pedrocheenlared.es ¿Los Templarios en Pedroche? En la ermita de San Sebastián de Pedroche, Córdoba, nos encontramos con una cruz de granito que se podría asemejar a una cruz paté. La cruz paté es una cruz que abre sus extremos a los 4 puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste. Se abre al mundo, al universo. La Cruz Paté con sus cuatro brazos iguales evoca a los cuatro evangelistas, a las cuatro estaciones y a los cuatro elementos: Aire, Tierra, Fuego y agua. La cruz paté es asociada irremediablemente con los Caballeros Templarios, por lo que al intentar buscarle una explicación a esta cruz, la imaginación nos lleva a relacionar a los Templarios con Pedroche. Además, esta relación aumenta cuando descubrimos leyendas como la que vamos a exponer aquí, que no siendo originaria de la zona, apunta a Pedroche como punto de interés para esta orden. La Orden de los Caballeros Templarios fue una de las más famosas órdenes militares cristianas de la Edad Media. Se mantuvo activa durante poco menos de dos siglos. Fue fundada en 1118 o 1119 por nueve caballeros franceses tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, quien les impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro. Aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, durante el Concilio de Troyes, la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y poder. Los caballeros templarios empleaban como distintivo un manto blanco con una cruz paté roja dibujada en él. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano. Crearon, incluso, nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco. La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa. El éxito de los templarios se encuentra estrechamente vinculado a las Cruzadas. La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos de la orden. Felipe IV de Francia, considerablemente endeudado con la orden, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que éste tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron arrestados, inducidos a confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la hoguera. En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden. Su brusca erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas que han mantenido vivo el nombre de los caballeros templarios hasta nuestros días. La leyenda de las cuatro montañas Partiendo desde Puebla de Alcocer hasta Capilla, ambos pueblos de Badajoz, en un capricho de la naturaleza, se alinean con increíble precisión cuatro montañas que están de alguna forma relacionadas con la orden templaria. Son lugares elegidos por los caballeros por su privilegiada situación geográfica, “puntos de energía” si atendemos a las interpretaciones místicas de la orden, con elementos comunes a otros importantes emplazamientos templarios: la presencia del agua, cuevas, el culto a la virgen. Y si se continua la línea imaginaria formada por estas montañas llegamos a un lugar llamado Piedras Santas, la ermita de Piedrasantas de Pedroche. 1 pedrocheenlared.es Puebla de Alcocer La Gran Enciclopedia Extremeña , en su definición de “Templarios” nos dice: “En la provincia de Badajoz hubo dos encomiendas templarias, la de Puebla de Alcocer y la de Jerez de los Caballeros. La primera, dependiente de Puebla de Alcocer y correspondiente a la actual Siberia Extremeña, tiene su origen en 1236 cuando el rey Fernando III encomienda al maestre del Temple Esteban de Belmonte, la conquista de esta comarca. Aparte del actual castillo de la Encomienda, ocupaba las poblaciones de Zarza‐Capilla, Capilla, Peñalsordo, Garlitos y Siruela entre otros.” El máximo apogeo de Puebla llegaría con su concesión de villa a manos de Don Gutiérrez de Sotomayor, maestre de la orden de Alcántara, en 1445, caballero ostentoso que mandó construir su espectacular castillo sobre una fortificación anterior seguramente templaria. Desde su interior se aprecia la excavación de un túnel que, según la tradición popular, conectaba con la fortaleza templaria de Lares (con Siruela según otras versiones) para escapar en caso de asedio. La fortaleza de Lares Situada en el suroeste de la sierra del mismo nombre, en la confluencia de la desembocadura de los ríos Guadalemar y Zújar, junto al pequeño pueblo de Galizuela, encontramos las ruinas de lo que fue un asentamiento templario conectado con Puebla, ya que entre ambas fortalezas transcurría la ruta ganadera de la Mesta, a la que prestaban protección. En su punto más alto se puede uno alinear con el castillo de Puebla y la espectacular montaña cónica del cerro Masatrigo. Desde allí el sol se pone tras las ruinas templarias, orientadas hacia el oeste. El cerro Masatrigo En línea recta con los castillos de Puebla y Lares nos encontramos con esta espectacular montaña de forma cónica y formas casi perfectas. Está rodeada por agua y conforma un paisaje excepcional. En la definición de los límites de la encomienda templaria de Capilla se cita el cerro “Amasatrigo”. También se ha citado con el nombre galaico de Maçatrigo, que significa molino de trigo, a lo que recuerda la forma cónica de la montaña, por lo que se ha especulado con la presencia en la zona de pueblos del norte en un pasado lejano, vinculados tradicionalmente con la mitología templaria. Capilla Capilla fue conquistada a los árabes en 1226 por Fernando III el Santo, con la ayuda de los templarios, que acamparon en el ahora llamado Valle de la Orden, donde construyeron el Monasterio de la Encarnación. El nombre del municipio en época árabe despertó sin duda el interés de los caballeros templarios: el pueblo era conocido como “Cabala”. En el libro Estado de Capilla, de José Muñoz Rubio, se citan los límites de la Encomienda de Capilla por medio de un texto de 1310, en el que la Orden de Calatrava reclamaba los dominios del Temple, en contra de lo dispuesto por Fernando VI que los vendió a la Orden de Alcántara. En dicha reclamación actuó como escribano Ioan Domínguez, de Puebla de Alcocer. En el acta habla de las dehesas pertenecientes a la encomienda, como la de las Yuntas, que “…parte con Córdoba (…) y va a la Piedra Santa …”. Aquí es donde se puede pensar que se está hablando de la ermita de Piedrasantas, de Pedroche, ya que se encuentra en la prolongación exacta hacia el sureste de la alineación de estas cuatro montañas. En la página siguiente vemos un mapa con los puntos a los que se han hecho referencia. 2 pedrocheenlared.es 3