lnterpretaci6n de Silva V aides I N::::n:: e~e~~~~it~il~:n~at:e~osba~:t:;~=~reve~:osA:: :~ Ticmpo, he renllzado en ellos la preseucia de lu belleza, vivaz e indesmentilJle como lu de la andariega sangre en el pulso. La he rcalizado con mm limpida evidencia que hay en cl nn.dndor al sentir que las grandes aguas urgen su c11rnc con impetuosa generosidad de fresmra. Mi empei1o de hoy no es cl do ponderar ese r.io ni mucho menos cl de empnfiar su clara virtud, sino cl de investigar sus manantialcs, sus captaciones y su fuente. Qu.iero apurar si ei un cstuario antig:uo o un arroyo novel, si su cnmino ha sido corrodizo a la vera de ffrmcs academias o de pleheyos campos, si C.'i bisofia su andanza o ai hace Jargas nocbes que !as constelaciones bajan a su cristal. Es ind6ci1 la. emprcsa. El romanticismo - tendencia oracionera, desvirtnada. dcspnC!J por hombres glirrulos como Schiller y H ugo ho. exncerbado la personulidad con tan il6gico tes6n, que alm hoy se trata de materias esteticas en tono igual al que sc emplea en ma· ni.festar eonviccioneg. Criticos hay que ampn1·au el verso libre, no por hallarlo euf6nico 1 sino por nn borroso sentimiento de democra· cia. Otros, como Almafucrte, han querido borrsr la distinci6n entrc vocablos literarios e inJiterurios. Arbitrariedad tau absurda eomo la de un algebrista que intcntase situar en la rcalidnd las rafoes pares de cantidades uegaLivas o la de un flsico que 1-ecabase el - 24 - don de transparencia para. los cuerpos opacos. En cuanto a mi, en este apuntamiento sobre Silva Vaid&!, no quiero dietar norm.as, sino inscribir observaciones. De las poe.sia8 mas gustadoras y pcrfectas que hay en SU libro - El Poncho, El Mate Amargo, El B1u1y, El Payador, El Ra.ncho elegir6 la Ultima para desentrafiarla. En eu decurso, admirable de contincncia espiritual, de gesto criollo y de ritmo de zarandeo, el poeta equipara el rancho a un pajarraeo hurafio y a un gaucho viejo y mcmorioeo. Las imigenes son nuevas, el comp&s es inusitado, cl ambientc suyo sabe a palpable realidad y no a versos ajenos Y sin embargo yo aseguraria que no es el principio de un arte iniidito, sino la cristalizaci6u y casi la perdici6n de otro antiguo. La singularidad de sus metliroras es prueba de ello. t. QuC artc novel supo jamUs de traslaciones' En mis eventuales andanzas por 1a eerie de ocho mil cantos popularcs que recopil6 Rodriguez Marin y por las ntil coplas patrias que ha enfilado, tras de un noble prcfacio, Jorge M. Furt, be encontrado cscasisimas mctaforas. La propia lirica andaluza, tan amadora de la hiperbole, metaforiza con significativa parquedad y en Jo atatiedero a !as sentencias figuradas que andan en boea del vulgo, son traslacioncs ciegas en cuyo preterito pasmo nadie repara. A un sentimiento nuevo no le conviene la Unca curva de la imagen y si la derechura. del eotidiano decir. En cambio, quC grato es entretejcr guirnaldas de imUgcnes alrededor de un tcma ya adentrado en la intimidad de las letras ! Basta enalquicr comparaci611 pc1·czosa para desgajar del cielo Ja Juna y hacerla resbalar a nuestras manos, trCmula y alelada. Cabe rememorar aqui lo que Schopenhauer dijo de las alnsiones er6ticas. Todos las desentrafian en seguida, pues la materia suya cs vivaz en toda conciencia. De id6ntico modo, si El Rancho de Fern8.n Silva ValdCs es hello y no asombroso meramente, cllo se debe a que generaciones de payadores han poetizado aeerca de ese sujeto, -25- acostumbrAndonos a pen.sarlo con devocl6n, Esa tapera que disefia, es la misma junto a la cual con blblica sencillez: trabaron amistad Santos Vega y el santiaguefio Tolosa y es la que Estanislao del Campo anhol6 duranto la quietaci6n de la. siesta, y es aquella en que Martin Fierro, harto do nocho y de suicidio ol espfritu, llor6 varonilmente y es tambien la quc cant6 Elias Regulcs, dejflndole un recuerdo para qac no estavicra tan sola y cs cl ranchito del cantar, dorndo en la maiiana,,. P8jaro de bandada. cs el verso, y en la garganta del cantor. debertin coniluir muchas voees para que en canto logre hermosura. SUva Valdes, literatizando recientes temaa urbanos, e.s una inexistonc.ia; Silva Valdes, iuvocando cl gauchaje antiguo, por el cual !1au oratlo tD.ntns obscuros y preelaras vihuclas, cs cl primer ])oeta jovon de la conjuntu hispanidad. Aspe1·0 privilegio del poeta, cuyo caroino de per.fccci6n cs calle de todos y que dcbe viajar a ctcrnidad por el co.mine rea.1 que demasiadas mUsicas urgen; torpez:a del poets, cuyos versos mas intimos, y decidores de su entrniia de sombra, nnccr{m en lubios ajenos. JOROE Lms BORGES.