Composición del cuerpo estudiantil, modalidades de enseñanza y nuevas tecnologías Luis Porter y Alicia Colina INTRODUCCION Los 23 años de distancia que nos alejan hoy, en el 2007, del 2030, si nos ajustamos a las fechas, no como símbolos o metáforas, sino yendo hacia atrás en el tiempo, corresponden al 1984 de Jorge Orwell. Situarnos en el centro de estos 46 años quizás ayude a situar las futuras modalidades de la enseñanza. Esta visión desde lo alto, nos permite ver hacia atrás y hacia adelante, puede llevarnos a entender que existen ciertos valores que prevalecen desde mucho tiempo atrás. Podemos pensar que seguirán vivos siempre, si no han cambiado desde la Grecia antigua, no vemos porque deberían de cambiar en este futuro no-imaginado. En este capítulo sostendremos que la juventud es un estado de ánimo, que la tecnología no tiene sentido sin el humanismo, ya que tanto la tecnología como los técnicos deben de continuar siendo humanos, si aceptamos que ser técnico no va en menoscabo de la integridad como ser humanos. También sostendremos que las modalidades de enseñanza deben de basarse en los valores que todos conocemos pero que no se han respetado ni seguido. Para muchos el mundo actual y el que nos espera son radicalmente diferentes al que dejamos atrás, gracias a la tecnología. Es posible que la creación más asombrosa de la ciencia moderna sea la tecnología. Pero es sospechoso que sea la tecnología el estímulo principal que nos anime a mirar hacia el futuro. La búsqueda de la verdad nos ha llevado a la sociedad industrial, al saber y la dinámica social. La Universidad en la sociedad es mucho más que un puente entre ambas. Si imaginamos una nueva institución que surge y forma parte de la sociedad, por medio de proyectos comunitarios, de proyectos sociales, esto no significa que su fin sea solo ajustar la demanda social con la oferta universitaria. La no-universidad no tiene dentro ni fuera, no es una casa abierta ni cerrada, tiene forma de diáspora, se ubica en todas partes. Su raíz humana radica en su actividad, el cultivo integrado, complejo, total, del ser humano, ya sea para la ciencia, ya sea para la técnica, el arte o el humanismo. Será así cuando ninguno quede encerrado dentro de sus partes. Combatimos al ser humano desuniversalizado, descomplejizado, encapsulado, incomunicado, funcional, porque queremos que se habilite antes que nada para la tarea colectiva, es decir, para las tareas comunitarias, las más básicas, las más comunes. Buscamos ampliar horizontes, no estrecharlos, manteniendo despierto el amor a la verdad y al convencimiento de que el saber no se agota en ninguna de sus partes, ciencia o tecnología, arte o humanidades, porque todas ellas reclaman, necesitan, y no existen sin el espíritu humano. El educador debe percibir que es un “ser de compromiso” y no puramente un técnico, es decir, un tecnócrata, un ser “neutro”. El educador en la medida en que se percibe como un ser históricamente comprometido, descubre también que no es posible cumplir con su tarea sin correr riesgos. La educación es una aventura del espíritu. En ese contexto, nos disponemos a hablar de las modalidades de la enseñanza, a partir de los valores fundamentales en los que se basa el desarrollo humano. LA VERDAD Si imaginamos una futura no-universidad estructurada alrededor o encima de proyectos sociales, en un ámbito donde la formación, el desarrollo no está limitado por estereotipos, como lo es el concepto de “profesión”, el primero de los valores referenciales sería la búsqueda de la verdad. Esto es así desde la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, que antecedieron a la gastada universidad actual. El espacio de la verdad es el terreno donde la nueva juventud traza los caminos hacia el saber. Es “la verdad” la que enmarca y pone en foco lo real. La dinámica del proyecto implica investigación y acción, la búsqueda de la verdad será una actividad valiosa por si misma, pues “concede consistencia al existir humano” (Polo, 1993) 1 Si seguimos la visión de la complejidad, podemos afirmar que la verdad es condición para la unidad. La fragmentación convierte el devenir cotidiano, la vida de todos los días, en un acontecer sujeto al azar, desintegra su unidad y agota su poder. Lo verdadero es un venero de fecundidad (de juventud y lozanía). Pero, ¿cuál es el camino hacia la verdad?, “la discusión es el no imposible camino para llegar a la verdad” (dice Borges) podríamos añadir que lo es el trabajo, el proyecto mismo en la medida en que nos une en el diálogo, en la red de conversaciones (Maturana) que nos reúne e integra. Hay más estímulos en este camino, para algunos es la meditación, la reflexión, para otros lo es inclusive la plegaria y la magia, el mito y la metáfora. Lo que buscamos es recuperar o descubrir posibilidades teóricas nuevas, movilizar resortes epistemológicos que no habíamos utilizado, introducirnos hacia el fondo del conocimiento humano, inaugurar un nuevo período de fecundidad, desde la originalidad que busca develar misterios. Sin duda que la técnica avanzada permitirá trabajar con novedades que revolucionarán el conocimiento. No buscamos inventarlos de 1 La Institución Universitaria, (1993) Universidad de Piura, http://www.leonardopolo.net/textos/instuniv.htm antemano, baste ubicarnos junto a la puerta para entrar por ella hacia las nuevas conquistas que las herramientas faciliten. PODER El camino de la verdad busca el saber, el conocimiento, pero no se puede lograr ello sin que nos hayamos fortalecido previamente. De allí que otro valor importante a enfrentar es el del poder. El conocimiento es importante, pero hay que hacerlo rendir. Los proyectos deben de llevarse a cabo, integrar reflexión teórica con acción útil. Contemplar, reflexionar, tiene sentido cuando va acompañada de utilidad, de aplicación y provecho. Eso decía Donald Schön. En una organización educativa que surge de la organización de la vida social, donde ya no se depende de una oficina de vinculación, porque la universidad es parte de la realidad, su saber también es parte de esta organización social, que así concebida forma parte de la historia. La ciencia existe para configurar el futuro, para lo cual no se limita al cubículo y al laboratorio, sino que asume el pragmatismo mas directo, ese que entiende al conocimiento como “saber lo que se puede hacer con una cosa cuando está en nuestra manos” si hacemos una concesión al empirismo pragmatista del inglés Hobbes. Al mirar hacia el futuro no concebimos el saber como capaz de determinarlo, el cambio no es producto de una visión mecanicista. Tampoco vemos el futuro como el dinamismo de una inercia que quisiéramos imaginar transformadora. El futuro no se modela desde el método, manejando variables, haciendo proyecciones. No es resultado del “progreso”. Oliver Cromwell dijo que “Nunca se avanza tanto, como cuando no se sabe hacia donde se va”. Pero para moverse se necesita un motor y ese motor funciona cuando hay fuerza, cuando hay combustible, y ese combustible es el poder. Saber ver, poder ver, las cosas que están escondidas y no enseñar a ver mal las cosas que vemos. La posibilidad de ver lo que no es claro ayuda a ver mejor lo que si es claro. Somos sujetos del tiempo, no objetos de un programa. Debemos conocer nuestros límites y nuestros espacios. La realidad es contradictoria, de pronto hacemos algo mínimo que parece irrelevante y de allí surge algo mayor. El poder no es algo siempre visible pero si es una fuerza que se ejercita día a día, y es la que nos permite trascender. CONCIENCIA La conciencia tiene que ver con los principios de la acción recta. Las decisiones, la prioridad que demos a un valor por sobre otro, pasan por la conciencia. Por lo tanto tiene que ver con la identidad personal, es el espacio personal en donde construimos nuestra intimidad, nuestro fuero interno. Sinceridad, honradez, van de la mano con conciencia, por lo que conciencia y dignidad resultan equivalentes. La educación llega hasta las puertas de la conciencia. Entonces sobreviene el debate entre los que consideran a la educación como una manera de reproducir la ideología dominante, (la teoría del currículo escondido) la educación como herramienta de manipulación de la conciencia, y los que piensan que el ser humano no es un autómata que pueda ser dirigido a distancia por un docente, un curriculum o un sistema. Los seres humanos son seres concientes, y en este sentido apelamos a esa conciencia ubicada en lo esencial del ser humano listo para reclamar, a reivindicar, al plantear el requerimiento de lo que cree merecer. Ante las superestructuras o los superegos represores o coercitivos, se levanta el “yo”, como una conexión con la conciencia, que la educación deberá fortalecer. Ciertamente ese yo es vulnerable a la enajenación y al desvío en un medio como el actual, adulterado y engañoso, por lo que la conciencia y la obra educativa van de la mano. Cuando hablamos de una formación a base de proyectos, pensamos en integrantes-sujetos del programa, no en objetos. El término “conciencia” y “concientización” ha sido gastado y cooptado desde que Paulo Freire lo introdujo al discurso educativo. Ante ello podemos tener dos actitudes: volver una y otra vez a aclararlo, a redefinirlo, o simplemnte dejarlo de utilizar. Escogemos la primera opción. En español “conciencia” implica dar intencionalidad a la realidad, (Berger concebía la realidad social como una forma de conciencia). En nuestro idioma se define por el contexto en que se expresa, decimos: “una persona de conciencia” o “su conciencia no es clara”. El debate tiene sus raíces en la filosofía, por un lado el rol que el término juega en la visión del idealismo subjetivo, antes de Hegel, y la del materialismo-dialéctico. Conciencia no implica cambiar el perfil de las personas en el sentido de que es posible concientizarlas. Crear conciencia, no implica transformar a la persona, sino transformar la realidad. Freire decía que la realidad no sucede en el corazón del estudiante, ni en su cabeza, pero si en la historia. Tener conciencia es tener poder para transformar la realidad. El lado opuesto es el que reduce la realidad a un reflejo de las condiciones materiales de la sociedad. La conciencia conformada por la realidad concreta. Este es el objetivismo mecanicista, una distorsión del Marxismo. Otro punto de vista, es el que no espacializa o compertamentaliza la conciencia, no la ubica en cierto sitio del cerebro. Decíamos que los seres humanos son seres concientes, por lo que hay que atravesar los campos de la subjetividad y de la objetividad, como realidad histórica e ideológica y caminar aceptando la tentación de exacerbar subjetivamente u objetivamente, concientemente y ser un idealista o en el objetivismo mecanicista negar la subjetividad y la objetividad. Es necesario explorar ambos campos sin caer en ninguno de los dos extremos. Nuestra tendencia cultural, como judeo-cristianos es caer en el subjetivismo, que hay que evitar junto con el objetivismo que nos lleve al fatalismo, al determinismo. Es imposible entender el concepto de concientización si soy objetivo o subjetivo. La condición de llegar a ser libres existe en relación a la posibilidad de ver los límites en que nos encontramos. Es imposible la concientización sin praxis. El proceso de concientización necesita una comprensión crítica de cómo la sociedad funciona, como ocurre, y para esto necesita relacionarse con el proceso de transformación que vive, de conocer críticamente este proceso, relacionado con una acción transformadora (praxis), conocer la dialecticidad entre acción y reflexión. La concientización no tiene nada que ver con la subjetividad, tiene que ver con teoría y práctica. Entonces podemos entrar al corazón, al amor, porque esta condición tiene que ver con la capacidad de incluir al otro, de integrarse con otros, lo que Freire llamaba “amar a los oprimidos”. Pero es necesario pensar en esta identificación amorosa no de manera mágica, no hay que dejar de pensar críticamente sobre la realidad. No es posible cambiar la historia sólo con flores o con palabras. Debemos disminuir los costos sociales en el proceso de transformación. El conflicto es el esposo de la concientización. Los intelectuales estamos acostumbrados a ver la realidad a través de la lectura de descripciones y no de la realidad. No seguir leyendo el texto donde los conceptos se explican. Lo concreto se aleja, y la realidad no se relaciona con conceptos. Observemos nuestra propia conscientización hoy, en este contexto y después imaginemos la de un remoto mañana. LIBERTAD La libertad es una característica de la integración en la complejidad, en la competencia, en la integridad como persona. La libertad debe de ser manifiesta, no una promesa, no una sospecha. La libertad surge del encuentro con la verdad, cuya búsqueda es cometido suyo. La libertad presupone aire libre, nunca asedio, cerco, bloqueo. Responsabilidad, búsqueda, superación, son armas-herramientas de la libertad. También es un concepto usado, cooptado, abusado. Forma parte de estos términos que estamos planteando como perennes, (verdad, belleza). Pero no nos limitaremos a las palabras, sin relacionarlas con la realidad. El autoritarismo es la destrucción de la libertad. La libertad implica la capacidad de no ponerse al servicio de la razón instrumental, y mantener la racionalidad artística. Incluir la poesía a lo prosaico, como sugiere Morin, apartarse de las simplificaciones que confunden la complejidad con reducciones o definiciones, evitar los sistemas, las abstracciones, para tratar de ver el mundo como realmente es: complejo en su maraña de bellos y terribles nuevos e incomprensibles misterios (Hesse). La libertad es parte de la complejidad, y por ello es tan insondable como profunda. El primer sentido de la libertad es el ontológico, la apertura del ser humano al mundo. Esto explica la universalidad e inifitud de su conocimiento. El conocimiento no tiene final, no se satura. La educación se dedica a mostrar esto. “Los enemigos de la grandeza humana son el pesimismo, el mecanicismo y el determinismo, que ven en la libertad una vana ilusión provocada por el desconocimiento de los motivos de la acción” (Del Barco). Libertad implica poder elegir, autodeterminarse, abrir caminos nuevos, nuevas formas de hacer, renovar la vida, aceptar un futuro con sorpresas. La libertad se opone a todo tipo de predestinación, de libertad esclava, que lo aleja de la propia salvación. La libertad obliga al plan y al compromiso. Solo los animales no planean porque viven esquema prefijados de comportamientos, viven respondiendo inercialmente de acuerdo a planes dibujados desde su biología. El ser humano debe dibujarlos y redibujarlos, tener la fuerza auto-persuasiva para cumplirlos y mientras los cumple, distanciarse, ponderar, y poder cambiarlos. Hacerse cargo de su propia dirección, beneficiario o víctima de su propia actividad. Ser el autor de sí mismo. No se trata de desligarse, sino de autodeterminarse. La universidad es escuela de libertad no de servidumbre. La libertad no viene dada, es algo que debe conquistarse día a día, esa es la única forma de comprometerse y de obligarse. SOLIDARIDAD La misión que implica el desarrollo de un proyecto orientado hacia planteamientos, respuestas útiles y efectivas, no se agota en la tarea educativa, implica dar oportunidad a la experiencia de abrirse a la realidad en la que vivimos junto a otros seres, cultivar la amistad, la benevolencia, la fraternidad, la solidaridad. La comunicación entre humanos, interpersonal, es mas que lo que entendemos como interdiciplinar, es un sentimiento emocionado de pertenecencia a la comunidad humana. Las grandes empresas, los proyectos, grandes o pequeños, requieren del concurso de grupos que han trascendido el individualismo. Cada cosa requiere de su tiempo, y el ritmo de la educación es lento. Formarse como seres humanos íntegros es una tarea vital y de por vida. Las injusticias piden respuestas rápidas, las premuras llevan a innecesarios apresuramientos, si consideramos que el hermano estará siempre a la espera. Tolerancia, y paciencia, signos de madurez, no requieren velocidad. Cuando se trabaja con sentido, hacia la aplicación de lo que se estudia e investiga, construimos nuevos marcos de referencia, que forman parte de una cosmovisión en la que encontramos respuestas a las preguntas básicas de su existencia. Esto mismo se reproduce en el ámbito de las nuevas organizaciones sociales como la que estamos imaginando. Pertenecer a ella, significa participar en un gran proyecto común, dividido en múltiples caminos-procesos cuya misión conforma un marco de referencia que un referente principal para la conducta de sus participantes. Un proyecto que proporciona las materias primas potenciales y un entorno que reafirma su identidad. El fortalecimiento de vínculos y la inclusión se manifiesta con el surgimiento de liderazgos legítimos, articulados a un proyecto de país que ha dejado de estar supeditado a fuerzas mayores, que distingue identidades y en cuyas decisiones todos participan. Como consecuencia, emergen los grandes propósitos propios de la tarea educativa: la búsqueda de la verdad, el mantenimiento de la dignidad, el buen uso de la tecnología, el fortalecimiento que da poder para hacer las cosas, la defensa y fomento de la libertad y la solidaridad. CONCLUSION En este contexto, caracterizado por la existencia de proyectos unificadores, no ocurre el exceso de concentración en uno mismo, ilumina el camino y da sentido al concepto de vocación y compromiso, alentado por la profundidad cualitativa tan cercana al arte la subjetividad, la sensibilidad y la imaginación creativa que provee a cada quien el derecho de definir su forma de vida, basada en su propio sentido de que es realmente importante y de valor. Es así como el conjunto de individuos ya no identifica por edades, donde la juventud es un estatus determinado por la edad, pues ocurre una constante renovación humana y conceptual, que da sentido y orientación a la vida, ampliando el concepto de juventud. El proyecto implica el diálogo que lleva a consultas y al fortalecimiento de acciones, por medio de la construcción rápida y eficaz de consensos. Este nuevo individuo al tener tiempo para reflexionar y enriquecerse, al entender que ciertos valores son los que rigen la conducta, es consecuente, honesto, verdadero consigo mismo, busca ser auténtico como ideal moral. Un ser que se compromete con su proyecto, con sus colegas, enriqueciendo constantemente su capacidad de proyecto, el uso de la imaginación, el manejo y expansión de sus lenguajes, su capacidad de narrativa pues sabrá que siempre existirán colegas y estudiantes que serán sus interlocutores que saben escuchar, a leer y respetar unidos por un hilo de armonía intelectual, combatiendo los rasgos negativos y construyendo por encima de ellos, con los pasos sencillos de quien quiere construir un camino nuevo para si mismo y para los demás.