Escena de Hänsel und Gretel Foto: Yves Renaud Ópera en Canadá por Daniel Lara Hänsel und Gretel en Montreal Marzo 22. Mucho tiene que agradecerle el atelier lírico de la Ópera de Montreal a la Escuela Nacional de Teatro y la Escuela Nacional de Circo, que colaboraron en la presentación de la ópera Hansel y Gretel, el haber salvado un espectáculo que de otro modo hubiese estado condenado al naufragio. Si algo puede rescatarse de esta presentación fue la producción escénica de Hugo Belanger, quien recreó con gran sentido teatral un mundo mágico, lleno de duendes, cielos estrellados y muros de golosinas con gran creatividad y —vale la pena recalcarlo— “con un presupuesto irrisorio”. La escenografía de Odile Gamache resolvió con mucha habilidad, buen gusto e inteligencia los cambios de escena y Naomi Fontaine concibió un bellísimo vestuario que mucho contribuyo al éxito de la producción escénica. La integración de los acróbatas circenses en la escena del bosque, así como las marcaciones de los niños del coro y la de algunos los solistas, fueron sólo algunos de los muchos aciertos del trabajo de Belanger. ¡Bravo! Vocalmente el espectáculo resultó harto aburrido y en un nivel vocal muy pobre. Emma Char como Hansel concibió un muchacho bien plantado en la escena pero que no obstante sus buenas intenciones ofreció vocalmente muy poco. Como su hermana Gretel, Frederique Drolet no pudo ofrecer mucho más. La voz es bella, bien timbrada y musical, pero muy pequeña para superar a la orquesta y hacerse sentir en la enorme sala Wilfrid Pelletier. Tanto la bruja de Rachele Tremblay, como la Gertrud de France Bellemare, aunque con lo justo, lograron convencer. En un nivel vocal muy por encima de los otros cantantes, Cairan Ryan fue un Peter de voz potente, de gran autoridad escénica y medios mayo-junio 2014 contundentes para la parte del padre de los traviesos hermanitos. El coro de niños del proyecto Coopera se lució a lo grande. Con una orquesta reducida a 33 músicos, Alain Trudel hizo justicia de la bellísima partitura de Humperdinck a pesar de sus tiempos un tanto irregulares y una reiterada tendencia a sonar fuerte en desmedro de los cantantes. Suor Angelica y Gianni Schicchi en Montreal Febrero 27. En programa doble verista, la Universidad de Montreal subió a escena las óperas en un acto Suor Angelica y Gianni Schicchi, ambas pertenecientes al “Trittico” pucciniano, como parte de su programa anual de actividades a cargo del atelier lírico dirigido por Robin Wheeler. A cargo de la presentación escénica de ambas óperas, François Racine concibió un espectáculo inteligente, de líneas conservadoras y muy fiel a los lineamientos de la trama. Para el primer título, la disposición de columnas y arcos, una muy depurada labor de luces y un cuidadoso vestuario convinieron a la perfección para recrear el convento donde Suor Angelica recibirá la noticia de la muerte de su hijo que la conducirá a su suicidio. Para el segundo, el dormitorio de una casa italiana de mediados del siglo pasado dominado por una cama donde yace Buoso Donati, rodeado de sus interesados parientes, dio un marco ideal para que Schicchi pudiese llevar a cabo sus triquiñuelas y así quedarse con la fortuna del difunto. En ambas óperas, Racine —quien ha leído al detalle el libreto de ambas óperas— obtuvo un superlativo resultado actoral de parte de los cantantes, a quienes se les vio particularmente entregados a acatar las directivas del director de escena. En lo estrictamente vocal, Genevieve Colleta mostró poseer medios sobrados para la parte de Suor Angelica. Su ampulosa voz y su timbre de tintes pro ópera Escena de Suor Angelica Foto: Andrew Dobrowlolskyj dramáticos obtuvo sus mejores momentos a partir del aria ‘Senza Mamma...’, así como en la escena final cuando imploró a la Virgen perdón, conmoviendo incluso el auditor más insensible. Como la implacable tía, Erica Lee Martin se preocupó demasiado por cantar bonito, incapaz de darle a su parte la dimensión dramática que ésta requiere. Su voz de bello color no tuvo el peso ni el color adecuado para el personaje. Una intérprete que en otro rol hubiese funcionado mejor, pero que aquí hizo agua por los cuatro costados. El resto de las monjas cumplieron ampliamente su cometido, mereciendo destacarse particularmente la labor de Isabelle Boivin, Anne-Marine Suire y Elodie Bouchard como la abadesa, Suor Genoveva y Suor Osmina, respectivamente. Al coro de la casa se le escuchó muy preparado. mostró en el resto de la noche. Excelente, Jean-Philippe FortierLazure fue un Rinuccio de exultante vocalidad que dejó a todos con ganas de más canto. Los parientes de Buoso fueron del primero al último concebidos con gran solvencia y profesionalismo por miembros del atelier. Desde el foso, Jean-François Rivest hizo una lectura musical de gran vuelo lírico, bien concertada y cuidadosa de los detalles. o Una de las grandes sorpresa de la noche la dio Julien Horbatuk a cargo del rol protagónico de Gianni Schicchi. Este prometedor cantante ha logrado concentrar la atención del publico no sólo por sus interesantes medios vocales, sino sobre todo por una solvencia escénica que no dejó de asombrar dada su juventud. Su grato canto, su intencionalidad en el fraseo así como la variedad de acentos con los cuales construyó su parte fueron admirables. Muy por encima de muchos cantantes profesionales actuales. A pesar de que su pronunciado vibrato le jugó en contra en muchos momentos, Mariana Chaptelaine delineó una efectiva Lauretta de gran solvencia vocal que tuvo su momento de gloria en un ‘O mio babbino caro’ de altos vuelos y bien por encima del nivel vocal que pro ópera Escena de Gianni Schicchi Foto: Andrew Dobrowlolskyj mayo-junio 2014