Segunda Guerra de López Jordán. - Artículo PDF

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97
E. Quesada, o. c.
Ibídem.
99
Sinforiano Alcorta, Revista del Paraguay, tomo r, transcr. por Quesada, Los tratados. En abril de 1885, La Nación
confirmaría la escena. "Lo referido —dijo— está 'apoyado en documentos" (Quesada, o. c.).
100
Transcr. por Cárcano, Guerra del Paraguay, III, 750.
101
Ibídem.
102
Los entrecomillados transcriben documentos citados por Cárcano, ibídem; y Quesada, o. c.
98
La situación a principios de 1874.
Estaban dadas las condiciones para anexar Paraguay, como lo pedía con insistencia la prensa brasileña,
especialmente el influyente Jornal do Commercio. El problema con Chile, el revuelto estado de Paraguay —
fomentado por el ejército de ocupación—, la crisis política argentina, que estallaría en setiembre en guerra civil, señalaban la oportunidad.
Inglaterra no tenía interés en oponerse a la absorción de Paraguay por Brasil. Otra cosa hubiera sido con el Paraguay de
antes de la guerra, que podía convertirse en un mercado de consumo depurado de tiranías y altos hornos, pero el cuasi
cadáver de 1874 no inspiraba nada.
Cuestión con Chile.
El problema de Chile estaba convenientemente agudizado. El gobernador chileno de Punta Arenas ocupa el río
Santa Cruz, y ante la protesta del ministro argentino, Félix Frías, el gobierno de Santiago contesta que "el derecho
chileno a la Patagonia tiene la aprobación del señor presidente de la República Argentina", recordando las campañas
periodísticas de 1844 y 1849.
"Traer al debate tal afirmación —comenta Sarmiento a Frías— sería suscitar contra mí las prevenciones argentinas, en
época y con prensa que, usted conoce, se complace en la difamación pública"; le pide "hacer sentir" a los gobernantes de
Chile "que hay falta de delicadeza en querer servirse de las apreciaciones de un diario que se proponía ser útil ( a Chile) para
comprometer a un presidente", y decirles que lo obligaran "a descender del puesto que ocupo ... Será una recompensa personal, acaso merecida, la que me darían los chilenos por el interés que me tomé en sus cosas, en su comercio, su adelanto,
etc.103.
En carta particular al ministro Ibáñez, Sarmiento reconoce que el estrecho de Magallanes es "un canal útil
solamente a los países del Pacífico", y acepta que Chile lo mantenga —argumento distinto del de 1844— "para
proteger la navegación".
Dada la difícil situación con Brasil, Tejedor propone un arreglo provisorio. El estrecho quedaría en posesión de Chile y la
Patagonia hasta el río Santa Cruz de la Argentina, debiendo someterse a arbitraje la zona intermedia (abril de 1874). Chile
demorará un año la respuesta, que será afirmativa.
En Buenos Aires era un secreto a voces el apoyo de Río Branco a la candidatura presidencial de Mitre. Pero si no
conseguía triunfar, por una elección o por una guerra civil; si Alsina se imponía, o por lo menos desbarataba a Mitre
apoyando al ministro de instrucción pública, Nicolás Avellaneda, Brasil contaría con Chile para neutralizar la "prepotencia"
argentina.
103
F. Chávez, José Hernández, 61.
6. SEGUNDA GUERRA DE LÓPEZ JORDÁN (1873)
Propósito.
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¿Qué llevó a Ricardo López Jordán k lanzarse por segunda vez sobre Entre Ríos en mayo de 1873? Es cierto que al
gobierno de Leónidas Echagüe lo resistían la mayoría de los entrerrianos, la situación de la clase popular era angustiosa,
y el prestigio de don Ricardo no había disminuido por la derrota de 1871. Pero fuera de Entre Ríos no había federales
donde apoyarse, porque el partido desapareció en el orden nacional. Una revolución local contra un gobierno custodiado
por las guarniciones nacionales, significaba un absurdo.
No; no era una revolución federal, ni tampoco local. El caudillo mal aconsejado estaba en inteligencia con los liberales de
Corrientes, sus enemigos de Ñaembé, y los liberales santafesinos que respondían a Nicasio Oroño.
Hay cosas extrañas, todavía no desentrañadas, en esta segunda guerra de López Jordán. Se sabe que a mediados de
febrero de 1872 Jordán, que residía en Santa Ana do Livramento, estuvo en Río Grande "a un llamado del gobernador de esa
provincia, y el 28 ha resuelto una revolución nacional porque ese día escribe a Alberdi desde Río Grande "sabiéndolo
separado del círculo de hombres centralistas que dominan el país", para que "preste su valioso contingente a fin de restablecer
el orden en nuestro país y hacer efectiva nuestra carta constitucional" 104.
¿Cómo pueden conjugarse elementos tan opuestos como las masas entrerrianas de López Jordán, el grupillo familiar que
seguía a Oroño en Santa Fe y los resentidos mitristas de Baibiene y Agustín Justo de Corrientes? ¿Cómo andar juntos en una
revolución Mitre y Alberdi? Deja la impresión que alguien, conociendo las contradicciones argentinas y la ingenuidad de sus
hombres públicos y caudillos populares, aglomeraba en favor de Mitre combustible de toda procedencia.
104
Cit. por F. Chávez, Vida y muerte de López Jordán.
La invasión (mayo).
Acompañado de Carmelo Campos, Mariano Querencio y Nicomedes Coronel, Jordán empieza su invasión el 1 de
mayo, aniversario del Pronunciamiento. ¿De dónde sacó las armas? ... Lo cierto es que muchos jordanistas llegan a
Entre Ríos por el alto Uruguay, otros por el paso del Palmar, al sur. Con diferencia de horas, todas las ciudades y
pueblos de Entre Ríos (menos Concepción del Uruguay y Concordia, acantonamientos nacionales; Paraná, defendida
por fuerzas policiales, y Gualeguaychú por los mismos vecinos) caen en poder de los jordanistas. El jefe establece su
cuartel en las proximidades de Nogoyá.
Está con Jordán el general oriental Francisco Caraballo, prominente figura del coloradismo ( el compañero de Flores en
el desembarco del 19 de abril de 1883), hasta poco antes Comandante General de Armas del presidente Batlle y jefe de uno
de los ejércitos gubernistas que combatieron a Timoteo Aparicio. ¿Qué lo llevó a plegarse a una causa tan opuesta a la suya?
¿Amistad personal, afición a los entreveros, u otra cosa? También querrá cruzar el Uruguay Fortunato Flores, hijo de
Venancio, para unirse a los jordanistas, pero el gobierno conseguiría impedirlo 105.
En poco tiempo doce mil gauchos llevan a toda la provincia la divisa partidaria. En el cuartel central, Jordán tiene
diez cañones, doscientos fusiles y adiestra cuerpos de infantería.
Es una guerra sanguinaria, como no lo fue la otra, a lo menos por parte de los jordanistas: Jordán fusila a los extranjeros
(se entiende que europeos) que sirven en las tropas nacionales. Echagüe, a su vez, confisca los bienes de los revolucionarios;
Sarmiento manda un proyecto al congreso poniendo precio —100.000 pesos— a la cabeza de Jordán, 10.000 por la de
Querencio, y 1.000 por otras ( explicará "que así se hace en los Estados Unidos"). Carlos María Querencio retribuye a
Sarmiento contratando unos italianos —los hermanos Güerri— para que le den muerte; el atentado ocurre la noche del 23 de
agosto en la esquina de Maipú y Corrientes, pero Sarmiento sale ileso.
Al tener noticias de la invasión, el gobierno nacional toma medidas. Declara el estado de sitio en Entre Ríos,
Corrientes y Santa Fe; moviliza las milicias de las tres provincias, y manda tres divisiones de veteranos a Entre Ríos.
Ocurre en esta guerra como en la primera: los ejércitot nacionales de Julio de Vedia, Luis María Campos y Ayala
no encuentran al enemigo. Los jordanistas se esfuman y en los ocho primeros meses no hay batallas de importancia; la
guerra se diluye en cien pequeños combates donde lleva ventajas la caballería entrerriana, a pesar que de Buenos Aires
han mandado un gran cargamento de fusiles rémington (usados por primera vez) y cañones Krupp. "El enemigo bien
montado, como a entrerrianos corresponde —recuerda el general Fotheringham sus andanzas de teniente—, formaba
un ejército revoloteador: estaba aquí, allí, en todas partes, y buscándolo no se lo hallaba en ninguna" 106.
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La guerra se desenvuelve lentamente. Quintana acusa a Sarmiento en el senado de "no decidirse a abrir operaciones
decisivas", pero no es el presidente, sino el estado mayor quien lleva las operaciones.
"Esta guerra va haciéndose tan vergonzosa como la otra. Siete meses en templar guitarras... diez muertos", escribe
en noviembre Sarmiento a Gainza, que está en Entre Ríos 107. Todo anda despacio porque él no está allí: "Tengo medios
de acabar y acabaré, con tal que me dejen obrar —escribe al ministro de guerra—. Si los ejércitos hubiesen ocupado la
posición que quise al principio, habríamos acabado".
Sin pensarlo mucho se embarca en el vapor Emilia sin anuncio previo y sin delegar el mando en el vicepresidente (Alsina
disgustado mandará su renuncia al congreso, que éste rechaza). Ocurren cosas curiosas en ese viaje. Al llegar a Rosario
pregunta dónde hay algún edificio en construcción y le señalan el colegio nacional; ordena descargarle las ametralladoras
francesas que lleva a Entre Ríos ante el estupor de los rosarinos. Explica que quiere probar la bondad de las nuevas máquinas
de guerra y la solidez del edificio 108.
Llega a Paraná, entrega las ametralladoras, asciende a general a Iwanowsky por haber reprimido una revolución en
Mendoza, habla con Gainza, a quien da un "plan reservado" que acabaría con los revolucionarios, y se vuelve a Buenos
Aires. Ha estado ausente ocho días 109.
105
E. Acevedo, o. c., VI.
I. H. Fotheringham, La vida de un soldado, cit. "En el Paraná —dice Fotheringham— nos dieron fusiles rémington que por
primera vez iban a ser ensayados en una guerra entre hermanos. Con semejantes armas el éxito estaba asegurado".
¡Con mil miserables fusiles yo hubiera dado cuenta de esa canalla! —escribe López Jordán a Carlos Querencio el 29 de agosto—.
¡Tener doce mil hombres y no poder ir a buscarlos!" (Archivo de C. M. Querencio, cit. por Chávez, o. c.).
107
Sarmiento, o. c., LI, 369.
108
Los periódicos opositores hicieron mofa del fusilamiento de paredes 'del "loco". Pero, a la verdad, corrió por todas partes el
formidable poder de las ametralladoras francesas.
109
El historiador A. Palcos supone que el motivo del misterioso viaje a Paraná fue entregar personalmente Sarmiento el plan a
Gainza, que "por temor a la infidencia no quiso confiar al correo ni al telégrafo". No se sabe si el plan presidencial fue seguido por
los ejércitos nacionales, pero lo cierto es que antes de un mes López Jordán se batía en retirada y Sarmiento se atribuía en Buenos
Aires el mérito. Gainza, vencedor en Don Gonzalo, le telegrafiará entre burlón y resentido: "Estoy casi a oscuras de las hazañas
que indudablemente ha hecho el general Sarmientowsky (alusión a Iwanowsky)". Sarmiento no se molesta, y asciende a general a
Gainza (era coronel de milicias) como acababa de hacerlo con Iwanowsky. El ministro de guerra agradece que "lo haya hecho un
Gainzanowsky" (en Museo Histórico Sarmiento, transcr. por A. Palcos, Presidencia de Sarmiento).
106
La represión (diciembre).
"Si López Jordán no se quiebra el pescuezo de alguna rodada, no veo muy bien ni cuándo ni cómo se concluirá esta
campaña", escribe Fotheringham al coronel Julio Roca. Pero alguna vez los jordanistas serían sorprendidos por los
nacionales y exterminados con los remington y Krupps y las nuevas ametralladoras. Es lo que ocurre el 8 de diciembre
en El Talita a la vanguardia que manda Carmelo Campos; al día siguiente Gainza sorprende a Jordán cruzando el
arroyo Don Gonzalo, y lo derrota.
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Jordán da la guerra por perdida: "No tenía cómo armar 500 hombres, no había recibido en toda la campaña ni un alfiler,
ni un gramo de pólvora, y no podía continuar con la esperanza de recibirlo en adelante", explicará 110.
No parecen las palabras de un jefe; diríase un subordinado en queja porque el superior lo ha abandonado. Al dejar el
suelo natal dirá —según Carlos Querencio— tres palabras elocuentes: "que baraje otro" 111.
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Otra cosa, y grave. A pedido de López Jordán, que se asila en Brasil, José Hernández redacta el 30 de mayo de 1874 un
Memorandum de 36 páginas dirigido al vizconde de Río Branco (que mejor se hubiera negado a redactar el autor de Martín
Fierro para su gloria póstuma). Recordando la ayuda que Brasil prestó a Urquiza en 1851 pide le franquee "cuantos
elementos y recursos pudiera necesitar para libertar a Entre Ríos". El memorandum sería llevado personalmente a Río Branco
por el suegro de López Jordán, Ramón Puig; las instrucciones a Puig, redactadas por Hernández, son: "19) Procurar por todos
los medios posibles y dignos sacar los grandes elementos que se precisen para libertar a Entre Ríos: dinero y armas, y si es
posible su concurso (de Brasil) aunque fuese indirecto; 29) Si se le propusiera, en caso de un posible rompimiento entre
Brasil y la Argentina, darle al general que suscribe (López Jordán) una colocación con dependencia del jefe y ejército
brasileros, debe hacer conocer con razones prudentes que no aceptaría de manera alguna; y 39) Conseguir un empréstito
reservado".
No existen constancias de que la traición fuese tramitada. El memorándum y las instrucciones quedaron en poder de
López Jordán y se encuentran en su archivo. Pero, indudablemente, se pensó hacerlo 112.
110
Cit. por F. Chávez, o. c., y A. S. Vásquez, López Jordán.
Arch. del Dr. Carlos María Querencio, transcr. en Chávez, o. c.
112
A. S. Vásquez, José Hernández en los entreveros jordanistas.
111
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REFERENCIAS
a) documentales:
Archivo del general Mitre (La Nación), cit. AM.
Diario de Sesiones del Senado Nacional.
b) diarios y periódicos:
La Nación Argentina, La Nación, Tribuna, El Mosquito (Buenos Aires).
El Siglo (Montevideo).
Jornal do Commercio (Rio de Janeiro).
c)
citas bibliográficas:
E. ACEVEDO, Historia del Uruguay (tomo VI).
J. B. ALBERDI, Historia de Wheeltvright (en Obras completas, VII).
V. ALMANDOS ALMONACID, Felipe Varela.
N. AVELLANEDA, Escritos y discursos (tomo VIII).
R. J. CÁRCANO, La guerra del Paraguay (tomo III).
F. CHÁVEZ, Vida y muerte de López Jordán.
— José Hernández.
H. S. FERNS, Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX (trad.).
I. J. FOTHERINGHAM, La vida de un soldado.
M. GÁLVEZ, Vida de Sarmiento.
L. A. DE HERRERA, El drama del 56. La culpa mitrista.
B. MITRE, Arengas (t. I).
E. ORTEGA, ¿Quiera el pueblo votar? Historia electoral argentina.
A. PALCOS, Presidencia de Sarmiento (“Las Presidencias”).
C. PELLEGRINI, Discursos.
E. QUESADA, Los tratados argentino-paraguayos. Historia secreta de la negociación (revista Estudios, I),
A. SALDÍAS, Un siglo de instituciones (tomo I).
D. F. SARMIENTO, Obras completas.
R. SCALABRINI ORTIZ, Historia de los ferrocarriles argentinos.
L. H. SOMMARIVA, Las intervenciones federales en las provincias argentinas.
A. S. VÁSQUEZ, López Jordán.
— José Hernández en los entreveros jordanistas.
J. VICTORICA, Urquiza y Mitre.
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