CIENCIA Y RELIGIÓN: UNA BRECHA DISCUTIBLE

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CIENCIA Y RELIGIÓN: UNA BRECHA DISCUTIBLE
Alumno: HOFER, Juan Andrés
Escuela: Nº 4-097 - Profesora Gilda Cosma de Lede, Maipú, Mendoza
Profesor Guía: BERAZATEGUI, Noemí
Introducción.
Generalmente, nadie niega, las grandes diferencias que poseen dos formas de interpretar la existencia
humana y la realidad física que la hace posible: ciencia y religión. El conflicto entre estas explicaciones da
lugar al surgimiento del “eterno” debate que parece acompañarlas.
Se entiende por ciencia, al conocimiento cierto de las cosas por sus principios y sus causas; y por
religión, al conjunto de creencias relacionadas con la divinidad1. Pero: ¿Qué defiende cada una? ¿Tienen
similitudes, o son absolutamente contrapuestas? ¿Hasta que punto es racional lo que defienden, y hasta qué
punto discutible? ¿Quién se encuentra más cerca de la verdad? ¿Es causa natural, el creer en algo divino?
Tal vez son algunas de las preguntas más frecuentas en relación a esta temática; y sólo pretendo dar una
respuesta a tales cuestiones, tomando como sistema de referencia mi forma de comprender la realidad; dando
a conocer mi postura, respecto a la posibilidad de que ambas sean producto de la debilidad humana.
Comenzar por el principio.
Parece obvio decir, que para que algo haya comenzado, debe haber presente un principio. Sin
embargo, para intentar comprender al Mundo, hay que reflexionar en esta frase. Voy a destacar dos formas
de interpretar lo anteriormente enunciado:
Primero: La principal cuestión que ha dado origen, tanto a la religión como a la ciencia, ha sido el
principio, el punto de partida, de todo lo que conocemos, es decir, lo que ya ha comenzado en algún
momento. Esto implica la creación de diferentes caminos para comprender al Mundo, y lograr encontrarle un
fin a nuestra existencia.
La religión en general, responde a partir de una creencia; de una suposición débil sin fundamentos
sólidos (supuestamente revelada por Dios mismo), de por qué, todo ha llegado a ser lo que es: en su humana
naturaleza, las personas inventan un modelo de divinidad, al cual hay que rendir culto y agradecer nuestra
existencia; porque se considera único comienzo del Universo, y dueño de la verdad. A partir de ello, se
imponen normas morales, permitiendo calmar en algunos, la curiosidad que nos hace preguntar por qué, para
qué y cómo suceden las cosas.
De otra forma, la ciencia responde a la misma cuestión, pero trabajando sin dogmas. Busca el camino
racional para que las cosas hayan llegado a ser lo que hoy son, de una manera que exige pruebas,
fundamentos y un encadenamiento necesario entre los mismos; y en caso de surgir una contradicción,
sustituye una idea por otra, que explica mejor la naturaleza.
Segundo: Considerando a la ciencia como protagonista, y jugando con las palabras, deduzco lo
siguiente: para que exista un comienzo en algo, razonablemente, debemos tener en cuenta el principio por el
que se rige, es decir, la forma de actuar de esa naturaleza. Aquí es donde se debilita la religión, y donde la
ciencia pone un pie adelante en las discusiones: lógicamente puede demostrar que la existencia de un “poder
supremo creador”, por así llamarlo, no es probable, o comprobable, a través de un principio certero.
Notablemente, ambas defienden dos formas diferentes de comprender al mundo: la divinidad y la
racionalidad. Aunque una sea más aceptable que la otra, (cada uno es dueño de decidir cuál es más
aceptable), las dos pretenden llegar al mismo fin, por diferentes medios.
Ser humano = Preguntas.
Obviamente, somos, a través del propio y único criterio humano, la especie más avanzada; a causa de
nuestro mayor desarrollo cerebral que permite el razonamiento. El punto en que han nacido tanto la ciencia
como la religión, ha sido responder a cada cuestionamiento humano, y así poder comprender su existencia.
Pero es necesario aclarar, que a partir de aquí, aunque las dos respondan de manera totalmente diferente a los
cuestionamientos, sigue habiendo una semejanza: la creencia.
La ciencia busca responder con principios lógicos, y aparentemente verdaderos a cada pregunta. La
religión lo hace a partir de dogmas, creencias que ni siquiera permiten el cuestionamiento de sus seguidores.
Pero debo destacar, que también en el ámbito de la ciencia, es necesario creer. Si los humanos carecieran de
1
Definición según Diccionario Enciclopédico Marred.
1
creencias, ciertamente, no serían tales, y por ende; no existiría ni la ciencia ni la religión. El creer está dado
por la necesidad natural de comprender la existencia; e implica el surgimiento de la duda: creer, es no saber.
Si esto no fuese así, existirían ideas imposibles de discutir, algo que aún no encuentro, ya que toda
afirmación es subjetiva. Entonces, la religión no puede afirmar algo certero, algo absoluto sobre cómo llegó a
darse la realidad física y la existencia humana. Pero la ciencia tampoco: ella busca afirmar, que algo es
indiscutiblemente de una determinada manera; pero al ser un producto humano, siempre existe alguna duda;
algo que no la hace totalmente comprobable, aunque en algún momento aparente lo contrario. Podemos
verlo, a lo largo de su historia, donde por el surgimiento de una nueva gran idea, todas las demás deban
replantearse. Quizás en el auge de las ideas de Newton, nadie hubiera pensado que existía una cuarta
dimensión; o que el espacio-tiempo es relativo y se deforma; o cualquier otra de las afirmaciones de Einstein
que hicieron replantear a la física de ese momento.
La ciencia ha revelado hasta ahora varias respuestas relativas sobre la naturaleza de la realidad,
como: ¿Qué es y cómo está compuesta la materia? y a partir de sus respuestas ha logrado, por ejemplo, el
desarrollo de los antibióticos. Es indiscutible el constante trabajo en cada una de sus ramas, que determina,
paso a paso, el prometedor camino hacia una teoría del todo. No obstante, hay una inestabilidad en la ciencia,
que reside en esa asombrosa manera de responder a los “cómo”, pero no a los “por qué”. Dicha inestabilidad
está dada a causa de la forma en que se debe estudiar nuestro universo: por inducción o deducción, si uno
quiere comprender cuál fue el principio, y cuál es la base de su naturaleza. Hasta que no lleguemos a saber,
sin vacilaciones, las respuestas a estas preguntas, tampoco podremos saber, por qué las cosas son lo que son.
Por ejemplo: hace ya bastante tiempo, se logró comprender cómo actúa la fuerza de gravedad sobre los
cuerpos; pero hubo que esperar el surgimiento de nuevas ideas, para formular una teoría que intente explicar,
la causa de dicha fuerza, es decir, su por qué. Podemos comprenderlo también, en comparación con la teoría
evolucionista de la biología, que nos propone entender, por ejemplo, por qué existen los reptiles,
obligándonos primero a saber cómo llegaron a ser reptiles. De la misma manera podemos deducir el camino
que siguen las explicaciones científicas, llevada a niveles universales, ya que es indiscutible el constante
cambio en el todo. Sin embargo, esto no la acerca, al conocimiento de una verdad absoluta; de algo pura y
totalmente indiscutible sobre la realidad física; y menos aún de la finalidad de la existencia humana.
Refiriéndonos a la religión podemos ver las ventajas que intenta tomar, y que hasta a veces parecen
una burla, a partir de estas circunstancias normales en la ciencia. No es muy difícil hacer un recorrido a lo
largo de la historia, y notar como la religión se coloca detrás de cada descubrimiento científico,
prohibiéndolo (como hizo por ejemplo, con las obras de Copérnico); o tomándolo como propio fundamento,
aprovechando la inestabilidad de la ciencia para responder a algunos “por qué”, como hace en la actualidad.
Lo vemos desde la teoría del Big Bang, donde la ciencia explica cómo surgió nuestro universo, y la religión
no niega su teoría, sino que expresa: “así surgió nuestro universo, pero por voluntad divina”. Personalmente,
no me es molesto que los religiosos fundamenten la existencia de un poder sobrenatural con causas
puramente abstractas y muy poco convincentes; pero si lo es, ver como se “agarran” de la ciencia para no
perder credibilidad. Si hay alguna similitud entre los dogmas religiosos y las comprobaciones científicas (que
en este caso podrían ser el génesis de la Biblia cristiana, y la teoría del Big Bang) ; es a causa de que ambos
han sido producto puramente del criterio humano para explicar el comienzo de la realidad y la existencia; lo
que no ratifica la existencia de un Dios que permitió la Gran Explosión. Que la religión intente sostenerse de
la ciencia, permite darnos cuenta, de que la segunda supere a la primera en términos de credibilidad.
¿Naturaleza = Religión?
Steven Weinberg, Nobel de Física, ha dicho que: “El mundo debe despertar de esta larga pesadilla de
las creencias religiosas”2. Me refiero a esta frase, para entender que una de las posibilidades, es creer a causa
de nuestro entorno cultural, que muchas veces, encamina a sus víctimas ciegamente a la moderna ignorancia.
Michael Persinger, neuroteólogo, “está empeñado en descubrir la existencia de un patrón cerebral
que genera el sentimiento de estar junto a la divinidad. De hecho, afirma que excitando ciertas regiones del
cerebro con pulsos electromagnéticos, se pueden inducir experiencias religiosas.”3 Esto puede fundamentar
la no existencia de un Dios, pero no la necesidad humana de creer en general.
Dean Hamer, genetista norteamericano, “en 2004 publicó la hipótesis de que hay posibilidad de que
el gen VMAT2, sea el culpable del sentido de trascendencia que desarrollamos los humanos4.”
A partir de estas tres posturas, afirmo que, si todos estuviésemos condicionados naturalmente, a creer
en una divinidad, ciertamente, nunca hubiese existido la postura de crítica, hacia la religión y la divinidad
2
Véase en p. 45. MuyInteresante, Junio 2007, Nº 260
Ibidem. P. 46
4
Ibidem. P. 47
3
2
misma que, dicen, la sustenta. Estamos obligados a creer; pero no necesariamente en Dios; haya o no un
patrón cerebral que intente guiarnos por ese camino. El entorno influye mucho en las decisiones de las
personas, y el miedo a no encontrar un fin a su existencia, les conlleva a creer en algo, y afianzarse de ello,
así sea, creer en que no hay vida después de la muerte, ni tampoco un hombre con barba esperando.
La religión ha sido producto de la debilidad humana; pero la ciencia también. El hombre no puede
imaginar algo que escape de su existencia, y por ello, no acepta la muerte como parte de su naturaleza, y fin
último de los seres vivos. Entonces este es el punto en que vacilan, y prefieren creer lo que los demás
propongan sin buscar una propia respuesta. Pero no existen grandes diferencias, entre creer en algo ajeno, o
algo propio. Asumamos, que sea ciencia o religión; es necesario creer.
Personalmente hablando, no tengo pensado desperdiciar mi vida. Por ello he elegido el camino que
propone la ciencia: búsqueda, comprobación y creación. Esta decisión se debe, a que considero a la religión
una enfermedad milenaria, que ha sido contagiada de padres portadores a sus hijos. Es innegable, la cantidad
de personas que nacen (bendiciones, bautismo, entrega Dios, que practican diferentes religiones), crecen
(comunión, confirmación, casamiento, como practican algunas religiones cristianas), se reproducen (siempre
encomendando sus hijos a las “divinas manos de Dios, Alá, o como quieran llamarlo) y mueren con ella (una
ceremonia o una simple cruz un su tumba). Volviendo a la ciencia, he dicho que es producto de la debilidad,
porque a través de ella, muchos humanos escapan a los cuestionamientos de la existencia; a veces
mintiéndose, suponiendo que es dueña innegable de la totalidad de la razón. Es posible que sea dueña de la
comprobación de la realidad tangible, y a partir de ello cree diferentes posturas sobre el fin único de cada
uno de nosotros, haciendo nacer ideas, como las de que somos sólo una casualidad y únicamente nos espera
la muerte, tan frecuentes hoy en día. Pero si existe algo cierto, es que muchos humanos, eligen un camino en
su vida, sin nunca llegar a saber, si valió la pena para sí mismo haber vivido; ya que al final, sólo espera la
incertidumbre. El que logra comprender esto; también comprende que tantas personas buscan a Dios, porque
no soportan la idea de morir, sólo para descomponernos naturalmente y dejar de existir, y por consecuencia,
son débiles.
Verdad y moral.
Como ya enuncié anteriormente, es indiscutible la evolución de nuestro universo en todos sus
aspectos. Sin embargo existe un patrón; un punto de referencia para llegar a esta conclusión, que no es más
que la lógica humana.
Así como cada uno de nosotros (una insignificante parte del Todo, cuantitativamente hablando)
hemos evolucionado a su par; también lo han hecho con nosotros nuestras propias creaciones.
La religión ha pasado de ser un producto de la debilidad, a ser una “causa moral”. Pero de esta
manera, sólo ha hecho crecer exponencialmente el miedo en las personas. La moral religiosa, sólo se basa en
una serie de normas que le permiten manejar la conciencia de los crédulos, o sea, de la mayoría. Lo más
lógico de esta circunstancia es que esta mayoría no logre (o no se permita) comprender que sólo sigue pautas
impuestas por otros de su misma naturaleza; es decir, otros humanos.
Si la religión hubiese estado, al menos en algún momento, relegada a los campos de la ética, y la
verdadera moral, ciertamente, nunca se hubiesen desencadenado hechos tales como las cruzadas, o la
matanza de los Caballeros Templarios; ni las guerras promovidas por el odio religioso (como la Guerra de
los Treinta años, por diferencias entre católicos y protestantes), o la persecución de inmensas figuras como
Galileo y la muerte en la guillotina del gran científico Lavoisier; nombrando algunas pocas cosas de nuestro
pasado, donde tanto protagonismo tuvo la iglesia. Y suponiendo que hoy en día, la religión promoviese la
verdadera moral, no entiendo cómo pretende fundamentarse en un mundo descarriado, donde mueren miles
de personas por desnutrición, guerras, o simplemente asesinadas sin causa lógica, mientras tantos “dueños de
la verdad”, se dedican a adorar una ilusión, y hasta en muchos casos, a contar dinero; o no perder
credibilidad.
No está bien, privar a una persona de su vida, sólo por defender una ilusión humana; ni tampoco
dejar que muera, porque piensa diferente. Esto es totalmente inmoral. Personalmente, llamo moral verdadera
a la que puede deducirse por sentido común, entendiendo, de una vez por todas, que pertenecemos, a una
misma especie, y si no nos cuidamos mutuamente, nadie lo hará por nosotros.
La religión, debió haber tomado riendas sobre la moral, cuando la ciencia indudablemente logró
superponerse sobre ella; explicando la realidad a través de la racionalidad, y buscando también los fines a
nuestra existencia. Los humanos hacedores y defensores de las doctrinas religiosas, deberían haberse
preocupado más, por encaminar moralmente a tantas personas que incontables males cometieron, que en
defender ciegamente su ideal. Pero en vez de hacerlo, sólo ayudaron a realizar tales males; o simplemente
hacerlos por cuenta propia. La religión sólo ha buscado defender sus intereses personales, sin importar lo que
eso acarree, y para esto, dice educar, cuando sólo provoca el miedo en las personas, haciéndoles creer, que
3
ella es única dueña de la verdad, y que por lo tanto, todos deberíamos cumplir con cada una de sus normas,
que “conducen hacia el bien”. No entiendo cómo pretenden explicar la verdad, tantas religiones corroídas por
la mentira; ni cómo educar moralmente, tantas otras, que erigieron su doctrina sobre vidas inocentes.
Respecto a la ciencia, es comprensible que haya evolucionado desde la observación, a la
comprobación; pero no que lo haya hecho desde una fórmula matemática, hasta la creación de armas de
destrucción masiva. La ciencia va a ser una solución a nuestros problemas, sólo cuando los humanos tomen
conciencia de sus actos. Nadie niega, por ejemplo, la comodidad de la utilización de algunas energías; pero
hay que hacer provecho de ellas, sin provocar la extinción de nuestra especie. Tampoco critico el avance de
la medicina, siempre y cuando, no experimenten con gente inocente en campos de concentración, ni jueguen
con la vida de un humano en desarrollo, sólo para lograr avances en la genética. Aquí nace otra enfermedad,
que se hace presente en la mayoría de las poblaciones: el fanatismo por el consumo y la estupidez humana
(una de las cosas que Einstein considera infinitas), y hasta que no la curemos, con una sobredosis de
educación, nada será lo suficientemente prometedor para las futuras generaciones.
Lo realmente importante.
Al final, simplemente somos humanos. Si no lo fuéramos no habría ciencia, ni religión, y tampoco
podríamos disfrutar de este hermoso momento llamado vida, dedicado a lo que gustemos. Entonces, veamos
lo que es realmente importante.
Si apreciamos la belleza y perfección de la naturaleza, de la cual somos parte, entonces cuidemos
nuestra especie, y todo lo que la hace posible. Quizás, hoy no tengamos la respuesta para una verdad
absoluta; pero si la religión utiliza a la gente como un negocio, o intenta (como ya lo ha hecho tantas veces),
seguirse haciendo regidora de la verdad sin tomar conciencia; y la ciencia sigue siendo utilizada con fines de
destrucción e intereses (lógicamente que no es así en todos los aspectos, pues a cada generalización se le
suponen excepciones); es probable, que nunca lleguemos a conocer el todo; dado que nos encontraremos en
el punto de desaparición de los seres humanos, y con ello, logremos la desaparición también, de todo lo que
hace perfecto, hermoso y armonioso al universo, ya que no habrá nadie, quizás, que pueda observarlo,
comprenderlo y contenerlo.
No descuidemos nuestra especie; no nos matemos a nosotros mismos. Debemos contribuir a terminar
de responder, con fundamentos, a cada cómo, para lograr responder también a cada por qué; y entrar en
razón de que cada uno es dueño de cada “para qué”. Algunas religiones, llaman a la libertad para decidir
nuestra finalidad como “libre albedrío”. Muchos científicos (sobre todo los neoevolucionistas) sostienen que
somos sólo una casualidad en el universo, y por ende cada uno es dueño de tomar las propias decisiones en
nuestras vidas5. Lo que hay aquí, no es una coincidencia entre ciencia y religión; sino algo que escapa a
ambas: uno vive, para lo que desee vivir, y nadie ni nada más puede intervenir en ello (incluyendo a la
ciencia y la religión); siempre y cuando, permita también esta posibilidad a los demás. Somos todos iguales,
y todos diferentes. Esto implica que cada uno es dueño de su propia verdad; por más absurda que parezca.
Entonces intentemos unir todas las opiniones, tanto científicas como religiosas, y busquemos algo en común
entre todas ellas. Siempre he creído, que en ese lugar, reside parte de una posible verdad absoluta; una
verdad que nos sea común a cada uno de nosotros; y cuyo nombre no es Dios, ni matemática; sino ser
humano.
No es mala la ambición respecto al conocimiento, porque gracias a ella avanzamos constantemente;
pero no creo que la arrogancia nos ayude mucho. Cada uno es subjetivo en sus afirmaciones, y la única
forma de escapar a esto es encontrar algo en común con los demás.
Personalmente, creo sin vacilar en la ciencia; porque me permite explicar la naturaleza, quien cada
vez que contemplo, hace nacer en mí esa hermosa sensación que me empuja a investigarla, produciéndome
escalofríos y llenándome de los más amenos sentimientos. Esa es la finalidad que me he propuesto; por
propia decisión; fruto de mis valores, mis vivencias y mi moral. La ciencia me explica, por qué elijo; pero no
para qué lo hago. Nos es algo ilusorio este para qué, ni tampoco muy lejano. Es la verdad de cada uno, la
filosofía de vida que responde a uno mismo. No soy quién para decir si la ciencia tendrá o no una teoría del
todo; aunque creo que siempre algo va a escapar de sus explicaciones. Al menos espero que sea así; porque
de lo contrario; la vida de los que buscamos, se tornaría aburrida.
Bibliografía consultada:
• Brown, Dan. “Ángeles y demonios”. Ed. Umbriel
• Dawkins, Richard. “El espejismo de Dios”. (algunos fragmentos desde Internet)
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Vease URL: http://es.wikipedia.org/wiki/Evolucionismo
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Deutschland. “Investigación y ética: discusión sobre las células madre”. P. 56; 57; 58; 59. Alemania.
Nº 1/2008.
Einstein, Albert. “Así lo veo yo”. Ed. Longseller, Argentina 2003. ISBN 987-550-372-X
Ferro, Jorge Francisco. “Los Templarios y el Grial, leyenda y realidad”. Ed. Lumen. Argentina 2005.
ISBN 987-00-0514-4
Goethe, Johann Wolfgang von. “Máximas y Reflexiones”. Ed. Edhasa. España 1999. ISBN 84-3509123-6
Golombek, Diego. “Cerebro: últimas noticias”. Ed. Colihue. Argentina 2004. ISBN 950-581-676-6
Hofmann, Walter y Poirier, Michel. “La historia de las religiones”. Ed. Libertador, Argentina 2005.
ISBN 950-722-165-4
Muy Interesante. “La religión a los ojos de la ciencia”. Junio 2007, Nº 260. ISSN 0328-4883
Nietzsche, Friedrich. “Ecce Homo”. Ed. Longseller. Argentina 2004. ISBN 987-550-113-1
PRO Ciencia Conicet. “Pensamiento Científico”. Argentina 1996. ISBN 950-687-024-1
Russell, Bertrand. “Misticismo y lógica”. Ed. Edhasa, España 1987. ISBN 84-350-1429-0
Wikipedia: enciclopedia libre, URL: http://es.wikipedia.org
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