es de una masa superior a los 1.300 gramos del

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es de una masa superior a los 1.300 gramos del
homo sapiens sapiens, aunque en términos
absolutos son 1.500 gramos. El Neanderthal sí era
inteligente, sí tenía capacidad de abstracción y sí
pudo producir herramientas.
De ahí que los más plausible sea considerar
que dentro del género Homo, tanto al “homo
sapiens y pensantis” Neanderthal y Cromagnon,
como nosotros los “homo sapiens sapiens”, somos
diferentes mas no distintos.
Otra manera de explicarnos las cosas sería
pensar que el homo sapiens pudo haber
emprendido una gran segunda emigración en
todas las direcciones, reencontrándose con sus
ancestrales Neanderthal de Europa y Homo Erectus
de Oceanía, entrando en procesos competitivos
de ley de la selva para terminar poblando todos
los continentes con la especie “homo sapiens
sapiens”, tal cual somos hoy.131
Por entonces, llegarían a Europa desde África
hace 150.000 años unas hordas de homo sapiens
sapiens que se asentarían en Iberia, Francia y
Alemania, para disputar y compartir el mismo
paisaje con el Neanderthal europeo, por cerca de
120.000 años, y en Asia y Oceanía con los Homo
Erectus, entablando un conflicto de proporciones
tales que dichas regiones sólo quedarían pobladas
por humanos modernos sapiens sapiens.
Se le ha perdido el rastro al Neanderthal desde
hace unos 28.000 años en la plenitud de una era
glacial que ya venía congelando a Europa por
7.000 años (iniciado hace 35.000 años), cuando
por su contextura fisiológica de mayor resistencia
al frío pudo replegarse a las regiones más
elevadas y frías, evitando así su sometimiento a la
inteligencia dominante del humano moderno de
Cro Magnon.
El profesor de la Universidad de Moscú
antropólogo Iakov Roguinsky considera que
nada tendríamos que ver con el Neanderthal
(paleo-ántropo), aunque en nuestra evolución
hubiéremos pasado por cierta fase Neanderthaloidea. Y que, con base en los descubrimientos
arqueológicos relativos al Moustier superior, se han
proporcionado importantes datos e indicios para
creer que en el origen del Hombre contemporáneo
hay una forma Neanderthal-oidea, revaluando
la opinión bastamente difundida que pretende
excluir todas las formas Neanderthal-oidea de la
genealogía del hombre contemporáneo.
“Reconocer la existencia de una fase Neanderthalense en la evolución humana no significa, sin
embargo, aceptar la hipótesis según la cual los
Neanderthal-oideos, en todos los casos, habríanse
transformado en hombres de tipo contemporáneo.
Es particularmente difícil reconocer algunos lazos
de parentesco directo entre los hombres de CroMagnon de Europa occidental y los Neanderthalenses de <tipo clásico>”132
Esta misma preocupación es compartida por
el profesor William González, quien se refiere a los
humanismos tardíos y antropologías aguafiestas
que desenmascaran la inconsistencia de aquellas
teorías de la evolución que explican cómo el
Hombre desciende del Mono, al reseñar que todos
los análisis de anatomía comparada muestran
que, al comparar el embrión del Hombre con
los de Gibones y Chimpancés, hay un momento
preciso del desarrollo filogenético en que el feto
del Chimpancé en su fase intrauterina pasa por el
mismo umbral de desarrollo que un niño de nueve
meses ofrece en su fase extrauterina.
Quedaría por esclarecer el momento de
nuestra filogénesis donde se presentaría nuestra
más inmediata pasada bifurcación, para saber
si el Mono sólo es nuestro colateral, del que,
entonces, no descenderíamos. Hay quienes
siguen viendo en el Hombre a un feto de primate
que pudo encauzarse por otra vía de desarrollo,
que ha nacido un año antes de los 21 meses de su
maduración real.
“Svante Pavo y Matías Krings, dos biólogos genetistas
alemanes, han probado en 1997, a partir de pruebas
de ADN hechas sobre el Neanderthal, presentado
como nuestro pariente cercano, que nuestra carta
genética no tiene nada que ver con la de él, y,
por lo tanto, nuestra descendencia se encuentra
comprometida en términos evolutivos. Y como todos
lo sabemos, ¡cuando los estudios de ADN dicen No,
es No!”133
Acaban de conocerse las conclusiones de una
investigación adelantada por científicos alemanes
del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva
de Leipzig (Alemania) y dirigida por el genetista
131 También la “Eva mitocondrial” es vista como una metáfora, siendo que no se trataría de una mujer en particular, sino de una población con nuestra actual línea ADN mitocondrial.
132 ROGUINSKY, Iakov. La evolución del hombre; ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1969, pág. 23
133 GONZÁLEZ V., William. Seminario Foucault-Deleuze; Edit. Fundación morada al sur, 1998, U. de Nariño, Pasto
La Soportable Pesantez de la Filogénesis
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