Expresionismo. Edward Munch

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ARTEA IKUSTEN IKASTEKO SAILA
EXPRESIONISMO. EDVARD MUNCH. La danza de la vida (1899-1900)
De vez en cuando nos encontramos con obras que rezuman fracasos y viejas tragedias
que a lo largo del tiempo siguen ofreciéndose con amargura y tristeza. La danza de la vida
de Edvard Munch puede ser una de ellas. El pintor vivió la muerte de su madre y hermanas,
por el tifus, a una edad muy temprana y gran parte de su obra quedó marcada por ese
hecho. Esta obra es un magnífico ejemplo sobre las duras etapas de la vida encarnadas en
un baile al borde del mar.
El cuadro, que recoge una fiesta popular donde el encuentro entre las parejas era la costumbre normal, está subdividido en tres claros bloques verticales. El primero, la mujer de la
izquierda, joven y risueña, con un vestido floreado, que incluso parece recoger algunas
tenues flores. El segundo lo forma la pareja “ambigua” del centro. Se miran, pero como a
cierta distancia. La mancha del traje del hombre es densa y cerrada, mientras que la mujer
(¿plenitud sexual, de vida?) mira de frente y es envuelta en un largo vestido rojo (es más
una mancha de sangre que una simple tela). Cierra la composición vertical la figura hierática de una mujer seca que en amarga soledad y cierto tono cadavérico completa el cuadro vestida de un negro plano y con un tamaño que equilibra el blanco floreado de la
izquierda. Otras tres figuras, un poco más lejanas, siguen bailando. Intermedio se dibuja la
figura de un hombre apasionado que se abalanza sobre una mujer que en parte le rehuye.
Podríamos señalar también tres espacios horizontales. Siguiendo la altura de las manos de
las tres figuras principales, podemos intuir una línea que señalaría la división horizontal
del cuadro. Si desde ese centro subdividimos la parte superior nos encontramos con el
grupo, más abigarrado, compuesto por los vestidos claros de las mujeres contrastados con
los masculinos y, más arriba, una tenue línea de horizonte marino (paisaje nórdico) rematando el cielo del cuadro. Rompiendo una “fácil simetría”, vemos junto a la primera mujer
juvenil un sol de media noche y su reflejo en el mar (cierta referencia fálica).
El tratamiento de las pinceladas en forma de volutas siluetea y llena de color las figuras
aportando un movimiento fluido y sinuoso al conjunto del cuadro. Debemos fijarnos también en cómo la temática global del cuadro se refuerza con el uso que Munch hace de los
tonos de las figuras: las mujeres con vestidos luminosos y floreados frente a los hombres
desarrollados en trajes negros que las envuelven creando un duro contraste. Los ritmos de
las manchas blancas contrastan con los negros ofreciendo un verdadero movimiento de
baile sobre un verde de tono agrio y fuerte.
La danza de la vida es un cuadro que parece intentar reflejar el maravilloso y dramático
juego del vivir: el movimiento, la plenitud bella, el encuentro amoroso, la pasión y la soledad de un último tiempo. En mi opinión, la dura vivencia de Munch sobre el sexo, la mujer
y la vida en su globalidad aparece preciosamente significada en esta obra sobre el dramático ciclo de la existencia.
El tono temático y espiritual de su pintura influyó profundamente en los pintores expresionistas alemanes. Esta corriente artística desea reflejar, frente al naturalismo, la visión
interior (espiritual y psicológica) de la persona. El amor, el odio y el deseo son elevados a
principios básicos del ser humano. Como Leonardo desea estudiar la anatomía, el expresionismo anhela diseccionar el alma.
Xabier Egaña
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