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ELLA SOLÍA ESCUCHAR LA NAVIDAD TODO EL TIEMPO
Por: Elizabeth González Torres
Barrio Ventisca, Estaca México Arbolillo
Atesoro valiosos recuerdos de las navidades de mi infancia, en especial
la tierna imagen de mi hermana Vicky poniendo con insistencia un
cassette de villancicos navideños que mi padre nos había regalado varios
años atrás. En ese tiempo no existían los discos compactos y mucho menos
el internet, así que debíamos conformarnos con repetir una y otra vez las
populares melodías que la delgada cinta contenía. Sin embargo, a la
pequeña Vicky no parecía cansarle escuchar las mismas canciones cada
día, cada mes y cada año. Por el contrario, para ella aquel viejo cassette
debía escucharse con el mismo fervor en los días soleados de marzo, en los
lluviosos de julio y en el frío mes de diciembre. Ciertamente, ella solía
vivir y escuchar la Navidad todo el tiempo.
Supongo que mis padres llegaron a arrepentirse de haber hecho tal
regalo, puesto que debían escuchar El niño del Tambor o La blanca
Navidad en plena primavera o verano. Seguramente en más de una
ocasión, todos en casa nos llegamos a preguntar ¿Qué sentirá Vicky al
escuchar esa música y la hace querer repetirla una y otra vez? Se dice que
la música, toca las fibras más sensibles del ser humano y puede producir
emociones de todo tipo; desde
una alegría exorbitante, hasta
una melancolía aparentemente
inexplicable. Una melodía
puede transportarnos en el
tiempo y en el espacio, porque
así como llega y transforma las
emociones, también estimula los
pensamientos.
Con frecuencia, la música
suele estar acompañada de
historias o mensajes, cuya letra
Familia González Torres festejando la navidad 2013
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suele estar estructurada en forma de poesía, lo que le hace tener un
impacto más sutil y al mismo tiempo más contundente. Ahora bien, si la
música y la poesía en conjunto pueden tener este gran impacto en el sentir
y pensar del hombre ¿Cuán mayor será la emoción generada por aquellos
villancicos y canciones navideñas que han sido inspiradas en el nacimiento
de Nuestro Salvador y Redentor Jesucristo?
Regresando a la historia de Vicky, seguramente en casa nunca
llegamos a pensar que la razón principal por la que aquella niña
reproducía con tanta insistencia su desgastado cassette, consistía en que,
tanto la música como la letra de los villancicos, le reafirmaban
constantemente la emoción del saber que en Belén, miles de años atrás,
había nacido el hombre que redimiría su vida.
Inconscientemente, aquella pequeña me enseñó a través de su
peculiar afición, que debo buscar cada día sentir con firmeza la veracidad
de que Nuestro Redentor nació, murió, resucitó y vive con la sólida
esperanza de verme regresar a su presencia. Aprendí que la Navidad no se
debe reducir a una fecha en específico; por el contario, debe ir más allá de
lo que nuestra sociedad ha establecido. Comprendí que debo vivirla cada
día al dar de beber a aquel hombre que tiene sed de verdad; al dar refugio
a la mujer que bajo la tormenta se ha quedado sin hogar; al compartir con
aquellos, que ante los tornados espirituales han perdido el aliento, la
esperanza de que Nuestro Salvador les ama desde siempre y para siempre.
Es curioso, pero ahora que el tiempo ha pasado y Vicky se ha
convertido en esposa y madre, suelo escuchar en la soledad de nuestra
antigua habitación, las mismas melodías navideñas con las que ella me
despertaba y hacía dormir cada noche. Ese simple y sencillo acto, no sólo
fortalece mi testimonio de que Nuestro Redentor realmente vive, sino que
me hace regresar también, a aquel momento que tan tiernamente describe
la primera estrofa del himno Jesús en pesebre:
Jesús en pesebre, sin cuna nació;
Su tierna cabeza en heno durmió.
Los astros, brillando, prestaban su luz
al niño dormido , pequeño Jesús.
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Después de todo, a través de sus repetidos villancicos, mi hermana
gemela me mostró la verdadera esencia de la Navidad, que a su vez es la
verdadera esencia del Evangelio de Cristo.
(Edición: Dulce María Ruiz Suárez).
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