12 EL MUNDO. DOMINGO 25 DE MAYO DE 2014 Impreso por . Prohibida su reproducción. ILLES BALEARS Usuarios de Siloé jugando una partida de dominó en la terraza del centro residencial y sede de la entidad, en el municipio de Santa Eugènia. / REPORTAJE GRÁFICO: JORDI AVELLÁ COLECTIVOS VULNERABLES VIH/sida, de enfermedad mortal a infección crónica La Asociación Siloé lleva 20 años trabajando para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por este virus M. ANTONIA CANTALLOPS / Palma «Fui el primero en llegar aquí y sigo vivo». Así de claro y contundente se muestra Sebastián, uno de los 15 usuarios que actualmente atiende Siloé, asociación que desde hace dos décadas trabaja en Mallorca atendiendo a personas afectadas por el VIH/sida. Siloé nació hace 20 años con el objetivo de dar respuesta a una necesidad social detectada en el centro penitenciario, donde morían muchos reclusos a causa del sida. «A pesar de que el código penal autoriza la excarcelación de aquellas personas que se encuentran en fase terminal de una enfermedad, este colectivo no tenía a nadie que les acogiera fuera, por lo que estaban condenados a morir en prisión», explica Margalida Valera, una de las tres coordinadoras de la entidad. Ante esta realidad, el teólogo Llorenç Tous, junto a un grupo de amigos, abrió en 1994 una primera casa de acogida, en el barrio palmesano de Es Jonquet. Allí, los enfermos terminales recibían el apoyo y los cuidados paliativos necesarios para morir dignamente. Seis años después, la ONG decide trasladarse al municipio de Los avances médicos han aumentado la cantidad y calidad de vida de los enfermos Santa Eugènia y ampliar su capacidad de seis a diez plazas. «Empezamos trabajando con toxicómanos de prisión que salían de ella para morir. Sin embargo, con el paso de los años y los avances médicos, nuestros usuarios tienen ca- da vez más cantidad y calidad de vida», apuntan desde Siloé. Así, la asociación ya no sólo les ofrece comida y un techo bajo el que vivir, sino también todos los servicios necesarios para fomentar su reinserción social y su autonomía personal. Desde apoyo psicológico hasta actividades psicoterapéuticas y lúdicas. «Cada usuario, además de ocuparse de la limpieza y orden de su habitación, tiene asignada una tarea en función de sus capacidades y necesidades terapéuticas», detallan las responsables de la entidad, quienes a diario constatan la notable evolución que experimentan los residentes. « Suelen llegar con una situación física y global bastante precaria. Al cabo de cinco o seis meses, no parecen las mismas personas. Mejoran muchísimo». Las primeras semanas en el cenSigue en página 13 Margalida Valera, Mar García y Margalida Vidal, coordinadoras de Siloé. Cada usuario tiene asignada su correspondiente tarea en la casa. 13 EL MUNDO. DOMINGO 25 DE MAYO DE 2014 ILLES BALEARS Viene de página 12 Impreso por . Prohibida su reproducción. tro suelen ser tranquilas y para facilitar su llegada, los nuevos usuarios cuentan con el apoyo de un compañero que les sirve de referencia y ayuda. Una vez finalizado el periodo de adaptación, pueden hacer vida normal, siempre respetando las normas del servicio. «Muchos de ellos van al pueblo y se relacionan habitualmente con los vecinos de Santa Eugènia. Aunque por norma general deben dormir aquí, si se pacta, pueden pernoctar fuera con familiares o amigos», matizan desde Siloé. El perfil mayoritario de los beneficiarios de la asociación se corresponde a hombres de entre 40 y 55 años con algún tipo de discapacidad o dependencia, algunos de ellos en grave riesgo de exclusión social. «Inicialmente nos encontrábamos con muchos usuarios toxicó- «Un alto porcentaje de las nuevas infecciones se da en personas heterosexuales» manos. Ahora, a pesar de que han repuntado los casos de contagio de hombres que tienen sexo con hombres, un gran porcentaje de las nuevas infecciones se da en personas heterosexuales», indican las trabajadoras sociales, al tiempo que lamentan la falta de más campañas de prevención. Uno de los momentos más importantes de la labor de los profesionales de Siloé es el del fallecimiento de un residente. «Se trata de una parte más de la vida y ellos son los que deciden si quieren morir en casa o en el hospital. Generalmente prefieren que sea aquí», cuenta Mar García, quien no duda en afirmar que después de 30 años en el ámbito social, el acompañamiento a la muerte es uno de los aspectos más FOTOS: JORDI AVELLÀ Una árbol en memoria de los que ya no están. Cuando muere algún usuario del centro residencial de Santa Eugènia se siembra un árbol o una planta con la que, simbólicamente, las personas fallecidas siguen presentes en Siloé. «Todos sabemos quién es cada árbol. El rosal es Carlos; las moreras, Xisca y María Jesús; los limoneros, Paco y Paquita... Son nuestros ángeles y nos ayudan en los momentos difíciles», apuntan desde la asociación. bonitos y gratificantes de su trabajo. Para Mar, la parte más difícil de su día a día es la relativa a la salud mental. «No estamos preparados ni tenemos los recursos necesarios para atender a los usuarios que padecen alguna patología mental de la forma que requie- ren», argumenta, si bien destaca la excepcional labor de los facultativos que tratan a este colectivo. «Tenemos un equipo médico inmejorable que nos facilita mucho nuestra tarea, al igual que el centro de salud de Santa Eugènia». Gracias a la calidad humana y la implicación de los trabajadores de la entidad, tanto Sebastián como el resto de sus compañeros han encontrado un auténtico hogar en Siloé. «Estar aquí ha sido una bendición de arriba. A mí me han dado por muerto tres veces, pero aquí sigo. Sé que algún día voy a morir, como to- do el mundo, pero mientras tanto trato de vivir con la mejor calidad de vida posible», asegura Sebastián. Actualmente Siloé dispone de 15 plazas para personas afectadas por el VIH/sida. Cinco en la vivienda tutelada de Es Jonquet y diez en la residencia de Santa Eugènia.