ENTREVISTA LUIS MARÍA CAZORLA ACADÉMICO DE NÚMERO Y PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN PRO REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN “LA REAL ACADEMIA DEBE TENER INFLUENCIA POR SU AUTORIDAD Y PRESTIGIO” CON EL APOYO DEL CONSEJO GENERAL DE PROCURADORES COMO UNO DE SUS PATRONOS FUNDADORES, EL PASADO MES DE MARZO NACÍA LA FUNDACIÓN QUE TIENE COMO FIN IMPULSAR LA ACTIVIDAD Y ASEGURAR EL RESPALDO ECONÓMICO DE LA CENTENARIA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN. LUIS MARÍA CAZORLA, ACADÉMICO DE NÚMERO Y PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN, ES UN PRESTIGIOSO JURISTA DE LARGA EXPERIENCIA QUE DEFIENDE LA NECESIDAD DE DAR LA VOZ A LOS EXPERTOS Y REFORZAR LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD CIVIL EN EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES. TEXTO: RAÚL DE ANDRÉS FOTOS: ÁLVARO JIMÉNEZ 24 Procuradores • Nº 110 –La Fundación nace en marzo de 2014, ¿con qué objetivos? –El primero es, bajo la supervisión y dirección de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, ayudarla a desarrollar sus funciones de estudio, publicación y transmisión del conocimiento jurídico. Y en segundo lugar, ayudarla también a su sostenimiento económico. Fruto de las reducciones de las subvenciones que figuran en los presupuestos del Estado, la Real Academia se ha visto muy mermada en los fondos que recibe para el desarrollo de su actividad y hasta para mantenerse a sí misma, por lo que acudió al mundo jurídico –colegios profesionales, una ENTREVISTA editorial y despachos de abogados– solicitando participación y ayuda a través de la constitución de la Fundación. –¿Qué respuesta recibió de la Procura cuando les propuso participar en la Fundación? –Muy entusiasta e inmediata. Desde el primer momento su presidente se mostró muy favorable al proyecto y fue uno de los primeros síes que recibí. Quiero agradecer la ayuda del Consejo General de Procuradores, que es muy valiosa y entusiasta. En este proyecto, que es muy importante y que puede beneficiar en muchas vertientes al mundo de lo jurídico, quiero que conste que los procuradores han estado desde el primer momento al lado de la Real Academia. –Por cierto, ¿cuál es su relación con la Procura, y qué valoración le merece? –El despacho de abogados que dirijo es muy procesal y, por lo tanto, tenemos relación constante con procuradores de toda España, llevamos pleitos en todo el país. Tengo que decir que la relación es de colaboración eficaz, y siempre con muy buena opinión sobre el desarrollo de su tarea. Tengo muy buena opinión del trabajo del procurador como colaborador de la Justicia y del abogado. Nunca he tenido ningún problema con los procuradores, siempre he mantenido una colaboración eficaz con ellos, cuya tarea, por otra parte, es imprescindible para un abogado. –¿Cuál es, en resumen, el plan de actividades de la Fundación? –Es muy variado. Primero, se centra en impulsar y ayudar a que la Real Academia realice su actividad a través de sus secciones científicas. En segundo lugar, desarrollar dentro de la Real Academia un plan de actividades con, por ejemplo, conferencias, seminarios y reuniones que se celebran no solamente sobre cuestiones de permanente interés, sino también sobre aquellas que sean de actualidad. La Real Academia debe ser, a mi juicio, un verdadero centro de pensamiento y de actividad jurídica de primer nivel. –Y en cuanto a la propia Real Academia, ¿en qué campos concretos podría ayudar a la mejora del Derecho español? –Primero, tratando cuestiones de actualidad, dando opinión y ayudando a formar opinión; en segundo lugar, constituyendo un lugar idóneo para que personalidades jurídicas del máximo nivel manifiesten sus opiniones y puedan influir en el proceso jurídico. Por ejemplo, hemos celebrado ya conferencias de “primeros espadas” sobre temas como el problema de los aforados, la organización judicial, la ejecución de sentencias… Es decir, temas de actualidad sobre los que en la Real Academia pueda darse una opinión que pueda influir, y que sea fundada, seria, propia de personalidades que merezcan respeto y atención. Es un auténtico foro de discusión y debate que debe proporcionar ideas al proceso legislativo o de creación jurídica. –¿Se tratará desde la Academia de influir en los distintos gobiernos sobre las reformas legislativas en marcha? –Podría ser una de las vertientes de su actividad, pero más que influir se trata de dar una opinión que, por ser de la Real Academia y de personas de gran nivel, pueda tener una influencia por su autoridad y prestigio; algo totalmente alejado de grupos de interés o de presión. –Entonces, enmarcado en esta reflexión, ¿está tratando la Real Academia dar un nuevo impulso a la sociedad civil? –No cabe la menor duda. Las reales academias no son Admi­ nistración del Estado; son corporaciones que nacen de la sociedad, y que por su importancia el Estado les otorga un régimen especial y las ayuda económicamente. En nuestro caso se trata de revitalizar la sociedad jurídica, pero no en función de intereses parciales, sino en el campo de los intereses generales, del prestigio, de la auto­ ridad. Si la Real Academia recupera peso en la formación de la opinión, y ese peso es fruto de la concurrencia de muchos puntos de vista, puede contribuir a dar un paso adelante en el fortalecimiento de la sociedad en su vertiente jurídica. –Un dato que llama la atención, si me permite. De los 41 académicos actuales con medalla en la Real Academia, solo una es mujer. El currículo de Luis María Cazorla (Larache, Marruecos, 1950) es abrumador, forjado a base de un estudio constante. No en vano se ha sometido a ocho oposiciones. Además de fundar y dirigir Cazorla Abogados, es catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Rey Juan Carlos, abogado del Estado en excedencia, letrado de las Cortes Generales e inspector, en excedencia también, de los Servicios del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Autor de numerosos artículos, libros jurídicos e incluso novelas, en la actualidad ocupa, entre otros, el cargo de secretario general del Consejo de Administración de Bolsas y Mercados Españoles. En 2010 obtuvo su medalla –la número 12– como académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, un organismo al que está ayudando a impulsar como promotor y presidente de la Fundación que la respalda. Vinculado también al deporte, ha ocupado, entre otros, los cargos de director general del Gabinete Técnico del Ministro de Hacienda, secretario general del Congreso de los Diputados, secretario de la Junta Electoral Central, miembro de la Comisión Jurídica del Comité Olímpico Internacional y vicepresidente primero del Comité Olímpico Español. Procuradores • Nº 110 25 ENTREVISTA “Tengo muy buena opinión del trabajo del procurador como colaborador de la Justicia y del abogado” –Sí, es la magistrada del Tribunal Constitucional doña Encarnación Roca, incorporada no hace mucho. Yo espero que en un futuro próximo esta situación vaya mejorando, porque en España hay grandes juristas mujeres que merecen estar en la Real Academia como académicas de número. –¿Qué relevancia ha tenido la Real Academia en la historia de España? –Ha habido momentos históricos en los que, si se observan los nombres que figuran en las placas de mármol colocadas en el Salón de Plenos, se comprende la gran influencia que ha tenido. Allí aparecen Moret, Cana­ lejas, Montero Ríos, Alcalá Zamora, Calvo Sotelo… Es decir, personalidades políticas de primer nivel. Hay muchos primeros ministros que también han sido presidentes de la Real Academia; ha habido una simbiosis entre influencia política y presencia jurídica. –Quizás no es muy conocido que dentro de la Real Academia existe un Instituto de Historia de la Intolerancia, ¿con qué fin? –Sí, este Instituto lo preside el vicepresidente de la Real Academia y académico de Historia también, don José Antonio Escudero, que está realizando una gran labor. La Real Academia ha tenido históricamente varios institutos; por ejemplo, hubo un Instituto Diplomático y un Centro de Estudios Marroquíes en la época del Protectorado español en Marruecos, y la Escuela Diplomática desarrolló su actividad en la Real Academia. El Instituto de Historia de la Intolerancia, recientemente incorporado a esta Real Academia y albergado en ella, tien26 Procuradores • Nº 110 de a estudiar la intolerancia desde un punto de vista histórico-jurídico, que es una vertiente más de la historia del Derecho, indudablemente; también se ocupa de temas jurídicos actuales, ya que desgraciadamente la intolerancia tiene no pocas manifestaciones en nuestros días. –Y desde su visión como jurista y abogado en ejercicio, ¿cómo valora, en general, la situación de la Administración de Justicia en España? –Tiene mucho que mejorar, pero no es ni mucho menos tan mala como se suele decir. Según mi ­experiencia personal como abogado, la valoración es favorable con carácter general. Yo creo que el problema fundamental que tiene la Justicia consiste en la falta de medios materiales y de modernización. Pero en cuanto al elemento personal, que es el esencial, el juez y el secretario, mi opinión es en términos generales favorable en cuanto a su formación y a la manera en que desarrollan su actividad. –¿Qué opinión tienen los bufetes internacionales sobre el sistema judicial español? ¿Hay algún área específica en la que fallemos claramente? –Lo que más suele chocar a los abogados extranjeros es la lentitud de la Justicia española y la inseguridad jurídica que crea la existencia a veces de criterios jurisdiccionales dispares. –Eso parece indicar que son necesarias algunas reformas muy concretas… –Sí, me refiero a la mejora de la eficacia, que tiene mucho que ver con los medios, y a una mayor seguridad jurídica a su vez basada en una mayor estabilidad del ordenamiento jurídico. –Usted ha escrito que la calidad de las leyes en nuestro país es manifiestamente mejorable, ¿sigue manteniendo que la técnica legislativa es mala? –Desgraciadamente es mala, con tendencia a ser peor. Es muy contraproducente que se respete poco la técnica legislativa, que el lenguaje jurídico no tenga la importancia que ha de tener y no sea respetado, y que hasta las cámaras legislativas ignoren con cierta frecuencia que la seguridad jurídica requiere una correcta expresión jurídica. De manera que con carácter general nuestra técnica legislativa es mala con tendencia a empeorar. –¿Cuántos conflictos o problemas se suscitan simplemente por la ambigüedad o la mala redacción de las leyes? –Innumerables, y constituye una fuente de inseguridad jurídica tremenda que, a su vez, es una de las quejas que desde el exterior, junto a la lentitud, se suele achacar a nuestro sistema jurídico. –Desde el punto de vista político, parece que el país puede encontrarse en una encrucijada, con muchos retos pendientes, entre ellos nada menos que la propia organización del Estado. ¿Cómo puede ayudar el Derecho a superar estos retos para crear un marco institucional estable? –El Derecho debe contribuir, pero la solución no está en el Derecho. El Derecho es un instrumento esencial para la convivencia, pero por encima, o al lado según los casos, hay otros instrumentos. Intentar reducir problemas esencialmente políticos a soluciones jurídicas no suele ser el mejor camino. Para resolver los problemas ENTREVISTA de la convivencia socio-política no se puede confiar exclusivamente en el Derecho. –Le pregunto como jurista, ¿cree que ha llegado la hora de reformar la Constitución? –Esa pregunta no se puede contestar exclusivamente como jurista. Es cierto que, desde un punto de vista de la técnica jurídica, la Constitución requiere ciertas mejoras, pero las reformas constitucionales nacen por encima de lo demás como fruto de una aspiración y de una necesidad política. Yo creo que empieza a dibujarse en el futuro, y empieza a hacerse presente, la necesidad política de reformar ciertos aspectos de la Constitución, siempre que haya un acuerdo básico que constituya un medio para resolver problemas y no para empeorarlos. –Y en su opinión, ¿cuál podrían ser esos aspectos que necesitan reforma? –Aparte de otras cuestiones importantes, el gran problema es la definición precisa y delimitada constitucionalmente de la organización territorial de nuestro Estado, cosa que la Constitución del 78 no acabó de hacer, y así estamos hoy como estamos. Pero insisto, cualquier paso que se dé en este terreno requiere, a mi parecer, un acuerdo político básico; meterse en aventuras sin que medie ese acuerdo básico puede acrecentar los problemas más que contribuir a resolverlos. –¿Y qué ocurre con el propio funcionamiento de las instituciones? Usted ha escrito sobre el tema en el pasado, ¿sigue viendo áreas concretas de mejora? –Yo creo que las instituciones funcionan mejor que lo que los medios de comunicación transmiten. Las reacciones que está teniendo un elemento fundamental del Estado como es el Poder Judicial frente a los n ­ umerosos episodios de corrupción que nos escandalizan demuestran que funcionan antes o después. Por otro lado, más que poner patas arriba el esquema general, independientemente del problema de la organización territorial, sí se necesitan ciertas mejoras en el funcionamiento de las Cortes Generales: plantearse la estructura del Senado y su función, el propio funcionamiento del Congreso merece mejoras… Vengo refiriéndome a estos últimos temas desde 1984, año “Con carácter general nuestra técnica legislativa es mala con tendencia a empeorar” “Empieza a dibujarse en el futuro, y empieza a hacerse presente, la necesidad política de reformar ciertos aspectos de la Constitución, siempre que haya un acuerdo básico” “El sistema de partidos y su poder ha penetrado allí donde no debían haberlo hecho, desfigurando muchas instituciones” en que publiqué un libro que se llamaba Las Cortes Generales: ¿Parlamento contemporáneo? Con carácter general lo que debe hacerse, según mi visión de las cosas, es limitar la influencia del sistema de partidos; a mi juicio, el sistema de partidos y su poder ha penetrado allí donde no debían haberlo hecho, desfigurando muchas instituciones. –¿Se requieren algunas reformas específicas, entonces? –Hay que mejorar la regulación de la financiación de los partidos, aclarándola y poniéndole límites; la ley de financiación de partidos políticos en proyecto es muy importante. También sería deseable alguna mejora del sistema electoral. Yo creo que más que poner en duda todo el sistema, y quererlo sustituir por algo totalmente distinto, no inventado todavía, se debe pensar en mejoras parciales del funcionamiento de las instituciones. Todo eso englobado dentro de la llamada regeneración política, que no se acaba de concretar debidamente, pero que es una tarea inaplazable. –Por su contacto con el mundo de los negocios y las finanzas en el ámbito internacional, ¿pueden las circunstancias políticas afectar a la recuperación económica de España? –Sí, yo detecto una creciente confianza económica en España, y paralelamente empieza a trazarse una cierta interrogación sobre nuestro futuro político. Advierto que la visión económica que tienen de nosotros ha mejorado notablemente en el exterior en poco más de dos años, pero, junto al respiro por lo económico, que comienza a cuajar, crece la preocupación por lo político, sobre lo que va a ocurrir en las próximas elecciones o sobre el problema de Cataluña, por ejemplo. Esto, que hasta hace no mucho no constituía una preocupación, está empezando a ­empañar el respiro, la confianza nacida en la vertiente económica. –¿Y esos problemas políticos podrían comprometer la recuperación económica? –Para que haya una recuperación económica permanente, estable y honda se requiere estabilidad política. Disociar la situación política de la económica es imposible, y en todo caso es ingenuo. Procuradores • Nº 110 27