenas cultural de pintores y escritores destacados. Incluso llegó a implicarse políticamente, tanto en temas que afectaban a la situación española (por ejemplo, financió recursos destinados a la guerra de Cuba) como en cuestiones mexicanas, donde alcanzaría gran protagonismo durante el Porfiriato, convirtiéndose en asesor personal del presidente. Rechazó ocupar el cargo de la Secretaría de Hacienda que Porfirio Díaz le ofreció, por no renunciar a la nacionalidad española (Cano Andaluz, 2006). Igualmente, declinó aceptar el título de Marqués de Ruesga que le había creado expresamente la monarquía española, para concedérselo como recompensa a su trayectoria, en atención a la propuesta de tal distinción efectuada por el ayuntamiento de su localidad natal. Reclamado por su tío materno Dionisio José de Velasco Gutiérrez del Valle, cónsul de Veracruz conocido como el “padre de los españoles”, de acuerdo a Pereda de la Reguera (1968), Ricardo llega a México en 1848 (González Echegaray, 1981). Sin embargo, puesto que el clima veracruzano perjudicaba a Ricardo, decidió trasladarse para trabajar al servicio de otro de sus tíos, Manuel Gutiérrez de Rozas, en el zócalo de Ciudad de México, como dependiente en una empresa de papelería, material de escritorio e imprenta adquirida en 1849 de nombre genuinamente contable, “Al libro mayor”, fundada en 1832 por su primer propietario, el francés Teófilo Lerroux. La empresa alcanzó un lugar sobresaliente entre las de su ramo, al emplear tecnologías de vanguardia y contar con un surtido de productos innovadores que abastecía al por mayor y al por menor. 13 Ricardo Sainz pasa de empleado a empleado principal a la muerte de su pariente, cuando su viuda, Consolación Rionda de Bringas, extiende un poder general para que “el negocio y los giros de la casa” correspondan a Ricardo Sainz. Al año siguiente, Ricardo contraería matrimonio con la viuda de su tío. En 1875, la empresa ya era líder en su segmento de actividad, monopolizando prácticamente la producción de libros de contabilidad, junto a trabajos de encuadernación, suministro de colegios y almacenes, fabricación de papeles especiales para planos y dibujo, libros para oficinas, bufetes, formularios administrativos, trabajos de impresión para los estamentos públicos, hoteles, libros de oraciones y de lujo, así como daguerrotipos en metal y en papel. Con el transcurso del tiempo, la tecnología que “Al libro mayor” utilizaba en daguerrotipos y en impresión de libros de cuentas recibiría premios en exposiciones como las de París en 1900, Nueva York en 1901, o Saint Louis, Missouri, en 1904, donde recibió el galardón al mejor ejemplar de libro de contabilidad, según señala Cano Andaluz (2006), que cita el siguiente anuncio de prensa de la época: “Entre los libros de contabilidad figura un precioso ejemplar en la exposición de Saint Louis Missouri, el cual contiene tantos rayados como pueden necesitarse para llevar una contabilidad por partida doble”. En 1875 adquiere junto a Manuel Cordero, también de origen hispano, la fábrica de textiles “La fama montañesa”, que había arrancado en 1831 y estaba ubicada en Tlalpan, hoy en día integrado en Ciudad de México. Puesto que en ese momento ya se encontraba viudo, Ricardo contraería de nuevo matrimonio en 1876 con la hija de su socio, Guadalupe Cordero, nacida en México, con la que tendría cinco hijas. Al no haber tenido descendencia masculina, Ricardo Sainz optaría por el reclutamiento de sobrinos montañeses para dar continuidad a sus negocios, solicitando a cuatro de los hermanos Fernández Zorrilla que se estableciesen en México. De cerca de 3.800 metros cuadrados, la fábrica “La fama montañesa” reunía adelantos técnicos muy avanzados para su época, y llegó a emplear 300 operarios. Adicionalmente, las inversiones realizadas por Ricardo Sainz para adelantar a sus competidores le llevaron a traer maquinaria más moderna desde Nueva Orleans, a acometer una ampliación de la planta para incrementar la producción y a una electrificación de las instalaciones. Los importantes desembolsos podían ser sufragados sin problemas, dada la activa participación del propio Ricardo Sainz en el terreno de las finanzas (Trujillo, 1996). En las compilaciones administrativas de la época aparece en 1884 la solicitud de Ricardo Sainz para el uso de las aguas de los manantiales en su fábrica de hilados. “La fama montañesa” también se caracterizó por mostrarse comparativamente más avanzada socialmente que otras industrias fabriles de la época. Los trabajadores presentaron en 1877 al Ministerio de Gobernación un proyecto de reglamento interno que elaboraron y que establecía derechos y deberes de la propiedad y de los obreros. Sin embargo, el gobierno no pudo atender a la solicitud, por entender que no estaba facultado para imponer condiciones en el ámbito laboral a las empresas privadas. La actividad financiera constituye otro de los aspectos de relevancia entre las iniciativas emprendidas por Ricardo Sainz, pues intervino activamente junto a otros compatriotas de la red montañesa en la promoción de instituciones financieras mexicanas, en calidad de accionista y miembro del consejo de administración, primero en el Banco Mercantil Mexicano y posteriormente en el Banco Nacional de México (Ludlow, 1990). El Banco Mercantil Mexicano empezó a operar en 1882, con un capital inicial escriturado de 4.000.000 pesos, estando autorizado para la emisión, circulación, préstamo y descuento. Resulta llamativo que entre los accionistas también participaba el General Porfirio Díaz, encontrando representación asimismo los De la Maza establecidos en San Luis Potosí. Apenas dos años más tarde la entidad se fusionó con 14 otro banco en cuyo impulso también habían participado, con un señalado protagonismo, varias de las casas comerciales de origen cántabro. Como resultado, se fundó el Banco Nacional de México en 1884, también con Ricardo Sainz en el primer consejo de administración, y con un activo de cerca de 100.000.000 pesos (Álvarez Nieves, 2006). Ricardo Sainz desarrolló otras muchas actividades notables, poseía fincas, ranchos, minas e ingenios azucareros, e intervino indirectamente en negocios de parientes, a veces como socio capitalista, a veces financiando a un emprendedor en calidad de “padrino familiar”, vínculo espiritual de raigambre católica de gran importancia para los montañeses, que acabaría transmitiéndose a un mecanismo financiero nada desdeñable para acometer nuevos negocios. Asimismo, fue presidente de la Sociedad de Beneficencia Española, presidente del Casino Español de México, y formó parte de la dirección de la llamada Unión Mercantil, que representaba a los intereses de los empresarios del gremio de los abarrotes y posteriormente de todos los comerciantes de la República, encargándose de las labores de propaganda (sic) en Ciudad de México. En 1889 fue nombrado vicepresidente de la Junta Patriótica, para más tarde convertirse en presidente honorario. Estos son algunos de de los factores que convierten a esta persona en una pieza clave para explicar la dinámica de los negocios montañeses en México. A su muerte en 1902, en México, la nota necrológica escrita por el lebaniego Telesforo García para “El Correo Español”, uno de los diarios que se difundían entre las instituciones sociales de la colonia montañesa señalaba lo siguiente: “Jamás ninguna circunstancia de la vida pudo abatir su ánimo, jamás ninguna contrariedad ni ingratitud ninguna consiguió disminuir el abundoso manantial de sus beneficios a favor de sus necesitados. Guardan de ello grata y piadosa memoria el valle donde naciera, la provincia de Santander, el pueblo de Tlalpan, en México, nuestra Beneficencia, nuestro Casino, la Junta Patriótica, varias sociedades de caridad y protección, escuelas, viudas, huérfanos, desvalidos (...) de claro entendimiento, de actividad y energía inagotables, lo que sus hermanos, ilustres catedráticos, consiguieron en la esfera de las ciencias naturales y exactas, lo consiguió él en la esfera del trabajo. Quiso el gobierno patrio distinguirlo con un título de Castilla y nuestro Don Ricardo, noble por su alma, noble por sus actos, noble por sus aspiraciones, declinó tal honra, porque consideró que sobre todos los escudos y blasones puede y debe flotar el bastón de una vida sin mancha”. La última referencia hace indicación del Marquesado de Ruesga al que renunció. Sus sobrinos y los descendientes de estos continuaron con las actividades empresariales, aunque los planteamientos fueron evolucionando con el tiempo, pudiendo reseñarse que el germen de “Al libro mayor” derivó en una multinacional papelera (Domiguez, 2005). 5. Conclusiones Los negocios emprendidos en México a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX por los grupos familiares de origen montañés presentaban un patrón de características diferenciales que fueron capaces de otorgar una ventaja estratégica a las iniciativas empresariales en el contexto en el que actuaban. La superposición de un esquema de normas que surgían en el marco de la institución familiar permitió una acumulación de capital financiero, un control de recursos clave, el mantenimiento de un principio de conservación patrimonial y el reemplazo y sucesión ordenada al frente del conglomerado de negocios. Asimismo, la combinación de esas fórmulas específicas de organización interna con una articulación externa en forma de red 15 incrementaba el capital relacional, favoreciendo un flujo de mercancías y de capitales que prolongaba la actividad mercantil inicial hacia el ámbito de las finanzas. Los ejemplos analizados, que corresponden al conjunto de negocios pertenecientes a la familia De la Maza y al emporio liderado por Ricardo Sainz, ponen de manifiesto algunas de las circunstancias más destacables que han sido reseñadas como distintivas de los emprendedores montañeses. La modernidad, la introducción de innovaciones tecnológicas, la capacidad de adaptación al medio, la diversificación productiva o la opción por estrategias fuertemente inversoras posibilitaron el éxito de muchas de estas iniciativas empresariales desarrolladas por grupos familiares de origen montañés hasta bien entrado el siglo XX, conduciendo a algunos de los más prominentes emprendedores hacia las elites económicas de la sociedad mexicana de la época. Referencias bibliográficas Álvarez Nieves, R. (2006): “La presencia cántabra en instituciones financieras de Ciudad de México, 1881-1930”, en Domínguez Martín, R. y Cerutti Pignal, M. (eds.): De la colonia a la globalización: empresarios cántabros en México, pp. 47-74, Universidad de Cantabria, Santander. Baskes, J. (2005): “Colonial institutions and cross-cultural trade: Repartimiento credit and indigenous production of cochineal in Eighteenth-Century Oaxaca, Mexico”, The Journal of Economics History, vol. 65, nº 1, pp. 186-210. Cano Andaluz, A. (2006): “Cántabros de ayer y hoy: Una historia centenaria alrededor del papel”, en Domínguez Martín, R. y Cerutti Pignal, M. (eds.): De la colonia a la globalización: empresarios cántabros en México, pp. 179-198, Universidad de Cantabria, Santander. Cerutti, M. (1999): “Empresarios españoles en el norte de México (1850-1912)”, Revista de Historia Económica, vol. 17, nº especial, pp. 143-189. Domínguez Martín, R. (2005): Cántabros en México: Historia de un éxito colectivo, Consejería de Economía y Hacienda, Gobierno de Cantabria. Florencio Puntas, A. (2001): “Patrimonios indianos en Sevilla en el siglo XIX: Entre la tradición y la innovación”, Actas del Congreso de Historia Económica, Zaragoza. Gamboa Ojeda, L. (2006): “Comercio y comerciantes de Cantabria entre Puebla y Oaxaca, 1880-1940”, en Domínguez Martín, R. y Cerutti Pignal, M. (eds.): De la colonia a la globalización: empresarios cántabros en México, pp. 95-128, Universidad de Cantabria, Santander. González Echegaray, M. C. (1981): De Santander a San Luis Potosí, Ayuntamiento de Santander, Santander. Lida, C. E. (comp.) (1994): Una inmigración privilegiada: comerciantes, empresarios y profesionales españoles en México en los siglos XIX y XX, Alianza Editorial, Madrid. Lizama Silva, G. y Valerio Ulloa, S. (2006): “Cántabros entre Guadalajara, Tepic y Mazatlán. Élite, redes sociales y empresariales”, en Domínguez Martín, R. y Cerutti Pignal, M. (eds.): De la colonia a la globalización: empresarios cántabros en México, pp. 129-159, Universidad de Cantabria, Santander. 16 Ludlow, L. (1990): “El Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano: Radiografía social de sus primeros accionistas, 1881-1882”, Historia Mexicana, vol. 4, nº 56, pp. 979-1028. Marichal, C. (2010): “Empresarios españoles de ida y vuelta en el México profiriano y en la España de la restauración”, Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les cahiers ALHIM, 17/2009 http://alhim.revues.org/indez3178,html Monroy Castillo, M. I. (2004): Sueños, tentativas y posibilidades. Extranjeros en San Luis Potosí, 1821-1845, Colección Investigación, Colegio San Luis Potosí y Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, México. Monroy Castillo, M. I. y Calvillo Unna, T. (1997): Breve historia de San Luis Potosí, FCE/Colegio de México, México. Ortelli S. (1998): “La colonia española de México frente al conflicto”, Cuadernos Hispanoamericanos, julio agosto, pp. 73-86. Pereda de la Reguera, M. (1968): Indianos de Cantabria, Diputación Provincial de Santander. Trujillo Bolio, M. (1996): “La fama montañesa, 1830-1913”, Revista de la Universidad de México, nº 545, pp. 21-24. Valdaliso, J. M. (2004): “El factor empresarial y el desarrollo económico en los siglos XIX y XX”, Estudos do século XX, nº 4, pp. 139-174. Walter, D. W. (1991): Parentesco, negocios y política. La familia Martínez del Río en México 1823-1867, Alianza Editorial, México. 17 ANEXO. Algunos testimonios gráficos de los emprendedores montañeses. Santos de la Maza Retratos de Ricardo Sainz Gutiérrez 18