CIE 10 TRASTORNOS DE ANSIEDAD (F40, F41) La angustia en sí no es un fenómeno patológico – la angustia ante amenazas reales es incluso importante para la sobrevivencia (“angustia real”). Pero en los trastornos de angustia, la angustia es inadecuada a la situación y por lo tanto, no implica un peligro externo real. En el CIE-10 se distinguen dos categorías de trastornos de angustia, cuya característica común más importante es la angustia irreal o muy marcada. En los “trastornos fóbicos” (F40), la angustia es generada predominantemente por situaciones / objetos claramente definidas, generalmente inofensivas, externos a la persona. La angustia fóbica, subjetiva, fisiológica y conductualmente no es diferenciable de otras formas de angustia, y varía de una leve incomodidad hasta el pánico. Los temores de los afectados pueden referirse a síntomas individuales (taquicardia, mareo, sensación de debilidad), se manifiestan frecuentemente acompañados por angustias secundarias (miedo de morir; pérdida de control; sentimiento de volverse loco). La angustia no disminuye por el hecho de que otros no consideren esas situaciones u objetos como peligrosos o amenazadores. Solo la imaginación de que la situación fóbica pueda ocurrir, ya suscita en general angustia de expectativa. En los “otros trastornos de angustia” (F41), la angustia no está limitada a objetos o situaciones específicos, sino “flota libremente” – aparece para los afectados espontáneamente en diversas situaciones (trastorno de pánico F41.0), o afecta a muchos ámbitos de la vida (trastorno de angustia generalizado F41.1). 1. Síntomas guía y criterios diagnósticos (CIE-10) Criterio general: Los síntomas psíquicos, conductuales y vegetativos tienen que constituir la manifestación primaria de la angustia y no basarse en otros síntomas como pensamientos delirantes u obsesivos. Agorafobia (F40.0) Sintomatología: La característica fundamental es la angustia de encontrarse en lugares /situaciones, desde los cuales es difícil o embarazoso retirarse a un “lugar seguro”. La angustia puede referirse a abandonar el hogar, entrar a locales, dirigirse a aglomeraciones de personas o a lugares abiertos, a viajar solo, o bien, a no poder salir de una situación de inmediato a un lugar “seguro”. La angustia puede aumentar hasta el pánico y se acompaña de síntomas vegetativos (taquicardia, dolores torácicos, sudoración, tremor, dificultades respiratorias, sentimiento de ahogo, náuseas o vómitos). Aunque varíe el grado de angustia y la magnitud de la conducta de evitación, esta fobia es la más limitante. Criterios diagnósticos (CIE-10): La angustia tiene que aparecer en al menos 2 de las siguientes situaciones descritas: en multitudes de personas, en sitios abiertos, en viajes de mucha distancia del hogar o en viajes que la persona realiza sola. La evitación de la situación fóbica es el síntoma determinante. 1 Diagnóstico diferencial: Síntomas depresivos, compulsivos u otros síntomas angustiosos pueden presentarse simultáneamente. Fobia social (F40.1) Sintomatología: Lo central es el temor a la observación examinadora en grupos abarcables (no multitudes). La angustia puede circunscribirse a situaciones específicas (comer o hablar en público, encuentros con el sexo opuesto); pero también puede ser indefinida y presentarse en casi todas las situaciones sociales fuera de la familia. Frecuentemente existe baja autoestima y temor a la crítica. Frecuentes fenómenos acompañantes son ruborizarse, evitación del contacto visual, temblor, náuseas y urgencia de micción. La sintomatología puede intensificarse hasta el pánico. Pronunciada conducta evitativa puede conducir al aislamiento social. Criterios diagnósticos (CIE-10): La angustia está restringida a situaciones sociales específicas o predomina en esas situaciones. Las situaciones fóbicas se evitan en lo posible. Diagnóstico diferencial: En casos de difícil delimitación, se debería diagnosticar agorafobia. Fobias específicas (aisladas) (F40.2) Sintomatología: La angustia se refiere en forma aislada a objetos/situaciones específicos (animales, altura, trueno, volar, obscuridad, espacios cerrados, exámenes, visita al dentista, vista de sangre). La angustia puede acrecentarse hasta el pánico. Fobias específicas se originan generalmente en la infancia o en la temprana adultez y pueden mantenerse por decenas de años, si no son tratadas. La magnitud es intra-individualmente variable y normalmente permanece constante. Criterios diagnósticos (CIE-10): La angustia se refiere aisladamente a determinados objetos y a situaciones específicas. Estos objetos o situaciones son evitados(as) siempre que sea posible. Diagnóstico diferencial: El miedo a determinadas enfermedades debe ser diagnosticado como hipocondría (F45.2). Cuando el convencimiento de estar enfermo alcanza la cualidad deliriosa, existe un trastorno de delirio. Trastorno de pánico (angustia episódica paroxismal) (F41.0) Sintomatología: Características esenciales son graves ataques de angustia (pánico) que se repiten, que no se limitan a situaciones específicas o circunstancias especiales, que no son predecibles y por eso pueden conducir a angustia de expectativa. Síntomas típicos son: palpitaciones, taquicardia o latidos irregulares; sudoración; sensación de asfixia; dolores, presión o estrechez en el pecho; sentimientos de mareo, inseguridad o amodorramiento; sensación de que los objetos son irreales o que uno “no está realmente ahí” (desrealización, despersonalización); miedo de perder el control, de “volverse loco” o de desmayarse; miedo a morir. Criterios diagnósticos (CIE-10):Un criterio unívoco solo puede hacerse cuando hay varios ataques de angustia vegetativos graves, que se han producido dentro de un lapso de tiempo 2 de aproximadamente un mes, 1° en situaciones en que no existe peligro objetivo; 2° cuando los ataques de angustia no están limitados a situaciones conocidas o predecibles; 3° entre los ataques debe haber espacios de tiempo amplios sin angustia (la angustia de expectativa sin embargo es frecuente). Diagnóstico diferencial: Ataques de pánico en una fobia conocida son una medida de la gravedad de la fobia. El pánico en un trastorno depresivo no debería ser un diagnóstico principal. Trastorno de angustia generalizado (F41.1) Sintomatología: Lo central son temores (preocupaciones exageradas) respecto a asuntos cotidianos (familia, situación laboral, desgracia futura) y la dificultad de controlar estas preocupaciones. Además impresionan síntomas de tensión (contractura muscular,inquietud corporal, temblor, incapacidad de relajarse) e irritabilidad excesiva (taquicardia, sudoración, mareo, amodorramiento). Las preocupaciones, o bien los temores, aparecen la mayoría de los días por un lapso de varias semanas. En general no se percibe angustia fuerte, sino más bien agotamiento corporal. Criterios diagnósticos (CIE-10): Constantes temores (preocupaciones) en varios ámbitos (trabajo, familia, desgracia inminente); tensión motora (inquietud corporal, dolores, temblor, incapacidad de relajación); excesiva irritabilidad vegetativa (taquicardia, sudoración, mareo, amodorramiento, sequedad bucal). Trastorno angustioso y depresivo, mixto (F41.2) Este trastorno debería entregarse, cuando coexisten angustia y depresión, pero solo cuando ninguno de los dos trastornos alcance una magnitud que justifique un diagnóstico individual correspondiente. Pacientes con esta combinación de síntomas relativamente suaves, se ven frecuentemente en la atención primaria. En la población general, el porcentaje es probablemente aún más alto, sin que los afectados lleguen nunca a tratamiento médico, psiquiátrico o psicoterapéutico. 2. Epidemiología, curso Los trastornos angustiosos muestran en general un curso crónico con cuotas de remisión espontánea < 20%. Existe un alto riesgo de un desarrollo de comorbilidad a largo plazo (sobre todo trastornos depresivos y otros trastornos de angustia, así como abuso de alcohol y sustancias), entonces existen importantes limitaciones psicosociales. Epidemiología prevalencia de por vida Agorafobia ~5,3% Fobia social 2,8-13,3% Fobia Específica Trast. de pánico Angustia general.: 10-11,3% 1,6-3,5% 5,1-8,5% Fuente: Kessler et al. (1994, NCS); Robins & Regler (1991, ECA). 3. Etiología, modelos de trastorno No existe un modelo de trastorno uniforme para todos los trastornos de angustia. Además de factores genéticos (“pusilanimidad”), la investigación científica señala la importancia de los sistemas neurotransmisores (noradrenalina, GABA, Serotonina), aunque no se puede 3 hacer declaraciones sobre la causalidad. En cambio está demostrado el significado causal de factores psíquicos y sociales en la aparición y mantención de la angustia. Modelos psicodinámicos: En la 1ª teoría de la angustia (1895), Freud partía de la base de que los trastornos de angustia eran causados por excitación sexual impedida de su descarga. Luego abandonó este modelo mecanicista por sí mismo. En la 2ª teoría de la angustia (1926) veía Freud una relación entre impulsos internos inconscientes, inaceptables, la reacción de angustia (angustia señal) y la activación (insuficiente) de mecanismos de defensa. Vivencia de “peligro interno” → angustia → posibilidades de defensa insuficientes → disrupción de la angustia como síntoma Angustias inespecíficas y generalizadas deben ser atribuidas entonces a mecanismos de superación de la angustia (debilidad del Yo) insuficientes. Esta está basada a su vez en condiciones de desarrollo sub-óptimas (experiencias traumatizantes, sobreprotección, abandono). La investigación de relaciones muestra que en los niños ya existe un saber intuitivo sobre la “asequibilidad” de adultos que prestan ayuda. Cuando no se espera este apoyo, debido a experiencias anteriores, se originan “modelos de relación inseguros” parcialmente estables (constante “estado de alarma” respecto a la disponibilidad de otros, hacer caso omiso de deseos de relación). Estas predestinan en posteriores situaciones de crisis (p.ej. separación amenazadora o temida de personas importantes) al desarrollo de trastornos de angustia, porque las experiencias anteriores no han conducido a una seguridad “internalizada” (= fuerza del Yo, ver arriba). En los trastornos fóbicos se puede lograr, mediante la evitación de las situaciones desencadenantes de temor, una libertad de angustia al menos temporal, lo que denota una mejor defensa y mayor fuerza del Yo en estos pacientes. Como origen de la mayoría de las fobias se supone una fantasía inconsciente, cuyo contenido fue reprimido. Los objetos temidos simbolizan entonces peligros vivenciados intrapsíquicamente (p.ej. pérdida de personas o total desamparo, comprometimiento). Lo realmente temido es entonces la fantasía inconsciente, que está relacionada con el objeto (araña, plaza del mercado, avión) y no el objeto por sí mismo. A este proceso se le llama “desplazamiento”. Represión de impulsos o deseos modificados → conflicto interno → experiencia “peligro interno” → angustia → desplazamiento de la angustia a situación externa → evitación de la situación externa En los modelos psicodinámicos de la fobia social se supone que existe un trastorno fundamental de la autoestima, en el trastorno de angustia generalizado se presupone la existencia de conflictos de relación internalizados no solucionados (por ejemplo: “conflicto de autonomía-dependencia”) y limitaciones del Yo. Los modelos terapéuticos cognitivo-conductuales en los trastornos de angustia parten de la base de que existen déficit aprendidos en la superación de la angustia, asociaciones de estímulos inofensivos con peligro (condicionamiento clásico), determinados errores cognitivos (visión negativa) y, más que nada, de la importancia de la conducta de evitación. 4 Esto reduce la angustia por un lapso corto, de este modo se refuerza negativamente y conduce a la cronificación (condicionamiento instrumental). Angustia →evitación de situaciones/objetos → a corto plazo: reducción de la angustia → a largo plazo: aumento de la angustia El modelo psicofisiológico del trastorno de pánico parte de una retroalimentación, en el que síntomas vegetativos y psíquicos (palpitaciones, mareo, sudoración) son evaluados como amenazantes y así, con el aumento de la angustia, también llevan a un aumento de los síntomas vegetativos. Además de factores predisponentes (pusilanimidad, agotamiento, baja autoestima cogniciones negativas), también se conceptualizan factores desencadenantes (fisiológicos y cognitivos) y factores mantenedores (angustia de expectativa, evitación). Síntomas vegetativos → evaluación como peligroso → angustia → más síntomas vegetativos → más angustia En las fobias también se ve una combinación de procesos de aprendizaje complejos (condicionamiento clásico e instrumental), factores predisponentes específicos (“prepardness”, es decir capacidad de aprendizaje más fácil de reacciones angustiosas específicas, “sensitividad angustiosa”, es decir procesamiento traumático de experiencias inocuas) y esquemas cognitivos específicos (sobre-interpretación, interpretación errónea). Los modelos de la fobia social consideran una mayor pusilanimidad predisponente, insuficiente función de ejemplo de los padres y experiencias negativas con pares. Estos conducen a esquemas cognitivos negativos estables (“situaciones sociales son peligrosas”, “otros se fijan en lo que hago”, “soy incapaz”) y a expectativas negativas en situaciones sociales (bochorno, rechazo). Los sentimientos angustiosos resultantes (focalización en estímulos sociales “amenazantes”, autoevaluación negativa, excitación fisiológica (rubor, temblor) conducen a las consecuencias temidas (trastornos reales/percibidos de conducta, apreciación de la conducta como inadecuada, focalización en consecuencias negativas) y se vivencian como confirmación de la propia visión. Para el trastorno de angustia generalizado existen varios modelos, que parten de la base de una aumentada actitud de expectativa ansiosa, en la que se conjugan factores vegetativos y cognitivos. Debido a la evitación de un procesamiento figurativo (emocional) en favor de contenidos cognitivos al “preocuparse” (el síntoma principal), se llega, por la reducción de la angustia a corto plazo, a un reforzamiento negativo y, por lo tanto, a largo plazo a la cronificación. A las “meta-preocupaciones (preocupaciones sobre preocupaciones) les corresponde un efecto mantenedor. 4. Tratamiento En principio: La psicoterapia en general se ha mostrado eficaz en el tratamiento de trastornos de angustia y el éxito también es estable después del término de la terapia. En cambio el tratamiento psicofarmacológico igualmente probado presenta problemas, más que nada un elevado riesgo de dependencia (benzodiacepina) y una mayor cuota de recaída después del término de la terapia (benzodiacepina, antidepresivos). Debido a eso, su uso requiere de una indicación más rigurosa. Los neurolépticos no son indicados. Las posibilidades de tratamiento psicoterapéutico descritos consideran el estado 5 actual de los registros de efectividad de los distintos procedimientos (Dengler & Selbmann 2000, Ruhmland & Margraf 2001). Más que nada la terapia cognitiva, en general como combinación de exposición, superación de la angustia, entrenamiento de competencia social, relajación y terapia cognitiva, se ha mostrado exitosa. Esto no significa que otros procedimientos, hasta ahora menos investigados, sean en principio menos efectivos, pero faltan datos empíricos. Además hay que considerar la frecuente comorbilidad con otros trastornos psíquicos, lo que muchas veces hace necesario un proceder pragmático individual. En la agorafobia y/o el trastorno de pánico, como también en la fobia social existe consenso, que todo tratamiento requiere de elementos confrontacionales. En la fobia específica existe consenso, que la exposición en vivo es el procedimiento de primera elección. Pacientes con fobias aisladas solamente, pocas veces se someten a tratamiento psicoterapéutico. Los resultados de tratamiento a largo plazo en los trastornos de angustia generalizados de evolución crónica, todavía no son satisfactorios. En la terapia cognitivo-conductual que se ha mostrado más efectiva, se combinan exposición (a preocupaciones), superación de angustia, terapia cognitiva y procedimientos de relajación. En virtud de la experiencia clínica y de algunos estudios, también parece efectiva la psicoterapia psicodinámica (Leichsenring et al. 2002). 5. Particularidades de la relación médico-paciente Los pacientes de angustia tienden a aferrarse al médico/terapeuta como “figura protectora” emocional. Los terapeutas deben considerar, que el alivio pasajero creado a través de esto, al final puede conducir a la dependencia de su “protector”, si no se trata en la terapia. Por esto es razonable per se señalarles sus propias posibilidades de superación de la angustia, el fortalecimiento de la propia responsabilidad y de sus capacidades de autoayuda y debería ser un componente y objetivo de toda terapia. 6. Literatura Dengler W, Selbmann H (Hrsg): Leitlinien zur Diagnostik und Therapie von Angsterkrankungen. Steinkopff, 2000. Dilling H, Mombour W, Schmidt MH (Hrsg): Internationale Klassifikation psychischer Störungen. Huber, 1993. Hoffmann SO, Hochapfel G: Neurosenlehre, Psychotherapeutische & Psychosomatische Medizin. Schattauer,1995. Kessler RC et al: Results from the National Comorbidity Survey (NCS). Arch Gen Psychiatry 1994 (51), 8-19. Leichsenring F, Winkelbach C, Leibing E: Die generalisierte Angststörung. Z Psychosom Med 2002 (48), 235-255. Margraf J (Hrsg): Lehrbuch der Verhaltenstherapie. hier: Kapitel zu Angststörungen. Band 2. Springer, 1996. Robins LN, Regler DH (Hrsg): Psychiatric disorders in America (ECA). Free Press, 1991. Ruhmland M, Margraf J: Metaanalysen zur Behandlung von Angststörungen. Verhaltenstherapie 2001 (11), 14 ff 6