Mónica Iglesias Vázquez, Rompiendo el cerco: el movimiento de pobladores contra la dictadura, Santiago de Chile, Radio Universidad de Chile, 2011, 346 págs. Recibo con gran entusiasmo e ilusión este magnífico libro, fruto de una tesis de maestría defendida en la Universidad Nacional Autónoma de México en 2010. A pocos días de su presentación en la Sala Máster de Radio Universidad de Chile es un honor presentar la reseña de esta obra. Entusiasmo e ilusión, por una parte, por leer a una compañera de la maestría en estudios latinoamericanos (hoy en el doctorado) que por mucho ha sido de las más brillantes de nuestra generación. Entusiasmo e ilusión porque, sin duda, tenemos aquí un trabajo de investigación que presenta temas fundamentales para el entendimiento de las realidades sociales y políticas de la dictadura pinochetista. Es más, a pesar de que en los últimos años los estudios relativos a este periodo histórico han sido considerables, en muchas ocasiones carecen del análisis interdisciplinario propuesto por Iglesias Vázquez. No sólo porque el análisis desde la perspectiva tanto de las ciencias sociales como de las políticas se ve reflejado en términos teóricos sino también porque la correlación de fuerzas sociopolíticas se presenta como un conjunto de determinaciones recíprocas. Por lo tanto, en esta larga investigación, el movimiento de pobladores así como las políticas de Estado del gobierno pinochetista se revisan de manera sistemática para el análisis de sus determinaciones recíprocas. Sin duda, este esfuerzo académico constituye un aporte ejemplar y meritorio en el campo de las ciencias sociales en América Latina. Así pues, en Rompiendo el cerco se exponen los viejos demonios del autoritarismo dictatorial del gobierno de Pinochet enlazados con la existencia y persistencia del movimiento de pobladores en un ineluctable trabajo de reconstrucción de las memorias latinoamericanas (en este caso chilena). De esta manera se integra una importante tarea teórico-metodológica (capítulos “La discusión teórica acerca de la existencia del movimiento de pobladores” y “Proposiciones teóricas sobre el movimiento de pobladores”) con la experiencia empírica e histórica (capítulos “La ‘dominación total’ y la destrucción de 1973 a 1975”, “Las lógicas opuestas: refundación de la sociedad versus construcción de la solidaridad de 1976 a 1981”, “La rebelión de los pobladores de 1982 a 1986” y “El pacto de la traición de 1987 a 1990”). De igual forma, los necesarios recortes históricos “traducidos en término de capítulos” exponen de manera clara y pertinente los procesos, puntos de inflexión y alteraciones en las correlaciones entre el Estado dictatorial y el movimiento de pobladores. Son muchas las aportaciones teóricas del libro, no obstante, es ineludible exponer el significado mismo del título de la investigación. En la introducción Iglesias Vázquez señala: “Con ello pretendo advertir sobre la necesidad de romper el cerco teórico que maniataba las reflexiones de los cientistas sociales acerca de los pobladores” (p. 20). Lo anterior significa plantear y justificar la desconstrucción teórica de las reflexiones de los cientistas sociales de los años ochenta, pero va mucho más allá: permite, sin lugar a dudas, replantear el sentido mismo de las relaciones de poder de la época ya que en lo sociológico establece la existencia de un sujeto social ávido de cambio estructural y, en lo político, la aceptación de un actor ciudadano presente en las transformaciones del gobierno chileno. En el transcurso de los dos primeros capítulos, la autora propone un minucioso recorrido a través del pensamiento de intelectuales tanto chilenos (Eugenio Tironi, Vicente Espinoza y Eduardo Valenzuela) como franceses (François Dubet y Alain Touraine) los cuales de manera contundente concluyen, desde la teoría, la inexistencia física de un movimiento de pobladores como movimiento social. La acción de los pobladores era resultado de los procesos de desintegración y disolución social y constituían, por lo tanto, conductas desviadas, manifestaciones explosivas y puntuales de frustración y anomia, sin una articulación clara y permanente, sin una definición manifiesta y consensuada de sí mismos, ni del enemigo, y mucho menos con un proyecto alternativo de sociedad capaz de ofrecer una solución a sus necesidades (p. 56). Iglesias Vázquez enfoca su segundo capítulo en la ruptura de estas conclusiones. Esfuerzo necesario e indispensable al plantear la condición misma para la interpelación y determinación entre ambas entidades: la existencia propia del movimiento de pobladores como actor colectivo. Ahora bien, a lo largo de la argumentación y desarrollo de los capítulos subsecuentes, Iglesias define de manera convincente las transformaciones sufridas por el movimiento de pobladores a lo largo del periodo dictatorial. Así pues, tratándose de la situación en el periodo 1973-1975, la autora menciona: “Las organizaciones sociales forzosamente pasaron a la clandestinidad, se vieron aisladas del conjunto social y atomizadas” (p. 153). También es apasionante descubrir las transformaciones posteriores en el manejo bidireccional de los espacios públicos (prohibidos o tomados), de la legitimidad social (aniquilada o reivindicada), de la participación política (forzada o integrada). Asimismo, las lógicas internas de cada parte fueron sufriendo alteraciones significativas; no sólo para la delimitación de sus propios objetivos sino también para las determinaciones de la acción bilateral. De ahí que la situación de los movimientos sociales en el periodo 1982-1986 haya tomado una orientación radicalmente opuesta en menos de diez años. Las protestas populares, en las que los pobladores fueron los principales protagonistas y se llevaron el mayor costo en vidas humanas y represión, permitieron el resurgimiento de la política opositora: se reactivaron los partidos políticos y las organizaciones sindicales (p. 286). En suma, el libro aquí reseñado constituye, sin la menor duda, un estudio sociológico e histórico riguroso “desde la destrucción del entramado jurídicopolítico-organización del periodo post-golpe hasta el ‘final’ de la dictadura” y establece de manera exhaustiva las determinaciones recíprocas entre el movimiento de pobladores y el gobierno dictatorial. Felicito a Mónica Iglesias Vázquez por la investigación realizada que convierte a la presente en una obra 212 Cuadernos Americanos 142 (México, 2012/4), pp. 211-213. obligada para todos los apasionados, investigadores o especialistas en movimientos sociales, en estudios latinoamericanos y, por supuesto, en sociología, política e historia chilenas. El rigor y la fluidez de los análisis reflejan pasión, conocimiento y promueven una lectura accesible. Sécoya García Cuadernos Americanos 142 (México, 2012/4), pp. 211-213. 213