03-tu.qxd 7/20/00 23:48 Página 1 Ultimo momento 3 Justicia, Seguridad y Policía La Plata, viernes 21 de julio de 2000 El tercer allanamiento Anoche, la fiscalía volvió por tercera vez a la casona que habitaba Maribel Reyes -en el numeral 141 de la calle 118- y produjo un nuevo allanamiento. Al frente del operativo se encontraba la secretaria del fiscal, Claudia Vara. El operativo se inició a las 19.05 y finalizó a la 1.15 de esta madrugada. A su término, los investigadores informaron a Hoy que el objetivo se centró en la búsqueda del arma homicida y la obtención de nuevos rastros. Un perito fichó las huellas dactilares de los dos compañeros de vivienda de la víctima. El allanamiento fue dispuesto luego de las sospechas aportadas por el novio de Maribel, Juan Budiño. La autopsia reveló que Maribel luchó hasta la muerte Los médicos que realizaron la operación de autopsia determinaron que Maribel Roxana Reyes Landaro se defendió con todas sus fuerzas antes de ser brutalmente asesinada. Y es que Maribel peleó en ese momento como peleaba cada día de su vida. Tenía apenas 23 años. Alguien le dio una brutal paliza, después intentó estrangularla y, finalmente, la degolló con un cuchillo. Como cualquier joven emprendedora, Maribel decidió dejar su Perú natal cuando tenía apenas 15 años. Soñaba con viajar a la Argentina y esperaba con ansias terminar el secundario para poder establecerse en La Plata, ciudad de la que había escuchado hablar por su amiga Nancy y su primo, quienes ya se encontraban aquí. A los 17, apenas finalizó sus estudios, cumplió con su deseo, hace cinco años dejó Lima para establecerse en nuestra ciudad. Quería estudiar y trabajar en la Argentina con la ilusión de hacerse de un mejor futuro. Tan joven, dejó a su familia y partió con la intención de comenzar el camino para cumplir sus sueños. En Perú quedaban su madre y sus hermanos, aquí le esperaba una vida difícil en la que debía luchar para poder cumplir sus sueños y desde que llegó, puso manos a la obra. Guiada por su amiga Nancy, Maribel consiguió trabajó como empleada doméstica e hizo nuevos amigos. La mayoría, como ella, eran peruanos que habían llegado a La Plata para poder trabajar y estudiar. Estaba cumpliendo su primer sueño y comenzaba a planificar su educación: a pocos meses de llegar a la ciudad se inscribió en un instituto privado de inglés. Su idea era hablar ese idioma a la perfección y tal vez, con el tiempo, poder viajar a Estados Unidos para establecerse en el norte. Mientras trabajaba en casas de familia y estudiaba inglés, conoció a Verónica. Además de su origen peruano, Maribel encontró en la chica la compañera ideal. Con la misma edad y después de unos años de amistad, la joven le propuso ir a vivir en una habitación de una vieja casa ubicada en 118 entre 34 y 35 del barrio Hipódromo. La casona ya era ocupada por otros tres jóvenes, pero eso no les molestó a las chicas, quienes vivían de manera independiente al resto de los habitantes de la casa. De todas maneras, Maribel pensaba que su ideal era vivir sola, como había hecho su primo, el único familiar que tenía en La Plata y actualmen- Huellas y sangre en la llave de luz Rastros Maribel Reyes. Su muerte encierra numerosos enigmas te se encuentra en Perú de vacaciones. Para lograr cada uno de sus sueños, la joven trabajaba como doméstica en varias casas de familia. Así era que lograba pagar sus gastos y juntar el dinero necesario para pasar el verano junto a los suyos. Generalmente viajaba en diciembre y volvía en febrero, al menos es lo que hizo durante el último viaje. Mientras iba y venía, trabajaba y estudiaba, Maribel conoció a Juan Budiño. Una amiga que trabajaba en la casa del ex legislador justicialista Eduardo Budiño los presentó y los jóvenes comenzaron un noviazgo en marzo pasado. Según dicen los familiares del joven, se trataba de “apenas una relación”, aunque muchos amigos de la chica aseguran que se veían con mucha frecuencia. Juan, de 25 años, iba a la casona del barrio Hipódromo en su Volkswagen Gol gris oscuro. Los vecinos lo veían estacionar el auto poco después de las 6 de la tarde, donde quedaba pegado al cordón hasta la medianoche. La relación de la pareja era un tanto extraña. Como Maribel prefería no salir a la noche para poder cumplir con sus obligaciones; sólo se los ha visto alguna vez en el centro, a la salida del cine. Los chicos no noviaban oficialmente, Maribel no conocía ni a la familia ni a los amigos del joven. Y él, sólo algunas pocas veces fue a la casona acompañado por algún amigo. Los amigos de la chica dicen que Juan se iba a los pocos minutos si había llegado acompañado. Maribel era una apasionada del cine y, como a cualquier chica de su edad, le gustaba cuidar su figura. También en ese sentido trabajaba y desde hace dos años iba a un gimnasio. La noche en que la mataron, Juan pasó a visitarla pero se fue en pocos minutos. Varios amigos fueron a buscarla para salir pero ella dijo que estaba cansada porque había trabajado mucho. Estaba bien, tranquila, sola. Alguien entró en su habitación, le dio una brutal paliza, intentó estrangularla y la degolló con un cuchillo. Un triste final. La imagen de un joven con guantes de goma limpiando frenéticamente con un trapo una gran mancha de sangre que había en el piso, fue, precisamente, la que se encontró un cronista de Trama Urbana al ingresar al escenario del crimen, el domingo último, en las primeras horas de la tarde. Entonces, habían transcurrido escasas horas de la muerte de Maribel Reyes. La cama de una plaza estaba revuelta. Sobre ella había sólo una sábana y una muñeca. A los pies, una frazada totalmente impregnada en sangre. Sobre el interruptor de luz (foto) también había manchas. El trabajo de limpieza se hacía sobre la sangre ubicada junto a la cama. Allí, fue encontrado el cadáver, por los mismos compañeros de vivienda de Maribel. En sus primeras declaraciones periodísticas, estos jóvenes apuntaron directamente a Juan Budiño, el novio de la víctima, hijo de Eduardo Budiño, ex diputado nacional por el justicialismo. En su testimonio, Budiño dijo que antes de retirarse, Maribel le dijo que prendiera la luz, y la dejara encendida porque ella, pese al frío que sentía, iba a levantarse al baño. Fueron las últimas palabras que intercambiaron.