. 1 EL AMOR EN LOS POETAS LATINOS CATULO TIBULO y PROPERCIO (Contlnuadón) TIBULO Cuenta la historia que andando Mesala Corvino con las legiones romanas por tierras de las Galias y de Siria en que había pasado vencedor de sus enemigos, llevaba consigo a un poeta que, aunque dedicado al ejercicio de las armas y a las duras faenas de la guerra, buscaba la ocasión propicia de salir del estruendo y tumulto de las batallas en que se amonto, 395 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos nan muertes, estragos y miserias, para vacar al estudio de las letras y al trato y comunicación con las musas que solazan los corazones y proporcionan a sus amantes horas agradables de esparcimiento y alegría. Saliendo, pues, una esplendorosa mañana de la isla de los feacios en que había adolecido y aun halládose a punto de muerte sin que pudiese seguir la expedición, dirigió el legionario la proa de su trirreme al mar latino y a la Roma de los Césares que había arrullado sus primeros amores para buscar, no ya el choque de las espadas, ni los golpes de las picas y las lanzas, 11i el silbo de las flechas envenenadas, ni el frémito de las trompas guerreras, sino la paz que se aquista en los penates familiares o en el campo, conversando con las fuentes y los ríos y los pájaros del bosque o escuchando las palabras armoniosas con que nos hablan los seres de la naturaleza. Habiendo aportado a Roma Aulo Albio Tibulo, que así se llama el guerrero, no va al templo de Marte a pedir ayuda y esfuerzo para continuar en el movimiento y estrépito de las armas, sino, dejándolas colgadas como las de Roldán, llega al de Ceres para decirle a la diosa de las cosechas que ahora va al agro romano a entender en cantar dulces canciones de amor al son de la siringa virgiliana, rodeado por las graciosas dríadas y napeas que pueblan las florestas. Allí verá los prados de olorosas flores llenos, los pájaros de vistosos matices, la mariposas de gayos resplandores, la vacada paciendo en los dehesas o repo ando en los establos y corrales, los recentales y los chivatillo. triscando; allí sorprenderá los secretos de las fuentes y sus aguas parleras, ora duerman oñadoras en los remansos, ora se estremezcan con la brisa en menudos encajes; allí los bueyes arando los surcos, los pastore guardando los ganados, los peones rozando los añojales o cogiendo las cosechas, los honderos ahuyentando las aves malignas; allí verá a las hijas de Ceres relatando los dones del campo, unidas a los compañeros de Baco; allí se coronará con pámpanos y con hojas de yedra, beberá el zumo de las uvas maduras y escanciará en copas rústicas el vino generoso de los zaques, mientras los coros de Baco se entrela- zan y ciñen en variadas danzas; a111 subirá a las colinas y apacentará los ojos en los sotos y navas, en los pastos y sembrados y en toda la gloria de la tierra lujuriante y saturada de aromas; allí gozará el calor del sol en su plenitud cenital, le seguirá en el cáliz de las flores y en las alas de las mariposas, en los claros def monte y en los reflejos de las ondas fugitivas, y le verá ocultarse tras lejano berruecos cuando aparece la estrella vespertina en el horizonte y se oye en la espesura la dulce voz de la doliente Filomela. Allí plantará él mismo en sazón oportuna tiernas vides y con mano fácil y experta los árboles frutales; allí vivirá contento con poco y renunciará a largos viajes bajo la sombra de un árbol que le defenderá contra los fuegos estivos de la canícula, a orillas de un río bullicio 'o. Son ésas las esperanzas que lleva a la vida del campo, donde espera recoger abundantes cosechas y llenar con vinos espumosos los lagares. Así lo pide a la rubia Ceres, a la que ofrendará una corona de espigas que penda ante la puerta de su templo. Ipse seram ten'eras maturo tempore vites Rusticus, et facili grandla poma manu; Jam, modo non, possum contentus vivere parvo, Nec semper longae deditus esse viae; sed ~anls aestivo~ ortus vltare sub umbra Arbori::., ad rivos praetereuntls aqua'e. Nec spes destituat" sed frugum semper acervos Praebeat, et pleno pinguia musta Iacu . Flava Ceres Libi sit nostro de rure corona Spicea, quae templi p'e ndeat ante fores . (Tlbulll eIegia. 1.-) ¿ Para qué las riquezas que tenía en tiempos brillantes y que otros amontonan y las yugadas extensas de tierras cultivadas, si le basta una pobreza moderada que solace sus ocios y un pequeño fuego que caliente sus lares? Me mea paupertas vitae traduca.t 1ner ti , Dum meus exiguo luceat igne focus. (Ib.-) Qué placer tendrá entonces cuando repose en el lecho para descansar de los trabajos cotidianos y para desperezarse, si vale decirlo; cuando oiga el silbo de los vientos ululantes 396 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos mientras estreche a la amada contra su pecho; cuando derramando el austro invernal sus gélidas aguas siga tranquilo durmiendo arrullado por la lluvia que estimule su sueño! ... ~atis est requiescel'e lecto, Si licet, 'e t solito membra levare toro. Quam juvat inrnites ventos audire cubantem, Et dominam tenero detinuisse sinu! Aut gelidas hibernus aquas quum fuderit Auster, Secw'um somnos, imbre juvante, sequi! Así como en las come~ias de Aristófanes aparece coronado el demos ateniense con guirnaldas de campesinas cigarras, así en los versos de Tibulo se engalana la frente del poeta con los frutos del campo, al cual canta y a sus dioses tutelares con estro similar al de su amigo Virgilio, con quien solía pasar horas de agradable conversación en la biblioteca que tenía éste en su famosa casa del Esquilino. Es el campo esplendor de la naturaleza, r egocijo de la tierra, sustento de las aves, pienso de los ganados, granero fecundo de dones, mansión de dioses, lugar en que se querella Eolo y en que la ninfa Eco le responde, gloria de los sentidos, alegría de los ojos, perfume delicado al olfato, jardín de aromas, colchón de pluma para el cuerpo, recreo del alma, don para el entendimiento, solaz del corazón, morada de paz, retiro tranquilo, puerto bonancible, lugar deleitoso, rincón de olvido, abrigo Y refugio de tempestades, paraíso de felicidad, amparo en las tristezas, calma en los dolores, consuelo verdadero, alivio para el caminante, remedio para el enfermo, sombra para el desamparado, limosna para el menesteroso, reparo del pobre, regalo del rico y alimento Y bendición Y holgura para todos. Quien al campo acude seguro está que no habrá de faltarle una sombra en este yermo de la vida que le cobije Y remedie. Canto los campos Y sus dioses, dice el poeta, cqn cuyos maestros dejó el hombre de hartar su apetito con las bellotas de las encinas; ellos le enseñaron primeramente a construír con maderos la pequeña cabaña Y a cubrirla con verdes frondas; ellos fueron los que, según refiere la leyenda, enseñaron los bueyes a sufrir el yugo y los que pu ieron el carro sobre sus rueda . Entonces desaparecieron los alimento salvajes; entonces fueron sembrados los árboles frutales yaguas de regadío fertilizaron los huertos; entonces la uva dorada, comprimida por los pies en los lagares, dio sus exquisitos licores, los cuales, mezclados con el agua, produjeron un vino que podía beberse sin peligro de ebriedad. Los campos dan cosechas y durante los calores es tivales depone la tierra anualmente su blonda cabellera. Es en el campo donde la leve abeja lleva por la primavera el jugo de las flores a los panales, acuciosa en llenar con dulce miel las celdillas. Fue el labratierra el primero que cansado en el continuo trabajo del arado cantó con medida determinada palabras campesinas y . moduló en abrasado caramillo versos apasionados que habría de recitar después ante los altares adornados de los dioses . .. Díce e que nació el amor entre los rebaños de ganados y entre las yeguas salvajes y que allí se ej ercitó primeramente con indocta mano en el arco; pero i ay de mí! i cuán maestras tiene ahora la manos ! Ya no persigue ahora, como antes, las bestias, porque desea con vehemencia heril' el corazón de las doncellas y domar los audaces varones . '. ¡Ah! Desdichados aquellos a quienes el dios del amor urge sobremanera, y feliz aquel a quien un amor apacible inspira dulcemente! . . . RUl'a cano rurisque Deos : h is vita magistl'is Desuevi t querna pellere glande famem : Illi compositis primum docuere tigillis Exiguam viridi fronde operire domum ' Illi etiam tauros primum docuisse fe~untul' Servitium, et plaustro supposuisse rotam. Tune victus abiere feri : tunc consita pomus ; Tunc biblt irriguas fel'tilis hortus aquas ; Aurea t unc pressos pedibus dedit uva liquores ' Mixtaque securo est sobria Iympha mero. Rura ferun t messes, calidi quum sideris aestu Deponit flavas annua tel'l'a comas. Rure levis yerno flores apis ingel'it alveo Compleat ut dulci sedula melle favos. ' Agricola assiduo primum satiatus ara tro Cantavit certo rustica yerba pede Et satur arenti primum est modulatus avena Carmen, ut ornatos diceret ante Deos. ••• •• ••• • , •• oo, • ••• ' ••• • • • • o •••• o •• • oo. lpse interque greges, interqu~ ' ~~~~~~~. ~~~;~~ ... Natus, et indomitas dicitur inter equas. lllic indo::to primum se exercuit arcu. He! milii! quam doctas nlU1C habet ilIe manus ! Nec pecudes, velu t an te, petit: fixisse puellas Gestit, et audaces perdomuisse vil'os; oo · , •••••••• . Ah miseri! quos hi c ~~~~;¡~l: .~.~~ .~~~~~; ~~ . ~l'l~ Felix cui placidus leniter afflat Amor! (Lib. n , eleg. l .) 397 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos Como Venus anda por los campos alegres y ha aprendido ya el rústico lenguaje del trabajador, qué dichosa Arcadia la que habrá entonces en el campo, en medio de enamorados pastores, aquí dando rienda suelta a los corazones, allá expresando delicados conceptos, acá llorando pesares, más allá cantando canciones de amor como aparecen en la "Diana enamorada" de Gil Polo, que Cervantes quería se guardara "como si fuera del mismo Apolo", según opinó el cura que verificó el escrutinio de la biblioteca de Don Quijote! Cantará entonces el poeta como N erea : Ven conmigo al bosque ameno, y al apacible sombrio, de olorosas flores lleno, do en el dia más sereno no es enojoso el esUo. Pues soy yo fácil, dice el poeta, para el amor, Venus misma me conducirá a los campos Elíseos; allí no hay más que danzas y canciones; allí entonan dulces poemas las aves con sus sutiles gargantas; los terrenos incultos producen fácilmente romeros y tomillos y por todos los campos florece la tierra benigna con la hermosura de sus rosas fragantes; allí juegan entrelazados gallardos mancebos con tiernas doncellas y el amor empeña frecuentes combates. Sed me, quod facl1is tenero suro semper Amorl, lpsa Venus campos ducet In Elyslos; Hlc choreae cantusque vlgent, passirnque vagantes. Dulce sonant tenul gutture carmen aves; Fert casiam non culta seges, totosque per agros Floret odoratis terra benigna rosis. Hlc juvenum series teneris inmlxta puellís Ludlt, 'e t assidue proel1a miscet Amor. (Lib. l. eleg. lll.-) Con acentos verdaderamente melifluos y delicados suena ahora la flauta que ha embocado Tibulo para convidar a su amada Delia con los goces del campo. Y como "el amor no se paga sino con amor", según siente Juan de Valdés (1), quiere Tibulo que sea mutuo. Cuán férreo fue aquel que pudiendo poseerte, dice, prefirió como necio los trofeos y seguir tras el centelleo de las armas! Que él lleve por delante los escuadrones vencidos de los Cilicios o ponga los campamentos de Marte en país conquistado; que todo cubierto de plata y de oro se gallardée m Diálogo de Mercurio y Car6n. montado en rápido corcel; yo, como esté contigo, Delia mía, seré feliz unciendo al yugo mis bueyes o apacentando mis ganados en un monte solitario; y mientras pueda estrecharte con mis Lrazos apasionados séame el sueño blando y regalado en una tierra inculta. ¿ Qué aprovech<¡. recostarse en el lecho recamado con la púrpura de Tiro si el amor no nos secunda y si viene la noche con su tributo de lágrimas? Nada aprovecharían entonces ni las plumas, ni las alfombras pintadas para conciliarnos el sueño, ni el murmullo del agua plácida. Non ego totus abesset amor, sed mutuus esset Orabam; nec te posse carere velim. Ferreus ille fuit, qui, te quum posset habere, Malu'el'it praedas stultus et arma sequi. Ille Hcet Cilicum victas agat ante catervas, Ponat et in capto Martia castra solo; Totuó et argento contextus, totus et auro Insideat celeri conspiciendus equo; lpse boyes, modo sim tecum, mea Delia, possim Jungere, 'e t in solo, pascere monte pecus; Et te duro liceat teneris retinere lacertis, Mollls in inculta sit milii somnus humo. Quid Tyrio recubare toto sine amore secundo Prodest, quuro fletu no" vigilanda venlt? Nam nequ'e lum plumae, nec stragula picta soporem Nec sonltus placldae ducere possit aquae. (Lib. l, eleg. U). Cuando adolecía Tibulo en Corcira pensó en la muerte y en que Venus misma le llevaría a los Campos Elíseos. Febricitante hizo votos entonces por que Delia fuese fiel a los juramentos de amor y llegó a desear las penas del Orco para aquel que atentase contra la santidad de sus penates y contra el respeto debido a sus amores mientras se hallaba ocupado en los trabajos de la guerra. Conjuró entonces a Delia para que conservase su castidad y deseó vehementemente que una dueña fuese la guarda del tesoro de pudor de su amada y que la contase fabulosas leyendas hilando la rueca a la luz de la lámpara mientras paulatinamente se iría durmiendo al tierno arrullo de los cuentos y cerca de la vieja dejaría caer también su labor. Entonces iré súbitamente, decía, y nadie me anunciará previamente sino que llegaré ante ti como un enviado del cielo. Entonces acudirás ante mí con tus pies desnudos, en desorden los cabellos, tal como estuvieres. Esto ruego: que la blanca aurora nos traiga ese día resplandeciente sobre sus caballos de color de rosa. 398 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos At, tu, casta, praecor, maneas: sanctique pudorls Adsldeat custos sedula semper anus. Haec tibl fabellas referat, positaque lucerna Deducat plena stamina longa solo; Ac circa gravibus pensis adfixa puella Paulatim somno fessa remittat opus. Tunc veniam subito, nec quisquam nuntlet antea Sed videar coelo missus adesse tibio Tunc mi.1-li, qualis eris, longos turbata capillos, Obvia nudato, Delia, cmre pede: Hoc precor, hunc illum nobis Aurora nitentem. Luciferum roseis candida portet equis. (Lib. l , eleg. nD . i Qué belleza! "¡ Oh, qué cosa para amores!", como decía el Arcipreste de Talavera. ¿ No es el amor sentimiento que puso Dios en los con.zones de los hombres para perfumar con blandos aromas el árido desierto de la vida donde vagamos entre infamias y podredumbres? Doquiera volvamos los ojos fuerza es encontr ar páramos y eriales, escollos y pelados riscos ; mas suele topar en veces el hombre, con la espina que acecha en la senda por donde va pasando, la rosa codiciada que le acaricia con la ofrenda de su perfume y su color, como si compadecida de él al verle en la plenitud de la ama rgura quisiese darle la limosna de su tesoro de perfumes y virtudes. Tal es el amor: sentimiento que se nos entra en el corazón, nos lo abrasa, lo acaricia y va derramando suavísimas esencias por los caminos de la amargura Y la contradicción. Con él todo lo poseemos, aun )a riqueza, porque es tesoro escondido y bien que sólo acierta a poseer quien le busca cuidadoso; sin él , carecemos de todo lo que es bueno, de todo lo que es sublime y de todo 10 que es apacible y deleitoso. Antes de mirar nuestros ojos en el cielo la clara estrella de Citerea que colocó Dios en los espacios siderales para alumbrar las sendas de la humana lobreguez, caminamos sin rumbo ni esperanza; encontrada tan dulce luz, desaparecen las sombras para dormir en blando cojín de plumas el sueño en qne nos arrulla el corazón. Con ese sentimiento tan ponderado amab3. Tibulo a Delia; cerca a ella despreciaba la gloria, los honores, las riquezas, Y todo le parecía miserable Y pequeño como no fuese apro\'echar las horas dichosas de la juventud para dedicarlas a su amada, en cuyos brazos deseaba morir. Sí, dice el cariñoso Tibulo, yo no me cuirlo de ser alabado, Delia mía; como esté contigo siquiera merezca los dictados de inerte y perezoso; que te mire cuando venga mi última hora y que al morir pueda estrechar tu mano con la mía desfallecida. Llorarás, Delia, y cuanrio vayan a colocarme sobre mi lecho de llamas, me darás besos mezclados con tristes lágrimas. Llorarás, sí, porque no están tus entrañas apl'isionadas en duro hierro, ni en tu sensible corazón se ocultan piedras. No habrá en aq uel funeral ni joven ni doncella que torne a su casa in lágrimas en los ojos. Tú, Delia, no ofendas a mis Manes, antes perdona, sueltos los cabellos y bañadas las :mejillas enllanto. En tanto, nlientras lo permitan los hados, unamos los corazones, que ya vendrá la muerte, cubierta la c... beza con tenebrosos crespones, y aun la vejez impotente, y ya entonces no nos será conveniente amar ni proferir requiebros teniendo la cabeza blanca. Ahora es cuando se ha de cultivar la leve Venus ... Aquí es donde soy yo buen general y buen soldado, Vosotras, ensefíaa y trompetas, id lejos, y llevad a los guerreros las heridas del amor, así como sus riquezas, que yo, bienhallado con mi modesta medianía, me reiré del hampre y despreciaré a los potentados. Non ego laudari cmo, mea Delia: t ecum Dummodo sim, quaeso, segnis inersque vocero Te spectem, suprema mihi quum venerit hora, Te teneam moriens deficiente manu. Flebls et arsuro positum me, Delia, lecto, Tristibus et lacrymis oscula mixta dabis. Flebis! non tua sunt duro praecordia ferro Vincta, nec in tenero stat tlbl corde silex. IJIo non juvenis poterit de funere quisquam Lumina, non virgo, sicca referre domum . Tu manes ne laede meos, sed parce solutis Crlnibus, et teneris, Delia, parce genis. lnterea, dum fata sinunt, jungamus amores: Jaro vemet tenebrls Mors adoperta caput: Jam subrepet iners aetas : nec amare decebit, Dicere nec cano blanditias capite. Nunc levis est tractanda Venus .. . • • • 0 '< o ••• ••• • , • • •• • ••• •• •• •• •• • •• • • • ••• •• • o o • • •• • Hlc ego dux, milesque bonus; vos signa, tubaeque. lte procul, cupidis vulnera ferte viris; Fe.rte et opes: ego composito securus acervo Despiciam dites, despiciamque famem . (Lib. l, eleg. I.-) Este pensamiento de Tibulo, según el cual es sobremodo necesaria la juventud para gozarse en amor, lo expresa también en nuestra lengua castellana la madre Celestina, que dice así en 399 ©Biblioteca Nacional de Colombia Sendero:; la Tragicomedia de Calixto y Melibea: "Gozad vuestras frescas mocedades, que quien tiempo tiene e mejor le espera, tiempo viene que se arrepiente, como yo fago agora por algunas horas que dexé perder cuando moza, cuando me preciaban, cuando me querían, que ya, mal pecado, caducado he, nadie me quiere." ¿ Qué edad más propicia para el amor que la de la robusta mocedad? Las trazas de los amantes, las apasionadas palabras, las miradas encendidas, los besos, los abrazos y demás caridas, las ternuras íntimas, las alegrías de 103 amadores, los regalos y favores del tálamo, más corresponden al calor y a los bríos de la edad temprana que a la caduca senectud, aunque si \ a a decir verdad, aquellos amantes que llegaron al invierno de la vejez con un amor bendecido por Dios hallan también en la emoción de sus corazones una fuente irrestañable de verdaderos deleites; que no está el toque de los goces en el amor loco de que nos habló con demasiad~: :recuencia Juan Ruiz, sino en el imperecedero de que trata el Arcipreste de Talavera, el cual consiste, no ya en la satisfacción de los sentidos, sino en las puras fruiciones del alma y del corazón. Quizá entrevió esto Tibulo cuando decía: nosotros, Delia, demos ejemplo de ternura y de amor aunque lleguemos a la vejez con los cabellos blancos. . . . . . . . . . . nos, Delia, amoris Exemplum cana stemus utel'que coma. (Lib, I, eleg. VI). ¿ Qué no podía decir sobre el amor aquel don Juan que había gustado los besos de las más bellas hijas de Roma, el amante afortunado de Delia, de N émesis, de N eera, de Sulpicia, de Cerinto? y ¿ qué no podía enseñar el que pedía que le celebrasen como maestro de amor; el que reclamaba la gloria de ser consultado por los amantes, para quienes estaban abiertas siempre las puertas de su casa; el que predecía que vendría un tiempo en que, siendo ya viejo, se vería rodeado de una turba de alegres mancebos a quienes enseñaría los preceptos de Venus? .. , ..... vos me celebrate magistrum, Quos male habet multa call1dus arte puer. Gloria cuiquc sua est: me, qui spernentur amantes, Consultent; eunctis janua nostra patet. Tempus erit, quum me, Veneris pracepta ferentem, Deducat juvenum se dula turba senem. (Lib. 1, eleg. IV.-) Conocía todas las trazas de amor porque Venus misma le había tenido como discípulo aventajado en la escuela de su autoridad. Es ella la que favorece a los amantes, ora sea el joven que golpéc a una nueva puerta, ora la muchacha que le abra; ella enseña a descender furtivamer¡.te del muelle lecho y a andar a la chiticalla con pies atentados; ella es la que hace locuaces las señas ante un marido y la que oculta bajo signos convenidos blandas palabras, todo lo cual cie~·tamente no enseña a todos, sino a aquellos que ni son perezosos, ni temen salir en una noche oscura. Hé aquí que yo, dice el poeta, cuando vago ansioso por la ciudad en medio de las más espesas tinieblas, me siento protegido por la misma Venus, la cual no deja que ocurra alguno que me hiera o que me robe los vestidos. Aquel que es poseído por el amor vaya seguro por doquiera que su persona es sagrada y no debe temer las insidias. En cuanto a mí ni me dañ~n los fríos de una noche invernal, ni torrendales aguaceros; ese trabajo no me causa l,csal' con tal que Delia me abra sus puertas y me llame calladamente con el solo sonido de sus dedos. Illa favet, seu quis Juvenis nova limina tentat, Seu reserat fixo dente puella rores. Illa docet furtim molli descender e leeto, IlJa pedem nullo ponere posse SOllO; Illa viro coram nutus confel'l'e Ioquaces, Blandaque compositis abdere verba notis . Nec do~et hoc orones; sed quos nec lnertia tardat, Nec vctat obscura surgere noete timol'. En ego quum tenebris tota vagor anxius urbe, Securum tenebris me facit ipsa Venus; Nec sinlt occurrat quisquam, qui corpore ferro Vulnel'et, aut rapta praem.ia veste petat. Quisquis amore tenetur, eat tutusque sacerque Qualibet: insidias non timuisse dec'et. Non mihi pigl'a nocent hibel'nae frigora l1octis, Non mihi, quum multa decidit imber aqua. Non labor hic laedit, reseret modo Delia postes, Et vocet ad digiti me taciturna sonum. (Lib. 1, eIeg. II.-) Como maestro que es de amor conoce también los goces furtivos de Venus, sabe detener el aliento y dar besos arrebatados sin hacer ruido; puede andar al filo de la media noche como los gatos y abrir una puerta sin estrépito. Nota Venus furtiva mihi est; ut lenis agatur Spiritus, ut n'ec dent oseula rapta sonum; Et possim media quamvis obrepere 110cte, Et strepitu l1ulIo clam reserare fores. (Lib. 1, eleg. VIII.-) 400 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos Aprendan los galanes enamorados a solazarse en la mocedad, que pasará la juventud y con qué rapidez!, pues el tiempo no se está perezoso y los días que se van no vuelven. i Cuán rápidamente pierde la tierra sus purpúreos colores y los árboles más alto sus hermo~as cabelleras! i Cómo yace postrado a causa de la enferma senectud el corcel que había sido el primero en la carrera oiímpica! Yo mismo vi, dice el poeta, a más de un joven llorando la pérdida de su pasada juventud. i Dioses crueles! La serpiente se renueva, se viste de nuevos años y solamente los hados niegan a la hermosura un instante de reposo. Unicamente a Febo y a Baco les está asegurada eterna juventud. . . ............... . ... transiet aetas. Quam cito! non segnís stat, remeatve dies. Quam cito purpm'eos dep'e rdit tena colores! Quam cito formosas populus alta comas! Quam jacet, lnfirmae ven2re ubi fata senectae, Qui prior Eleo est carcere missus equus! Vid! ego jam, juvenem, premeret quum serior aetas; Moerentem stultos praeteriisse dies. CrudeIes Divi! serpens novus extút annos; Formae non ullam fata dedel'e moram. Salís aeterna est Phebo Bacchoque juventas. (Lib. I , eIeg. IV) . i Juventud, juventud!, hé aquí el evohé delirante, el himno de gozo y alegría que brota con entusiasmo del pecho del poeta. Más preciadas son que el oro para el joven las mejillas de su amada que resplandecen y al abrazarla y besarla sin causarla mortificación con la barba. Pon tú, mujer, los brazos candentes sobre su hombros y desprecia luégo las grandeR riquezas de los reyes. Venus te sorprenderá entonces rendida a sus caricias, mientras que, agigantado por el deseo, se enlazará contigo estrechando tus tiernas palomas y le darás húmedos besoR en que andarán pugnando las lenguas y le imprimirás con los dientes en el cuello las señales del amor. Cariar est aura juvenis, cui laevia fulgent Ora, nec amplexus aspera barba terit. Hulc tu candentes humero suppone lacertos, Et regum magnae despiciantur opes. At Venus inveniet puero succumbere furtim. Dum tumet et teneros conserit usque sinus, Et dare anhelanti pugnantibus hum ida línguis OscuIa, et in callo figere dente notas. (Lib. I, eIeg. VIII). No de otra manera cuentan las crónicas caba- llerescas que gozó Ricardeto en el palacio de Flordespina las gracias de esta gentil española, a la cual se unió estrecha y deliciosamente como Jo flexibleR acantos a las columnas. Non con piú nodi i flessuosi acanti Le colonne circondano e le travi, Di quelli con che noi legammo stretti E colli e fianchi e braccia e gambe e petti. (Ariosto.-Orlando Furioso.-Canto XXV). Otra vez recuerda Tibulo que aquel amor loco que reprueba el Arcipreste de Talavera en el Corvacho, es don de la mocedad. ¡Ay!, dice, tarde se llama al amor y a la juventud cuando ha llegado la blanca vejez con la cabeza cargada de años. Pero tú, mientras florezca la edad de tu dichosa primavera, gózala, que no tarda en huÍr con paso precipitado. Heu! sel'O revocatur amor, 5'eroque juventas. Quum vetus infec!t cana senecta caput. At tu, dum primi floret tibi temporis aetas, U{,ere: non tardo Jabitur illa pede, (Lib. 1, eIeg. VIII). La última parte del verso final hace presentir ya la estrofa desolada de Rubén Darío: Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver ; cuando quiero llorar 110 lloro, y a veces lloro sin querer. Enamorado del campo pensó Tibulo pasar días felices en él con su Galatea haciéndoles compañía a las aves y a los pastores, maR no pudo lograrlo, que cautivada Delia con los encantos de Roma cada día se abrían ante su alma insaciable de deleites los más dilatados horizontes. Cultivaré los campos, pensaba, y Delia será el guardián de mis cosecha mientras Re orean laR mieses al calor del sol o guardará las uvas en las colmadas cuvas o los mostos que resultan al comprimir aquéllas con pies ligeros; se acostumbrará a contar mis ganados, a escuchar las charlas del amante que juega en el seno de su amada; sabrá ofrecer al Dios de los agricultores un racimo de las vides, espigas de la mieses, una oveja de los rebaños. Que sea Delia quien mande en todo como señora, que sus cuidados lo rijan todo y que en toda la casa sea ella quien gobierne y no yo. Allá irá mi querido Mesala, para el cual cogerá Delia de ár401 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos boles escogidos dulces frutos y tanto respetará a tan eminente varón que andará solícita suministrándole los alimentos que ella misma habrá preparado con sus manos. Estas cosas soñaba que ahora el Euro y el Noto se han llevado a través de los campos embalsamados de Armenia. Rura :olam, frugumque aderit mea Delia custos, Area duro. messes sole calente, teret, Aut mihi servabit plenis in lintribus uvas, Pressaque v'eloci calldida musta pede. Consuescet numerare pecus; consuescet amantis Garrulus in dominae ludere verna sinu. Illa Deo sciet agricolae pro vitibus uvam, Pro segete spicas, pro grege ferre dapem. Illa regat cunetos, illi sint omnla eurae; Et juvet in tota me nihil esse domo. Hue veniet Messala meus, cui dulcia poma Delia selectis detrahit arboribus. Et tantum venerata virum, hunc s'edula curet, Hulc paret atque epulas ipsa ministra gerat. Hae:: mihi fingebam, quae nunc Eurusque Notusque Jactat odoratos vota per Armenios, (Lib. l, eIeg. V._) Si es amor "un dolor con renombre de alegría", según dice Cervantes, llegó un día en que empezó Tibulo a experimentar sus rigores, como que habiéndole enseñado a Delia, para su propia desventura. los ardides y astucias en que fue calificado maestro, era ahora víctima de aquelIa~ lecciones. lpse miser docui, quo poss'et Iudere pacto Custodes. Heu! Heu! nunc premor arte mea. (Lib. l, eIeg. VI.-) j, Cómo hallar fidelidad en una mujer que, como la de Catulo, era una de las más admiradas cortesanas de Roma? Aún tira más allá la barra el Arcipreste de Talavera sobre la infidelidad, cuando, hablando de la mujer en general, afirma: "esperar firmeza en amor de mujer es querer agotar río cabdal con cesta o espuerta o con muy ralo farnero." (1). ¿ Qué mucho que se lamente el poeta en versos que expresan su dolor? ¿ De qué me han servido las tretas y mañas si sólo he cosechado desdenes y huye del mismo tálamo la cruel muchacha que adoro? O ¿ qué sirve cuando promete si pronto me engaña la pérfida y paso la noche cavilando muchos modos de vigilarla? Mientras cualquier cosa que se mueve me parece que trae la ventura (1) El Corvacho. de verla aparecer, creo percibir el ruido de sus pasos. Quid prosunt artes, miserum si spernlt amantem, Et fugit ex ipso saeva puella toro? Vel quum promittit, sublto sed perfida fallit, Est mihi nox multís evigilanda modís. Dum mihi venturam fingo, quodeumque movetur, ;rllius credo tunc sonuisse pedem. (Lib. I, eleg. IX). Son éstos sufrimientos de amor y tormentos que suelen tener los enamorados, mayormente los poetas, los cuales tienen una sensibilidad más exquisita por las visiones de la imaginación y por el influjo del arte. Por eso afirma Gil Polo en la "Diana enamorada": "Todos los versos de los amadores están llenos de dolor, compuestos con suspiros, borrados con lágrimas, y cantados con agonía. A1lí veréis las sospechas, allí los temores, allí las desconfianzas, allí 10H recelos, allí los cuydados, y allí mil géneros de penas. No se habla allí sino de muertes, cadenas, flechas, venenos, llamas y otras cosas que no sirven sino para dar tormento. quando ~e emplean, y temor, quando se nombran." Empiezan ahora para Tibulo tiempos nebulosos en la vida de sus amores y por eso se lamenta y llora trayendo a la memoria las felices horas que pasaba con Delia. Ahora se ruboriza al recordar que fue un tiempo en que arrojado a los pies de la ingrata la hablaba llorando. Entonces, le increpa, me jurabas que ni por oro ni por piedras preciosas venderías la fe prometida, así te diesen como precio de una complacencia las tierras de la Campañia o los campos de Falerno, . tan queridos de Baco. Con tales palabras me quitabas de la mente que hay astros que brillan en el cielo y caminos luminosos para el rayo y aun llorabas para afirmar tus juramentos; y yo, indocto en las artes del engaño, era tan crédulo que llegaba hasta enjugar tus mejillas... Entonces perecí desdichado por haber confiado neciamente en tu amor, como que podía haber sido más cauto para no caer en los lazos que me tendías. Y aún hacía más, que era cantar embelesado tus alabanzas! Pero ahora a fe que me avergüenzo de mí mismo y por las Piérides que presenciaron tamaña estulticia. Tune mihi jurabas, nullo te divitls aurl Pondere, non gemmis vendere velle lidem; 402 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos Non tibi si pretium Campania tena daretur Non tibi, si Bacchi cura, Falernus ager. Illis eriperes ver bis mihi, sidera coelo Lucere, et puras fulminis esse vias. Quin etiam flebas; at ego non fallere doctus Tel'gebam humentes credulus usque g'enas. o •• O" 0 •••••• '0._. O ••••••••••• OO •••••••• o" " 0.0 •• - Tum miser interii, stulte COl1'fiSU5 amari. Nam poteram ad laqueos cautior esse tuos. Quin etiam attonita laudes tibi mente canebam: At me l1unc l1ostri, Pieridumque pudet. (Lib. l, eleg. IX). Tenía razón de avergonzarse Tibulo porque Delia pecaba y traicionaba a su genero o amador, el cual había gastado ya lo que tenía para procurar a aquella mujer insaciable toda suerte de goces y venturas; se quejaba en vano, pues ni con palabras abemoladas le abría la puerta que, e veía forzado a golpear con la mano llena de oro. Heu! Callimus frustra, nec verbis victa fatisclt Janua, sed plena est percutienda manu. (Lib. I, eleg. VI.-) 403 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos Buscó entonces el poeta otros amores y aun el torpe de Marato, que he querido disfrazar atribuyendo a Delia los versos que para aquél habia compuesto, ya porque no es decoroso detener la pluma en cosas tan lúbricas, como lo siente uno de los comentadores de Tibulo (1), ya porque estoy en lo cierto al considerar que Delia fue su primer amor y el único verdadero que tuvo, en opinión de Ovidio: Sic Nemesis Jongum, sic Delia nomen habebuu L; Altera, cura r'ecens; altera, pl'imus amor. to culbvando mi pobreza y gozando tranquilo las caricias de mi querida esposa. Sit mihi paupel'tas Lecum jucunda, Neera; At cine te l'egum munera nulla volo. O niveam, quae te potel'it mihi reddere, Jucem I O mihi felicem terque quetel'que cliem! Nec me regna juvent, nac LydiuS aul'ifer amnis, Nec, quas terrarum sustinet orbis, ap'es. Haec aHí cupiant; liceat mihi paupere cultu, Se _uro cara conjuge posse fl'Ui. (Lib. UI, eleg. IU.-) (Ovidii Nasonís ... ) Pero al dejar a Delia para seguir a Némesis, ha sido como salir de Scyla para entrar en Caribdis, pues no 0S más fiel ésta que aquélla, ni menos avariciosa. El amor de Tibulo había de ser cultivado con la ley que ella le impuso, que fue la de ser esclavo de una pasión insensata que le obligó hasta malvender la casa de sus abuelos para satisfacer los antojos de Némesis, ya fuesen éstos caros perfumes o preciosas copas de Samos, ya tejidos mezclados de oro y seda de las mujeres de Cos o túnicas de púrpura de Tir0. Siguió así el poeta haciendo nadar en lujo a sus amantes, cuándo con Némesis, cuándo con Neera o con Cerinto, con las cuales gastó cuantiosos caudales. Suele imaginar el hombre en tiempos bonanzosos que vivirá tan contento en la próspera como en la adversa fortuna, por cuanto la felicidad de que goza no le deja pensar en el dolor de las horas amargas; así el enamorado que se contempla dichoso con la amada en los días felices no teme los infaustos de la pobreza y la miseria. Ya se ha visto cómo pensaba Tibulo cuando el amor de Delia le inflamaba; ahora que está con Neera también opina que no se curan con riquezas las penas y cuidados de los hombres. Contigo, N eera, dice, me será alegre la pobreza y sin ti no querré ni los dones de los reyes. Oh luz nívea y cándida aquella en que te vea venir a mis brazos; oh día tres y cuatro veces feliz para mí! Ni deseo reinos, ni el oro que corre en las aguas del Pactolo, ni las riquezas que encierra el orbe de las tierras. Es· tas cosas deseen otros, que yo viviré conten(1) "Nc,n lubet enim in tam obscoenis' rebus operam im;pendere."- (loc. cit.) Esto pensaba Tibulo cuando aún tenía bien hel'lada la bolsa; mas cuando perdió sus caudales y las amantes le dejaron porque no tenía ya dineros con qué saciarles la codicia, exclamó que los días le eran amargos y más aún las som.bras de la noche. Mis días, sobrado tristes, se han abrevado en hiel, decía. Nunc et amara dies, et l10ctis amarior umbl'a est; Omnia jam tl'isti tempora felle madent. (Lib. U, eleg. IV.-) El poeta que había 'ido poseedor de extensas haciendas, llenas de numerosos rebaños y en las cuales había lindas casas de campo con sus huertas y viñedos, lamenta ahora el desmedro de su fortuna porque P?bre y privado del esplendor de otros días no entona ya armoniosos himnos a Baco, como cuando requería al esclavo querido para que llenase con mano generosa las copas con el sabroso vino de Falerno, o cuando, coronada la frente de pámpanos y rosas, cantaba deliciosamente los goces, las gracias y las venturas del amor. Care puel', madeant generoso pocula Baccho; Et nobis prona funde Falerna manu. (Lib. lII, eleg. VI-) Ni siquiera tiene el regocijado humor de Catulo quien, burlándose de la pobreza en que estaba, decía que su escarcela estaba siempre llena de telarañas. .............. nam t ui Ca.tulli Plenu5 sacculu5 est aranearum. CaLulli ad Fabullum.-) y es que la condición de Tibu!o más propia es ele penas y melancolías que de chufetas y 404 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos donaires. Sus cantos de amor son como el eco de una flauta dulcísima tañida por un pastor enamorado que en lo señero del bosqt.le vaga buscando a la ingrata pastora que huyó de su lado cuando más la enamoraba y más delicadas palabras le decía. Poeta de emoción sosegada y ternísima en el amor sus versos nos llegan al corazón blanda y cariñosamente y todavía solemos decir con él los enamorados a la amada: "Tú eres la única mujer que me agrada, tú el solo descanso de mis cuitas y pesaref', la luz de mi alma en las noches oscuras, la compañía y la sociedad y el mundo en los lugares más solitarios. Fuéra de ti no hay mujer que pueda conquistar mi cariño y parecer bella y hermosa a mis ojol'>". Tu mihi sola places; nec jam, te praeter, in urbe Formosa est oculis ulla puella meis. Tu mihi curarum requies, tu nocte vel atra Lumen, et in sclis tu mihi turba Jocis. (Ad. Junonem.-XIII.-l Eso solamente bastaría para hacer eterna la memoria del poeta, si no fuese porque su libro de versos de amor, primorosamente pulido con piedra pómez y decorado con pnturas de Cupido y Citerea, tiene un lugar escogido en los corazones de cuantos gozamo indeciblemente con Sll sabrosa lectura. JULIAN MOTTA SALAS (Concluirá) . 405 ©Biblioteca Nacional de Colombia