Pascua Cuando se es joven, no piensas mucho sobre la muerte, pero cuando se es viejo, sí. Todavía me río de esta ocurrencia hecha por el autor Americano William Saroyan cinco días antes de su muerte: “Todos mundo tiene que morir, pero siempre pensé que se iba a ser una excepción en mi caso.” Muchos de nosotros nos decimos lo mismo. El miedo a la muerte hace que la gente aproveche al máximo sus días que tienen. Para algunos, eso significa pasar más tiempo con la familia. Para otros, significa dedicarse más a trabajar. Algunas personas obran mal, robando cosas, porque quieren tener más que otros, y quieren que los que tienen más tengan menos. La vida es corta, incluso si vives hasta los cien años. La gente hace buenas o malas decisiones para sacar el máximo partido de la vida. La resurrección de Jesús cambió para siempre nuestra percepción sobre la muerte. Él nos demostró que la muerte no es el fin: que Dios, que tiene el poder de crear todo de la nada, incluso tiene el poder de volver a crearnos después de que morimos. Para los que creen esto, el objetivo de esta vida cambia. No es simplemente cuestión de obtener más cosas que los demás, sino ayudar a la humanidad entera para que mejore. Hacemos que la humanidad mejore cuando ayudamos a nuestro prójimo, y cuando hacemos tiempo para alabar a Dios en la iglesia. Cada Pascua cantamos el salmo ciento dieciocho debido a su profecía acerca de la resurrección. Relata como Dios ayudó a un individuo en una angustia muy grande. Pudo haber sido en la enfermedad, pobreza, la pérdida de un ser querido, la pérdida de su empleo, la persecución de enemigos - no se sabe. Fuera lo que fuera, la persona pidió a Dios su liberación, y Dios contestó su oración. Estos son los versículos claves del salmo ciento dieciocho: “La diestra del Señor hizo proezas; la diestra del Señor lo ha enaltecido. No, no moriré, sino que viviré, y contaré las obras del Señor.” A pesar de que este salmo fue escrito muchos años antes del nacimiento de Cristo, es fácil imaginar a Jesús cantando este salmo en la mañana de su resurrección. La diestra del Señor ha vencido a la muerte. Jesús mismo pudo haber cantado, “No, no moriré, sino que viviré.” Él murió, pero no se quedó en la tumba. Dios lo resucitó a la vida. La muerte nos lleva a la vida, así como el invierno nos lleva a la primavera. Usted puede venir a la iglesia en Pascua con alguna angustia, como la persona que cantó en el salmo. Quizá recibió noticias que usted hubiese deseado nunca haber recibido. Quizá alguien le dijo algo que no quisiera haber escuchado. Quizá usted ha dicho algo de lo que ahora se arrepiente. Cualquiera que sea la angustia que trae, la Pascua puede cambiar su percepción sobre ella para siempre. La primavera vence el invierno. La vida vence la muerte. Para los Cristianos, no hay excepción en su caso. Cristo ya está obrando en ti. La diestra del Señor ha vencido. No morirás, sino que vivirás.