Entrevista - Consejo General de Procuradores de España

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ENTREVISTA
LUIS MARÍA CAZORLA
ACADÉMICO DE NÚMERO Y PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN
PRO REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN
“LA REAL ACADEMIA DEBE TENER
INFLUENCIA POR SU AUTORIDAD
Y PRESTIGIO”
CON EL APOYO DEL CONSEJO GENERAL DE PROCURADORES COMO UNO DE SUS PATRONOS
FUNDADORES, EL PASADO MES DE MARZO NACÍA LA FUNDACIÓN QUE TIENE COMO FIN IMPULSAR
LA ACTIVIDAD Y ASEGURAR EL RESPALDO ECONÓMICO DE LA CENTENARIA REAL ACADEMIA DE
JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN. LUIS MARÍA CAZORLA, ACADÉMICO DE NÚMERO Y PRESIDENTE
DE LA FUNDACIÓN, ES UN PRESTIGIOSO JURISTA DE LARGA EXPERIENCIA QUE DEFIENDE LA NECESIDAD
DE DAR LA VOZ A LOS EXPERTOS Y REFORZAR LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD CIVIL EN EL PROCESO DE
TOMA DE DECISIONES.
TEXTO: RAÚL DE ANDRÉS
FOTOS: ÁLVARO JIMÉNEZ
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–La Fundación nace en marzo de
2014, ¿con qué objetivos?
–El primero es, bajo la supervisión y dirección de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación,
ayudarla a desarrollar sus funciones
de estudio, publicación y transmisión
del conocimiento jurídico. Y en segundo lugar, ayudarla también a su
sostenimiento económico. Fruto de
las reducciones de las subvenciones
que figuran en los presupuestos del
Estado, la Real Academia se ha visto muy mermada en los fondos que
recibe para el desarrollo de su actividad y hasta para mantenerse a sí
misma, por lo que acudió al mundo
jurídico –colegios profesionales, una
ENTREVISTA
editorial y despachos de abogados– solicitando participación y
ayuda a través de la constitución
de la Fundación.
–¿Qué respuesta recibió de la
Procura cuando les propuso participar en la Fundación?
–Muy entusiasta e inmediata.
Desde el primer momento su presidente se mostró muy favorable al
proyecto y fue uno de los primeros
síes que recibí. Quiero agradecer
la ayuda del Consejo General de
Procuradores, que es muy valiosa
y entusiasta. En este proyecto, que
es muy importante y que puede
beneficiar en muchas vertientes al
mundo de lo jurídico, quiero que
conste que los procuradores han
estado desde el primer momento al
lado de la Real Academia.
–Por cierto, ¿cuál es su relación
con la Procura, y qué valoración le
merece?
–El despacho de abogados que
dirijo es muy procesal y, por lo
tanto, tenemos relación constante
con procuradores de toda España,
llevamos pleitos en todo el país.
Tengo que decir que la relación es
de colaboración eficaz, y siempre
con muy buena opinión sobre el
desarrollo de su tarea. Tengo muy
buena opinión del trabajo del procurador como colaborador de la
Justicia y del abogado. Nunca he
tenido ningún problema con los procuradores, siempre he mantenido
una colaboración eficaz con ellos,
cuya tarea, por otra parte, es imprescindible para un abogado.
–¿Cuál es, en resumen, el plan
de actividades de la Fundación?
–Es muy variado. Primero, se
centra en impulsar y ayudar a que
la Real Academia realice su actividad a través de sus secciones
científicas. En segundo lugar, desarrollar dentro de la Real Academia un plan de actividades con,
por ejemplo, conferencias, seminarios y reuniones que se celebran
no solamente sobre cuestiones de
permanente interés, sino también
sobre aquellas que sean de actualidad. La Real Academia debe ser,
a mi juicio, un verdadero centro de
pensamiento y de actividad jurídica de primer nivel.
–Y en cuanto a la propia Real
Academia, ¿en qué campos concretos podría ayudar a la mejora del
Derecho español?
–Primero, tratando cuestiones de
actualidad, dando opinión y ayudando a formar opinión; en segundo lugar, constituyendo un lugar
idóneo para que personalidades
jurídicas del máximo nivel manifiesten sus opiniones y puedan influir
en el proceso jurídico. Por ejemplo,
hemos celebrado ya conferencias
de “primeros espadas” sobre temas
como el problema de los aforados,
la organización judicial, la ejecución de sentencias… Es decir, temas de actualidad sobre los que en
la Real Academia pueda darse una
opinión que pueda influir, y que
sea fundada, seria, propia de personalidades que merezcan respeto
y atención. Es un auténtico foro de
discusión y debate que debe proporcionar ideas al proceso legislativo o de creación jurídica.
–¿Se tratará desde la Academia
de influir en los distintos gobiernos
sobre las reformas legislativas en
marcha?
–Podría ser una de las vertientes de su actividad, pero más que
influir se trata de dar una opinión
que, por ser de la Real Academia
y de personas de gran nivel, pueda
tener una influencia por su autoridad y prestigio; algo totalmente
alejado de grupos de interés o de
presión.
–Entonces, enmarcado en esta
reflexión, ¿está tratando la Real
Academia dar un nuevo impulso a
la sociedad civil?
–No cabe la menor duda. Las
reales academias no son Admi­
nistración del Estado; son corporaciones que nacen de la sociedad,
y que por su importancia el Estado les otorga un régimen especial
y las ayuda económicamente. En
nuestro caso se trata de revitalizar la sociedad jurídica, pero no
en función de intereses parciales,
sino en el campo de los intereses
generales, del prestigio, de la auto­
ridad. Si la Real Academia recupera peso en la formación de la
opinión, y ese peso es fruto de la
concurrencia de muchos puntos de
vista, puede contribuir a dar un
paso adelante en el fortalecimiento de la sociedad en su vertiente
jurídica.
–Un dato que llama la atención,
si me permite. De los 41 académicos actuales con medalla en la Real
Academia, solo una es mujer.
El currículo de Luis María Cazorla
(Larache, Marruecos, 1950) es
abrumador, forjado a base de un
estudio constante. No en vano se ha
sometido a ocho oposiciones. Además
de fundar y dirigir Cazorla Abogados,
es catedrático de Derecho Financiero
y Tributario de la Universidad Rey
Juan Carlos, abogado del Estado
en excedencia, letrado de las Cortes
Generales e inspector, en excedencia
también, de los Servicios del Ministerio
de Hacienda y Administraciones
Públicas. Autor de numerosos artículos,
libros jurídicos e incluso novelas, en la
actualidad ocupa, entre otros, el cargo
de secretario general del Consejo de
Administración de Bolsas y Mercados
Españoles. En 2010 obtuvo su medalla
–la número 12– como académico
de número de la Real Academia
de Jurisprudencia y Legislación, un
organismo al que está ayudando a
impulsar como promotor y presidente
de la Fundación que la respalda.
Vinculado también al deporte, ha
ocupado, entre otros, los cargos de
director general del Gabinete Técnico
del Ministro de Hacienda, secretario
general del Congreso de los Diputados,
secretario de la Junta Electoral Central,
miembro de la Comisión Jurídica
del Comité Olímpico Internacional
y vicepresidente primero del Comité
Olímpico Español.
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ENTREVISTA
“Tengo muy buena opinión
del trabajo del procurador
como colaborador
de la Justicia y
del abogado”
–Sí, es la magistrada del Tribunal Constitucional doña Encarnación
Roca, incorporada no hace mucho.
Yo espero que en un futuro próximo
esta situación vaya mejorando, porque en España hay grandes juristas
mujeres que merecen estar en la Real
Academia como académicas de número.
–¿Qué relevancia ha tenido la
Real Academia en la historia de España?
–Ha habido momentos históricos
en los que, si se observan los nombres
que figuran en las placas de mármol
colocadas en el Salón de Plenos, se
comprende la gran influencia que ha
tenido. Allí aparecen Moret, Cana­
lejas, Montero Ríos, Alcalá Zamora,
Calvo Sotelo… Es decir, personalidades políticas de primer nivel. Hay
muchos primeros ministros que también han sido presidentes de la Real
Academia; ha habido una simbiosis
entre influencia política y presencia
jurídica.
–Quizás no es muy conocido que
dentro de la Real Academia existe un
Instituto de Historia de la Intolerancia, ¿con qué fin?
–Sí, este Instituto lo preside el vicepresidente de la Real Academia y
académico de Historia también, don
José Antonio Escudero, que está realizando una gran labor. La Real Academia ha tenido históricamente varios
institutos; por ejemplo, hubo un Instituto
Diplomático y un Centro de Estudios
Marroquíes en la época del Protectorado español en Marruecos, y la
Escuela Diplomática desarrolló su actividad en la Real Academia. El Instituto de Historia de la Intolerancia, recientemente incorporado a esta Real
Academia y albergado en ella, tien26
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de a estudiar la intolerancia desde un
punto de vista histórico-jurídico, que
es una vertiente más de la historia del
Derecho, indudablemente; también
se ocupa de temas jurídicos actuales,
ya que desgraciadamente la intolerancia tiene no pocas manifestaciones en nuestros días.
–Y desde su visión como jurista y
abogado en ejercicio, ¿cómo valora,
en general, la situación de la Administración de Justicia en España?
–Tiene mucho que mejorar, pero
no es ni mucho menos tan mala como
se suele decir. Según mi ­experiencia
personal como abogado, la valoración es favorable con carácter general. Yo creo que el problema fundamental que tiene la Justicia consiste
en la falta de medios materiales y de
modernización. Pero en cuanto al elemento personal, que es el esencial,
el juez y el secretario, mi opinión es
en términos generales favorable en
cuanto a su formación y a la manera
en que desarrollan su actividad.
–¿Qué opinión tienen los bufetes
internacionales sobre el sistema judicial español? ¿Hay algún área específica en la que fallemos claramente?
–Lo que más suele chocar a los
abogados extranjeros es la lentitud
de la Justicia española y la inseguridad jurídica que crea la existencia
a veces de criterios jurisdiccionales
dispares.
–Eso parece indicar que son necesarias algunas reformas muy concretas…
–Sí, me refiero a la mejora de la
eficacia, que tiene mucho que ver
con los medios, y a una mayor seguridad jurídica a su vez basada en
una mayor estabilidad del ordenamiento jurídico.
–Usted ha escrito que la calidad
de las leyes en nuestro país es manifiestamente mejorable, ¿sigue manteniendo que la técnica legislativa es
mala?
–Desgraciadamente es mala, con
tendencia a ser peor. Es muy contraproducente que se respete poco la
técnica legislativa, que el lenguaje
jurídico no tenga la importancia que
ha de tener y no sea respetado, y
que hasta las cámaras legislativas
ignoren con cierta frecuencia que
la seguridad jurídica requiere una
correcta expresión jurídica. De manera que con carácter general nuestra
técnica legislativa es mala con tendencia a empeorar.
–¿Cuántos conflictos o problemas
se suscitan simplemente por la ambigüedad o la mala redacción de las
leyes?
–Innumerables, y constituye una
fuente de inseguridad jurídica tremenda que, a su vez, es una de las
quejas que desde el exterior, junto a
la lentitud, se suele achacar a nuestro sistema jurídico.
–Desde el punto de vista político,
parece que el país puede encontrarse
en una encrucijada, con muchos retos
pendientes, entre ellos nada menos
que la propia organización del Estado. ¿Cómo puede ayudar el Derecho
a superar estos retos para crear un
marco institucional estable?
–El Derecho debe contribuir, pero
la solución no está en el Derecho. El
Derecho es un instrumento esencial
para la convivencia, pero por encima,
o al lado según los casos, hay otros
instrumentos. Intentar reducir problemas esencialmente políticos a soluciones jurídicas no suele ser el mejor
camino. Para resolver los problemas
ENTREVISTA
de la convivencia socio-política no se
puede confiar exclusivamente en el
Derecho.
–Le pregunto como jurista, ¿cree
que ha llegado la hora de reformar
la Constitución?
–Esa pregunta no se puede contestar exclusivamente como jurista. Es
cierto que, desde un punto de vista
de la técnica jurídica, la Constitución requiere ciertas mejoras, pero
las reformas constitucionales nacen
por encima de lo demás como fruto
de una aspiración y de una necesidad política. Yo creo que empieza a
dibujarse en el futuro, y empieza a
hacerse presente, la necesidad política de reformar ciertos aspectos de
la Constitución, siempre que haya
un acuerdo básico que constituya un
medio para resolver problemas y no
para empeorarlos.
–Y en su opinión, ¿cuál podrían
ser esos aspectos que necesitan reforma?
–Aparte de otras cuestiones importantes, el gran problema es la definición precisa y delimitada constitucionalmente de la organización territorial de nuestro Estado, cosa que
la Constitución del 78 no acabó de
hacer, y así estamos hoy como estamos. Pero insisto, cualquier paso que
se dé en este terreno requiere, a mi
parecer, un acuerdo político básico;
meterse en aventuras sin que medie
ese acuerdo básico puede acrecentar los problemas más que contribuir
a resolverlos.
–¿Y qué ocurre con el propio funcionamiento de las instituciones? Usted ha escrito sobre el tema en el pasado, ¿sigue viendo áreas concretas
de mejora?
–Yo creo que las instituciones funcionan mejor que lo que los medios
de comunicación transmiten. Las reacciones que está teniendo un elemento
fundamental del Estado como es el
Poder Judicial frente a los n
­ umerosos
episodios de corrupción que nos escandalizan demuestran que funcionan antes o después. Por otro lado,
más que poner patas arriba el esquema general, independientemente del
problema de la organización territorial, sí se necesitan ciertas mejoras
en el funcionamiento de las Cortes
Generales: plantearse la estructura
del Senado y su función, el propio
funcionamiento del Congreso merece mejoras… Vengo refiriéndome a
estos últimos temas desde 1984, año
“Con carácter general
nuestra técnica
legislativa es mala
con tendencia a
empeorar”
“Empieza a dibujarse
en el futuro, y
empieza a hacerse
presente, la necesidad
política de reformar
ciertos aspectos de
la Constitución,
siempre que haya
un acuerdo básico”
“El sistema de
partidos y su poder
ha penetrado allí
donde no debían
haberlo hecho,
desfigurando muchas
instituciones”
en que publiqué un libro que se llamaba Las Cortes Generales: ¿Parlamento contemporáneo? Con carácter
general lo que debe hacerse, según
mi visión de las cosas, es limitar la
influencia del sistema de partidos; a
mi juicio, el sistema de partidos y su
poder ha penetrado allí donde no
debían haberlo hecho, desfigurando
muchas instituciones.
–¿Se requieren algunas reformas
específicas, entonces?
–Hay que mejorar la regulación
de la financiación de los partidos,
aclarándola y poniéndole límites; la
ley de financiación de partidos políticos en proyecto es muy importante.
También sería deseable alguna mejora del sistema electoral. Yo creo
que más que poner en duda todo el
sistema, y quererlo sustituir por algo
totalmente distinto, no inventado todavía, se debe pensar en mejoras
parciales del funcionamiento de las
instituciones. Todo eso englobado
dentro de la llamada regeneración
política, que no se acaba de concretar debidamente, pero que es una
tarea inaplazable.
–Por su contacto con el mundo
de los negocios y las finanzas en el
ámbito internacional, ¿pueden las
circunstancias políticas afectar a la
recuperación económica de España?
–Sí, yo detecto una creciente confianza económica en España, y paralelamente empieza a trazarse una
cierta interrogación sobre nuestro
futuro político. Advierto que la visión
económica que tienen de nosotros ha
mejorado notablemente en el exterior en poco más de dos años, pero,
junto al respiro por lo económico, que comienza a cuajar, crece
la preocupación por lo político,
sobre lo que va a ocurrir en las
próximas elecciones o sobre el
problema de Cataluña, por ejemplo. Esto, que hasta hace no mucho no constituía una preocupación, está empezando a ­empañar
el respiro, la confianza nacida en
la vertiente económica.
–¿Y esos problemas políticos
podrían comprometer la recuperación económica?
–Para que haya una recuperación económica permanente,
estable y honda se requiere estabilidad política. Disociar la situación política de la económica
es imposible, y en todo caso es
ingenuo. 
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