Al abordar el comentario de las figuras del discurso del poema, destacamos, en primer lugar, el uso concatenado de la metáfora con el que el poeta relaciona los atributos de la joven (términos reales: “cabello, frente, labio, cuello”) con elementos preciosos de la naturaleza (términos imaginarios: “oro bruñido”; “lilio bello”, “clavel temprano”, “cristal luciente”) a los que, además, se intensifica en su belleza acompañándolos de adjetivos calificativos evocadores y mediante el uso de la aliteración de fonemas suaves (“lilio”, “cabello”, “clavel”,”bello”)a lo largo de los dos cuartetos y el primer terceto. Estas equivalencias y la explosión de belleza que se logra mediante las hipérboles visibles en los cuartetos (“oro bruñido al sol relumbra en vano”; “siguen más ojos que al clavel temprano”) alcanzan su cumbre en el primer terceto, en el que se condensan de forma alegórica todas las imágenes utilizadas hasta el momento en forma de enumeración (v. 9 y 11). Es precisamente en este punto donde más evidente aparece el tópico del “Carpe Diem” y donde el poema alcanza su mayor pico de intensidad lírica: a través de la sinécdoque (cuello, labio…) se insta verdaderamente al tú poético a disfrutar de aquello que la juventud le brinda, antes de que deba entregar sus tesoros a la inexorable vejez. Esta última idea —que conecta con el segundo tópico presente en el poema “Tempus fugit”— aparecerá ya en el último terceto detrás de otros dos términos imaginarios de una metáfora (“plata”, usado como referencia al pelo cano y “viola troncada” en referencia a la postura contraída que alcanzan los mayores con la edad). Finalmente el poema concluye de forma magistral con una estructura polimembre en forma de gradación descendente (v.14) que deja evidente la reducción “en nada” de aquella belleza de la edad dorada a que se hizo referencia de modo también metafórico (“juventud”) en el verso 10. En cuanto a las figuras puramente formales y sintácticas, destacan las anáforas (“mientras”) al comienzo de los cuatro primeros versos impares y los encabalgamientos que observamos en los versos 3,7, 10,11 y 13, que vienen a romper el ritmo de los versos esticomíticos que predominan en el conjunto del poema.