Las tendencias recientes confirman el creciente protagonismo

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Las tendencias recientes confirman el creciente protagonismo de las economías emergentes frente a
las más avanzadas. Dentro de estas últimas, la situación es heterogénea y se acompaña, en muchos
casos, con la necesidad de corregir el deterioro de las finanzas públicas, de recomponer el sistema
financiero y/o de recuperar un nivel suficiente de competitividad, lo que condiciona el diseño de la
política económica.
Desde comienzos de año, la economía española ha iniciado una lenta fase de recuperación que bien
puede calificarse de estancamiento. El lastre heredado en términos de destrucción de empleo,
pérdida de riqueza y retroceso en el proceso de convergencia real es considerable. Las vacilaciones
de las autoridades europeas para combatir la crisis de la deuda soberana han contribuido a que la
economía española se haya visto finalmente afectada, lo que ha derivado en un encarecimiento
generalizado de los costes de financiación. Ni el mejor posicionamiento de nuestras finanzas públicas
–habida cuenta del menor peso de la deuda y de la carga de intereses- y del sector financiero -tras la
publicación pormenorizada de las pruebas de resistencia- ni el giro de la política económica, han
conseguido despejar las dudas sobre la capacidad para alcanzar el crecimiento suficiente dentro del
proceso de ajuste emprendido.
La economía española está sujeta a una serie de restricciones que condicionan su futuro y la política
económica a seguir. Es crucial sanear las cuentas públicas en línea con las exigencias de nuestra
integración en el euro, asegurar un nivel adecuado de competitividad ante la creciente globalización
de los mercados y la imposibilidad de modificar el tipo de cambio nominal, y conformar el estado de
bienestar dentro de unos límites sostenibles. Los costes, a corto plazo, asociados a este proceso
pueden reducirse considerablemente con la profundización de las reformas estructurales destinadas
a ampliar el potencial de crecimiento mediante un uso más exhaustivo y eficiente de los factores de
producción, la aceleración de la reestructuración y consolidación del sistema bancario, y la mayor
transparencia informativa posible. 2011 será un año difícil pero vital para definir el ajuste de nuestros
desequilibrios y sentar las bases de un crecimiento sostenible capaz de generar empleo.
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