Secretos de familia, Nº 14, Nº 30, Nº 60

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*14
Mi papá m e dice que tiene una sorpresa. Yo m e pongo
contenta p o r q u e m e encantan las sorpresas. "Vas a empezar a ir a la escuela", dice mi papá. Yo digo que n o , que
nunca, nunca, nunca voy a ir a la escuela. Mi papá m e dice
q u e n o es u n a escuela para aprender sino u n jardín p a r a
jugar. Yo digo que jugar juego en mi casa, con mi mamá; y
que al jardín van las flores, no las nenas. Mi papá dice que
en el jardín h a y m u c h o s chicos. Yo digo que ya lo tengo a
mi novio y a la nena de al lado. Y que mejor m e compren
u n hermanito, que todos tienen hermanito menos yo.
La escuela se llama Mister Dillon. Mi p a p á trabaja a
la m a ñ a n a y yo voy a ir a la tarde, sí o sí.
Lloro todo el tiempo. Y lloro m á s fuerte cuando m i
m a m á m e muestra el delantal a cuadritos, el m o ñ o azul y
las medias tres cuartos.
Mi m a m á m e dice que si n o voy a la escuela n u n c a
voy a saber ni leer ni escribir. "Enséñame vos", le digo a
mi m a m á . "Yo a la escuela n o voy."
A los sacudones mi mamá me viste y me mete en un taxi.
En el taxi lloro y m e revuelco. "Pobre nena", dice el
señor del taxi, que es bueno.
Llegamos a la escuela y yo digo que d e ahora en
adelante m e voy a portar bien, que v o y a comer todo,
hasta el tomate y el jugo de carne.
Entre mi m a m á y el señor del taxi, que se volvió
malo, m e arrancan del taxi.
Y entre mi m a m á y el portero de la escuela m e entran a la escuela.
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Es feísima la escuela. Y está llena de chicos de delantal a cuadritos con cara de susto y de señoras horribles
que n o son mi m a m á ni m i Gran M a m á ni tan siquiera m i
tía la soltera.
Mi m a m á se quiere ir, yo m e tiro al suelo a los alaridos y u n a señora horrible que habla raro m e agarra de
los brazos. "¡Mamáaaaaa!", grito yo. Y los otros chicos
empiezan a acordarse de las m a d r e s de ellos: "¡Mamá!
¡Mamáaaaaa!"
La señora horrible que no es m i m a m á dice que m e jor m e lleve de vuelta a casa. Mi m a m á dice q u e tengo
que q u e d a r m e sí o sí, p o r q u e soy la hija del director de la
m a ñ a n a . La señora horrible dice que m e lleve lo m i s m o .
A los sacudones m i m a m á m e saca de la escuela, m e
mete en otro taxi y m e lleva a mi casa. A los sacudones
me tira en la cuna.
C u a n d o mi p a p á llega yo m e hago la dormida, p o r si
acaso. Mi m a m á le cuenta y mi p a p á dice que mi m a m á
es la culpable por lo mal que m e educó, y q u e m a ñ a n a
me va a llevar él en persona a la escuela, y q u e m e va a
dejar, sí o sí. "¡Como que m e llamo Arturo!", dice.
Y yo pienso: " A r t u r o , sorete d u r o " . Pero m e h a g o la
dormida, por si acaso.
Mi p a p á se va sin d a r m e u n beso. "Tenéla lista porque v e n g o y m e la llevo, sí o sí."
Estoy asustada. Mi p a p á n u n c a se enojó conmigo.
Con los chicos de la escuela y con la Enfermera del Rawson y con los vecinos y con mi tío el millonario y con los
parientes de mi m a m á y con mi m a m á sí se enojó. Pero
conmigo, nunca. Igual lloro, pataleo y c u a n d o me b a ñ o
n o m e dejo lavar las orejas con el trapito, y el pelo m e
q u e d a pegoteado, como a la piojosa de al lado.
Pero al final m i m a m á m e tiene lista: con el delantal
a cuadritos, el m o ñ o azul y los ojos colorados.
Entra mi p a p á y tampoco m e da u n beso. Lo que m e
da es la m a n o , para q u e no m e escape.
T o m a m o s otro taxi. Mi p a p á n o habla. Yo no lloro ni
n a d a , del susto.
59
Llegamos a la escuela: ahí están los chicos de delantales a cuadritos y las señoras horribles que n o son mi
mamá y que dicen cosas que no entiendo.
"Las maestras hablan en inglés. N o m e hagas pasar
papelón", es lo único que dice mi papá.
Y me deja sola.
La señora más horrible de todas m e lleva a u n a sala
d o n d e hay una mesa larga con chicos alrededor. Encima
de la mesa hay papeles y lápices de colores. Pero yo no
quiero hacer dibujitos: yo m e quiero ir con mi m a m á .
El nene de al lado se pone a llorar p o r q u e se hizo
encima. La señora horrible lo p o n e en u n rincón, mirando
para la pared. El nene llora más fuerte, y yo también me
pongo a llorar. "¡Mamáaaaaa! ¡Quiero con mi mamá!" La
señora horrible m e dice n o sé qué cosa. Yo grito y pataleo. Los otros chicos m e miran y al rato todos gritan y
patalean. La señora horrible m e agarra de la m a n o y me
dice: "¡A la Dirección!"
En la Dirección h a y un escritorio y una viejita de
negro, con rodete y anteojos redondos.
Cuando la señora horrible se va, la viejita dice que
m e acerque, que n o tenga miedo.
Yo no tengo miedo. Yo m e quiero ir con mi mamá,
que está sola.
La viejita dice que m e voy a quedar en la escuela sí o
sí, y que parece mentira, la hija del director...
Entonces m e acerco al escritorio, agarro u n frasco
grande de tinta negra, y se lo tiro por la cabeza a la viejita.
Estoy en la puerta de la escuela, d e la m a n o del portero. Adentro de la escuela, las señoras horribles limpian
a la viejita. Pero antes hablaron por teléfono a mi m a m á
para que vinieran a buscarme y no m e trajeran nunca
más en la vida.
Y que n o importaba si yo era la hija del director o la
hija del santo padre. Eso dijeron.
60
Mi papá llega en taxi (nunca tomamos tantos taxis).
Yo m e preocupo p o r q u e está sin gomina, como
cuando se pelea con la Enfermera del Rawson.
Mi papá me agarra de la mano (fuerte me agarra),
me mete dentro del taxi y no me explica quién es el santo
padre. Y cuando llegamos a mi casa, me pega u n chirlo
en el culo y me tira en la cuna, con zapatos y todo.
Mi mamá nos mira y está por tentarse de risa, de los
nervios.
Mi papá le dice que no se ría, que después de semejante papelón, a él seguramente lo van a echar del colegio
inglés, y quién sabe de todos los otros colegios, y mi
mamá, él y yo vamos a tener que ir a pedir limosna debajo de los puentes o en las puertas de las iglesias.
La idea me gusta, pero lo miro a mi papá por los
barrotes de la cuna y me da mucho odio. Es la primera
vez que mi papá me pega. No lo quiero más a mi papá, y
nunca lo voy a perdonar. Nunca.
"¡Arturo, sorete duro!", le digo, pero bajito. Por si
acaso.
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*30
Yo quiero ser escritora. Pero ahora t a m b i é n quiero
ser bailarina y trabajar en los teatros y q u e t o d o s m e
a p l a u d a n y m e m a n d e n flores en caja de v i d r i o como vi
e n u n a película.
Mi m a m á m e dice q u e b u e n o , p e r o q u e h a y q u e ver
q u é opina m i p a d r e , y q u e si m i p a d r e m e deja, a lo mejor
p u e d o ir al L a v a r d é n , q u e está aquí cerquita, d e d o n d e
salen los artistas.
Lo e s p e r a m o s hasta t a r d e a m i p a p á , p a r a p r e g u n tarle.
Pero m i p a p á dice q u e Dios libre y g u a r d e , q u e u n a
hija d e él n u n c a , n u n c a , n u n c a va a a n d a r p o r el m u n d o
l e v a n t a n d o la p a t a c o m o u n a loca p e r d i d a .
Mi m a m á dice q u e las bailarinas del Colón n o son
n i n g u n a s locas p e r d i d a s , y q u e d e locas p e r d i d a s mejor
no hablemos.
Yo lloro y pataleo. Pero m i p a p á dice q u e ya se lo
v o y a agradecer, c u a n d o sea g r a n d e , y q u e las bailarinas
n o se casan, p o r q u e n a d i e las quiere.
Yo digo q u e a m í q u é m e i m p o r t a , si igual n u n c a m e
v o y a casar.
" ¿ C ó m o n o te vas a casar?", se asusta m i p a p á . "¿Entonces n o v a s a tener hijitos?"
"¿Y baile español, p u e d o ? " , le p r e g u n t o a m i p a p á .
P o r q u e las d e baile español n o v a n t a n d e s n u d a s , n a d a
m á s u n p o q u i t o en la espalda. Y son lindas t a m b i é n , con
su pelo estirado, sus aros r e d o n d o s y sus castañuelas.
" M e n o s q u e m e n o s " , dice m i p a p á c o m o si fuera a llorar.
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"¡Mi pobre hijita trabajando en los p e r i n g u n d i n e s ! "
como es d o m i n g o se va a dormir la siesta.
Yo quiero saber q u é son los p e r i n g u n d i n e s . Pero
m a m á m e dice que el único q u e sabe bien qué es
p e r i n g u n d í n es mi p a d r e . "Y esos p u t a ñ e r o s del carajo
Los Leones".
Y
mi
un
de
Mi tía dice que p o r qué n o estudio zapateo americano, que eso sí m e va a dejar m i p a p á , p o r q u e sólo se n e cesitan zapatos con chapita y p o r q u e el zapateo american o n o tiene n i n g ú n p e l i g r o . P e r o m i p a p á dice q u e
zapateo americano tampoco. Y que m e saque todos los
bailes de la cabeza con peine fino, p o r q u e mientras él
viva —que n o será por m u c h o t i e m p o — su hija se portará como u n a señorita, y que d e s p u é s de que él se m u e r a
—y ya falta p o c o — también, p o r q u e él siempre m e va a
estar m i r a n d o d e s d e u n a n u b e . Y p u n t o final.
"El peine fino se usa para sacar los piojos de la cabeza, n o los bailes, ¿sabes, p a p á ? "
A mi amiga Rodríguez t a m p o c o la dejan estudiar
baile, pero ella igual sabe bailar la muñeira, p o r q u e la
muñeira se la enseñó la m a d r e . (La m a d r e de Rodríguez
es de u n lugar d o n d e t o d o s saben bailar la m u ñ e i r a d e s de que nacen, sin que n a d i e se la enseñe.)
Me da m u c h a vergüenza, p e r o igual v o y y le digo a
la m a m á de Rodríguez si por favor, por favor, m e enseña
a mí a bailar la muñeira.
La m a m á de Rodríguez dice q u e ella con m u c h o
gusto m e enseñaría, pero que hace tanto tiempo q u e n o
baila...
"Sea b u e n a , mamita", le dice Rodríguez a la m a d r e ,
y la arrastra al patio. Y entonces la m a d r e empieza a
cantar bajito mmmmm mmmmm mmmmm y a dar u n o s p a 123
sos. Y después se ve que se anima p o r q u e se p o n e a cantar fuerte y se m u e v e rápido y hasta se saca las chancletas y el d e l a n t a l y sigue, sigue, sigue. Y justo llega el
p a p á del trabajo y primero se asusta y pregunta qué es 'lo
que está p a s a n d o en esa casa, y después se ríe y se pone á
bailar enfrente de la madre. Y yo ya no aguanto y le digo
a Rodríguez si quiere bailar, porque algo aprendí, de mirar. Y todos bailamos, cantamos y nos reímos, hasta la
m a m á de Rodríguez, que nunca se ríe.
A la m a m á de Rodríguez, cuando baila la muñeirá
ni se le notan los bigotes.
124
*60
Yo n o voy a ser escritora, yo soy escritora, dice mi
m a m á cuando lee La reina de las hadas, toda en versó, que
escribí para el Club.
Como la obra la escribí yo; y como soy la Presidenta),
no le voy a consultar n a d a a las bases y m e agarro el
papel de Reina de las hadas. Lo lamento.
Con mi m a m á escuchamos "Las dos carátulas, el tear
tro d e la h u m a n i d a d " . Mi m a m á se ríe y dice que La Reina de las hadas n o tiene n a d a que envidiarle a las obras
J
famosas.
Ahora lo que m á s m e gusta de la radio es Tarzáru
Desde que lo escucho n o tomo m á s Ovomaltina: tomo
Toddy.
X
A p r o v e c h a n d o que n o h a y clase los sábados, nos
juntamos todas después de comer para preparar los trajes. El de la Reina de las h a d a s m e lo hice con el dé
Comunión, que mi m a m á rae lo agrandó y yo l e ' p e g u é
estrellas del papel de los cigarrillos.
Para la corona, le pedí a Gran M a m á lentejuelas y
canutillos de los que ella junta en sus frasquitos de Trinitron.
Cristini y Bichi también quieren corona, a u n q u e no
son reinas. Bueno. Y ya que estamos que Rodríguez también tenga, a u n q u e sea Honoraria.
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Edita es la Duquesa Florinda. Cuando le veo el vestido tan lindo y lleno de flores, sobre todo de glicinas,
que son las que mejor le salen a la madre, la nombro
Princesa de las Flores, y tengo que arreglar algunas partes de la obra. Pero no me importa, porque m e gusta
escribir y me sale fácil.
La Reina de las hadas es u n éxito, y la maestra, que
vino y trajo bombones de fruta, n o p u e d e creer que la
escribí yo sola, y dice que por qué no la representamos en
la escuela, que a los chicos les va a encantar.
Después, y a pedido del público, Rodríguez y yo
volvemos a recitar "Madre e Hija", que se ve que cada
vez la hacemos mejor, porque hay que ver cómo llora la
gente. (Menos mal que nos imaginamos que la iban a
pedir y preparamos los trajes y, sobre todo, las banderas.
Porque sin banderas no tiene gracia.)
Terminan las clases y tenemos que llevar los cuadernos cosidos tapa con tapa, forrados de azul araña y celofán, y con moño de seda (el color del moño es a elección).
Estoy m u y orgullosa de mis cuadernos, que están llenos
de dibujos sin calcar, mapas con tinta dorada y u n a letra
de maestra, inclinada a la derecha, igualita a la de mi
papá.
378 "¡Excelentes!" conté. Y 176 "¡Hermosa tu tarea!".
Y 37 "¡Has trabajado con esmero ejemplar!" (Pero no
quiero decir nada para no m a n d a r m e la parte.)
La Señorita revisa mis cuadernos y dice que son una
joya, y que los guarde en la caja fuerte para cuando sea
viejita y no tenga mejor cosa que hacer que revisar cuadernos y fotos.(Al final, nos vamos a tener que comprar
una caja fuerte.)
Como se me rompió el tablón del pupitre, me pongo
la valija en el banco, atrás de la espalda y medio abierta,
porque con los cuadernos no abrocha, hasta que la Seño229
rita me los pida para mostrárselos a la Directora, que se
los va a mostrar a la Inspectora de Zona, que me va a
poner una felicitación. Para hacer tiempo, la Señorita saca
el libro del Ahorro y se pone a leer el cuento que más nos
gusta: el de unos niños malvados que no cuidan sus útiles y causan la desdicha de sus ancianos padres.
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Pero en eso ¿qué pasa?: la Señorita me mira con los
ojos muy abiertos y las chicas también y la Señorita^ grita
"¡¡BICHI!!". Y Bichi, que hoy está sentada detrás de rní
porque le toca, se pone a llorar. ¿Qué pasa?
Yo me doy vuelta y veo: mis cuadernos y mi valija y
mi moño están llenos de tinta. "¡Fue sin querer te juro!",
llora Bichi. "¡Metí la valija y saltó el tintero!"
La Señorita y las chicas me ayudan, me sacan el delantal, me limpian con secante. Rodríguez y Alfonsín lloran. Y todas están furiosas con Bichi, hasta la Señorita,
que nunca se pone furiosa.
Estoy tan triste como cuando mi abuelo vendió La
Raca, como cuando perdí las figuritas extranjeras, como
cuando encontré los corazones en el baño. Pero me
aguanto, no lloro y digo que no importa, que Bichi seguro no lo hizo queriendo. ¡Si es mi segunda mejor amiga!
En mi casa lloro tanto que al otro día no puedo ir a
la escuela, de cómo me quedan los ojos.
Mi papá dice que Bichi lo hizo a propósito, y que a
él nunca le gustó esa chica.
Mi mamá dice que fue u n accidente, que Bichi lo
hizo sin querer.
Gran Mamá me llama por teléfono y me dice: "Piensa mal y acertarás".
Voy a la escuela y todos me saludan como a Manduca cuando se le murió el abuelo, y yo me hago la que no
me importa. Después me acerco a Bichi, que tuvo que
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venir con la m a d r e , y le digo q u e ya sé q u e lo hizo sin
querer: ¡Si ella es m i s e g u n d a mejor amiga!
H o y es el último día d e clase. Todos están contentísimos, p e r o y o m á s o m e n o s . Por suerte v o y a seguir
viniendo, a las Vacaciones Útiles. (Sí, v o y a ir a u n q u e las
h a y a n i n v e n t a d o los peronistas a las Vacaciones Útiles, le
dije a m i papá.)
Vuelvo del recreo largo y sobre m i escritorio h a y u n
papelito: " Q u e r i d a Graciela, lo hice a propósito, p e r d ó n a m e . Bichi."
Y entonces sí, n o m e i m p o r t a q u e m e vean, m e p o n go a llorar e n m i banco.
En u n banco del fondo llora Bichi.
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