SER VOLUNATRIO …… Hace ya casi cinco años que os conocí. Las cosas empezaban a asentarse en mi vida y decidí realizar un voluntariado en mi ciudad, y digo que empezaban a asentarse, porque creo firmemente que uno no puede dar a los demás en condiciones si primero no se ha dado a sí mismo. Una amiga me presentó la Associació Cedre y sin intención de hacer demasiado ruido empecé a compartir veladas con vosotros. Personas que por circunstancias de la vida, habíais empezado vuestra andadura en este mundo con una considerable desventaja. Muchos de vosotros no fuisteis a la escuela porque en vuestra familia no se podía desperdiciar vuestro tiempo estudiando, había que trabajar, otros vinisteis con la esperanza de encontrar un trabajo y mantener a los vuestros jugándoos la vida por el camino debajo de un camión o en patera, otros huíais de un presente incierto y de un futuro aún más negro, otros por encontrar en las drogas aquello que no habíais encontrado en la familia, en vosotros mismos o en los amigos o simplemente por una carencia de cariño o inmadurez tomasteis un camino que os marcó para toda la vida. Las personas siempre tenemos un motivo para hacer las cosas o mal o bien, el problema es que muchas veces nos aferramos a castigar aquello que no cuadra con los cánones de comportamiento en vez de ir un poco más allá e intentar analizar el porqué son así las cosas y en reconocernos a nosotros mismos como el fruto de una serie de circunstancias que nos han llevado a la realidad que vivimos en el presente. Por qué no comprender en vez de castigar y alejar aquello que no nos gusta? Porqué no apoyar y acompañar en vez de dar la espalda a una realidad que es fruto de nosotros mismos? Y yo no quería daros la espalda. Os veía lejanos, aunque he de decir, que esa lejanía en poco tiempo se convirtió en otras muchas sensaciones más cercanas porque entendí y entiendo que todos los seres humanos necesitamos una segunda oportunidad y porque creer en las personas es esencial para construir una sociedad más justa para todos y porque por qué no decirlo, a mi también me han dado segundas oportunidades. Y fue desde esa tranquilidad y esa calma desde la que fui viviendo y conviviendo con vosotros, compartiendo momentos inolvidables de risas, de llantos, de confesiones y enfados, de rabia por no entender, de caer y volver a levantarse, de compartir en una mesa aquello de lo que disponíamos con los que fuéramos, de largas noches en vela porque no podíais dormir, de ver como desperdiciabais vuestra vida inútilmente y yo no podía hacer nada, de saber que habíais aprendido de los errores y habíais madurado (aunque a golpes), de largas discusiones hasta altas horas de la madrugada, de guiños y de disfrutar de ese pequeño espacio de libertad y de respeto que todos entendemos que hay que mantener para continuar nuestro viaje. No justifico las cosas, simplemente he comprobado que lo que somos y hacemos es fruto de nuestros actos y hemos de responsabilizarnos de ellos, pero sería faltar a la realidad que vivimos el no reconocer que una parte de ese fracaso es mi fracaso, como persona y como sociedad. Por ello valoro enormemente el voluntariado que desde Cedre se hace tanto en la Kz como aquellas personas que entran en los centros penitenciarios cada semana y por supuesto todos los que de forma desinteresada quedan “entre bambalinas” y no se les ve pero contribuyen con su tiempo y profesionalidad a este proyecto y que son muchos. Lo cierto es que cuando uno empieza a hacer un voluntariado, por lo menos en mi caso, tiene grandes expectativas, espera que con su dedicación y tiempo aquello a lo que contribuye de una u otra forma mejore las condiciones de vida de aquellos que no han tenido la misma suerte y es caminando junto a los demás como aprendemos unos de otros y mejoramos como personas. Bárbara