La Rumba (1928)

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La Rumba (1928)
José Zacarías Tallet
Zumba, mamá, la rumba y tambó,
mabimba, babomba, bomba y bombó.
Zumba, mamá, la rumba y tambó,
Mabimba, mabomba, bomba y bombó
Cómo baila la rumba la negra Tomasa,
cómo baila la rumba José Encarnación.
Ella mueve una nalga, ella mueve la otra,
él se estira, se encoge, dispara la grupa,
el vientre dispara, se agacha, camina,
sobre el uno y el otro talón.
Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui,
Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui
Las ancas potentes de niña Tomasa
en torno de un eje invisible,
como un reguilete rotan con furor,
desafiando con rítmico, lúbrico disloque,
el salaz ataque de Che Encarnación:
muñeco de cuerda que, rígido el cuerpo,
hacia atrás el busto, en arco hacia alante
abdomen y piernas, brazos encogidos,
a saltos iguales, de la inquieta grupa
va en persecusión.
Cambia e’paso, Cheché; cambia e’paso.
Cambia e’paso, Cheché; cambia e’paso
Cambia e’paso, Cheché; cambia e’paso.
La negra Tomasa, con lascivo gesto,
hurta la cadera, alza la cabeza,
y en alto los brazos, enlaza las manos,
en ellas reposa la ebónica nuca
y procaz ofrece sus senos rotundos
que oscilando, de diestra a siniestra
encandilan a Chepe Chacón.
Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui.
Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui.
Frenético el negro se lanza al asalto
y, el pañuelo de seda en sus manos,
se dispone a marcar a la negra Tomasa,
que lo reta, insolente, con un buen vacunao.
¡Ahora!, lanzando con rabia el fuetazo,
aúlla. (Los ojos son ascuas, le falta la voz,
y hay un diablo en el cuerpo de Ché
Encarnación).
La negra Tomasa esquiva el castigo
y en tono de burla lanza un insultante
y estridente ¡no!
y valiente se vuelve y menea la grupa
ante el derrotado José Encarnación.
Zumba, mamá, la rumba y tambó,
mabimba, mabomba, bomba y bombó.
Repican los palos,
suena la maraca,
zumba la botija
se rompe el bongó.
Hasta el suelo sobre un pie se baja
y da media vuelta, José Encarnación.
Y niña Tomasa se desarticula
y hay olor a selva
y hay olor a grajo
y hay olor a hembra
y hay olor a macho
y hay olor a solar urbano
y olor a rústico barracón.
Y las dos cabezas son dos cocos secos
en que alguno con yeso escribiera,
arriba, una diéresis, abajo un guión.
Y los dos cuerpos de los dos negros
son dos espejos de sudor.
Repican las claves,
suena la botija,
se rompe el bongó.
Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui,
chaqui, chaqui, chaqui, charaqui.
Llega el paroxismo, tiemblan los danzantes
y el bembé le baja a Chepe Cachón;
y el bongó se rompe al volverse loco;
a niña Tomasa le baja el changó.
Piquitiquipan, piquitiquipan,
piqui-tiqui-pan, piqui-tiqui-pan.
Al suelo se viene la niña Tomasa,
al suelo se viene José Encarnación.
Y allí se revuelcan con mil contorsiones,
se les sube el santo, se rompió el bongó,
Se acabó la rumba, con con, co mabó.
Paca, paca, paca, paca, paca, pam, pam, pam.
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