MIA Y LA VARITA MÁGICA PERDIDA Durante todo el día estuvo lloviendo, así que Mia y Conejito se quedaron en casa. Cuando la tormenta terminó, Mia escuchó que alguien estaba llorando. Curiosa, corrió hacia la ventana. Ahí vio a un hadita, totalmente mojada sentada en el marco de la ventana. “¿Por qué llorás?” le preguntó Mia. El hadita la miró y le dijo “porque me agarró la tormenta, me caí ¡y se me cayó la varita mágica en la cueva del ratón! ¡Me da mucho miedo entrar para buscarla!”. “¡Y yo que pensaba que las hadas no existían!” dijo Conejito. “Ah claro, pero sí existen los conejitos que hablan por ahí, saltando en cada esquina, ¿no?” dijo el Hada. “Mmmm…” murmuró Conejito, que ni siquiera había pensado en eso. “De acuerdo, pero ¿cuál es el problema entonces?” dijo Conejito, “¡todas las hadas pueden hacer magia!”. Entonces el Hada le contestó “Recién estoy empezando como hada, ¡soy nueva en esto! Y sin mi varita no puedo hacer magia, ¡todos lo saben!”. “¡Esperá!” dijo Mia. “Voy a buscar el secador de pelo de Mamá”. Y lo usó para poder secar al hadita. Después, Mia abrió una caja y sacó ropa de sus muñecas para vestir al hada. Por último, le puso un poquito de crema en la punta de la nariz. “Estoy segura que esto te va a ayudar,” dijo Mia, “mi Mamá siempre me lo hace, ¡es una crema mágica!”. De repente el hadita sintió como la crema empezaba a hacerla sentir mejor. “Bien, ahora ya estamos listos, ¡vayamos juntos a buscar la varita mágica!”. “Conejito, vení a ayudarnos a la cueva del ratón” le dijo Mia. “Ratones… ¡por qué tenían que ser ratones!” se quejó Conejito con sus quejas interminables. Así que juntos fueron al jardín y caminaron hasta encontrar la cueva del ratón en donde se había caído la varita. Allá abajo podían escuchar al ratón, pero el Hada tenía mucho miedo. “No tenés por qué tener miedo” le dijo Mia. “Nosotros estamos acá y te vamos a cuidar, ¡lo prometemos!”. Entonces el Hada, muy valiente, se metió en la cueva del ratón, y a los pocos segundos salió volando muy contenta con su varita en la mano. Gracias por su ayuda, voy a volver a visitarlos ¡lo prometo!” dijo el Hada sonriendo, aliviada. Y entonces tiró con su varita una pequeña lluvia de polvos mágicos sobre Mia y Conejito. “¡Ehh!” se quejó Conejito sacudiendo su cuerpo “¿Y ahora cómo voy a sacarme todos estos brillitos de mi pelo?” gruñó, aunque en realidad sonaba muy contento. NIVEA Creme Edición Limitada 2015 Mia y la varita mágica perdida. Escrito por Udo Weigeit Ilustrado por Joëlle Tourlonias tales.NIVEA.com